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Capítulo 32: Michu


Macarena estaciona su auto en su edificio y sube con Maximiliano por primera vez a su departamento. Sus manos entrelazadas se sienten cálidas y confortables. Esperan el asesor, Maximiliano está callado pero cuando cruzan las miradas le sonríe, como si ella fuera una guía turística y su edificio, un monumento a la humanidad.

Se abren las puertas y Macarena marca el piso 12. Mira de reojo a través del espejo del ascensor la figura esbelta de Maximiliano. El lo nota, vuelve a sonreír y en un rápido movimiento la envuelve con sus brazos, acerca su nariz a su cabello y lo huele. El aroma de su reciente novia es embriagador. Acaricia su mejilla. No hay palabras entre ellos, solo gestos. El ascensor suena cuando ha llegado a su destino, Macarena desciende y guía a Maximiliano hacia el departamento 1202.

El suave maullido de Michu le da la bienvenida a Macarena al abrir la puerta de su departamento. Ella suelta la mano de Maximiliano y toma en brazos a su mascota, le acaricia las orejas y la deja en el suelo nuevamente. Maximiliano la observa con ternura y Michu se acerca a sus piernas, pasa por entre ellas y se acicala en sus zapatillas, se recuesta, maúlla y muestra su barriga a Maximiliano

—Oye gata descarada. Apenas lo conoces y ya te entregas a él— la reprende Macarena viendo el gesto de sumisión que Michu le da a Maximiliano.

—No sería la primera —responde Maximiliano entre risas y se agacha para acariciar a la gatita.

—¡Tonto! — le dice Macarena riendo. —Ven, te haré un Tour.

Toma a Michu en brazos pero ella se acerca a Maximiliano y maúlla.

—Quiere que la lleves, se ha enamorado de ti— le dice Macarena

—Sabía que mi encanto trascendía las especies— bromea Maximiliano. —Pero no sé cómo se toman a los gatos, nunca tuve uno— agrega algo nervioso

—Haz cómo si fuera un bebé— responde Macarena sonriendo y Maximiliano toma a Michu y la acomoda en su antebrazo, acaricia sus orejas y la gatita ronronea.

—Ves, fácil. Al igual que está descarada —dice Macarena apuntando a Michu y Maximiliano ríe.

Macarena le muestra su amplio departamento.La terraza, su biblioteca, su filmoteca y su amada sala con el sofá cómodo donde lee y chismea con Gonzalo. La cocina y luego la habitación.

—Es muy acogedor acá y está lleno de ti —comenta Maximiliano mirando por el ventanal de la habitación

—No se a lo que te refieres, pero si, es muy acogedor. Mi Nona me dejó este departamento y yo traté de decorarlo como más me gusta.

—Tienes una biblioteca y una filmoteca, cuadros de cine, plantas y está habitación tiene tu aroma—. Maximiliano deja a Michu en el suelo y camina hacia su novia. —Pero debo probar algo —dice y de improviso toma a Macarena en brazos recostándola en la cama. —Quiero saber que tan sonora es tu cama —. Le da un beso tan embriagador que Macarena siente que se funde en sus labios. Luego suelta el beso y comienza a besar su cuello. —Me encanta tu aroma y que todo huela a ti —le susurra.

—Maxi, yo también quiero pero llegará el veterinario —dice Macarena

—A qué hora?- responde Maximiliano aún besándole el cuello

—Dijo que antes de las 4

—Son las 2, tenemos dos horas —responde él y de un ágil movimiento saca su camiseta dejándola en brasier. El timbre del departamento suena.

—¡Maldición! ¿Será un karma este deja vú? —reclama Maximiliano.

Macarena se levanta, se viste y va hacia la puerta dejando a su novio en su habitación.

Maximiliano se sienta en la cama y observa todo lo que hay en la habitación. Se siente tan cómodo estar ahí, es tranquilo. Se levanta y observa hacia el televisor.

