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Capítulo 41 : La despedida


Sentados en el cómodo sofá del departamento de Gonzalo, Macarena y su mejor amigo discuten animadamente sobre qué pizza pedir. Después de un breve debate, deciden pedir una familiar con pepperoni y aceitunas.

Ambos están listos para la extensa y divertida jornada que han planeado. Esperan a que llegue Maximiliano para llevar a cabo lo que Macarena llama la "operación prohibido el paso a novios tóxicos": cambiar la cerradura de la puerta del departamento para asegurarse de que Amaro no se instale a vivir con Gonzalo.

Luego de ejecutar con éxito esa operación el plan siguiente es una maratón de las primeras dos temporadas de Stranger Things.

Mientras esperan, Macarena le cuenta a Gonzalo los detalles de su visita a la casa Fuentealba y su decisión de acompañar a su novio en su aventura en tierras extranjeras.

—¿O sea que te vas a Nueva York? —pregunta Gonzalo haciendo un puchero.

—Ese es el plan. Maxi se irá primero, apenas termine la segunda temporada de la obra, eso es en un mes más. Debo esperar la respuesta de la carta que envié al director de la Fundación, para ver si me autoriza a trabajar a distancia y si puedo vender mi auto y rentar mi departamento para tener más dinero. Si todo eso resulta, me reuniré con Maxi allá.

—Ay amiga, ¿en serio irás detrás de Jamie Frazer? —dice Gonzalo incrédulo..

Macarena asiente con seguridad.

Gonzalo la mira y luego la abraza con ternura.

—¿Sabes cuánto te voy a extrañar?

—Lo sé. Tú también me harás falta.

—Voy a llorar —susurra Gonzalo, un poco triste.

—No hagas drama, aún falta tiempo para que me vaya y será solo por unos meses.

Macarena trata de consolarlo, acariciando su espalda con suavidad.

—¿Crees que tu galán va a querer volver? Tendrá fama y éxito. Te quedarás por allá para siempre, nunca más te veré.

—Gonza, no exageres. Además, debo volver para ver a Michu. Por cierto, necesito pedirte que te quedes con ella hasta que regrese. ¿Me harás ese enorme favor?

—Claro, adoro a esa gata sensual -dice Gonzalo

—También necesitaré alquilar una bodega para guardar mis cosas del depa, antes de alquilarlo.

—Pues la casa de Maxi es bastante grande y estará desocupada.

—No, Gonza. Estefy vivirá allí mientras estudia en la universidad, acá en la ciudad —explica Macarena

—Maxi debe estar de muerte, cuidaba esa casa como un santuario. 

—Si, pero al fin y al cabo es la casa de su papá. Tendrá que verlo con Estefy. Además ya está cerrando la zona de la sala de ensayo y el gimnasio para dejarlo bajo llave.

—Esa casa es antigua y enorme. Una joyita de tu suegro.

—Conocieras la casa donde viven toda la familia, te caes de culo —dice Macarena recordando el día de la visita a la casa de sus suegros.

—Nunca me enteré que Maxi fuera Bruce Wayne, se ve una persona super sencilla.

—Maxi no es millonario, su papá tiene dinero, es todo

—¿Y cómo lo harán con el idioma? ¿Tomarán un curso rápido en Open English o algo así?

—Me defiendo, con los cursos que he tomado, pero allá Maxi me ayudará a perfeccionarlo—dice Macarena muy segura de sí —, además, Maxi estudió en el Cambridge School, Gonza.

—Ohhh, pobre niño rico —dice Gonzalo con ironía.

—Ya te dije que no es millonario

—Estudió en una escuela privada exclusiva y de habla inglesa, luego estudió danza sin beca en una universidad privada también y vive en una casa con su propio gimnasio y sala de ensayo. Sabe tocar piano, quizás juega golf o es parte de una liga de polo y tu no tienes idea.

—Eres tan exagerado —resopla ella, resignada

—Partidazo de novio que te agarraste —dice Gonzalo y Macarena mirándolo molesta.

—Ay amiga, solo bromeo. No sabía nada de esto que has contado, solo sabía que follaba bien.

—¡Gonza! —lo reprende dándole con un cojín del sofá, en la cabeza.

—No me golpees, es la verdad, ¿o no?—pregunta Gonzalo y el rostro de ella se enciende como ampolleta navideña.

—Los colores fluorescentes de tu rostro te han delatado—agrega Gonzalo bromeando a su amiga —. Admite que tu novio es un Dios en la cama y te dejaré de molestar.

—No es lo único que me gusta de Maxi.

—¡Bravo! acabas de admitirlo— aplaude su amigo, con su habitual teatralidad.

