Capítulo 10. Desde y para Cuba. Parte 1
Era catorce de marzo, el frío se estaba alejando cada día más a la vez que se acercaba primavera. Pero la época era lo que poco me interesaba a ese momento. Era que ese quince de marzo, sí, al día siguiente, llegaría Amaya, mi novia.
Mi querida amiga y compañera desde hace dos años atrás, la misma que Cooke había insinuado innumerables veces Cooke sobre una posible química que se iba fortaleciendo con el tiempo. Cuánta razón tuvo al final mi melliza. Nuestra cercanía fue lo suficientemente fuerte como para llevarnos a las situaciones adecuadas que nos trajeron al presente. Sin embargo, Amaya estaba ahora mismo en Cuba. Se había graduado al finalizar el semestre pasado, luego de unos extenuantes meses llenos de investigación, esfuerzo y trabajo continuo en el proceso que le dio la puerta de pertenecer al grupo de graduandos de su promoción.
Ahora, ella volvería para continuar con el proceso de la beca. ¿Creías que acababa allí? Pues no. Era una promesa por parte de la universidad que aún se mantenían a través del tiempo y era que después de concluir con los estudios universitarios, seguirían las facilidades de empleo para la aplicación de todo lo aprendido en el campo.
El viaje de mi novia constaba en una visita a su familia, habían pasado los tres meses considerados para su visita, y en pocas horas era posible que estuviera en mis brazos de nuevo, justo como antes de que se marchara.
Pero ahora volviendo al presente, esa mañana había despertado de lo más tranquilo. Me duché y cambié como era debido, solo que con otros detalles en mente más allá de lo usual. Ese día se celebraría una competencia de natación con otras universidades estadounidenses, era el segundo año en el que se realizaba el mismo e hice acto presencia en el anterior, no pensaba perderme este.
El horario matutino me estaba sentando de maravilla, incluso al estirarme pude sentir como mis huesos se encajaron entre ellos de manera tan perfecta que parecía inimaginable. Todo lo contrario de mi hermana, en el momento que salía del baño tras cepillarme los dientes, ella pasó por mi lado musitando un «buenos días» con unas grandes ojeras y cara de pocos amigos. Luego salió ya vestida mientras yo me acomodaba los pantalones deportivos, ella se colocó a mi lado para sentarse en la orilla de mi cama.
— Mañana vendrá Amaya, ¿la buscarás al aeropuerto? —Cuestionó mi melliza al acomodarse en su lugar y remover un poco su cabello semioscuro con ciertas líneas blancas.
— Sí, llegará en la tarde—le susurré con tranquilidad mientras terminaba de atar mi zapato izquierdo—. Quería que me acompañaras, ¿crees que puedas?
— En la tarde tengo clases de laboratorio, lo siento.
— Vale, no importa—me enderecé para verla con algo de tristeza, en realidad sí quería ir con ella, no sabía por qué, pero sentía que no podía dejarla sola últimamente.
— ¿No quieres ir con Lohan? Mañana tiene el día libre.
— No es necesario, yo puedo buscarla solo —me incliné para sentarme en la esquina de la litera de mi hermana para tomar el calcetín que me faltaba y lo coloqué en mi pie.
De repente, Cooke se tomó del pelo con fuerza y prosiguió a llevarse ambas manos a la cabeza mientras apretaba los dientes. Al notar esta acción, dejé lo que hacía para acercarme a ella, pero en ese momento cambió la compostura y se recompuso con rapidez.
— ¿Cooke? Ey, ¿está bien?
— No pasa nada, solo es un pequeño dolor de cabeza. —Sabía que estaba mintiendo, apenas podía de pestañear con regularidad.
— ¿Te estás tomando la pastilla con regularidad?
— No he dejado de tomarla, hermano. —Siseó—. Pero no sé el por qué no siento el mismo efecto de antes.
Fruncí el ceño en su comentario, quise acercarme a ella para enfrentarla directamente. Sin embargo, se levantó de repente y se alejó unos pasos de mí.
— ¿Desde cuándo sientes eso?
— Muy poco tiempo. Alguna semana, tal vez dos, no lo sé.
