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Capítulo 29. Ojo por ojo y carta por revelación


Estaba saliendo del salón de música cuando la oportunidad pareció caer por sí misma frente a mí, adivinen quién cruzaba delante de la puerta que recién abrí. Les daré una pista, su cabello tiene dos colores y me mira con cara de asco.

Creo que adivinaron.

— Que gusto el encontrarte Cooke, justo quería hablar contigo.

Ella siguió su camino, ignorándome, pero yo no me rendiría tan fácil. Le seguí el paso con calma, un paso mío sería dos de ella, así que no tenía ninguna presura el alcanzarla por completo, no ahora.

— Te queda muy bien esa ropa, al parecer la universidad te ha sentado muy bien últimamente.

De nuevo en silencio, adoraba esa ironías de ella. Sí, estaba en silencio ignorándome, pero sabía que estaba en completa atención de cualquier movimiento que pudiera hacer o decir en su contra para atacarme al instante. Mientras dijera cosas triviales ella estaría en esa misma posición, si decía algo que podría afectarle o de su interés, se daría la vuelta en un abrir y cerrar de ojos. Al parecer su personalidad no había cambiado en totalidad a pesar de los años.

Bajamos las escaleras del edificio de artes, ella aumentó la presura y en ese momento si tuve que caminar más rápido, la tomé del brazo y ella se zafó al instante para enfrentarme.

— ¿Qué quieres?

Su ceño fruncido y el rostro contraído en disgusto me decía que no estaba teniendo un buen día, sí era un buen momento para joderla aún más.

— Ya te lo dije, hablar contigo.

— ¿No tienes a tu muñeco de trapo por ahí para escucharte? Déjame en paz.

— ¿Quién? ¿Maxwell? Oh, no. Él llegó muy cansado anoche, cuando salí aún no había despertado.

Ella agachó la cabeza por unos segundos, como si analizara algo con bastante detenimiento. Sin embargo, la levantó casi al instante para seguir viéndome con esos ojos oscuros que tantas cosas escondían, y que pronto le sacaría tan pronto supiera lo que tenía detrás de la manga.

— Maldita sea Aless, tengo cosas que hacer. Déjame en paz y ve a hablar con una de la idiotas que te siguen.

— Celosa.

— Vete al diablo.

— Solo quiero hablar, ¿qué hay de malo de hablar con mi ex? ¿Acaso il suo fidanzatose va a enojar?

Ella volvió a darse la vuelta para marcharse y yo la retuve de nueva cuenta por uno de sus brazos para atraerla a mí. Ella puso resistencia al principio y quiso alejarse, pero luego se dejó hacer, reflejando ahora en su rostro todo el odio que podía tener dentro de sí. Y eso, eso me encantaba verlo en ella, me traía viejos recuerdos.

— ¿Qué? ¿Acaso Maxwell te enseñó a acosar a sus exparejas?

— ¿Te consideras ex de Maxwell? Era algo que no lo sabía, lo tomaré en cuenta.

Otra vez esa rabia.

— Y al parecer aprendiste su habilidad de evitar las acusaciones, las ratas les enseñan a otras ratas, ¿no? —Murmuró ella.

— Ya que tanto te gusta acusar, porque no te sientas para que escuches las tuyas. —Apreté el agarre y por poco se veía como ella soltaba un quejido, pero se lo reprimió, su terquedad podría no tener límites a veces, y era mucho más grande que su determinación.

— Ya te he dicho un millón de veces que no tengo que ver en lo de tu hermano.

— ¿Solo puedes presumir eso? —Me hice el desentendido—. ¿No te acuerdas de otros casos tan buenos como el de él?

— No sé de lo que hablas.

— Mh. ¿Será que el ser mentiroso es genético? —Sonreí ampliamente—. Al igual que lo escapista.

Ella relajó sus músculos, pero sus ojos se entrecerraron con lentitud al intentar entender lo que decía entre líneas, pareció no estar segura de haber captado correctamente y quería confirmar.

