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Capítulo 44 : Código FHR (Fidelidad, Honestidad y Respeto)

"Mierda, mierda, mierda, esto no puede estar pasando, no aquí, no ahora," murmura Macarena mientras las náuseas la asaltan de nuevo. Su mente corre a mil por hora, repasando una y otra vez qué pudo haber salido mal. Tendida en la cama, con el cuerpo agotado de tanto vomitar, piensa en lo increíblemente infalibles que siempre han sido sus anticonceptivos.

"Maxi se va a infartar," susurra, mordiendo su labio inferior.

"¡Mierda, mierda!" repite en voz alta.

Entonces, un recuerdo llega a su mente. Al llegar a Nueva York, hace cinco meses atrás, revisando su bolso de maquillaje se había dado cuenta de que había olvidado llevar sus anticonceptivos habituales. Solo tenía el paquete que estaba usando, así que fue a un médico para que le recetara algo similar. Quizás ese cambio fue lo que falló.

"¿Y ahora qué hago?" se pregunta, nerviosa.

La idea de repetir el test se cruza por su mente, o tal vez agendar una cita médica. Pero no quiere que Maxi se entere, entonces, ¿cómo puede hacerlo?

Recuerda que Maximiliano le dijo que si necesitaba dinero o algo con urgencia, se lo pidiera a Harry, ya que él maneja los contactos y las finanzas. Pero la idea de recurrir a Harry le revuelve el estómago aún más.

Mil pensamientos caóticos dan vueltas por su mente. Maximiliano tiene un futuro prometedor, sus sueños se están cumpliendo con creces. Esta noticia podría destruir todo. No quiere tener un hijo en un país extraño, lejos de su hogar. Quiere volver, quiere irse, pero Maxi...

El sonido de la puerta del loft abriéndose interrumpe sus pensamientos.

—¡Amor, llegué! —escucha a su novio decir con su tono habitual de alegría. Macarena se apresura a guardar todo dentro de la bolsa del drugstore y esconderlo en un cajón con las manos temblando.

Baja las escaleras y se acerca a saludarlo.

—¿Qué pasa? —pregunta Maximiliano luego de besarla suavemente.

—¿Por qué?

—Porque estás muy pálida —responde observando en detalle su rostro.

—Me duele la panza.

—Métete en la cama. Te llevo un té y te apapacho para que te recuperes —dice Maximiliano acariciando su mejilla—. Además, debemos hacer una videollamada súper importante hoy.

—¡Es cierto! Si no la llamamos, nos asesinará.

Macarena sonríe y lo abraza.

—Amor, estoy sudando, me doy un baño y te abrazo —dice Maximiliano con ternura tratando de apartarse.

—No me importa, solo abrázame.

—Algo pasa, amor —insiste él tratando de hacer contacto visual.

—No, nada —dice Macarena rehuyendo su mirada—. Iré a la cama y te espero para que llamemos a Estefy —responde, incapaz de revelarle a su novio la noticia que acaba de descubrir.

Maximiliano prepara un té, lo deja en la mesita de noche y le regala un beso tierno a su novia.

—Me ducho rápido y te acompaño —le dice, guiñándole un ojo.

Macarena suspira. Ama tanto a ese hombre, pero siente que la noticia cambiará todo. Las lágrimas corren por sus mejillas sin que pueda detenerlas.

Al salir de la ducha, Maximiliano se viste y se mete bajo las cobijas con su novia, la abraza y se detiene a mirar su rostro.

—Ahora ya me preocupas demasiado. Estabas llorando —afirma, serio.

—Sólo me duele la panza y me da miedo enfermarme acá, es todo —miente ella, tratando de sonreír.

—Amor, no te asustes, no te dejaré sola —le dice, besándola suavemente y provocando que ella se sienta aún más culpable.

—Seguro que si me apapachas me sentiré mejor —le dice Macarena.

—Si. Tu hermoso novio es un remedio infalible —dice Maximiliano—. Dame dos segundo, iré por la laptop —agrega, incorporándose. Va al mueble cerca de la ventana y regresa.

—Me acabo de encandilar —bromea Macarena.

—¿Con que?¿ El reflejo de la laptop? —pregunta él girando el aparato para mirar la pantalla.

—Con el brillo de tu ego —se burla, ella.

Maximiliano se acerca a ella y le toca la frente con la palma de su mano como si midiera su temperatura.

—Si, definitivo. Tienes payacitis aguditis—dice él, respondiendo la broma.

—Maxi, eso me decía mi Nona siempre —responde Macarena riendo —. Haces bromas de la prehistoria.

