Capítulo 21: La danza del León (Gramática corregida)
**Capitulo con contenido +18. Puedes saltarlo si no lees lenguaje explícito**
Maximiliano siente un nudo en la garganta al escuchar la pregunta de Macarena. Sentimientos de incomodidad y vulnerabilidad lo invaden pero se esfuerza por mantener la compostura, negándose a revelar más de lo necesario a alguien que apenas conoce. Acomoda los platos sucios en el lavadero sin emitir ninguna palabra.
Macarena rompe el silencio, tratando de entender lo que ha sucedido.
—¡Ey!, era un juego. Yo también contesté preguntas que no quería —dice observando cómo intenta hacerse el desentendido.
—Si, lo sé —responde Maximiliano.
—Hiciste trampa y te enojas conmigo por algo que no entiendo.
—No estoy enojado y no hice trampa.
—Maxi si no quieres contestar algo, sólo dilo, no salgas arrancando —dice Macarena bastante confundida ante su actitud extraña.
Se pone de pie y camina hacia la salida de la cocina. Maximiliano la ve alejarse y va hacia ella, la toma suavemente del brazo deteniéndola.
—¡Ey, ey!. Disculpa.
—No entiendo que te pasa Maxi, pero yo no tengo nada que ver con eso, no te desquites conmigo.
—Lo sé, disculpa —repite Maximiliano abrazándola. Hace una pausa y dice casi en un susurro—: La respuesta es sí, una vez, en la escuela. No me he vuelto a enamorar denuevo.
—Ok, gracias por contestar. No quiero saber mas nada y tampoco quiero volver a jugar a esto.
—Yo tampoco —responde Maximiliano y vuelve a abrazarla con más fuerza.
—Me asfixias, Maxi —le reclama.
Maximiliano suelta el agarre, posicionando sus manos alrededor de su cintura, la mira fijamente, inclina levemente su cabeza hacia un costado y sonríe.
—¿Ahora tratas de expiar tus culpas mirándome con ojos de perrito? —pregunta Macarena al ver el gesto tierno de disculpa que se dibuja en su rostro.
—¡¿Que?! —exclama Maximiliano riendo y recuperando su usual sentido del humor.
—Siempre que quieres conseguir algo, me miras así como si quisieras que te adopten.
—Quiero besarte. Si me quieres adoptar es decisión tuya —responde mientras se acerca a sus labios y le da un beso tierno y extenso.
Mientras se besan, desliza lentamente las manos hacia sus los glúteos.
—Me siento engañado —dice rompiendo el beso —.Dijiste que no traías ropa interior.
—No dije eso.
—Si lo dijiste.
—No te demorarías mucho en dejarme sin nada de nuevo —responde divertida.
—¿Me estás desafiando?
—Para nada —responde ella tranquilamente. Se suelta de su abrazo y se dirige al lavadero. —Te ayudaré con los platos —agrega abriendo el grifo, decidida a ejecutar la tarea del lavado de trastes sucios.
—¡Alto, alto! No puedes lavar los platos siendo mi invitada —dice Maximiliano siguiéndola.
—shhh, silencio.
—¿A quién haces callar? —pregunta desafiante Maximiliano
—Tu cocinaste, yo lavo. No hay más discusión.
—Te equivocas, es mi cocina, yo me encargo de esto —le dice tratando de apartarla del lavadero y cerrando el grifo. Ella vuelve a abrirlo y le lanza agua al rostro intencionalmente.
—¡¿En serio?! —exclama sorprendido secando con su manos el agua que ha caído a su rostro
—Es mi forma de protesta — responde Macarena, riendo.
—Esto no tiene perdón.
Toma una esponja llena de agua y la lanza hacia Macarena empapando sus brazos.
La cocina se convierte en el escenario de risas y juego, con agua salpicando en todas direcciones. Maximiliano es más astuto en su estrategia, esquivando los intentos de Macarena de devolverle el agua. Siguiendo con la travesura, Maximiliano toma un recipiente más grande lleno de agua y planea verterlo encima de ella.
