Capítulo 22. Una cita de villanos
Martes veintisiete de abril, ocho y treinta minutos de la noche.
En mi habitación, sumergida entre un montón de libros de anatomía y química tras tareas pesadas que me llevaban al borde de la desesperación al no encontrar absolutamente nada de la investigación.
Mi celular sonó encima de la cama y lo miré desde la mesa. Detuve lo que estaba haciendo y caminé hasta él para ver el número de teléfono, era Lohan. Tenía más de un mes sin hablar con él, solo por orgullo, y me imaginaba que a él le pasaba lo mismo, ¿acaso se había arrepentido? ¿O ahora quería cortar rotundamente conmigo? No lo sabría si no tomaba la llamada.
— ¿Sí? —Hablé al auricular cuando lo tuve al oído.
— ¿Podemos hablar?
— Es lo que hacemos—bromeé con una leve risa, pero él no hizo lo mismo.
— Iré a tu casa, espérame despierta.
Entendí que lo haría de madrugada por lo último, así que solo emití un sonido de afirmación y él cerró la llamada al instante. Suspiré tras separar el teléfono y dejarlo en el lugar. Iba a volver a lo que estaba, pero de alguna manera, me detuve y me senté en la orilla de la cama.
Algo dentro de mí se rompió al imaginar lo que sea que fuera a decir Lohan. Era cierto que teníamos mucho tiempo sin hablar por culpa de una pelea y nuestro orgullo, pero eso no significaba que no dejara de pensar en él, en cómo estaría, en cómo se sentía. Mas, mi paranoia con Maxwell y Alessandro no ayudaba a mi relación que hasta su llegada era sana, mis medicamentos me hacían mella y la universidad me exigía cada vez más. Era cierto, nada de eso no era excusa para querer hablar con él. Pero en nuestra última conversación me hizo entender que él quería su espacio, ¿y quién era yo para arrebatarle aquello?
Suspiré de nuevo, ¿qué estaba haciendo con mi vida? ¿En qué momento me convertí en un desastre andante?
Entre unos minutos de pensamientos y reflexión sobre mi persona, tocaron la puerta. Levanté la mirada hacia esta y fruncí el ceño al no imaginarme quién podría ser, ¿acaso Lohan no vendría de madrugada? Levanté mi celular de nuevo y apenas habían pasado diez minutos desde la llamada. Otra vez tocaron la puerta, con más insistencia.
Me puse de pie con intranquilidad y acercarme a la madera para tomar la perilla, la giré con lentitud esperando que fuera Conley a pesar de la hora, porque no me venía nadie más a la cabeza. Hasta que abrí la entrada y su cara se reflejó en toda mi pupila.
Su maldita sonrisa.
Y las cosas no me salieron como esperaba, porque su respuesta fue inmediata. Como si esperara que hiciera aquel movimiento errático de cerrar la puerta para detenerme y entrar, anteponiéndose con su presencia, como en los viejos tiempos.
— Maxwell.
— Kylee. —Respondió cortante a pesar de su brillante gesto de arrogancia en su cara.
— ¿Qué quieres?
— ¿No puedo visitarte?
— ¿Cuándo lo has hecho que yo no termine perjudicada?
— Es posible que esta vez sea la excepción.—Cerró la puerta tras de sí y caminó hacia mí. Pero yo no me moví, me crucé de brazos con el ceño fruncido aun y él se detuvo justo al frente, a pocos centímetros de mí.
— Siempre eres la excepción en todo, Maxwell, si no te conociera-
— Si me conocieras—me interrumpió—, sabrías por qué estoy aquí en realidad.
Lo medité por unos segundos bajo su atenta mirada y consideré el hecho de que él sabía lo de Allyson y, posiblemente, también lo del hermano de Alessandro.
— ¿Venganza?
Él alzó una ceja sin apartar su sonrisa, yo le imité y el castaño soltó una suave risa de saber que había acertado, pero no me lo dejaría ver tan fácil.
— ¿No hay algo más que no sea rivalidad y venganza entre nosotros, Cooke?
— Entre nosotros solo habrá problemas, Maxwell. Nunca nada más.
— Eso no es lo que pasó tres años atrás.
Ladeé mi cabeza con cierta confusión, a pesar de saber a lo que se refería, ahora sería yo la que escondería el hecho de que había acertado.
— ¿Estás nostálgico?
— Cada vez que te veo me invade la nostalgia.
«Cada vez que te veo me dan ganas de...». No tuve que concluir el pensamiento, porque sabía cómo terminaría.
— ¿Eso significa que la pasamos bien?
