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Capítulo 27. La conclusión de mis hechos


Quería que el tiempo se detuviera un poco más, solo una milésima de segundo. Quería seguir con su pecho como almohada un rato más, sentir su corazón pausado darme ese ritmo tranquilizador que no había tenido en tantos días. Quería continuar en silencio, en la presencia de nuestro calor en una madrugada fría que apenas quería llegar a su fin.

Un poco más, solo un poco.

De vez en cuando la brisa entraba por una de las ventanas y nos refrescaba luego de la «amena» conversación sostenida con resultados desastrosos. Mi mente fingía no haberla tenido, tener ese autoengaño por el tiempo que fuera suficiente para que se quedara. Pero todo lo que comenzaba llegaba a su final.

El brazo tatuado de quién era ahora mi exnovio me tomó e intentó varías veces con la mínima fuerza el apartarme, era evidente que trataba de aparentar fuerte para no dar marcha atrás a su decisión a pesar de todos mis intentos. Yo me resistí por unos minutos más.

— No quiero.

— ¿Cuánto tiempo piensas retenerme de esta manera?

— Hasta que cambies de parecer. —Un suspiro agotador salió de él mientras se removía en la cama. Alcé la cabeza y pude verlo allí, con su mano zurda cubriendo sus ojos para luego arrastrarla por toda su cara.

— Me tengo que ir.

— Solo un poco más.

— Ya es muy tarde.

— No vayas a entrenar hoy.

— Esa no es una opción. —Esta vez empujó todo su cuerpo para sentarse en la cama, haciendo que me alejara y quedara frente a él en la misma posición.

— ¿Por qué tratas de alejarme más de ti? Sabes lo que siento por ti, no entiendo el porqué de la ruptura.

— No tienes que seguir fingiendo. —Movió sus piernas de mi lado para llevarlas hasta la orilla de la cama, dejando ver su completa desnudez por lo que sería por última vez—. Sabes que esto tendría que pasar tarde o temprano.

— ¿Y por qué no lo intentamos arreglar?

— Porque esto ya no tiene solución.

Tragué en seco ante sus duras palabras, solo dignándome a verlo levantarse de su posición y agacharse para tomar las prendas en el piso una por una.

— Tendría solución si pusieras de tu parte—me arrepentí al instante de lo dicho, porque de solo erguirse y mirarme sobre el hombro, supe que me había equivocado.

— ¿Por qué sigues mintiendo, Cooke? —Se dio la vuelta para enfrentarme sin importarle por un segundo el que seguía con sus partes al aire. Pero ni siquiera yo me fijaba en eso, sino en su rostro molesto y compungido—. Sigues insistiendo en algo que sabes que ya está roto. Tenemos más de dos meses sin vernos, sin hablarnos, orgullosos esperando a que le otro pida perdón de algo que sabemos quién tuvo la culpa.

— ¿Disculpa? —Ahora yo me puse de pie frunciendo el ceño—. Ya perdí perdón, tú te desapareciste, no tomabas las llamadas después de que Karter se fue a vivir contigo. Quise arreglar las cosas una y mil veces en esos meses, ¿dónde estabas tú?

— Intentando recuperar lo que me robaste desde que decidiste dejar de confiar de mí. —Se agachó para poner el pantalón y entrar sus piernas una por una, subiéndolo hasta sus caderas—. Creía que yo había hecho algo mal en algún punto de la relación, que había cambiado para que tú decidieras callarte todo lo que quisiste, ¿y sabes lo que vi? Lo mismo que pensé, que mi novia no confiaba en mi por su propia decisión, que se calló todo solo porque-

— ¡Porque tengo derecho! —Le interrumpí con el grito—. ¿O qué? ¿Por qué seas mi novio debes saber todo de mí? También tengo derecho de tener mi privacidad, ¡Mi vida!

— ¡Se supone que somos un equipo, ¿no?! Se supone que nos preparamos para una vida unidos, ¿qué te hace pensar que estaré contigo al cien por ciento si me escondes cosas?

