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Capítulo 13. Chocolate amargo a fuego lento


Seguía pasando el tiempo. Ahora Cooke y Amaya se encontraban sentadas en la mesa con la última llorando desconsolada sin decir ni una palabra, a pesar de que mi melliza y yo le preguntábamos. Algunas veces se calmaba, pero volvía retomar el rumbo de las lágrimas sin cesar.

Me cansé de esperar y sentir el remordimiento matarme sin tener algún porqué. Quería saber lo que había hecho para que mi hermana recibiera tal golpe en el ojo y yo con su bolso. Se suponía que la bienvenida de mi novia sería al siguiente día y de una manera más amena, divertida y llena de dulzura. Sin embargo, recibí todo lo contrario. Yo permanecí parado frente a la escena. Cooke me miraba de vez en cuando con una cara de reproche cuando escuchaba los hipidos de mi novia, como si dijera: «¿Qué le hiciste gilipollas?» ¡Y yo qué sé hermana! ¡Yo también quisiera saber!

— Cooke. —Por fin la voz de Amaya salió a relucir entre los suspiros de llanto—. Perdón por llegar así tan... tan de repente. Mi vuelo era para mañana, pero no me pude aguantar.

— ¿Pasó algo mal-...?

— Me gustaría que me dejaras a solas con Karter, si no es mucha molestia.

La interrupción abrupta a la pregunta de mi hermana la hizo fruncir el ceño. Ella solo asintió y me dio una última mirada sin entender lo que sucedía, pero no cuestionó más. Tomó su celular de encima de la mesa y salió de la habitación para dejarnos solos, como la misma Amaya había pedido.

— Karter. —Ahora su voz, liviana a pesar de la aspereza que había conseguido con la tristeza, me llamó. No tuvo que hablar más para que yo me sentara en el mismo lugar en el que estaba mi hermana.

Allí la vi con más detalle. Mi hermosa novia, que tanto había relucido en el último año en usar maquillaje que resaltaba su belleza natural, lo tenía ahora todo derramado en sus mejillas. Pero esto parecía importarle de poco, su mirada permanecía en sus manos frente a ella, como si meditara en empezar un tema que no quería tocar. Y ante el silencio, yo coloqué mi diestra sobre las manos de ella, haciendo que la misma volviera a la realidad y parpadeara varias veces con sus azulejos aun cristalizados.

— ¿Qué pasa? —Cuestioné. Y su mirada amenazó con romper en llanto de nuevo, mas no lo hizo. Se detuvo al respirar profundo y responder en un tono bajo—:

— No sé cómo decirlo.

Fruncí el ceño. ¿Acaso Amaya temía de lo que podía decirme? ¿O de mi reacción al escucharla? Ella seguí dándole vueltas al asunto en su mente y yo me incliné frente a ella para poder captar su mirada de nuevo.

— ¿Qué es lo que no sabes decirme? ¿Le pasó algo a tu familia?

— No. —Respondió mientras negaba—. No se trata de mi familia.

— ¿Entonces son los estudios?

— Tampoco.

Ya me estaba asustando con el suspenso que expedía ella, su mirada seguí perdida en otro lado a pesar de estar observándome.

— Me estás asustando Amaya —solté un resoplido de nervios y a mi mente llegó una idea que me perturbó al instante—. ¿Estás enferma? —Ella negó con la cabeza—. ¿Quieres... Quieres terminar conmigo?

— ¡No! —Reaccionó de repente—. ¡Santo cielo, no! No es nada de eso.

— ¿Y qué quieres que haga Amaya? ¿Qué te lea la mente? Me tienes en un suspenso que siento hasta mi sangre helarse de solo intentar imaginar lo que podrías decir. Que me golpeas y luego lloras de la nada, ¿qué pude hacer yo para que te pongas así?

— Lo siento por eso.—Fue lo único que musitó antes de volver quedarse en silencio.

— ¿Acaso eso fue lo que te hizo querer venir un día antes?

Sus ojos se abrieron de golpe y me dieron a entender que sí, ¿qué podía ser? Es que ni siquiera podía imaginar lo que fuese. A menos que...