—Y tu estas celoso ¿o que? ¿qué te importa a ti? Pídele a tu novio que te deje satisfecho y no te metas en mi vida sexual —responde Macarena enojada.

—Ya se enojó Riley. Si tu y yo fuéramos emociones tu definitivamente serias Furia.

—¿Y tú?

Placer —dice Gonzalo y Macarena estalla en una carcajada.

—Mejor cambiemos de tema para que se te pase el mal genio. Sigue hablándome de tu viaje. ¿Dónde se quedarán mientras son neoyorquinos?—continúa Gonzalo.

—En casa de Harry.

—¿Harry, el jefe?

—Ese mismo, sólo que ahora Maxi será el jefe de Harry.

—¿Cómo así?

—Harry será el manager de Maxi mientras él estudia. Le conseguirá audiciones, es lo que dice Maxi. Sin ese trabajo, será difícil que sobrevivamos allá sin dinero.

—¿Y Harry les pasa la casa así de gratis?

—Son amigos. Maxi dice que no es una casa, que es un loft muy moderno —dice Macarena encogiéndose de hombros—. A mí no me cae bien Harry, pero Maxi dice que es buena onda y que es su apoyo. Siento que Harry quiere vivir a través de Maxi, nadie me quita esa idea.

Gonzalo la mira y sonríe con cara de burla.

—Te escucharas, amiga... Ay, Maxi aquí, Maxi allá. Te ves tan enamorada.

Macarena le lanza una mirada de fastidio y cruza los brazos.

—Eres fastidioso.

—Lo soy y me echarás de menos, ya verás —dice Gonzalo—. En serio, amiga, nunca te había visto así y eso que he conocido a todos tus hombres.

Macarena abre la boca para responder, pero es interrumpida por el sonido del timbre que resuena en el departamento, haciendo que ambos miren hacia la puerta.

Gonzalo se levanta rápidamente para abrir.

—¡OMG!, Henry Cavill en la puerta de mi casa —dice Gonzalo cuando ve aparecer a Maximiliano tras la puerta, vestido con un jogger y una sudadera azul, gafas oscuras y cubriendo su cabeza con una visera que lo hace ver demasiado atractivo a los ojos de Gonzalo.

Maximiliano ríe mientras ingresa al departamento.

—Hola, bro —saluda a Gonzalo

—Hola, pasa, te estábamos esperando —responde Gonzalo mientras cierra la puerta detrás de él.

Maximiliano se quita las gafas, la visera y la mochila que cargaba al hombro y se dirige hacia el sofá donde está su novia.

—Hola, amor —saluda a Macarena con un beso tierno y extenso en los labios.

—Ya, despeguense, me dan envidia —reclama Gonzalo, fingiendo molestia pero con una sonrisa en los labios.

—Gonza, tienes novio —le reprocha, rodando los ojos

—No me lo mencionen.

—Manos a la obra, bro, cambiemos esa cerradura— dice Maximiliano.

Abre su mochila y saca algunas herramientas, luego con un rápido movimiento toma la sudadera con los brazos sobre sus hombros para quitársela, dejando ver sin querer parte de su torso desnudo al subirse su camiseta. Gonzalo gira la cabeza para tratar de ver más, pero le llega un cojín directo en su rostro.

—Deja de mirar propiedad privada —reclama la dueña del blando proyectil que ha recibido Gonzalo

—No seas celosa, amiga.

—Tienes cero respeto con mi relación —reclama Macarena cruzando los brazos.

—Discúlpame la vida, yo miro lo que quiero.

—Ey, dejen de discutir —los regaña Maximiliano—. Amor, sabes que soy tuyo. Gonza, sabes que puedes mirar pero no tocar.

—Lástima —dice Gonzalo

—Para con eso. En serio, Gonza —insiste Macarena

—Bueno, son bromas, amiga. Estás en tu periodo definitivamente.

—No digas bobadas —replica ella

—¿Le contaste a tu novio que yo sé cómo besas? —pregunta Gonzalo con una pícara sonrisa

—¿Disculpa? —dice Maximiliano al escuchar esta confesión. Luego se gira hacia su novia buscando explicaciones.

—Este hombre que ves aquí, tuvo una crisis gay y pensó que era bisexual y, para convencerse, me dio un beso para saber si le gustaban las mujeres. Fue hace años —explica Macarena

—Besa bien, bro —dice Gonzalo, guiñando un ojo.

—Gonza, cierra la boca.

—¿En serio lo besaste? —le pregunta Maximiliano, aún sorprendido.

—Sí.

—No me imaginaba eso. ¿Se acostaron?

—¿Qué?!—exclama Macarena y Gonzalo a coro.

—Si follaron, eso acabo de preguntar —dice Maximiliano con tranquilidad.

