Capítulo 36: Rocky v/s Bicha
Macarena respira hondo antes de abrir la puerta del baño, sintiéndose renovada. Sin embargo, al dar el primer paso fuera de éste, se encuentra cara a cara con Anna, quien la observa con una expresión de abierta hostilidad y desprecio.
Macarena decide seguir adelante, ignorando su presencia. Sin embargo, Anna la interpela con agresividad.
—¿Quién te crees tú, mosca muerta? — le pregunta Anna con desdén, cruzándose de brazos.
Macarena se detiene y la mira con sorpresa.
— Oye, ¿qué te pasa? — responde confundida.
— Los escuché. ¿Acaso no sabes que Maxi y yo lo hicimos, tal como ustedes ahora? — le reprocha, tratando de intimidarla cerrándole el paso.
— No te interesa lo que Maxi y yo hagamos. Déjame pasar —responde manteniéndose firme, intentando calmarme, pues recuerda la promesa que le hizo a su novio.
—Claro que me interesa. No dejaré que te quedes con él —dice Anna con arrogancia, agarrando el brazo de Macarena.
Macarena frunce el ceño, incrédula ante la afirmación de Anna.
—Estás loca. Maxi es mi novio, no el tuyo. Olvídalo. Déjame pasar —ruega Macarena, intentando liberarse del agarre de Anna
Anna, sin embargo, aprieta el brazo de Macarena con más fuerza.
—¡Eres tan insignificante que él ni siquiera te había mencionado! ¿Crees que puedes competir conmigo? ¡Mírate! No sé qué te ve Maxi —comenta con desprecio.
Macarena enfurece ante la agresión de Anna.
—¡Suéltame! —exige, intentando liberarse de su agarre.
Anna arremete con más agresividad.
—¡Lo voy a recuperar, feita, que te quede claro! —amenaza.
Macarena, aunque perturbada por la violencia de Anna, se mantiene firme.
—Maxi perdió el interés en tí. Asume que fuiste una más y déjame tranquila.
Anna, llena de rabia, acorrala a Macarena contra la pared, golpeando fuertemente su espalda.
—¿Crees que él te quiere? ¿Cómo va a querer a alguien tan poca cosa como tú? — la increpa con amargura.
—Suéltame ahora o lo lamentarás —advierte Macarena seriamente, sintiendo el impulso de defenderse.
Anna, desesperada por herir a Macarena, la insulta nuevamente.
—Aparte de fea, eres machorra. ¿Quieres golpearme o correrás llorando a los brazos de Maxi? —lanza con desdén.
La ira consume a Macarena ante las palabras hirientes de Anna, y sin pensarlo dos veces, la aparta de ella de un empujón. Un sonido estruendoso resuena en el pasillo mientras su mano impacta contra el rostro de Anna en una cachetada feroz.
Anna, aturdida por el golpe, se lleva la mano a la mejilla y lanza un gruñido de dolor. Furiosa, empuja nuevamente a Macarena contra la pared con violencia. Pero Macarena, llena de rabia, se defiende y la empuja de vuelta. En ese momento, Maximiliano, que se había asomado al pasillo extrañado por la demora de Macarena, queda petrificado al presenciar la escena ante sus ojos.
— ¡Deténganse ya! —exclama, tratando de hacerse escuchar por encima del tumulto, llamándoles la atención.
Ambas se detienen abruptamente al escuchar la voz de Maximiliano, con la respiración agitada y las miradas llenas de furia dirigidas una hacia la otra.
Maximiliano se acerca a ellas con paso decidido.
—¿Qué mierda está pasando aquí? —pregunta alterado y preocupado.
Anna, todavía recuperándose del golpe, apunta acusadoramente hacia Macarena.
—¡Ella me agredió primero! ¡No puedo creer que te hayas fijado en una mujer tan violenta y descontrolada como ella! —acusa con amargura.
Macarena, indignada por las palabras de Anna, no puede contenerse.
