Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 40. La revelación


Frente al espejo me coloco lentamente el birrete sobre mi cabeza, mi respiración se detiene por unos segundos ante mi reflejo. La túnica negra junto con la estola dorada me hacía dar ese semblante de importante, de única... De invencible. Lo había logrado, había cumplido el plan de estudio después de tantos años.

Tantos recuerdos pasaron por mi cabeza cuando organicé mi pelo lizo con mechones blancos y castaños detrás de mis hombros. Respiré profundamente y me miré de pies a cabeza para detectar cualquier fallo que pudiese arreglar, nada podía salir mal hoy. Absolutamente nada.

Caminé hacia la mesa para tomar de allí mi discurso, lo miré por encima y sonreí con dulzura al solo imaginar lo orgullosos que estarían mis padres cuando me vean en ese podio, representando toda una generación luego de todo el esfuerzo y la energía que me había costado. Me reí para mis adentros de solo recordar que eran mis padres provisionales. Para ellos nunca supe la verdad, pero era más que evidente que lo sabría tarde que temprano. A quien le daría verdadero honor era a mi madre, que donde sea que esté vería en algún momento lo que su pequeña niña lograría gracias a la estupidez de los demás.

Empecé a caminar a la salida sin eliminar la sonrisa en mi rostro, doblando la hoja en mis dedos mientras imaginé lo que sería de mi futuro. Mi plan sería el desarrollar mi potencial en un laboratorio químico, ¿y cuál más privilegiado que el Laboratorio químico de Efrén? El mismo lugar que me vio ser profesional sería el primero en tener el privilegio de ser objetivo de mi plan maestro.

Cerré la puerta detrás de mí y me retiré el birrete de mi cabeza cuando sentí un poco de brisa desorganizar mi cabello al bajar las escaleras con cuidado. Seguí mis pasos ante el gran auditorio de la universidad. Al igual que yo diversos chicos caminaban calmados hacia el mismo lugar con el objetivo de también cumplir sus metas educativas y concluir este gran paso de su vida. Algunos de ellos me saludaban al reconocer mi cabello o mi rostro, y con una gran sonrisa les devolvía el gesto.

Este sería un día irreal. Un día único, y el primero de una maravillosa vida futura.

Cuando estuve al punto de llegar recibí una llamada, el celular estaba dentro del bolsillo de mi vestido. No quería ir con un bolso con mi graduación, así que el día que salía a comprar vestidos junto con Conley ese fue mi primer requisito. Por suerte encontramos un precioso vestido blanco que llegaba hasta mis rodillas, con encajes preciosos y brillos cautelosos que me hacían sentir como una estrella.

Saqué el aparato y lo puse en mi oído.

— ¿Si?

— ¿Cooke? ¿Preciosa? ¿Dónde estás? Estamos ya dentro del auditorio y no te vemos. —Esa era mamá. La alegría invadió mi pecho. Era cierto que, más que mis padres, eran mis tíos. Pero no debía ser mal agradecida, ellos dieron el todo por el todo para mi hermano y para mí cuando mamá se escapó luego de nuestro parto, por lo que debía ser más de considerada con el amor y el tiempo que nos dieron. Lástima que eso no fue suficiente para mí.

— Estoy llegando mamá—contesté con una sonrisa—. ¿Karter está con ustedes?

— Sí, el vino con nosotros, pero se acaba de moverse un momento al baño.

— Perfecto, los veré allá.

Colgué al instante y guardé tanto el móvil como el discurso en el bolsillo del vestido. Sí, era la mejor combinación entre elegancia, belleza y comodidad.

Al llegar a la puerta coloqué el birrete sobre mi cabeza, acomodé la túnica y la estola sobre mis hombros para colocarme en la fila de graduandos junto a familiares que entrarían al lugar. Cuando llegó mi turno no fue necesario el presentarme, porque justo en ese momento los chicos de la entrada sonrieron para darme el paso, saludándome con cortesía y yo respondiéndole de igual manera.

Al mirar el alrededor todo parecía un sueño; la tarima, la alfombra, las sillas, las luces, el movimiento, las personas del lugar. Me quedé inmóvil por unos cuantos segundos mientras giraba mi rostro de un lado a otro, ¿en realidad esto estaba sucediendo? Volvía a creer que esto era demasiado irreal para ser cierto. Quería pellizcarme y saber si lo que veía era uno de esos tantos espejismos de ensueño que tenía después de tanto estudiar. Sacudí mi cabeza para estar de nuevo concentrada y caminar por el lugar en busca de mis familiares.

