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Capítulo 49: El pasado, pisado (o, ¿golpeado?)

Los días pasan rápido para Macarena y Maximiliano. Con la recuperación de Macarena en marcha, ambos han vuelto a sus rutinas laborales. La vida ha retomado su ritmo habitual, pero Macarena siente que la sutil distancia entre ella y Maximiliano podría aumentar, ya que su inminente mudanza a su propio departamento se acerca.

Es sábado, y Macarena está en el departamento de Gonzalo, disfrutando de un almuerzo entre amigos. La conversación animada y los chismes les recuerdan los buenos tiempos pasados. El aroma de la comida se mezcla con las risas y las bromas, haciendo que este momento siga siendo el favorito de ambos.

—¿Qué es este milagro de que Amaro te deja solo y admite mi presencia en tu hogar? —pregunta Macarena con curiosidad, mientras observa a Gonzalo servir fetuccini en su plato.

—Es que ya no vive aquí —le responde él, con toda tranquilidad.

—¡¿Qué?! —exclama, sorprendida—. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué no me habías dicho?

—Desde anoche ya no vive acá. Es una noticia fresquita, por eso no te lo conté antes. Estaba esperando este almuerzo para ponernos al día.

Gonzalo toma asiento frente a su amiga y comienza a enrollar sus fetuccinis en el tenedor.

—¿Rompieron?

—Le pedí que se fuera. No había vuelta con nosotros —responde tranquilo.

—Gonza, lo lamento. ¿Por qué no me llamaste?

—Yo no lo lamento en absoluto.

—A ver, amigo, creo que me perdí parte de la historia aquí.

—Bueno, respira profundo porque viene una confesión —dice Gonzalo con su habitual teatralidad.

—¿Qué hiciste? —pregunta Macarena, divertida.

—Le pedí el teléfono a tu enfermero.

—¿¡Qué!? —exclama Macarena, riendo—. Gonza, ¡tenías novio! —sigue riendo divertida.

—Tenía, bien dicho.

—Salí del hospital hace tres semanas. Ahí sí tenías novio.

—Bueno, pero solo le pedí el teléfono en son de amistad.

Macarena estalla en risas mientras intenta decirle:

—Gonza, lo describiste como un bombón. Jamás le pedirías el teléfono en son de amistad.

—Se lo pedí para recordar nuestra amistad.

—¿Y qué pasó?

—La recordamos detallada y profundamente.

—¡Gonza! —dice Macarena, aún riendo.

—Antes hablé con Amaro. Le dije que llevábamos tiempo durmiendo separados y que rompiéramos, pero no quiso —relata Gonzalo—. Luego le dije que quería salir con otra persona y me montó un show digno de una obra teatral. Finalmente, se fue.

—Entonces, ¿estás saliendo con mi enfermero sexy?

—Sí —dice Gonzalo, aplaudiendo radiante de felicidad.

—Me alegro de que estés tan feliz, te lo mereces. Vivías con un amargado —le dice Macarena, abrazándolo.

—Rafa es como un sueño de hombre, amiga. Tienes que conocerlo.

—Ya lo conozco y era de ensueño, según recuerdo.

—Pero es que te mueres porque es demasiado tierno, es como si fuera un bombón por dentro y por fuera. Ahora entiendo perfectamente cuando me decías que Maxi era lindo y tierno, y yo solo lo encontraba apetitoso.

—¡¿Aww...estás enamorado, Gonza?! —pregunta Macarena con ternura.

—No lo sé, pero lo que sea, será.

—¿Y él estaba soltero?

—Salía con alguien, pero nada serio.

—Pásalo bien, amigo. Quiero verte feliz y bromeando como siempre.

—Lo haré, amiga. Estaba perdido en esa relación tóxica, ¡puaj! —dice Gonzalo poniendo cara de desagrado.

Luego, hace una pausa para terminar de comer. Con tanta charla no quiere que se enfríe su almuerzo. Observa a su amiga que apenas ha probado un bocado, solo gira el tenedor en el plato y su mirada está perdida.

—Amiga. Si no te gusta como cocino, pues pide por Delivery —le dice para ver su reacción.