—Nona, acaban de decirte prehistórica —dice Maximiliano mirando al techo como si hablara con el fantasma de la abuela de Macarena.— Perdónala, porque no sabe lo hace —agrega en tono dramático.

—¡Tonto! —le dice Macarena riendo.

—Tu me tienes así —le responde acomodándose junto a ella en la cama.

Macarena lo mira embobada. Se acerca a él, toma su rostro y le da un tierno y largo beso. El profundiza el beso recostándose encima de su novia.

—Maxi, la videollamada —trata de decirle mientras él besa su cuello.

—¿Cual videollamada? —dice él mientras trata de desabotonar su blusa.

—Tu princesa se quedará esperando —insiste Macarena.

—Cierto, cierto —dice él, incorporándose nuevamente —. Gobiérnate, Maca, no solo soy tu Toyboy, tengo responsabilidades de hermano mayor —bromea fingiendo seriedad.

Macarena vuelve a reír mientras su novio ubica la laptop entre ambos en la cama para realizar una videollamada a Estefanía. Ese día cumple diecinueve años y no pueden dejar de saludarla.

—¡Hola, feliz cumpleaños! —dicen ambos a coro cuando Estefanía se conecta, agitando las manos frente a la cámara.

—¡Hola! Qué felicidad verlos tan contentos —responde ella, sonriendo ampliamente—. Muchas gracias por saludarme, los extraño tanto.

—¡Princesa, te cortaste el cabello! —exclama Maximiliano, acercándose tanto a la cámara que su nariz parece gigante.

—Sí, hermano. ¿Les parece que me veo muy guapa y adulta?

—Te ves hermosa, Estefi, te queda muy bien —dice Macarena, dándole un codazo suave a Maxi para que se aleje un poco de la cámara.

—Me gustaba más tu pelo largo, princesa —responde Maximiliano—, pero no puedo negar que te ves guapa, aunque no tanto como tu hermano mayor.

—Maca, no sé cómo lo soportas. Apuesto a que tiene a todas las chicas convencidas de que es guapo, cuando es más feo que un dolor de muelas —dice Estefanía, burlándose.

—Chicas convencidas, te lo puedo asegurar. Más de alguna merodeando como mosca sobre la miel —dice Macarena, fingiendo celos.

—Hermano, pórtate bien.

—Solo tengo ojos para mi novia —dice Maximiliano, besando la mejilla de Macarena.

—Eso dices tú.

—Es así, no te atrevas a dudarlo —responde Maximiliano, haciéndole cosquillas.

—Oigan, par de enamorados. ¿Cuándo me darán un sobrino? Ya tengo edad para tener uno —pregunta Estefanía.

Macarena se muerde el labio inferior y entrelaza sus manos nerviosamente sobre su abdomen.

—¿Un sobrino, eh? No sabes ni cuidar una planta, princesa —responde Maximiliano con burla.

—Puras excusas —reprocha Estefanía.

—Déjanos disfrutar de nuestra soltería. Tenemos mucho que vivir antes de cambiar pañales —dice Maximiliano, y Macarena baja la vista.

—¿No decías que eras muy joven? —pregunta Macarena, tratando de disimular su incomodidad y tristeza.

—No, cuñis, ya no soy una colegiala.

—A propósito, ¿cómo te va en la universidad? —pregunta Maximiliano, cambiando de tema.

—Bien, alumna destacada, ya sabes —dice Estefanía, guiñando un ojo.

—¿Y ya rompiste con el idiota de Axel Rose?

—Sí, terminamos, pero volvimos —responde Estefanía, encogiéndose de hombros.

—Maldición, Estefi, deja a ese rockero drogadicto. Te lo he dicho tantas veces —dice Maximiliano.

—No te metas.

—¿Que no me meta? Acabas de pedirme un sobrino y, ¿soy yo el metiche?

—Oigan, paren. Peleen otro día. Este día es el de Estefi —interviene Macarena, levantando las manos en señal de tregua.

—Gracias, cuñis, siempre tan clever.

—¿Harás fiesta, princesa? —pregunta su hermano.

—No, Maxi, Mamá no me dejó. Dijo que mientras tú no estés para cuidarme no hay más fiestas. Y tú me tienes prohibido rumbear en tu casa, así que espero con ansías que vuelvas pronto. Porque volverás, ¿no?

—Eso depende de mi amor —dice Maximiliano, abrazando a Macarena.

—¿Cómo que depende de mí?