Bajo este hay una repisa con varios cuadros de fotos. En ellas se ven a una abuela y una niña en un escenario abrazadas. En otra, a Macarena adolescente abrazando a su abuela por la espalda en un sofá. Hay otra de Michu bebé siendo besada por Macarena en la nariz. Maximiliano sonríe.

Bajo las fotos hay una colección de libros relacionados con películas, biografías y literatura antigua. Maximiliano escucha una voz masculina en la sala del departamento y sale de la habitación.

—Michu se escondió, no la encuentro por ningún lado —dice Macarena al veterinario, que había adelantado sin aviso su visita y esperaba en la sala

—Hola, soy Maximiliano —dice saludando al veterinario cuando este lo ve ingresando a la sala. Macarena los deja para ir por Michu a su habitación.

—Hola, soy Angelo —saluda

—¿Eres el veterinario? — pregunta Maximiliano examinándolo con desconfianza.

—Si. ¿Tú quién eres? —pregunta Angelo a la defensiva tras el escudriño de Maximiliano

—Soy el novio —dice Maximiliano y extiende la mano para saludarlo formal y seriamente —Parece que estabas ansioso por ver a Michu, te adelantaste en dos horas —agrega irónicamente

—¡Ey novio!, ayúdame a buscar a Michu —bromea Macarena saliendo de su habitación y percibiendo la tensión en la sala.

Maximiliano suelta la mirada que le daba a Angelo y va a la habitación de Macarena. Vuelve enseguida y trae a Michu en brazos.

—!¡Qué rapidez! —exclama Macarena —¿Dónde estaba?

—La ví esconderse detrás del televisor — dice Maximiliano entregándole a Michu en brazos, luego abraza a Macarena por detrás y le dice cerca del oído: —Voy a explorar tu cocina —besa su cuello y mira fijamente a Angelo antes de soltarla y dejarlos charlar.

Angelo examina a Michu y comparte algunas bromas con Macarena, mientras ella ríe y conversa animadamente. Mientras tanto, Maximiliano observa la escena desde la cocina, cortando tomates en rodajas y aparentando desinterés por la conversación.

Luego de colocar las vacunas de rutina a Michu, Angelo guarda sus cosas y la conversación sigue fluyendo entre él y Macarena. Michu huye y se cobija en las piernas de Maximiliano. El continúa cocinando unas papas asadas, mirando de reojo la conversación. Macarena acompaña a la puerta a Angelo, él se despide de ella y la abraza. Maximiliano siente que un calor sube desde su estómago hacia su rostro.

—Adiós novio —Se despide Angelo de manera burlona cuando se retira.

—Adiós veterinario — responde Maximiliano con tono sarcástico.

Macarena cierra la puerta y va hacia la cocina, abraza a Maximiliano por detrás

—Que rico aroma, ¿que preparaste? —pregunta curiosa

—Veterinario a las brasas —responde Maximiliano seriamente

—¡¿Qué?! — exclama Macarena riendo

—Le gustas a tu veterinario —dice Maximiliano sin dejar de cocinar y sin mirar a Macarena. Ella guarda silencio, toma a Michu en brazos y le habla pidiéndole perdón por haberle causado dolor con las vacunas.

—Maxi, ¿te enojaste? —pregunta Macarena tratando de ver el rostro de su novio quién está sumamente concentrado en la cocina

—Le gustas y lo sabes —dice él sin devolverle la mirada, siguiendo su labor.

—¡Maxi! También le gustas a muchas mujeres.

Maximiliano guarda silencio y continúa su afán. Limpia la cocina y lava lo que utilizó. Luego se sienta junto a la mesa del comedor.

—Estará listo en 15 minutos — dice seriamente

—!Ey!. Dime lo que te molesta. Regla uno, honestidad — pide Macarena sentándose frente a él, al otro lado de la mesa.

—Maca, me siento descolocado.

—¿Por qué?

—Porque te quiero para mí, no quiero que nadie te abrace ni que te haga reír, siento deseos de pegarle al veterinario y borrarle su estúpida sonrisa. Es algo que no puedo dominar. Sé que sabes que le gustas y aún así lo recibes y eso me descoloca— dice sinceramente Maximiliano. —¿Tuviste algo que ver con ese tipo?