— ¿Y harás como si tú no lo haces? —Me crucé de brazos.

— No lo hago—ahora su semblante se entristeció frente a la tenue luz de la luna que se colaba por la ventana—. Nunca lo hice.

Una largo silencio se atravesó entre ambos y tras un par de minutos él siguió vistiéndose al cerrar su cremallera, continuando con su camiseta y luego tomando la chaqueta con la que había llegado para tenerla en mano.

— No sé si seguirás hablándome luego de esto. —Sus ojos azules se clavaron en los míos y, después de tanto tiempo, me debilitaron al entender que sus palabras ya eran de despedida—. De mi parte siempre tendrás un lugar en mi corazón y quedarás ahí como la gran persona que eres. —Negó levemente la cabeza soltando el aire—. Pero por lo demás, ya no puedo seguir sacrificándome por algo que ya está irremediablemente roto.

Algo dentro de mí pareció quejarse y temblar ante la frialdad tanto de sus palabras como de su mirada. Sabía que las estaba endureciendo para no dejarse llevar como lo había hecho antes, sabía a la perfección que quería hacer esa coraza para estar fuerte cuando yo quisiera hacerle otro tipo de chantaje para que se quedara.

Sin embargo, ya no podía... Estaba cansada, y no me había dado cuenta hasta ahora. Primero era la presencia de dos enemigos potenciales en la universidad como lo era Alessandro y Maxwell, luego estaba mi separación prácticamente definitiva de mi mellizo por el embarazo de Amaya y ahora, esto.

— ¿Kylee? —Su voz me trajo de nuevo a la realidad, en algún punto me perdí en el sufrimiento de mis pensamientos.

— Lohan, por favor. —Ese tipo de súplica, ¿acaso sí me dolía su partida? ¿en realidad me dolía que se fuera o estaba fingiendo tan bien que me creía mi propia actuación?

«Ese es el problema de un mentiroso, Kylee. Te acostumbras tanto a las mentiras que las haces tu realidad, y pierdes el sentido, el norte, pierdes lo que eres con cada una de ellas».

Mi voz interna tiene razón. Había mentido tanto que, en algún punto de mi vida no sabía ni quien era. Ni siquiera lo estaba reteniendo de manera física como había dicho ante, no lo estaba sosteniendo, solo le estaba suplicando que se quedara, con una voz lastimera y patética en búsqueda de compasión de su parte. Algo que sabía que no pasaría porque, tratándose de Lohan, era igual de cerrado que yo en una idea. Y si había decidido que era lo mejor, nada lo haría cambiar de idea.

— Hasta pronto, Cooke.

Bien, esa había sido la despedida de la relación más duradera, dulce y real que pude tener. ¿Me dolía? Sí, se podría decir que sí. ¿En realidad lo sentía? No estaba segura. ¿Lo amaba? Quizá. ¿Lo lastimé? Eso era seguro. De nuevo era la mala de la ecuación y no sabía cómo sentirme con eso.

«Y ahora, ¿qué vamos a hacer?» —Me pregunté.

«No lo sé». —Me respondió mi mente—. «Solo nos queda esperar que el karma no nos pegue tan fuerte. Todos mis pecados vuelven uno por uno, y sé que todos los tendré que pagar...»

«...Con creces».

Lohan era es un hombre maduro, que sabe lo quiere y retenerlo con amor, pero así como hizo él, a veces debemos querernos más a nosotros por nuestra propia salud mental y tranquilidad para no estancarnos en una situación dolorosa. Cooke se equivocó, y dolió. Debemos de aprender de este tipo de errores, callarnos los sentimientos es el primer error de una relación y el más fatal de todos.

Desde ahora faltan: 13 Capítulos.

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¡Besitos suspensivos! Nos vemos en el próximo capítulo: «Capítulo 28. Manzana podrida».

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