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Capítulo 13: Renacuajos (Gramática corregida)

Al día siguiente, el timbre resuena en la casa de Maximiliano. Estefanía, emocionada, corre a recibir a Macarena con un cálido abrazo, tratándola como si ya fuera parte de la familia.

—¡Hola Maca! —exclama Estefanía con los ojos brillantes mientras rodea a Macarena con sus brazos —. ¡Qué alegría verte! Pasa, estamos casi listos.

Macarena entra y ve a Maximiliano, quien termina de ordenar la mesa. Una sonrisa medio embobada se dibuja en ella al verlo. Maximiliano se acerca, abrazándola por la cintura con ternura. 

—Qué bueno verte —dice, acompañando sus palabras con un suave y tierno beso en los labios.

Estefanía observa la escena con una sonrisa cómplice. 

—¿Qué tenemos aquí? —pregunta con picardía, disfrutando del momento.

—Sólo saludando como la gente civilizada —responde Maximiliano con una sonrisa, siguiendo el juego

—Estoy celosa —bromea Estefanía, cruzando los brazos fingiendo indignación.

—¿Celosa? ¿De qué? —pregunta Macarena, confundida pero divertida—.-No te lo quitaré.

—Solo bromeo —dice Estefanía—. Es que nunca había visto a mi hermano tan fe...- —la interrumpe Maximiliano tapando su boca con la mano .

—Princesa me estás metiendo en líos.

Estefanía le muerde la mano, —¡Ouch! —exclama Maximiliano.

—No me hagas callar, si no le dices tú, se lo diré yo — insiste Estefanía disfrutando el juego.

—¿Decirme que? ¿Qué traman ustedes?  —pregunta Macarena mirando a ambos confundida—. Siento que estoy en una cámara oculta.

—No te asustes, solo son bromas —responde Estefanía tomando su hombro con cariño y guiñándole un ojo a su hermano.

—¿El almuerzo también es una broma? ¿Saldrán renacuajos en la sopa o algo así? —continúa indagando Macarena.

—Has descubierto el secreto culinario de los hermanos Fuentealba —responde Maximiliano entre risas.

—Hermanito y, ¿qué hacemos con ella? —Estefanía le sigue el juego—. El último que supo nuestro secreto no vivió para contarlo.

—Princesa la estás espantando.

—Parece que lo llevan en los genes —les dice Macarena a ambos sonriendo.

—¿Qué cosa? —pregunta Estefanía.

—Ser payasos —responde.

Estefania ríe a carcajadas porque Macarena no se deja engañar por las bromas. Maximiliano sonríe admirando su naturalidad.

Los tres se encaminan hacia la mesa, preparados para compartir un almuerzo delicioso. Estefania y Maximiliano le piden tomar asiento a su invitada y van a la cocina a buscar el menú. Llegan con una fuente humeante de lasaña.

—Esta es la especialidad de mi hermano, por lo tanto obvio que me obligó a aprender la receta —explica Estefanía.

—Pensé que su especialidad era el consomé.

—¡¿Ya te hizo consomé?! —exclama sorprendida Estefanía.

—Si, el día que nos conocimos  —dice Macarena y dirige la mirada a Maximiliano—. Es una historia larga que incluye unicornios.

Maximiliano sonríe de manera cómplice y Estefania continúa bromeando.

 —Ah no, ¡ahora sí que me muero de celos!. Maxi cocina rara vez consomé para alguien que no sea sí mismo.

—Pensé que cocinaba eso siempre para sus amigas —responde Macarena sin reparos.

—Ohhh esa fue una indirecta muy directa —comenta Estefanía y continua el juego—. ¿Estás insinuando que mi hermanito siempre trae amigas a su casa a comer consomé?

—Pregúntale a él —Macarena sube los hombros mientras observa a Maximiliano servir la lasaña.

—No emitiré comentarios —responde Maximiliano continuado su labor.

Estefania se acerca a Macarena susurrando:  —Sé que Maxi tiene muchas "amigas" pero tú eres la primera a la que me presenta —sonríe guiñándole un ojo.

