
Capítulo 30. Herencia sanguinaria
¿Qué hora sería? No lo sé. Creo que se me quedó el celular en la habitación de Kylee, no lo recordaba, salí de allí un poco débil e intranquilo, pero valió la pena. No solo me había dado tiempo para devorarme completo el cuerpo de la española y hacer sucumbir a mis deseos, sino que también pude conseguir una que otra «evidencia» de su delirios. Unos cuantos frascos y blíster de medicamentos, con suerte serían los indicados para su condición, quizá le preguntara después.
Solo hice abrir la puerta para entrar a mi habitación y recostarme con cansancio detrás de esta con intenciones de procesar todo lo que había hecho. Estaba aún embriagado del sabor de la melliza que con tanto esmero intentaba dejar en su lugar y hacer pagar por lo que había hecho. Pero entre el sexo y el sueño de la madrugada me estaba haciendo una muy mala jugada para analizar lo que había traído, quizá lo hiciera mañana.
Ni siquiera pude retirarme la ropa que llevaba, lo único que pude hacer al ver la cama fue lanzarme en ella y dejarme hundir entre las mullidas almohadas que me recibían como el cielo, comenzando a dormitar casi al instante hasta perderme en la oscuridad.
Primero fueron unos toques en la puerta seguido de la voz de Alessandro, pero apenas le entendía lo que decía tras ella y seguí con mi sueño profundo. Pasaron unos segundos más cuando la tonada de mi celular me trajo de nuevo al mundo real a la mala con el insistente timbre que juraba quitar cada vez que me molestaba, pero siempre lo terminaba olvidando.
El mismo seguía vibrando en el bolsillo de mi pantalón aun puesto y me hizo gruñir al mover mi mano perezosa hasta alcanzarlo. No sé cuánto tomé en llevarlo a mi oído. Sin embargo, sabía que quien sea que estuviera llamando, tuvo que hacerlo de nuevo.
— ¿Mh?
Respondí tras descolgar, y lo primero que me recibe es la voz de mi padre. Él seguía aun en el extranjero.
— ¿Estabas dormido? —Duró unos segundos tras la pregunta para seguir—. Creo que deben de ser las once la mañana allá, ¿qué te hizo durar tanto tiempo?
— Mh. —Respondí aún con los ojos cerrados y la cara pegada a las sábanas, de seguro que lo que sentía húmedo en mi cara era baba o sudor, no estaba seguro, ni siquiera pude ducharme la noche anterior del cansancio.
— ¿Se puede saber que estabas haciendo anoche para que no me tomaras las llamadas?
— Durmiendo—mentí—. ¿Por qué tan insistente?
Respiré profundo tras estar más despierto y darme la vuelta en la cama para estirarme, ¿dónde había ido mi resistencia? Antes podía durar horas corriendo en el club de atletismo, ¿cuándo perdí tanto la forma para estar tan hecho mierda como ahora?
— ¿Tampoco leíste los mensajes que te mandé?
— Estaba demasiado ocupado anoche, ¿qué mierda es lo que pasa? —Me irrité, odiaba el dar tantas vueltas en un solo asunto.
— Pude obtener algo de primera mano acerca de tu amada
— ¿Qué? —Llevé mi brazo derecho hacia mi cara para cubrir mis ojos del leve sol que entraba por la ventana a pesar de estar cubierto con la cortina.
— El expediente de la tía de los mellizos.
— ¿Y eso que tiene de bueno?
— Al parecer el problema no era el abuelo, sino la tía.
Me quedé unos segundos en silencio.
— Te escucho.