—¿Cómo? —pregunta Macarena distraída.

—Que no has tocado el plato.

—Ah —dice suspirando.

—A ver, ¿qué pasa? —pregunta él, preocupado.

—Solo estaba pensando en la mudanza.

—¿Cuándo será?

—La próxima semana. Ahora están pintando, reparando y todas esas cosas aburridas.

—No te veo nada feliz ante esa noticia.

—Sí lo estoy —responde Macarena, sin mucha convicción.

—Tu emoción brota por los poros de tu piel —ironiza Gonzalo—. Te quejaste todo el tiempo de no tener tu espacio, y ahora que lo recuperas, ni se te nota la emoción.

—Sí; sí estoy contenta.

—Estás al borde de la depresión. Admítelo. Ya no tendrás excusa para ver a tu galán a diario y eso te tiene mal. ¿Por qué no vas y te lanzas a sus brazos diciéndole que te mueres por él y que no quieres irte? Llevas semanas haciéndote la difícil.

—Maxi está diferente conmigo desde que le dije que no quería estar con él. Antes me decía amor, ahora solo me llama Maca. Me coqueteaba, trataba de abrazarme, y ahora solo me saluda y me sonríe. Está tan distante.

—Obvio, amiga. ¿Crees que te esperará toda la vida? O sea, míralo, Macarena, es un adonis. Si él está aún soltero es porque quiere. Levantas una piedra y encontrarás a una mujer dispuesta a todo por él. Todo lo que tú no quieres.

—Gracias por el golpe bajo, amigo.

—No puedo mentirte. Estás enamorada de él y no renuncias a tu orgullo, y alguien debe decírtelo. Tú le cerraste la puerta en la cara, y ahora debes asumir que él dejó de rogarte. Amiga, yo que tú me pondría a trabajar en esa reconquista porque tu galán se te esfumará de los dedos.

—Gonza, eres cruel.

—Date cuenta, abre los ojos. Sabes que te adoro con la vida y que lo que te estoy diciendo es lo que necesitas escuchar.

Macarena suspira resignada, mirando su plato con preocupación.

—Gonza, no puedo olvidar lo que pasó con Sussie.

—Amiga, tú también tienes responsabilidad en eso. Le serviste a Maxi en una bandeja, con una gaseosa al lado y papas fritas, con un cartel que decía: "Cómeme". Y, Alicia, ¿qué hizo? Pues se lo comió.

—Pero Maxi no debió...

—Asúmelo, Maca. Le dejaste servido a tu hombre y le entregaste en la mano a esa yegua, un sachet de ketchup y mostaza para aderezarlo.

—¡Agg, qué molesto eres!

Gonzalo se encoge de hombros, con una expresión de total calma.

—¿Será porque soy el único que te dice las verdades que no quieres escuchar?

Macarena suspira nuevamente.

—Mueres por volver con tu galán, admítelo —le dice Gonzalo.

—Está bien, lo admito —dice Macarena, casi en un susurro.

Gonzalo se inclina hacia adelante, toma la mano de su amiga, mirándola a los ojos.

—Admitirlo es el primer paso —le dice, acariciando sus dedos, con cariño—. Ahora, diseñaremos una estrategia para recuperarlo.

—Gonza, suenas como una telenovela —responde Macarena, sonriendo

—Me importa un coco. Quiero verte feliz de nuevo.

—¿Qué pretendes?

—Tengo una idea bomba para la fiesta de disfraces de tus suegritos —dice soltando su mano y levantando los platos de la mesa.

—Tus ideas bomba me dan miedo —dice Macarena.

—¿No crees que sería magnífico invitar a tu mejor amigo a esa mega fiesta en casa de la familia Wayne?

Macarena suelta una risita mientras se recarga en el respaldo de su silla.

—¡Gonza! ¿Quieres ir a la fiesta? ¿Esa es tu idea bomba?

Gonzalo la mira con obviedad.

—Obvio que sí. Estás bastante lenta, amiga. El amor te atrofió los circuitos. No me perdería una fiesta así, menos si es de disfraces.

Macarena sonríe, pensando en el asunto mientras se levanta para ayudar a su amigo a servir el postre.

