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Irrelevant 2.

-Y al fin sabían lo que era sonreír por el mero hecho de mirarse el uno al otro. Sin más motivo. No hacían falta.-

Los días pasaron tan rápido para todos que sentían la necesidad de pararlo para poder disfrutar de cada instante. Mediados de Marzo había llegado y faltaban sólo dos días para que las composiciones se enviaran. Harry y Louis se habían quedado cada tarde después de clase para practicar su canción; Harry no sabía tocar muy bien todavía, pero su composición era algo que podía tocar con los ojos cerrados. Los Martes y los Jueves no había clases, pero ellos decidieron quedar por su cuenta, no había necesidad de ensayar de nuevo; simplemente tenían la necesidad de verse.

-¡Te gané! ¡Por fin, bendito sea ese jodido caracol, sabía que era la clave!- gritó Louis arrastrándose por el suelo. Se levantó la camiseta y la subió hasta su cabeza, parecía que estaba celebrando un gol.

Harry le miró el pecho y se centró en el tatuaje que tenía, le quedaba perfecto, parecía parte de su piel, era parte de su piel. Inconscientemente se mordió el labio y cuando se dio cuenta volvió a mirar la pantalla antes de que Louis lo percibiera.

-¿No dices nada?

-Te he dejado ganar. Llevas perdiendo todos estos días, ¿crees que hoy iba a ser menos? Encima te he dejado usar mi caracol.- bufó Harry molesto.

-No te enfades, hoy después de tanto tiempo jugaremos al Fifa.- canturreó victorioso.

-Me gusta tu tatuaje, hay una canción que se llama así. Nothing to reliveit's water under the bridge, you said it; I get itit is what it is...

-Harry.- lo llamó Louis. El rizado levantó la cabeza y lo miró expectante.- No vas a despistarme, toca Fifa.- concluyó con una sonrisa.

De eso hacía al menos un mes, sentían tanta confianza y comunicación el uno con el otro que verse a diario era algo normal para ellos en aquel entonces. Harry sólo había vuelto a tener ansiedad un día más, su madre se empeñó en que tomara las pastillas que tanto lo ayudaban, pero él se negó, se encerró en su habitación y llamó a Louis. 

-Hola, Harry. Justo iba a llamarte, mis padres se van mañana, ¿vendrías a casa?- nadie respondió al otro lado de la línea.- ¿Harry? ¿Estás bien?

-No.

-¿Otra vez aquel recuerdo?

-Sí.

Hablaron durante al menos una hora, el mayor no lo presionó a contarle nada e intentó cambiar de conversación para que Harry olvidara todo lo que lo ponía mal. Se preocupaba por él, le había dicho que no había vuelto a tener esos ataques, le creía, pero seguía sintiendo miedo. El uno de Febrero se propuso que el rizado no tuviera ni la más mínima oportunidad de poder sentirse así, por lo cual desde muy temprano apareció en su casa.

-Tengo un regalo para el cumpleañero, pasen y vean.- gritó Louis entrando en el salón y buscando el teclado de Harry. El menor lo miraba extrañado pero sin poder dejar de sonreír. Cuando hubo preparado todo llevó a Harry al sofá y lo sentó dejando el teclado frente a él. Sacó un papel del bolsillo y la colocó encima para que pudiera verla.

-¿En serio le has dado música a esta canción?- exclamó Harry emocionado.

-Es lo mejor que he visto en mi vida, se merecía música. Vamos, tócala.

Harry lo miró indeciso pero ahora estaba mucho más seguro de sí mismo, sabía lo que hacía y era capaz de interpretar una partitura sin problemas. Comenzó a tocar y tras varias notas, Louis susurró la letra de la canción para que le pillara el ritmo.

-What would I do without your smart mouthdrawing me in and you kicking me out...

Harry ahora sentía la música, sentía a Louis y sobretodo, se sentía bien.

-Vamos alumnos, guardad las hormonas hasta que terminemos, ¿de acuerdo?- dijo Ángel entrando en clase.

Varios alumnos se separaron y se sentaron en sus asientos avergonzados, Louis y Harry hablaban animadamente entre risas de pie junto a sus teclados, se dieron por aludidos y se sentaron también. Ángel se sentó en un silla justo en medio del aula y señaló el piano que había en la esquina.

-¿Primer voluntario?

Los más atrevidos salieron primero, cuando quedaban pocos alumnos era el mismo profesor el que los animaba a salir, realmente nadie tenía problemas para ello. Louis quería salir, había practicado mucho y necesitaba que el rizado escuchara la versión que había hecho, sin embargo no quería dejar a Harry solo.

-Solo quedamos tú y yo, ¿te atreves? - cuestionó Louis entre susurros y Harry asintió tragando saliva. Estaba muy nervioso.

Cuando los aplausos a su compañera terminaron, se levantó y caminó hasta el piano con miedo, el folio que llevaba en sus manos se movía debido al temblor de sus manos. Louis se levantó y cogió la partitura, Harry lo miró con los ojos abiertos.

-No te hace falta, confío en ti.- dijo y volvió a su asiento en la última fila bajo la mirada de todos.

Harry se sentó frente al piano y suspiró, estaba muy nervioso y no recordaba nada, todo lo que veía en su mente era blanco. 'Siéntelo, Harry'. Cerró los ojos y recordó cada nota, la sintió en sus dedos, lo sintió en su ser. Vio las partituras, vio a Louis tocarla, vio su sonrisa, sus ojos. Presionó la primera tecla y sus manos comenzaron a moverse haciendo melodía. Louis lo había ayudado a darle otro sentido a la canción, abrió los ojos y miró al profesor que orgulloso, tomaba notas en su cuaderno. Luego fijó la vista en Louis, sonreía a más no poder, Harry lo imitó y siguió tocando. Una vez finalizó, tal y como aprendió, tocó algunas notas altas enlanzándolas en una escala. La gente comenzó a aplaudir y se levantó avergonzado queriendo volver a su sitio.

-Harry, es una canción muy difícil y has aprendido a incluir cosas, es increíble el avance.- dijo y volvió a apuntar algo en su cuaderno.- Louis Tomlinson, eres el último.

Louis caminó hasta el piano y Harry lo esperó allí, cuando estuvieron cara a cara el mayor le susurró algo. Harry volvió a su asiento y nervioso escuchó cómo aquella melodía empezaba a sonar. Al principio no era la canción, eran notas compuestas por él que supo enlazar con la introducción de una manera increíble; cuando llegó al estribilló miró a Harry, tenía los ojos cristalinos al borde de las lágrimas, pero la simple mirada azul lo tranquilizó. 'Esta canción es para ti, Harry.' Eso fue lo que acababa de decirle, tenía que sentirla, era para él. Cuando finalizó se levantó inmediatamente para que Ángel dijera algo pronto y volver con Harry, sabía que esa canción le había afectado.

-Louis, has hecho un trabajo increíble, ha sido la mejor actuación, has dado todo en ella, cada nota ha salido de lo más hondo de ti, creo que todos hemos podido sentirlo.- comentó y un coro de voces le dio la razón.

-Alguien me ayudó.- dijo sin quitar la vista de Harry.

Definitivamente, ambos habían vuelto a sentirse vivos.

Su madre y Robin pasaron de verse cada fin de semana a verse prácticamente como Louis, a diario. Anne encontró la forma de que un compañero de trabajo la llevara al conservatorio por las tardes para ver a Robin y volver con Harry. 

El tiempo había pasado y por increíble que les pareciera, salir de casa había sido la solución. Encontrar a las personas indicadas fue la salvación.

Era Lunes y Harry estaba preparándose para ir a clase cuando el timbre sonó, buscó una camiseta que ponerse pero el timbre sonaba una y otra vez, desistió y bajó a abrir. No esperaba a su madre debido a que no volvería hasta el día siguiente, ella y Robin estaban cada vez más unidos. Abrió y encontró los ojos azules de Louis llenos de felicidad, no se lo esperaba y se sintió un poco avergonzado por sus pintas; acababa de salir de la ducha.

-Hola, hoy voy contigo a clase, mi madre ha pasado por aquí y le he pedido que me deje, ¿te importa?

-No, claro que no.- dijo y se apartó para que Louis pasara.

El mayor se adentró en la casa sin poder apartar la mirada del cuerpo de Harry, estaba tatuado y tonificado, era absolutamente perfecto. Harry se dio cuenta y lo miró con una sonrisa torcida. Louis sabía lo que estaba por decir.

-¿Admirando?

El castaño sonrió y caminó hasta las escaleras indeciso por qué hacer o a dónde ir. Harry le hizo un gesto para que lo siguiera y ambos subieron a su habitación; era la primera vez que Louis subía a pesar de haber estado en esa casa varias veces. Observó el cuarto detenidamente mientras Harry se vestía.

-Es bonito, muy sencillo.- dijo asombrado al ver las pareces vacías.

A diferencia de esta habitación, su cuarto estaba lleno de fotos y cosas pegadas por las paredes y muebles. Se percató de una fotografía enganchada al espejo; caminó hasta él y la cogió con sumo cuidado. Harry lo miraba de reojo pero no decía nada, no le importaba que Louis la tocara.

-¿Es tu hermana?- preguntó mirando los ojos verdes de Harry y éste asintió.- Es muy guapa, os parecéis mucho.

Harry se sonrojó al mismo tiempo que sintió su corazón enfriarse. Él mismo era una antítesis que no sabía cómo resolver. Terminó de vestirse y miró al chico esperando a que dejara la foto en el mismo lugar en el que estaba. Así lo hizo, sin embargo no calló sus preguntas esta vez.

-¿Dónde está tu hermana? ¿Estudia fuera?- hizo sus preguntas con miedo, había analizado los gestos de Harry a la perfección en todo este tiempo, sabía cuando algo lo hacía sentirse roto.

El menor lo miró asustado, no quería decir cualquier absurda mentira, no quería decir que todo estaba bien con ella cuando ni si quiera podía estar de ninguna forma; sus ojos se aguaron al instante y tragó saliva.

-No hace falta que hablemos de ella, Harry. Olvídalo.- dijo Louis caminando hacia él.

-No, no importa.- se tomó unos segundos que Louis respetó en silencio hasta que cogió aire para hablar.- Ella no está. No va a volver. Tuvo un accidente hace unos meses.

Louis frunció el ceño mirando los gestos de Harry que no hacía otra cosa que mirar hacia el suelo, intentó averiguar si la ansiedad volvería y cogió fuerzas para ayudar a que aquel corazón roto no se rompiera más. Dio pasos muy lentamente hasta que tocó su brazo con delicadeza.

-Lo siento mucho.

Harry reaccionó al escuchar su voz, se quitó las lágrimas de los ojos y miró al chico que con su mirada azul, mostraba tristeza por él.

-No me gusta que la gente sienta cosas que no son su culpa, pero gracias.