— Trastornos bipolar y obsesivo compulsivo diagnosticados luego de descubrirse fingiendo ser una poderosa magnate de la franquicia de los cosméticos y estafar a más de trescientas personas con casi dos millones de euros. La arrestaron hace más de veinticinco años y fue condenada a cadena perpetua luego de que asesinara a por lo menos cuarenta personas e intoxico algunos ocho con sus supuestos cosméticos milagrosos que en realidad era polvo a base de plomo—suspiró un momento—, y aún hay más. La excusa es la más estúpida que he podido escuchar. Según sus palabras, lo hacía para deshacerse de toda la gente superficial por que de algún modo intoxicaban al mundo, ¿qué te parece?
Medité esas palabras una y otra vez, sentándome en la cama.
— ¿En qué prisión está ahora?
— En ninguna.
— ¿Qué?
— Escapó con un mes de dictada la orden, al parecer tuvo un embarazo al que solo se percató cuando llegó la hora de dar a luz, luego de eso desapareció tras el descuido de los guardias en el hospital como por arte de magia hasta el día de hoy.
— ¿Y dónde está el bebé ahora?
— Esta es la cereza del pastel querido hijo—tardó unos segundos de nuevo, como si quisiera agregar el suspenso. Hasta pude sentir la sonrisa dibujarse en su rostro cuando mi desesperación subía—, la mujer tuve mellizos.
— ¿Cómo? —Otra vez esa sensación, esa corazonada—. ¿Acaso es posible que...?
— Sí, tu intuición no te engaña. Ante la desaparición de Katherine, su hermana tomó la custodia de ellos y los adoptó hasta el día de hoy.
Maldita sea, aunque no le viera el sentido por completo, era como si todo cayera por su propio peso, ¿acaso un trastorno psicológico se podía heredar? Creía que era imposible, nunca había tratado un tema como ese con mi madre.
— ¿Dónde encontraste toda esa información?
— Bueno, podría decirse que tuve suerte Maxwell. Creo que con esto es suficiente para poder hacer una acusación formar contra la chica, ¿no? —Soltó un leve risa para sí—. Es una simple loca por herencia, ella no eligió ser así. Quizá por ello le bajen la condena.
— Aun puedo conseguir más información para incriminarla, eso no sería suficiente cuando no está totalmente comprobado.
— Ya no puedo quedarme más tiempo aquí, mañana tengo que ir a Madrid para en dos días ir de vuelta a México. Así que tendrás que solucionarlo por ti solo, te mandaré todo lo que tengo por correo electrónico.
— Está bien, creo que es suficiente ayuda.
Cerré el teléfono sin despedirme y miré a un punto muerto de la habitación, ahora recapacitando en todo lo conversado. Eso tenía que informárselo a Alessandro, era posible que nos ayudara aún más que nunca en hundir a Kylee en el fondo de su propio lodo. Era cierto que mi familia había sido un secreto por varios años, pero esto... Esto era otro nivel.
Como si conocer a los mellizos es abrir una caja de Pandora en la cual todo es oscuro y no sabes cuando llegas al final, siempre aparece más y más cosas.
Mi teléfono volvió a timbrar y lo pude observar desde mi lugar para darme cuenta de que... ¡Mierda! ¡Tenía clases de relaciones internacionales en menos de tres minutos! Estaba frito. Lo de Kylee podría esperar unas horas más, tenía primero que salvar mi trasero del semestre si me quiero graduar.
¿Eso significa que los problemas psicológicos se puede heredar? La respuesta es: No se sabe. XD Existen teorías en el que lo confirman mientras que otras lo niegan, sin embargo, hay algo que si puede tomarse de este capítulo y es: El ejemplo. No hay herencia más peligrosa que el ejemplo que nos dan nuestros padres o damos a nuestros hijos. Es posible que sea incluso más fuerte que la misma herencia sanguínea. Y eso lo veremos más adelante. :3
Desde ahora faltan: 10 Capítulos.
No olviden seguirme, darle me gusta/estrellita, comentar y compartir si te gusta la historia, eso me ayuda mucho y me hace tener más fuerza para seguir escribiendo. :3
¡Besitos suspensivos! Nos vemos en el próximo capítulo: «Capítulo 31. Evento especial».
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