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Capítulo 43: Positivo


Maximiliano mira su reloj mientras espera en el aeropuerto. No puede creer que ya han pasado cuatro meses desde la última vez que sintió los besos de su novia.

Sus estudios como coreógrafo le han demandado tanto tiempo que los días y los meses volaron. Sonríe al pensar que, gracias a su talento y perfeccionismo, es un alumno sobresaliente en la academia, aunque la ausencia de Macarena no le deja disfrutar del todo los logros que ha obtenido en tan poco tiempo.

Su teléfono suena con un mensaje: 

Harry: Max, recuerda la audición de mañana. Good luck at the airport.

Sonríe.

Harry le ha facilitado las cosas. El loft en Manhattan es increíble y se lo ha prestado sin costo alguno mientras estudia. Además, puede trabajar en dos obras de teatro gracias a las audiciones que Harry le ha conseguido.

Siente que, aunque todo parece deslumbrante y se mueve en un ambiente cómodo donde es reconocido, elogiado con el constante apoyo de sus nuevos amigos, no poder compartir una cena, un paisaje, una comida nueva con Macarena es frustrante. Su ausencia no la puede llenar con nada ni con nadie y esa angustia está a punto de terminar.

Vuelve a mirar su reloj, está nervioso. Macarena debe estar por aparecer por las puertas de desembarque. El ramo de flores que sostiene en sus manos se le resbala y cada cierto tiempo debe secar el sudor de sus manos.

La ve caminando, saliendo por las compuertas de "Arrivals" y su corazón se acelera. No ha dejado de sentir ni un ápice del amor que sentía por ella antes de marcharse y, al verla tan hermosa, con una sonrisa genuina, se le derrite el alma.

Macarena lo divisa entre la gente. La característica y bella sonrisa de su novio, su cabello más corto de lo habitual, y parece incluso más alto de lo que ella recordaba. Apresura el paso y, al tenerlo cerca, deja las maletas y corre hacia él.

Maximiliano la ve correr y la recibe como solía recibir a su hermana cuando se le colgaba como un koala. Pero esta vez es su novia quien lo abraza de la misma manera. Su cabello está mucho más largo y su figura más delgada. Sumerge su nariz en el exquisito aroma que emana de su cuello, sintiendo cuánto la había extrañado.

—Hola, amor —le dice al fin Maximiliano.

Macarena se suelta del agarre, poniendo los pies en el suelo.

—Hola —responde.

Tiene los ojos humedecidos. Maximiliano le pasa los dedos por su mejilla y ella cierra los ojos disfrutando su caricia.

—Te traía unas flores pero creo que un koala las destruyó —dice Maximiliano, levantando el ramo aplastado, con una sonrisa.

Macarena ríe y Maximiliano vuelve a derretirse. El sonido de su risa es alucinante. La estrecha nuevamente entre sus brazos.

—No te puedes imaginar cuánto te extrañaba —le dice y la libera de su agarre para mirarla a los ojos.

—Menos que yo, claramente —responde Macarena, y él sonríe acariciando su mejilla.

El bullicio del aeropuerto desaparece mientras están juntos y se contemplan mutuamente.

—Amor, robarán tus maletas, vamos por ellas —dice Maximiliano, señalando las maletas abandonadas.

—Que las roben, no volveré a separarme jamás de tus brazos —responde Macarena con cara de embobada.

—Amor —le dice Maximiliano con ternura y la besa desesperado pero dulcemente—, tu boca es adictiva —susurra contra sus labios y vuelve a besarla, acariciando con su boca la dulzura de su novia.

Sus respiraciones se agitan ante un beso que se profundiza. Maximiliano la acerca a él de la cintura, toma su cabello empuñándolo con una mano y envuelve su lengua una y otra vez en la dulce lengua de su novia, besándola sin pudor.

—Maxi, me estás excitando y estamos en el aeropuerto —le dice en el oído, soltando el beso y mordiéndose el labio inferior, consciente de las miradas curiosas a su alrededor.

—Eso se puede remediar, tengo un taxi esperándonos, recoge las maletas y nos vamos al loft —responde él con su habitual tono seductor.

—¿Pero Harry no está ahí? —pregunta ella mientras va por sus maletas.

—No, Harry no vive ahí, solo estoy yo.

—Entonces vamos —dice Macarena.

