El característico aroma de la cafetería de la academia Éclat, envuelve el espacio, entrelazándose con las fragancias de alumnos y profesores que, recién duchados tras una intensa jornada de clases, contribuyen a la atmósfera. La barra principal y la disposición de numerosas mesas forman el epicentro de animadas conversaciones, reuniones entre amigos, la planificación de futuras fiestas y el intercambio de secretos.
Ahí, en la barra, sentada como hace tiempo que no lo hacía, aguarda Macarena. Aunque salir de la oficina y llegar a la cafetería de la academia siempre suele ser un momento relajante, esta vez la situación le genera una ansiedad especial. Durante varios días ha considerado la posibilidad de rechazar la conversación con Maximiliano, pero finalmente ha dejado que sus sentimientos tomaran el control.
Por su lado, Maximiliano ha enfrentado una semana agotadora, donde los ensayos para la obra se intensificaban día a día, tratando de cuadrar horarios con las clases que imparte en la academia.
Finalmente, el viernes llega, y la última clase parece extenderse eternamente. Se despide de sus alumnas y se encamina hacia la cafetería con la esperanza de que Macarena hubiese cambiado de opinión y pudiese verla. Para su alegría, allí estaba ella, sentada en la barra con una falda corta, blusa holgada y tacones, de espaldas a él. La visión de Macarena con falda le fascina; sus piernas son increíblemente hermosas.
Se acerca sigilosamente y la abraza por la espalda, rodeando su cintura. Apoya su mentón en el hombro de ella susurrando: —Adivina quién soy.
—¿Hmm, un profesor de danza? —pregunta Macarena con una sonrisa juguetona.
—Hay muchos aquí, es una academia —responde Maximiliano, divertido.
—Dame pistas.
—Es el más guapo de todos —responde Maximiliano, haciéndola reír.
—¡Payaso!
—¡Acertaste! —dice Maximiliano soltando el abrazo y sentándose su lado en la barra—. Hola, pensé que no vendrías —agrega.
—Hola. Yo también pensé que no vendría —responde ella con nerviosismo.
—¿Por eso no me saludas? —pregunta Maximiliano sonriendo.
—Te acabo de decir hola.
Maximiliano toma el mentón de Macarena y la gira hacia él.
—¿Crees que me conformaré con un simple hola? —le susurra antes de acercarse a sus labios y besarla suave y tiernamente.
Macarena responde ruborizada. Sabe que están siendo observados por todas las alumnas que a esa hora están en la cafetería.
Se separan. Él le sonríe y ella mira hacia el sector de las mesas divisando a un grupo de cinco alumnas que la fulminan con la mirada mientras murmuran entre ellas. Vuelve a mirar a Maximiliano.
—Harás que me maten —bromea para detener en ella la incomodidad de ser el centro de atención.
—¿Les tienes miedo? —pregunta él entre risas—. Te defenderé.
—Me defiendo sola.
—¿Por qué te has vuelto tan ruda conmigo? —pregunta frunciendo el ceño y toma su mano—. Podemos hablar, ¿qué pasa?
Macarena suspira.
—Sí, creo que a eso vine. Pero no quiero conversar aquí, siento que hasta leen mis labios.
—Bueno, tienes razón. Las chicas suelen ser algo... chismosas —responde sonriendo—. ¿Me acompañas a mi casa? Me cambio y salimos a algún otro lugar.
—Me parece un buen plan —responde Macarena—. Tus alumnas, están por enviar a Ethan Hunt para saber que pasa entre tu y yo —bromea volviendo a mirar las mesas, dónde al grupo de alumnas se han unido tres más quienes la señalan inquisitivas.
Maximiliano ríe y mira al sector donde mira Macarena.
—Es natural que quieran saber quién acapara mi atención.
—¿Quien acapara tu atención? —pregunta curiosa Macarena—. Creo que quieren saber qué cosa tengo yo que no tengan ellas.
Maximiliano la recorre con los ojos de la cabeza a los pies.
—Bueno, salta a la vista, ¿no?
—¿Me coqueteas de nuevo?
—Si, lo hago —responde él y vuelve a acercarse a su boca mirándola fijamente—. Creía que ya tenías asumido que soy muy, muy coqueto —murmura nuevamente en sus labios provocando que su piel se erice. Macarena desvía su mirada y él acaricia su espalda sonriendo
—¿Vamos? —la invita Maximiliano.
Ambos se levantan de la barra para encaminarse a la casa de él. Repentinamente Macarena se detiene y toma su mano.
—Espera —dice
Maximiliano voltea para mirarla y ella rodea su cuello con una mano, pensando traviesamente que si las chicas van a matarla, tengan razones suficientes. Entonces lo acerca a ella y da un beso dominante y extenso. El mundo se paraliza, los latidos de su corazón resuenan como un eco, las personas desaparecen y solo siente los labios y la lengua de Maximiliano sincronizada con la suya, su respiración, su aroma. No le importa nada más, está perdida. Se ha enamorado del profesor de danza más codiciado de la academia y le da igual que sea un experto conquistador.
Sin embargo, alguien se acerca y ellos no se percatan de su presencia.
—Ejem ejem. ¿Qué significa este espectáculo? —interrumpe Gonzalo, con una expresión entre divertida y reprobatoria.
Ambos se sonríen, terminando el beso.
—Merecen que les dé con una varilla —bromea Gonzalo.
—Gonza, no exageres. Solo era un beso —responde Macarena, tratando de restar importancia al momento.
—Lo estabas devorando frente a toda la academia ¿o no, Maxi? —pregunta Gonzalo, con una ceja levantada, mirando a Maximiliano.
—No me quejo —responde este, sonriendo.
—Cállate, Gonza. ¿Por qué no miraste a otro lado? —reprocha Macarena.
