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Capítulo 14. Enfrascada en el miedo


Qué tanta suerte debes tener para que, cuando bajas de tu habitación por que tu hermano y su novia necesitan espacio, tú te encuentres con tu ex. Demasiada, supongo.

Yo lo ignoré y fui a paso rápido hacia otro lugar. Mi idea era sentarme en los bancos junto a las flores a esperar a que la pareja terminara su charla, pero ahora eso se había transformado a un: Donde sea mientras sea lejos de Alessandro. Sin embargo, mi plan se vio tronchado cuando fui tomada del brazo y me dieron la vuelta para encontrarme de frente a aquel pelinegro tatuado de ojos grises que me miraba con una sonrisa de lado, como si obtuviera lo que estaba buscando desde hace tiempo.

— ¿Qué tal todo, bugiarda?

— ¿Cómo me dijiste? —Fruncí el ceño, arrebatando mi brazo de su agarre.

— Lo que eres, ¿O qué? ¿Ya no te gusta que te digan la verdad de frente como antes? Espera... ¿Qué tienes en el ojo?

— No tengo tiempo para tus estupideces, siempre me jodes.

— ¿Que siempre te jodo? —Soltó con una risa irónica—. Lo dice la que me hizo hacer algo por lo que tuve que pagar muy caro.

— Yo no hice nada, tú lo hiciste porque así lo quisiste.

— Mi hermano te amaba con todo su ser.

— Y al parecer tú también—le sonreí para luego volver a tener mi cara de mala gana—. Yo nunca dije que lo mataras, solo te dije la verdad.

— Me manipulaste. Me envolviste en tu juego, eso es lo que hiciste Cooke. Te aprovechaste de nuestra cercanía y confusión.

— ¿En serio? ¿Entonces por qué no lo dijiste cuando te pusiste encima de mí todas las veces que quisiste cuando aún andaba con tu hermano? ¿Por qué eso no lo traes al presente?

Me intenté alejar de nuevo de él, pero él me persiguió y volvió a voltearme para tomarme de los brazos.

— Escúchame, Cooke, y hazlo bien. No te saldrás con la tuya, y lo sabes bien. Algún día tendrás lo que te mereces.

— ¿Y según tú qué me merezco? ¿Estar en prisión por algo que no hice? —Pregunté entre dientes y él endureció la mirada—. ¿Eso es lo que quieres? De ser así, ¿cuánto me darían? ¿Dos o tres meses por ser tu cómplice? ¿Cuánto te dieron a ti?

— Eso no te incumbe.

— No—sonreí—, no me incumbe. Porque sé que no fuiste ni un día a la cárcel por el dinero de tu papi, ¿o me equivoco? —Él miró a otro lado apretando la mandíbula y luego pasando su mano por su cara—. ¿Qué? ¿Tampoco te gusta que te digan la verdad de frente como antes?

Él me soltó con cierta fuerza y evidente molestia. Miré por sobre el hombro de mi ex por unos segundos y pude ver como mi hermano salía de repente del recinto, no sabía que le pasaba, pero parecía estar consciente de a dónde iría. Eso significaba que Amaya estaba sola arriba, podía subir sin problemas y alejarme del desastre que tenía al frente.

No me despedí y ni siquiera lo pensé hacer, caminé a su lado con presura y llegué hasta el recinto en donde se encontraba mi habitación. Empecé a subir las escaleras con rumbo al cuarto piso y, llegando al segundo, empecé escuchar pisadas apresuradas tras de mí. No supe quién era hasta que por tercera vez me dieron la vuelta, justo llegando a las últimas escaleras. Y sí, era otra vez Alessandro, con su mismo rostro lleno de molestia y rencor por cosas del ayer, comenzaba a considerar que en realidad me quería pelear por lo de su hermano o si quería algo más. No lo sé, pero lo que sí sabía era que lo quería lejos de mí lo antes posible.

Pataleé y me removí de un lado a otro con intenciones de que me soltara, más él no cedía. Al punto de tener que prácticamente arrojarme hacia la pared que estaba a pocos pasos de los escalones por el siguiente piso. Acorralándome las posibles salidas hacia los lados.

Cuando conocí a Alessandro era todo un flaco pálido que no daba ninguna pinta de hacer daño o de tener las perforaciones o tintes que ahora llevaban su piel. Incluso era unos centímetros más pequeños que yo hasta que fuimos novios, que era el momento en el que me alcanzó y sobrepasó en estatura. Pero ahora... Ahora me llevaba por lo menos una cabeza, tuvo que inclinarse sobre mí para verle la cara. Su cercanía me perturbó al instante, si llegaba alguien y nos veía de tal manera me haría tener un grave problema, más si alguien llegaba a contárselo a Lohan.

— Alessandro, no tengo tiempo para tus absurdas acusaciones. Lárgate. Déjame en paz.

— No estás de suerte.—Refirió él, imponiéndose por encima de mi figura—. Porque tú me la quitaste, y es lo que pienso hacerte. Te devolveré el favor.

— Por milésima vez pedazo de inútil, no tengo que ver con esto. Tú lo hiciste solo, tú lo mataste.

— Sabes bien que tú lo hiciste, como lo hiciste con tu abuelo.

— Eso fue por defensa propia, te lo dije una y mil veces.

— No lo recuerdas, ¿verdad? —Le miré de golpe al no entender a lo que se refería, ese brillo en sus ojos siempre aparecía cuando estaba a punto de joderme—. ¿Tengo que refrescarte la memoria? No recuerdas la muerte ni de Maximiliano ni de mi hermano, ¿cómo puedes estar tan segura de matar a alguien por defensa cuando ni lo recuerdas?

— Sí lo hago—mentí.

— ¿Estás segura de que lo que recuerdas no es la mentira de tu subconsciente por tu trastorno, la mia bella ragazza? —Su dedo llegó a mi mejilla y acarició con atención, yo aparté el rostro ante el gesto.

— Cállate Aless. Ya te dije que sí lo recuerdo, lo recuerdo todo a la perfección. En terapia-...

— Oh, sí. «La terapia». —Susurró él con diversión mientras apartaba sus manos de la pared para enderezarse—. La misma que pagué por un gran tiempo, pero que fue en vano. Porque ahora te veo peor. Pazza.

— No estoy loca.

— Mh. Ya veo, te acuerdas de algunas palabras. Ojalá fuese otras las que recordaras.

Él se acercó de nuevo a mi rostro y yo al instante me aparté de él, justo por la inercia de la presión. Aun así, él me sostuvo de la muñeca antes de que yo hiciera un movimiento más lejos y llevó sus labios hasta que hizo contacto con la comisura de los míos. Fue más un gesto que un beso en realidad, pero fue suficiente para alejarme de él con todas las fuerzas posibles.

— Guárdalo muy dentro de ti, la mia pazza. Nunca sabrás si será el último.—Se dio la vuelta llevando su mano y caminando hacia la escalera de bajada—. O el primero.

Y se alejó, de la manera más tranquila posible. Pasé mi mano por el mismo lugar que había besado aquel español de descendencia italiana que tanto rencor me tenía y ahora me besaba como si nada. Eso me confirmaba de alguna manera el hecho de que no solo buscaba la venganza en su totalidad, y me daba indicios para estar más alerta que antes.

Por suerte, nadie había pasado en el trascurso de la discusión, eso me dio algo de alivio antes de...

Una puerta se cerró. Exactamente en el momento en el que había pisado el primer escalón mi vista ascendió al darme cuenta de que el sonido provino del mismo cuarto piso, donde estaba mi habitación. Tragué en seco. Sea lo que sea, esperaba que no haya escuchado nada de la conversación.

Bugiarda (Italiano): Mentirosa.

La mia bella ragazza (Italiano): Mi chica hermosa.

Pazza (Italiano): Loca.

La mia pazza (Italiano): Mi loca.

Alessandro entra al chat del desmadre y será el que lo empeorará. Esto se saldrá de control. Ahora serían tres presuntos pretendientes para Cooke, ¿con quién se quedará la niña? Véalo en el próximo capítulo de: «La que no podía amar». OKNO, era jugando. XD

Nunca olviden el darle estrellita/me gusta si les gusta la historia, comentar las partes que más les gusta si quieres y compartir con sus amigos si les parece buena la historia hasta para hacer chisme, si quieren hasta yo les ayudo encendiendo la llamita del chisme :3

¡Besitos suspensivos! Nos vemos en el próximo capítulo: «Capítulo 15. Detrás del anzuelo».

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