Maximiliano la ayuda arrastrando una de sus inmensas maletas de color rojo, la guía hacia la salida y se suben al taxi.

Macarena siempre imaginaba que, cuando llegara a Nueva York, lo primero que conocería sería la ciudad a través de la ventana de un taxi, tomada de la mano de su novio. La realidad es que lo primero que conoce es el sabor de los besos neoyorquinos de Maximiliano. Mientras el taxi avanza, ella se deja llevar por el suave roce de sus labios, sin prestar atención a la ciudad, ni a las luces, ni al taxista. Sólo existe el calor de los labios de su novio, su sonrisa y su mirada.

Llegan a un edificio gris con muchas ventanas que está muy bien ubicado. Descienden del taxi. Maximiliano baja las maletas y se encamina a la puerta del edificio. Su novia se queda contemplando los alrededores mientras el aire fresco del otoño neoyorquino acaricia su rostro.

—Amor, ¿vamos?—la invita Maximiliano y ella asiente.

Un pasillo estrecho y oscuro da acceso al ascensor del edificio. Macarena camina sintiendo el crujir del piso bajo sus pasos y las ruedas de las maletas. Está muda, asombrada, intentando distinguir si está soñando. Mira a su novio y él le sonríe. El ascensor llega y él marca el piso cuatro.

Al abrir la puerta del loft, un luminoso espacio les da la bienvenida. Macarena queda boquiabierta; el loft tiene grandes ventanales desde los cuales se ve la ciudad, paredes con ladrillo expuesto y un techo alto. Es muy amplio, moderno y lujoso.

—Maxi, esto es increíble —dice Macarena, aún con los ojos abiertos de asombro mientras recorre el loft con la mirada.

—Increíble será lo que te haré subiendo las escaleras —responde Maximiliano con una sonrisa traviesa, mientras la toma de un brazo y la arrincona suavemente contra la pared. Ella ríe, llenando el espacio con su sonido melodioso.

—¿Sabes cuánto te he esperado? Estoy desesperado, así que tendrás que tolerarlo todo —añade él susurrando en sus labios.

—No me opongo —responde Macarena.

—Dime que nadie te ha vuelto a tocar desde que nos despedimos.

—Sabes que no. ¿Me responderás lo mismo tú? —pregunta Macarena, alzando una ceja.

—No te responderé, te lo demostraré —responde Maximiliano, y en un movimiento rápido la toma en brazos, provocando su sorprendida risa.

—¡Ay, Maxi, ten cuidado! —ríe Macarena mientras él sube con ella las escaleras que llevan al dormitorio del loft. La deja suavemente en la cama y se quita la camiseta.

—¡Wow! —exclama Macarena al ver su torso desnudo y muy fibroso—. ¿Qué pasó contigo? Estás... estás...

Intenta decir algo más, pero su novio se abalanza sobre ella con una amplia sonrisa.

—Silencio —le dice, colocando un dedo sobre sus labios, y la besa con desesperación.

Desabrocha sus pantalones y los jala junto a sus bragas. Macarena lo escucha gruñir como un animal antes de volver a deslizarse encima de ella y besarla.

—¡Alguien se hizo adicto gimnasio! —bromea ella entre besos, acariciando sus fuertes brazos.

—¿Gimnasio? Esto es puro amor acumulado —responde él, sin dejar de besarla.

Maximiliano está eufórico. No ha estado con ninguna mujer desde que se despidió de Macarena hace cuatro meses. La ha esperado, la ha anhelado día y noche. Sus sentidos explotan al contacto con la piel de su novia, su aroma lo excita aún más. Con la respiración agitada, se quita el pantalón y la ropa interior, quedando desnudo.

Su cuerpo ha cambiado debido al estricto entrenamiento de sus clases y a los ensayos de sus obras. Está más fornido; sus brazos y piernas tienen los músculos más definidos, al igual que su abdomen. Su novia, lo espera en la cama, mirándolo maravillada. Se recuesta encima de ella y le susurra sobre sus labios:

—No te dejaré salir viva de aquí.

La embiste sin piedad alguna y la besa sin respiro, provocando destellos de placer inmediato.

—¡Ahh! —jadea Macarena mientras él vuelve a embestirla, desesperado. Ella lo envuelve con sus piernas, y Maximiliano se arrodilla en la cama para penetrarla con mayor profundidad.