—Imposible, todos estaban mirando esta desvergüenza —bromea Gonzalo.
Los tres ríen y la conversación sigue fluyendo.
—Iré al Bar Paraíso con un amigo. ¿Ustedes tienen planes? Nos podemos juntar allá —propone Gonzalo.
—Con un amigo, seguro —dice Macarena con sarcasmo.
—Amiga, no me dejes en evidencia —responde Gonzalo, entre risas.
Maximiliano dirige la mirada hacia Macarena como buscando su aprobación.
—Creo que podríamos juntarnos ahí. Iremos a mi casa primero —responde.
—Sí, vamos al Bar después, me parece bien —concuerda ella.
Gonzalo, escéptico, murmura para sí mismo y para su amiga: —Dudo que puedan llegar al bar. Macarena le pega un codazo disimuladamente.
—Bueno, nos vemos ahí —se despide Gonzalo.
—Claro, amigo —responde Macarena.
—Sí, nos vemos —añade Maximiliano, tomando la mano de Macarena para continuar su camino y salir de la academia, pero a tres pasos ya es interceptado por dos alumnas
—Profe Maxi —dicen ambas a coro—, queríamos saber si le gustaría ir a la fiesta de cumpleaños de Viviana, es ahora, en su casa.
—Lo siento chicas, tengo planes. Les agradezco la invitación—les responde sonriendo y continúa caminando con Macarena.
—Profe Maxi—insisten.
—Si?"-
—¿Nos presentará a su nueva amiga? —dice una de ellas mientras la otra le pega un codazo poco disimulado—. ¡Ouch! —exclama la chica —, ¿por qué me pegas?, todas queremos saber quién es —le dice
—Mi nombre es Macarena. Tengo voz. No dejo que nadie hable nunca por mi. Es un consejo femenino muy sabio —responde y Maximiliano la mira con ojos inmensos imaginándola con un pañuelo morado marchando por los derechos de la mujer.
—Hola Macarena —saludan ambas chicas no comprendiendo del todo el consejo recién entregado.
—Hola, es un gusto conocerlas. Deben ser del fans club "Maxi forever", ¿no? —responde bromeando y a Maximiliano le da un ataque de risa mientras ambas chicas se miran perplejas —. Yo las he visto antes, nos hemos topado varias veces
—Si, pero no sabíamos cual era tu nombre —responde una de las chicas.
—Chicas, nos tenemos que ir —las interrumpe amablemente Maximiliano.
—Bueno profe, nos vemos.
—Nos vemos —responde de vuelta y continúa su camino tomado de la mano de Macarena quien voltea su cabeza para mirarlas.
—.Adiós chicas —les dice pero ellas no responden, se cruzan de brazos y la miran alejarse de la mano de su querido profesor.
—Sí que me querían matar —comenta Macarena a Maximiliano mientras salen hacia la calle
—Son niñas, no te harán nada —responde Maximiliano abrazándola por la cintura mientras caminan por la acera—. No sabía que tenía un fans club —agrega sonriendo.
—Te encanta, no lo niegues
—¿Qué cosa?
—Que te miren babeando.
—¿Estás celosa?
—Para nada, son niñas —dice Macarena replicando su frase.
—¿Cuando vas a admitir que te mueres de celos? —dice Maximiliano mientras juega con sus manos entrelazadas.
—¿Cuando vas a admitir que eres un ególatra de lo peor?
—No lo soy.
—Lo eres.
—No es cierto.
—Si lo es —dice Macarena molesta por el diálogo infantil en qué se ve envuelta.
—Solo me gusta divertirme.
—Te gusta que te miren, lo disfrutas y si no lo hacen te empecinas en lograrlo hasta que caen a tu pies.
—¿Hablas por ti? —pregunta Maximiliano sonriendo y Macarena se enciende como ampolleta.
—No...no lo decía... —un plantón de beso la hizo callar antes de que llegasen a la puerta de la casa de Maximiliano.
—¿Crees que no me di cuenta del beso poderoso que me diste marcando territorio? —dice Maximiliano cautivándola cuando sus labios se separan.
—No sé de qué hablas —responde Macarena guardando su sonrisa hacia el rincón más recóndito de su ego femenino mientras él busca las llaves de la puerta de su casa.
—Ven, entremos —la invita apenas logra abrir la puerta—. ¿Me esperas 10 minutos? —pregunta y ella asiente—. Ponte cómoda, estás en tu casa —propone Maximiliano de manera cordial dejándola en la sala.
Macarena lo ve marcharse hacia su habitación. Se queda pensando sobre cuál es la mejor forma de decirle todo lo que tiene para decir. Su estómago se aprieta, sus manos sudan.
"Ya estás aquí, no hay vuelta atrás" se dice para sí.
Hola, lectores y lectoras!
Si han llegado hasta acá les agradezco infinito.
Aquí comienza la historia... aunque no lo crean.
Sus comentarios me inspiran, me emocionan y me hacen mejorar. Los agradezco, también su compresión ya que soy una amateur en estas ligas.
La intención de este relato es ir descubriendo capa a capa cada personaje, verlos crecer y evolucionar (o involucionar en algunos capítulos) como seres humanos, como tu y yo.
Algunos detalles para recordar o conocer:
Maximiliano: profesor de danza, bailarín profesional, 25 años
Macarena: periodista, 25 años
Gonzalo: profesor de danza, bailarín profesional, 27 años
Estefanía: estudiante de cuarto medio (en mi pueblo), último año de secundaria, o ultimo año de bachillerato (depende desde donde me lean), 17 años
Michu: gatita mestiza, 6 años
Mauro (ex de Maca): productor audiovisual, 27 años
Muchas gracias a quienes continúan y espero disfruten leer tanto como yo al escribir.
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