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CAPÍTULO 15: Encuentro (Gramática corregida)

Aquella tarde de verano, el intenso calor envuelve a Macarena mientras llega al lugar indicado por Maximiliano a través de la ubicación del teléfono. Vestida con unas bermudas, una camiseta delgada y zapatillas, su atención se posa en el imponente cartel del edificio. Se trata de un Cinearte oculto entre las calles de la ciudad, un refugio mágico a los ojos de Macarena.

Absorta en la contemplación del lugar, un aroma familiar llega a sus sentidos seguido de dos manos que cubren sus ojos. Un latido acelerado se apodera de su corazón, reconociendo de inmediato al responsable de aquella típica travesura.

—Adivina quién soy —dice Maximiliano. 

Macarena, sin emitir palabra, se gira para encontrarse con su mirada. Un gesto de complicidad se dibuja en sus labios, seguido de un beso largo y suave entre ambos.

—Estoy aquí —interrumpe Estefanía—, y el violín lo dejé en casa.

—Hola, Estefy —saluda Macarena con una sonrisa—. Disculpa, estaba canjeando el tributo que gané en nuestra batalla de ayer.

—Está bien, es tu merecido premio —responde Estefanía, devolviendo la sonrisa.

—Ustedes me negocian como si fuera mercancía —les dice Maximiliano, provocando la risa de ambas mientras ingresan al CineArte. La atmósfera del lugar y la complicidad entre ellos prometían una tarde especial.

Maximiliano, observando el atuendo de Macarena, murmura para que solo ella lo escuche—: Tu vestimenta no es apropiada para entrar a la sala de cine.

—Oh, no sabía que este lugar tenia un dress code —responde ella con una sonrisa.

—No te quejes si después encuentras otras marcas en tus muslos. La oscuridad de la sala a veces puede ser peligrosa —advierte él jugando.

—Compórtate, está tu hermana aquí y yo soy una puritana, ¿recuerdas? —se burla Macarena.

—Nunca olvidarás que dije eso, ¿verdad?

—Jamás —responde Macarena con una sonrisa.

—Me quedó claro que no lo eras, desde la primera vez que me besaste —le susurra Maximiliano, y ella siente un escalofrío recorrer su cuerpo. La piel de sus brazos se eriza y su corazón late más rápido. Una sensación de excitación y nerviosismo la invade, haciéndola sonreír y ruborizarse.

—¿De qué hablan? —interrumpe Estefanía—.Ya va a empezar la película.

—Nada, solo reflexionando sobre las locuras que uno dice cuando está borracho —comenta Maximiliano.

—Siempre dices incoherencias, hermano. Eres terrible cuando estás borracho —lo delata Estefanía.

—Shhh, no reveles mi lado oscuro, princesa —dice él, sonriendo, mientras Macarena los mira jugar divertida. 

—¿Qué película veremos? —pregunta curiosa.

—Es una sorpresa, así que debes cerrar los ojos —responde traviesa Estefanía.

—Definitivamente, ustedes dos son hermanos —dice Macarena. Maximiliano sonríe, recordando el día que la llevó a la tienda "Casablanca".

Estefanía toma la mano de Macarena y la guía con suavidad. 

—Ahora ciérralos —pide, y Macarena obedece,  dejándose llevar por ella. Después de unos pasos, Estefanía indica que podía abrir los ojos. Ante ella se despliega la sala de cine, iluminada por la pantalla que exhibe la primera parte de Back to the Future, en lo que el Cine Arte llamaba domingos nostálgicos.

Macarena salta en su puesto emocionada como una niña en navidad 

—Ustedes son los amigos más geniales del planeta.

Estefanía le dice a Maximiliano—: Ves, ya me considera su amiga. Aunque yo la quiero como cuñada.

Maximiliano mueve la cabeza, resignado a las bromas de su hermana. Luego, dirige su atención a Macarena. 

—¿Has visto lo molesto que pueden llegar a ser las personas que meten sus narices donde no las llaman? —pregunta con sarcasmo mientras su mirada se encuentra con la de su hermana. Macarena ríe ante su comentario, y Estefanía le lanza un beso en el aire antes de ingresar a la sala de cine.