—¡Ey! ¡ustedes qué están secreteando! —les advierte Maximiliano.

Ambas ríen y todos comienzan a disfrutar la apetitosa lasaña. El aroma del almuerzo es exquisito y hace gruñir los estómagos de los tres.

—Bueno, ¿y qué tal la lasaña? —pregunta Estefanía, ansiosa por iniciar una conversación con Macarena.

—¡Deliciosa! Tu hermano tiene manos mágicas... en la cocina, me refiero —responde Macarena, haciendo toser a Maximiliano y provocando risas en Estefanía.

Después de una pausa, Estefanìa continúa: —Espero que no te importe si te bombardeo con preguntas, ¡estoy muy emocionada de conocerte mejor!

—¡Claro que no me importa! ¡Dispara! —responde Macarena, animada.

—Bien, ¿Dónde se conocieron? ¿Hace cuánto que son amigos? ¿Eres bailarina igual que Maxi? ¿Cuál es tu comida favorita? ¿Y tu película preferida? ¡Oh, y cuéntame más sobre esa historia de unicornios y consomé! —Estefanía lanza una ráfaga de preguntas con una sonrisa traviesa.

—Detén el bombardeo, Estefi, no puedo retener tantas preguntas —dice Macarena riendo.

—Sherlock Holmes, no interrogues tanto, no resolverás el caso —le reclama Maximiliano a su hermana.

—Solo estoy socializando —se defiende Estefanía.

—Nos conocimos en la academia —responde Macarena, saboreando la lasaña.

—¿Eres alumna de Maxi o eres profe? —pregunta Estefanía, curiosa.

—Ninguna de las dos opciones. Tomaba clases de danza árabe con otro profe que dejó la academia. Un amigo en común nos presentó —explica.

—¿Sabes bailar la danza del vientre? —pregunta Estefanía, haciendo un movimiento particularmente gracioso con su cuerpo.

—Algo así —responde Macarena entre risas.

—¿Maxi te ha visto bailar? ¿Maxi, la has visto bailar? —pregunta Estefanía, incluyendo a su hermano en la conversación.

—Sí —responden ambos a coro.

—Y, ¿solo son amigos? —pregunta Estefanía traviesa.

—Sí —responden ambos nuevamente a coro, sonriendo cómplices.

—¡Ay, me encantan! —exclama Estefanía al ver la sincronía de Macarena y Maximiliano—. Son amigos pero se gustan.

Macarena se sonroja y Maximiliano interviene en la conversación: —Creo que has hurgado suficiente por esta vez, Sherlock.

—Hermano, no seas aguafiestas.

—Hermanita, eres muy entrometida y tenemos invitada, no la incomodes.

—Maca, ¿cierto que no te incomodo? —pregunta Estefanía a Macarena, pero no la deja contestar—. Ves, dice que no, que soy un ángel —le dice a Maximiliano.

Macarena ríe mientras los hermanos siguen jugando

—Por esta razón es que nunca te invitan a ningún lugar —bromea Maximiliano.

—Mentira, soy el alma de todo evento social. A ti te avergüenza ahora que le diga a tu amiga que estás loco por ella. Es eso, por eso me haces callar, pero no me callaré. Quiero conocerla y saber si es digna de ti.

—Petiza, me las pagarás —dice Maximiliano levantándose de su silla.

—No, hermanito, lo siento —dice Estefanía, arrancando de su hermano.

—El sentimiento es mutuo —suelta Macarena y deja a ambos en silencio y paralizados. Ella continúa comiendo su lasaña despreocupada. Estefanía mira a su hermano y le susurra en un tono de voz que puede ser escuchado por todos:  —Acaba de confesar que está loca por ti y no se avergüenza . Me gusta ella.

—Compórtate, no soy un personaje de tus telenovelas turcas —le advierte Maximiliano.

—Eres tan guapo como ellos —dice Estefanía abrazándolo. Maximiliano rueda los ojos mientras Macarena no para de reír.

