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Capítulo 51: El mirador de estrellas


Maximiliano está en el salón de la fiesta en el sector de los instrumentos, vestido como todo un Maestro Jedi. Los ajusta junto a Martín para dejarlos preparados. De repente, levanta la vista y ve a Macarena entrar por la puerta del salón. Su corazón se detiene.

Una diosa convertida en un icono de fuerza y belleza camina ante sus ojos. Cada detalle del disfraz de "Wonder Woman" se ajusta a su cuerpo de una manera que casi lo hace perder la razón. Maximiliano apenas puede creer lo que ve. Sus ojos recorren su figura, notando cómo el disfraz resalta sus bellas piernas, su cintura, sus labios... Es absolutamente perfecta.

—¡Jesucristo! —exclama en voz alta, haciendo que Martín gire la cabeza y vea a Macarena. Martín sonríe al ver la expresión de asombro en el rostro de su hijo y vuelve a concentrarse en los instrumentos.

Maximiliano se siente como un adolescente que ve por primera vez a la chica de sus sueños.

«¡Qué tortura, esta mujer me quiere matar!», piensa para sí, mientras la sigue con la mirada.

Gonzalo, acompañado de su amiga y tomado de la mano de Rafael, observa la reacción de Maximiliano.

—¡Ya te vio! —le susurra a su amiga, con entusiasmo infantil—. ¡Se puso de pie, viene para acá! —exclama, apartándose de ella y llevándose también a Rafael.

—Hola, ¿cómo te llamas? —le dice Maximiliano a Macarena de manera galante cuando llega junto a ella, mirándola de pies a cabeza.

—Maxi, no seas ridículo —responde divertida.

—Eres un jodido sueño hecho realidad —dice él, mientras camina alrededor de ella, deleitando su vista—. No sé si quiero arrodillarme y adorarte como la diosa que representas o arrancarte este disfraz con los dientes.

—Mantén la calma. La posesión está prohibida para los Jedis, "Obi-Wan Kenobi".

—¿Quieres volverme loco?

—Para nada, sólo quería estar a la altura de esta celebración —responde Macarena.

—¿Y, por esa razón utilizas artillería pesada, princesa amazona? —dice Maximiliano, escaneando cada centímetro de Macarena con ojos lujuriosos.

—Es solo un disfraz. No tiene ninguna finalidad más que estar acorde con la ocasión —responde ella, haciéndose la desentendida.

—Te conozco, pero voy a creerte por ser fin de año —dice Maximiliano.

En ese momento, Estefanía regresa con Gabriel, que acaba de aparcar la moto. Avanza hacia su hermano y Macarena con una gran sonrisa, mientras Gabriel le sigue, ajustándose la corbata y mirando a su alrededor.

—¡Cuñis, te ves increíble! —exclama Estefanía, abrazando a Macarena.

—Gracias, Estefy. Tú también estás genial, poderosa Ray —responde Macarena, abrazándola de vuelta.

—Maca, él es Gabriel —dice Estefanía, señalando a Gabriel.

—¿El profesor? —pregunta Macarena, alzando una ceja. 

Estefanía abre los ojos como platos, claramente sorprendida y avergonzada.

—¿Te han hablado de mí? —pregunta Gabriel, mirando a Macarena y a Estefanía.

—Claro que sí, Potter —responde Macarena con una sonrisa.

Estefanía se acerca a su hermano, tratando de desviar la incómoda presentación.

—Maxi, él es Gabriel —dice.

—¿Eres el de las flores? —pregunta Maximiliano con una sonrisa malvada. 

Estefanía se sonroja y muerde su labio para disimular una risa nerviosa.

Gabriel mira a Estefanía y sonríe al verla avergonzada. Luego se dirige a Maximiliano y Macarena.

—Es un gusto conocerlos —dice, haciendo un gesto de cortesía.

Estefanía toma a Gabriel de la mano para guiarlo donde los otros miembros de su familia. Echa un vistazo final a su hermano y Macarena, se acerca a ellos y les susurra:

—Los asesinaré.

Luego se aleja con Gabriel, conversando animadamente.

Maximiliano y Macarena se miran y estallan en carcajadas, disfrutando de la pequeña venganza que finalmente Estefanía ha recibido por todas sus intromisiones.

Estefanía presenta a Gabriel al resto de su familia, pero pronto ve aparecer a Noah. Se disculpa con su profesor y se dirige hacia su novio. Al verlo sin disfraz, se siente desilusionada.. Recuerda que él le había dicho que era una tontería, pero aún así esperaba que se presentara disfrazado.