—¡Eres una zorra mentirosa!—le replica con furia.
—¡Ya es suficiente! —exclama Maximiliano con autoridad, imponiendo su voz para poner fin al conflicto.
Ambas guardan silencio, observando a Maximiliano quien está visiblemente enfadado.
—Debes irte, Anna. Esta es mi fiesta —ordena con firmeza, dirigiendole una mirada severa.
—Pero no tengo la culpa...—trata de protestar Anna débilmente.
—No me interesa. Vete —la interrumpe Maximiliano, sin dejar espacio para discusiones.
A regañadientes, Anna se retira de la fiesta, resignada.
Macarena, agradece la intervención de su novio y trata de acercarse a él pero se detiene al notar su expresión furiosa.
—Gracias, Maxi —murmura Macarena.
Maximiliano, con la mirada irascible, se enfrenta a Macarena después de haber echado a Anna de la fiesta.
— ¡No te importan nada tus promesas! —le recrimina.
— Maxi, lo siento, pero...
— No quiero tus disculpas ahora —la interrumpe Maximiliano. — Me decepcionaste —añade, mirándola directamente a los ojos e hiriéndola con sus palabras.
Macarena siente que sus ojos se llenan de lágrimas, pero se contiene y baja la cabeza. Retrocede, dejando a Maximiliano solo con sus pensamientos.
Llega a la sala principal y todas las miradas se dirigen hacia ella. Abatida y apesadumbrada, desea abandonar la fiesta. Su amigo Gonzalo se acerca a ella.
—¿Estás bien, amiga? —pregunta preocupado—. Todos están hablando de la pelea con Anna.
Macarena lo mira y Gonzalo descifra exactamente cómo se siente.
—Ven, querida, salgamos de acá —le dice abrazándola y llevándola a la cocina, cerrando la puerta tras ingresar.
—No puedo seguir aquí —confiesa Macarena, y las lágrimas que contenía empiezan a rodar por sus mejillas.
Gonzalo le ofrece una sonrisa tranquilizadora.
—Te llevo a casa —sugiere con amabilidad y seca sus lágrimas con los pulgares.
—Discutirás con Amaro.
—Me vale, te llevo a casa de todas maneras.
—Le diré a Maxi que me voy, aunque él quería que me quedara. Bueno, si es que quiere escucharme.
—¿Por qué dices eso?
—Está furioso, nunca lo había visto así. No me quiere escuchar, yo creo que esto se terminó —responde Macarena con la voz quebrada.
—Amiga, Maxi parece un bobo cuando te mira. No se va a terminar esto porque le aforraste a esa bicha arpía que se lo merecía hace rato. Habla con él, amiga.
—No es sólo eso Gonza. Está Nueva York, ese idiota jefe suyo, la otra rubia lanzadosele a los pies... esto es mucho para mí —dice Macarena y comienza a sollozar
—Ey, tranqui. Ningún hombre, por Adonis que sea, merece que llores, es algo que ya aprendiste. Lo de Nueva York aun no pasa y por lo de la víbora, sabes perfectamente que merecía lo que le hiciste —dice Gonzalo abrazándola.
—Gonza, ni siquiera sabes lo que pasó y te pones de mi lado. Pero sí se lo merecía.
—Siempre estaré de tu lado. Que agradezca Maxi que ahora será más popular de lo que ya es —dice Gonzalo haciendo sonreír a su amiga, luego continúa—. Deberías hablar con él, amiga. Aclarar las cosas —sugiere.
—Lo intenté, Gonza, pero no quiere hablar —admite ella con pesar.
—Dale tiempo. Las cosas se calmarán —asegura Gonzalo con optimismo y agrega—. ¿Quieres que llame al galán para que le avises que te vas?
—Bueno, estaré acá —responde Macarena desanimada.
Gonzalo asiente con comprensión ante la respuesta de Macarena y sale de la cocina. Se acerca a Maximiliano con cautela, consciente de su mal humor evidente.