Louis sonrió torcidamente y agradeció en su interior que una persona como Harry apareciera en su vida. Era tan bueno y tan diferente. Simplemente especial. Hacía mucho tiempo que no sólo sentía la música, lo sentía a él.

-Vamos.- dijo Harry y salió de la habitación.

Se quedo parado frente a la puerta de Gemma como era de costumbre y cuando Louis salió frenó en seco al tener la espalda delante suya. Analizó la situación y volvió a coger el brazo de Harry. Él se había dado cuenta que tocar a Harry lo tranquilizaba, quizá al rizado le pasaba lo mismo.

-¿Nunca has entrado?- preguntó en un susurro.

-No, lo he intentado pero no soy capaz. Huele a ella, ¿sabes?- dijo melancólico al recordar su aroma.

-¿Es malo eso? Quiero decir, es su esencia, y las esencias son formas de sentir a alguien; no sólo el tacto es un sentido.- comentó en forma de propuesta indirecta, quizá era lo único que Harry necesitaba.

-No puedo, no puedo afrontarme a ella yo solo, Louis.- se sinceró mirando sus ojos cristalinos, ahora incluso se sentía mal por ver al mayor de aquella manera por su culpa.

-¿Quieres que entre contigo?

Harry se sorprendió ante la pregunta y comenzó a temblar, Louis cogió sus manos y las agarró con fuerza haciéndole saber que cualquier decisión que tomara sería la correcta y él lo apoyaría. Miró la puerta de la habitación de su hermana y luego de nuevo al chico. No se veía capaz de hacer eso solo, sin embargo no estaba solo.

-No me sueltes.- rogó agarrando su mano con más fuerza aún.

-Nunca.- sentenció.

Harry comenzó a caminar hasta quedar a muy pocos centímetros de la puerta, con su mano izquierda cogió el picaporte y abrió con lentitud. Paró cuando aquel aroma llegó a él, sitió el dedo pulgar de Louis hacer círculos en su mano y eso lo tranquilizó. Empujó la puerta suavemente y comenzó a caminar hacia el interior. Las paredes eran naranjas y la luz que entraba por la ventana a través de las cortinas daba un tono cálido y acogedor.  Sintió presión en el pecho e inconscientemente se llevó la mano libre al corazón; Louis se asustó y agarró su brazo con la mano derecha.

-Harry, siéntela.- susurró.

Miró cada detalle, los cojines bien colocados en la cama, la maqueta a medio montar en el escritorio, las fotos pegadas en la pared del fondo... Su cara estaba por todos lados, su recuerdo estaba presente y la sentía con él.

Cerró los ojos, igual que cuando quería sentir la música, exactamente igual. Entonces recordó todas las veces que la había llorado, nunca lo había hecho sin terminar con una crisis de ansiedad, nunca se permitió llorarla por el simple hecho de recordarla. Las lágrimas comenzaron a brotar a pesar de que sus ojos se mantenían cerrados.

Gemma! ¡Gemmamírame!

-Harry...- susurró la chica.

-Estoy aquí, habla conmigo.

Abrió los ojos y comenzó a llorar desconsoladamente, temblaba y se le hacía difícil respirar. Pero algo había cambiado, la presión del pecho estaba disminuyendo; por primera vez estaba expulsando el dolor para dejar paso a los recuerdos, que aunque el dolor los acompañara, no sería tan malo.

Nadie podía esperar que Harry superara aquello, es algo que nunca terminas de superar por mucho tiempo que pase, simplemente aprendes a vivir con ello; o a sobrevivir, tal y como hacía al principio.

Sus sollozos cada vez eran más fuertes, tenía la cara parcheteada por el llanto y le temblaba todo el cuerpo, desde las manos hasta los propios labios. Louis reaccionó y lo acaparó como pudo entre sus brazos. Harry no podía soportar el peso de su cuerpo y se dejó caer al suelo, Louis hizo lo mismo y allí lo consoló. Como aquella vez que llegó a su casa sin saber qué hacer. Ahora lo sabía. Acarició su espalda y luego se centró en sus rizos, la luz de la habitación los tranquilizaba a ambos. Pasaron los minutos y Harry seguía llorando; no era un llanto desgarrador, era limpio, se estaba desahogando. Sintió frío en todo su cuerpo y se abrazó a Louis con todas sus fuerzas, apretó la camiseta del chico entre sus puños y éste agachó la cabeza para mirarlo.

-Estoy aquí contigo, y ella también; siempre va a estar aquí, Harry.

El menor no contestaba y Louis le levantó la cara con cuidado para que al menos le mirara. Sus miradas se encontraban, estaban tan cerca que el verde y el azul de sus ojos fusionaron en algún punto intermedio que no pudieron apreciar. Harry soltó poco a poco la camiseta que agarraba y llevó su mano hasta la de Louis que a su vez, acariciaba su rostro.

-Tengo miedo de olvidarla.- susurró sin dejar de llorar, simplemente ahora lo hacía en silencio.

-Eso no va a suceder nunca, te lo prometo.- le dijo acariciando su piel.

Era suave y estaba húmeda por las lágrimas. Era tan bonito. Bonito en todos aquellos sentidos que nadie comprendía. Bonito en su manera de hablar, en su manera de sonreír, en su manera de andar, en su manera de reír, en su manera llorar, en su manera de ser; en su manera de respirar.

Estaban tan cerca que sus respiraciones empezaron a combinarse, Harry lo miraba asustado, lleno de miedo ante la adversidad de lo que ocurriría, abandonó sus ojos un instante para mirar su boca; estaba entreabierta y húmeda, rosada y llamativa. Era la droga que nunca había probado y a la que sin embargo se sentía adicto en aquel momento.

No fue sólo Harry o sólo Louis, ambos terminaron con aquella milimétrica distancia que los separaba. Fue algo lento, precioso y demasiado delicado. Sus labios se encontraron y simplemente se rozaron, se sintieron arder en la boca del otro. Permanecieron así unos segundos hasta que Harry apretó la mano de Louis todavía en su mejilla, entonces el mayor le dio movimiento a sus labios lo más lento que pudo, los labios de Harry estaban secos y agrietados; poco a poco los hizo suyos y tras varios segundos se permitió repasarlos con la lengua para humedecerlos.

Harry temblaba todavía bajo su contacto, abrió los ojos y miró a Louis; había probado el sabor de su boca, y juraba que era fascinante. El castaño pudo apreciar el nerviosismo del chico en cada poro de su piel; lo cierto es que él también lo estaba, pero nunca fue alguien que se preocupara demasiado por las consecuencias de los actos que uno realizaba, mucho menos si se realizan con el corazón.

Se respiraron el uno al otro sin quitarse la mirada durante un largo rato hasta que Harry habló.

-Tengo miedo.

Louis no sabía qué era exactamente lo que temía, Harry tampoco, pero se sentía así, desprotegido, vulnerable y débil. Louis comenzó a levantarse tirando de Harry para que se incorporara con él.

-Abrázame.- susurró y el menor acató la orden al segundo.

Esta vez fue Louis quien escondió su rostro en el cuello de Harry, aguardó ese olor en su ser y se separó para mirarlo.

-Vámonos de aquí, por favor.- rogó Harry.

Louis le cogió de la mano de la misma manera que lo hizo al entrar, salieron de la habitación de Gemma y cerraron la puerta con cuidado. Bajaron al salón y Harry empezó a preparar sus cosas para ir a clase. Una vez más el castaño analizaba cada movimiento, cada increíble acción. No pronunciaron palabra hasta que se montaron en el vehículo y Harry arrancó.

-Gracias.

-¿Por qué?- preguntó Louis desconcertado.

-Por todo; no hubiera entrado en esa habitación sin tu ayuda. No lo hubiera logrado sin ti.

Louis sonrió y miró a Harry quien le devolvió la sonrisa mirándole de reojo, no iban a hablar de lo ocurrido, ambos lo tenían seguro, porque no importaba realmente. No hacen falta palabras cuando todo está dicho.

-Gracias a ti, Harry.

El chico lo miró extrañado y frunció el ceño. Si algo tenía claro es que Louis lo había salvado de alguna manera de todos sus demonios, de él mismo. Pero él no hizo otra cosa que dejarse ayudar, no merecía sus gracias.

-No tienes que agradecerme nada.- dijo en un tono asustado.

-Al contrario, tengo que agradecerte todo. Llevo pensándolo un tiempo, ¿sabes? Y me he dado cuenta de algo, mi vida era completamente irrelevante hasta que apareciste.

-Eso no es cierto.- contraatacó Harry.

-Lo es. Le has dado relevancia a todo, he aprendido cosas.- se sinceró nervioso.

-¿Qué cosas?

-Algún día te las diré.- contestó con una sonrisa y dio por zanjado el tema.

Ese día la clase se pasó demasiado rápido, no atendieron ni un segundo; pasaron toda la hora enviándose papelitos de conversaciones variadas, de lo que harían en los próximos días y en nuevas composiciones. Louis le entregó a Harry un último papelito pero estaba doblado varias veces y ponía algo en el primer doblé. 

'Mayo, 26'

Harry lo miró confundido y el castaño le hizo un gesto para que lo abrierá otra vez.

'No lo abras hasta que hayamos conseguido esa actuación.''

El rizado comenzó a reír y simplemente esperó callado a que la clase terminara. Cuando bajó, su madre estaba ahí hablando animadamente con Robin, se veían cada vez mejor juntos. Anne notó la presencia de su hijo y caminó hacia él.

-¿Qué tal el día?

-Bien, tengo cosas nuevas que contarte.- dijo Harry avergonzado.

-Claro, mañana cuando vuelva a casa hablamos, ¿te vas ya?

-Sí, voy a llevar a Louis primero. Pásalo bien.- dijo dándole un beso y un abrazo.

Salió del edificio seguido de Louis y se montaron en el coche directos a casa del mayor. Louis estaba nervioso por lo que sus pensamientos le indicaban, odiaba quedarse con las cosas en su interior y tras meditarlo un rato habló casual.

-¿Estás solo hoy en casa?- Harry asintió y lo miró esperando que siguiera hablando.-¿Quieres que veamos una peli?

El rizado notó que Louis estaba demasiado nervioso y sonrió para que se sintiera a gusto y tranquilo. Le asustaba que cambiara cualquier cosa entre ellos. Giró en la primera rotonda que encontró y su compañero sonrió al darse cuenta de lo que sucedía. Llegaron a casa de Harry y Louis salió disparado hacia la puerta.

-¡Venga, Harry, me hago pis!- gritó y Harry no pudo evitar reír. Comenzó a caminar muy lentamente haciendo un ruido muy molesto con la boca simulando agua.- ¡No seas cabrón, no puedo más y es en serio!

El chico empezó a caminar más rápido y le abrió la puerta, vio como la silueta se perdía en las escaleras y echó a reírse ante la estupidez de no haber ido al baño de la planta baja. Harry subió a su habitación y se cambió de ropa a algo más cómodo, utilizó un chándal gris y una básica blanca. Louis apareció y lo miró de arriba abajo quedando prácticamente hipnotizado.