A los lejos escuché que alguien me llamó y mi sonrisa se amplió mucho más al divisar a la perfección quienes eran los que se acercaban.

— ¡Mamá! ¡Papi! —Grité cuando corrí hacia ellos y a la primera persona que abracé fue a mi madre. Ella me sostuvo con fuerzas, sintiendo las lagrimas sobre mi hombro, sabía lo emocional que estaría con el momento. Luego de dejarla abracé también a mi padre con fuerza, pero fue por un tiempo más corto.

— Mírate, estás hermosa. Mi hija es una licenciada. —Soltó mi padre y yo agaché la mirada simulando modestia, mi madre se secó las lágrimas de manera casual para no llamar tanto la atención.

— Sabíamos que lo lograrían. Tú y Karter son un orgullo para mí.

Es cierto, ¿dónde estaba Karter? ¿Desde cuando dura tanto en el baño?

— No es nada mamá—susurré tomándola de las manos—. Es gracias a ustedes que estoy aquí. Gracias a ustedes soy quién soy ahora. Y no saben lo llena de gratitud que estoy ahora.

Ellos me miraron como si fuera el más preciado diamante de todos. Y yo, bueno, yo fingí que los miraba de igual manera. No entiendan mal, sí les agradecía, sí los quiero, sí son especiales para mí. Pero eso no significa que lo sean todo y que estaré besándoles los zapatos a cada segundo por hacer lo que les correspondía por adoptar a dos chicos que ni siquiera eran suyos.

Como sea, me alejé de ellos con tranquilidad y justo en ese momento una joven habló en el podio indicando que la ceremonia estaba al punto de comenzar, reiterando que todos debían estar en sus asientos. Yo hice caso y caminé hasta la fila de frente, donde se supone que se encuentran los mejores rangos y me senté en la única silla que llevaba un nombre, el mío: Kylee Sorní Gonzales.

Con una gran sonrisa me acomodé y crucé mis piernas, teniendo la mejor vista de todas y estando lo más cerca del podio para el momento en que me llamaran.

Tras algunos quince minutos de preparación y euforia por parte de los compañeros la ceremonia comenzó. Primero cantaron el himno de la universidad seguido de algunas cuantas palabras de ánimos por parte de algunos maestros destacados y rectores. Luego de los aplausos por dichas motivaciones entró con un elegante vestido negro y una estola dorada sobre sus hombros la directora de la universidad.

— Queridos graduandos—comenzó—. En este momento, ustedes sentados aquí y con sus familiares detrás, apoyándolos con alegría y ensueño, les digo llena de orgullo: Lo lograron. Llegaron a concluir el plan de estudio de manera satisfactoria y eso, eso es un logro que casi se puede saborear de manera autentica. Después de tanto sacrificio y esfuerzo tienen la oportunidad de levantar sus frentes y decir que son los privilegiados egresados de la Universidad de Efren. La que ahora mismo les abre las puertas para que vuelen alto a tantos lugares como les plazca, pero, al mismo tiempo, que les deja las puertas abiertas para que regresen cuando quieran. En este momento la línea excelentísima de maestros y rectores les damos las gracias por hacernos participes de su vida, de este gran momento y de esta gran meta cumplida.

Las palabras continuaron agradeciendo a cada una de las carreras, rectorías, padres y/o tutores, orientadores y demás personas por llevarnos hasta aquí. Desde mi punto yo estaba muy tranquila, arreglé mi túnica por segunda vez y crucé mis piernas en el otro sentido, en la espera de mi llamado.

— Sin más preámbulo, me gustaría dejarles con una persona única entre todos nosotros. Ella se ha comportado como una estrella durante este plan de estudio completo, enfrentándose a tantas situaciones diversas como no se pueden imaginar. Ella ha pertenecido al comité de bienvenida desde los inicios de este y ha resaltado en cada una de las asignaturas, convirtiéndose en la increíble estudiante estrella de la generación. Con ustedes: Kylee Sorní Gonzales, becada del programa Ideales en el año dos mil dieciocho. Un fuerte aplauso.

