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CAPITULO 12: Tarde de Películas (Gramática corregida)


**Capitulo con contenido +18**

El día viernes ha llegado. Maximiliano termina de dar clases en la academia a media tarde y ese día no tiene ensayo de la obra. Llega a su casa, cambia el televisor de sitio, dejándolo cerca del sofá de la sala, coloca cojines, una manta suave, vino y snacks.

Suena el timbre. Al abrir la puerta, Macarena entra y sonríe al ver la dedicación de Maximiliano

—¡Bienvenida a mi rotativo! Espero que te sientas cómoda — dice Maximiliano con una amplia y encantadora sonrisa

—¡Wow!, ahora me siento como en una película adolescente.

Maximiliano sonríe y la invita a tomar asiento. Se acomodan en el sofá, la película comienza y ellos comparten risas y comentarios sobre la trama, pero sus miradas revelan una conexión que los electriza. A medida que la película avanza, Maximiliano se siente tentado por la cercanía con Macarena, pero recuerda que está a prueba.

En un momento crucial de la película, la tensión entre ellos se intensifica. Ambos se sienten atraídos pero contienen sus impulsos. 

Maximiliano murmura: —Quizás no debí ver esta película contigo.

 Macarena, sintiendo el mismo deseo, responde con una sonrisa cómplice: —Maxi, creo que esta película nos está afectando más de lo que debería.

—¿"Nos" está afectando?

Macarena se acerca y le susurra cerca de sus labios:" —"Nos".

Lo mira a los ojos y lo besa suavemente. Maximiliano responde sintiendo un escalofrío y profundiza el beso. Macarena acerca su mano y toma su cuello, acaricia su pelo y juega con el beso, tomando con los dientes su labio inferior. Vuelve a besarlo profundamente agarrando su cabello con la mano, suelta una respiración profunda por la nariz, luego baja la mano por su cuello y la desliza por su pecho, su abdomen hasta llegar a su muslo y apretarlo ligeramente.

Se separan con la respiración agitada.

—Me estás tentando y estoy castigado —dice Maximiliano.

—Te levanto el castigo —susurra Macarena provocando la tentación de Maximiliano que la besa y se inclina sobre ella, recostándola suavemente en el cómodo sofá. Macarena responde al beso, el roce de sus labios se convierte en intercambios de deseo.

Maximiliano, con una sutileza infinita y electrizante explora con las manos los detalles de su silueta. Macarena se deja llevar, lo desea tanto como él a ella. Toca la espalda de Maximiliano, suavemente desliza sus manos por debajo de su ropa, siente el calor de su piel y con las uñas recorre toda la superficie, desde el cuello hasta el lumbar, baja las manos, se topa con el pantalón, pasa por encima de sus perfectos glúteos y los aprieta.

Maximiliano decide soltar el beso y explorar su cuello. Un aroma embriagador lo envuelve y posa sus labios en él. A Macarena se le eriza la piel y él lo percibe. Ha encontrado uno de sus puntos débiles. Recorre su cuello con los labios. Macarena gira la cabeza hacia el televisor, la película suena en segundo plano. Sentirlo en su cuello la llena de placer, suelta un jadeo, cierra los ojos y moja los labios. Él, comienza a bajar sus labios y trazando un camino de besos húmedos abre el primer botón de su blusa, el segundo, el tercero, hasta llegar al último, con tanta calma que es abrumador.

La respiración de Macarena se agita mientras con los dedos entrelaza el cabello de Maximiliano. Vuelve a cerrar los ojos para sentir en plenitud la sensación de sus besos. Cuánto lo desea, a pesar de que sabe que será una más en la lista de conquistas, una más en su cama, una más entre tantas.

El vuelve a sus labios, la besa con la maestría que Macarena adora. Desliza la mano por su piel, toca su pecho, lo aprieta y con una delicadeza perturbante mete la mano por debajo de su brazier. Macarena suelta otra respiración profunda por su nariz, mientras envuelve su lengua en la abrazadora lengua de Maximiliano.

