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Capítulo 24: Rubia Supermodelo


Los días pasaban sin un cambio significativo en la escasa comunicación entre Maximiliano y Macarena. La noche de la esperada gala para el estreno de la obra finalmente llega, y Maximiliano opta por mantener discreción respecto a este evento. Asume que Macarena se ha dado cuenta de su distanciamiento, aunque no puede evitar sentir la necesidad de aclarar las cosas con ella.

Decide dejar de lado las barreras de los coquetos intentos de Anna por acercarse a él, y asiste al evento con ella. En su interior, busca manejar sus propias dudas y encontrar distracciones en medio de la gala.

Mientras se sumerge en el ambiente festivo, su mente divaga.

«¿Por qué me haces sentir así?» se pregunta en silencio, mientras la burbujeante copa de champagne de bienvenida reposa en sus manos. Era una pregunta que le perseguía desde hacía días, una inquietud que se había convertido en un constante eco en su mente. No entendía cómo Macarena tenía el poder de alterar su mundo de esa manera. Era una sensación desconcertante y abrumadora

Mientras la luz de los flashes de la prensa de espectáculos lo rodeaba y las sonrisas falsas se dibujaban en los rostros a su alrededor, Maximiliano se sentía atrapado. En medio de todo el glamour y la pompa de la gala, solo podía pensar en la angustia de no saber cómo lidiar con una sola persona.

Entonces toma su teléfono y decide enviarle un mensaje, tratando de romper el hielo que había crecido entre ellos. Escribe las palabras con cuidado pero cuando mira el mensaje completo en la pantalla de su teléfono, un repentino temor se apodera de él.

«Me lo prometí», recuerda con amargura.

Había jurado protegerse, construir muros alrededor de su corazón para evitar cualquier tipo de dolor. Mantenerse alejado de ella para protegerse a sí mismo era lo que debía hacer. Con un gesto rápido, borra el mensaje, volviendo a sumirse en su confusión.

—Guapo, ¿qué haces?– lo interrumpe la voz de Anna

—Solo reviso la hora— responde Maximiliano, esforzándose por ocultar su verdadera preocupación.

—¿Recién llegamos y ya te quieres ir?

—Claro que no. Iré a saludar a Harry, dame unos minutos

Maximiliano se dirige hacia donde está Harry, sorteando elegantemente entre los grupos de personas que conversan animadamente

—¡Max! ¡Qué elegancia! —exclama Harry con entusiasmo al verlo, levantando una copa de champán en su dirección.

Maximiliano le devuelve la sonrisa y se acerca para estrecharle la mano.

—La gala lo amerita —responde Maximiliano con una sonrisa.

—Esta noche es tuya, Max, eres la estrella.

—Si tú lo dices —contesta Max modestamente.

—Ey, ¿qué es esa actitud? Eres un ganador, por algo eres mi amigo. Parece que no estuvieras disfrutando de esto ni de tu exquisita compañía —comenta Harry, dirigiendo la mirada hacia Anna.

Maximiliano suspira, sintiéndose momentáneamente abrumado por los pensamientos que lo han estado acosando durante la noche. Sin embargo, decide no ahondar en esos sentimientos frente a su amigo

—Te quiero presentar con unos productores, son influyentes Max— insiste Harry. —Necesito que cambies esa actitud. Veré si puedo convencerte de ir conmigo a Nueva York una vez que hables con ellos.

—Está bien. Cambio de actitud en 3, 2, 1.

—¡Así se habla, Max! Ven conmigo.

Maximiliano se sumerge en una conversación intensa con los productores. A medida que la charla avanza, siente la emoción de una posible oportunidad en Nueva York crecer en su interior.

Sin embargo, antes de que puedan finalizar la conversación, la voz de Anna lo interrumpe, atrayendo la atención con su presencia.

—Hola—saluda Anna con una sonrisa mientras se acerca a la mesa donde esta sentado Maximiliano—. ¿Puedo unirme a ustedes?

Maximiliano levanta la vista hacia ella, sin perder su habitual aplomo.