—Ey, colega, ¿tienes un momento? —pregunta, tratando de abordar el tema con delicadeza.
Maximiliano, con una expresión ceñuda, responde bruscamente: —Dime.
—Maca necesita hablar contigo —explica Gonzalo, tratando de transmitir la urgencia de la situación.
Maximiliano frunce el ceño con más intensidad.
—¿Y te envía a ti como mensajero o algo así? —responde con sarcasmo
Gonzalo suspira, exasperado.
—No seas idiota, se siente mal —replica—. La llevaré a casa, solo quiere despedirse.
Maximiliano se queda en silencio por un momento, pensativo. Finalmente, pregunta:
—¿Por qué se va?
Gonzalo le da una mirada obvia.
—Habla con ella, está en la cocina —sugiere.
—Ok —responde Maximiliano y se aleja de la sala.
—Gonza, ¿qué fue todo ese escándalo? —pregunta Amaro
—Un match en el Maxi-ring.
—¿Qué significa eso?
—Iré a dejar a mi amiga a su casa, eso significa.
—Gonza, no de nuevo. Pareces el novio de esa niña.
—Amaro, no me hagas repetirlo por enésima vez —responde Gonzalo molesto pues ya le ha explicado la relación fraterna que tiene con su amiga.
—Esta bien. Solo te pediré algo y no te reclamaré más —dice Amaro tejiendo su estrategia.
—¿Qué quieres?
—Dame las llaves de tu departamento —pide Amaro, —así, te espero cómodamente mientras llegas.
—Esto es una trampa, sabes que no quiero darte mis llaves.
—Pues si quieres ir a dejar a tu mejor amiga, dame las llaves.
—Ufff, qué agotador eres. Toma —dice Gonzalo cediendo ante la petición de su novio y entregándole un manojo de llaves.— Espero no arrepentirme de esto.
—Claro que no. Te estaré esperando —dice Amaro sonriendo feliz tras obtener lo que lleva meses pidiendo. Se despide de Gonzalo y se marcha.
Por otro lado, Maximiliano entra en la cocina y se encuentra con Macarena, quien está sentada con gesto abatido, sosteniendo su rostro entre las manos. Se acerca a ella con cautela y preocupación.
—Gonza me dice que te vas —comenta Maximiliano con un tono de voz más suave que antes pero aún evidenciando su malestar.
Macarena levanta la mirada para encontrarse con la de Maximiliano. Él observa aquellos bellos ojos que ahora reflejan tristeza y agotamiento.
—Sí, él me irá a dejar. No quiero estar aquí —responde Macarena con sinceridad.
—No quiero que te vayas, te ibas a quedar.
—¿Para qué me voy a quedar? Estás furioso conmigo, te daré un espacio, un tiempo o lo que necesites —responde con resignación.
La angustia se apodera de Maximiliano al escuchar las palabras de Macarena.
—Estás... estás... ¿Quieres que nos demos un tiempo? —repite, preocupado.
La cocina queda en silencio por un momento mientras ambos se miran el uno al otro.
—Maxi, está claro que nadie nos quiere juntos. Harry solo intenta separarme de tí al igual que Anna. Te irás a estudiar un año fuera de este país, es mejor que todo quede hasta aquí.
—¿De qué hablas? ¿Estás buscando una excusa para romper conmigo? Porque esto que me acabas de decir suena como una tremenda excusa —responde Maximiliano irritado.
—Todo me dice que no debemos seguir juntos.
—¿Eso es lo que quieres?—pregunta Maximiliano pero ella no contesta entonces vuelve a insistir: —Macarena, mírame y dime si quieres romper conmigo —pide obligándola a mirarlo a los ojos
—No, al menos que tú lo quieras así —declara al fin ella, dejando en claro su deseo de mantener la relación, pero también su disposición a respetar la decisión de Maximiliano si él decide lo contrario.