— Más que bien, y lo sabes.
Se acercó un paso más cruzándose ahora él de brazos y concluyendo al punto de que los dos estábamos prácticamente imitando al otro. Posición recta con los brazos cruzados por encima del pecho, atentos a la mirada del otro.
— ¿Qué es lo que exactamente viniste a buscar aquí Maxwell?
— ¿No es obvio? —Otra vez su arrogancia oculta en esa voz aterciopelada—. Lo dijiste antes.
— ¿Venganza?
El movió la cabeza de un lado a otro como meditando la palabra.
— ¿Por qué no la cambiamos por una mejor?
— ¿Cuál sería mejor palabra para describir lo que haces aquí, asesino? ¿Matar?
De repente deshizo el nudo en sus brazos para acerca su diestra a mi mandíbula y acariciar hasta poder tomar mi nuca, su dedo pulgar acarició mi mejilla y me tensó.
— Creo que ya entendiste cuál era la palabra que estaba buscando.
Su pulgar viajó a la comisura de mis labios cuando mi sonrisa se ensanchó al entender su indirecta.
— Sabía que eras malo al nivel de asesinar, pero nunca lo creí al punto de traicionar un amigo.
— Cuando considere a Lohan un amigo, entonces lo pensaré.
— Nunca hablé de Lohan—me mordí un poco el labio cuando se interpuso más sobre mí y me hizo retroceder.
— ¿Acaso aun consideras a Alessandro algo tuyo?
— Eso no es algo que deberías preguntarme a mí.
Su agarre se hizo más fuerte.
— Algún día podré callar tu veneno, Cooke. Mi venganza será como un trofeo.
— ¿No dijiste que cambiáramos la palabra venganza por algo más?
— Nunca dije como te quería callar.
— ¿Cómo debo tomar eso? ¿Una proposición o una amenaza?
— No lo sé, ¿qué te excita más?
Luego de esas palabras, no le respondí. O, mejor dicho, no lo pude hacer, porque se abalanzó a mí con tal hambre que, por más que mi cerebro quisiera huir, mi cuerpo se quedó al recordar esas malditas sensaciones que en silencio había extrañado a pesar de ya estar con alguien. Por que de los tipos de amores que existen, este era uno tóxico, pero adictivo. Dañino, pero atractivo. Peligroso, pero necesario. Al menos para nosotros.
Y eso lo supe en el momento en el que me tomó la cintura para atraerme a él y tuve ese indefinido apetito de quemarlo todo al dejarme llevar. Pero no podía sucumbir, no podía simplemente entregarme a las primeras caricias que me diera el enemigo. Me las ingenié para apartarlo de mí y recuperar lo que sea que había perdido en ese beso.
— Lo que sea que estés planeando Maxwell, será mejor que lo olvides, porque no voy a caer tan fácil.
Él pasó su pulgar por sus labios con la misma respiración agitada que yo, dando esa sonrisa de victoria por encima de la situación.
— Claro. No se le puede mentir a un mentiroso, ¿verdad?
— Tú sabes más que yo de eso.
— Kylee—me llamó—, hay dos cosas de la que no podremos escapar. Una de ellas es de tener este tipo de situaciones. Y la otra es de destruirnos en algún punto de la historia.
Por fin había dicho algo inteligente en todo el tiempo que tenía conociéndolo. Él se acercó de nuevo a mí con intenciones de seguir, aunque lo aparté, él decidió tomarme de la mano para detenerme.
— Entonces, ¿por qué en vez de evitar el campo minado, no explotamos juntos?
Y aquí es donde les pregunto, ¿qué harían ustedes?
¡Ay Dios mío! ¡Ay Dios mío! ¡Ay Dios mío! Me quema, me queman, nos queman XD Me encanta la química de Maxwell y Cooke, surge por sí solita y sin mucho esfuerzo. Ya sé que dije antes que Lohan y Cooke hacen una linda pareja, pero esta pareja es dinamita pura.
¿Ustedes a cuál equipo se irían? ¿#TeamLohan o #Team Maxwell? O quizá, ¿#TeamAlessandro?
Los estaré leyendo. :3
Otra cosa que les quería decir es que comenzaré desde ahora el conteo regresivo hacia el capítulo final o epílogo. Desde ahora faltan: 18 Capítulos.
No olviden seguirme, darle me gusta/estrellita, comentar y compartir si te gusta la historia, eso me ayuda mucho y me hace tener más fuerza para seguir escribiendo. :3
¡Besitos suspensivos! Nos vemos en el próximo capítulo: «Capítulo 23. La mala idea de seguir».
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