—¿Crees que puedes ganar? —pregunta Macarena desafiante y divertida.
—Absolutamente.
En un movimiento ingenioso, Macarena coloca la extensión del grifo para convertirlo en manguera y la utiliza para contraatacar, rociando un chorro de agua, mientras él se las ingenia para voltear el recipiente sobre Macarena dejándola completamente empapada.
—Eso fue injusto —reclama escupiendo agua y estilando, derrotada.
—Creo que gané —dice Maximiliano, riendo.
—Eres un niño, mira como me dejaste.
Maximiliano la escanea con la mirada desde la cabeza a los pies, empapada de agua, la camiseta pegada a su silueta, dejando traslucir todo su cuerpo. Cambia su expresión risueña por una seriedad candente, sus ojos brillan.
—Te ves jodidamente sexy —dice con voz ronca.
—Oye, lobo feroz, no me mires así —le dice Macarena leyendo su lenguaje no verbal. Retrocede y Maximiliano la sigue como si estuviera cazándola. Ella, jugando, intenta escapar entre la mesa isla y las sillas, tratando de salir por la puerta de la cocina. Pero Maximiliano es ágil y la atrapa al instante, reteniéndola de un brazo y girándola hacia él. Con un movimiento preciso, cierra la puerta y pone seguro, haciendo que Macarena apoye su espalda contra ella.
—Deja Vu —susurra Maximiliano de manera tan sensual que le eriza la piel. Sin resistirse esta vez, ella corresponde al beso desenfrenado que él le roba contra la puerta de la cocina, recordando aquella vez en la fiesta.
Maximiliano se separa del beso y le quita la camiseta mojada.
—Te vas a resfriar —le dice
Tira la camiseta al suelo y vuelve a besarla intensamente recorriendo su cuerpo con sus manos expertas, encendiéndola aún más. Macarena comienza a sentir cómo su entrepierna se humedece bajo su tacto hábil.
Èl continúa besándola, baja por su cuello y se detiene ahí. Con sus manos, alza ambos brazos de Macarena y los posiciona sobre su cabeza. Los encadena con una de ellas, apoyando, el antebrazo en la puerta mientras la otra mano se desliza desde su vientre hasta el interior de las bragas, explora y mete los dedos en su interior.
—¿Qué haces? —pregunta ella soltando un jadeo
—Explorando territorio húmedo con mis dedos mágicos —responde Maximiliano con una sonrisa, haciendo que Macarena incline la cabeza hacia atrás apoyándola en la puerta y cierre los ojos, sintiendo escalofríos de placer recorrer su cuerpo.
Maximiliano juega con sus dedos y le susurra palabras lentas y sensuales al oído, haciendo que tiemble de deseo.
—Esto es exactamente lo que quería hacer contigo —murmura.
Macarena suelta otro gemido, incapaz de contener la oleada de placer que la embriaga.
Maximiliano continúa moviendo sus dedos, explorando cada rincón de su intimidad y presionando su pulgar en aquel punto que sabe que la hará gemir aún más. Después de un momento, cambia de táctica y comienza a mover su pulgar en círculos, estimulando su clítoris de manera intensa.
Macarena se electriza, abriendo los ojos, mira a Maximiliano con deseo y con la respiración entrecortada, apenas puede articular palabras.
—¡Mierda, Maxi!... Vas a hacer que... aah...
Maximiliano, sin dejar de mover sus dedos, susurra en su oído.
—Eres irresistible y verte así de caliente me encanta.
Siente lo húmeda que está y cómo esto lo empalma. Continúa hundiendo sus dedos hábilmente, mientras Macarena los aprieta en su interior.
Él suelta los brazos que tenía encadenados sobre la cabeza de Macarena para que ella tome sus hombros, permitiéndole mayor control sobre el ritmo y la intensidad de sus movimientos. Macarena comienza a moverse, a la par de la hábil estimulación que él le estaba ofreciendo, jadea y exhala un gemido prolongado de placer evidenciando su clímax.