Con una gran ovación de pie por parte de todos los presentes me levanté de mi asiento con una sonrisa y me di la vuelta levemente para agradecerle a los más que pude. Caminé por la alfombra roja delante de todo el público con esa gran alegría que por tantos años fingí y que ahora era una realidad. Fui ayudada a subir las escaleras y los reflectores me dieron de lleno, teniéndome que acostumbrar en pocos segundos para alcanzar a la directora y recibir el titulo de su parte, me coloqué a su lado junto al pergamino y muchos flashes vinieron de distintos lugares mientras sonreíamos.

Un «bien hecho preciosa», vino de su parte y me dio el espacio para que pudiera caminar hasta el podio. Dejé mi titulo sobre el mismo al llegar y de mi bolsillo saqué las hojas de mi discurso que por tanto tiempo había practicado. El bombardeo de mi corazón era intenso en mi pecho y me hizo sentir nerviosa. Pero, tras respirar profundo, conseguí la fuerza para comenzar.

El lugar se oscureció de repente, dejándome con las palabras de inicio en mis labios y solo viendo el reflejo de un proyector caer justamente en la pared de la tarima, dejando ver una película que no reconocí. Hasta que empezó a reproducirse.

«Ya saben quién soy, creo... Pero para los que no, soy Kylee Sorní. Otros me llaman Cooke».

Ay no...

«Hago este video con el único objetivo de decir toda la verdad sobre mi persona, pero no la que ustedes en realidad conocen, sino la que soy. A cortesía de mí, para empezar. Mis padres no son Soledad Gonzales y Matías Sorní, mi madre es una mujer con problemas psicológicos que se escapó de su cadena perpetua el día que nos dio a luz a mi hermano y a mí. Lo segundo es que, sí, fui la asesina de mi propio "supuesto abuelo", tras un mes de abusos y violaciones que me hicieron tener los problemas que tengo ahora.

También fui causante de la muerte de dos viejos recuerdos que hasta ahora está muy vivos en sus memorias. Sus nombres son Ernesto Cassone y Mara Sayler, los hermanos de Alessandro Cassone y Maxwell Sayler. Y, no los tuve tocar, simplemente engañar a mentes más débiles que la mía para que lo hicieran por mí, se preguntarán por qué lo hice, es muy sencillo. Me estorbaban. Eran inútiles. Me daban asco. Les hice un favor con sacarlos de la ecuación, así que agradézcanme. No soy mala, soy peor de lo que creían».

Cuando la cinta concluyó, yo estaba inmóvil. Inmóvil era poco, estaba aterrada. Miré al frente cuando las luces se encendieron de nuevo, el silencio era absoluto. Observé en dirección de la directora, la misma junto con los demás profesores y rectores tenían la boca bien abierta por la sorpresa, al igual que muchos que estaban en el público.

Empecé a hiperventilar.

No... No... Esto no podía estar pasando. Solo una persona querría hundirme de una única manera. Mis manos se aferraron en el podio, sentí como mis uñas perfectamente arregladas arrancaban parte de la madera de este por la rabia. Solo una persona mee haría tan mal con la excusa de venganza. Solo una persona me haría romperme como lo había hecho en este momento.

La ira subió al instante.

¡MAXWEEEEELL!

El grito salió más fuerte de lo que creí, sorprendiendo a más de uno, aún más de lo que estaban. Mis ojos se movieron de un lado a otro de manera errática, buscando esa maldita caballera rubia. Lo iba a aniquilar como hace mucho tiempo tuve que hacerlo.



Todo había salido a la perfección, la cara de confusión de Cooke fue exquisita como nunca lo imaginaría. Había dejado a Lohan con el proyector en la cabina de multimedia del auditorio a la mitad para ir hasta donde estaba el público con un micrófono. Sabría que ella al instante me buscaría a mí luego de terminar el video. Y solo hice llegar al lado de mi padre que se encontraba en la parte muy atrás de del público para escuchar el grito de la chica que estaba en el podio, ¿acaso gritó mi nombre?

— Tuviste que hacer algo muy bien para que esa chica grite tu nombre así Maxwell. —Dijo Tyler, mi padre. Yo lo vi de reojo con una sonrisa confiada y e devolvió la misma para continuar con su parte de plan como habíamos quedado.

Caminé unos pasos entre un pasillo del público y llevé el micrófono inalámbrico a mis labios.

— ¡Aquí estoy mi pequeña galletita! —Muchas personas voltearon hacia mí cuando mi voz se escuchó por todas partes—. ¿Necesitas algo de mí?