-¿Qué peli quieres ver?

-Mira, abre ese cajón, hay unas cuentas.- propuso Harry.- Por cierto, toma, supongo que te estará grande pero es el más pequeño que tengo.-dijo lanzándole unos pantalones de chándal.- No es tan divertido como tu pijama de nubes, pero estarás cómodo.

-Eres estúpido, Harry.- dijo avergonzado, sus mejillas se tiñeron escarlata y eso le hizo al menor sentir ternura al mirarlo.- Un invierno en la playa, ¿quieres esta?

-Me parece bien, ¿la has visto?- Louis negó varias veces y se levantó dispuesto a desvestirse, mientras tanto, Harry conectó el dvd y encendió la tele.- Es bonita, te gustará.

Había introducido el disco y esperaba que apareciera el menú en la tele cuando vio a Louis quitarse los pantalones, fue imposible no mirarlo; estaba de espaldas y no se dio cuenta, lo cual le dejaba mucha más libertad para hacerlo. Se puso los pantalones de Harry y le pareció gracioso verse con ellos.

-Me gusta cómo me quedan, creo que los usaré más de una vez.

-¿Piensas llevártelos?

-Puede. ¿La has puesto ya?- se dio la vuelta y Harry levantó la mirada buscando sus ojos después de mantenerse bastante rato en un punto fijo de su cuerpo.- No me digas, admirando.

El rizado simplemente sonrió y caminó hasta su cama, la destapó y se metió dentro, hacía frío y la tarde se había vuelto muy oscura. Louis, indeciso, lo miró e hizo lo mismo. Se tumbó muy cerca del chico, se tapó y comenzaron a ver la película. No llevaba dos minutos cuando la primera frase retumbó en la mente del mayor. Recuerdo que dolía, contemplarla dolía. Observó de reojo a Harry y se dio cuenta del poder de esas palabras; la verdad que había en ellas. La peli trataba varias cosas, pero Louis se concentró en la historia del chico, en la pasión y las ganas que ponía en lo que hacía, tras una hora de película, habló.

-De una forma u otra esta película te enseña a sentir a las persona, ¿te das cuenta?- Harry lo miró extrañado y éste continuó.- Desde la primera frase; las personas duelen. Creo que la clave para querer a una persona es sentirla. En el momento en el que la sientes, quieres.- sentenció y Harry sonrió levemente.

La película continuó y cuando la parte favorita de Harry llegó quiso comentarla, sin embargo al mirar a Louis se dio cuenta de que éste dormía profundamente a su lado. Tenía la cara apoyada en su brazo y ni si quiera se había dado cuenta. Apagó la televisión sin terminar de verla y observó a Louis por largo rato, lo contempló respirar, le parecía un acto increíble a la vez de simple. Se recostó un poco más y se giró para verlo dormir; tanto sus caras como sus cuerpos estaban bastante pegados, por ello sentía la ardiente respiración rítmica del chico en su cara.

Su madre le dijo que no hacía falta conocer a una persona para sentirte bien con ella, y eso le mantenía bien al principio, pero ahora conocía a Louis, y lo que sabía le encantaba. Era especial, lo había salvado. Tal y como Louis dijo, para él también era lo único relevante en un mundo de irrelevancias.

Cerró los ojos y se concentró en su olor, no había olido nunca nada parecido, era totalmente personal. Se estaba quedando dormido cuando Louis estiró el brazo y lo pasó por encima de su cuerpo, hizo lo mismo y cerró los ojos dispuesto a soñar.

-Louis...- susurró intentando despertar al mayor.- Louis, tu móvil no para de sonar.

El castaño abrió los ojos y se encontró a Harry demasiado cerca, miró a su alrededor y se dio cuenta de dónde estaba. Se relajó y suspiró. El rizado lo miraba divertido, tenía un gesto bastante gracioso y despistado.

-Me parece increíble que ese maldito sonido no te haya despertado antes.

-No suelo dormir en las noches, creo que ha sido la primera vez que he dormido...- miró a Harry esperando que contestara.

-Las diez menos cuarto.

-Casi cuatro horas del tirón.- abrió los ojos como platos y salió de la cama buscando su móvil en los pantalones. 

Buscó el contacto de su madre y llamó rápidamente, sabía que tendría al menos diez llamadas perdidas suyas, estaba algo nervioso por lo que le diría pero el sonido de la risa de Harry a su espalda lo tranquilizaba.

-Deja de reírte, ¿quieres?- dijo con una sonrisa pero intentado parecer algo molesto. La voz de su madre retumbó tan fuerte cuando contestó que hasta Harry pudo oírla.- Mamá, por favor no grites, se me olvidó avisarte. Estoy en casa de Harry.

Su madre ya había tenido oportunidad de conocerlo una de las veces que apareció por casa, sabía que era un buen chico y no le preocupaba que Louis pasara tiempo con él, de todas formas era demasiado mayor para decidir por sí solo; sin embargo era inestable y su madre lo sabía, por eso se alarmaba tanto cuando no aparecía por casa.

-Louis, me has pegado un susto de muerte, llevo más de cinco horas sin saber de ti, no vuelvas a hacerme esto. ¿A qué hora vienes?

Harry escuchó lo que la madre de Louis dijo e hizo un gesto con las manos haciéndole saber que iban a cenar ahora, luego mostró un puchero para parecer tierno. El mayor sonrió y negó con la cabeza dando a Harry por caso perdido, no podía decir que no a esa carita.

-Me quedo a cenar, no te importa, ¿cierto?

La madre de Louis aceptó y cuando colgó volvió a la cama juntó a Harry quien lo miarba victorioso, sin embargo tenía una pregunta rondando su mente desde hacía unos minutos.

-¿Por qué duermes tan poco?- preguntó avergonzado. Se incorporó y quedó sentado con las piernas cruzadas mirando a Louis desde arriba.

Louis lo meditó un instante, no le daba demasiada importancia ahora, cuando aparecieron si le resultaron bastante preocupantes, le atormentaban y no le dejaban vivir, sin embargo había aprendido a estar bien con ello, era parte de sus noches.

-Tengo pesadillas.

-¿Todas las noches?

-Cada vez que duermo, me despierto cada hora, luego intento volver a dormir hasta que vuelvo a despertarme, me he acostumbrado.- dijo restándole importancia, sin embargo eso hirió a Harry, él pensaba que Louis estaba bien, que no sufría, y ahora se había dado cuenta de que todos en este mundo lo hacen. Él sabía lo que era tener pesadillas, era horrible.

-Ahora no has tenido.- afirmó Harry mirando sus manos, se había puesto nervioso y había empezado a tirar de un hilo del edredón.

-No, y es increíble.- dijo Louis incorporándose para estar cara a cara con el menor.- Esta vez me quedé dormido pensando en otra cosa.

-¿En Un invierno en la playa?- bromeó Harry sonriendo levemente.

-Más o menos.

Louis sintió a Harry demasiado vulnerable, débil ante su mirada, tanto que prefería observar el hilo de sus manos antes que enfrentarlo. Buscó la valentía en su interior y se acercó a su rostro depositando un leve beso en sus labios. Se quedó allí parado hasta que sintió que Harry le devolvía el beso. El movimiento parecía imperceptible, pero Louis lo sentía, sentía aquellos labios resecos intentado capturar los suyos. Sin embargo, fue él quién se hizo con los labios del rizado, los mordió con ternura para hacerse paso en su boca y penetró la cabidad con su lengua buscando la de Harry. Era ardiente, suave, húmeda. Sintió la mano del menor tocar su rostro e hizo lo mismo para atraerlo más a él. Saborearon cada punto, se acariciaron haciéndose saber el uno al otro que no se irían de ahí, sentían que se necesitaban. Louis repasó los dientes de Harry y éste abrió la boca para respirar debido a la falta de aire. Notó la sonrisa de Louis pegada a su boca y lo imitó. Se separaron para poder mirarse y un pequeño brote de saliva que se acumulaba en la comisura del rizado comenzó a bajar hasta la barbilla. Todavía estaban demasido cerca, simplemente querían mirarse.

-Quédate y olvida las pesadillas.- propuso Harry en un susurro. Louis volvió a sonreír y sin decir nada volvió a atacar sus labios, era puro deseo, ansia de su sabor.

Se mantuvieron así al menos cinco minutos, se separaban para respirar y volvían a besarse. No tenían nada claro, pero sabían que no hablarían de ello por el momento. Louis se sentía libre, libre en más sentidos de los que cualquiera sabía; se había soltado de sus cadenas y a pesar de la falta de aire que sentía mientras se besaban; podía respirar. 

-¿Qué toalla uso?

-He dejado una tras la puerta.- gritó Harry desde su habitación. 

Habían cenado y avisado a la madre de Louis sobre lo de pasar la noche allí, no le importó, incluso se alegró y emocionó. Harry tomó una ducha mientras Louis hacía palomitas y ahora era el turno del castaño. Harry no avisaría a su madre, por el simple hecho de no querer molestarla, sin embargo, necesitaba oír su voz. Le ocurría muy a menudo, cuando se sentía inseguro, acudía a ella, y si no lo hacía, sabía que estaba ahí.

Alcanzó el teléfono y marcó su número indeciso, al tercer llamado lo cogió

-¿Estás bien, Harry?

-Sí, mamá; no te preocupes, sólo quería saber cómo ibas.

-Esto debería ser al revés, ¿no crees?- tanto Anne como Harry rieron ante el comentario.- Robin se está duchando ahora, podemos hablar.

-No importa, en serio.

-Vamos, Harry, me dijiste que querías hablar conmigo.

Lo meditó unos segundos, no quería contarle todo, simplemente mantenerla parcialmente informada mientras que a su vez, sacaba información para él. Necesitaba ayuda con sus sentimientos sin llegar a revelarlos. El grito silencioso que nadie puede oír.

-He entrado en la habitación de Gemma.- se sinceró y su madre tardó un rato en contestar.

-Harry... Dios mío, ¿estás bien?- comenzó a preocuparse al escuchar las respiraciones agitadas de su madre.

-Sí, de verdad, necesitaba hacerlo.

-¿Ansiedad?

-Ni rastro.

Al otro lado de la línea, Anne sonreía sin parar, se sentía tan orgullosa de su hijo, tan feliz por verlo vivir y ser la misma persona que era antes... Al final la música había sido su salida.

-Estoy muy contenta, cielo.

-Mamá, ¿cómo te sientes con Robin?

Esa pregunta la tomó por sorpresa, antes de contestarla la meditó, era su hijo, le diría exactamente cómo estaban las cosas si eso es lo que le preocupaba. Sabía que Harry sólo quería que fuera feliz, aceptaría cualquiera de sus palabras.

