Capítulo 8
Lo miro fijamente a los ojos durante un momento, hasta que nuestras miradas son interrumpidas por nuestro pedido. Almorzamos tranquilamente nuestra hamburguesa doble y una soda cuando se me escapa una risa.
—¿Algo que quieras compartir? — dice enarcando una ceja.
—Cuando me dijiste que íbamos a almorzar pensé que me ibas a llevar a un restaurante. — le digo aun sonriendo. La hamburguesa se detiene a medio camino de su boca en cuanto digo eso y me mira sonriendo levemente.
—Aún podemos ir al restaurante. —acaso se estaba burlando de mi.
—No gracias, además, a mi jefe no le gustaría que llegara tarde de mi horario de almuerzo. —le contesto sonriendo y continúo con mi almuerzo.
—Eso se puede arreglar. —dice él mientras se inclina hacia adelante.
—En otra ocasión será. —le digo dándole otra mordida a mi hamburguesa.
—No lo olvides porque te voy a tomar la palabra. —me responde mientras continuámos con nuestro almuerzo.
Después de terminar y discutir por la cuenta que al final Christopher no me dejó pagar, regresamos al museo. Subimos las escaleras y nos dirigimos hacia el ascensor. En el momento en que las puertas se cierran, Christopher pulsa el botón de emergencia haciendo que suene una alarma y el ascensor se detenga con una sacudida. Una luz naranja intermitente se enciende en el ascensor.
¡Mierda! ¿Qué va a hacer?
Se gira hacia mí y me mira de una forma que hace que todo mi cuerpo tiemble, que mi corazón se acelere y que casi no pueda respirar.
Se acerca a mí, me sujeta por ambos brazos y me presiona contra la fría pared del ascensor, pero sin pegarse a mí. Solo su rostro se encuentra a escasos centímetros del mío, esto no estaba bien, yo lo sé, pero mi cuerpo se niega a reaccionar y cierro mis ojos esperando que me bese.
Pero eso no sucede.
Abro nuevamente los ojos y observo a Christopher que respira pesadamente con sus ojos cerrados también. Sus brazos me aprietan fuertemente hasta casi hacerme daño, pero no me quejo. Entonces el abre sus ojos, su mirada fija la mía. Respira profundamente y afloja un poco su agarre.
—Me juré a mi mismo no romper una de mis reglas, y casi he estado a punto de hacerlo contigo, por segunda vez. Debes mantenerte alejada de mí, la próxima vez que te tenga así tan cerca, no sé si me pueda controlar y romper una de las reglas que me impuse hace tres años.
Se separa de mí bruscamente soltándome los brazos, presiona nuevamente el botón de emergencia y el ascensor continua su descenso hacia el sótano mientras el recobra nuevamente su compostura. Christopher se pasa una mano, al parecer frustrado, por su cabello
¿Qué demonios acaba de suceder?
¿Acaso me había vuelto loca como para haber deseado que él me besara? Y luego estaba lo que había dicho. Todo esto es muy extraño, pero sé que en el fondo él tiene razón. Debo mantenerme alejada de él, y no exactamente porque me lo ha dicho, sino para proteger a mi corazón que se acelera con solo tenerlo cerca. El ascensor se detiene en el sótano y ambos salimos, Christopher sale rápidamente hacia su oficina y cierra la puerta y las cortinas. Molly se me acerca mientras yo llego a mi mesa.
— ¿Que bicho le picó? —pregunta intrigada.
—No tengo idea Molly, no tengo idea. —le contesto moviendo mi cabeza a ambos lados.
Y la verdad es esa, lo que más quiero en estos momentos es tratar de descifrar el misterio en que se ha convertido Christopher. Pero sobre todo entender lo que me dijo en el ascensor.
La tarde pasa muy rápido y prácticamente la paso pensando en lo sucedido con Christopher. Al final decido no darle más vueltas al asunto y tratar de alejarme de él, aunque va a ser un poco complicado teniéndolo todo el día tan cerca de mí.
El resto de la semana pasa rápidamente sin siquiera darme cuenta. Llegaba temprano y me metía de lleno en mi trabajo, tratando por todos los medios de evitar a Christopher. Aunque en alguna que otra ocasión nuestras miradas se cruzaban. Era una suerte que al menos no nos cruzábamos ni en el ascensor ni a la hora de salir. Llegó el viernes y para cuando llegué al apartamento, me encontré con Lizzy sentada frente a la TV quitándose sus tacones, al parecer acababa de llegar al igual que yo.
— ¿Estas muy cansada? —me dice mientras tira sus tacones al suelo.
—Bueno la verdad es que ha sido una semana muy estresante. — le contesto sentándome a su lado en el sofá.
— ¿Te ha dicho algo más? —pregunta con mucha curiosidad.
—No, no nos hemos cruzado mucho en el trabajo, creo que lo que necesito es despejar mi mente de él. — le digo mientras me quito las zapatillas.
Y es cierto. Solamente algún que otro, buenos días, y nada más. Le había contado todo a Lizzy y ella había llegado a la misma conclusión que yo. Christopher es un cabrón gilipollas. El maldito cambia muy rápido de personalidad, tal vez tenía algún desorden del que yo desconozco y no quiero averiguar. Al menos no por el momento.
