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Capítulo 34: El nuevo refugio de Estefanía

Dedicatoria: A mi hermosa amiga May que elaboró los bellos banners de mi novela y que me apoya y presta oreja para todos los chismes.

El teatro Sallens es un edificio histórico ubicado en un pasaje sin salida adoquinado, con una fachada pintada de un blanco brillante que resplandece bajo las luces de la ciudad. Los ventanales arqueados permiten entrever la luminaria del interior. Múltiples arcos de estilo neoclásico dan la bienvenida, reflejando el esplendor de una época pasada. Desde las columnas del segundo piso del edificio, cuelgan lienzos de las obras y óperas que se pueden disfrutar en el teatro; entre ellos, uno anuncia la función de la noche: "Dirty Dancing, el musical".

Macarena espera a su mejor amigo en la entrada del teatro, mientras observa absorta la visión nocturna que tiene del edificio. Gonzalo ha decidido asistir con Amaro. El noviazgo de Gonzalo y Amaro continuaba con vaivenes, pero él se esforzaba en hacer que su novio y Macarena se llevaran bien, aunque ellos no se soportaban.

—Hola, amiga —saluda Gonzalo apenas la ve, y le da un apretado abrazo—. ¿Preparada para esta experiencia orgásmica?

Macarena ríe y corresponde el abrazo. Luego se queda mirando a Amaro.

—Hola, niña —saluda Amaro luego que Gonzalo le da un codazo.

—Hola, niño —responde Macarena.

—Les voy a advertir a ambos. Una mala cara que vea entre ustedes dos, me enojaré muchísimo con ambos. Los adoro a los dos, no quiero mala onda, no quiero miradas, no quiero disgustos. Están advertidos —dice Gonzalo.

—Por mi parte no hay problema —dice Macarena tomándose del brazo de su amigo, para emprender el camino de ingreso al teatro.

—Gonza, sabes que tengo un comportamiento social acorde a la situación, no te preocupes —responde Amaro, tomando el otro brazo de Gonzalo.

Macarena ralentiza su caminar, mira por detrás de Gonzalo el rostro de Amaro; este le devuelve la mirada y ella le saca la lengua. Amaro rueda los ojos.

Al entrar al teatro, sus pies se hunden ligeramente en la alfombra roja que cubre el suelo. Arañas de cristal cuelgan del techo alto, reflejando las luces y creando destellos en todas direcciones.

Se sientan cada uno al lado de Gonzalo, con una expresión de desdén que apenas disimulan. La emoción de Macarena hace olvidar la presencia del novio de su mejor amigo. Observa a su alrededor mientras el teatro se va llenando. Los asientos, tapizados en color burdeo, están casi todos ocupados. Las luces se atenúan y el telón se abre, revelando a Maximiliano y al elenco en una espectacular coreografía.

Macarena se queda sin aliento al verlo bailar. La energía, la pasión y la destreza de Maximiliano en el escenario son hipnotizantes. Cada movimiento es preciso y cada expresión es intensa. Macarena siente cómo su corazón se hincha de orgullo.

Gonzalo, notando su emoción, le da un ligero apretón en su mano. Amaro, por otro lado, finge estar interesado en la función; su disgusto hacia Macarena es evidente.

—Amiga, lo que te está sucediendo se llama orgasmo artístico —le susurra Gonzalo, viendo el rostro maravillado de su amiga.

—Cállate, Gonza, déjame seguir disfrutando de esto —responde ella entre risas.

Al final de la función, el público aplaude y ovaciona de pie. Maximiliano y el elenco saludan. Macarena, emocionada, corre hacia el escenario. Él la ve y salta del escenario para abrazarla. Entre el elenco, Anna los observa desde lejos, con una mirada de furia. Macarena apenas le presta atención, consciente de su papel secundario en la obra.

Maximiliano, aún sin soltarla, susurra en su oído: —Gracias por creer en mí.

—Siempre —responde ella sonriendo. —¡Lo hiciste increíble!.

—Gracias, amor. Estoy tan feliz de que estuvieras aquí —responde Maximiliano, besándola apasionadamente.

Amaro los observa desde su asiento, tomando la mano de Gonzalo.