El retira los estimulantes dedos de su interior y coloca uno de los mechones que caían en el rostro de ella, detrás de su oreja.
—¿Sigues pensando que solo soy un payaso ególatra? —pregunta Maximiliano con voz ronca, mientras desliza su pulgar mágico por el labio inferior de Macarena.
—No... al payaso, si...al ególatra —responde ella entre jadeos, tratando de recuperar el aliento
Una sonrisa se dibuja en el rostro de Maximiliano mientras la observa tratando de recuperarse.
—Este lobo feroz aún tiene hambre —murmura mientras saca el seguro de la cocina, la eleva de los muslos con ambas manos y la lleva en brazos.
—¿Qué haces? —pregunta ella divertida, viéndose alzada y semi desnuda entre sus brazos.
Maximiliano abre la puerta de la cocina, sale hacia la sala, caminando con ella en andas.
—Me debes algo en el sofá —responde, traviesamente.
Macarena vuelve a reír y se deja llevar por la aventura. El la recuesta en el sofá, se deshace de sus bragas y se quita la camiseta antes de recostarse sobre ella.
—No quiero interrupciones —advierte Maximiliano, mirándola a los ojos.
—Yo no interrum...—intenta decir Macarena, pero él coloca un dedo sobre sus labios y murmura un "shhhh"
Comienza a besar los pechos de Macarena, explorando su sensibilidad después del juego en la cocina. Ella cierra los ojos, disfrutando de la humedad de sus labios La respiración caliente sobre sus pezones mojados la hace estremecer.
Maximiliano lo percibe y sube para besarla, enredando su lengua de manera exquisita mientras sus manos recorren sus muslos, admirando esas piernas que le parecen increíbles. Su excitación se incremente al tener a esa mujer intrigante desnuda, nuevamente húmeda y dispuesta para él.
Macarena se aparta del beso y susurra
—No podemos hacerlo sin...—pero él la interrumpe sacando un preservativo de uno de los bolsillos de su pantalón.
—Aprendí de la experta planificadora —dice sonriendo
Macarena ríe y lo mira fijamente
"Es imposible no enamorarme de ti" , piensa para sí y le da un beso distinto, uno tierno, suave, envolvente, cargado de sentimientos. Él percibe que ese momento es diferente, ella no se entrega a él por simple placer.
Una sensación de pánico atraviesa a Maximiliano, pero le resta importancia y sigue besándola con ternura. Se desprende de sus pantalones, su ropa interior y posiciona el preservativo.
Comienza a besar el vientre de Macarena y sube con los labios por su pecho y su cuello hasta encontrar su boca. Macarena abre sus piernas y Maximiliano la penetra lentamente, mirándola a los ojos, ambos se mueven como un compás de danza lenta y sensual. Macarena le acaricia el rostro y Maximiliano vuelve a besarla. Cuánto le gusta esa mujer. Sus labios se conectan de manera única y rítmica, hay magia en su perfecta armonía, una irresistible sincronía. La conexión entre ellos se sella entre gemidos de placer.
Ambos quedan tendidos en el sofá, recuperando el aliento y compartiendo miradas cómplices. Ella se acomoda y Maximiliano la abraza. Quedan en silencio por un momento, disfrutando de la cercanía.
El reloj marca las dos de la mañana. Ambos están acurrucados en el sofá con sus cuerpos desnudos todavía entrelazados en un abrazo cálido y reconfortante. Maximiliano acaricia suavemente el cabello de Macarena mientras ella descansa la cabeza en su pecho, escuchando el latido de su corazón.
Macarena rompe el silencio interrumpiendo el momento
—Maxi, me tengo que ir.
—Se hizo tarde, Maca —responde Maximiliano mirando su reloj adosado en la pared. —No es seguro que te vayas a esta hora. ¿Por qué no te quedas aquí?
—Este fue tu plan desde el principio —bromea haciéndolo reír.