-Le quiero, Harry.- el chico iba a hablar pero su madré prosiguió.- Han pasado tres meses desde que nos conocimos y puedo decir abiertamente que han sido días inceríbles, llenos de felicidad en un mundo de sombras. Apareció cuando lo estaba llamando a gritos, por eso lo aprecio tanto, me ha sacado de ahí sin saber que estaba metida, es lo que me parece más admirable e increíble.

Permanecieron en silencio unos segundos, ambos pensaron en las palabras anteriormente dichas y los dos fueron visitados por recuerdos rápidos y voraces en sus mentes. Harry sonreía sin darse cuenta y Anna al otro lado lo hacía al ver a Robin caminar hasta ella.

-Me alegro mucho por todo lo que ha ocurrido, mamá.- dijo y la puerta del baño se abrió, Louis caminó hacia él con los pantalones grandes que le había prestado, aún tenía el torso mojado por la ducha.- Tengo que colgar, te quiero.

-Yo también, Harry.

Cortó la llamada y dejó el móvil sobre la cama; se le pasó algo por la mente y antes de meditarlo, prefirió sacarlo al exterior, observó a Louis con el ceño fruncido y éste lo miraba nervioso y desconcertado; intentaba leer a través de sus expresiones pero fue imposible.

-Louis.

El chico no contestó, simplemente mantenía la mirada en sus ojos y no movía ni el más mínimo músculo. Harry se impacientó y miró el suelo esperando.

-Louis.- volvió a llamarlo y esta vez recibió respuesta.

-Dime.

-¿Por qué siempre me haces eso? Nunca me contestas a la primera; da igual que estés haciendo algo, que estemos al teléfono o que me mires directamente a los ojos.- exclamó el menor molesto y Louis sólo sonreía.

-Me gusta escuchar mi nombre saliendo de tu boca. No sabes cuán increíble suena.- se sinceró y sintió un peso más desaparecer. Es algo de lo que se dio cuenta la primera vez que lo llamó, le gustaba cómo sonaba.

Harry no supo qué decir y suspiró nervioso. No sabía cómo decir aquello y Louis no lo ayudaba en lo más mínimo a tranquilizarse en ese instante, al revés, lo ponía mucho más nervioso. Caminó hasta él y le tomó las manos, repasó con la yema de los dedos los tatuajes de sus muñecas y luego lo miró.

-Eres la relevancia.

Louis recordó lo que le dijo esa tarde de camino al conservatorio, su vello se erizó, no por el contacto de Harry, que también; sino por sus palabras.

Hay momentos en los que de repente la tristeza te sume, llega sin avisar y sin decir por qué, simplemente la sientes y la afrontas; Louis se sintió tan débil y apenado en ese instante que atrajo a Harry hasta él y lo abrazó tan fuerte como pudo. Quizá sí que sabía por qué la tristeza había aparecido en ese instante, pero no quiso pensar en ello. Sintió las lágrimas al borde de sus ojos y empujó a Harry a la cama, primero se sentaron y luego se dejaron caer para tumbarse.

-¿Qué te pasa?- preguntó Harry muy bajito mientras escuchaba leves sollozos.

-No dejes que las pesadillas aparezcan esta noche.- rogó con la voz rota y se acomodó en el pecho del menor mientras le abrazaba.

-Te lo prometo.

Olvidaron la película, las palomitas, y el resto del mundo. Harry estiró el brazo y apagó la luz; como pudo, sin molestar mucho a Louis, tiró del edredón para taparlos, hacía frío en aquella noche de Marzo.

Harry cerró los ojos y se concentró en la respiración de Louis, esa sensación era mejor que cualquier otra que hubiera experimentado; estar abrazado a él mientras dormía. Sin duda era increíble. Hacía unos meses debía escucharse respirar para saber que estaba vivo; ahora sólo debía escuchar a Louis hacerlo para saber que lo estaba y que quería seguir estándolo.

-Harry, ¿puedo preguntar por qué tienes una maldita alarma a las siete de la mañana?- preguntó el castaño saliendo de la cama una vez se dio cuenta de que Harry había despertado.

Desde que la alarma lo sobresaltó hacía tres horas, no había vuelto a conciliar el sueño. Se pasó todo el tiempo mirando al menor o jugando con sus rizos. Esas horas parecieron minutos, si le ofrecieran ese pasatiempo por el resto de su vida, aceptaría sin dudarlo.

Louis tampoco iba a clase, empezó la universidad pero lo dejó, no le dio explicaciones a Harry y él tampoco las pidió. Sin embargo había comenzado a trabajar en una tienda de revelación de fotos hacía dos meses; comenzaba a las diez y ya era tarde.

-Buenos días, ¿tienes que irte?- dijo aún con la voz quebrada por el sueño y los ojos molestos por la luz que entraba por la ventana.

-Sí, reza porque no sea mi último día, voy tarde.- dijo sacándose los pantalones para vestirse.

Harry se incorporó y lo miró atentamente esperando que le dijera algo sobre por qué se puso tan triste anoche hasta el punto de llorar; no quería presionarlo, pero no sabía absolutamente nada de los miedos y problemas de Louis, eso le preocupaba.

-¿Has tenido pesadillas?- se atrevió a preguntar y el mayor lo miró con una sonrisa.

-No, gracias a ti.

Harry sonrió y se levantó de la cama, comenzó a hacerla con rapidez, era algo que su madre siemrpe le había regañado, ella prefería dejarla un rato deshecha para que se enfriara y el olor desapareciera, pero Harry quería todo lo contrario, quería que cuando esa noche volviera a dormir, el rastro de Louis siguiera en su almohada.

-Nos vemos mañana en el conservatorio, ¿no? Tenemos que entregarle la canción a Ángel y el Viernes nos dice cuál han escogido.- explicó Louis terminando de arreglarse.

-Estoy seguro de que van a escogerla, has hecho un trabajo increíble.

-¿Qué? Hemos hecho un trabajo increíble, Harry. Sin ti esa canción no tendría sentido, no lo olvides.

El rizado sonrió y sin decir nada salió de la habitación y bajó hasta la cocina. Preparó dos zumos mientras esperaba al mayor y cuando lo vio aparecer se lo dio junto con unas galletas.

-Tengo que irme.

-Desayuna primero, rápido.

Louis hizo lo que Harry le ordenó y ambos comenzaron a desayunar, cuando estaban a punto de dar las diez y veinte miró el reloj y abrió mucho los ojos; se levantó con desespero a dejar el vaso en el fragadero y a tirar las migas a la basura. Se acercó a Harry y sin pensarlo le dio un rápido beso en los labios que lo sorprendió. No miró atrás, dejó el ruido de la puerta al cerrarse y a un chico con la mirada perdida en un pasillo vacío; sin embargo, sonreía.

Esa tarde a las cinco llegó su madre y habló con Harry sobre lo ocurrido con la habitaicón de Gemma, no dio muchos detalles e intentó hablar con Anne sobre su relación con Robin más a fondo. Parecía una adolescente enamorada y no podía negarlo, su mirada lo decía todo. Esa noche terminó de ver la película abrazado a las sábanas que olían a Louis. Le recordó llorar abrazado a él y verlo vulnerable por primera vez; no era el fuerte en esa relación, y ayer, le costó demasiado tomar ese papel. Se quedó dormido cuando los créditos dieron comienzo y a la mañana siguiente juró que había soñado con Louis, mas no lograba recordarlo.

Pasó todo el día nervioso por la entrega de composiciones, ni si quiera la leerían en ese momento, pero la suerte estaría echada. A las cuatro menos veinte salió al conservatorio y vio a Louis esperándolo en la puerta. Le saludó con una sonrisa y subieron a clase a esperar como cada día. Cuando Ángel llegó los nervios aumentaron y sentía su corazón latir con demasiada fuerza, sin embargo, Louis estaba perfecto.

-¿No estás nervioso?

-¿Por qué? Lo hemos hecho genial.- dijo el mayor seguro de sí. Iba a decir algo más pero Ángel lo interrumpió.

-Gente, hacerme el favor de atender, hoy recojo las composiciones, sé que habéis hecho un gran trabajo en este tiempo y que de esta clase, puede salir un buen compositor. Que levanten la mano los que participan.- al instante varias manos se levantaron y el profesor pasó a recojerlas.

Louis y Harry levantaron sus brazos también y cuando tomó la composición de Louis miró al rizado esperando a que éste le diera la suya. Bajó el brazo lentamente y miró a su compañero sin saber qué decir. Ni si quiera habían preguntado si podían participar juntos.

-La hemos escrito los dos.

El profesor asintió con unsa sonrisa y se fue. Los músculos de Harry se relajaron y suspiró. 

-El Viernes os avisaré, pequeños saltamontes. Ahora, sacad lo que os di la última clase, hoy tomaremos apuntes, sí, sé que os encanta...

La voz del profesor se perdió en los pensamientos de Harry cuando se hundió en los ojos de Louis, ambos estaban emocionados por esto y realmente tenían esperanza e ilusión. 

Al día siguiente no se vieron, por lo cual fue el mismo Viernes cuando se reencontraron allí. Harry había pasado una mala noche dándole vueltas al tema, deseaba con todas sus fuerzas que los escogieran. Habían pusesto tanto empeño en ello, tanto esfuerzo; y en el fondo, Harry pensaba que aquella idea los unió de verdad.

Dieron la clase como otra cualquiera, Ángel quiso guardarse el nombre del ganador para el final; no consiguió que nadie estuviera atento, todos pensaban en la gran oportunidad que eso significaría. Louis había tocado una vez, pero no fue un concurso de composiciones, simplemente lo escogieron por sus altas calificaciones, esta vez era su oportunidad de avanzar, de hacerlo con Harry. Miraban el reloj una y otra vez, faltaban escasos minutos para las cinco y los nervios comenzaron a mostrarse. Unos suspiraban, otros movían una pierna sin parar, Louis se mordía las uñas y Harry parecía tocar un piano imaginario sobre sus piernas.

-Oh, por Dios, ha sido una clase horrible, estáis en otro mundo hoy. Lo decidí ayer, los nervios no sirven de nada.- dijo el profesor con una sonrisa.- Bien, os lo diré ya, vuestras caritas me están comenzando a asustar.- bromeó y se levantó para colocarse en medio de la sala.- Lo pensé mucho, fue difícil. Descarté unas cuantas que no me convencieron, pero había dos realmente buenas y no sabía qué hacer. Luego comprobé el nombre de los autores y me sorprendió gratamente que uno de los compositores tuviera poca experiencia. Me parece increíble esa creación, por lo cual la composición de Louis y Harry ha sido la escogida. También tocaréis, creo que estáis preparados para ello, de todas formas es vuestra canción.- dijo esta vez hablándole a ellos.

Harry dejó de mover los dedos y miró a Louis que sonreía tanto como podía. Ángel dio permiso para que los alumnos se fueran y tan pronto como recogieron sus teclados, salieron del aula pegando voces de ilusión y satisfacción.

-¡Lo hemos conseguido!- gritó Harry y Louis se paró en medio del pasillo para mirarlo, luego lo cogió del brazo y tiró de él escaleras abajo.- ¿A dónde vamos?