—De si te gusta esta vida gringa, amor —responde Maximiliano, dejando a su novia sorprendida.

—Dile que no te gusta, cuñis, y se devuelven mañana mismo —bromea Estefanía.

Macarena no dice nada, se queda congelada. No había imaginado que su novio dejara en sus manos la decisión de devolverse a su país.

—Pásalo bien, princesa. Sabes que te quiero y que te mereces lo mejor del mundo —dice Maximiliano, notando la incomodidad de Macarena.

—Gracias, hermanito bello.

—¿No que era feo como caracol reventado?

—No, eres muy guapo. ¿Me enviarás mi regalo?

—Cómo eres de interesada. Me elogias para obtener tu regalo —responde, fingiendo indignación.

—¿Me lo enviarás?

—Sí, Estefi, te enviamos algo de parte de los dos —dice Macarena, sonriendo, aunque su mente está en otro lugar.

—¡Yupi! —exclama Estefi, aplaudiendo.

—Te extraño, princesa —dice Maximiliano.

—Y yo a ti. A los dos.

—Cuídame la casa. Está prohibido drogarse en mi casa, coger en mi cama y en mi sillón. Nadie se puede meter en mi cocina excepto tú y...

No dejes que nadie entre a mi sala de ensayo... ya lo sé, ya lo sé, me lo repites siempre —dice Estefanía, imitando la voz de su hermano de forma burlona.

—Te adoro, princesa.

—Y yo a ti.

—Te quiero, Estefi, pásalo bien —dice Macarena.

—Yo también te quiero, cuñis —responde Estefanía, haciendo un corazón con las manos. Acerca su boca a la cámara y les envía un beso de despedida.

Terminan la videollamada y Macarena se acurruca sobre su novio, pensando en mil y una maneras de decirle lo que está sucediendo.

—¿Me dirás? —pregunta Maximiliano acariciando su cabello. Macarena siente que se le aprieta el estómago de nervios.

—¿Qué cosa?—pregunta.

—¿Me dirás que mueres por volver?

Macarena se incorpora y mira a su novio a los ojos.

—Maxi, te amo. No te pediría algo así.

—Activo el código FHR —dice Maximiliano acariciando su mejilla.

Macarena sonríe y suspira. Después de todo, la segunda letra del código la estaba omitiendo hace tiempo. No ha sido honesta con su novio para evitar presionarlo y no sólo con su reciente embarazo sino con su deseo de no querer vivir en esa ciudad.

—Maxi, yo nunca me he sentido cómoda acá —dice, finalmente.

—¡Wow! —exclama Maximiliano —, utilizaste la H con toda su intensidad. De los cinco meses que vivimos juntos nunca me habías dicho que no eras feliz.

—Tú me haces feliz, donde sea, Maxi. No soy infeliz, pero no pertenezco aquí. Te acompaño porque haria lo que sea por ti, incluso aguantar al idiota de Harry y a la arrastrada de Sussie.

Maximiliano baja la vista y rehuye la mirada de Macarena.

"Otra vez esa mirada, Maxi" , piensa para sí Macarena y vuelve a sentir náuseas. Se recuesta en la cama y cierra los ojos.

—Amor, ¿estás bien?

—Me volvió el dolor de panza —responde.

—Descansa amor, ya te recuperarás. Retomemos esto cuando te sientas mejor —dice Maximiliano haciendo un gesto para que se recueste en su pecho.

—Te amo Maxi —responde Macarena, acurrucándose.

—Yo a ti —dice Maximiliano besándole la frente.

Ambos se sienten sumamente culpables de no ser completamente honestos el uno con el otro.

Al día siguiente Macarena repite el test y el resultado vuelve a ser positivo. Toma la decisión de contarle a su novio apenas regrese de sus clases.

Por otro lado, en clases, Maximiliano ha estado distraído. Incluso un profesor ha llamado su atención por un descuido en la práctica de un lift. No puede seguir así. Lo que le está afectando es no poder decirle a su novia que una sensación desconocida le da vueltas y no puede liberarse de ella, y que lo que le pasa tiene que ver con su amigos, puntualmente con Sussie.

Llega al loft con un semblante extraño, dispuesto a no dejar pasar más tiempo para conversar lo que le preocupa con Macarena. Ella lo recibe. Ha guardado el test del embarazo dentro de un bolsillo de sus pantalones para enseñarselo, pero apenas lo saluda y nota de inmediato que algo le sucede y cree que está molesto porque ha descubierto su embarazo.