—Claro que no —responde él rápidamente..
—Nunca te había visto tan enojado, pensé que querías terminar esto —confiesa con sinceridad.
—Sí, estoy enojado, furioso, pero eso no impide que te siga amando —declara con firmeza, logrando que su novia se derrita por dentro.
—Maxi, lo siento, no quise arruinar la fiesta así.
—En serio me decepcionaste.
—Me siento demasiado triste, también me has decepcionado —admite Macarena con voz temblorosa. —No me escuchas, no me dejas explicarte, ni siquiera sé qué es lo que viste
—Te pedí que no te dejaras provocar por ella y me lo prometiste —repite Maximiliano con pesar. —Además, te confesé que te amaba y aún así te dio lo mismo y caíste en sus provocaciones. Luego me dices que no quieres seguir conmigo porque me voy a Nueva York cuando aún no he decidido nada —añade frustrado.
Las lágrimas resbalan por las mejillas de Macarena mientras intenta explicar lo sucedido.
—Te juro que intenté alejarme y no responderle, pero ella no me dejaba —dice con voz entrecortada, recordando. —Salí del baño y me estaba esperando afuera. Traté de irme y me tomó del brazo.
Maximiliano frunce el ceño, tratando de comprender lo que Macarena le está contando.
—¿Y por qué te estaba esperando? Eso es ilógico —comenta, confundido por la actitud de Anna.
Macarena inhala profundamente, tratando de controlar su angustia.
—Nos escuchó, Maxi — confiesa finalmente—. Ella se metió al baño y a través de la puerta nos escuchó en tu habitación. Me encaró diciendo que eso también lo había hecho contigo. Me llamó fea, poca cosa y me amenazó con recuperarte —relata, recordando las palabras de Anna.
Maximiliano asimila la información, comprendiendo lo que ha pasado.
—Lo siento, Maca. No tenía idea de que todo eso había sucedido —murmura.
—No tenías idea porque ni siquiera me escuchaste, solo te quedaste con lo que viste, que no sé qué fue —reclama Macarena.
—Las vi empujándose —comenta Maximiliano.
—Eso fue después de que le pegara una cachetada.
La confesión de Macarena deja a Maximiliano perplejo.
—¿La golpeaste? —pregunta sorprendido pero a la vez divertido, luchando por contener la risa.
Macarena asiente con seriedad, aunque una pequeña sonrisa se asoma en sus labios.
—Sí, cuando me llamó "poca cosa", me empujó contra la pared y yo me solté y le di una sonora cachetada — explica, recordando—. Pregúntale a cualquiera que estaba ahí, porque el sonido se escuchó hasta el polo norte —añade.
Maximiliano no puede contener la risa ante la imagen de Macarena abofeteando a Anna.
—Parece que te subestimé —comenta sonriendo, encontrando cierto alivio en la situación.
—No dejaré que ninguna zorra despechada venga a insultarme solo porque soy tu novia —afirma con firmeza—. Lo siento si eso te metió en líos a ti, lo lamento —continúa, expresando su pesar por cualquier inconveniente que su reacción haya causado a Maximiliano. —Intenté safarme de ella, pero no me dejaba pasar. Incluso se burló de eso diciendo que iría corriendo contigo a acusarla —explica.
Maximiliano asiente, reconociendo el esfuerzo de Macarena por mantener la compostura ante la provocación.
—No deberías disculparte por defenderte —responde con sinceridad—. Anna se pasó de la raya, y lamento que la hayas tenido que enfrentar sola —agrega.
—Lamento haber roto mi promesa y haberte decepcionado, Maxi —dice Macarena, reconociendo su error—. Yo no dejaré que nadie me menosprecie o me pase a llevar, y si esperas eso de mí y no puedo cumplirlo, entonces creo que tal vez no soy la novia que esperas —continúa, sinceramente.