Ok, le preguntaré a Estefi.

—Pregúntale a Maxi, y de paso, ¡enciérralo en un baño y te lo follas!

Macarena lo mira con una sonrisa de lado.

—Gonza, no es tan fácil. ¿Sabes cuántas veces lo he rechazado? Ahora ni me pela.

—Pues haremos que te pele —dice cerrando el congelador y llevando dos pocillos con helado a la mesita de la sala—. ¿Qué tienes pensado como disfraz? —le pregunta sentándose en el sofá y golpeando a su lado para que ella se siente junto a él.

—Bueno, el requisito es que sean disfraces de películas, así que me mandé a hacer el vestido rojo de Louisa Clark de Me Before You. Me encanta.

Gonzalo levanta una ceja, evaluando el vestido mentalmente.

—Amiga, ese vestido no enciende a nadie. Te tapa hasta los talones.

—Pero tiene un bonito escote —dice ella defendiendo su decisión.

—Olvídalo, te conseguiré el mejor y más sexy disfraz. Maxi no podrá creerlo cuando te vea—responde Gonzalo, decidido.

Macarena rueda los ojos, pero no puede evitar divertirse ante la actitud de su amigo.

—Gonza, si estás pensando en disfrazarme de Julia Roberts en Mujer Bonita, olvídalo. Es una fiesta familiar, a Clara le daría un infarto.

—Julia es una diosa. Pero no tenía eso en mente. Confía en mí y en mi buen y fino gusto.

Ok.

—¿Puedo invitar a mi bombón sexy a esa fiesta?

Macarena se ríe, sacudiendo la cabeza.

—Gonza, aun no consigo que te inviten a ti.

—Pero lo conseguirás.

—Está bien, insoportable..

—¡Eso! —dice Gonzalo aplaudiendo.

De repente, el teléfono de Macarena vibra sobre la mesa. Ella lo toma, frunciendo el ceño al ver un número desconocido.

—Hola.

Una voz masculina y arrogante responde al otro lado.

—Hola, belleza afrodisíaca. ¿Ya estás de vuelta en nuestra tierra?

—¿Mauro?

El mismo que viste y calza.

Macarena se pone rígida, apretando el teléfono con fuerza.

—¿Qué quieres, idiota? ¿Para qué me llamas?

—Solo quería saludarte. Supe que estabas soltera y quería saber si quieres recordar viejos tiempos.

—¿Qué? ¿Cómo tienes el descaro de llamarme? Déjame en paz, no vuelvas a llamarme.

Macarena corta la llamada con un gesto de frustración y mira a Gonzalo, que la observa preocupado.

—Ese idiota tiene una obsesión contigo .

—No sé cómo se enteró de que no estoy con Maxi.

—Debes denunciarlo, es enfermizo su acoso.

—Creo que tienes razón —dice Macarena, preocupada.

La cita con su mejor amigo llega a su fin y Macarena vuelve a casa relajada y contenta. Deja sus cosas en la entrada y entra a su habitación para cambiarse de zapatos. Cuando sale de esta, ve a Maximiliano vestido de ropa deportiva y listo para su entrenamiento en la sala de ensayo. Él le guiña un ojo, provocando una sonrisa en su rostro.

Se dirige a la cocina y encuentra a Estefanía preparando una variada merienda con frutas y jugos y la invita a unirse a ella. Le entrega una bandeja y le pide que la siga hacia el sofá de la sala. Macarena toma la bandeja y camina tras Estefanía pero pierde el equilibrio al distraerse con la visión del cuerpo de Maximiliano sudoroso y agitado, dando golpes al saco de boxeo de su sala en ensayos.

—Cuñis, ¿estás bien? —pregunta Estefanía, con una expresión de preocupación fingida—. Casi te caes.

—Sí, me tropecé, pero estoy bien —responde Macarena, mientras se endereza con una risa nerviosa.

—Te tropezaste con tu baba, yo creo —añade Estefanía con una sonrisa, mirando a su hermano y haciendo que Macarena se sonroje.

—Estefi, guarda silencio —le reprocha Macarena, mientras trata de ocultar su vergüenza.