El recorre la suavidad de la piel de Macarena, baja la mano a su cintura, pasa por el contorno de sus glúteos, por sus muslos y vuelve a hacia arriba repitiendo sus movimientos. Sus pechos son tan suaves y se amoldan perfectamente a sus manos excitándose cada vez que los toma y los aprieta. A pesar de que su deseo por tenerla se incrementa, es cauteloso por la forma en que ella ha manejado los límites. Busca un respiro, se separa de sus labios.

— ¿Nos detenemos aquí?—pregunta. 

Macarena lo mira, niega con la cabeza :—No —susurra.

Maximiliano se levanta y la toma con destreza de la cintura, se sienta y la acomoda encima de sus piernas para poder despojarla por completo de su blusa. Macarena enrolla las piernas alrededor de su cintura, toma la camiseta de Maximiliano y con ligereza se la quita. Se miran intensamente, sin decir nada, sus ojos se conectan.

Maximiliano continúa besando su cuello y ella, inclina la cabeza hacia atrás gozando de la suavidad de sus labios. Baja por su hombro y con los dedos desliza el tirante de su brazier, acerca la mano a su pecho, aparta el brazier, toma su pecho y pasa su lengua por él. Traza círculos con su lengua alrededor de su pezón y luego lo succiona. Con los dedos índice y pulgar los estira y vuelve a hacer círculos con su lengua. Macarena suelta un gemido intenso. Maximiliano ha encontrado un segundo punto débil. 

Ella sabe que él lo entendió todo, es un experto, pero tiene la necesidad de tocarlo y sentirlo. Se inclina hacia adelante haciendo que Maximiliano apoye la espalda en el respaldo del sofá. Comienza a besarlo y a saborear con la boca cada centímetro de su torso desnudo. Maximiliano cierra los ojos. Ella desliza las manos con destreza por cada rincón de su marcado abdomen y baja con la boca hasta el borde del pantalón, descubriendo un tatuaje en la ingle, el cual no alcanza a descifrar. Mientras besa la parte baja de su abdomen abre el botón, baja la cremallera y Maximiliano se inclina hacia delante, detiene suavemente el frenesí de sus besos, sus ojos brillan. Le toma el mentón con suavidad y trata de encontrar las palabras que pesan en el aire cargado de excitación: 

—Si cruzas ese límite, no podré detenerme. —advierte con voz ronca.

Ella, con una sonrisa, se inclina sobre él, se acerca a su oído y responde con una sensualidad dominante: —¿Quien dice que quiero que te detengas?

En ese momento, la tensión sexual entre ellos aumenta. La besa eufóricamente, ella lo detiene, posa un dedo sobre su boca y luego con ambas manos toma sus pantalones. Maximiliano sube las caderas para lograr desprenderse de él. Toma a Macarena por la cintura y vuelve a sentarla sobre sus piernas, ya desnudas. Deslizando las manos por su espalda, atrapa el brazier y lo jala hacia arriba. Macarena sube los brazos, dejándose desnudar. Maximiliano acaricia sus pechos mientras la besa con un calor incontenible. La inclina y la recuesta en el sofá nuevamente, pero está vez no hay suavidad en sus acciones. Se inclina sobre ella y con ambas manos toma sus caderas y las acomoda debajo de su pelvis. Macarena siente lo duro que está debajo de su boxer y eso la excita aún más. Toma sus glúteos con ambas manos y los empuja hacia ella. Maximiliano respira agitado, suelta el beso y baja suficiente como para sentir nuevamente el dulce sabor de sus pechos desnudos. Ella aprieta desesperadamente la espalda de Maximiliano y luego sus glúteos.

Maximiliano sigue explorando con los labios llegando a su vientre. Se detiene y abre los tres botones que tiene el pantalón, lo tira y logra zafarse de eso, dejándola en bragas. Baja más y besa violentamente el interior de sus muslos. Macarena suelta un gemido, curvando la espalda. Ha descubierto otro punto débil. Él sonríe, hunde sus labios y sus dientes otra vez en esos maravillosos muslos. Vuelve y decide despojarla de la última prenda que le queda. Macarena, completamente húmeda y caliente, detiene sus manos que ya arrastraban las bragas y advierte: —Maxi sin condón, no.

