Capítulo 03. ¡Vaya!... Me parezco tanto a Mara
Después de esa pesadilla de tour, en el que aun sentía las miradas constantes de los dos individuos, pude llegar al recinto y, en el camino, intentar llamar a mi mejor amigo en todo el mundo. Claro, después de Karter, pero eso no le quitaba su lugar. Tras unos cuantos timbrazos de la llamada, la voz varonil se hizo eco en mi oído y no le dejé terminar el saludo para darle la mala noticia.
— Él está aquí.
— ¿Él? ¿Él quién?
— Maxwell.
— ¡¿Qué?! Yo... —Se calló de repente, escuchándose de fondo a alguien pelear. Podría jurar que era un anciano—. Oh, lo siento señor, lo siento... Lamento el grito, le paso otro formulario, disculpo los inconvenientes. Dame un segundo Cooke. —Afirmé con un sonido y le sentí moverse del lugar por el interlocutor—. Ahora sí, ¿dónde le viste?
— En el comité de bienvenida. Y eso no es lo peor.
— Creo que lo único peor que puedo imaginar es que Mara volviera a resucitar —Una risa salió de él al otro lado y poco a poco fue dejando de reír ante mi silencio—. No resucitó, ¿verdad?
— No, no es... —Suspiré—. Conoce a mi... a un examigo, uno que tenía mucho tiempo sin ver. Y están los dos, aquí, inscritos.
Otro largo silencio, ahora era él el que había suspirado.
— Mierda—exclamó en un murmullo. Sabía que lo hizo de esa manera porque ahora se encontraba en su nuevo trabajo. Lohan era un contador respetado en el Banco Principal de Efren, encargado del área de la que se había graduado: Finanzas. Su padre también trabajaba allí, por eso le fue más fácil encontrar un cupo disponible.
Siendo sincera, los nervios me podían. Sabía que, si ellos dos estaban juntos allí, no era más que para tomar venganza de lo hecho hasta ahora, de Maxwell me importaba muy poco lo que pensara por sí solo, y de Alessandro podría deshacerme de él cuando quisiera si así me lo proponía.
Sin embargo, de los dos a la vez, era distinto. Si se complementaban con las fortalezas que tenían ambos, estaría frita. No conocía nada de lo que se contaron al otro, pero estaba seguro de que debía hacer algo, y rápido. Ni ellos ni nadie podría arruinarme el hecho de que en menos de un año me graduaría de la carrera de química farmacobiología, debía detenerlos a toda costa de lo que sea que planearan.
— ¿Crees que están ahí por algo?
— Claro que sí. Alessandro conoce todo mi pasado, no dudo que le haya dicho cosas para usar en mi contra mientras que Maxwell puede conseguir los medios para ejecutarlo.
— Bien. Hagamos una cosa —respiró él profundo—, esta tarde nos vemos en la heladería. Allá hablaremos más calmados y de frente, ahora estoy en el trabajo y... ya sabes.
— Vale.
— No estés triste, te ayudaré a salir de esta.
— Como siempre lo has hecho, ¿no?
— Como siempre lo hacemos. —Sonreí ante sus palabras—. Te quiero.
— Y yo a ti.
— Nos vemos a las tres.
Cerré la llamada tras un sonido de afirmación y justo en ese momento había llegado a la habitación. Entré la llave mientras guardaba mi celular en mi bolsillo trasero y cuando la puerta cedió, pasé dentro. La soledad del lugar me hacía echar de menos a Karter. Había posibilidades de que a esa hora como quiera no estuviera. Aun así, su ausencia me hacía querer que pase el tiempo rápido, y más ahora con Maxwell acechando junto a Alessandro de secuaz.
¿Por qué me sucedía todo ese tipo de mierda?
Tomé el blíster de medicamentos de la mesa y saqué una sola pastilla. Ahora tenía las posibilidades de conseguir la misma con más facilidades que antes, podía encontrarlas con ayuda del hospital de manera gratuita con el recetario de mi médico de cabecera luego del incidente de años atrás.
Habían pasado tres años desde mi último juego, ¿era posible que ya no me quisiera divertir como antes? ¿Habría crecido tan rápido para no querer seguir jugando con la debilidad de las personas? Me tomé la pastilla con un vaso de agua tomado del grifo mientras lo meditaba. A sinceridad, nada se comparaba al placer de ganar un juego tras otro sin ensuciarme más de lo necesario.
Quizás y tomara provecho de la ocasión en el que mis anteriores amores regresaran a mi presente.
La diversión era como una gran pecera llena de peces, y yo era un tiburón.
Dos con cincuenta minutos de la tarde, frente a la heladería en la que había quedado con Lohan. La gente caminaba con naturalidad mientras yo los observaba pasar por la ventana, tenía el celular en mano, moviéndolo de un lado a otro en espera del castaño de ojos azules.