—Te gusta mi hermano, mueres por sacarle toda esa ropa sudada que tiene pegada al cuerpo —susurra Estefanía al oído de Macarena, con un tono burlón.

—Comamos mejor —responde Macarena, intentando cambiar de tema, tomando asiento en el sofá.

—¿A quién? —pregunta Estefanía, con una ceja alzada, sentándose junto a Macarena.

—¡Estefi!

—Oye, ¿invitaste a tu profe? —pregunta Macarena, cambiando de tema.

Estefanía sonríe pensativa, recordando lo que ha pasado esa mañana con Gabriel...

Escena retrospectiva (POV Estefanía)

Sentada en la sala de su Facultad, Estefanía espera ansiosa el término de la clase. Gabriel entrega las instrucciones para el nuevo ensayo y ella lo mira con su sonrisa juguetona, inclinando la cabeza hacia un lado. Él titubea un momento, desconcertado por la mirada de Estefanía, pero continúa con la clase.

Cuando la sala se vacía, Estefanía se acerca a Gabriel mientras guarda sus cosas.

—Hola, profe —dice con alegría.

—Hola, Estefanía. ¿Necesitas algo?

—Sí, a ti —responde ella con una sonrisa traviesa.

Gabriel se muestra confundido y un poco desconcertado.

—¿Tienes alguna duda sobre el ensayo? —pregunta, seriamente.

—No.

—Entonces...

—Es que quiero hacerte una propuesta indecente —dice Estefanía, volviendo su sonrisa aún más traviesa—. Quiero invitarte a un motel —añade, bromeando.

La broma provoca que Gabriel se quede paralizado.

—¡¿Perdón?! —exclama, sorprendido y un poco avergonzado.

—Es broma —dice Estefanía, riendo con despreocupación—. Solo quería ver tu reacción.

—Veo que has recobrado tu sentido del humor —comenta Gabriel disimulando su sonrisa, mientras organiza papeles y libros.

—Las flores ayudaron —confirma Estefanía, sentándose en un banco de la sala y apoyando los codos en la mesa mientras lo mira con calidez.

—Me alegro, Estefanía.

—Profe, no sea tan formal, llámeme Stef o Estefy —dice ella con un tono amigable.

—Te llamaré de esa manera si tu dejas de tratarme de usted. No soy tan viejo, tengo solo seis años más que tú —replica Gabriel, relajado.

—¿Y cómo sabes cuántos años tengo yo? —pregunta Estefanía, arqueando una ceja.

—Esteee, porque hace unos meses te saludaron por tu cumpleaños y supe tu edad—responde Gabriel, titubeando.

—¿Y por qué no me saludaste?

—Porque soy tu profesor.

—No veo inconveniente en que me dieras un abrazo. Según mis investigaciones, estás soltero. —dice Estefanía jugando.

—¿Según tus investigaciones? —pregunta Gabriel, intentando no sonreír—. ¿Contrataste un detective privado para seguirme o algo así?

—Descargué la aplicación "Chismes de los profes" en mi teléfono —bromea.

Gabriel ríe y Estefanía lo observa, apreciando su risa genuina. Mientras él sigue guardando sus cosas, algo nervioso.

—¿A dónde me quieres invitar? —pregunta Gabriel, evitando mirarla directamente.

—A la fiesta de Año Nuevo en la casa de mi familia —responde Estefanía con entusiasmo.

—Eso es un honor, pero creo que no es adecuado que asista.

—¿Por qué? —pregunta Estefanía, curiosa.

Gabriel titubea nuevamente, incómodo.

—Porque soy tu profesor. No quiero causar problemas.

—Gabriel, eres como un caballero medieval —comenta Estefanía entre risas.

—Disculpa si te incomoda mi actitud.

—Profe, tranqui. ¿Por qué no dejas de ser tan correcto? ¿Olvidas que recorrí toda tu espalda abrazada a ti en tu moto? —bromea Estefanía.

Gabriel se siente aún más nervioso. La cercanía de la alumna más bella y alegre que había conocido, lo desconcierta y no quiere incomodarla.

—Estefanía, creo que no es conveniente que vaya a esa fiesta. Te agradezco la invitación —responde Gabriel, tomando sus cosas para salir de la sala y huir de lo que está sintiendo.

