Capítulo 23: Distancia
Después de aquel día, la incomodidad que sentía Maximiliano respecto a lo que pasaba con Macarena se acrecentó. Estar en la posición de tener que explicarse una y otra vez y sentir que lo juzgaban por cosas que simplemente no había hecho, era un fastidio. Había invertido energía en demostrar todo lo contrario a lo que Macarena lo acusaba, pero ahora, todo ese esfuerzo parecía en vano. ¿Acaso su reputación valía más que los momentos increíbles que habían compartido juntos?
Ninguno quería dar su brazo a torcer en su guerra de orgullos heridos. Los días pasaban y ya no había llamadas entre ellos. Los mensajes no enviados pesaban tanto como los que se borraban antes de ser enviados.
Esa tarde, Maximiliano ensayaba en su casa, tratando de perfeccionar los movimientos para el tercer acto de la obra. El sonido del timbre lo saca de su trance artístico y con una mueca de desagrado, se dirige hacia la puerta, preguntándose quién podría ser en un momento tan inoportuno. Al abrir, se encuentra con la sonrisa extrañamente tímida de Macarena.
—¡Hola! —saluda ella, mientras sus ojos lo recorren de arriba abajo, deteniéndose en la irresistible imagen de su figura resaltada por la camiseta deportiva pegada a su cuerpo sudoroso. Traga e intenta disimular el cosquilleo que le generaba Maximiliano en todo su bajo vientre.
—Hola —responde Maximiliano con seriedad. A pesar de que ella era la que robaba sus pensamientos los últimos días, verla no era precisamente lo que él esperaba.
—¿Puedo pasar o estás ocupado?
—Estaba ensayando.
—¿Solo? —pregunta Macarena, y Maximiliano hace un gesto de reproche.
—¿Viniste a eso? ¿En serio? —pregunta molesto.
—Maxi —dice Macarena, sintiendo que acaba de arruinar el propósito por el cual había ido. Hace una pausa —Solo vine a disculparme.
— Bueno, disculpas aceptadas —contesta Maximiliano fríamente.
Ambos se quedan en silencio, Macarena no sabe qué decir. La facilidad de palabra y su mente ágil se ve eclipsada por el desbordante sonido de su corazón.
—Bueno, no te interrumpo más —dice finalmente al notar que el sigue molesto -En serio, lamento haber dicho lo que dije.
—Ya acepté tus disculpas —responde Maximiliano sin bajar la guardia, mientras se apoya en el marco de la puerta, dispuesto a hacerle ver a Macarena que no quiere su compañía en ese momento
—Iré al Bar Paraíso con Gonza ahora, ¿quieres ir con nosotros?
—Estoy cansado, lo dudo.
—Bien. Adiós.
—Adiós.
Maximiliano cierra la puerta, sintiendo un nudo en el estómago, gira y camina unos pasos con la idea de seguir con su ensayo.
"Que haces, dile que también lo lamentas" se dice así mismo.
Siguiendo sus impulsos, se devuelve, abre nuevamente la puerta para ir tras Macarena pero retrocede al ver que un bulto en forma de persona cae de la puerta hacia el interior de su casa. Sorprendido trata de tomarla entre sus brazos, pero esto no impide que Macarena caiga, dejándolo atónito, mientras ella se destornilla de la risa de espaldas en el suelo, mirándolo hacia arriba.
—¿Estás bien? —pregunta, mientras se inclina hacia ella contagiándose de sus carcajadas.
—No puedo...—ríe ella sin parar
—¿Maca, te golpeaste? —pregunta Maximiliano, pero ella no deja de reír y lo hace reír a él también.
—Maxi... me haré pis —sigue riendo, apretándose el estómago en el suelo.
—Ven, levántate —dice, extendiendo la mano para ayudarla a ponerse de pie.
—Necesito tu baño —dice, y sigue riendo.
—Adelante, sabes dónde está —responde con amabilidad, observándola mientras va en dirección al baño. El cierra la puerta y se queda esperando en la sala, con una sonrisa divertida ante la absurda aparición de Macarena. Luego de unos minutos, ella sale hacia la sala de ensayo, sonriendo ya liberada del ataque de risa.
—Gracias.
—Ahora, ¿me explicarás cómo llegaste al suelo de mi casa? —pregunta él, divertido.—Si quieres demostrarme que estás a mis pies, no es necesario que seas tan literal -bromea.
—¡Payaso egocéntrico! —lo reprende Macarena, pero no puede contener la risa.
—Aún espero la respuesta —dice Maximiliano, cruzándose de brazos apoyado sobre su máquina trotadora, fingiendo seriedad.