—Me portaré bien —le dice Estefanía mientras le besa la mejilla a su hermano y ambos retoman sus asientos. Maximiliano mira a Macarena sonriendo, ella le devuelve el gesto.

—Es que parece que se comunican con solo mirarse —dice Estefanía en voz alta.

Maximiliano resopla y cambia el tema contándole a su hermana con entusiasmo: —Princesa, ¿sabías que con nosotros tenemos a otra fan de Back to the Future?

—¡En serio! ¡Bienvenida al Club! Maxi hizo que me aprendiera todos los diálogos desde pequeña. Al final me volví fanática como él —responde Estefanía sonriendo.

—¡Yo también sé todos los diálogos! —dice Macarena con entusiasmo.

—Nosotros jugábamos a que él era Marti y yo Doc y recreamos las escenas. ¿Te acuerdas Maxi que rompiste el estetoscopio de papá tratando de hacer un condensador de flujos?

—No me recuerdes eso, me castigaron todo el verano —se lamenta Maximiliano.

—Siempre se nos ocurrían ideas y terminaba Maxi castigado. Extraño eso —añade Estefanía.

—¿Extrañas que me castiguen?

—No, bobo, te extraño a ti. Vives muy lejos ahora, ya no te pueden castigar —responde Estefanía nostálgica.

—Acá igual me castigan —dice Maximiliano sonriendo mirando a Macarena provocando que se ruborice hasta las orejas.

—Oigan no quiero enterarme de sus intimidades —reclama Estefanía bromeando.

—Ya la oíste, ¡compórtate! —le dice Macarena a Maximiliano con voz amenazante.

—¡Eso! ¡Bien mandoneado! —aplaude Estefanía mientras su hermano la mira serio fingiendo indignación y provocando la risa de ambas.

La complicidad entre ellos sigue creciendo durante el almuerzo. La personalidad sencilla y perspicaz de Macarena, genera mayor admiración por parte de Maximiliano.

—Maca, ¿tienes hermanos? —continúa su interrogatorio Estefanía.

—No, soy hija única, pero adopté un hermano postizo. Un amigo es como mi hermano —responde Macarena con una sonrisa.

—¿A ver? ¿Qué amigo? —pregunta Maximiliano fingiendo celos.

—¡Ridículo! Sabes que me refiero a Gonza —responde Macarena, divertida.

Estefanía los mira fascinada. Le encanta cómo juegan entre ellos. Entonces decide someter a Macarena a su tradicional prueba de fuego. 

—Maca, sabes, yo tengo una tradición ancestral —dice con solemnidad.

—Oh no —exclama Maximiliano.

—Silencio, hermano. Tengo una tradición y me conocen como la reina de los acertijos —continúa Estefanía con orgullo.

—Ah, mira, no sabía. ¿Y qué gano si resuelvo tu acertijo? —curiosea Macarena.

—A mi hermano —responde Estefanía, segura de sí misma.

—¡Oye, me estás ofreciendo como tributo! —reclama Maximiliano.

—Hermanito, no te preocupes, no lo resolverá —dice Estefanía, con una mirada desafiante hacia Macarena.

—A ver, ¿cuál es el acertijo? —dice Macarena, preparada para el desafío.

—¿Qué hacen seis locos? —lanza Estefanía con una sonrisa traviesa.

Macarena, pensando un momento, mira hacia el techo y se toma el mentón para responder con confianza:  —Hmm, hacen media docena.

—¡Qué! ¡No puede ser! —exclama Estefanía sorprendida—. ¡Eres la primera persona que lo resuelve!

Maximiliano ríe a carcajadas porque su hermana no logró hacer caer a Macarena.

—Ahora quiero mi tributo —exige Macarena, siguiendo el juego.

—No regalo a mi hermano tan fácil. Lo quiero recuperar. Lánzame un acertijo tú y si lo acierto, recupero a mi hermano —propone Estefanía.

—Bueno, trato hecho —responde Macarena con una sonrisa—. Acá va: "entra grande y duro en la boca y sale pequeño y blando, ¿qué es?"