—Maxi, ¿qué pasa? Tienes una mirada extraña —pregunta Macarena un tanto asustada

—Estoy cansado —le responde Maximiliano y se deja caer en el sofá de la sala.

—Maxi, necesito decirte algo, pero si tú no me dices qué pasa, no puedo —dice Macarena, sentándose a su lado.

Maximiliano la mira a los ojos y ella trata de leer su mente. Él vuelve a bajar la mirada como hace días lo viene haciendo e intenta levantarse del sofá.

—¿Quieres tomar algo? Yo muero de sed —dice, pero ella lo retiene de la mano.

—Dime, por favor —le pide.

Maximiliano vuelve a sentarse, respira hondo y mira a su novia tomando sus manos.

—Amor, código FHR —responde y Macarena cree que él sabe que no ha sido honesta con él.

—Maxi...

—Maca, no sé cómo decirte esto para que no lo tomes mal, pero tampoco sé con quién más hablarlo—dice Maximiliano nervioso.

Macarena lo nota. Lo conoce lo suficiente para percatarse de ello. Suelta el agarre de sus manos.

"Oh no, Maxi, no me digas eso, por favor," piensa para sí.

Ambos están en silencio, y luego Maximiliano se arma de valor para decir:

—Estoy confundido.

—¿Confundido? —pregunta Macarena, con el corazón acelerado. No es lo que se esperaba—. Maxi, ¿me estás tratando de decir que te gusta otra persona?

—Maca, yo no sé qué me pasa —trata de explicarse.

—¿Con quién?

—Con Sussie —dice Maximiliano con los ojos cristalinos, y ella siente que su corazón se rompe en mil pedazos—. Hace unas semanas empezó a salir con Thomas y yo no soporto verlos juntos. No sé qué me pasa, te juro que no siento nada por ella, solo que...

Maximiliano se detiene a ver los ojos de su novia convertidos en agua. Ella solo tiene ganas de huir y no puede contener las lágrimas. El estómago se le anuda y siente náuseas nuevamente.

—Amor, no llores, no es lo que...—Intenta decir él preocupado, tratando de secar sus lágrimas con los pulgares pero ella lo interrumpe, aparta sus manos y se levanta del sofá.

—Maxi, no puedes salir ahora con algo así, no ahora. Dejé todo para venir a acompañarte porque no queríamos estar separados —dice, mientras la furia y la tristeza la dominan—: He tenido que soportar sentirme sola en esta ciudad de mierda, extrañando mi vida. Soporto a tus amigos y a tu manager que se cree dueño de ti. ¡No puedes venir y decirme que te gusta otra!

Macarena camina sin sentido dentro de la sala. Mira por los grandes ventanales, mira hacia la puerta como intentando escapar de esa situación.

Maximiliano la sigue para detener su caminar nervioso.

— No mezcles las cosas, no dije que Sussie me gusta. ¿Me puedes decir porque nunca me dijiste que te sentías sola? —pregunta, tomándola suavemente del brazo.

—Estás siempre tan ocupado volviendo a dártelas de galán que no te importó lo sola que me sentía —dice Macarena soltandose del agarre de su novio. La tristeza no la deja escuchar lo que él ha intentado decir—. Sigues buscando en otras lo que yo no tengo. Desde que te conocí te dije que yo era una mujer sencilla. Nunca te bastó mi sencillez; siempre buscas algo deslumbrante, alguien que resalte como tú, alguien que te adule y alimente tu ego.

—Maca, ¿de qué hablas? Esto no se trata de ego. ¿Cómo puedes decir que tú no me bastas? —pregunta Maximiliano perdiendo la paciencia.

—Si te bastara, no estarías confundido.

—Pero no sé por qué me pasa. Si lo tuviera claro, no estaría confundido. Solo sé que te amo y que...


—¡Basta! No quiero seguir escuchándote. No me interesa seguir de novia con un adolescente que no sabe lo que quiere. Te dejo el camino libre, yo me devuelvo a mi país.

Macarena se aleja de él y sube las escaleras furiosa.

—Maca, ¿qué es lo que dices? ¡Maca! No dejes esto así, solucionémoslo —pide, tratando de detenerla.

Ella se detiene en las escaleras y se gira hacia él.

—¿Solucionar qué? ¿Quieres hacer un trío? Maxi, me cansé, ya no quiero seguir. Esto se terminó.

—¡¿Qué?! Te estoy siendo honesto con algo que me pasa para que lo solucionemos juntos, y ¿quieres romper conmigo? ¿Cuando ni siquiera tú fuiste honesta en decirme que esta ciudad te apestaba? Tengo un conflicto con una amiga y, ¿ tu respuesta es que me joda? —pregunta Maximiliano muy molesto.