El resto de alumnos giraron a la derecha para salir del edificio, sin embargo el mayor tiró de Harry hacia la izquierda y entraron en la sala de exposiciones. Empujó levemente al chico hacia el interior y cerró la puerta con sumo cuidado, si hacer ruido, como la primera vez que lo vio aquí. Se giro para mirarlo y antes de que pudiera decir nada se avalanzó sobre él tomando su boca en un movimiento desesperado. 

Harry se vio sorprendido pero al segundo reaccionó y le devolvió el beso. Sentía su lengua ardiente recorriendo cada milímetro de su boca. Las manos de Louis acariciaban los brazos de Harry mientras éste dejaba las manos en su cara para poder tocar su piel. Había deseado eso desde el momento en el que el chico desapareció de su casa el Martes. Fue Louis quien finalizó el beso y lo abrazó.

-Lo logramos. Estoy muy orgulloso de ti, no sabes cuánto; es tu primer año y has ganado un concurso de composición. ¡Vas a tocar ese piano de ahí frente a muchísimas personas!- gritó Louis señalando el instrumento del fondo de la sala.

-Eh, esto lo hemos hecho juntos.- susurró Harry cogiendo la mano del mayor.

La puerta se abrió y lentamente se soltaron las manos, Ángel los observó extrañadao y caminó hasta ellos con una sonrisa. Los chicos estaban algo nerviosos y emocionados todavía, pero tenían cierto temor a que les preguntaran qué hacían ahí.

-Suerte que os encuentro, quería felicitaros, la canción es genial y conociendo a Louis sé que le daréis un toque especial en la actuación. La pregunta es, ¿quién tocará y quién cantará?

Ambos se miraron y negaron a la vez, totalmente compenetrados.

-Nosotros no vamos a cantar, preferimos que lo haga alguien que de clases de canto.- explicó Louis.

-¿Entonces quién de los dos tocará? Quiero decir, en el escenario estarán todos los instrumentos y sólo habrá un piano.

Eso no era algo en lo que hubieran pensando, tampoco quedaron en que ambos tocarían, simplemente olvidaron ese tema pensando en el sencillo detalle de que los escogieran. Volvieron a mirarse indecisos y Louis sonrió. Harry estaba confundido al verlo tan contento con aquel problema, pero así era. Louis estaba seguro de que lo que haría.

-Tocará él. Yo ya tuve la oportunidad de hacerlo una vez y creo que Harry merece esa oportunidad, ¿no crees? Es más, sabe tocarla a la perfección, hemos ensayado mucho y a mí no me importa cederle ese previlegio, somos amigos.- sentenció el chico y su compañero lo miró con los ojos muy abiertos.

-Me parece genial y muy amable por tu parte, Louis. Por cierto, un señor muy importante asistirá al acto, ojo.- hizo un gesto con la mano y luego sonrió.- Cualquier cambio, avisadme. Ahora fuera, tengo que preparar cosas.

Los chicos cogieron los teclados que habían dejado caer al suelo cuando entraron y salieron de la sala para luego salir del edificio. Harry vio que otro señor estaba en la recepción y recordó que hoy Robin libraba y supuso que habría recogido a su madre del trabajo. Una vez fuera caminaron hasta el coche y cuando el rizado comprobó que no había nadie en los alrededor habló.

-¿Qué problema tienes?

No estaba seguro de qué era lo que más le había molestado de todo lo que había dicho Louis, pero se sentía cabreado, decepcionado y furioso. Buscó los ojos del mayor e intento que notara cuán molesto estaba.

-¿Qué ocurre?

-¡Es que me parece increíble!- gritó y entró en el coche.

Louis hizo lo mismo y esperó a que el menor hablara de nuevo, sin embargo no lo hizo. Miraba fijamente la carretera con los ojos inyectado en ira; no entendía absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo. Decidió no molestarlo más y no pronunció palabra hasta que aparcó frente a su casa.

-No hay nadie, ¿pasas?

Harry no respondió pero al bajarse del coche dio una respuesta. Siguió a Louis hasta dentro y tomó asiento en el sofá, respiró profundamente intentado calmarse pero no lo conseguía, terminaría diciendo todo lo que pensaba, por otro lado, Louis quería que fuera así.

-¿Y bien? No entiendo nada.

-¿No entiendes? Yo si que no entiendo nada. ¿Por qué le has dicho que yo seré el que toque en el concierto? ¡Louis, es algo que hemos hecho juntos!- gritó levantándose para comenzar a moverse lleno de nerviosismo.

El mayor lo observó con la boca abierta asimilando lo que había dicho.

-¿Te has enfadado por eso? Harry, joder. Es nuestro trabajo, y te prometo que me sentiré mejor viéndote ahí tocar que sentado en una silla miradando.

-No es justo, has decidido solo. ¡Llevo unos meses dando clases y tú seis años! No estoy preparado.

-¡Sí que lo estás, yo sé que lo estás!- gritó Louis levantando las manos por encima de su cabeza, estaba cabreado ante la reacción de Harry, lo hacía por él.

-¡Es tu oportunidad! ¡Seguramente eso estará lleno de músicos prestigiosos, tienes futuro en esto!- contraatacó Harry.

-Pero es más importante para mí que toques tú nuestra canción. ¡Somos amigos!

Louis esperó a que Harry dijera algo pero no fue así, se quedó callado mirándolo con decepción, con tristeza y con dolor. Tras al menos dos minutos cruzando miradas llenas de todo aquello que estaban callando, Harry habló.

-¿Amigos?

El mayor reaccionó al instante y miró el suelo. Quizá eso era lo que más molestó a Harry desde el principio y no se había dado cuenta. Al ver que no decía nada más, levantó la mirada y encontró unos ojos verdes cristalinos a punto de romperse.

-Harry...

-No. Nosotros no somos amigos, Louis.- dijo en un tono calmado para luego levantar la voz totalmente frustrado.- Los amigos no duermen en la misma cama, los amigos no se tratan como tú y yo nos tratamos, los amigos no se besan, joder.

Louis caminó hasta él y cogió sus manos para tranquilizarlo. Lo atrajo hasta su cuerpo y comenzó a dar pequeños besos en su rostro, por sus pómulos, por la nariz, por los párpados, y finalmente besó sus labios, lo hizo muy lento para después hacerlo de una manera animada y viva. Harry lo separó para poder hablar aunque le costó demasiado hacerlo.

-Tú y yo no...

-No, Harry. Tienes razón, tú y yo no somos amigos. Tus amigos no te quieren como yo.

El corazón de Harry se paralizó al escuchar aquellas palabras. Era la primera vez que Louis decía algo así y no supo cómo reaccionar, optó por besarlo y acariciar cada parte de su cuello intentando atraerlo a su cuerpo. Quería tanto su contacto que al intentar estar más cerca empujó el cuerpo de Louis hasta que ambos cayeron en el sofá. Se besaron durante largo rato hasta que Louis se concentró en el cuello de Harry. Dejó pequeños besos que pronto se convirtieron en mordiscos. Harry comenzó a soltar leves gemidos que provocaban que el mayor se estremeciera.

Permanecieron así al menos cinco minutos hasta que la puerta de la casa se escuchó y Louis saltó de encima de Harry lo más veloz que pudo.

-No hay nadie, ¿pasas?- dijo Harry poniendo la voz aguda intentando imitar a Louis. 

Éste comenzó a reírse y fue hasta la entrada a encontrarse con su madre. Esa tarde Harry la pasó con los Tomlinson, merendaron y luego regresó a casa sin finalmente solucionar el problema que tenían frente a la actuación. Cuando en la noche terminó de cenar y subió a su habitación llamó a Louis varias veces pero no contestó. Tenía ganas de escuchar su voz, era lo más bonito que había escuchado en su vida, tan diferente y especial... Cuando fue consciente de lo que estaba pensando sonrió a la nada.

Decidió que lo mejor sería dormise y lo intentó, pero las sábanas no olían tanto como al principio y no lo logró. Su móvil comenzó a sonar al rato y lo atendió lo más rápido que pudo.

-Buenas noches, estaba cenando, lo siento.- explicó en un tono tranquilizador.

-No pasa nada. Oye, ¿qué haremos con la actuación? No quiero tocar solo.

Al otro lado de la línea, Louis lo meditaba, si el menor estuviera de acuerdo con tocar solo estaría totalmente de acuerdo, es lo que él también quería, sin embargo no era así; Harry quería que lo hicieran juntos o que él tomara la oportunidad, pero sin duda era algo que merecían los dos.

-¿Juntos?

-Claro, ¿robamos los chelos, bajos y violines para que entre otro piano?- bromeó y Louis no pudo evitar reír ante ello.

-Harry, por favor, estoy buscando soluciones y es la única. Tocaremos juntos en el mismo piano, estoy seguro de que practicando lograremos hacerlo, encima innovaremos, ¿no es genial?

-¿Estás seguro de que no ocasionaremos el desastre del siglo? Louis, Ángel confía en nosotros, confía en ti.

-Tenemos tiempo, casi dos meses, practicaremos cada tarde, ensayaremos hasta que logremos hacer esto juntos con los ojos cerrados.

Harry sonreía al escuchar a Louis, sin darse cuenta estaban haciendo planes para mucho tiempo, los nervios aparecían en él de sólo pensar pasar cada tarde con Louis. Llevaba haciéndolo prácticamente desde que se conocieron, pero ahora era diferente, ahora eran diferentes. Si ambos se hubieran puesto a pensar en esto el día que se conocieron quizá no se habrían sorprendido para nada, porque aunque no eran conscientes, en el fondo se estaban buscando y ahora, se habían encontrado.

Dicen que dos almas enamoradas se buscan en vidas posteriores, son atraídas entre sí y están condenadas a sufrir el amor de nuevo. Louis estaba seguro, ellos se habían amado anteriormente, no era normal la forma en la que se sentían, lo que provocaban en sus cuerpos con un leve roce; la necesidad de permanecer aunque fuera en la misma sala. Era algo poderoso.

Finales de Abril los alcanzó, estaban a un mes de la actuación y como habían prometido, ensayaron cada día. Louis iba a casa de Harry de Lunes a Jueves, se sentía tan cómodo allí como en su propio domicilio; practicaban la canción varias veces y después simplemente pasaban el resto del día tumbados en el sofá, haciendo bromas o hablando de cosas sin importancia.

A veces, el bienestar de una persona no consiste en satisfascer sus propias necesidades, sino en satisfascer las de otro. Porque quizá esa otra persona es más importante que la propia vida que posee; entonces, verla respirar, es meramente suficiente. 

Si Harry echaba la vista atrás, podía verse así mismo sentado en su cama sumido en la oscuridad, escuchando el latir de su corazón. Estaba vivo, pero no se lo creía del todo. Ahora miraba a Louis y le hacía sentir tantas cosas que le demostraba cada segundo que pasaba que realmente lo estaba.