Durante la película, Macarena se sumerge en los diálogos que conoce tan bien y en las miradas cómplices con Maximiliano. Cada escena desencadena recuerdos compartidos y una sensación de nostalgia se apodera de ella, pero también una profunda alegría por tener a su lado a alguien con quien compartir esos momentos especiales.

Al finalizar la proyección, deciden quedarse en el cine para conversar en el café del lugar. Mientras disfruta de su bebida, Macarena echa un vistazo alrededor y su mirada se detiene en un hombre alto, delgado, con gafas oscuras, quien conversa amigablemente con una chica. Un nudo se forma en su estómago al reconocerlo, y cierra los ojos brevemente, sintiendo malestar. 

"Gonza, ¿por qué tenías que invocarlo?" se pregunta para sí misma, sabiendo que el pasado siempre puede volver para sorprender.

Maximiliano, notando la tensión en Macarena, decide abordar el tema. 

—¿Estás bien? Parece que viste a Casper —le pregunta con preocupación.

—Sí, fue algo así, pero estoy bien —responde Macarena con una sonrisa forzada, tratando de disimular su incomodidad. Sin embargo, justo cuando terminaba de pronunciar esas palabras, nota que la persona a la que ha identificado también la ha visto a ella. Su malestar aumenta mientras ve cómo se levantaba de su silla y se dirige hacia donde están ellos.

—¡Maldición! —murmura para sí misma, pero Maximiliano alcanza a oírla. 

—Ey, ¿qué pasa? — le pregunta pero es interrumpido abruptamente por la llegada de esa persona.

—Hola, belleza afrodisíaca, ¿qué haces por acá? —saluda Mauro a Macarena con una sonrisa presumida.

—Hola, Mauro. Vine a comprarme un par de zapatos nuevos en el cine —responde Macarena con ironía.

—Oh, olvidaba tus sarcasmos —replica Mauro con suficiencia, mientras Estefanía y Maximiliano observan la escena con cierta perplejidad.

—Hola, soy Maximiliano. Y tú, ¿eres...? —interrumpe Maximiliano deliberadamente a Mauro, notando la incomodidad de Macarena y mostrando una actitud protectora.

—Soy Mauro —responde ante la interrupción de Maximiliano—:  Veo, Maca, que no estás sola. Solo me acerqué para ver cómo habías estado,

—Ella está bien y no, no está sola. Hasta luego, Mauro —interviene Maximiliano con firmeza, dejando claro que la conversación había llegado a su fin.

Macarena, sorprendida por la reacción de Maximiliano, se despide de Mauro —:Fue un disgusto verte, que estés bien, Mauro.

—Hasta la próxima, miss simpatía —responde Mauro con un tono burlón, y luego dirige su mirada a Maximiliano—: Adiós, Maximiliano, un gusto —añade antes de darse media vuelta y regresar a su asiento.

—¿Y ese quién era? —pregunta Estefanía, sorprendida por la breve pero intensa interacción.

—Princesa, no la incomodes —interviene Maximiliano, tratando de calmar la situación.

—No se preocupen, era mi ex —responde Macarena con una tranquilidad aparente.

Maximiliano traga saliva con dificultad, sintiendo un nudo en el estómago y un calor incómodo que sube por su garganta. Recién en ese momento cae en cuenta de que Mauro acababa de llamar a Macarena "belleza afrodisíaca".

—Un mal ex, al parecer —menciona Estefanía, observando la expresión de su hermano con curiosidad.

—Ufff, si supieras —responde Macarena con un suspiro, mientras Maximiliano no quita los ojos hacia el sector donde Mauro ha tomado asiento.

—Hermano, ¿a dónde se fue tu mente? —bromea Estefanía al ver a Maximiliano distraído.

—¿Eh? ¿Qué... qué pasó? —pregunta Maximiliano, volviendo a la realidad al escuchar la voz de su hermana.

—Ahí volviste —dice Estefanía con una sonrisa, notando la distracción de su hermano.

—Maca, si estás incómoda podríamos salir de acá —le dice Maximiliano, aún con la presencia de Mauro rondando en su mente.

—Prefiero irme a casa, si no les molesta —responde Macarena ya que  la situación no le resulta agradable.

—Noooo, pero si lo estábamos pasando genial —reclama Estefanía con un puchero de decepción.

—Princesa, tienes que tomar el autobús para regresar también. Mejor salgamos todos.