—Tu conflicto se llama calentura. Métete tu honestidad por donde te quepa —dice furiosa mientras continúa subiendo las escaleras para perderse de la vista de Maximiliano.

—Como quieras —responde él, también furioso, y sale del loft azotando la puerta.

Macarena saca el test de su bolsillo, lo lanza lejos, se echa en la cama y llora a mares.

Mira la mesa de noche, toma el teléfono y marca a la persona con la que menos quería hablar. 

—Harry, hey, soy yo, Macarena —dice disimulando su estado.

—¿Maca? ¿Le pasó algo a Max? —pregunta Harry desde el otro lado de la línea.

—No, es que necesito un favor.

—¿Necesitas dinero de Max, eh?

—No me jodas.

—¿Para qué me llamas si no es por el dinero de tu novio?

—¿Puedes conseguirme un vuelo de regreso lo antes posible? Maxi me dijo que tú tenías contactos. Necesito regresar ahora.

—¿Y esa prisa, darling? —dice Harry en tono burlón.

—Necesito volver urgente, por favor, no hagas preguntas. Yo costeo este viaje, solo consígueme el vuelo, ¿sí?

—Ok, lo consigo y te llamo.

Macarena corta la llamada y se mete a la ducha para calmar su pesar. Necesita tener la cabeza fría para saber cómo enfrentar su regreso. No tiene a dónde llegar; su departamento está rentado, su auto lo ha vendido. Debe gestionar su regreso laboral.

¡Maldita sea!, se dice a sí misma.

Sale de la ducha y encuentra un mensaje de Harry:

—Vuelo mañana, a las 11 de la mañana. Bon Voyage

—Gracias, envíame los datos de pago —teclea y envía el mensaje de vuelta.

Maximiliano aún no regresa y ya es de noche. Macarena comienza a hacer sus maletas mientras las lágrimas siguen rodando por sus mejillas. Siente el sonido de la puerta del loft, las llaves, y luego, nada más. Una vez que deja todo listo, baja y se da cuenta de que Maximiliano está dormido en el sofá. No pretende despertarlo, busca un vaso de agua y sube para intentar dormir.

Él la siente bajar, pero no abre los ojos. Está furioso. Esperaba la comprensión de su novia y que pudieran solucionar juntos lo que le sucediera, como se lo habían prometido mutuamente. Se gira en el sillón e intenta dormir. Las horas se hacen largas. Ninguno de los dos ha podido conciliar el sueño y ninguno ha cedido.

¿Este es el final?, se pregunta Maximiliano. "No quiero que sea el final," piensa. 

El reloj marca las 8 a.m. y suena la alarma del teléfono. Macarena se levanta, se viste y baja arrastrando dos maletas por las escaleras. Maximiliano se despierta ante el ruido y la observa parada en el umbral de la puerta, dispuesta a irse.

—¿Dónde vas? —le pregunta.

—Vuelvo a mi país. Te dejé las llaves del loft en la mesa de noche.

—¿Estás jugando? ¡No puedes irte! —exclama sorprendido.

—Sí puedo, y es lo que quiero. Lo nuestro se terminó. No quiero seguir aquí. Adiós, Maxi —dice Macarena, abriendo la puerta.

—Maca, amor, ¿dónde vas? No puedes dejarme así; hicimos una promesa —dice Maximiliano levantándose del sofá.

—¿Una promesa? La promesa se te olvidó desde que pusiste los ojos en Sussie. Me voy. Buena suerte con tu carrera —responde Macarena mientras cierra la puerta tras ella, caminando hacia el ascensor.

Maximiliano, aún sorprendido, la sigue hacia afuera del loft.

—Maca, yo no siento nada por Sussie. Macarena, no te puedes ir —le dice mientras ella toma el ascensor. Las puertas se cierran y él queda afuera.

Maximiliano golpea la puerta con los puños y regresa al loft. Sube corriendo las escaleras y revisa el armario de Macarena; está vacío. Revisa los cajones y los encuentra igualmente vacíos.

—¡Mierda! —exclama. Regresa al primer piso, toma su teléfono para llamarla, pero ella no contesta. Comienza a angustiarse; el corazón se le aprieta. Marca a Harry.

—Hi, guy!

—Hi, Max! Do you need something?

—No, thanks. ¿Macarena te ha llamado?

—Sí, por lo del vuelo. Conseguí uno para hoy, ¿no te lo dijo?