—No, Gabriel, espera —dice Estefanía, poniéndose de pie, logrando detenerlo.

—¿No tienes algún amigo a quien invitar? ¿Por qué invitas a tu profesor? —pregunta Gabriel, aún algo confundido.

—Porque eres una persona agradable y te preocupas por mí —le responde Estefanía con sinceridad—. Además, creo que sería genial tener a alguien interesante en la fiesta, y, para ser sincera, eres bastante guapo.

Gabriel se ríe ante el cumplido, moviendo la cabeza en señal de incredulidad.

—Estefanía, me halagas, pero aún me parece un poco extraño. No quiero complicar las cosas.

—Por favor, profe —insiste—. Lo pasarás genial, es una fiesta de disfraces y mi familia es muy amigable, como yo.

Gabriel mira a Estefanía, notando su entusiasmo.

—¿Te han dicho que tienes un gran poder de persuasión? —pregunta Gabriel, sonriendo.

Estefanía, emocionada, se lanza a los brazos de Gabriel para darle un abrazo.

—Gracias —le dice feliz, dándole un beso en la mejilla antes de retirarse de la sala, dejándolo con el corazón acelerado y una sonrisa en el rostro.


Estefanía vuelve al presente, mientras Macarena mira disimuladamente a Maximiliano por el rabillo del ojo.

—Entonces, ¿lo convenciste? —le pregunta Macarena, tomando un pedazo de manzana y llevándolo a su boca.

Estefanía sonríe, notando la distracción de Macarena.

—Sí, me costó una invitación a un motel, pero lo logré —bromea.

Macarena se atraganta con la fruta que estaba masticando.

—Estefy, ¿qué le dijiste? —dice riendo.

—Ya sabes. Nada que una Fuentealba no sea capaz de sobrellevar —responde Estefanía.

Macarena ríe y vuelve a mirar por el rabillo del ojo a Maximiliano.

—Es tu profesor, ¿sabes que podrías ser denunciada por acoso?—le dice Macarena.

—¿Sabes que tu puedes ser denunciada por comerte a mi hermano con los ojos? —responde Estefanía.

Macarena se ruboriza y sonríe al verse atrapada.

—En serio, ¿cómo convenciste al profe? —pregunta nuevamente para desviar la atención de Estefanía.

—Con mi carisma, obvio —dice Estefanía sonriendo —además, sabes que aún no he terminado con Noah, no puedo andar de libertina coqueteándole a nadie, menos a un profesor.

Macarena sonríe. Estefania tiene respuestas para todo.

—¿Qué pasa con Noah? ¿Has decidido algo?

—Creo que le daré una oportunidad más. Irá a la fiesta y quizás podríamos conversar tranquilos y sin discutir—dice Estefanía, sorbiendo su jugo.

—¿Crees que pueda invitar a Gonza a la fiesta? —pregunta Macarena.

—Claro, me cae genial —responde Estefanía—. Además, siempre tiene ideas locas, es muy divertido.

—¿Y podrá ir con su tinieblo? —pregunta Macarena.

—Ese abogado insoportable, no —responde Estefanía, con un gesto de desdén.

—Rompió con él.

—¡Nooooo, qué maravillosa noticia! —exclama Estefanía, sorprendida—. ¿Entonces está saliendo con alguien más?

—Sí, y a que no adivinas con quién.

—¿Con quién? —dice Estefanía, ahora completamente intrigada, pinchando un pedazo de manzana con un tenedor.

—Con mi enfermero super sexy.

Estefanía se queda boquiabierta, con la fruta a medio morder.

—¿Es broma? —pregunta, con los ojos muy abiertos.

—Te juro que no —asegura Macarena, riendo.

—Es que ese bombón es exquisito —dice Estefanía, recuperándose de la sorpresa.

—¿Hablan de mí? —interrumpe Maximiliano, entrando en escena con una toalla alrededor del cuello y el rostro aún enrojecido por el ejercicio.

—No, del nuevo novio de Maca —responde Estefanía sonriendo maliciosamente y provocando que el rostro de su hermano se desfigure en una mueca de disgusto.