—¡Maxi! —gime Macarena mientras Maximiliano gruñe tras cada embestida. Él toma sus piernas y las coloca en sus hombros, volviendo a embestirla una y otra vez, como si el mundo se fuera a acabar al minuto siguiente.

Macarena comienza a sentir la presión en su vientre y el estallido de placer que se acerca, y él a su vez siente cómo ella lo aprieta en su interior. Sin oponer resistencia, se dejan llevar por un orgasmo rápido, intenso y compartido.

Maximiliano cae en la cama, respirando agitado. Cierra los ojos para recuperar el aliento. Macarena gira la cabeza para observarlo, mientras intenta igualmente recuperar el ritmo normal de su respiración. Se percata de que ni siquiera se ha quitado la blusa ni el brasier.

—Premio Guinness al orgasmo más rápido de la historia —murmura Macarena entre respiraciones.

—¿Te estás quejando? —responde bromeando su novio—. Me tuviste célibe esperándote, no tienes derecho a reclamos.

—¿Tengo derecho a réplica? —pregunta ella con una sonrisa traviesa.

—Oh sí, claro que sí —dice él, sonriendo, mientras ella termina de desnudarse y se monta encima de él.

El reloj marca las horas en la Gran Manzana y pronto oscurece. Ellos aún están desnudos en la cama, sin darse cuenta de cuánto tiempo han empleado en satisfacer sus deseos reprimidos. El teléfono de Maximiliano suena. Él se incorpora, buscando el teléfono en los bolsillos del pantalón que se encuentra en el suelo y revisa quién está llamando.

—Es Harry —le avisa a Macarena. Ella se sienta en la cama mientras Maximiliano contesta.

Al teléfono:
Hi, man —saluda Maximiliano.

Hi, Max. Has Macarena arrived yet?

Maximiliano sonríe y mira a Macarena, quien le devuelve la sonrisa.

Yes, she's here. We were just... catching up —responde Maximiliano 

Catching up, huh? —dice Harry con un tono de burla.

—¿"Catching up"? —murmura Macarena, arqueando una ceja.

Maximiliano tapa el auricular y le responde:

—Bueno, técnicamente no mentí —murmura encogiéndose de hombros sin dejar de sonreír.

Man, te pondré en el altavoz. Speak in Spanish, please —le pide Maximiliano a Harry, destapando el auricular. Luego presiona el botón de altavoz en su teléfono, lo coloca sobre la cama y se sienta junto a su novia.

Hi Maca, ¿cómo estuvo el viaje? —pregunta Harry.

Hola, estuvo tranquilo. El aterrizaje, un poco movido —dice Macarena, dirigiendo su voz hacia el teléfono de Maximiliano, mientras él se ríe y mueve la cabeza.

Queremos darte la bienvenida, preparamos una fiesta —explica Harry.

¿Preparamos? ¿Quiénes? —pregunta ella.

Todo el grupo, ahí los conocerás. Vamos en treinta minutos para el loft —dice Harry.

What? Man, are you crazy? —pregunta Maximiliano, exaltado.

Relax, Max. Ya habrá tiempo para ustedes dos, ahora queremos conocer mejor a Macarena. See you —dice Harry y corta la llamada.

Macarena mira a Maximiliano un poco confundida.

—¿Harry hace lo que quiere, cuando quiere, contigo? ¿Así funciona? —pregunta Macarena.

—No, amor, solo quiere conocerte —responde Maximiliano tranquilamente.

—Ya me conoce, y te recuerdo que me llamó tu talón de Aquiles.

—Harry es algo intenso, eso es todo —dice Maximiliano, restándole importancia—. Iré por tus maletas, creo que quedaron tiradas abajo —agrega, levantándose de la cama.

—Ey, espera —le dice Macarena, tomándole la mano y mirándolo de pies a cabeza—. ¿Por qué de repente te volviste Arnold Schwarzenegger en Terminator I? Tienes más músculos que Johnny Bravo.

Maximiliano estalla en una carcajada. Hacía mucho tiempo que alguien no lo hacía reír tanto.

—Amor, mi vida es clases, gimnasio, ensayos y, cuando no tengo clases, doble sesión de gimnasio —explica.