—¡Mierda!

—¿Pasa algo? ¿Estás bien?

—No. No lo estoy. Ven al loft en cuanto puedas.

—Ok.

—Ok, bye.

—Bye.

Maximiliano se sienta en el sofá y se toma la cabeza con ambas manos. Acaba de perder a la mujer que más ha amado en su vida y comienza a sentir una angustia y desesperación enormes. Suena el timbre, y se levanta con la esperanza de que sea Macarena y que esté de vuelta. Abre la puerta y se encuentra con Sussie.

—¡Hola! —lo saluda sonriente.

—Hola. Sussie, ¿qué haces aquí? Este no es un buen momento.

—¿Te puedo ayudar?

—No, gracias. Tengo clases y debo preparar mis cosas.

—Por eso vine. También tengo clases; podríamos ir juntos.

—Bien, pasa —accede Maximiliano—. Toma asiento, voy a buscar mi bolso, me cambio y salimos.

—Te espero —dice Sussie, caminando hacia el sofá.

Maximiliano sube, toma su bolso, mira el reloj y se da cuenta de que está atrasado. Se apresura y baja.

—Vamos, tengo que llegar a tiempo —dice él, tratando de ocultar su tormento interno.

—Max, ¿estás bien? —pregunta Sussie, notando la tensión en su rostro.

—No, no estoy bien, pero no quiero hablar de eso ahora. Vámonos.

Salen del loft y se dirigen hacia la academia. Maximiliano intenta concentrarse en sus clases, pero su mente no puede dejar de pensar en Macarena. No haber dormido la noche anterior le pasa factura. Está agotado.

Sale de clases dispuesto a volver al loft y descansar, hablar con Harry y ver la posibilidad de regresar a su país para reunirse con Macarena. Solo piensa en ella y marca su número, pero no contesta.

Con los pensamientos aún confusos, ve que Sussie lo está esperando.

—Hola, Maxi. ¿Quieres que conversemos? Algo te pasa y quizás pueda ayudarte —ofrece Sussie.

Maximiliano asiente y acepta su compañía. Después de todo, Sussie se ha convertido en su amiga. Es una bailarina talentosa y bellísima. Es empática, comprensiva y siempre lo escucha. Pero Sussie no es Macarena.

Caminan juntos y Sussie toma el brazo de Maximiliano. Él se siente agotado y agobiado, y le comenta a su amiga que tuvo una pelea con Macarena y que ella rompió con él.

—Deberías descansar y hablar con tu novia cuando ambos estén más calmados —le sugiere Sussie. Maximiliano asiente, y cuando llegan al loft, Sussie le propone quedarse un rato con él, a lo que él accede.

Una vez dentro, se sientan en el sofá y continúan conversando mientras beben un refrescante jugo de naranja. Sussie sabe lo que hace, y Maximiliano ha perdido la habilidad de adivinar las intenciones femeninas. No debería preocuparse por eso, porque solo deseaba a una mujer.

Toma el teléfono y vuelve a marcar a Macarena, pero no obtiene respuesta. Lo deja caer sobre el sofá.

—Quizás está muy enojada. ¿Me contarás qué fue lo que los hizo discutir? —indaga Sussie.

—Es complicado —responde Maximiliano.

—Maxi, eres un hombre encantador; nadie puede enojarse contigo sin razones de peso —dice Sussie, acariciando su rostro y mirando sus labios.

—No hagas eso —le pide Maximiliano.

—¿Acariciarte? —pregunta Sussie, sorprendida.

—No me siento bien. No lo hagas —repite Maximiliano.

—¿En serio es eso lo que quieres? —pregunta Sussie, tomando su rostro con ambas manos y fijando la mirada en él.

—Sussie, no es bueno que estés aquí —dice Maximiliano, perdiéndose en la profundidad de los ojos azules de Sussie.

—¿Por qué? Dime lo que pasa —responde Sussie, mirando sus labios e inclinándose. En un impulso, lo besa con desesperación, buscando todo lo que deseaba.

Maximiliano se sorprende y se aparta.

—¿Qué haces?

—Te beso —responde Sussie mientras se sienta en sus piernas. Vuelve a besarlo y él la corresponde sin saber por qué. Su boca sabe dulce, sus labios son suaves, pero su aroma... no es el aroma de Macarena.

—No, Sussie, lo siento, lo siento en serio —dice Maximiliano, apartándola de sus piernas—. No debí besarte, eres mi amiga... yo... yo amo a mi novia y tú estás con Thomas.