—Qué patética escena —dice con desprecio—. Esta niña cree que es la protagonista de La La Land.

—¿De qué hablas, amor? Mía y Sebastian no se quedan juntos en La La Land —lo reprende Gonzalo—. No tienes idea de películas.

—Y eso, ¿a quién le importa? —responde Amaro, y Gonzalo resopla levantándose de la butaca para reunirse con Maximiliano y Macarena.

—¡Te felicito! —exclama Gonzalo, emocionado, abrazando a Maximiliano con fuerza, mientras Amaro observa con gesto sombrío.

—Lo siento, amiga, pero debo aprovechar para acariciar a tu hombre —dice Gonzalo mientras se recuesta en el hombro de Maximiliano en un gesto teatral romántico. Macarena ríe.

Amaro se levanta de su butaca dispuesto a interrumpir la escena.

—Te vienen a controlar —dice Maximiliano viendo que Amaro se acerca. Gonzalo se aparta de Maximiliano pero entrelaza su mano con la de él, de manera juguetona.

—¿No me presentarás? —pregunta Amaro viendo a su novio de la mano con otro hombre.

—Amaro, este es mi crush, Maximiliano —dice Gonzalo mientras Macarena y Maximiliano se ríen.

—Un gusto, Amaro —saluda Maximiliano, ofreciéndole la mano para estrecharla, pero Amaro no devuelve el gesto. Gonzalo toma la mano de Amaro y la junta con la de Maximiliano.

—Hola, soy Amaro, el novio de Gonza —dice Gonzalo, imitando la voz de Amaro—. No me atrevo a admitir que eres demasiado guapo y que estoy muerto de celos de un hetero.

—Te espero afuera, necesito tomar aire fresco —dice Amaro a Gonzalo y, sin despedirse de los demás, se marcha.

—El señor simpatía abandona el edificio —dice Macarena.

—Amor, estaba celoso, no te burles —pide Maximiliano.

—Él está celoso hasta del aire que respira y el suelo que pisa Gonza, es patético —dice Macarena.

—Creo que ahora me toca burlarme, porque siento el sonido del cascabel de una serpiente acercándose —dice Gonzalo, haciendo un gesto a Macarena para señalar que Anna se acerca hacia ellos.

—¡Maxi! —dice Anna, abrazándolo por la espalda.

—Anna —responde Maximiliano, soltándose de su abrazo. Macarena le da una mirada asesina y luego mira a su amigo, que se divierte con la escena.

—¿Vamos a celebrar? —pregunta Anna, poniéndose frente a él.

—No puedo, estoy con mi amigo y mi novia —responde Maximiliano de manera natural—. Anna, él es mi amigo Gonzalo y ella es Maca, mi novia —los presenta. Ambas se matan con la mirada—. Ella es Anna...

—La bailarina del elenco secundario que no aparecía casi nada en la obra —dice Macarena interrumpiendo la presentación.

—Y tú, ¿desde cuándo tienes novia? —pregunta Anna con desdén, ignorando a Macarena.

—Después de que estuvo contigo, si es eso lo que quieres saber —responde Macarena, irritada. Maximiliano le toma la mano y le da un ligero apretón. Macarena lo mira y él le hace un gesto pidiendo que no le siga el juego.

—Anna, estoy ocupado. Diviértete en la celebración con el elenco, yo tengo mi celebración privada —dice Maximiliano, guiñandole un ojo y abrazando a Macarena.

—Nos vemos entonces —responde Anna, —adiós—. Y se marcha frustrada, dejando su estela de celos en el aire.

—Y, ¿ahora quien está celosa de hasta el aire que respira el novio? —se burla Gonzalo de su amiga, mientras ella lo empuja por los hombros. Maximiliano sonríe y les pide que lo esperen un momento mientras se retira hacia los vestuarios.

—Eres odioso —dice Macarena

—Si, pero me amas —responde Gonzalo

Ambos amigos esperan a que Maximiliano vaya por sus cosas para reunirse con él e ir a celebrar, junto a Amaro, al Bar Paraíso como de costumbre.

Los días pasaban rápidamente y la fecha del viaje de Maximiliano a Nueva York estaba cada vez más cerca. El teatro Sallens había sido testigo de una gran presentación antes de viajar hacia Broadway, a rendir la prueba de talento y probar suerte.