—¿Quién te recomendó esa vida? —dice Macarena, luego hace una pausa y continúa—. No me respondas, ya sé la respuesta: Harry.

—¿Acaso no quieres que tu musculoso y guapo novio te tome en sus brazos y te dé vueltas como a nadie mientras tenemos sexo desenfrenado? —dice inclinándose y murmurando sobre sus labios de forma seductora.

—Siempre harás eso, ¿no? Calentarme para que olvide algo que me molesta.

—Siempre, amor. No vale la pena que te molestes. Harry es Harry, no lo tomes en cuenta. Además, conocerás a Thomas, Christian, Sussie y Viviane. Son mis nuevos amigos.

—¿Son como Harry estos amigos gringos?

—No, son más buena onda.

—Ok, me daré un baño. ¿Me avisas cómo funciona la ducha? No quiero encontrarme con conchas misteriosas futuristas que no sabré cómo usar —dice, haciendo reír nuevamente a su novio sin parar. Se incorpora y se dirige al baño.

—Amor —dice Maxi antes de que Macarena se meta a la ducha.

—Dime.

—Te amo. Estás más hermosa que nunca —le dice tiernamente.

—Yo también te amo. Estás más musculoso que nunca —responde Macarena.

Maximiliano vuelve a reír y va por las maletas de su novia, feliz de finalmente compartir su vida con ella. Las acomoda en la habitación y entra al baño con ella.

—Amor, esto es demasiado tentador —le dice a Macarena ingresando con ella a la ducha.

—Maxi, Harry llegará luego —intenta decir entre un beso y otro.

—Pues que llegue, te echaba demasiado de menos —le dice en el oído.

—Yo también —le responde ella , deseosa, mientras su novio la apoya contra la pared fría de la ducha, toma su pierna, la engancha en sus caderas y comienza a penetrarla nuevamente. Ella siente el placer del agua tibia sobre su piel y los embistes gloriosos de su novio.

Mientras se besan, jadeantes y exhaustos, alguien toca la puerta del baño.

—¿Max? —se escucha.

—¡Shiet! Ya llegó Harry —dice Maximiliano mirando hacia la puerta del baño.

—¿Cómo que llegó Harry? ¿Cómo entró?

—Es su loft, amor —responde Maximiliano, saliendo de la ducha y colocando una toalla alrededor de la cintura para salir del baño.

—Hi, Max —saluda Harry apenas lo ve aparecer.

—Debiste avisar, man —dice Maximiliano mientras camina hacia su armario.

—Les dije que llegaba en treinta minutos. Dime dónde acomodamos todo lo que trajimos.

—Espérame abajo, voy enseguida.

Maximiliano se coloca un improvisado pantalón corto de pijama, sacude su cabello con la toalla y baja las escaleras. Saluda a Thomas y a Christian, y les entrega algunas indicaciones, un tanto descolocado.

Suena el timbre y se apresura en abrir la puerta.

—Hi... Max —dice Sussie tragando con dificultad al contemplar a quién y cómo la recibe. 

Maximiliano, semidesnudo, con el pelo mojado, es una visión increíble para sus ojos.

—Hi, come in —responde Maximiliano, saludándola con un beso en la mejilla. Luego ve a Macarena descendiendo las escaleras, vestida muy bella, con el cabello recogido. Le sonríe, pero Macarena no le devuelve la sonrisa.

Maximiliano recuerda su "atuendo", mira su cuerpo y luego a Sussie. Se disculpa por recibirla así y luego sube las escaleras para encontrarse con su novia.

—Sorry, amor, me olvidé de que estaba sin ropa.

—Sé que te gusta el exhibicionismo. Iré a limpiar la baba derramada en el suelo por tu amiga —bromea Macarena.

—Maca, lo siento —dice Maximiliano, la besa en los labios—. Me visto y bajo en dos minutos.

Macarena llega a la sala y Harry la estrecha en un abrazo. Incómoda ante el contacto de alguien que apenas conoce y en el cual no confía, trata de separarse de él para saludar al resto. Todos hablan en inglés con fluidez. Macarena, con una ligera sonrisa nerviosa, intenta recordar todo el inglés que ha aprendido, pero se siente fuera de lugar. Las risas y conversaciones en un idioma que no domina la hacen sentir aislada.

Sussie se le acerca con una sonrisa que parece más una mueca.