—Hola, ¿y tu disfraz? —pregunta Estefanía, tratando de disimular su decepción.

—Te dije que odio estas fiestas frívolas —responde Noah, sin inmutarse.

—No empecemos a discutir, por favor —replica Estefanía, frunciendo el ceño y cruzando los brazos.

Maximiliano, observa la escena junto a Macarena. Mira a su hermana y luego a su novio, a quien considera un completo idiota y no puede evitar intervenir.

—Diana Prince, debo alejarme de ti, pero no te perderé de vista —le dice Maximiliano a Macarena con una sonrisa cómplice.

—Que la fuerza te acompañe, "Obi-Wan" —responde Macarena, haciendo reír a Maximiliano, mientras se acerca a Estefanía y a Noah.

—Hola —saluda Noah, seriamente.

—Estefi, ¿me dejas hablar con Noah? —pregunta Maximiliano. Su hermana lo mira algo preocupada, pero finalmente se aleja de ambos.

Con un gesto, Maximiliano invita a Noah a salir del salón. Una vez fuera, cierra la puerta tras ellos.

—¿Qué pasa? ¿De nuevo con tus celos enfermizos? —encara Noah a Maximiliano, sin perder tiempo.

—¿Qué te pasa a ti? Dejaste a mi hermana sola con los preparativos, llegas tarde a la fiesta y, para colmo, sin disfraz —responde Maximiliano, molesto.

—¿Y qué te importa lo que haga o deje de hacer?

—Me importa mientras le afecte a Estefi. Así que corta tu juego —advierte Maximiliano.

—¿De qué hablas, idiota? —exclama Noah, sacando de sus casillas a Maximiliano, quien lo agarra por la ropa y lo levanta con sus fuertes brazos.

—¡En mi casa no me insultas, imbécil! —ruge Maximiliano, furioso.

—¡Maxi, suéltalo! —se escucha la voz autoritaria de Martín que había salido del salón alertado por Estefanía.

Maximiliano suelta a Noah de inmediato, le acomoda la ropa y, con una sonrisa sarcástica, le dice:

—Bienvenido a la fiesta —y se aleja, entrando de nuevo al salón, dejando a Noah furioso.

—¡Maxito! —lo llama Martín antes de que su hijo se pierda entre los invitados.

—Pa, es un idiota. Perdí la paciencia, lo siento —se disculpa Maximiliano, anticipándose a cualquier reprimenda.

—Sí, es un idiota, pero es el idiota que eligió tu hermana. Respeta eso y recuerda las promesas que le hiciste a Estefanía —le dice Martín, dándole unas palmadas en el hombro antes de alejarse.

La casa de los Fuentealba comienza a llenarse de invitados. Gonzalo, incapaz de contener su habitual curiosidad, se dirige rápidamente hacia su amiga.

—Esta fiesta es de lujo, amiga —exclama feliz—: bar, chef, garzones, sonidista, luces...así me gustan las fiestas.

—Acostúmbrate, es la mansión Wayne —responde Macarena, con una sonrisa.

—¡Parece que todo el mundo estuviera aquí! Hay muchos disfraces originales y mucha gente bonita —agrega Gonzalo, señalando el séquito de mujeres que rodea a Maximiliano.

—Sí, todas locas por el apuesto "Obi-Wan Kenobi" —dice Macarena, bebiendo de su cóctel.

—Yo estaría atacado de celos.

—Ya superé esa etapa. A Maxi lo pueden mirar, pero no tocar.

—Antes no podían tocarlo; ahora es un alma libre gracias a ti.

—Para con eso, me torturas —pide Macarena.

—Insisto porque no quiero que lo dejes pasar.

—Gonza, ¿quién te escuchara? Antes decías que Maxi no era para mí, y ahora solo estás de su lado.

—Siempre de tu lado, amiga. Eras feliz con él; tus ojitos brillaban, y siempre estabas sonriendo cuando eran novios.

—¡Amigo! —exclama Macarena, dándole un abrazo justo en el momento en que Rafael llega con el trago que le había encargado Gonzalo.

—Rafa, ¿tú qué opinas? —pregunta Gonzalo, como si Rafael supiera de qué hablaban.

—Que estoy de acuerdo con todo lo que digas —responde Rafael sin dudar.

—¿Ves? —dice Gonzalo, mirando a su amiga.

—Rafa, no deberías dejarte influenciar, es terrible mi amigo.