— Anna. Por supuesto, te presento —responde, poniéndose de pie ofreciéndole la silla frente a él realizando las presentaciones pertinentes, continúa la charla

La noche transcurre tranquila y glamurosamente, con Anna intentando captar la atención de Maximiliano con halagos y coqueteos

—Maxi, no puedo evitar notar lo irresistible que te ves esta noche —comenta Anna, pasando una mano por su cabello

Maximiliano sonríe ante el halago —Tú también luces deslumbrante —responde cortésmente

—Somos la pareja más popular y bella de la noche, ¿te has dado cuenta? —menciona Anna, buscando su aprobación.

—Sí, me había dado cuenta. Siempre soy popular y bello, ¿no es así? —responde con una ligera broma, pero sin dejar de notar la mirada intensa de Anna sobre él.

—Eso es cierto. Somos el uno para el otro —agrega Anna, manteniendo su mirada fija en la de Maximiliano.

—¿Qué pretendes? —pregunta Maximiliano, notando el cambio en el tono de la conversación.

—Dímelo tú, me pediste ser tu pareja esta noche —dice, desviando su mirada hacia los labios de Maximiliano de manera sugerente.

—Sería un idiota si no te hubiese pedido eso —responde Maximiliano con una sonrisa haciendo que los ojos de Anna brillen con satisfacción.

Ella se inclina hacia él y le susurra al oído con una voz suave y sugerente.

—Sé que estás ocupado esta noche, pero ¿te gustaría tomarte un descanso y acompañarme a dar un paseo por el jardín? —propone

—Me encantaría —afirma, sucumbiendo a la tentación que representa Anna.

Anna devuelve la sonrisa triunfante y toma su mano con delicadeza, guiándolo fuera del bullicio de la gala hacia el frescor del jardín.

Él la sigue, admirando la figura radiante de Anna en su vestido gris que resalta sus curvas, con un escote pronunciado en su espalda, que deja al descubierto su piel sedosa.

El deseo ardiente que despierta Anna en Maximiliano es innegable. Sin embargo, a pesar de su belleza, Anna no es Macarena.

«Sal de mi cabeza», se dice a sí mismo

En un intento desesperado por liberarse de la sombra de Macarena, se inclina hacia Anna, capturando sus labios en un beso ardiente que sella su deseo en la quietud del jardín nocturno.

—¿Vamos a tomar algo a otro lugar? —propone Maximiliano acariciando el rostro de Anna

—Esperaba que me lo pidieras —responde ella, dejándose llevar.

Mientras, en otro lugar de la ciudad, Gonzalo con su característica emoción y humor, logra convencer a Macarena de ir con algunos amigos al Bar Paraíso esa noche

Una vez allí, Macarena, animada, riendo y compartiendo historias parece disfrutar de una noche prometedora hasta que, al levantar la mirada, ve ingresar al Bar a Maximiliano con Anna, elegantemente vestidos. Su presencia inesperada en el mismo lugar donde ella estaba le causa un nudo en el estómago.

Gonzalo, notando la reacción de Macarena, trata de aligerar el ambiente

—Amiga, disimula. Tu mirada está lanzando rayos láser— le dice disimuladamente

—¿Qué hace acá con la rubia esa?— pregunta ella entre dientes forzando una sonrisa

—Vienen de la gala, si te conté que era hoy.

Sentados en otra mesa del Bar, Maximiliano y Anna conversan animada y coquetamente. Las miradas y sonrisas fluyen. Maximiliano se levanta para pedir algo en la barra no sin que antes Anna lo acerque hacia ella juntando sus labios.

Mientras esperaba en la barra, Maximiliano busca a alguien en el Bar. Sabe quién podría encontrarse allí. Las miradas entre Macarena y Maximiliano se cruzan y él evita ser fulminado, regresando a la mesa con Anna.

En la mesa de Macarena, Gonzalo insiste en distraerla

—Amiga, solo te está sacando celos. No caigas en su juego. Él sabía que tú estarías acá.