Los tres se alejan de la cafetería. Maximiliano abraza a Macarena y ella sonríe. Al salir del cine, se preparan para despedirse.

—Gracias —dice Macarena a Maximiliano, agradecida por su preocupación.

—Gracias a ti. Ayudaste a que no me derritieran el cerebro —responde Maximiliano con una sonrisa, bromeando para aliviar la tensión del momento.

Macarena ríe, pero su risa tiene un matiz de tristeza. 

—Me tengo que ir. Buen retorno, Estefi. Fue muy agradable estar contigo. Eres genial —le dice a Estefanía con sinceridad.

—Awww, lo mismo digo. Me encantó conocerte —responde Estefanía, devolviéndole una sonrisa cálida.

Luego, Macarena se dirige a Maximiliano. 

—Adiós, George —le dice con un tono suave.

—¿Estás bien? —pregunta Maximiliano, tomando su mano.

—Sí, estoy bien, pero se me pasará —responde Macarena.

—¿Te puedo llamar más tarde? —insiste Maximiliano.

—Mejor mañana. Que descanses —dice Macarena

Él acaricia su mano con suavidad. Macarena le da un pequeño beso en los labios y se marcha.

Maximiliano se queda allí, con la mano extendida hacia donde Macarena acababa de estar. Siente el pequeño beso en los labios que ella le dio antes de irse, pero su mente está plagada de pensamientos sobre Mauro y el efecto que tuvo en Macarena.

Estefanía, observando la expresión preocupada de su hermano, decide romper el silencio.

—¿Celoso, hermanito? —pregunta con una sonrisa traviesa.

Maximiliano se sobresalta levemente ante la pregunta. 

—¿Eh? —responde, confundido.

—Casi mataste a ese tipo con la mirada —comenta Estefanía, observando la expresión seria de su hermano.

Maximiliano frunce el ceño ante la observación de su hermana, pero luego suspira resignado. 

—No estoy celoso, solo... preocupado —responde con sinceridad, tratando de procesar lo ocurrido y entender cómo ayudar a Macarena. La imagen de ella con ese gesto de tristeza le sigue rondando en la cabeza, y siente la necesidad de asegurarse de que esté bien.

—Ummm, ¿ni un poquito de celos? Imaginarte que Macarena se besaba con él, se tocaban y se... —Estefanía es interrumpida abruptamente.

—¡Estefanía, cállate! —exclama Maximiliano, impacientándose y sorprendiendo a su hermana, quien nota la inusual seriedad en su expresión.

—¿Furioso? ¡Estás mega celoso! —responde ella burlándose.

—Deja de ver tantas telenovelas turcas, princesa —le reprocha Maximiliano, tratando de mantener la compostura—. Vamos a casa, debes tomar el autobús —agrega.

—Oh, mi hermanito perdió todo el sentido del humor. Se lo arrebató un tipo guapo de gafas oscuras —se burla Estefanía, disfrutando del pequeño momento de incomodidad de su hermano.

—¿Guapo? ¿Consideras que ese imbécil es guapo? —pregunta Maximiliano enojado.

—¡Lo logré! ¡Reconoce que estás celoso! —exclama Estefanía, divertida ante la reacción de su hermano, quien no puede evitar mostrar sus sentimientos de esa manera tan evidente.

—Te gusta molestarme. Me vengaré, ya verás —le dice Maximiliano siguiendo el juego

—Te quiero, hermanito —responde Estefanía con cariño, besándole la mejilla mientras retornan a casa.

Macarena regresa a su departamento con un ligero desánimo. A pesar de la maravillosa tarde compartida viendo su película favorita con Maximiliano y Estefanía, el encuentro con Mauro la desconcierta. No se debe a que aún tiene sentimientos por él; más bien, Mauro le hace revivir la razón por la cual ha decidido evitar relacionarse con hombres mujeriegos. Paradójicamente, se encuentra seducida hasta la médula por el encantador y coqueto profesor de danza.

A pesar de todas sus promesas de cautela y protección, el magnetismo de Maximiliano es irresistible. Su personalidad carismática y sus gestos amables la cautivan de una manera que no puede explicar. Aunque sabe que debe mantenerse alerta y proteger su corazón, es difícil resistirse a la atracción que siente hacia él.

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