—Maxi, Angelo y yo salimos, pero no resultó. No fuimos novios ni nada, pero quedamos de amigos, no pasó nada más.

—Bien —dice Maximiliano nada convencido.

—¿Qué pasó con la supermodelo?—pregunta repentinamente Macarena.

—¿Qué? ¿Qué tiene que ver?

—Respóndeme.

—Salí con ella, esa noche que me viste, solo esa noche ... Maca me siento incómodo hablando de esto.

—¿Ves? Es incómodo. Maxi, hagamos algo. No hablemos de relaciones pasadas, ninguno de los dos, nunca, jamás.

—De acuerdo — dice Maximiliano extendiendo la mano para cerrar el acuerdo y sonriendo al fin.

—Estoy enamorada de ti, de nadie más — confiesa Macarena con ternura entrelazando sus manos.

Maximiliano se levanta de su silla y se acerca a ella con una sonrisa suave

—No me lo habías dicho así — le dice acariciando su mejilla. Ella se pone de pie y lo besa tiernamente. Michu trepa a la mesa y maulla. Ambos se giran a verla y comparten risas.

—Además Michu te adoró desde que entraste acá, eso es novedoso. Es arisca con las visitas.

—Michu sabe quién es su papá —dice Maximiliano, provocando que Macarena se derritiera de ternura. —Y sabe que quiero desnudar a su mamá ahora mismo.

Toma a Macarena en brazos, llevándola como un saco sobre su hombro hacia la habitación. Macarena no puede parar de reír.

—Maxi, se quemará lo que dejaste en el horno —le dice entre risas.

—Te quemarás tú cuando acabe contigo —responde él, haciéndola reír aún más. Apenas llega a su habitación, la baja suavemente, depositándola en la cama.

Se inclina sobre ella y, mirándola fijamente susurra sobre sus labios—: Te deseo y te haré gemir mi nombre para que todos tus vecinos sepan que soy tu novio.

Macarena siente un calor intenso en la entrepierna. Las palabras seductoras de Maximiliano recorren su médula espinal, provocándole escalofríos.

—Mmm, piel erizada —murmura él en su oído, acariciando sus brazos y deslizando las manos hacia su cintura. Sus manos bajan por su vientre, apartando el pantalón y las bragas—. Mmm, novia húmeda — vuelve a susurrar.

Maximiliano mete sus dedos en el interior de Macarena, arrancándole un jadeo. Luego los saca, sube su mano y mete uno de ellos en su boca, saboreándolo.

—Este condimento le hace falta a mi plato gourmet —dice, y Macarena ríe. —Iré a apagar el horno —añade, poniéndose de pie rápidamente y dejándola ardiente.

—Maxi, ¡no me dejes así, te arrepentirás! —exclama desde la cama.

Maximiliano vuelve al minuto.

—Jamás te dejaría con las ganas —dice quitándose la camiseta y recostándose encima de ella.

Macarena lo besa, recorriendo su espalda desnuda y rozando cada detalle. Maximiliano desliza sus manos con deseo por toda su silueta, quitándole la camiseta y el brasier. Sentir piel contra piel, era algo que habían deseado durante semanas.

Macarena se incorpora, sorprendiendo a Maximiliano al girarse y posicionarse encima de él. Él sonrie y toma sus pechos mientras ella se inclina para besarlo, comenzando por el cuello y bajando por el pecho hasta la cintura. Desabrocha su pantalón y baja la cremallera, pero ahora es él quien se incorpora y cae encima de ella, provocando la risa de ambos.

—No ganarás —le dice ella.

—Claro que sí —responde Maximiliano, comenzando a succionar sus pezones lentamente, haciendo que ella exhale jadeos cada vez más intensos.

—Maxi, quítame los pantalones.

—No —responde él, jugueteando y pasando su lengua por su pecho desnudo.