—Es tu exnovia, y lo de Thomas solo fue una fachada ideada por Harry.

—¿Harry?

—Maca no es para ti, Maxi.

—¿Qué dices? Eso lo decido yo.

—Yo soy la indicada, siempre he estado enamorada de ti —confiesa Sussie.

—Discúlpame —dice Maximiliano—. No debí confundirte y responderte el beso.

—Sí debiste. Sientes lo mismo por mí —responde Sussie.

—No, Sussie, no es así. Yo amo a Maca y necesito solucionar esto con ella —dice Maximiliano.

—Ella se fue y te dejó solo. Rompió su promesa. Yo me quedaré contigo siempre —responde Sussie, tratando de consolarlo.

—Yo también he roto mi promesa. Sussie, no puedes estar aquí. Lo siento —dice Maximiliano, mostrando arrepentimiento.

—Maxi, mírame y dime que no sientes lo mismo que yo —súplica Sussie, tomando nuevamente el rostro de Maximiliano.

—Sussie, yo... —Maximiliano es interrumpido por otro beso ansioso de su amiga, pero él la aparta suavemente.

—Dios, entiende, por favor. No quiero ofenderte, tú eres mi amiga, te quiero como tal, nada más —dice Maximiliano con sinceridad.

—Está bien. Dejaré que estés más calmado para que comprendas que tu novia te dejó y no le importaste, pero a mí sí me importas —responde Sussie. Se levanta, toma su bolso y sale frustrada del loft.

Maximiliano resopla. Echa la cabeza hacia atrás, pasando sus dedos por el cabello

"Eres el cretino más grande del mundo", se dice en voz alta.

Busca su teléfono y vuelve a marcar a Macarena, sin obtener respuesta. Decide darse una ducha para aclarar su mente. Saliendo de la ducha, Maximiliano baja a la sala y se encuentra sorpresivamente con Harry.

—¡Hola, Max!

—Mierda, Harry, avísame cuando llegues. ¿Me quieres matar? —dice Maximiliano al verlo

—Te llamé antes.

—Estaba en la ducha. Necesitamos hablar —dice Maximiliano con seriedad.

—¿Qué pasa? Me dejaste preocupado.

—Necesito que revises los contratos. Debo dejar esta ciudad y sé que no puedo incumplirlos.

—¿Dejar la ciudad? Max, ¿qué pasa? —pregunta Harry, confundido.

—Macarena se fue y debo ir con ella.

—Pensé que Maca iba y volvía.

—No volverá.

—¡Shit! ¿Rompieron?

—Tuvimos una discusión, pero no sabía que sería tan radical. ¡Maldita sea! —exclama Maximiliano, exasperado—. ¿Por qué no me dijiste que había hablado contigo para que le consiguieras un vuelo?

—No sabía que tú desconocías ese viaje.

—No te creo —responde Maximiliano furioso, llevándose las manos a la cabeza y luego resoplando.

— ¡Calma, Max!

—¡No me pidas que me calme! Eres responsable de esto. Nunca aceptaste a Maca a mi lado, metiste a Sussie en un lío conmigo, y no te hagas que no estás feliz de que Maca me dejara.

Harry guarda silencio, consciente de la furia de Maximiliano y de su responsabilidad en ello.

—Revisemos los contratos —exige Maximiliano con frialdad, sentándose cerca del sector que Harry solía convertirlo en bar.

—Ok —dice Harry de mala gana. Saca su laptop, lo coloca sobre la mesa y se sienta junto a Maximiliano.

—Tienes dos contratos y uno que es un preacuerdo.

—¿Cuándo terminan?

—El de la obra de Manhattan termina la próxima semana. El de Broadway es más complejo, tiene más cláusulas. Lo tengo que revisar con mi abogado porque no tiene fecha de término. El preacuerdo lo debías firmar esta semana —explica Harry.

—Ok. Comunica que no firmaré ese preacuerdo. Y apenas sepas algo del contrato de Broadway, consígueme un vuelo para regresar.

—No me jodas —responde Harry.

—Tú no me jodas a mí —responde Maximiliano, alterado.

—Tranquilo, man, estás que escupes fuego.

—Harry, haz lo que te pedí.

—Max, ¿estás seguro de esto? Te abriste paso aquí, pocos lo hacen. Tienes un futuro prometedor.

—Mi futuro prometedor se fue esta mañana en un vuelo que tú le conseguiste —dice Maximiliano, elevando la voz.

—Calma, Max.Piensa con la cabeza fría. No vale la pena renunciar a todo por una mujer.