—¡Estefi! —exclama Macarena, sonrojada—. Maxi, no tengo nuevo novio, Gonza sí.

—Petiza, me las pagarás apenas me dé una ducha —le dice Maximiliano a su hermana, mientras se dirige hacia el baño.

—Quédate, acá hay una voluntaria que se ofrece a quitarte esa ropa sudada —bromea Estefanía señalando a Macarena.

—Maca ya no se interesa en este cuerpo perfecto —responde Maximiliano.

—Eso es lo que quiere hacerte creer, pero recién...

—¡Ey! Silencio —interrumpe Macarena, levantando una mano para detener la conversación—. Estefy, deja de hacerte la Celestina. Maxi, anda a darte una ducha y deja de tentar... perdón, de conversar.

Estefanía no puede contener la risa y se echa hacia atrás en el sofá, riendo a carcajadas. Maximiliano, con una sonrisa en los labios, observa a Macarena tratando de mantener la compostura, completamente ruborizada.

—Ok, iré a darme una ducha—dice Maximiliano—. Maca, ¿me acompañas?

Pero Macarena, en lugar de responder, le lanza un pedazo de manzana que él alcanza a agarrar con una mano, se la lleva a la boca y le guiña un ojo, antes de marcharse al baño, dejando a Macarena y Estefanía charlando amenamente.

Después de unos minutos, se ponen de pie para recoger los platos y vasos sucios y llevarlos a la cocina. Macarena se prepara para descansar cuando su teléfono suena nuevamente. Ella mira la pantalla, número desconocido, pero contesta de igual forma.

—Hola.

—No me cortes, belleza —responde una voz familiar al otro lado de la línea.

—¡Deja de llamarme, imbécil! —dice Macarena irritada, cortando la llamada justo cuando Maximiliano, que venía saliendo de la ducha, la escucha y se detiene en seco. Se acerca a ella y le toma el brazo con suavidad.

—¿Estás bien? —le pregunta en un murmullo.

—El imbécil de Mauro me sigue llamando—le dice Macarena, mirando a Maximiliano angustiada

—Maldito cretino, ¿no le bastó con hacernos la vida miserable impidiendo tu viaje? —responde molesto.

—Ese idiota no tiene materia gris en su cerebro. Gonza me dice que lo denuncie, pero no sé cómo.

—Tengo una idea —dice Maximiliano, pensativo dejando a Macarena intrigada.

Macarena espera nerviosa en la puerta del restaurante. Su falda corta azul, su blusa a rayas y su chaqueta a juego resaltan su belleza natural. Después de regresar desde Nueva York, esta es la primera vez que sale a una cita. Sus manos están un poco temblorosas, pero está decidida a enfrentar la situación.

—Belleza —la voz de Mauro la hace mirar hacia atrás. Él acaba de llegar y se aproxima con una sonrisa que no le inspira confianza.

—Hola —responde Macarena con frialdad.

—Estás cada día más bella. No sé qué tenía en la cabeza cuando te dejé ir —dice Mauro con un tono meloso, mirándola de pies a cabeza.

—Mauro, ¿qué quieres? Acepté reunirme contigo porque prometiste dejar de acosarme.

—Sabes que nunca cumplo mis promesas. Si viniste es porque me extrañas. Además, estás soltera.

—¿Quién te dijo eso?

—Pues, todo se sabe en el mundo del espectáculo.

—Solo quiero que me dejes de llamar —dice Macarena.

—Yo solo quiero tenerte en mi cama de nuevo —responde Mauro, acercándose a ella y agarrándola de la cintura.

Macarena forcejea, intentando liberarse.

—¡Suéltame! —exclama, luchando contra su abrazo—. Sabes que me das asco. No quiero nada contigo. Nunca debí estar contigo. Fue el error más estúpido que he cometido.

—Eso es mentira, belleza. Lo pasábamos bien.

—Mauro, ¡suéltame!

—Te dijo que la soltaras —se oye una voz firme detrás de ellos. Maximiliano se acerca con pasos decididos.

—No puede ser. Apareció el superhéroe que toda chica desea—dice Mauro con un tono sarcástico.