—Cuando me cerraste la puerta en la cara, me quedé apoyada de espaldas a ella, no sé cuántos tiempo, esperando nada y luego sentí que me caí y estabas tú mirándome desde arriba... -vuelve a reír a carcajadas— Maxi, fue muy gracioso, te veías... tan divertido mirándome hacia abajo —continúa riendo mientras se acerca hacia él, logrando que no aguante la tentación de reír nuevamente.
—No te cerré la puerta en la cara, no inventes— la reprende cambiando su postura a una más relajada
—Maxi, no puedo parar de reír— dice con los ojos llenos de lágrimas.
—Quien te manda a espiar detrás de mi puerta— bromea
—No te espiaba— sigue riendo
—Claro que sí. Crees que soy tan mujeriego que escondo mujeres dentro de mis muebles y en mi alacena- sigue bromeando
—Maxi, no te espiaba, en serio, no soy "saico"—responde sonriendo, ahora más tranquila.
Ambos se miran y sueltan un suspiro al unísono de alivio luego de las risas. Quedan en silencio unos segundos sosteniendo su mirada, pasa un ángel y los obliga a unir sus labios en un beso que ambos deseaban.
—Lo siento —dice Macarena cuando terminan el beso- No quería decir nada de lo que dije, estaba enojada.
-Yo también lo lamento, fui muy grosero.
—¿Amigos para siempre? —dice Maca, estirando su mano.
—Amigos para siempre —responde Maximiliano, estrechando la mano ofrecida.
—Amigo, ¿no tienes nada con la rubia? —pregunta Macarena directamente.
—¡No! —responde con cara de disgusto.
-Bien, te creo.
—¿Qué hacías detrás de mi puerta? Dime la verdad.
—Pensaba en qué excusa inventar para tocar de nuevo el timbre -responde con honestidad.
—No preguntaré por qué querías inventar una excusa porque me dirás algo que no quiero escuchar.
—Tranquilo, no te diré que te extraño y que pienso todo el tiempo en ti, y que solo quería llamarte, y que odio a esa rubia supermujer, que sé que le tienes ganas, y que quiero que interrumpas tu ensayo porque te ves extremadamente sexy, y necesito quitarte ese outfit ahora mismo, y que me saques la ropa para volver a sentirte —suelta Macarena como una ametralladora.
—Maca... ¡Dios! —exclama Maximiliano, sorprendido por la avalancha de palabras. La atrae hacia él, besándola con desesperación —¿Por qué eres así? —pregunta entre una respiración y otra, con el corazón latiendo a mil por segundo. La alza en sus brazos, sintiendo la necesidad de estar más cerca de ella, y Macarena corresponde abrazándolo con sus piernas mientras se deja llevar hacia la habitación, olvidando las tensiones del momento.
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—¿Qué le diré a Harry cuando me pregunte si logré sacar esos tres movimientos que debía ensayar para el tercer acto? —pregunta Maximiliano a Macarena, acariciando su cabello mientras ella reposa en su pecho desnudo.
—¿Harry?
—Harry es el productor de la obra y uno de los directores.
—Oh. Pues dile que te cayó un bulto encima y que tuviste que follarlo sin excusas.
—¡¿Qué?! —exclama Maximiliano, estallando en una carcajada.
—Maxi, te dejaré ensayar, no quiero que te distraigas —dice Macarena, sentándose en la cama.
—¿Me lo dices ahora? —le pregunta, mirándola desnuda.
—¿Es un poco tarde? —pregunta haciéndose la desentendida mientras arregla su cabello en una coleta con sus dedos. Lo mira por sobre el hombro y le sonríe, utilizando todo su encanto para seducirlo.
-Usas artillería pesada, ¿eh? -le pregunta sonriendo.
-No sé de qué hablas.
—Sabes perfectamente de lo que hablo, señorita Ansaldi. Ahora pagarás por cada vez que me mires así —le dice Maximiliano y la vuelve a recostar en la cama posicionándose encima de ella para besarla
—¿Por qué no me llamaste? —pregunta Maxi, mirándola a los ojos mientras acaricia su rostro luego de aquel beso
—Pensé que no me contestarías.
—Tienes razón.
—Cuando te diga que no hablemos porque estoy molesta, no insistas. Salen víboras de mi boca y luego me arrepiento.
—Me di cuenta.
—Aún estás molesto conmigo?
—No —dice Maximiliano volviendo a besarla y a recorrer su desnudez con sus manos. Suelta sus labios y comienza a besar su cuello sintiendo el aroma que tanto le fascina
—Maca— dice él murmurando mientras sigue besando su cuello.