— No, no te soy infiel Amaya.—Sus cejas se arrugaron sobre sus ojos al igual que su nariz y yo negué con la cabeza al querer seguir—. Si es por eso, no pienso ni solo un segundo en una mujer que no seas tú.

— Karter.

— No he estado cerca de otra más de lo necesario, Cooke es mi testigo.

— Karter.

— Hablo en serio Amaya, no creas que porque no estabas yo-

— ¡Karter!

Cerré mi boca de repente con su grito y ahora ella negó con su cabeza lentamente mientras soltaba una risa nerviosa dentro de lo que cabe, llevó una de sus manos su cara y la pasó por sus mejillas para retirar el resto de las lágrimas y maquillaje. Amaya no era así, ella no pasaba de estar molesta a llorar y de repente a reírse como si nada, no entendía absolutamente nada de lo que pasaba.

— Karter, solo cállate. Por el amor al cielo, solo hazlo.

Dejó caer su mano sobre la mía y la apretó con dulzura, sentí algo de temblor en ella y me hizo alternar mis ojos entre el agarre y su rostro.

— Amaya, te amo, pero créeme que estoy al borde de un ataque si te quedas callada.

Hasta ese momento, no me percataba de estar moviendo la pierna con el mismo nerviosismo de mi sistema, en un intento de querer bajar la cantidad de tensión que tenía ante la situación. Solo sabía que tenía que ser algo muy grande o malo como para tener a una mujer de la manera que estaba la morena. Pero ya se me habían acabado las ideas, no se me ocurría nada de lo que podía ser, ¡y ella continuaba en silencio!

Podía oler el humo que salía de mi cerebro al no poder más con la imaginación.

— Te ves tan divertido cuando estás asustado, Karter.

— ¿Eh?

— Eres como Cooke. Tu rostro no puede mentir, y pinta bien tus expresiones de miedo a más no poder.

— Si no puedo ocultarlas es porque me están matando Amaya—me sinceré—. Y a este punto, prefiero que me mate cualquier cosa y no tu silencio.

— Perdón cariño, pero es que en Cuba se veía más sencillo decirlo que estando aquí frente a ti.

— ¿Y piensas dejarme así?

— No, no. Te lo diré. —Tomó una bocanada de aire profunda y sus azules volvieron con concentración a mí—. Te lo diré.

— Sí —sonreí.

Unos segundos más en silencio, mirándonos uno al otro en espera de las palabras de mi novia. Pero le dejé su espacio, intenté no impacientarme de nuevo y dejarle ser.

— Karter. —Ella elevó las comisuras de sus labios y yo la imité más que antes—. Estoy embarazada.

...

La sonrisa fue borrándose poco a poco. En algún punto sentí mi estomago apretarse y la saliva secarse dentro de mi boca. Concentrándome bien, el pulso de mi corazón era muy fuerte contra mi pecho y era un zumbido en mis oídos, como si en cualquier momento me fuese a desmayar. El aire se me estaba cortando, todo estaba sucediendo muy pronto y me aturdía a pesar de seguir inmóvil frente a Amaya. A ella también se le fue quitando la sonrisa ante mi silencio y mi nueva apariencia ante la noticia.

¿Había escuchado bien? ¿Acaso voy a ser...?

¿Papá?

¡AAAAAAAAAAAAAAAH! ¡AAAAAAAAAAH! ¡VAMOS A SER TIOS! QUE EMOCIÓN :D

¿No están emocionados? ¿No? ¿En serio? ¿Ni un poquitito? ¿Están igual que Karter? Ay... Pues, yo se los advertí. De aquí todo es subida.

Si no se han molestado conmigo por esto aun pueden seguirme, quererme, amarme y darle me gusta/estrellita a la historia, comentar si les impresionó este momento tanto como a mí y compartir con sus amigos para que estén igual a ustedes. 

¡Besitos suspensivos! Nos vemos en la próxima: «Capítulo 14. Enfrascada en el miedo».


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