Maximiliano, que en ese momento estaba bebiendo de su vaso, se atraganta al escuchar el acertijo. Se levanta de la mesa, va donde su hermana, le tapa los oídos y dice:  —Estamos en horario familiar.

—Oye, tengo diecisiete —reclama Estefanía, —.seguro que no...—Maximiliano le tapa la boca interrumpiéndola.

 —Me niego rotundamente a que confieses algo así, eres pequeña y siempre serás pequeña —le dice sin dejarla hablar.

Estefanía le vuelve a morder la mano y su hermano la vuelve a callar. Entonces le golpea los brazos para que libere su boca.

Macarena, divertida con la situación, comenta:  —No pueden tener tanta mente de alcantarilla —ambos hermanos quedan mirando a Macarena con curiosidad.

—Creo que has ganado, no se me ocurre qué cosa "sana" podría responder a tu acertijo —dice Estefanía.

—Simple —dice Macarena con una sonrisa—. Es un chicle.

Todos ríen ante el ocurrente acertijo.

El almuerzo llega a su fin entre risas, transformándose en un momento entretenido para Estefania, quien había insistido en su realización. Macarena expresa su agradecimiento a ambos por la exquisita comida, antes de despedirse. Como de costumbre, Maximiliano la acompaña hasta su auto y la charla continúa.

—Gracias por soportar a mi hermanita y comerte nuestros renacuajos disimulando que sabían bien —dice Maximiliano con una sonrisa

—Tienes talento en la cocina —responde Macarena sinceramente

—Lo sé.

—Tu hermana es genial, es una mujer muy divertida, inteligente y bella. Debes cuidarla —le comenta Macarena

—Sí, se parece a mí —bromea Maximiliano

Macarena rie diciendo :  —Cuánta modestia.

—Siempre —Maximiliano se acerca seductoramente. —¿Así que, tengo manos mágicas?

—Dedos mágicos, para ser precisa —responde Macarena de la misma manera mientras Maximiliano la abraza por la cintura .

—Quiero besarte desde que llegaste a mi casa —susurra mirándola intensamente.

—¿Y qué te detiene? ¿O querías quedar como un hermano recatado frente a Estefi?

—Ella sabe que no soy recatado.

—Qué bueno. Porque tengo pruebas que demuestran tu salvajismo —continúa Macarena divertida.

—¿Cuáles pruebas? —pregunta curioso.

—Me dejaste marcados los muslos, Maxi. Ahora no podré usar falda corta por días.

—Ayer no te quejabas de eso, todo lo contrario —dice él, pasando el pulgar por el labio inferior de Macarena.

—Estamos en horario familiar, eres un atrevido —bromea Macarena.

—Sí, y en este momento quiero besarte de la manera más atrevida que existe —dice Maximiliano decidido. La toma de la cintura y le da un beso profundo, extenso y apasionado. Macarena se derrite en sus brazos.

Cuando se separan, Macarena aprovecha la oportunidad para confesar:  —Ey, sé que te han dicho esto muchas veces, pero lo diré igual... me gustas.

—Suena diferente cuando lo dices tú —dice Maximiliano acariciando su mejilla.

Macarena sonríe y lo besa lenta y minuciosamente como queriendo extender ese momento por mucho tiempo más. Luego se suelta de sus brazos y le dice que debe irse.

Maximiliano se queda mirando hasta que ella sube al auto, se inclina sobre la ventanilla del copiloto y Macarena la abre.

—Cenicienta, tu zapatilla —dice Maximiliano extendiendo la mano para entregarle y devolverle su pulsera favorita.

—Gracias —responde Macarena e intenta cerrar la ventanilla pero Maximiliano vuelve a inclinarse.

—¡Ey! —dice llamando su atención.

—¿Qué?

—Tu también me gustas —le confiesa Maximiliano. Macarena sonríe sintiendo que su estómago se aprieta y su corazón se acelera. Enciende el motor.

—Adiós galán —se despide de él.

—Adiós amiga —responde Maximiliano con una cálida sonrisa en su rostro.

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