—No necesito que nadie me defienda —dice Macarena, empujando a Mauro con fuerza. Ella levanta la mano para darle una cachetada, pero Mauro retiene su brazo con una mano firme, intentando agredirla con un fuerte agarre.

—Ni te atrevas, ¡hijo de puta! —grita Maximiliano, apretando el antebrazo de Mauro para que suelte a Macarena. Luego lo empuja haciendo que caiga al suelo, pero éste se reincorpora rápidamente.

Maximiliano lo toma de la ropa, elevándolo como si fuera un saco de plumas.

—Ahora me dirás quién te pasa información sobre mi novia —exige.

—No es tu novia, imbécil —responde Mauro con desdén.

Maximiliano toma su cuello y lo aprieta. Mauro se lleva las manos al cuello, intentando bloquear el dolor.

—No volveré a preguntarlo —dice Maximiliano con voz amenazante.

—¡Ok, ok! Harry es mi amigo —confiesa Mauro con dificultad.

—¡Bastardo! —dice Maximiliano recordando a Harry.

Suelta el agarre que tiene prisionero a Mauro, ya que no quiere que Macarena presencie la escena.

Mauro sonríe, se acomoda la ropa y vuelve a arremeter.

—Si tu ex novia quiere tener una cita conmigo, no tienes que venir con tu cabeza de músculo a impedírselo.

Maximiliano ignora con dificultad la provocación. Toma a Macarena de la mano y dirige una mirada de furia a Mauro.

—Aléjate de ella o te mataré. Agradece que ella esté presente; si no, te muelo a golpes.

—Uy, qué miedo —se burla Mauro con sarcasmo, pero su voz tiembla.

Sin poder contenerse más, suelta la mano de Macarena y le da un severo puñetazo a Mauro, lanzándolo al suelo. Mauro queda tendido, con el labio roto y con una expresión de dolor y derrota.

—¡Maxi! —exclama Macarena, preocupada.

—No te vuelvas a acercar a mi novia, ¿entendido? —le advierte Maxi.

—Es tu exnovia —responde Mauro con quejas y dolor.

Maximiliano vuelve a levantar a Mauro del suelo, furioso.

—Está bien, está bien, es tu novia —cede Mauro, temblando.

—Que se te grabe bien eso, imbécil —dice Maximiliano, golpeando dos veces su mejilla con desdén.

Luego toma la mano de Macarena con firmeza y comienza a caminar alejándose del lugar. Pero ella se detiene, suelta su mano y regresa a donde Mauro, eleva su brazo y le da una feroz cachetada.

—No soy tuya, nunca lo fui. Deja de acosarme o te denuncio en la prensa y hago mierda tu carrera. Grabé toda la conversación asquerosa del comienzo de nuestra cita, imbécil.

Maximiliano vuelve a tomar la mano de Macarena y la guía para alejarse de Mauro.Caminan en silencio por la calle. Una vez a salvo, Macarena se vuelve hacia él.

—Gracias —le dice Maca con sinceridad

—Qué imbécil, lo hubiese matado —responde Maximiliano con furia.

—No necesitas tener problemas.

—Funcionó el plan, al menos pudiste grabarlo.... y abofetearlo.

Macarena sonríe.

—Funcionó a medias porque falló tu rol. Solo me ibas a acompañar —le reprocha.

—Sabes que hace tiempo que quiero matarlo. Se merecía ese golpe. Además, se atrevió a tocarte.

—¿Tú también crees que soy de tu propiedad?

—No. Eres una mujer libre. Tú decides quién te toca y quién no. Y no querías que él te tocara.

—Gracias por acompañarme —dice Macarena con una sonrisa.

—Nada que un exnovio no haga por su exnovia.

—Eres tan payaso.

—Soy tu ex payaso —aclara Maxi, seriamente.

Macarena siente una punzada de dolor en el corazón, como si ya lo hubiese perdido. Lo mira con cariño y admiración, pero las palabras se quedan atrapadas en su garganta, incapaces de salir. Sus manos entrelazadas y unidas le transmiten una sensación de protección y calidez que la hace añorar aún más la vida que compartieron, una vida que siente que está desvaneciéndose lentamente.

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