Para Maximiliano, cada día estaba lleno de adrenalina, preparándose para el desafío de su vida. Macarena lo acompañaba mientras él ensayaba hasta tarde y hacía los arreglos finales para su partida.

A los ojos de Macarena, Maximiliano parecía ahora más luminoso y maduro. Saber que pronto su novio estaría persiguiendo sus sueños más grandes le dejaba una sensación agridulce en el corazón.

Antes de partir, Maximiliano encomienda a Macarena una misión especial: cuidar de Estefanía durante su ausencia. Aunque Macarena señala que Estefanía ya no era una niña, la urgencia de su novio por protegerla y la angustia de estar lejos para cumplir con esta responsabilidad hacen que Macarena prometa estar siempre allí para ella.

Conversan sobre este compromiso la noche antes de partir.

—Ella puede ser un poco... traviesa, a veces. Y como no estaré para contener su exuberante energía, temo que haga tonterías —dice Maximiliano con preocupación.

—Maxi, Estefi no es una niña —responde Macarena con una sonrisa tranquilizadora—. Pero si es importante para tí, yo estaré para ella. La cuidaré como si fuese mi hermana.

—Le enviaré tu número de teléfono en caso de emergencias —dice Maximiliano

—Claro, dile que me llame a cualquier hora —responde ella, buscando tranquilizarlo

—Gracias, amor. Sabía que podía contar contigo —Maximiliano la abraza con fuerza y la besa apasionadamente.

—Te voy a extrañar tanto —dice Macarena, sintiendo las lágrimas acumulándose en sus ojos.

—Yo también, amor. Pero esto es solo una pausa —responde él, acariciando su rostro con ternura.

Finalmente, el momento de la despedida llega. Maximiliano toma su equipaje y se dirige a la puerta de embarque. Se gira una última vez para mirar a Macarena que lo despide con afecto.

Mientras Macarena se dirige a su casa, su teléfono suena con mensaje de texto:

Maxi: Ya te extraño. Nos vemos pronto.

Macarena Sonríe y responde

Maca: Éxito. Te extraño igual. Cuídate mucho

Macarena había tenido un día agotador. Era viernes de esa semana infernal en la que su novio estaba a cientos de kilómetros de distancia y lo había extrañado tanto que contaba las horas para su regreso. Después de un largo día, toma un baño relajante y se prepara para la videollamada habitual con Maximiliano, que se supone sería corta pero dura más de dos horas. Maximiliano le contaba emocionado todo sobre Nueva York. Harry, lo había alojado en su loft en el centro de la ciudad, lo que le permitía moverse fácilmente a pie por todos lados. Además, ya había rendido la prueba de talento y solo le faltaba firmar unos documentos en la academia antes de regresar a casa junto a Macarena.

Después de la larga videollamada, Macarena se va a la cama tarde, exhausta pero feliz por haber podido hablar con Maximiliano. Se queda profundamente dormida hasta que su teléfono comienza a sonar insistentemente. Trata de contestar, pero la llamada se corta abruptamente. Al revisar la hora, ve que eran las cinco de la madrugada. Desliza el dedo para ver quién la había llamado y en ese momento su teléfono suena nuevamente con una llamada entrante, mostrando el nombre "Estefi" en la pantalla.

Al teléfono

—¿Estefi? —contesta somnolienta.

—Cuñis... —se escucha sollozar al otro lado del auricular.

—Estefi, ¿qué te pasa? ¿Pasó algo en tu casa? ¿Por qué lloras?

—Maca... —Estefanía sorbe su nariz—. ¿Crees que pueda quedarme en tu casa?

—Estefi, ¿dónde estás?

—En la estación de autobuses, acá en la ciudad.

—Espérame, no te muevas. Iré a buscarte.

—Maca, no le digas a Maxi, por favor.

—Bien, pero no te muevas de ahí.

Macarena toma su auto y se dirige hacia la estación de autobuses. Encuentra a Estefanía con una mochila, temblando de frío y con el maquillaje corrido por las lágrimas.

—Estefi... —murmura Macarena, acercándose..