—Tengo, no te preo... —Macarena lo calla con un beso ardiente, mientras él continúa bajando sus bragas y roza con los dedos su humedad.

 —Eres exquisita, estás muy húmeda —susurra en su oído.

—Ve por uno —ordena Macarena.

—Ok, a sus órdenes capitana —responde Maximiliano y se levanta del sofá.

 Su erección a través del boxer es notoriamente monumental. Se dirige a su habitación y vuelve enseguida. Abre el paquete y bajando su boxer lo coloca en su gran erección, se recuesta sobre Macarena y vuelve a besarla. Besa sus pechos, succiona sus pezones provocándole más gemidos. Vuelve a su boca.

—Admite que me deseas —le susurra en sus labios.

—¿Quieres que alimente tu ego? —pregunta Macarena de la misma manera, susurrando y mirando sus labios—.  No te daré más crédito del que ya tienes al tenerme así —agrega. 

Maximiliano sonriendo hunde los dedos en su interior haciendo que ella gima fuerte y vuelva a arquear la espalda.

—Dí: te deseo Maxi, desde el día en que te vi —vuelve a girar los dedos provocando otro gemido de Macarena.

—No juegues —responde apenas Macarena jadeando—. Maldición ahhh —gime sintiendo el pulgar de Maximiliano acariciando su clítoris.

Ella toma su rostro con ambas manos y lo obliga a mirarla gimiendo.

 —Maxi, estoy muy caliente...por favor —le susurra de manera ardiente y lo besa desenfrenadamente envolviéndolo con la lengua de una manera irresistible. La química entre ellos es innegable. Maximiliano retira los dedos de su interior y aprieta sus pechos con desesperación, deseándola

 —Verte caliente por mi es un espectáculo —susurra jadeando, —quiero hundirme en ti, ahora.

—Hablas demasiado, solo hazlo —dice Macarena y Maximiliano le da la primera embestida.

 Ambos sueltan un gemido justo cuando el timbre de la casa interrumpe el momento. Macarena, con la respiración entrecortada , pregunta: —¿Esperas a alguien?

—Olvida el timbre —le dice Maximiliano con voz ronca. Continúa besándola y penetrándola. Ahora el sonido de tres golpes en la puerta los distrae.

—¡Mierda! —gruñe Maximiliano con frustración. Se levanta del sofá, se acerca a la ventana y mira hacia afuera. —¡Que inoportuna, hermanita!

—¿Es tu hermana? —pregunta Macarena incorporándose en el sofá. La espectacular vista de Maximiliano desnudo hace que muerda sus labios.

—Si, es Estefy —contesta Maximiliano.

Suena el timbre nuevamente. Macarena se levanta y trata de encontrar su ropa, la recoge junto a sus zapatos.

 —Voy al baño, no la hagas esperar —le dice caminando de prisa.

Maximiliano la observa alejarse desnuda, mira al cielo como si aquello fuera un castigo, pasa las manos por su rostro y suspira frustrado. Se saca el preservativo, lo guarda en un bolsillo mientras se viste apresurado.

 —¡Estefy, ya voy! —le grita desde dentro y luego atiende la puerta.

—¿Dónde tenías el teléfono? Te he estado llamando toda la tarde—reclama Estefanía apenas ve a Maximiliano

—Buenas noches hermanito, que gusto verte, gracias por recibirme en tu casa —ironiza Maximiliano peinando su cabello con los dedos

—Perdóname la vida hermano  —dice Estefanía entrando a la casa, —es que no me contestabas. ¿Te estabas ejercitando? —pregunta ingenuamente al ver el rostro agitado de su hermano. Sin esperar respuesta, deja un bolso en el suelo y lo abraza cariñosamente. Ve hacia un costado. La pantalla del televisor está encendida pero solo se ve un logo de una app de películas, dos copas de vino en la mesita, snacks y los cojines del sofá en el suelo.

—¡Ups, hermanito!, parece que no estás solo —dice sonriendo.