—Lamento no haberte escuchado, no haberte defendido y haberte decepcionado —responde Maximiliano arrepentido—. Debería haber sido el novio que esperas también
—Maxi, yo... no espero que me defiendas, tampoco espero que cambies. Nunca te he pedido eso —responde Macarena.
—Sí, pero debí escucharte y no lo hice.
—Aún así no le creíste y la echaste.
—Te estaba agrediendo, no tranzo eso... aunque tú tampoco lo hacías mal —responde Maximiliano, regalándole una sonrisa suave.
—Lo siento, no quise meterte en problemas —Macarena baja la cabeza—. Estaba tu jefe acá y todos los de la academia vieron la escena.
—Tendrán un buen material para el chisme —responde él haciéndola sonreír.
—Lo lamento.
—Ey, ya pasó—dice él en un tono más comprensivo—. Prometo que te voy a escuchar antes de enfurecer, de ahora en adelante —añade
—No puedo prometer no agarrarme de las mechas con las zorras que te rondan, sobre todo si me buscan y me insultan —admite Macarena con franqueza.
Maximiliano no puede evitar reírse ante esa confesión.
—Está bien, Rocky, trata de que no sea en público y que no te dejen los ojos morados —responde con humor.
Macarena se une a la risa de Maximiliano, sintiéndose aliviada al verlo más relajado.
—¿Aún sigues enojado conmigo?
—No —responde él con calma, sorprendiendo a Macarena.
—¿No? Pero si estabas furioso, eras como Hulk. En serio, me asusté, no te conocía ese lado —bromea Macarena.
—Es que casi nunca me enojo, pero cuando lo hago, así soy —explica Maximiliano.
—Ok. Entonces me convertiré en Natasha para calmarte, aunque no tengo la figura ni la belleza de ella —bromea Macarena.
—De qué hablas, eres hermosa —responde Maximiliano con sinceridad, admirando a su novia con ternura.
—¿Ya te convertiste en Bruce Banner? —pregunta ella siguiendo el juego
Maximiliano ríe y asiente: —Sí —responde divertido.
—Quiero besarte — dice ella.
—¿Y desde cuándo me pides permiso?
Macarena besa a Maximiliano apasionadamente, y al separarse, él le confiesa:
—No podría estar tanto tiempo enojado contigo.
—¿No? —pregunta Macarena, curiosa.
—No. Eres muy divertida. Llamas a las mujeres que les intereso zorras, me llamas Hulk, te defiendes como guerrera y eres la persona más sincera que he conocido —dice Maximiliano, mostrando aprecio por la autenticidad de su novia.
—Te amo, Maxi. No me importan las zorras mientras no se te insinúen y no me ofendan.
—¿Crees que Anna es la única que se me insinúa? —pregunta sonriendo
—No, pero no quiero conocer a las demás. Mantente alejado de las mujeres, ya te lo dije —responde Macarena.
—Dudo que ahora se me acerquen,. O, ¿crees que no se correrá el rumor de que tengo a Black Widow como novia? —dice Maximiliano divertido.
—¡Payaso!— ríe Macarena—. ¿Sabes cuánto me importan los rumores?
—¿Menos que las pelusas de ombligo?
—Exacto.
—¿Sabes lo que más agradezco de todo? —pregunta Maximiliano.
—¿Qué?
—Que a Estefi no la dejaran venir. Hubiese tenido a Beatrix Kiddo y Natasha Romanoff reseteándole el Windows a Anna.
Macarena se ríe a carcajadas, luego lo besa, disfrutando del momento de su reconexión.
Maximiliano se deja querer, abrazando a su novia para retenerla,.
—¿Te irás a tu casa? No quiero que te vayas, en serio —expresa.
—¿Y qué me das si me quedo? —pregunta Macarena con una sonrisa traviesa.
—Mi devoción y mi cuerpo. ¿Será suficiente?—sugiere Maximiliano.
Macarena ríe y asiente con complicidad : —Absolutamente.
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