—¡Shut up, Harry! —grita fuera de sí Maximiliano, levantándose y caminando como león enjaulado.

—Te lo digo como amigo, man.

—Tú jamás fuiste mi amigo, ¡fucking idiot! —vuelve a gritarle. Ha perdido completamente la paciencia con la condescendencia de Harry.

—Claro que lo soy. Ahora estás enojado y dolido, pero tienes algunos días para pensar. Podrías convertirte en un bailarín de renombre, hacer una vida aquí, formar otra familia, ser exitoso. Eres joven aún.

—No quiero éxito, no quiero otra familia. La quiero a ella. Sin ella, esto no vale la pena.

—¡Jesuschrist! El amor es peor que las drogas —responde Harry, finalmente comprendiendo la profundidad de lo que le está pasando a Maximiliano.

Maximiliano resopla furioso.

—Haré lo posible por que regreses luego —dice Harry.

—Eso espero —responde Maximiliano, alejándose. Sube las escaleras hacia su dormitorio, azotando la puerta del baño y encerrándose en él.

Las lágrimas contenidas de rabia corren por sus mejillas mientras golpea la pared con todas sus fuerzas.

¡Maldita sea, Maca, ¿por qué te fuiste?!

Sale del baño y se deja caer en la cama derrotado.Nunca había sentido tal desesperanza y frustración. Piensa en la necesidad urgente de volver a su país, en que fue un error haber viajado. Sus pensamientos son interrumpidos cuando siente el timbre del loft sonar nuevamente.

¿Ahora quién mierda es?, dice furioso en voz alta.

Se levanta de la cama, baja las escaleras y abre la puerta. Thomas lo saluda.

—Bro, este no es un buen momento —dice Maximiliano.

—Lo sé, pero debo contarte algo importante. Si no fuera así, créeme que no estaría aquí.

—Ok, pasa.

Ambos toman asiento. Maximiliano mira a Thomas y comprende que algo ha pasado.

—Mira, bro, esto te va a desagradar tanto como a mí cuando lo supe —dice Thomas.

—Suéltalo, ¿qué es lo que pasa?

—Sussie llegó llorando a mi casa y me confesó que estaba enamorada de ti. Te juro que quería matarte; pensé que estabas jugando con ella cuando nos tenías a todos convencidos de que adorabas a tu novia.

—No jugué con Sussie, menos sabiendo que salías con ella —contesta Maximiliano desalentado.

—Lo sé, man. Sussie me contó que Harry nos usó a todos para tratar de separarte de Maca. A mí, sabiendo que amaba a Sussie; a ella, sabiendo que te amaba a ti, y que si la veías conmigo, podrías...

—Confundirme como el idiota que soy —interrumpe Maximiliano sintiéndose estúpido—. Bro, yo no siento nada por Sussie, solo la quiero demasiado como amiga y...

—Tuviste celos, obvio. Son tus mujeres, tus amigas, nadie las toca. Es lógico sentir celos, como si fueran tus hermanas. Harry sabe perfectamente cómo eres, man. Todos lo sabemos. Eres el man más protector y leal que he conocido y no mereces ser manipulado de esta forma.

—¿Manipulado? No entiendo nada, bro —dice Maximiliano confundido. Ya no caben pensamientos en su cabeza.

—Harry, man. Harry le dijo a Sussie que saliera conmigo para llamar tu atención. Harry le avisó que Maca se había ido y que viniera a verte —confiesa Thomas mirando a un sorprendido Maximiliano.— Ha estado tratando de evitar que seas feliz con Macarena desde que se conocieron. Nunca la quiso acá contigo y fue algo que nos dijo poco antes de que ella llegara. Pero nunca pensé que sería tan vil como para lograr separarte de ella a costa de lo que yo siento por Sussie y lo que Sussie siente por ti.

Maximiliano se queda en silencio, procesando todo.

—Te aseguro de que Harry hará lo que sea para que no regreses con Maca —afirma Thomas.

—¿Dónde está Harry ahora? —pregunta Maximiliano reflexivo.

—Supongo que en su oficina.

—Acompáñame. Esto no se queda así —dice levantándose y caminando hacia la salida.

—¿Qué harás, man?

—Lo que debí hacer hace mucho —responde Maximiliano decidido.

¿Harry tendrá lo que se merece?

Lo sabremos en el próximo cap.

Gracias por seguir la lectura 


Les comparto el new look de los diecinueve años de Estefy.

Muy guapa la princesa de Maxi, ¿no?

¡Nos leemos!

Narlie

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