En ese momento aparece Macarena saliendo de la habitación de Maximiliano que colindaba con el baño. Vestida, y ruborizada hasta los pies, saluda a Estefanía: —¡Hola! —le dice sonriendo.

—Estefi, ella es Macarena, Maca ella es mi hermana —las presenta Maximiliano.

—¿Macarena con M? —pregunta Estefanía mirando a su hermano con cara juguetona.

—Si, creo que con M aparece en mi certificado de nacimiento —responde Macarena bromeando.

Estefania ríe y luego saluda : —¡Hola! Mucho gusto, quería conocerte. Siento si interrumpí algo.

—Princesa, no te desubiques —dice Maximiliano a su hermana con una voz suave y a la vez tierna.

—También es un gusto para mí —dice Macarena—. Una lastima que ya me tenga que ir.

Maximiliano la mira con una expresión de lamento pero no dice nada.

—¿Te vas porque llegué yo? —pregunta Estefanía a Macarena—. Podemos compartir a mi hermano, no te estoy echando.

—No te robaré a tu hermano, de verdad ya me iba.  Y se dirige a Maximiliano: —Me voy, hablamos más tarde.

—Te acompaño a la puerta —dice Maximiliano resignado.

—Adiós Estefy —se despide Macarena.

—Adiós Maca —responde Estefanía y sin que Macarena la vea le hace un símbolo de corazón con los dedos a su hermano bromeando y este rueda sus ojos.

Maximiliano acompaña a Macarena hasta la puerta, sale con ella, pasa su brazo por la cintura y caminan juntos hasta el auto que ha estacionado unos metros más allá. Macarena guarda sus cosas, cierra el maletero y Maximiliano la vuelve a tomar de la cintura abrazándola

—Lo siento, olvide que hoy llegaba Estefy —le dice acariciando su mejilla.

—Lo entiendo, no te preocupes. En otra oportunidad terminamos de ver la película.

—¿Cuál película? —bromea Maximiliano.

—Nos vemos —responde sonriendo Macarena—.Acompaña a Estefy, se un buen hermano.

—No puedes irte sin despedirte.

—Maxi, me dejaste sin labios y sin ropa. ¿No te basto con eso? —responde jugando Macarena.

—No fue suficiente —responde él pasando su dedo pulgar por el labio inferior de Macarena y fijando la vista en ello—. Lo de la ropa, no sé quién despojó a quién de sus pertenencias primero.

—Eres un payaso —ríe Macarena.

—Me encanta tu risa.

—Ya galán, me voy.

—Dos veces me haz dejado ardiendo en el mismo calor del infierno y luego te vas.

—Esta vez no fue mi culpa, Lucifer. Esta vez me hubiese quemado contigo.

—¡Dios!, harás que te encierre en tu auto ahora mismo y terminemos lo que empezamos —le dice presionándola contra la puerta del auto

—Ve con tu hermana y date una ducha fría

—Ok —responde Maximiliano sonriendo y toma su rostro con ambas manos, besándola apasionadamente.

—Maxi me tengo que ir —dice Macarena cuando terminan de besarse.

—Ya se, ya se. Descansa  —responde volviendo a besarla pero esta vez tiernamente.

—Tú también, buenas noches.

 Macarena se libera del abrazo de Maximiliano y sube a su auto emprendiendo su retorno a casa.

Maximiliano vuelve a su casa, su hermana lo recibe, con una mirada pícara, diciendo:  —Así que Macarena con M, ¿eh?

—No emitiré comentarios.

Estefania, con una risa juguetona, insiste: —No parece ser solo tu amiga, hermanito. Le preguntaré a tu sofá, a ver si sabe guardar secretos.

Maximiliano, con vergüenza y diversión, responde:  —Dale, pero no esperes respuestas de objetos inanimados. Mi sofá tiene una estricta política de privacidad

Estefania se acerca al sofá y recoge algo del suelo. Es el envoltorio del preservativo y una pulsera, la con la claqueta de cine, la de Macarena. Sostiene ambos objetos y con una ceja alzada, mira a Maximiliano mostrándolos.