—No, ¡guacala! —dice Gonzalo, haciendo una mueca de asco.

—A ver, no entiendo por qué llegamos a esta conversación absurda—dice Macarena, tratando de retomar el control.

—Era necesario, amiga. Nosotros nos besamos y Maxi no te cela, en cambio, si yo tan solo lo miro, te pones como yegua. Tienes un novio guapísimo —Maximiliano sonríe buscando las herramientas—. No puedes pretender que no lo miren, ni tu mejor amigo al que le gustan los bombones. Siempre has sabido que es mi crush.

—Ey, estoy aquí. No hables de mí como si no estuviera presente —interviene Maximiliano

—Lo sé, déjame seguir. Sabes que Maxi es mi crush desde que lo conociste. Sabes también que jamás haría nada con él, jamás.

—Yo tampoco contigo, bro. Juego en una sola liga —dice Maximiliano dirigiéndose a la puerta del departamento para examinar la cerradura y confirmar que herramientas necesita.

—Exacto, sabes que a Maxi le gustan las vaginas y que jamás me miraría con otros ojos. Entonces, ¿por qué te enojas solo porque bromeo?

—Porque es mi novio —dice Macarena

—Yo también tengo un novio guapo y no me molesta si lo miras.

—A tu novio no dan ganas ni de mirarlo, diferente a Maxi, que es todo simpático. No lo mires, es todo —insiste Macarena.

—¿Por qué no le preguntas a él si le molesta que lo mire? —pregunta Gonzalo

—No me molesta, estoy acostumbrado —responde Maximiliano con una sonrisa.

—¿Ves?

—¡Aghh! Pelea perdida con ustedes dos.

—Gracias, bro —le dice Gonzalo a Maximiliano

—De nada —dice Maximiliano y se dirige hasta Macarena, la toma de la cintura y le da un beso desgarrador y posesivo.

—¡Dios! No tienes derecho a ponerte celosa. Este hombre te devora delante de mí sin piedad para demostrarme que solo él puede besarte.

—Te amo, hermosa —le dice Maximiliano y le guiña un ojo.

—Y además está loco por ti —dice Gonzalo.

—Ok, ok, tú ganas, Gonza —resopla Macarena, dándose por vencida.

—A lo nuestro —dice Maximiliano.

Maximiliano, con la ayuda de Macarena, cambia la cerradura. Mientras trabajan juntos, conversan y ríen de manera cómplice. Gonzalo los observa en silencio, con una sonrisa tierna en los labios, admirando la armonía y la complicidad que comparten. Ve cómo los ojos de su amiga brillan de felicidad, y aunque se siente feliz por ella, también se siente nostálgico al pensar en los cambios que se avecinan.

Un mes y medio después, Maximiliano está en el aeropuerto, con las maletas listas para el viaje. Toda su familia, excepto Laura, ha venido a despedirlo. Estefanía se cuelga de su cuello y llora desconsoladamente pensando en lo mucho que lo extrañará. Él la consuela, con él corazón en la mano, entregándole un testamento de recomendaciones sobre Noah y otro de consejos sobre el cuidado de su casa y sus pertenencias. Lamenta no estar presente cuando ella ingrese a la universidad dentro de dos meses, también lamenta que su hermana viva en la que había sido su casa toda su vida de soltero.

Luego, se dirige hacia Macarena, quien lo mira con los ojos llorosos.

—Te llamaré todos los días. Prométeme que apenas tengas los papeles, viajarás. Te estaré esperando —le dice, tratando de sonar firme.

—Lo prometo, Maxi. Me harás tanta falta —responde Macarena, con la voz entrecortada.

—Y tú a mí, como no tienes idea —responde él, acariciando su mejilla—. Te amo, no lo olvides.

—Yo también te amo, Maxi. Suerte en todo. Llámame cuando aterrices.

—Sí, amor. —Maximiliano asiente, dándole un último abrazo. —Cuidame a Estefi, por favor —le susurra en el oído y Macarena asiente.

Suelta el abrazo de su novia y se dirige a Martín.

—Aquí cuidaremos a Maquita, no te preocupes. Le ayudaremos con las gestiones para el pronto viaje —dice Martín, tratando de infundir confianza.

—Gracias, pá —responde Maximiliano y estrecha a su papá en un abrazo de despedida.

—Maxito. Estaré siempre atento a tus llamadas, sea lo que sea que necesites. No te pierdas por el perverso brillo de la fama, hijo —le aconseja

—No pá, tengo el mejor ejemplo que podías darme —responde Maximiliano y Martín lo estrecha con más fuerza entre sus brazos

—Hijo. Cuídate —le dice Clara de manera un tanto fría

—Sí mamá —responde Maximiliano, besando su mejilla.