—Hi, I'm Sussie! —dice, extendiendo la mano—. Nice to meet you.

Macarena estrecha su mano, notando la tensión en el contacto y el desdén con que Sussie la observa.

De repente, unos fuertes brazos la envuelven y un exquisito aroma la rodea. Maximiliano llega, radiante, guapo y sonriente.

—What a happy face, my friend! —dice Sussie y acaricia el rostro de Maximiliano.

—Ahora tengo todo lo que quiero —responde Maximiliano, besando a Macarena.

Sussie los mira molesta, pero disimula y se aleja hacia otro lado.

—¿Anna en versión gringa? —murmura Macarena a Maximiliano, observado a todos abrazada de su novio.

—¿De qué hablas, amor? Sussie es mi amiga.

—No me agrada.

—Amor, no la conoces.

—Con lo que conocí me basta.

—¿Por qué llegaste tan huraña? Creo que te sacaré ese mal humor de la manera que más te gusta —dice Maximiliano, y Macarena se ríe.

—Par de tortolitos, falta que llegue Viviane y empezamos la celebración —dice Harry, interrumpiéndolos.

—Ok —responde Maxi.

La noche transcurre sin mucha novedad. Macarena observa a los amigos de Maximiliano y se esfuerza por integrarse, pero pronto se da cuenta de que no encaja del todo. Aparte de no entender mucho de lo que dicen ni de qué se ríen, Sussie y Viviane la miran con recelo.

Maximiliano la abraza mientras miran a través del gran ventanal del loft, contemplando las luces de la ciudad. Su presencia ayuda a Macarena a olvidar la incomodidad que sus amigos le han causado en su primer día en Nueva York.


Macarena está tumbada en la cama, mirando el techo. Todo le da vueltas.

"No quiero enfermarme en este país", piensa, sintiendo cómo su estómago se revuelca.

Se siente extraña, aunque esa sensación la ha acompañado durante los meses que lleva en Nueva York junto a Maxi. Algo no encaja en esta vida de neoyorquina.

Quizás sea la insoportable intromisión de Harry en cada asunto relacionado con Maxi, siempre llegando sin ser invitado, invadiéndolos constantemente. O tal vez sea por las miradas de boba que Sussie le regala a su novio, o la cantidad de tiempo que pasan juntos ensayando y bailando. Quizás se deba a los desprecios que Viviane le hace cada vez que intenta hablar con su inglés tarzánico. O a las bromas sin sentido de Thomas y Christian.

Suspira frunciendo el ceño.

"No seas negativa, Macarena", se dice a sí misma.

Después de todo, lo fastidioso de esta vida social contrasta con la embriagante sensación de felicidad que experimenta al estar junto a él y vivir nuevas experiencias. Los paseos por Central Park, las puestas de sol desde el puente de Brooklyn, las noches de teatro en Broadway, y los besos compartidos en el High Line.

Sonríe. No ha sido malo después de todo. Toma su teléfono y mira el protector de pantalla con una foto de ella, Gonzalo y Michu. Los echa mucho de menos, y la sensación extraña vuelve a apoderarse de ella. Como por arte de magia, su teléfono suena. Desliza el dedo índice sobre la pantalla y contesta la videollamada.

—Amigo, te llamé por telepatía —dice Macarena con una sonrisa.

—Hi, my best friend, how are you? —responde Gonzalo.

—Ridículo, habla español.

—Qué manera de demostrarme que me extrañas —reclama Gonzalo mientras camina y gira la cámara de su teléfono

—Mira quien te quiere saludar —lle dice Gonzalo mostrándole a Michu.

—Hola, gatita hermosa. ¿extrañas a mamá?— pregunta Macarena con voz de niña mientras ve como Gonzalo le acaricia las orejas.

—Creo que me la quedaré definitivamente —dice Gonzalo cambiando la cámara nuevamente y apuntando a su rostro.

—Olvídalo. Además tu noviecito la detesta —responde Macarena.

—No me hables de ese —responde Gonzalo poniendo cara de desagrado.

—¿Aún no te dirige la palabra? —pregunta Macarena.

—No. Y se fue a dormir a la habitación de invitados.

—Amaro es insufrible.

—¿Qué haces amiga?  ¿Estas sola?

—Si, Maxi esta en el ensayo de su obra.