 —Parece que tu sofá no es tan discreto después de todo.

Maximiliano le quita el envoltorio y lo guarda en su bolsillo, luego toma la pulsera, la observa y suspira:  —¡otra vez se le cayó!

—¿Cómo que otra vez?

Maximiliano ríe y luego responde:- —Princesa deja de jugar a Sherlock Holmes, eso es asunto mío, ¿no crees?

—Solo quiero saber quién ha conquistado al fin a mi hermano, ¿es mucho pedir?

—Soy un hombre difícil de conquistar, hermanita. Ella es solo una amiga n—responde Maximiliano con una sonrisa juguetona

Estefania, con expresión de complicidad, le pasa la pulsera a Maximiliano.

 —Bueno, creo que deberíamos organizar una presentación oficial con "tu amiga"

—¿A qué te refieres?

—Invítala a almorzar con nosotros.

—Eres una casamentera encubierta —ríe Maximiliano.

—Por favor hermanito, invítala a almorzar mañana, ¿si? —Estefanía mira a su hermano juntando sus palmas rogándole.

—No creo que ella quiera

—Al menos pregúntale, no seas malo, por favor, ¿si? —Insiste Estefanía ladeando su cabeza hacia un costado y sonriendo tiernamente

Maximiliano alza una ceja y reflexiona un momento.

 —Está bien, le preguntaré. Eres una caprichosa, no tienes remedio.

Estefania se lanza en un abrazo hacia su hermano haciéndole sentir que lo adora demasiado.

Maximiliano ordena el desastre post incursión interrumpida en su sofá, busca su teléfono que había olvidado por completo. Revisa su pantalla con llamadas perdidas de su hermana y decide escribirle a Macarena:

Maxi: ¿Llegaste bien a casa?

Maca: Sí, llegué bien.

Maxi: ¿Sientes un vacío que no sea solo mi ausencia? Algo que te falte en tu muñeca, por ejemplo.

Maca: ¿Vacío? ¡Oh no! ¡Mi pulsera! Se me cayó.

Maxi: Se la comió mi sofá. Estefy hizo que la vomitara y la rescató.

Maca: 😅

Maxi: Mi hermanita insiste en que debe devolverla personalmente y que para eso deberíamos almorzar juntos. ¿Te animas a enfrentar esa tortura?

Maca:¿Es una trampa o algo así?

Maxi:Te juro que esta vez no habrá vino, ni snacks, ni película... No será una trampa 😁

Maca: 🤪

Maxi: ¿Te animas?

Maca: Sí, me gustaría conocer a la única mujer que ocupa tu corazón.

Maxi: ¡Es mi hermana!

Maca: ¡Es tu debilidad! Es tan tierno.

Maxi: ¿Eso es un sí?

Maca: Sí.

Maxi: Genial. Mañana a las dos en mi casa. Prepararemos algo especial.

Maca: Wow. Está bien. ¿Llevo algo?

Maxi: Tu presencia es suficiente. El postre te lo cobro después cuando mi hermana se vaya y no vuelva a interrumpirnos.

Maca: jajaja. Veremos...

Maxi: No vuelvas a dejarme con las ganas...de verte. Te espero

Maca: jajaja. Payaso iré a descansar, por alguna razón necesito una ducha urgente y dormir.

Maxi: Me encanta ser parte de esa razón. Nos vemos. Descansa.

Maca: Tu igual.

Macarena se da una ducha y se tiende en su cama, acariciando a Michu. Su mente revive cada caricia que Maximiliano le dio hace un par de horas. ¡

¡Desgraciado experto!, piensa.

Decide cancelar la cita habitual de almuerzo del día siguiente con su amigo Gonzalo y se prepara para dormir. Al ponerse el pijama, se da cuenta de que sus muslos tienen tres marcas de mordidas. Se asusta, corre al espejo y se revisa el cuello; no hay nada a la vista. Maximiliano la ha marcado estratégicamente donde nadie pueda notarlo fácilmente. Macarena sonríe, sintiéndose cautivada.

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