Louis dejó atrás el miedo, la conciencia y el dolor. Al menos cuando estaba con Harry. Volver a casa era dejarse atrapar por sus demonios, pero era algo con lo que tenía que vivir. El tormento aparecía en las madrugadas y los sueños eran cada vez más extraños.

No lo vio, pasó tan rápido que no logró verlo; salió en su búsqueda tan pronto como pudo y lo acunó entre sus brazos. Tenía la cara pálida, la sangre caía por su frente haciéndose camino hasta su oreja. Lo llamó, lo llamó muchas veces y le pidió perdón. Pero Harry ni si quiera abría los ojos. No respiraba. Esa noche se despertó entre lágrimas, su madre le aconsejó que visitara a un especialista pues los sueños estaban terminando con él poco a poco; pero Louis no quería involucrarse en recordar cada pesadilla.

Todo se olvidaba cuando estaban juntos, eso era lo único importante para ambos. Aquella tarde hacía sol, Harry había instalado el teclado en el jardín y Louis comenzó a tocarlo mientras él leía un libro que Robin le había comprado. La melodía era demasiado relajante, melancólica... Recuerdos vinieron a su mente y dejó el libro sobre la mesa para mirar a Louis.

-¿Qué canción es?

-All my days. ¿Te gusta?- preguntó sin dejar de tocar.

-Sí, me ha traído recuerdos, no sé; me acabo de acordar de varias cosas.

-¿Buenas?- esa pregunta era referida a los ataques de Harry; siempre eran causados por recuerdos, lo último que quería era provocarle uno.

-Muy buenas.

-Bien, cuéntamelo.

Harry comenzó a narrar todos los hechos sucedidos en ese tiempo que vinieron a su cabeza al escuchar la canción; la música no dejó de sonar ni un instante, sin embargo Louis reía y comentaba algunas anécdotas que el rizado contaba. Lo cierto es que en ese tiempo, habían sido todos muy felices.

-Mamá, Louis viene a comer.

-¡Qué bien! Robin también se queda, parecemos una familia.- dijo Anne tocando el hombro de su pareja.

-Louis no es mi hermano.

-Eso es seguro.- sentenció su madre guiñándole un ojo.

Harry se quedó paralizado, no tenía ni idea de que su madre se había dado cuenta de aquello, habían sido demasiado cuidadosos, por eso le sorprendió tanto. El timbre sonó y antes de encaminarse hacia la puerta habló.

-Somos amigos.- dijo intentando dejar claras las cosas.

-Claro, cielo.

Fue hasta la entrada y tras varios intentos pudo abrir la puerta, estaba estropeada y todavía no habían pedido ayuda. No poder abrir a Louis le impacientaba. Cuando tuvo sus ojos azules delante se quedó mucho más tranquilo.

-Escucha, he pensado algo, creo que voy a...

-Haz lo que quieras, ven, tengo que enseñarte algo.- dijo Harry llevando a Louis al salón.

Mientras el rizado rebuscaba entre sus papeles la canción que había compuesto, el mayor saludó a Anne y a Robin; esperó parado en medio del salón a que Harry terminara, cuando encontró el papel fue hasta él y se lo dio. Comenzó a leerlo y frase tras frase sonreía más. Era genial, cada día lo hacía mejor.

-¡Me encanta!- gritó y se acercó a su boca para besarlo.

Al recordar aquel momento Louis reía sin parar, tuvo que dejar de tocar y apretarse el estómago debido a que éste le dolía demasiado, tenía las lágrimas saltadas y le costaba respirar; Harry carcajeaba de verlo así, ojalá pudiera ver eso el resto de su vida.

-Te lo iba a decir, te iba a decir que quería decírselo a tu madre; pero me ignoraste. Haz lo que quieras, dijiste.- consiguió decir cuando se calmó.

-Lo mejor de todo fue cuando se levantó del sofá y dijo 'venga, amigos; vamos a comer'. ¡Un par de minutos antes le dije que no teníamos nada!

-Eso te pasa por mentiroso, Styles.

Se miraron un instante sin dejar de sonreír y Harry pasó a otro recuerdo; esta vez no fue divertido, pero si especial y bueno, le habló sobre la noche que Louis lo llamó porque despertó debido a una pesadilla.

-Espero no molestarte, siento mucho llamarte y despertarte a las cuatro de la madruga. Lo siento, Harry.- dijo con la respiración agitada.

Sin embargo a Harry no le importaba, deseaba salir de su casa e ir en su búsqueda, abrazarlo y dormir con él para que no volviera a tener esas odiosas pesadillas. Se incorporó de la cama y suspiró, le frustraba no poder hacer nada, se sentía impotente.

-Escúchame, no me molestas. Estoy aquí contigo; no pasa nada. ¿Quieres que vaya?- preguntó y lo hizo en serio; si aquel chico le pedía que fuera a verle, lo haría.

-Sabes que si vienes me enfadaré. Sólo quería escuchar tu voz antes de dormirme otra vez; eso es lo peor de toda esta mierda, duermo tan poco que no puedo mantenerme despierto mucho tiempo sin volver a caer en el sueño y tener otra pesadilla.- explicó alarmado y agobiado.

-Hagamos algo, pon el manos libres y duérmete, yo te hablaré, en veinte minutos te haré una pregunta y si no contestas colgaré. Dormirás escuchándome, quizá eso haga que las pesadillas desaparezcan.

-Harry...

-¿Lo intentamos?

Louis estaba tan asustado y cansado que aceptó. Hizo lo que el rizado le había ordenado e intentó dormirse. Harry empezó a contar la historia de cómo se conocieron, de lo primero que le dijo, de cómo empezaron a verse gracias a las composiciones, de lo que sintió. Al cabo de veinte minutos le hizo una pregunta tal y como había dicho.

-¿Me quieres, Louis?

Pero nadie contestó, el menor sólo escuchaba la respiración constante de Louis. Sonrió al saber que se había dormido. Iba a colgar, sin embargo no lo hizo. Encendió la luz de su cuarto para no quedarse domirdo y siguió contándole cosas por si se despertaba, que lo sintiera ahí. Estuvo al menos dos horas hablando sin parar hasta que el sueño le pudo y se quedó dormido.

-Me desperté a las siete, dormí tres horas seguidas y apuesto a que fue gracias a ti. ¿Puedo preguntar algo?- inquirió Louis y comenzó a tocar otra canción.

-Claro. ¿Qué canción es?

-Say something.- sonrió ante la casualidad del hecho de que necesitaba que le dijera algo e hizo la pregunta.- ¿Qué me preguntaste?

Harry lo miró fijamente y luego sonrió.

-Te pregunté que si me querías.

-¿Tienes alguna duda al respecto?- preguntó Louis haciendo la melodía mucho más lenta.

-No.- sentenció Harry y volvió a recostarse en la silla dispuesto a seguir con la lectura.

Esa noche Louis llegó a casa bastante pensativo, no paraba de darle vueltas al mismo tema y su madre lo notó en cuánto lo vio. Ya no estaba tan preocupada como antes; el tiempo había pasado y su hijo tenía de nuevo aquel brillo en los ojos que tanto lo caracterizaba. Sin embargo las noches eran lo peor de toda aquella situación. Lo escuchaba gritar y llorar desde su habitación y eso la desgarraba por dentro. Tenía claro que debían solucionar el problema con un profesional, pero Louis se negaba en rotundo. 

Las chicas ya se habían acostado y ambos veían la televisión sin prestar demasiada atención. Louis movía los dedos sobre su pierna sin parar y suspiraba cada cierto tiempo, su madre no lo soportó más y habló.

-Está bien, Louis; dime qué te pasa.- apagó la televisión y se giró para quedar cara a cara con él.

-Nada, sólo estoy pensando.

-¿En qué piensas? Puedes hablar conmigo.

El chico la miró asustado y cerró los ojos intentado aclarar sus ideas; sus sentimientos y sus miedos, al fin y al cabo era su madre, ella lo conocía mejor que nadie.

-Él no se merece estar con alguien como yo. Nadie merece estar con alguien como yo.- susurró y los ojos se le cristalizaron al terminar aquella frase.

Su madre se acercó a él y le tomó las manos para demostrarle apoyo, negó con la cabeza varias veces y respiró profundamente.

-Louis, lo que sucedió no te hace mala persona. Y sabes perfectamente que puedes contárselo a Harry, el te entenderá. Yo lo hice.

-¡Tú eres mi madre!- gritó apartándose de ella.

-Pero él te quiere. Y lo que ocurrió no cambia quién eres.- dijo apenada al ver a su hijo así. Sentía el desprecio que Louis se daba a sí mismo y eso la hería profundamente.- Eres la mejor persona que he conocido nunca, y estoy segura de que Harry piensa lo mismo.

-Tengo miedo.- susurró.

-Ven aquí.- lo tomó de los brazos y lo acurrucó en su pecho.

Louis no lloró frente a su madre, sabía que estaba extremadamente preocupada y asustada por sus futuras acciones y él estaba demasiado ocupado con sus temores como para hacer que su madre lo pasara mal por su culpa. Se separaron y se observaron durante un rato, ella lo miraba triste, maldiciendo cada segundo de lo que ocurrió, mirando los ojos de su hijo.

-Puedes afrontar esto con él.

Louis asintió y le dio un beso antes de marcharse y encerrarse en su habitación. No pudo dormir, no por falta de sueño, sino por miedo a las pesadillas. Sin embargo, aunque no las estuviera teninendo, las estaba recordando. Se sentían tan real que la presión comenzaba a crecer en su pecho. Fue rato más tarde cuando viajó a su mente a la semana en la que conoció a Harry. Había dejado la universas e incluso el conservatorio. No tenía fuerzas para vivir, estaba demasiado asustado. Se odiaba a sí mismo. 

-Louis, creo que después de lo que te hiciste es mejor que te lleve al médico.- dijo su madre desde la puerta de su cuarto.

El chico se incorporó para mirarla y su madre pudo analizarlo, estaba más delgado, las ojeras eran notables y su piel estaba excesivamente pálida.

-Sigo vivo.

-Louis, por favor. No vuelvas a la universidad si no quieres, tampoco querías seguir con ello; pero no abandones el conservatorio. Ángel ha llamado, está preocupado porque llevas dos meses sin ir.

-Mamá, no. Para.

-¡No me digas que pare, Louis! ¡Estoy desesperada y asustada viéndote así! No seas cobarde, afronta esto de una vez. Ha sucedido y ya está, no le des la espalda al problema, deja de huir.

-¿Y qué quieres que haga? ¡No puedo vivir con ello, mamá! ¡Me está matando!

La mujer se adentró en la habitación y lo abrazó, empezaron a llorar sin consuelo pero su madre sabía que debía ser fuerte si Louis no podía.

-Vas a levantarte, vas a arreglarte y vas a volver al conservatorio. 

-Mamá...