—No, no lo es. Es un caramelo —defiende Rafael, mientras Gonzalo lo abraza y amenaza con besarlo.

—Puff, los dejo solos, no quiero que me salpique su miel empalagosa —dice Macarena, alejándose y sentándose en el sofá.

Maximiliano, sonriente en medio de un círculo de bellas mujeres, se ve muy divertido. Desde uno de los sofás del salón, Macarena lo observa fijamente. Cuando él se da cuenta, le devuelve el gesto. Macarena sonríe y se ruboriza; cruza las piernas, dejando ver sus esbeltos muslos gracias a su falda corta. Eleva el cóctel que tiene en la mano, se lo muestra a Maximiliano y lo bebe en su honor. Maximiliano se disculpa con su séquito de admiradoras y se acerca a Macarena, sentándose a su lado.

—¿Me puedes explicar qué es lo que pretendes? —le susurra al oído.

—Nada, solo estoy tomando un cóctel, aquí tranquila —responde ella, relajada.

—¿Cómo demonios hago para no follarte en este sofá frente a todos?

—Calma tu ímpetu —responde Macarena, divertida.

—Llevas la falda más corta que te he visto jamás y eres la mujer más hermosa de esta fiesta. ¿Crees que soy de fierro? —dice Maximiliano, siguiendo el juego.

—Sé que no lo eres, por eso lo hago —contesta Macarena—. Además, te advierto que tengo el lazo de la verdad conmigo. Si lo tocas, tus más oscuros deseos quedarán al descubierto frente a todos.

—Entonces áteme y que me descubran, porque la única verdad es que no puedo dejar de desearte —replica Maximiliano, coqueteando.

—Tu hermana me llama, seguimos nuestra charla después. —Le da un suave beso cerca de la comisura de los labios, se levanta del sofá, arregla su falda y se dirige hacia Estefanía, dejándolo absolutamente encendido.

—Desastre completo de mi autocontrol —murmura Maximiliano, mientras observa cómo se aleja.

Estefanía convoca a todos porque tiene una sorpresa preparada. La familia Fuentealba ha decidido, como pocas veces en su trayectoria musical, tocar frente a sus invitados.

En medio de aplausos Estefanía toma posición en el micrófono con el bajo; Martín agarra la guitarra eléctrica, y Maximiliano se sienta tras la batería. Los invitados se acomodan en el salón, Macarena se sienta junto a su amigo y a Rafael, y el concierto de los Fuentealba comienza.

Maximiliano golpea tres veces las baquetas, y Martín arranca con los primeros acordes de Pretty Woman de Roy Orbison.

Mientras Martín canta, dirige su mirada, sonrisa y desplante musical hacia Clara, quien ríe, un tanto avergonzada.

Cause I need you, I'll treat you right.

(Porque te necesito, te trataré bien)

Come with me, baby, be mine tonight

(Ven conmigo, sé mía esta noche)

Maximiliano también canta, golpeando la batería, mientras mira a Macarena y le guiña un ojo. Macarena sonríe y se sonroja justo cuando Gonzalo le susurra al oído:

—Te acaba de pedir que te lo folles, por favor no lo arruines.

Macarena suelta una risa contagiosa y le da un golpe de puño en el hombro a Gonzalo.

Los acordes terminan con el aplauso eufórico de la audiencia y Estefanía se inclina para agradecer. Cambian de lugar: Maximiliano se ubica en el piano, su hermana se sienta con el micrófono y la guitarra acústica y su padre toma posición en la batería.

November rain de Gun's and Roses comienza a resonar en la sala y Macarena siente que el corazón se le aprieta. Maximiliano toca las teclas concentrado, con los ojos cerrados; Estefanía junto a la guitarra, entona su voz de ángel, cautivando a todos los asistentes.

Termina de cantar y todos se levantan a aplaudirla mientras ella se reclina para agradecer como toda una artista. Cambian nuevamente de instrumentos, pero esta vez Maximiliano se sienta con la guitarra acústica frente al micrófono, Estefanía se posiciona al lado de él con el bajo y Martín sigue en la batería. Macarena queda sorprendida. A Maximiliano no le gusta cantar en público; aunque tiene una voz bella, solo le ha cantado a ella. Aguarda expectante.

Maximiliano rasguea la guitarra con una hermosa melodía, una larga introducción en la que todos pueden evidenciar la destreza de sus manos con la guitarra. Cierra los ojos y sube el mentón para acercarse al micrófono.