Cooke, desde su posición, giró a verme y sentí desde mi lugar como sus ojos exasperaban chispas de odio, rabia e impotencia. Ella lanzó el podio hacia un lado y los quejidos de asombros salieron del público a la vez que ella saltaba de la tarima para caminar con rapidez, sabía que se dirigiría hacia mí.

— Seguridad, ahora.

Justo en el momento que dije eso, Cooke fue retenida por un hombre vestido de negro que había sido contratado por mi padre justo para esto. La tomó de los brazos y la contuvo a pesar de que ella comenzaba a removerse en su lugar en un intento en vano de zafarse.

— Querida Cooke, ya es hora de que pagues por todo lo que has hecho.

Kylee se detuvo justo en el momento que me le acerqué hasta estar a unos metros de ella como si mi presencia la calmara. Pero no lo hizo por estar tranquila, lo hizo para mirarme con más odio que antes.

— No sabes lo que has hecho maldito Sayler. Los chicos y yo te vamos a destruir como la ultima vez, ¡TE VAS A ARREPENTIR! —Gritó como si de un tigre hambriento se tratara, pero yo acerté a reírme.

— ¿Tú y lo chicos? ¿Te refieres a Karter, Conley y Lohan? —Volví a reírme, pero negando la cabeza—. Ay, pobre Cooke. ¿Acaso crees que hice esto yo solo?

Justo en ese momento Karter subió al podio y levantó el mismo con algo fuerza, probando su micrófono. Kylee miró hacia la misma dirección que todos los demás cuando la voz de su mellizo se hizo oír.

— ¿Me escuchan? Espero que sí...

— ¿Karter? —La suave voz de Cooke al verlo allí por poco me hizo acongojarme. Dije casi, no se confundan.

— Lo siento hermanita, pero es hora de que se sepa la verdad.

Ella negó con su cabeza repetidas veces para nuevamente la seguridad la contuvo en su lugar.

— Siento mucha vergüenza en este momento de tener que pedir disculpa en nombre de mi familia por las conductas evidentemente denigrantes que presentó m hermana muchas veces. A pesar de todo, lamento a las familias Cassone y Sayler por tanto daño hecho, a la universidad de Efren por este tipo de humillación en un momento tan sagrado como este, y tanto a todos los presentes como a la ciudad por la presencial esta situación y las diversas situaciones en el pasado. Hemos decidido, sus amigos y sus familiares, el internar de manera indefinida a Kylee para tratar su enfermedad, un secreto a voces que, penosamente, nos ha quitado a muchas personas de su lado.

La respiración de Cooke de podían escuchar hasta aquí, sus ojos tan abiertos y sus temblores erráticos nos hicieron verla casi preocupados por su reacción. Entonces fue que su grito nos asustó. Sí, también a mí me asustó. Echando su cabeza hacia atrás de repente y golpeando la boca de la seguridad junto con su nariz, haciendo que la soltara con la queja de dolor e intentara correr para irse.

— ¡Atrápenla! —Grité.

— ¡Cooke! —Gritó también casi al mismo tiempo Karter, bajándose del lugar para también intentar tronchar su modo de escape.

Empujaba a todos de manera desesperada, yo también intenté sostenerla, pero fue casi imposible. Cuando ya estuvo cerca de la puerta de salida, alguien la tomó de brazo con fuerza. Reconocía esa silueta a la perfección: Era mi madre, Allyson.

— Ya no hay vuelta atrás, querida discípula. —Se escuchó que dijo la rubia antes de pegarle un puñetazo a Kylee que le hizo caer al piso y dar tiempo de que los compañeros de mi padre pudieran atraparla.

¡Oh Señor Jesús! ¡Al fin le dieron su buen merecido a Cooke! ¿Quién lo diría que no solo sería su peor enemigo? Sino también sus más cercanos amigos. Nunca confíen en todos chiquitos míos. :3

Después de esto ya lo que viene el Epílogo y los agradecimientos. Así que podemos decir que damos por concluida esta hermosa historia. ¿O tal vez no?

Desde ahora faltan: 00 Capítulos.

No olviden seguirme, darle me gusta/estrellita, comentar y compartir si te gusta la historia, eso me ayuda mucho y me hace tener más fuerza para seguir escribiendo. :3

¡Besitos suspensivos! Nos vemos en el próximo capítulo: «Epílogo».

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro