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Capítulo 19. Plan en marcha


Miércoles trece de abril, cuatro y treinta dos de la mañana.

Ese día comencé a trotar. Estaba perdiendo la forma ya que tenía mucho tiempo lejos del atletismo para remplazarlo con el gimnasio, pero nunca sería lo mismo hacer pesas que tomar una ruta y obtener resistencia con las costumbres.

Ha pasado más de dos meses desde mi llegada a la universidad. Podría decir que mi «adaptación» al nuevo sistema universitario había sido más satisfactorio de lo que esperaba. Debía admitir que Efren se había convertido en un lugar mucho más seguro que antes, un lugar en el que podría dormir en el césped en la noche sin miedo de que alguien te volara la cabeza como lo era en la rectoría de mi padre.

Y hablando del rey de Roma.

Mi celular sonó en mi brazo mientras trotaba por las calles oscuras y desiertas de Efren. Activé la repuesta por los audífonos ubicados en mis oídos sin dejar de ejercitarme por la ruta.

— Habla Sayler.

— Maxwell. —Era la voz de papá, me pareció extraño el escucharlo a esa hora hasta que recordé que estaba en otro país.

— Sí.

— Creo que tengo algo de la chica.

— ¿Con algo te refieres a...?

— Información.

— Te escucho—suspiré al detenerme en la acera y mover los brazos mientras intentaba controlar mi respiración.

— Pude encontrar a su antiguo psicólogo.

— ¡Bien! —Grité con emoción, pero me repuse al poner mis manos en la cintura y detenerme por completo—. ¿Y qué te-...?

— Está muerto—me cortó—. Murió el año pasado.

«Maldita sea». Pensé y tensé mi mandíbula.

— Pero su hija me pudo dar detalles interesantes.

— ¿Su hija?

— La del psicólogo.

Entrecerré los ojos con cierta sospecha en sus palabras, ¿acaso...?

— Papá, ¿qué le hiciste?

— Son parte del oficio Maxwell, lo sabes.

— Coger a una chica que, asumo, es mucho más joven que yo, no es parte del oficio Tyler.

— ¿Quieres la información o no?

Suspiré con pesadez.

— De acuerdo, habla Sayler.

— Gracias, Sayler—soltó con ironía—. La chica recuerda muy bien a Kylee. Dice ser una problemática desde que llegó por primera vez al consultorio, al parecer hizo cosas muy turbias para su edad.

— ¿Turbias como asesinar?

— Como asesinar, manipular y extorsionar.

Solté una suave risa, ahí sobresalió mi sonrisa favorita entre la oscuridad de la madrugada, la de satisfacción al tener lo que quiero.

— Esa es buena información, ¿no se supone que los psicólogos guardan los secretos de sus clientes?

— Son doctores, no sacerdotes.

— Buen punto—asentí en el aire antes de respirar profundo y volver a retomar el rumbo de trotar de vuelta a la universidad—, ¿algo más que debas decirme?

— La chica tiene más problemas que tu madre.

— Es seguro que eso las hizo acercarse y conocerse más de lo que pensamos.

— Siendo sincero, recuerdo a la chica. No la recuerdo siendo tan sanguinaria como lo es ahora. Si estaba lo de su abuelo y lo del otro chico, pero nunca creí que llegara a grandes ligas.

— ¿Crees que la muerte de Mara sea relacionada con la conexión que tiene con mamá?

— Creo eso y más. —Hubo un largo silencio en los auriculares que me hizo creer que había cortado de repente, pero volvieron sus palabras a los mismos—. ¿Qué piensas hacer?

— Quiero acercarme a ella de alguna manera.

— No será tan fácil considerando su historial.

— Lo sé, tengo que pensar aun ese detalle.

— Si tienes algo me lo informas.

No esperó más para colgar. No, no se despidió y tampoco es como me si me importara mucho. Sin embargo, yo me enfoqué en acelerar más el paso para ya terminar con la ruta con la que había empezado ese mismo día. Debía encontrar el modo lo más pronto posible de acercarme y debilitar más a Kylee de lo que ya creía que estaba.

Y como obra del destino, justo cuando la intersección se asomaba en mi campo visual, una figura corrió hasta llegar a la calle para doblar la esquina y quedar a unos treinta metros de mí. Lo reconocí al instante a pesar del gorro del abrigo que llevaba en su cabeza.

Era Lohan.

Al parecer había decidido tener una vida saludable a pesar de que tres años atrás se negaba hacer más allá que solo practicar futbol en la universidad. Y esa decisión había sido mi bendición justo en ese momento.

No perdería la oportunidad de tener a Lohan a solas para dar otro escalón en mi idea, así que aceleré aún más el paso con intenciones de acercarme al encapuchado de adelante. Aumenté el esfuerzo, haciendo que mis pulmones exigieran más respiración y agotándome más en el proceso al estar ciertamente descuidado en mi condición física en resistencia. Sin embargo, luego tomaría en cuenta eso, ahora estaba pendiente a algo más importante.

Cuando estuve lo suficientemente cerca, casi al llegar a la universidad, estiré mi mano para tocar su hombro y Lohan se vio perturbado, haciendo que su mirada se lanzara hacia atrás a su vez de que se quitaba la capa de su cabeza. Y cuando se percató de mi persona, hizo un gesto de incomodidad que le hizo intentar acelerar el paso. Pero no me rendí, corrí con más fuerza hasta estar a su lado y regularme a su paso, mientras más él avanzaba, más yo le anivelaba.

— Tenemos que hablar—comencé con el corazón en la boca, intentando que la respiración no me entrecortara del todo.

— No tengo nada que hablar contigo, Sayler.

— ¿En serio? —Solté una risa opacada por los resoplidos—. ¿Así tratas a quien una vez fue tu cuñado?

— Exacto, lo fuiste. No tengo nada más que hablar contigo Sayler.

— Claro que tenemos que hablar—posé con fuerza mi mano en su hombro otra vez, pero ahora forzándolo a detenerse. Por suerte me hizo caso a pesar de su cara de pocos amigos, sus ojos parecían soltar fuego al mirarme—. Y sabes de quien es.

— ¿Qué me dirás? Tú la secuestraste, ahora no vengas a inventar estupideces.

— Escucha, Cooke no es lo que parece.

Una sonrisa fugaz llena de sarcasmo se dibujó en su rostro y negó con su cabeza mientras su lengua se movió en su mejilla.

— Has caído bajo Maxwell—intentó retomar su rumbo, pero le detuve.

— No te estoy mintiendo Lohan, hablo enserio. Kylee es una maldita rata.

— Cuida tu maldita boca si no quieres que te la saca de lugar Sayler. —Apretó su mandíbula y me señaló con el índice de golpe. Esa mirada de depredador a punto de matarme me dio entender que había dicho algo muy bajo y pésimo para hacerlo caer. Así que decidí empezar desde el principio.

— ¡Ey! Tranquilo, lo siento. No debí decir eso. Creo que me expresé mal.

— Tienes un minuto para largarte.

— Es suficiente tiempo para hacerte entender querido amigo—por tercera vez dejé caer mi mano en su hombro y esta vez él la miró antes de retirarla con mala cara—. Sé que no es algo que no te agradaría escuchar de tu novia Lohan. Pero tú más que nadie sabes que todos escondemos algo. Cosas que pueden herir al otro.

— ¿A qué quieres llegar Maxwell?

— ¿Acaso crees que Cooke te ha dicho todo de ella? ¿Crees en serio que ella dirá todo lo que es?

Un atisbo de duda se vio en sus ojos e hicieron entender que ahora si iba por buen camino.

— Lohan—relamí mis labios y llevé mis manos a mis caderas para mostrar mi sonrisa confiada—, ¿acaso Cooke por lo menos te dijo que estuvo conmigo antes que contigo?

Sí, incluso yo sentí su mirada. Le había dolido mis palabras y sabía que debía estar preparado para recibir cualquier golpe en la cara o en un lugar bajo. Sin embargo, eso no pasó. Aparentemente se vio afectado de mis palabras.

— ¿Cuándo...? —Suspiró pesadamente agachando la cabeza y luego acentuando su mirada para clavarla en mí—¿Qué... ustedes?

— ¿Por qué crees que ella no te lo dijo? ¿Acaso tiene que ver con su nivel de confianza? ¿Con que Cooke es un abismo lleno de secretos? ¿O porque tú no eres suficiente para ella?

Sus manos y mandíbulas se apretaron.

— No quiero pelear contigo—negué con la cabeza por cortos segundos—, solo quiero que entiendas que ella te está usando, te manipula.

— ¿Y qué? ¿Acaso tú no lo hiciste tres años atrás?

— Sí—admití—, lo hice. Pero ni siquiera yo estoy parejo al genio de ella.

— Eso díselo a todas las personas que asesinaste en El Haro.

Esta vez sí se fue, y no lo detuve. No le tuve que tocar porque solo con una pregunta fue suficiente para que no se alejara un paso más.

— ¿Sabes por qué Alessandro está aquí?

Sus celos parecieron retenerlo en su lugar y hacerlo voltearse lentamente. Ya lo tenía donde quería. El plan sigue en marcha.

Nunca insistes a un manipulador, él siempre sabrá como poner las cosas a su favor, un ejemplo de eso es este capítulo, en el que evidentemente Maxwell se la ha lucido con el pobre Lohan. No sabemos como acabaremos con esto, pero solo le advierto de que llamen a sus doctores y manténgalos preparados para lo que sea. XD 

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¡Besitos suspensivos! Nos vemos en el próximo capítulo: «Capítulo 20. ¿Quién mató a quién?».

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