—Aquí estoy, debajo tuyo, presa de tus besos, desnuda, no puedo ir a otro lado.
—No es cierto lo que dije.
—¿Qué, de todo lo que dijiste?
—Que no eras especial. Me gustas mucho y esa es la verdad.
—¿Más que la rubia?
—¡Maca! -exclama Maximiliano y se separa de ella, sentándose en la cama —Sabes cómo arruinar un momento —reclama molesto.
—Sí, a veces lo hago. Me pasa porque tiendo a ser honesta- responde sentándose de la misma manera
—Demasiado honesta —dice Maxi levantándose. —Me daré una ducha —la besa en los labios dejándola pensativa.
Al despedirse, sellan el encuentro con un beso prolongado y dulce, apoyados en la puerta del auto de Macarena. Maximiliano la observa alejarse mientras conduce, sintiendo que la incomodidad volvía a invadirlo. Tiene una conexión increíble con esa mujer, pero sus confesiones y preguntas lo desconciertan.
No soporta sentirse celado ni presionado para dar explicaciones. Rechaza la idea de deberle algo a alguien o de tener que revelar secretos que prefiere mantener guardados para sí mismo. Macarena lo hace sentir así, y ese sentimiento comienza a crecer junto con la necesidad de alejarse y protegerse de emociones que no sabe cómo manejar.
La idea intensa de sabotear deliberadamente lo que tiene con Macarena, como si quisiera arruinarlo todo a propósito, empieza a tomar cabida como la salida lógica para escapar de esa incomodidad constante.
Entonces, aceptar los coqueteos de Anna se convierte en su vía de escape, una manera de evadir lo que Macarena había desencadenado en su interior.
Los gestos seductores de Anna, que cada día se volvían más intensos, le ofrecen un refugio temporal de la tensión y la confusión que sentía con Macarena, aunque en el fondo sabe que solo estaba posponiendo una confrontación inevitable consigo mismo y con sus propios sentimientos.
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Esa mañana, durante el ensayo sabatino para la obra, Maximiliano aprovecha el descanso para entablar una conversación con Harry. En este último tiempo, Harry se había convertido en algo más que un simple jefe; se había convertido en un amigo.
—Max, todos creen acá que tienes algo con Anna, pero me dices que estás saliendo con otra chica.
—No hay nada entre Anna y yo, pero ya la has visto. No soy de fierro, Harry.
Harry frunce el ceño con seriedad.
—Mira, Max, solo quiero que estés seguro de lo que estás haciendo. No quiero que existan malentendidos que puedan afectar el ambiente de trabajo o tu relación con el elenco —advierte Harry, adoptando un tono pragmático.
Maximiliano asiente con comprensión, agradeciendo la preocupación genuina de su amigo.
—Y qué pasa con ella... ¿cómo era su nombre? —indaga Harry
—Macarena.
—¿Qué pasa con Macarena?
—Salimos, nos divertimos, somos amigos pero ... no sé cómo decirle que...
—¿Qué quieres follar con Anna? —interrumpe Harry, siendo directo.
Maximiliano suspira y niega con la cabeza.
—No, Harry, no. No sé cómo decirle que quiero la libertad que tenía antes de conocerla. Ahora cada mujer que conozco la comparo con ella, no puedo sacarla de mi cabeza. Tampoco puedo mirar a Anna porque siento que le tengo que dar explicaciones a Maca y... ¡Maldita sea! Me vuelve loco eso.
—Maca, ¿te pide explicaciones?
—Solo quiere saber qué pasa con Anna.
—Dile que le tienes ganas a Anna y se termina el asunto. Max, concéntrate en la obra. Tienes un enorme potencial y por líos de faldas no puedes echarlo a la basura -aconseja Harry, buscando resolver el problema.
—Lo sé, Harry, mi prioridad es la obra —asegura Maximiliano, asimilando el consejo de su amigo. - Solo estoy confundido.
—Si realmente quieres estar con Maca, habla con ella. Y si no, déjala libre para que ambos puedan seguir adelante —aconseja Harry. —Lo mismo es el caso de Anna. ¿Te imaginas a las dos mujeres aquí armándote un lío? He vivido eso y es una jodida mierda, Max!
—No quiero salir con Anna, solo me interesaría tenerla en mi cama, pero tan solo pensarlo siento que estoy traicionando a Maca. Eso me irrita, man! No puedo decirle a Maca que ya no la quiero ver, porque no es verdad.
—No des explicaciones. Eres libre, no le debes nada a Maca —afirma Harry.