— Vaya, tu madre estaría orgullosa de ti. De no ser que está escapando de la justicia, es posible que te regalara un lindo moño por ser la hija favorita del año.

Ahora sí cayó en mis palabras.

— ¿Cómo lo...?

— Tengo mis fuentes—llevé mis manos a uno de mis bolsillos, de allí saqué la carta que el día anterior había encontrado sobre el escritorio de la encargada del correo postal y se lo mostré. Al instante pareció reconocer el sobre e intentó quitármelo, pero lo alcé mi brazo, enderezándolo por completo para que no alcanzara, mi sonrisa se extendió—. No, no—negué con el dedo de mi mano libre—, debes hacer algo por mí antes, dolcezza.



Mi plan era sencillo. Solo hice terminar de leer la carta de los mellizos para imaginar todo lo que sucedería y mis próximos movimientos. Sabía que la información dentro de ese sobre era de suma importancia y que Karter no la sabría al conocer la manera de pensar de Cooke casi por completo. Solo debía extorsionarla con decirle todo a su mellizo para que ella cediera a lo que sea que quisiera, por lo que tenía una oportunidad de oro por la cual aprovechar. ¿Y qué mejor que haciendo un video en el que ella confesara todo lo hecho a cambio de la carta que estaba a mi poder?

Me encontraba en mi habitación, y esta vez no solo. La española de ojos grandes y expresivos estaba de piernas cruzada al igual que sus brazos en lo que esperaba que terminara de instalar la cámara frente a ella.

— ¿Qué te hace pensar que diré toda la verdad, según tú? —Cuestionó ella desde su posición sin una pizca de interés, simplemente sentada en esa silla sin oponer resistencia alguna.

— Al parecer se te olvida que yo fui la víctima en este caso.

— No fuiste la víctima, eres el asesino de tu propio hermano. Solo buscas a quién acusar para evitar la condena que ya de seguro pagaste, ¿o es algo más de conciencia?

Me enderecé por unos segundos para verla a detalle y podía notar como lo decía, como si fuera toda la verdad, como si era cierto, como si se habría creído su mentira, ¿acaso esa era la habilidad de un psicópata? Actual como si nada a pesar de todo lo que había hecho, ¿o era la debilidad de una persona con problemas? Creerse tanto sus mentiras hasta hacerlas su realidad.

— Mira hacia la maldita cámara.

Fue lo que dictaminé cuando la encendí y el bombillo rojo de la misma se activó, indicando que estaba empezando a grabar. Ella lo hizo, pero se quedó en silencio, como una estúpida. Sabía lo que quería hacer y no se lo iba a permitir.

— Habla.

— ¿Qué digo? —Sonrió socarrona, con un desdén propio de un sinvergüenza que sabía que era lo que quería y te haría tener que trabajar duro para hacerlo salir de su boca.

— Sabes lo que haré si no hablas.

— ¿Qué? ¿Decirla a Karter que nuestros padres son otros? Mira como tiemblo. —El sarcasmo salió de sus palabras como la hiel, pero yo sonreí a mis adentros.

— Eso no es nada, tal vez me invente algunas cuantas cosas de ti... —Sus ojos se alzaron de golpe a los míos, mirándome entre las pestañas—. Decir cosas como que te acuestas con los maestros para obtener las calificaciones que tienes, o quizás otras cosas. No sé, puedo ser muy «creativo» si quiero.

Ella lo meditó por unos segundos y apretó sus labios.

— Haz lo que quieras.

Me acerqué unos cuantos pasos a ella soltando una risa entretenida ante su reacción.

— En serio no creo que quieras probarme Kylee, sabes hasta dónde puedo llegar si lo quiero. Sabes que por eso fue por lo que nuestra relación fue la más explosiva y adictiva de todas, porque si lo queríamos, nos teníamos en cualquier momento.