—¡Maca! —exclama Estefanía, lanzándose a sus brazos y llorando desconsoladamente.

—Tranquila, Estefi, estoy aquí ahora —dice Macarena, acariciando su cabello con ternura.

—Maca, no tenía a dónde ir —solloza Estefanía.

—Estefi, ¿qué pasó?

—¿Puedo quedarme en tu casa?

—Sí, claro, pero primero necesito que te calmes y me cuentes qué sucedió. Estoy muy preocupada. ¿Algo ocurrió en tu casa? —pregunta Macarena con gentileza mientras se dirigen hacia el auto.

Estefanía solo niega con la cabeza y sube al auto de Macarena. Durante el trayecto de regreso, el silencio se interrumpe ocasionalmente por sollozos apagados de Estefanía. Macarena respeta su espacio, pero no puede evitar sentir preocupación por lo que podría haber pasado.

Suben al departamento de Macarena, y al ingresar, Michu, maúlla iluminando el rostro de Estefanía.

—Qué lindo gatito tienes, Maca.

—Es gatita, se llama Michu.

—¿La puedo acariciar?

—Ve si te deja, a veces no le gustan los desconocidos.

Michu parece tener una debilidad especial por los hermanos Fuentealba y se deja acariciar sin problemas.

Estefanía toma asiento y Macarena se sienta a su lado, ofreciéndole una taza de té.

—¿Quieres contarme qué pasó o prefieres solo un abrazo? —le pregunta Macarena con cariño.

—Oh, cuñis, eres tan comprensiva. A veces desearía que mi hermana Laura fuera como tú —dice Estefanía con un suspiro.

—Digamos que ahora somos hermanas por un rato —responde Macarena con una sonrisa tranquilizadora.

—Estoy saliendo con un chico, se llama Noah— comienza su relato Estefanía mirando fijamente su taza.

—Ya, ¿y pasó algo con él?

—Lo vi drogándose.

—¿Y no sabías que se drogaba?

—No lo sabía. Pero anoche, en una fiesta aquí en la ciudad, él me presentó a sus amigos. Todos estaban drogándose, Maca, y yo... Mi papá siempre nos ha advertido sobre eso. Noah trató de obligarme a probar cocaína y quería que tomara una especie de píldora con alcohol. Me insultó porque me negué. Me llamó una niña mimada y tonta —dice Estefanía, con lágrimas resbalando por sus mejillas—. Luego me pidió que me fuera, me dejó sola y no sabía cómo regresar a casa. No suelo salir sola, y mucho menos conozco esta ciudad

—Estefi, ¿te hicieron algo? —pregunta Macarena, con el corazón encogido por la angustia.

—Dos tipos me siguieron. No sé de dónde salieron. Me acorralaron en una esquina y... me tocaron. Tuve tanto miedo. Noah apareció y peleó con ellos. Estaba drogado y terminaron hiriéndolo, pero se fueron sin hacerme más daño. Después, los amigos de Noah se lo llevaron y me dejaron en la estación de autobuses para que regresara a casa. Pero no tengo dinero ni ánimo para volver. Me siento... sucia, Maca —dice Estefanía entre sollozos—. Si Maxi se entera, se enojará mucho. No sabes cómo es. Se enfadará si descubre que vine a la ciudad con un chico que no conoce, y que me pasó todo esto.

—¿No saben en tu casa que estás en la ciudad?

—No. Se supone que estoy durmiendo plácidamente.

—Estefi, debes avisarles. Les darás un susto.

—No quiero. Me regañarán y me castigarán. Estoy tan harta de estar amarrada en esa casa como niña pequeña.

—Estefi, cálmate. Mira, te voy a proponer algo. Puedes darte un baño, así no te sientes tan sucia. Te presto un pijama y duermes aquí. Son las 7 de la mañana y no has dormido nada.

—¿En serio puedo quedarme aquí?

—Sí, puedes. Pero debo avisarle a tu hermano. Apenas sepan en tu casa que no estás, lo llamarán y lo culparán a él. ¿Sabes la angustia que le dará no saber dónde estás?

Estefanía comienza a llorar nuevamente.