—Dile eso a mi cabeza —responde Maximiliano, sintiéndose frustrado.
—Max, hazle caso a tu otra cabeza —dice Harry, haciendo un gesto con la mirada hacia Anna que se pasea a la distancia delante de él. Maximiliano sonríe y le guiña un ojo, y Anna le devuelve la sonrisa.
—Estás perdido. Olvídate de Maca —dice Harry, dándole un pequeño golpe en el hombro
—¿Cuándo vuelves a Nueva York?— pregunta Maximiliano intentando cambiar el tema de conversación
—Apenas termine esta obra, finaliza el contrato. Estar en este país es una tortura. Solo accedí a dirigir esto para estar cerca de mi hija y convencer a mi ex que autorice llevarla de vacaciones conmigo.
—¿Tu ex firmará el consentimiento?
—Sí, pero me pidió una millonada. Las mujeres son así, Max. Solo les interesa el puto dinero —comenta Harry
—Cuida tu boca, tengo dos hermanas y una madre... mujeres —responde Maximiliano.
—Ok, no quise ofender. Mi ex es una arribista interesada, pero tus hermanas y tu madre no, ¿bien?
—Bien. También he conocido arribistas interesadas, sé de qué hablas.
—Max, deberías ir conmigo a Nueva York. Tengo contactos y puedo conseguirte audiciones. Acá te estás perdiendo.
—No tengo un centavo, Harry. Recuerda que solo soy un profesor de danza.
—Cuando se estrene la obra y la prensa te conozca, eso cambiará. Eres un diamante en bruto.
—Ahora tú también me coqueteas para que trate de sacarme a Maca de la cabeza —bromea Maximiliano, riendo junto a Harry.
—No juego para esa liga, man —responde Harry, entre risas. —De feo no tienes nada, pero no hay como perderse entre las piernas de una mujer.
—Dímelo a mí —responde Maximiliano y ambos ríen al unísono.
El teléfono de Maximiliano vibra con un mensaje.
Maca: Hola Maxi
Él suspira y agita el celular en la mano para que Harry asuma quien está escribiendo.
—Dile que ya no quieres salir con ella, no te compliques —sugiere Harry pero Maximiliano sigue dudando en cómo decirle sin lastimarla y prefiere continuar distanciándose.
Maxi: Hola
Maca: ¿Estás ocupado?
Maxi: Si
Maca: Ah ok, hablamos después
Maxi: 👍
Maximiliano guarda el teléfono y se despide de Harry —Te debo una. Gracias por la charla.
—No hay de qué, Max—responde Harry con una sonrisa, extiende su mano y Maximiliano la estrecha mientras golpea su hombro amistosamente. Se pone de pie y se dirige hacia donde se encuentra Anna, sintiendo un nudo en el estómago al pensar en Macarena y en la complicada situación en la que se encuentra.
Mientras tanto, Macarena notando la distancia de Maximiliano, trataba de comprenderla, recordando lo que él mismo le había mencionado sobre sus ganas de huir, tema que conversaba con Gonzalo en su habitual sábado de almuerzo de amigos.
—O sea, ¿le entregaste tu flor y después no te habló más? —pregunta Gonzalo con su característico tono teatral.
Macarena ríe y rueda los ojos —Gonza, mi flor la entregué hace mucho. Sí me habla, pero son monosílabos y siempre está ocupado con la obra.
—La obra se estrena la próxima semana. ¿Sabías que hay una gala de inauguración?
—No, no me ha contado nada. Tampoco voy a interrogarlo —dice Macarena —Tengo claro que él quiere distancia, además, tú mismo me dijiste que si quería alejarlo le dijera lo que sentía por él.
-Bueno, si te agarra la depresión, podrías asomarte por la academia. Hay varias que quieren asesinarte después de que le devoraste la boca delante de todas. Te ahorras el suicidio y lo cambias por un homicidio.
—No me agarrará ninguna depresión, no seas dramático —responde Macarena riendo.
—Pero tienes el corazón lastimado.
—Mi corazón está bien. Sé muy bien dónde me metí.
—Sí, y también sabes cómo te lo metieron.
Macarena vuelve a reír —Tan sutil —dice con ironía.
—Admiro tu entereza, yo estaría haciendo una escena en la puerta de la academia.
—Solo somos amigos, o éramos, no sé —dice Macarena suspirando mientras Gonzalo entona una canción moviendo exageradamente su pelvis.
¿Quién dijo "amigo"?
Si lo conoces mucho más sin la ropita
Sé que tienes ganitas...
...Maxi miénteme, haz lo que tú quieras conmigo.
Dime que esta noche yo soy tu bebé
y mañana somos amigos.