Su respiración se empezó agitar y tras un momento mirándome en silencio, decidió acomodarse y cortar el contacto visual conmigo para ver a la cámara otra vez. Llevé mi mano hasta su mandíbula y la sostuve con firmeza por encima de la suavidad.

Bravissima ragazza.

La solté cuando dejó salir un suspiro antes de empezar y me alejé.

— Ya saben quién soy, creo...—Empezó ella dándome una rápida mirada—. Pero para los que no, soy Kylee Sorní. Otros me llaman Cooke. Hago este video con el único objetivo de decir toda la verdad sobre mi persona, pero no la que ustedes en realidad conocen, sino la que soy. A cortesía de mí—sonríe con la sorna ante lo que parecía que diría—, para empezar. Mis padres no son Soledad Gonzales y Matías Sorní, mi madre es una mujer con problemas psicológicos que se escapó de su cadena perpetua el día que nos dio a luz a mi hermano y a mí. Lo segundo es que, sí, fui la asesina de mi propio «abuelo». —Levantó sus dedos e hizo las comillas— Si es que así se le puede llamar a ese imbécil, tras un mes de abusos y violaciones que me hicieron tener los problemas que tengo ahora.

Se detuvo unos segundos antes de seguir y apretó los labios como si considerara el decirlo o no, pero al final lo dejó salir.

— También fui causante de la muerte de dos viejos recuerdos que hasta ahora está muy vivos en sus memorias. Sus nombres son Ernesto Cassone y Mara Sayler, ¿los recuerdan? —Sonríe aún más—, son los hermanos de Alessandro Cassone y Maxwell Sayler. Ah, pero no se preocupen, ni los tuve tocar, simplemente engañar a mentes más débiles que la mía para que lo hicieran por mí. —Otra mirada más hacia mí, ni siquiera me había dado cuenta de cuando mi mano se hizo puño por su confesión—. Se preguntarán por qué lo hice, es muy sencillo. Me estorbaban. Eran inútiles. Me daban asco. Les hice un favor con sacarlos de la ecuación, así que... ¡Agradézcanme! No soy mala, soy peor de lo que creían.

Se detuvo unos segundos y se levantó.

— Listo, creo que es todo. —Caminó hacia mí—. ¿Feliz con las declaraciones?

— Más de los que crees—le devolví la sonrisa con sarcasmo.

Pero de repente vi sus manos acercarse a mí sin apartar sus ojos de los míos, empujándome para que caminara hacia atrás. No entendía que pasaba de repente con Kylee, mas no me disgustaba del todo lo que estaba sucediendo. Aun así, debía detenerla.

— ¿Qué crees que haces maldita lo-...?

La frase fue interrumpida por sus labios, el beso se profundizo al instante de su parte y me hicieron separarla, pero ella insistía en el contacto, uniéndose una y otra vez cada vez que la separaba. Entonces fue que llegamos al sofá y tropecé con él, haciendo que me sentara en el mismo, quedando debajo de sus piernas cuando se subió sobre mí sin pleno aviso.

Maldita sea, ¿qué estaba haciendo?



Il suo fidanzatose (Italiano): Su prometido.

Dolcezza (Italiano): Dulzura.

Bravissima ragazza (Italiano): Muy buena chica.


¡Pero Cooke! ¿Tres hombres? O-O ¡Dios mío! ¿Qué es lo que tiene planeado esta mujer? Por lo menos Alessandro tiene suficiente evidencia como para acusarla de todo lo hecho. Espero que nada malga sal... jejejejeje ewe. 

Desde ahora faltan: 11 Capítulos.

No olviden seguirme, darle me gusta/estrellita, comentar y compartir si te gusta la historia, eso me ayuda mucho y me hace tener más fuerza para seguir escribiendo. :3

¡Besitos suspensivos! Nos vemos en el próximo capítulo: «Capítulo 30. Herencia sanguinaria».

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