—Insisto, no fui yo quien arrastró al otro a la cama —responde Maximiliano mientras se acomoda en el sofá para mirarla frente a frente. —No suelo hacer esto, no seas caprichosa, quédate conmigo.
—No sueles hacer ¿que?
—Pedirle a alguien que se quede conmigo.
—El problema es que aún crees que eres irresistible para mi.
—Y, ¿no lo soy? —pregunta Maximiliano, fingiendo que se siente ofendido.
—No, eres más que eso —responde sinceramente Macarena—. No vine a caer en tu cama porque te encuentre irresistible.
—¿Volverás a ser directa?
—Siempre lo soy.
—A veces me asustas.
—¿Te asusta que te diga lo que siento por ti?
—Si, me dan ganas de huir —confiesa Maximiliano.
—No hagas drama. Solo quiero que seas honesto.
—Me gustas y me gusta estar contigo —dice Maximiliano, acariciando su rostro.
—Eso me basta —responde ella cerrando sus ojos para disfrutar de la caricia suave en su mejilla.
—¿Te quedarás? —insiste.
—Me dijiste que quieres huir de mi.
—No está noche al menos. Quiero que te quedes contigo, ¿por favor? —pide Maximiliano inclinando su cabeza levemente hacia un costado.
—¿Ojos de perrito? —pregunta Macarena al ver si gesto tierno—. No puedo contra eso.
—¿Te quedas?
—Me quedo pero yo elijo el lado de la cama.
—¡¿Qué?! —exclama riendo Maximiliano. Jamás una mujer le había pedido semejante requisito
La mira sonriendo y continúa bromeando.
—Está bien. Pero ten en cuenta que soy un lobo astuto, y mi tendencia es invadir territorios.
—No te preocupes, sé cuidar mi territorio —responde Macarena sonriendo segura de sí.
Maximiliano, mirándola desnuda acostada en el sofá junto a él, ironiza—: Así veo
—El lobo no es muy astuto si fue devorado primero, ¿no crees?
Maximiliano, sorprendido y riendo, confiesa—: Bueno, parece que eres la debilidad del lobo.
Macarena lo mira un tanto sonrojada.
—Me encanta cuando te sonrojas —dice Maximiliano acariciando nuevamente su mejilla
—¿Volvió el galán?
—Siempre estuvo aquí —responde Maximiliano—, ¿vamos a dormir?
Le ofrece la mano para ayudarla a levantarse y la lleva con el a su habitación. Se acuestan para descansar, durmiéndose casi inmediatamente.
A la mañana siguiente Maximiliano sintiendo el brazo de Macarena sobre su torso desnudo al despertar, experimenta sentimientos de ternura y pánico. A pesar de la increíble noche, una incertidumbre empieza a apoderarse de él. El miedo a enamorarse y abrir su corazón completamente se convierte en una sombra persistente.
Macarena despierta y se sorprende al verse abrazando a Maximiliano. "Bendito cuerpo" le había escuchado decir a su amigo Gonzalo y cuánto le encontraba razón. La profesión de Maximiliano se ha encargado de esculpir su cuerpo. Tiene marcado cada línea de su abdomen y pectoral, tiene brazos fuertes y piernas con cuádriceps definidos. Ahora puede verlo con detalle.
El tatuaje de su ingle, ella lo ha visto antes, es algo muy simbólico. Desliza sus dedos por el contorno del tatuaje. Maximiliano la observa pero no le dice nada. Luego ella fija la vista en su rostro. Tiene labios delgados y una sonrisa bella. Sus ojos marrones y su pelo castaño ondulado contrastan con su piel blanca. Maximiliano es un hombre muy atractivo pero Macarena nunca antes se había detenido a ver qué lo hace destacar por encima del resto.
—¿Qué pasó? —pregunta intrigado—, me miras mucho.
—Eres un hombre muy atractivo.
—!¿Qué?! —exclama sorprendido y riendo.
—Eso estaba mirando.
—¿Gracias? —pregunta confundido al no saber que decir.