—Tan ridículo... tonto —dice entre risas.
—Te quería alegrar con un meneo de mi sensual cuerpo, no me gusta verte triste, menos por Maxi, no vale la pena.
Macarena sonríe y vuelve a suspirar.
—Sé que le gusta esa rubia, Gonza.
—¿Qué rubia?
—Esa "Miss tetas grandes" que estaba en su fiesta.
—¿Anna?
—¿La conoces?
—La sigo en redes. Es una bailarina muy sexy, no me extraña que a Maxi le... —Gonzalo se detiene al mirar la cara de furia de su amiga.
—Gracias.
—Cerraré mi gran bocota.
—¿En serio crees que es sexy?
Gonzalo no responde. Hace un gesto con sus dedos sobre su boca, cerrándola como si tuviera una cremallera. Macarena comienza a indagar.
—Muéstrame su perfil— le pide a su amigo estirando la mano
—¿Para qué?
—Déjame verla, no seas así.
—Amiga, para. Estás buscando pasarlo mal.
—Gonza, déjame verla.
Gonzalo saca su teléfono del bolsillo, desliza sus dedos en la pantalla y se lo pasa a Macarena.
—¿Por qué sale con Maxi en esa foto? —pregunta Macarena mostrando una fotografía donde aparece Anna y Maximiliano posando en un selfie.
Gonzalo vuelve a hacer el gesto de cerrar su boca.
—Gonza, tú sabes algo y no me lo quieres decir.
—Sé lo que todos dicen, pero ya sabes, no siempre es verdad.
—Gonza, ¿qué sabes?, suéltalo ahora.
—Que Maxi sale con ella... Pero amiga, no sé si sea cierto... Amigaaa —dice Gonzalo, viendo que Macarena se va hacia su habitación
—No me hables. ¡Cómo no me dijiste que Maxi salía con ella! —exclama cuando lo ve apareciendo por la puerta, siguiéndola.
—Amiga, según los chismes, Maxi sale con todo el mundo. Te advertí sobre su reputación, ya lo sabías.
—Pero yo le pedí que me dijera si salía con alguien más y él me dijo que no salía con la rubia.
—Entonces no sale con ella, listo. Amiga, deja de torturarte.
—Lo extraño, Gonza. Maxi me da vueltas en la cabeza todo el día. Todo lo que me cuentas de él, es como si no fuera el Maxi que yo conozco —dice ella sentándose desanimada en el borde de su cama.
—Oh no, no por favor. Amiga, me matarás de una sobredosis de amor —dice Gonzalo, sentándose junto a ella. —Olvídate de Maxi, en serio te lo digo.
Macarena suspira nuevamente. Cómo va a olvidarse del hombre que le quita el sueño, la hace reír y con él tuvo la noche más ardiente de la que tiene memoria.
—Oye, a propósito de amor, ¿cómo va tu noviazgo? —pregunta curiosa Macarena, tratando de desviar sus pensamientos y la conversación con Gonzalo.
—¡Extremo!
—¿Qué!? ¿Por qué?—ríe Macarena.
—Amaro es muy intenso. Llevamos solo unas semanas y ya quiere que vivamos juntos. Siento que no sirvo para los compromisos.
—Parece que ese es el perfil de los profesores de danza.
—Estamos hablando de mí y de nuevo sacas al baile a tu galán. ¡Quítate ese embobamiento atroz!
—Eres muy molesto —reclama ella fingiendo indignación
—Pero me adoras igual— responde apretándole ambas mejillas.
—¿Cuándo me presentarás a Amaro?
—No quiere conocerte. Dice que tú me importas más que él. Es como si fuera un coreano en una película de amor, terrible.
—Qué extraño que aguantes eso, tú no eres así.
—Algo me hizo este hombre.
—Te enamoró, Gonza.
—Sí, me puse estúpido de amor, como tú.
—Gracias, amigo.
—En serio, amiga. Amaro me atosiga, pero es como una adicción. No quiero estar comprometido con él, pero como que él me impide pensar bien, es algo súper extraño. Si yo fuera el de hace 5 años, lo hubiese ya mandado a peregrinar al Monte Everest.
—Bueno, espero conocerlo algún día. Aunque con esa descripción lo encuentro un tanto tóxico.
—Puede ser. O quizás ya estoy envejeciendo.
—No dejes que te aparte de mí, es todo lo que te pido.
—Eres parte de mi familia, no lo permitiré.
—¿Me lo prometes?
—Lo juro por mi mamita— dice Gonzalo y Macarena lo envuelve en un abrazo fraterno.
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