—Tranquila. Cuando descanses y te sientas mejor, habla con él. Yo iré preparando el terreno. No le mientas a Maxi. Él te quiere mucho y aunque se enoje, al final te entenderá.

—Ay, cuñis, eres increíble.

—Solo estoy actuando como una hermana debería.

—Eres la mejor cuñis que podría tener —dice Estefanía, abrazándola.

Estefanía se da un baño y se recuesta, durmiendo al instante.

Macarena se siente nerviosa mientras sostiene el teléfono para llamar a Maximiliano. Sabe lo importante que es para él proteger a Estefanía.Después de respirar profundamente varias veces, finalmente marca el número de Maximiliano. El corazón le late con fuerza mientras esperaba que contestara.

Al teléfono:

—Hola, amor —dice Maximiliano con entusiasmo.

—Hola, Maxi —responde Macarena, intentando sonar calmada a pesar de los nervios que sentía.

—¿Todo bien? Te escucho un poco extraña.

Macarena decide ir directo al grano, sabiendo que posponerlo solo complicaría las cosas más adelante.

—Maxi. Estefi está aquí conmigo.

Hay un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Maximiliano responda, claramente confundido.

—¿Estefi está contigo? ¿Qué pasó? ¿Está bien?

—Maxi, no te preocupes, Estefi está bien ahora. Pero anoche pasó por una situación complicada. Se sintió atrapada y asustada, y decidió venir a la ciudad para escapar de todo. La encontré en la estación de autobuses temprano esta mañana.

—¡¿Qué?!

—Calma Maxi. Ella está aquí, segura conmigo. Necesitaba descansar y calmarse.

Maximiliano se queda en silencio por un momento, procesando la información.

—¿Pasó algo grave?

—Maxi, ella está bien ahora. No quería volver a su casa. ¿Puedes avisar que está conmigo?

—Maca, pero ¿qué pasó realmente? ¿Por qué estaba tan asustada? ¿Por qué huyó de casa de nuevo?

Macarena explica detalladamente lo que Estefanía le había contado sobre la fiesta, Noah y la situación con los hombres en la calle. Maximiliano escucha en silencio, preocupado por su hermana.

—¡Maldita sea! ¡Mataré a ese infeliz de Noah! Por eso Estefi no quería que supiera quién era ese idiota. Estefi es una niña, ¡Dios!

—Maxi, cálmate. A Estefi afortunadamente no le pasó nada. No es una niña, no se deja influenciar y tiene mucho carácter. Deberías estar orgulloso de ella.

Maximiliano suspira

—Amor, no sabes lo angustiado que estoy, disculpa, tú no tienes la culpa.

—Pero estoy aquí para cuidarla, como te lo prometí.

—Gracias, amor, por estar ahí para ella—. Al otro lado del auricular Maximiliano camina intranquilo mientras sostiene el teléfono.

—Avísale a tu papá que está conmigo. Dile que la invité a mi departamento a ver una película y ella pensó que no le darían permiso y se escapó.

—¿Ahora le cubres la espalda a mi hermana?

—Obvio, no quiero que la regañen y estoy cumpliendo el rol que hacías tú acá. ¿O acaso tú no le cubres siempre sus travesuras?

Maximiliano ríe, un tanto más aliviado

—Eres increíble, amor. Te extraño tanto.

—Yo también.

—Ya queda menos para volver a vernos. Por favor, dile a Estefi que apenas se sienta mejor me llame y que no la regañaré.

—Bueno, amor. Ahora está durmiendo —dice Macarena asomándose a la habitación viendo como Estefanía duerme tranquila.

—¿Amor? Es la primera vez que me llamas amor.

—Debe ser porque te extraño demasiado.

—¿O porque tuvimos sexting hace unas horas?

Macarena rie

—Sí, también por eso.

—Gracias por cuidar a mi hermanita, no sabes lo que esto significa para mí.

—No es nada, amor. Iré a descansar también.

—Está bien. Hablamos más tarde.

—Bye.

—Bye.

Macarena suspira aliviada después de colgar. Sabía que había tomado la decisión correcta al contarle a Maximiliano sobre Estefanía. Ahora solo quedaba esperar que ella se recuperara, conversara con Maximiliano y solucionara este embrollo, y el la convenciera de retornar a su casa.

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