-Puedes hacerlo. Puedes vivir con esto, sólo debes ser un poco fuerte. En cuanto vuelvas a vivir la rutina lo superarás.

Esa misma semana volvió a las clases de piano, conoció a Harry y tal y como le dijo su madre, fue lo suficientemente fuerte para que nadie notara que estaba roto. Que al llegar a casa la oscuridad se lo llevaba, que estaba deteriorándose cada días más. Entonces su relación con Harry se hizo tan fuerte y poderosa que se sintió salvado por un instante. Pero ahora... Ahora el amor lo estaba haciendo vulnerable. No podía dejar de pensar que era una mala persona. Se odiaba antes de conocer a Harry y se seguía odiando ahora que sabía que el chico lo quería.

Si supiera todo lo que Louis hizo probablemente se sentiría decepcionado y terminaría con aquella realación por el simple hecho de haber callado durante tanto tiempo. Pero el silencio lo estaba matando, Harry merecía saber con qué clase de persona estaba. Quizá su madre tenía razón y eso lo ayudaba a superarlo; Harry lo salvaba.

A las tres de la madrugada consiguió dormir y a las cuatro despertó entre sudores y gritos. Así pasó el resto del tiempo hasta que el sol iluminó su habitación y decidió empezar un nuevo día. Se arregló y sin decir nada salió hacia casa del rizado. Fue caminando, él no conducía y su madre aún no se había despertado. Tardó mucho en llegar debido a la lejanía, al menos estuvo una hora en el camino.

Tocó al timbre indeciso, era muy temprano y probablemente lo despertaría. Era Viernes pero sabía que él no iba a clase. La puerta se abrió al cabo de un minuto y Harry sonrió al verlo.

-¿Te he desperado?

-No, he tenido que llevar a mi madre al trabajo muy temprano. ¿Qué haces aquí?

-Me apetecía verte, ¿vamos a desayunar por ahí?

El rizado asintió y se echó a un lado para que pasara, en cuanto lo tuvo cerca se acercó a su rostro y lo besó. Lo hizo con fuerza y ansia, lo necesitaba después de horas sin probarlo. Tenía ganas de su contacto, de acariciar su piel, de tocar cada centímetro de su cuerpo; de él. 

-¿Y si nos quedamos?- propuso Harry dejando las palabras en su boca.

-¿Y si volvemos después de desayunar?

-¿Y si cuando volvamos nos encerramos en mi habitación y no salimos hasta que vuelva mi madre?

-¿Y el conservatorio?- dijo Louis sin dejar de sonreír.

Harry se encongió de hombros y se separó del mayor para subir a por su cartera. Louis se sintió tan relajado junto a él que por un momento olvidó todo el dolor y el miedo que horas anterior había sufrido. Lo vio bajar y su mundo se iluminó, era increíble cómo ese chico con tan sólo su presencia lo hacía sentir.

Salieron de casa y comenzaron a caminar, Harry insistió en desayunar en una caferteía bastante famosa del centro, pero Louis se opuso debido a sus altos precios. Estuvieron al menos media hora caminando, se paraban en tiendas y comentaba artículos. Al pasar frente a una tienda de música ambos se paralizaron pensativos. En un mes estarían tocando frente a multitud de personas. Juntos. Se sonrieron y siguieron en el camino.

Louis se adelantó un poco llevando el ritmo y cuando Harry se dio cuenta hacia dónde se dirigía se paró. El mayor se percató de ello y se dio la vuelta para comprobar qué le ocurría. Caminó hasta él y le tomó la manó, la apretó con fuerzas y supo que era más por él que por Harry.

-Ven, quiero mostrarte algo.- susurró y comenzó a caminar.

Harry lo hacía cohibido y asustado, no quería volver a pasar por esa calle, mucho menos andado. La presión volvía a su pecho pero se repetía una y otra vez que estaba con Louis; que nada malo podía sucederle. Que eso estaba superado.

Caminaban por la acerca contraria, a su lado tenían una panadería; justo donde Gemma iba a comprar. Harry se mareó y apretó la mano de Louis con fuerza para sentirse seguro, aún así no lo conseguía. Por otro lado el mayor temblaba. Se pararon en un banco y tomaron asiento, no dijeron nada, simplemente pensaban.

A Harry le parecía demasiado raro que hubiera parado justo ahí, quería pedirle que se fueran de ese lugar corriendo, pero no podía; miró a Louis y analizó su expresión asustada. Realmente lo estaba; muchísimo. La conciencia lo estaba matando, matando cada segundo que pasaba porque no merecía el amor de una buena persona siendo él como era. Suspiró y ni si quiera meditó lo que pensaba, no preparó ningún discursó, se limitó a contar las cosas cómo sucedieron.

-Tuve un accidente aquí hace unos meses.- suspiró y agachó la cabeza para no tener que mirar a Harry.- No puedo pasar por aquí sin recordar lo que pasó, no puedo dormir por ello, no puedo ser feliz con esa culpa. No he vuelto a conducir desde entonces, montarme en un coche es suficientemente incómodo. Te prometo que la conciencia me está destruyendo, Harry. No la vi, quise frenar pero no pude. Yo...

Iba a serguir contando los hechos, las lágrimas comenzaron a precipitarse pero quiso ser fuerte; sin embargo Harry habló antes de que siguiera.

-Y te fuiste.- su voz era ronca debido al llanto silencioso que tenía.

Louis levantó la cabeza bastante sorprendido y entonces lo supo.

-No...Por favor, no...- susurró. Era una súplica; una súplica enorme a que Harry no dijera lo que estaba pensando que diría.

-¡Te fuiste!- repitió esta vez levantando el tono.

Louis se puso de pie aún temblando, no podía respirar, se estaba ahogando en sus pensamientos, súplicas y culpa. Harry no tenía por qué saber eso, pero así era. No podía creerse que todo aquello estuviera sucediendo.

-Harry... No sabía que era ella. ¡Dios mío, te lo hubiera dicho antes!

-¡Te fuiste!- se levantó y gritó tanto como pudo para liberar el dolor que sentía en su interior. Tenía los ojos my abiertos y observaba al mayor con ira y rencor. Luego se relajó para dedicarle decepción, con lo cual se sintió mucho más destrozado.- ¡Nos dejaste ahí! ¡Se estaba mueriendo, Louis! ¡Se murió en mis brazos!

La abrazó atrayéndola más a su pecho, la llamó varias veces hasta que abrió los ojos, una lágrima recorrió su piel hasta perderse en la mejilla; levantó el brazo con lentitud para poder tocar la cara de Harry. No encontraba las fuerzas, por ello el chico le agarró la mano y sonrió. Era una sonrisa amarga, sólo quería hacerle creer que todo saldría bien.

-Gemma, háblame. Dime algo.- suplicó muy bajito.

A su alredor la gente miraba, se acercaba y llamaban por teléfono. Sabía que la ambulancia no tardaría en llegar, pero sentía que su hermana se estaba yendo.

-Harry...- susurró y luego sonrió.- El gorro te queda genial.

Harry sonrió y la abrazó más fuerte. Sentía su respiración en las mejillas, hasta que de un momento a otro, no sintió nada.

-¡Tuve miedo! ¡Me asusté, Harry, me asusté muchísimo y por eso me fui!- Louis caminó hasta el rizado pero éste se apartó al instante.

-No me toques.

-Harry, por favor...- lo intentó de nuevo pero fue en vano.

El menor volvió a apartarse y se limpió las lágrimas de su rostro. Todo este tiempo había pensado que Louis lo había salvado de todo aquello; realmente lo había hecho y eso era lo peor de todo. El mismo culpable enmendó el error; la misma enfermedad fue la cura. El mismo amor fue el dolor. Su corazón estaba completamente destrozado, su alma se sentía traicionada, engañada y rota. Y en el fondo de sus sentimientos, sabía que no podría salir de esto sin Louis. Ahora no sólo había perdido su vida anterior, había perdido la nueva, la vida que creó junto a él.

-Todo este tiempo no he sido nada, ¿cierto?

-No digas eso, no tenía ni idea de que fuera ella, Harry.- sollozó el mayor bastante desesperado.

-Gracias, Louis. Gracias por demostrarme que nada es verdaderamente relevante. 

Se dio la vuelta y empezó a caminar, el castañó lo siguió pero Harry levantó la mano para que lo dejara solo. Louis se quedó parado en medio de la calle; finalmente había logrado lo que quería; soltar aquella culpa que lo estaba matando; sin embargo, ahora se sentía muerto.

Las personas caminaban por la calle, reían, conversaban, los coches  pasaban, frenaban y seguían su camino. El sol cada vez estaba más alto, ese día hacía calor; pero incluso con todos aquellos factores, el mundo de Louis estaba complemente paralizado, oscuro y frío. Se sumía en una inmesa soledad y respirar era algo que había comenzado a hacer por el simple hecho de no morir allí. De todas formas, no le hubiera importado.

Las personas a su alrededor seguían con sus vidas, a nadie le importaba aquello; tampoco nadie se daba cuenta. Harry tenía razón al fin y al cabo. Quizá no en lo que a su persona se refería, porque para Louis lo era todo. Pero el mayor lo sabía, en todo la historia, él era el único irrelevante. Le gustaría saber la fórmula de la felidad, saber cómo iba a ser capaz de salir de aquello, de no caer en lo que una vez empezó, de vivir con la culpa que sólo había logrado agrandar. Todo era más poderoso que él. No podía seguir con eso, estaba demasiado cansado para seguir intentándolo. Y ahora Harry no estaba junto a él. Le había hecho daño, él era el único culpable de todo el tormento del menor. Él había destrozado su vida por segunda vez y nunca lo había sabido.

Podría arrepentirse. Arrepentirse de haberle dicho aquello porque realmente no tenía ni la más remota idea de que aquella chica era Gemma, puesto que se lo hubiera contado antes. Pero no se arrepentía. Se merecía todo lo que estaba por pasarle.

Todo se había desmoronado de un momento a otro. Qué increíble y poderoso era el dolor. Arrasaba con cada pura esencia de nuestro ser.

Al cabo de dos semanas ninguno de los dos había sabido nada del otro. Ambos dejaron de asistir al conservatorio y por su puesto de verse y llamarse. Si alguien les decía que era Noviembre, no dudarían en creelo. Harry volvió a encerrarse, esta vez no en su habitación, pasaba las horas sentando en el suelo de la habitación de Gemma, cosa que no sólo hacía que la recordara a ella, sino que recordara quién le ayudó a entrar ahí. Sentía rabia en su inteior, por todo lo que sucedió y porque a pesar de que lo intentó, no podía dejar de amarle.

La madre de Louis le rogaba que dejara la puerta abierta, estaba más asustada que nunca, en cuanto el chico apareció en su casa lo primero que dijo fue que no tenía ganas de seguir. La mujer recordaba cada instante de sus días que podría volver a hacerlo, que lo haría.