—Te veo acostada con un rostro de satisfecha que ni lo disimulas. Casi igual a un cerdo

—¿ A un cerdo? Me viste manos de pezuñas, o ¿qué? —dice Macarena enfocado la cámara a sus uñas

—Los cerdos amiga, tienen un orgasmo que puede durar hasta treinta minutos. Tan poca cultura que tienes —dice Gonzalo mientras ve como Macarena se ríe infinitamente

—Bueno, no me puedo quejar. Al menos no de insatisfecha —responde Macarena y deja salir un suspiro

—A ver ¿Qué pasó ahora? ¿De nuevo la del culo grande o el idiota de Harry? —dice Gonzalo regañándola

—Ni uno ni lo otro. Me siento rara.

—¿Rara como un pingüino tomando helado o rara como una jibia?

Macarena ríe.

—Rara como que no quiero estar acá.

—¿Otra vez, amiga? ¿Le has dicho eso al galán?

—No, Gonza.

—¿No se hicieron promesas de no sé qué cosa?

—No pude decirle a Maxi que odio a sus amigos, que odio a Harry y que quiero devolverme. Está feliz acá, le va bien, es su sueño. Además, solo le quedan dos meses para terminar sus estudios y graduarse de coreógrafo.

—¿Y crees que, terminado eso, volverán acá?

—No le he preguntado.

—Ay, amiga, ¿qué comunicación es esa?

—La misma que tú tienes con Amaro. Corta con él, Gonza.

—Estamos hablando de ti. Cortaré con Amaro el día en que le digas a Maxi lo mal que te sientes allá como gringa.

—Eres molesto, pero no te imaginas cuanto te echo de menos.

—Y yo a ti. Amiga, en serio, habla con Maxi y dile.

—No ahora. Además, anda raro. Yo creo que está medio estresado.

—¿Raro también? ¿Ustedes qué tomaron? Medicina de marciano o ¿qué?

—No sé. Siento que me quiere decir algo y cuando lo va a decir se arrepiente. Lo miro y me quita la vista

—¿Crees que tiene que ver la popotitos en eso? —dice Gonzalo mientras deja su telefóno apoyado en la mesa de su cocina y busca algo.

—No sé. Maxi me asegura que Sussie es su amiga, que solo la ve así.

—Hmm, ok, amiga. Insisto, habla con Maxi

—Quizás. Ahora estoy media enferma. Iré al Drugstore a comprarme medicina.

—Ok, amiga. Yo debo cocinar. Cuida tu cartera. Te quiero mucho.

—Yo también.

Macarena corta la llamada y se incorpora en la cama. La sensación extraña, acompañada por un vértigo insoportable, le provoca náuseas inaguantables. Corre al baño y, sin poder soportarlo más, vomita. Lava su rostro, se cepilla los dientes y mira su reflejo en el espejo del baño. Siente el sabor del dentífrico y vuelve a sentirse nauseabunda.

"Oh no", piensa, y debe inclinarse de nuevo en el retrete para vomitar.

Rápidamente sale del baño, se viste y decide que debe comprobar si su intuición es correcta. Sale a comprar y al regresar, tiene que correr nuevamente al baño.

"Maldita sea", dice para sí, mientras aguanta otra náusea y vomita de nuevo.

Toma el paquete que ha comprado en el drugstore, se mira al espejo para respirar hondo y lo abre. "Pregnancy Test", se lee en letras amarillas. Sigue todas las instrucciones y espera, nerviosa, con las piernas temblorosas mientras observa los minutos pasar en su teléfono, sentada en el retrete. Cuando el tiempo indicado transcurre, se acerca para mirar el test, donde se dibujan dos líneas azules. Gira el paquete y lee:

"Si en la ventana de resultados aparecen dos líneas azules, el resultado es positivo."

Macarena deja caer la caja con las instrucciones y se mira en el espejo.

—¡Mierda! Estoy embarazada de Maxi —exclama sorprendida.

¡Que nervios!

¿Y ahora que haremos ,Maca?

Muchas gracias  a todxs los que siguen  la historia.

A petición de mi lectora favorita, comparto con ustedes a los protas en Nueva York.

Este es Maxi ¿Que opinan? Le ha favorecido la vida neoyorquina ¿no?


Macarena. Tan bella como melancólica. ¿Extrañará demasiado su tierra?

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