Un señuelo
Hay algo oculto en cada sensación
Ella parece sospechar
Parece descubrir
En mi debilidad
Los vestigios de una hoguera

Oh, mi corazón se vuelve delator, traicionándome.

Continúa cantando armoniosamente Maximiliano mientras Macarena lo observa sorprendida y encantada. Cada vez que la canción menciona "Ella", Maximiliano abre los ojos y la mira.

Corazón delator de Soda Stéreo, parece llegar hasta el alma de Macarena, y todo lo que había pensado para esa noche no se aproxima siquiera a lo que logra sentir escuchando a Maximiliano. 

La nostalgia la invade y siente unas ganas intensas de retroceder en el tiempo: estar en Nueva York riendo con Maximiliano, jugando a la guerra de almohadas en la cama, caminando bajo la lluvia con un solo paraguas, viéndolo bailar y guiñarle un ojo a través del espejo de la sala de ensayos, desayunar juntos todas las mañanas, ver una película abrazados, asistir a obras de teatro, practicar inglés diciendo frases vulgares y provocativas para terminar en la cama haciendo el amor hasta el amanecer.

La canción llega a su fin y Maximiliano mira a Macarena con una expresión indescifrable en sus ojos. Macarena se siente conmovida por la intensidad de su mirada. Una oleada de emociones la invade y decide levantarse y alejarse de la fiesta. Camina por el pasillo, sale al jardín trasero de la casa y escala hasta el mirador de estrellas.

Maximiliano observa cómo Macarena se va, deja la guitarra y se acerca a su papá, susurrándole al oído:

—Voy al mirador, cúbreme.

Martín sonríe y asiente. Maximiliano sale al jardín y ve la silueta de Macarena en la oscuridad de la noche, arriba del mirador. Escala con agilidad y la encuentra sentada, con los ojos llorosos.

—¿Tan mal canto que te hago llorar? —le pregunta Maximiliano, logrando sacarle una sonrisa.

—Cantas hermoso y lo sabes —responde ella, sin dejar de mirar el horizonte.

—No quería hacerte sentir triste —dice Maximiliano, acariciando su mejilla.

—No me siento triste, solo emocionada, Maxi —responde Macarena, cerrando los ojos y disfrutando de su caricia.

Maximiliano toma su mano y la besa, luego mira sus ojos cristalinos.

—Maxi, yo... —comienza Macarena. Hace una pausa, toma aire y, con voz temblorosa, añade—: Necesito que me perdones.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunta Maximiliano, confundido.

Macarena suspira, visiblemente nerviosa.

—Tenía todo un discurso ensayado —dice, con un temblorosa.

—¿De qué hablas, Maca?

—Me sabía de memoria lo que tenía para decirte, y ahora me he quedado en blanco. Se me olvidan las frases, estoy sumamente nerviosa.

—Tranquila —responde Maximiliano, acariciando sus manos.

—Me siento tan injusta y egoísta. Intenté alejarte de mí mientras me cuidabas como pocas personas lo han hecho en mi vida. Te hice sentir que no te amo cuando mi corazón tiene una cadena invisible atada a ti. Te reproché cosas y te saqué en cara otras. Y tú sigues mirándome con esos ojos de perrito tan hermosos, provocando que mi orgullo se rinda, pero también que las palabras se atoren en mi garganta, como ha pasado todo este tiempo.

—Maca... —dice Maxi, sonriendo.

—Te lastimé como tu otro amor del pasado y no soy nada parecida a ella. Me arrepiento tanto —confiesa Macarena, entre lágrimas.

Maximiliano la abraza fuertemente, dejándola llorar en su pecho.

—Maca, me duele verte sufrir por esto, pero también me alegra escuchar que te importa.

—Soy una bruja desalmada —dice Macarena entre lágrimas—. Perdóname, Maxi.

—Si algo he aprendido, es que las brujas desalmadas no les importa hacer sufrir a los demás, no sienten compasión, se disculpan nueve años después y son pelirrojas —dice Maximiliano—. Tú no tienes ni una pizca de bruja, Maca.

—¿Son pelirrojas? —pregunta Macarena, confundida.

—Jenny es pelirroja. Vino acá en estos días a disculparse. No la veía hace años.

—¿Viste a Jenny?

—Sí —dice Maximiliano—. Maca, no creas que Jenny y yo...

—Lo sé, Maxi —responde Macarena, recostándose en la plataforma de madera, secándose las lágrimas.