— ¿No tienes que ir a una cita con el psicólogo cuando sucede eso?
— Yo... —Ella pareció meditar mis palabras unos segundos y luego solo suspiró para cruzarse de brazos—. Ya veré que hago.
Ahora yo suspiré. Sentí como si de alguna manera leí su mente, como hacíamos cada vez que el otro se sentía encerrado por una situación y se la callaba. Me acerqué a ella y su figura dio la vuelta para darme la espalda, pero no me importó al tener la oportunidad con ese movimiento de abrazarle por la espalda.
— ¿Qué es lo que te preocupa Kylee?
Ella se tensó bajo mis brazos, aun así, contestó con cierta tranquilidad no muy sincera.
— ¿Y si estoy empeorando? ¿Y si mi condición va más allá de unas simples pastillas?
— No, no. No pienses eso —apreté el agarre y ella se hundió en el mismo con cierta torpeza—. Seguro es que haya que cambiar el tratamiento, quizá tu cerebro se acostumbró a sus efectos y por eso no funcione. No sé mucho de esto, pero creo que puede ser eso.
Mi melliza volvió a pensar por un lapso corto en el silencio que había quedado cuando dejé de hablar.
— ¿Qué es lo que realmente te preocupa hermanita?
— ¿Y si voy a parar a un hospital psiquiátrico?
— No Cooke, ¿por qué pasaría eso?
— Si empeoro en mi condición, pronto seré una carga.
— Jamás serás una carga para mí Cooke, no lo eres y nunca lo serás —me separé y tomé su brazo para darle la vuelta, su semblante era serio, sin una pizca de tristeza como la reflejaban sus palabras. No sé por qué mi cerebro gritó que me mentía en su miedo, pero al notar que sus cejas se fruncieron cuando sus ojos captaron los míos, fue suficiente para descartar esa idea—. No puedo prometerte estar contigo a cada segundo, pero sí cuando lo necesites. Te prometo que nunca te dejaré sola de nuevo, Cooke.
Una sonrisa fugaz pasó por sus labios e intentó contenerla. Y aunque lo intentó por unos segundos, terminó por mostrarla por completo para contagiarme de la misma manera.
— Mi hermano es todo un hombre.
— ¿Qué? ¿Creías que era mujer por que lloraba por todo? —Ella empezó a reír y ese sonido fue el suficiente para mí para tomarla del brazo—. Ven aquí, loca—la atraje a mi cuerpo y ella respondió al rodear con sus brazos mi pecho, yo le correspondí.
— ¿Qué haría yo sin un hermano tan payaso?
— Pasarías tu vida vagando un poco del amor que yo te ofrezco a lo gratis, debería empezar a cobrarte.
Ella se apartó de repente y entre risas golpeó mi hombro, yo emití una carcajada parecida, pero la recibí nuevamente en mis brazos por tercera vez cuando se lanzó a mí con algo de fuerza. Casi me caía al seguir teniendo un pie con un zapato y el otro no, y eso no me importó cuando jugamos con algo de fuerza como lo hacíamos cada vez que terminábamos una amena conversación, un poco de luchas para los hermanos no es malo.
Ojalá el tiempo se quedará así para siempre. Entre risas acompañados de pedazos dulces que la vida nos regalaba cada vez con más frecuencia.
Sin embargo, la felicidad del ser humano no es infinita. Y nadie es la excepción.
¡Hola! ¡Hola! Aquí seguimos subiendo capítulos a diestra y siniestra jajajajajajaja
Quisiera algún día tener la relación fraternal de Karter y Kylee, me siento tan envidiosa cuando escribo sobre ellos, y parece que ellos lo saben. 7-7
Como sea, no se olviden de seguirme, darle me gusta/estrellita y comentar si les gusta mi historia, compártanla con sus amigos si les parece bien, tal vez y en el futuro hagamos hasta grupitos para saber por qué Maxwell tiene un lunar en el hombro izquierdo... Okno jajajajaja
¡Besos misteriosos! Nos vemos en el próximo capítulo: «Capítulo 11. Desde y para Cuba. Parte 2».
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