Macarena se incorpora y suelta un gemido cuando Maximiliano tira con su boca de uno de sus pezones

—Te dije que me quites los pantalones —Lo empuja, rueda y cae nuevamente encima de él, sintiendo su erección incrustada en su entrepierna a través de la ropa. Entonces, Macarena se sienta encima de él y comienza a moverse provocativamente rozando su erección, tomando su cabello con una mano, inclinando la cabeza hacia atrás y jadeando con cada roce.

—¡Dios, Macarena! —dice Maximiliano, quien con destreza y posesión la toma de la cintura, la eleva en el aire y le quita los pantalones, dejándola desnuda. Luego se deshace de los suyos, besándola apasionadamente.

—Pagarás por esa provocación —dice Maximiliano posicionándose encima de ella.

—Hazme pagar, necesito sufrir —le susurra ella.

Maximiliano gruñe, abriéndole las piernas y embistiéndola de manera candente y violenta.

—Estás tan húmeda —gruñe nuevamente en su oído.

—Maxi, ponte condón —dice ella, interrumpiendo el momento.

—¿Qué? —pregunta él, dejando de embestirla.

—Que no quiero sin condón.

—¿Por qué?

—Porque has abierto muchas piernas en tu vida.

—¡Maca! ¿Cómo arruinas un momento así? —exclama Maximiliano, molesto.

—No lo arruino.

—No he estado con nadie desde que...

—¿Desde la supermodelo? —interrumpe Macarena.

—¡Mierda! ¿Siempre me reprocharás eso? —Él se levanta de la cama y sale de la habitación. Macarena se queda sentada, abre el cajón de su mesa de noche y saca un preservativo. No estaba dispuesta a ceder ni a perder una ocasión para reconciliarse así con Maximiliano.

Sale de su habitación y lo ve desnudo, sentado en una silla con la cabeza entre las manos, apoyando los brazos en la mesa. Se acerca y lo abraza por la espalda, comenzando a besarle el cuello.

—Maxi, no saldrá más el tema. Al menos no de mi parte. Solo quiero que nos cuidemos, nada más.

Maximiliano levanta la cabeza y se gira hacia ella. Ambos se abrazan.

—¿Me pedirás un test de ELISA o algo así para poder acostarme contigo como tu novio?

—Eso es una buena opción —dice Macarena acariciando su cabello—, pero por ahora, esto —añade, mostrándole el preservativo.

—¿Sabes que jamás te haría daño? ¿Sabes lo que esperé para tenerte conmigo y tú, en vez de disfrutarlo, me cuestionas la cantidad de piernas que he abierto?

—Lo siento, Maxi. Soy complicada, te lo advertí.

Maximiliano la recorre con la mirada desde el rostro hasta el vientre y luego vuelve a mirarla a los ojos.

—Te quitaré toda la complicación follándote todo el día —le dice, besándola desesperadamente.

Se pone de pie, la toma en brazos, la gira y la sube a la mesa. Besa sus pechos, y Macarena se retuerce nuevamente de placer mientras él mete sus dedos en su interior, arrancándole el primer gemido.

—¿Sigues complicada? —le pregunta

—Sí —suelta en un jadeo, y Maximiliano vuelve a mover sus dedos, usando su pulgar en la posición que sabe que a ella le gustaba.

—Maxi, te quiero sentir dentro de mí —suplica Macarena.

Con una mirada penetrante, se coloca el preservativo, la recuesta parcialmente sobre la mesa, elevando sus piernas para acomodarse mejor. La embiste con rapidez y fuerza, sintiendo el calor y la humedad que lo envuelve.

Con cada movimiento profundo y rítmico el placer aumenta, sincronizando sus jadeos con los de ella.

Macarena se deshace en gemidos, sus manos se aferran al borde de la mesa para mantener el equilibrio. Cada embestida los lleva más alto, la tensión en sus músculos alcanza su punto máximo cuando finalmente llegan juntos al clímax, compartiendo un momento de conexión sincrónica.

Ambos se miran con la respiración agitada. Sonríen. Michu sube a la mesa, maulla mirando el rostro sudoroso y enrojecido de ambos, provocandoles una carcajada.

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