Maximiliano la sigue y se recuesta a su lado. Ambos se quedan en silencio, disfrutando de la compañía mutua bajo el cielo estrellado. La música de la fiesta se escucha de fondo.

—Nunca me he arrepentido de haberte seguido, Maxi —confiesa Macarena, rompiendo el silencio. Su mirada aún está fija en el cielo—. Te dije que había perdido todo y te hice sentir culpable de eso, cuando fue decisión mía dejar todo para estar contigo.

—Entiendo que dijiste cosas porque estabas dolida —dice Maximiliano.

—Maxi, yo no perdí todo cuando me fui contigo a Nueva York —dice Macarena mientras gira su cabeza para mirar el rostro de Maximiliano—. Porque yo tenía todo cuando estaba contigo.

Maximiliano se levanta, apoyándose en su antebrazo. Macarena ya no ve estrellas cuando mira hacia el cielo; ve los ojos de Maximiliano. Ella acaricia su mejilla y continúa:

—Tampoco es cierto que no quiero estar contigo. Me muero por estar contigo todos los días, desde que volviste de Nueva York.

—Gracias por decirme eso, amor —responde Maximiliano, sonriendo.

—Dejaste de decirme así este mes —añade Macarena.

—Quería darte espacio, pero sabes que eres mi amor —responde Maximiliano, poniendo un mechón de cabello detrás de su oreja.

Ambos se miran a los ojos mientras sus corazones vuelven a latir con fuerza al unísono.

—Te amo, Maxi. Nunca he dejado de amarte, ni siquiera cuando te odiaba por confundirte —dice Macarena.

Maximiliano sonríe, mirándola con amor mientras el viento juega con su cabello. Se acerca a sus labios y la besa suavemente.

—¿Qué hacen ustedes dos allá arriba? La fiesta está adentro —los interrumpe la voz de Clara desde el suelo del jardín.

—¡Mamá! —exclama Maximiliano—. Eres como un molesto déjà vu.

—¡Bajen e intégrense a la fiesta! —les pide Clara.

—Mamá, déjanos tranquilos si quieres que te demos un nieto —bromea Maximiliano.

—¡¡Maximiliano Fuentealba, ni se te ocurra fornicar en mi casa: baja ahora de ese árbol!! —lo reprende su mamá, mientras Macarena estalla en una risa interminable.

Maximiliano se asoma por la plataforma y mira hacia abajo.

—Mamá, no voy a bajar. No pienso dejar a esta mujer nuevamente.

Clara se marcha y los deja solos. Maximiliano vuelve a inclinarse sobre Macarena para besarla.

—¿En qué estábamos? —pregunta él, justo antes de que ella lo tome de la nuca y lo bese con desesperación.

De repente, un chorro de agua los sorprende, empapándolos por completo.

—¡¿Qué mierda?! —exclama Maximiliano, levantándose y girándose para ver a su mamá con la manguera en la mano en un costado del jardín.

—¡Te dije que bajaras del árbol! —le grita Clara.

Macarena estalla en carcajadas infinitas mientras Maximiliano baja del árbol para quitarle la manguera a su mamá. Entre risas y forcejeos, logra arrebatársela y la moja de la cabeza a los pies. Clara queda con la boca abierta y completamente empapada, mientras Macarena se retuerce de risa en la plataforma del árbol.

—¿De qué te ríes, amor? —le pregunta Maximiliano, lanzándole agua también a Macarena y empapándola.

Macarena baja del árbol, riendo, y corre para intentar quitarle la manguera a Maximiliano. Justo en ese momento, Martín aparece por la puerta del jardín y estalla en una risa contagiosa al ver a los tres empapados.

Maximiliano apunta la manguera hacia su padre y también lo empapa. Los cuatro se ríen juntos, disfrutando del juego. Martín abraza a Clara, que está recuperándose de la sorpresa, y le hace un guiño a su hijo. Maximiliano toma la mano de Macarena, la jala hacia él y la inclina hacia atrás, como en una escena cinematográfica.

—Me debes algo hace mucho tiempo —le dice, y la besa como tanto anhelaba hacerlo. Ambos padres los dejan solos e ingresan a la casa, empapados pero felices.

Hola a todxs:

Capítulo emocionalmente musical , demostrando las habilidades de la familia de Maxi.

Les dejo las canciones, por si quieren escucharlas.

Saludos y reitero las gracias por seguir aquí.

Narlie.

https://youtu.be/hIJwNTfMmLU

https://youtu.be/gsKAW79G3wo

https://youtu.be/jad11Q-ZCyw

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