La confesión le parece un tanto confusa a pesar de siempre bromear con su atractivo físico, Macarena nunca lo había elogiado por aquello.
—Eres muy directa, ¿lo sabías?
—Te dije que vendería mis habilidades de conversación directa —responde ella también un tanto confundida al esperar una típica respuesta ególatra—. Que extraño que me dieras las gracias en vez de decirme "ya lo sabía", "siempre me lo dicen", "soy mister universo", "se que soy irresistible, nena" —agrega tratando de imitar su voz masculina.
Maximiliano ríe con la imitación y luego responde—: Es que no estás bromeando. Lo dices en serio.
—¿Como lo sabes?
—Cuando bromeas tu boca hace un gesto y miras hacia un lado. Luego tus ojos se ríen —confiesa Maximiliano, que ha memorizado cada uno de sus gestos.
—¡Wow!, me hiciste un psicoanálisis —bromea Macarena haciéndolo reír nuevamente
Después de una pausa, Macarena vuelve observarlo en detalle y acaricia nuevamente con los dedos su tatuaje.
—¿Hace cuánto te lo hiciste?
—Siete años.
—Es el símbolo de la danza del león —reconoce Macarena sorprendiéndolo nuevamente.
Ella cierra los ojos y comienza a relatar—: Un monstruo maligno aterrorizaba a una aldea en China y un león, considerado el rey de los animales, se enfrentó al monstruo y lo derrotó.Como muestra de agradecimiento y para ahuyentar futuros peligros, los aldeanos empezaron a realizar la danza del león, símbolo de protección, prosperidad y unidad...
Macarena abre los ojos, el recuerdo de su Nona relatando esa historia la emociona.
—Cuánto sabes, ¿eh? — dice Maximiliano que al notar a Macarena emocionada le acaricia la mejilla—. ¿Paso algo?
—Solo recuerdos. Esa leyenda es muy significativa para mí. Me imagino que ese símbolo también lo es para ti.
—Si te contara la verdad...— intenta decir Maximiliano pero se arrepiente.
—¿La verdad?
—Alguna vez te contaré porque me hice ese tatuaje o más bien, que cosa oculte con ese tatuaje.
—Que misterioso —responde Macarena —, siempre te gusta jugar a la intriga.
—Hay muchas cosas que no sabes de mi —responde él seriamente.
—No sueles compartir tus cosas y no pretendo obligarte a hacerlo.
—Gracias.
—Pero supongo que tiene que ver con tu pasado.
—Eso suena como si antes hubiese sido un prostituto o algo así.
Macarena rie a carcajadas.
—Tienes razón —dice entre risas.
—Nunca necesite vender mi cuerpo, solo mi alma a mi papá para que me financiera la carrera —dice Maximiliano, sonriendo.
—Te hubiese ido bien, tienes un cuerpo bello.
—¡Wow!, ¿estamos en la hora de la sinceridad?
—Maxi, pasamos toda la noche juntos, tengo que mirar la cena que me comí.
Maximiliano es ahora quien ríe a carcajadas.
—Ahora soy una cena, eres increíble —continúa riendo.
—Sabes que no estoy aquí, metida en tu cama, por qué tienes una cara bonita y un cuerpo perfecto, lo sabes, ¿cierto?
—Si, lo tengo claro. Es algo que me encanta de ti.
—¡Wow!, si era la hora de la sinceridad.
Ambos ríen y se quedan mirando. Se inclinan para besarse, largamente.
—Maxi me tengo que ir, ahora sí —dice Macarena cuando se separa del beso —. Dejé a Michu muy sola por tu culpa.
—Dile que la reemplazaste por unos ojos de perrito.
Macarena ríe y luego agrega —: Michu moriría de pena si se entera de algo así. Iré por mis cosas y averiguaré dónde está mi ropa.
Macarena se viste, busca sus cosas y se despide de Maximiliano. Él la acompaña, como es su costumbre, hasta la puerta de su auto.
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