—¿Qué?- pregunta Macarena sorprendida —¿Cómo sabía que estaría aquí?

—Hoy en la academia comentamos lo de la gala, y él supo que vendrías conmigo al Bar.

Macarena, con una mezcla de furia, decepción y tristeza, mira a Maximiliano otra vez. Se ve tan galante con la supermodelo, y no quiere seguir presenciando eso.

—Gonza, no me siento bien. Me quiero ir.

—No amiga, no hagas eso. No le des el gusto de hacerte sentir mal — dice Gonzalo preocupado.

—Lo siento, tengo que irme, en serio.

Se dirige al resto del grupo —Me siento un poco mal, iré a casa — dice despidiéndose de los demás.

—¡Amiga! —exclama Gonzalo con tristeza

Macarena se pone de pie y Gonzalo le toma la mano mirándola con súplica. Sabe que su amiga no está soportando la escena.

—Me voy contigo, cariño — le dice e intenta ponerse de pie para acompañar a su amiga pero Macarena se lo impide

—Estaré bien, quiero estar sola– le dice a Gonzalo y este besa su mano en señal de despedida

—Llámame —pide él pero su amiga ya se ha marchado.

Macarena camina con determinación, pasando como si no le interesara, junto a la mesa donde Maximiliano y Anna charlan. Sale del bar sintiendo que el aire nocturno acaricia su rostro, y aunque una tormenta de emociones la azota, se niega a derramar lágrimas en ese escenario incómodo. Está enojada consigo misma, con Maximiliano, con la rubia. Aborrece sentirse así. En medio de sus pensamientos, una voz la alcanza:

¡Maca!- Maximiliano acelera el paso para detenerla -Espera-

- ¿Qué quieres?- le pregunta Macarena deteniéndose y girando hacia él. Su voz está cargada de frustración

-No es lo que piensas- intenta explicar

-¿Ahora puedes leer mis pensamientos?-

- Puedo explicarte.

- ¿Explicarme?- el tono de la voz de Macarena se carga de furia -"Sabías lo que siento por ti y decidiste aparecer donde sabías que yo estaría, mostrándome en la cara que estás con ella. No fuiste capaz de decírmelo cuando te lo pedí más de una vez. No fuiste capaz de admitirlo cuando la ví en tu casa. No necesitas explicar nada"-

-Maca, no supe cómo decirte que...

-Adiós Maximiliano- dice Maca interrumpiendolo y retoma su camino

-No, espera- le pide él con angustia tomando su brazo

-No quiero escucharte, Maxi- exclama quitándole el brazo y zafandose de su agarre.

-Pero Maca, tú y yo solo somos amigos y...

-Amigos?- lo interrumpe nuevamente Macarena -Te faltan cientos de kilómetros de honestidad y empatía para merecer ese título. Adiós, Maxi- dice y se va sin más.

La firmeza en la voz de Macarena apenas logra ocultar el dolor y la decepción que la acompañan mientras sube a su auto y arranca el motor para marcharse, esperando dejar atrás este momento.

Maximiliano, sintiendo un dolor agudo por las palabras de Macarena, decide regresar al bar con Anna en un intento de alejarse de la situación. La invita a su casa y pasan la noche juntos, buscando en su compañía una distracción que lo aleje de la amargura que dejó la despedida con Macarena

A mitad de la noche, incapaz de conciliar el sueño, Maximiliano comprende que Macarena le importa más de lo que había reconocido, pero ya es tarde. A pesar de tener a una mujer despampanante en su cama, a su lado, sigue pensando en Macarena, extrañando su piel, su aroma, su risa. Se da cuenta de la profundidad de su error y la magnitud de lo que ha perdido.

Mientras tanto, Macarena llega a casa, con el corazón apretado. Se permite llorar en su habitación junto a Michu, liberando la frustración acumulada.

«Nona, te extraño tanto», piensa mientras las lágrimas hacen eco en la habitación, recordándole la profunda soledad que ha moldeado sus heridas y sus escudos, esos que ahora no le permitieron protegerse.

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