Comienza a caminar hacia la zona de abordaje y se gira para extender su mano despidiéndose desde lejos. Macarena lo observa y las lágrimas que había retenido salen sin piedad desde sus ojos.

Maximiliano se marcha, dejando un vacío inmenso en el corazón de Macarena. Los días se vuelven grises para ella, a pesar de hablar por videollamada con él a diario. La esperanza de que autoricen su nueva modalidad remota en el trabajo, la venta de su auto para tener un colchón financiero y la renta de su departamento son las metas que la mantienen en pie mientras cuenta los días para reunirse con Maximiliano.

Macarena al fin tiene todo listo para viajar y reunirse con novio. Luego de seis semanas después de la partida de Maximiliano hacia Nueva York y de haber alcanzado las metas que se había propuesto, los planes para comenzar una vida junto a su él, parecen fluir como magia.

Su amigo Gonzalo la acompaña al aeropuerto para una emotiva despedida. Allí también está la familia de Maximiliano que ha sido un apoyo constante en todos los trámites que ha realizado Macarena para poder viajar.

—Estoy nervioso amiga —dice Gonzalo al ingresar por las puertas del aeropuerto, arrastrando una de las maletas de su amiga.

—¿Por qué? —responde Macarena arrastrando la otra maleta mientras continúa caminando

—Porque te vas y no se cuando volveré a verte y porque conoceré a tu familia postiza.

—Tu eres mi familia postiza, Gonza. Y sabes que volveré cuando Maxi terminé de estudiar, dentro de diez meses.

—¿Son ellos? ¿los bonitos que están allí? —pregunta Gonzalo señalando a un grupo familiar de cuatro integrantes

—Si. Gonza por favor compórtate. La mamá de Maxi es un señora algo "especial" —le advierte Macarena.

—Sabes que soy protocolar. En serio amiga siento como si fuera a dejarte en el altar o algo así —dice Gonzalo haciendo reír a Macarena.

Continúan caminando y Estefanía los ve desde su posición y los saluda alzando su mano. Ellos responden al gesto.

—Amiga tu suegra es igual a Elizabeth Taylor, es una diosa —le dice Gonzalo al oído cuando están a unos metros de la familia de Maximiliano.

Macarena le da un codazo, para luego saludar a Martín. Clara, Laura y Estefanía. Presenta a Gonzalo como su mejor amigo al que considera su hermano y es recibido con amabilidad y cariño. Gonzalo se sorprende del trato y de cuánto estiman todos a su amiga.

Luego de las emotivas despedidas, de todas las recomendaciones, recados y regalos para Maximiliano, Macarena se despide de su amigo emocionada y encomendándole con su vida, el cuidado de su gatita Michu.

Entrega sus maletas en la banda transportadora e ingresa a la zona de embarque.

En la fila de Policía Internacional, toma su celular y le envía un mensaje a Maximiliano, ansiosa por el vuelo y el pronto reencuentro. Llega su turno , entrega su pasaporte y espera nerviosa mientras la oficial de policía teclea en la pantalla durante varios minutos. La espera se prolonga y Macarena siente un nudo en el estómago. Finalmente, la oficial hace una llamada y le pide que espere un momento mientras corrobora algo. Cuando regresa, su rostro muestra una expresión grave.

—¿Usted es Macarena Ansaldi? —pregunta la oficial.

—Sí.

—No puede viajar al extranjero. El Tribunal Décimo ha interpuesto una orden de detención en su contra.

—¡¿Qué?! —exclama Macarena incrédula

—Está en nuestro sistema.

—Pero eso es imposible.

—¿Duda de lo que le digo? —pregunta la oficial, ceñuda

—Sí —responde Macarena fiel a su estilo

—¿Está desacatando a la autoridad?

—Esto es absurdo, no puedo tener una orden de detención si nunca he cometido un delito —reclama Macarena

—Pues al parecer si lo cometió. No puede salir del país.

—¡¿Qué?! Pero perderé el vuelo.

—Debió haberlo previsto —dice la oficial con frialdad—. Haré que la escolten —agrega haciendo señas con las manos a otro oficiales que están cerca

—Pero... —intenta decir Macarena

—Señorita nos debe acompañar —informa uno de los oficiales que habían acudido recién.

Macarena siente cómo se le nublan los ojos de lágrimas. Sigue a los oficiales hacia las instalaciones de la polìcia dentro del aeropuerto. La hacen pasar a una oficina y la dejan esperando junto a otro oficial.

—¿Puedo hacer una llamada? —pregunta Macarena

—Afirmativo —responde el oficial

Con manos temblorosas, toma su teléfono y marca a Gonzalo para contarle lo que ha sucedido.

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