Aquel día no bajó a comer, llevaba una semana sin hacerlo; desde que tuvo el accidente. Sin embargo, solía aparecer por las tardes para coger un zumo o algo que lo mantuviera con fuerzas. Ese día no ocurrió nada de eso. Subió a su habitación y lo llamó, pero Louis no contestaba. Intentó abrir pero el cerrojo estaba echado, se comenzó a asustar y llamó a su hija mayor para que le ayudara. Ambas empezaró a empujar la puerta hasta que el pestillo se rompió. Estaba todo demasiado oscuro, ni si quiera veían a Louis. Entonces la chica prendió la luz y lo vieron en el suelo, parecía dormido, pero no despertaba. Su madre comenzó a gritar y su hermana salió entre sollozos pidiendo ayuda. Encontró junto a su cuerpo una caja de pastillas bastante fuertes, no quedaba ninguna, había tenido una sobredosis. En el hospital le realizaron un lavado de estómago y no quedaron secuelas. 

Cuán grande es la culpa que alguien puede sentir para no querer seguir viviendo. Eso es lo que su madre se preguntaba cada día. Después de que Louis le contara lo sucedido con Harry, supo que aquel dolor simplemente había aumentado. Habían pasado dos semanas de desespero y sufrimiento, ella no podía seguir con el miedo a que su hijo intentara suicidarse de nuevo. 

Fue hasta el conservatorio y allí le pidió a Robin la dirección de casa de Harry, él estaba enterado de todo y dudó bastante, sin embargo conocía a esa mujer y a Louis desde hacía años, no podía negarle aquello. Salió de allí y condujo lo más rápido que pudo hasta casa del chico. Las manos le temblaban y no sabía muy bien qué decirle, lo único que sabía es que Louis necesitaba ayuda. Tocó varias veces y tras unos cuantos minutos la puerta se abrió. Harry no estaba en mejores condiciones que su hijo y eso podía verlo. No tenía ninguna expresión, parecía completamente ido.

-¿Podemos hablar?

Lo pensó y finalmente abrió la puerta y se apartó para que pasara. Entraron al salón y ambos tomaron asiento en diferenes sofás. Harry analizó a aquella mujer, era buena, lo había tratado muy bien los días que estuvo en su casa, siempre resultó tranquila y calmada; ahora temblaba.

-Te pediría que no me interrumpieras, Harry. Si quieres decirme algo puedes hacerlo, pero sólo quiero que me escuches.- el chico asintió con el gesto serio y la mujer suspiró.- Sólo necesito mirarte para saber que no estás mucho mejor que Louis; pero él... Él tuvo muchos problemas cuando tuvo el accidente.

Harry la escuchaba atentamente, estaba muy preocupado por lo que fuera a decirle. Lo quería, lo amaba y cualquier cosa que le pudiera suceder lo asustaba. Comenzó a sentirse incómodo y se movió en el sofá demostrando lo inquieto que se sentía.

-Se sumió en una gran depresión y sé que sabes perfectamente de lo que te estoy hablando. Pero las pesadillas aparecieron diariamente, nunca me las ha contado, pero sé que son horribles. No hay noche que duerma en paz, ninguna.

Él lo sabía, lo había vivido cuando Louis lo llamaba en las madrugadas, cuando lo calmaba, cuando Louis se quedó a dormir y le dijo que gracias a él durmió libre de ellas.

-Ahora son peores, ni si quiera vuelve a intentar dormirse, es horrible, Harry. Y tengo miedo, porque...- realmente no podía decírselo, lo rompería en mil pedazos, pero necesitaba salvar a su hijo. Tomó aire y continuó.- Louis intentó suicidarse tras el accidente.

Harry abrió los ojos tanto como pudo. Cuando conoció a Louis lo vio tan llano de vida que no pudo imaginar que estaba encadenado a tanto dolor.

-Estoy asustada de que vuelva a intentarlo. Harry, él se merece tu perdón. No puede vivir con esa carga, sabiendo que te hizo tanto daño. No puede porque te ama.- comenzó a llorar sin darse cuenta y se levantó dispuesta a irse.- Lo siento muchísmo; todo lo que sucedió. Estaba muy asustado y volvió a casa, yo le incité a olvidar el tema, Harry. Fue un accidente...

El chico se levantó también y caminó muy lentamente hasta poder abrazarla. Ella comenzó a sollozar y Harry lloró en silencio. Ahora él también estaba asustado, mucho. Pero sentía tanto dolor en su interior que esperaba que no fuera el suficiente para parar su amor. La mujer se separó y acarició su mejilla antes de salir esa casa.

Lo único que podía hacer, ya estaba hecho.

Una semana más pasó y todo estaba igual, nada había cambiado, sólo las fechas. Faltaban unos días para el gran concierto, sin embargo ambos habían perdido cualquier rastro de ilusión en ello. Harry no pudo volver a dormir bien, él no tenía pesadillas, simplemente la idea de que a Louis le sucediera algo no lo dejaba en paz. 

Era tarde, su madre ya estaba durmiendo mientras él miraba la pared del cuerto de Gemma; se sabía cada detalle de memoria, esa habitación se había vuelto su hogar. Suspiró bastante cansado, necesitaba dormir pero no podía. Se preguntaba si Louis estaría así; o peor, teniendo una pesadilla. Inconscientemente alcanzó el teléfono y marcó su número. Se dio cuenta de lo que hacía cuando estaba haciendo llamada. Había pasado mucho tiempo encerrado en sus pensamientos, apartando cualquier idea de caer en él; pero no lo soportaba más.

Lo había intentado, había intentado olvidarlo, decirse a sí mismo que no podía volver a verlo, que no podía perdonarlo, que lo había destruído. Pero su madre tenía razón. Merecía su perdón, todo el mundo lo merece. ¿Por qué esa noche y no cualquier otra pasada? No lo sabía, simplemente tuvo esa necesidad. Al otro lado de la línea escuchó su voz y se erizó su piel al instante.

-Harry.

No dijo nada, el simple hecho de oír su voz lo descargó, relajó sus músculos y el aire entró limpio a sus pulmones. Nunca comprendería cómo una persona puede dar tanta vida.

-Louis.- espero a que el mayor dijer algo pero sólo escuchó sus sollozos.- ¿Has tenido una pesadilla?

Harry había comenzado a llorar, no podía creer que estuviera escuchando su voz. Fue lo único que necesitó para darse cuenta de lo estúpido que había sido; de que ese momento debió haber llegado mucho antes, de que Louis era su cura por mucho que enfermara por ella. Era la única salida.

-Dime algo, por favor.- suplicó el rizado al ver que el mayor sólo lloraba.

-Lo siento mucho, Harry, yo no lo sabía, tuve miedo, me asusté.- sollozó y Harry rompió a llorar sin consuelo, pero debía mantenerse fuerte ante Louis, él estaba destrozado.

-Shh, ya está, por favor. Deja de llorar. Escucha mi voz, escúchame. 

Louis se calmó poco a poco, se sentía vivo al oír a Harry, pero por alguna razón, la culpa era cada vez mayor. Aunque respirar mejor, sentía que no lo merecía.

-Lo siento. Perdóname, por favor.- repitió.

-Louis, te perdono.- sentenció el menor y volvió a escuchar nuevos sollozos al otro lado.- Por favor, no llores, te lo suplico. Te prometo que nunca más vas a volver a tener pesadillas.

-Harry...

-Te quiero, Louis.

En ese instante Louis sintió su corazón latir más rápido de lo que nunca lo había hecho. Sin saber por qué, recuerdos vivnieron a su mente, como cuando Harry lo escuchaba tocar, igual. Todos eran felices, eran risas, besos, abrazos, amor. Entre los sollozos dejó escapar una sonrisa, pero las lágrimas no cesaban.

-Escúchame, vamos a hacer algo que hemos hecho antes, tú vas a intentar dormirte y yo te hablaré, te quedarás dormido y las pesadillas desaparecerán. Te haré una pregunta y colgaré. Mañana iré a buscarte.

-Harry.

-Louis, por favor. No digas nada, tendremos tiempo de hablar. Hazlo, por favor.

Harry escuchó cómo Louis pulsaba el botón del altavoz, esperó un rato hasta que imaginó que se habría acomodado para dormir y comenzó a hablar.

-¿Sabes? Nunca me había enamorado, sé que no tiene mucha importancia pero creo que deberías saberlo. Cuando te vi por primera vez ni si quiera estuve tan pendiente como me hubira gustado. Ojalá hubiera sabido que me harías olvidar todo el dolor... Te hubiera querido mucho antes...- no dejó de hablar ni un instante, sacó el teclado de la funda y lo puso en la cama. Su madre estaba acostumbrada a que tocara en las madrugadas. Ni si quiera sacó una partitura, estaba seguro de lo que tocaría. Puso su móvil en altavoz y comenzó a tocar.- Te dedico esta canción, Louis. Se llama Because of you, la conoces, sé que te encanta. Quiero pedirte perdón.- habló con la voz quebrada, estaba a punto de llorar de nuevo.- Porque he sido un idiota, te aparté cuando lo único que necesitaba eras tú. Y tú me necesitabas, y yo me fui; te dejé solo. Lo siento.

Siguió hablando, contándole cosas sobre sus sentimientos, terminó la canción y la volvía a empezar. Miró el tiempo, llevaba hablando dos horas, estaba seguro de que Louis dormía, sin embargo preguntó.

-Louis, ¿me quieres?- nadie contestó al otro lado. Sonrió y rezó porque no volviera a tener pesadillas esa noche.- Yo sí.

Se dejó caer en la cama y abrazó un cojín, todavía olía a ella. Se quedó dormido pensando en Louis, ansiando que la mañana llegara para ir a buscarlo. Se arrepentía de todo lo ocurrido, de verdad lo hacía.

Louis se quedó dormido bastante tarde, prácticamente escuchó hablar a Harry hasta el final, sin embargo sus ojos se cerraron antes de que terminara.

A las siete sonó la alarma como cada día, se levantó y tomó una ducha, su madre se sorprendió al verlo activo como hacía unas semanas; no quiso entrometerse y no preguntó. Cuando estuvo listo bajó a desayunar y dejó escapar una sonrisa que Anne devolvió. La mujer tenía que terminar unos informes antes de irse, por lo cual a las ocho menos diez se dispuso a llevarla al trabajo. La esperó en la entrada hasta que bajó con un bolsó lleno de papeles; sonreía al ver que Harry la llevaría al trabajo de nuevo, algo había cambiado otra vez. 

Alcanzó el picaporte justo cuando el timbre sonó. Ambos fruncieron el ceño y Harry abrió con rapidez. Sus rostros palidecieron al ver la cara de la madre de Louis, lloraba y estaba completamente destrozada; ninguno dijo nada, simplemente se miraron, las preguntan no hacían falta en aquel instante. Harry abrió la boca para hablar pero la madre de Louis negó con la cabeza.

Es increíble como la relevancia puede ir y venir.

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