La puerta se abrió y llamó mi atención por unos segundos, eran solo dos chicas de pelo rojizo que hablaban animadamente, pero luego, detrás de ellas, entró quien tanto estaba esperando. Allí estaba su sonrisa perfecta, ese hombre joven en una camisa peregrinamente planchada que era solo arrugada en sus mangas al estar remangadas hasta sus codos, dejando ver sus tatuajes que ya desde hace tiempo no ocultaba. Era de destacar que estaba algo sudado, así que pasó su mano por su cabello para echarlo atrás mientras se acercaba con sus azulejos fijos en mí.
Lanzó a la mesa la chaqueta que llevaba en su brazo y era complemento de sus pantalones, se inclinó sobre mí y plantó en mis labios un beso que no dudé en responder. Sí, ese era un pequeño detalle que se me había olvidado destacarles, ahora Lohan y yo teníamos algunos seis meses de pareja luego de tanto tiempo de amistad sincera de parte de ambos.
— ¡Mh! —Protesté frente a sus labios cuando él se separó—. No es suficiente, llevo dos días sin verte.
— No es mi culpa que tus clases y tu tesis nos acortara el tiempo—susurró con diversión mientras caminaba de espaldas para tomar la silla frente a mí y sentarse en ella—. ¿Te tomaste las pastillas que te compré ayer?
— Te he dicho que no tienes que hacerlo.
— Y yo te he dicho que no te estoy pidiendo autorización —acercó su mano para llevarla a mi mejilla y acariciar con su pulgar el lugar.
No me merecía a alguien como Lohan. En realidad, nadie se lo merecía. Pero ¿quién era yo para decidir en nuestros corazones y solo alejar aquel dulce afecto que tanto me había atraído de él?
Disfruté del tacto tanto como pude hasta que decidí hablar.
— ¿Cómo te fue en el trabajo?
— Lo mismo. Dinero, monedas y mierda. La vida de un hombre adulto resumida en tres palabras. —Empezamos a reír ante su definición hasta que él dejó salir el aire para agudizar su mirada—. Pero no estamos aquí para hablar de mi triste vida, cuéntame lo que sucedió.
— Comité de bienvenida, Maxwell. Fue horrible —Fruncí el ceño aun con una sonrisa de boca cerrada, él soltó un leve resoplido divertido.
— ¿Maxwell?
— Sí, al parecer encontró la manera de volver a la universidad a pesar de todo lo que hizo.
Él movió su lengua dentro de su boca, una mueca típica que indicaba que pensaba algo de más cuando no debía. Puse mi mano encima de su zurda y Lohan me miró como si supiera lo que intentara hacer, yo le devolví la vista al apretar el agarre.
— ¿Qué quieres de comer?
— No estés molesto. Maxwell no me hará daño, ¿verdad?
— No estoy molesto.
— ¿Ah no? —Él negó con la cabeza y yo estreché los ojos ampliando mi sonrisa—. Haces ese gesto de nuevo.
— ¿Cuál gesto?
— ¡Ese! —Me señalé la boca para indicarle—. En el que mueves la lengua y eso.
— ¡Por favor! —Se defendió con un fingiendo asco en su rostro—. Solo pide algo, iré a buscarlo.
— ¿Por qué huyes Lohan?
— No uses tu psicología conmigo, Cooke. Te conozco lo suficiente como para saber a dónde quieres llegar.
— ¿A dónde quiero llegar?
— Cooke. —Su tono de advertencia me hizo entender que me detuviera y yo alcé ambas manos al soltarlo sin apartar mi sonrisa.
— No es divertido cuando me detienes.
— Bienvenida a mi mundo. —Dijo con una sonrisa y yo solté una carcajada al entender su referencia. Había veces cuando teníamos relaciones en el que me gustaba dejarlo con las ganas. Yo le jodía el juego, él me jodía el mío. Touché.
— Eres un imbécil.
— Gracias, gracias. —Elevó sus ojos entre risas para levantarse del asiento—. Y ahora, ¿qué vas a querer?
Uno, dos...
— Chocolate. —Dijimos al unísono y él soltó una risa al saber que lo respondería.
Un beso pequeño se plantó en mis labios y se alejó para comprar los helados antes de continuar con la conversación. Las vistas de algunos presentes le siguieron el paso hasta llegar a la caja de la tienda y me dio a entender lo afortunada que era hasta ahora. Tenía un novio perfecto, calificaciones ideales, una reputación destacable, una familia maravillosa y, sobre todo, una vida tranquila.
¡Vaya!, Ahora que lo analizaba... Me parecía mucho a Mara.
Oooow... Que lindo ;v; Adoro esta pareja, espero y que nunca se separen por nada en el mundo.
Maxwell: *Cof cof*
Alessandro: *Cof cof x2*
Ay, no me dejan ser feliz. :c
Bueno, no importa, ¿qué creen que hará Lohan en esta situación? Yo digo que la defenderá con todo el amor del mundo, al fin y al cabo, es un pan de Dios lleno de ternura.
Por otro lado, ¿cómo creen que es Alessandro? ¿Será malo en su totalidad? ¿o lo es porque tiene sus razones?
No olviden el darle a la estrellita, comentar y compartir si les gusta. Si gustan pueden seguirme en mis redes sociales. Besitos hermosos, preciosos y llenos de amor.
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