—Y yo tengo la solución a nuestros problemas. — me dice mientras busca algo en su bolso.
—No estoy de ánimos para ir al cine Lizzy. — le digo mientras tiro las zapatillas al suelo y masajeo mis pies.
—No son para el cine, son para un club, me las dieron en el trabajo. — me dice mientras me muestra dos entradas.
—¿Porque no vas con Nathan? —la animé.
—Porque necesito una noche de chicas, bueno necesitamos una noche alejada de los hombres y además tenía un negocio que atender esta noche. — me dice mientras ambas reímos.
—De acuerdo, pero vamos en tu auto.
El ambiente en el club es igual que en cualquier otro local de New York, la música alta, luces intermitentes y humo en el centro de la pista donde la gente baila al ritmo de una mezcla que no reconozco. Nos dirigimos hacia la barra y después de varias cervezas y unos tragos de color rojo cuyo nombre no recuerdo, nos dirigimos hacia la pista de baile.
El ambiente en la pista es cálido y en esos momentos sonaba de fondo un tema que desconocía, pero de ritmo pegajoso. Bailábamos al ritmo de la música mientras me dejaba llevar por esa sensación, de no tener que pensar en nada, mientras la música sonaba muy dentro de mí. Al menos no tengo que preocuparme por el regreso.
Lizzy y yo nos habíamos puesto de acuerdo y a ella le tocaba manejar de regreso. Según ella yo no tenía buena resistencia a las bebidas alcohólicas en general. Aunque ahora que lo pensaba bien, creo que hoy yo he bebido menos que ella. Debe ser porque la última vez que había bebido mucho me había desmayado y Christopher me había cargado hasta el camarote de su yate. No quiero que eso me suceda nuevamente y mucho menos en un lugar donde no conozco a nadie, no imagino a Lizzy cargándome hasta el auto.
Hoy me vestí con una falda ajustada, unos tacones negros y una camisa de hilo blanco. Estamos disfrutando mucho del ambiente cuando algo llama mi atención. Hay alguien bailando con Lizzy. Bailaba muy sexualmente con aquella persona, como si la conociera. Cuando mis ojos logran enfocarse bien entre las luces intermitentes y los flashes pude notar quien era, Nathan. Qué extraño. Ella no le había dicho donde estábamos. Me acerqué a saludar.
— ¡Hola Nathan! —le grito por encima de la ruidosa música.
—Que coincidencia encontrarles aquí, no sabía que vendrían a este sitio. —me grita a mi lado.
—Estamos relajándonos. — le grito de vuelta mientras me muevo al ritmo de la música.
—Ya veo solo vinimos por negocios, estamos pensando comprar este club. —me grita y entonces mi cerebro reacciona.
¿Estamos? ¿Acaso había venido acompañado? Pero eso solo significa una cosa. Solamente podía venir acompañado de una persona. Entonces siento esa corriente correr por mi cuerpo mientras se me eriza todo el vello de mí cuerpo. Tengo un mal presentimiento.
Me giro lentamente y a unos metros de mí con una camisa blanca desabotonada en la parte superior y unos jeans ajustados, se encuentra Christopher.
Luce muy atractivo, mucho más que de costumbre. Trae el pelo desordenado cayéndole sobre su rostro mientras sonríe ligeramente. Me he quedado en esos momentos sin habla, y lo peor es que con el nivel de alcohol que tengo en estos momentos lo más probable es que haga algo indebido o diga una estupidez. Se acerca hasta donde yo estoy, sin dejar de sonreír.
— ¿Bailamos? —y por la forma en que lo dice y la manera en que me miró en ese instante, no le pude decir que no.
Y en ese instante comienza a sonar un tema de The Wanted que conozco bien, Drunk of Love. Christopher baila pegado a mí, sus ojos nunca abandonan los míos.
Se mueve sensualmente contra mi cuerpo mientras yo me dejo llevar por la canción y sus sensuales movimientos. No sé si es el alcohol que me desinhibía o es su cercanía que hace estragos en mí. Sé que mañana me voy a arrepentir de esto, pero en este momento me da igual.
Muy dentro de mí siento profundamente la letra. No puedo negar más lo que mi cuerpo siente cuando está a su lado. Estoy borracha de amor como mismo decía la letra de la canción, Christopher aún me gusta y esto solamente va a complicar las cosas.
Bailamos un rato mientras nuestros cuerpos sudan bajo las intensas luces intermitentes y la música cambia de un tema a otro. A cada rato Christopher pone una de sus manos en mi cintura y me acerca a él, pero no le doy importancia, solamente estamos bailando. Aunque por mucho que quiera evitarlo, no puedo impedir que mi respiración se acelere cada vez que se pega a mí bailando o me toca sensualmente.
Eran las 2 am cuando salimos del club, la verdad es que para esa hora ya estaba bien cuerda. Desde que había llegado Christopher no volví a beber nada con alcohol, solamente una botella de agua y una soda. Lizzy y yo salimos al parqueo mientras los chicos caminaban detrás de nosotras, Lizzy se me acerca para hablarme bajito en el oído.
—Te puedes ir con Christopher. —me dice muy bajo mientras yo la miro boquiabierta.
— ¡Eh! —le contesté aún sin poder articular palabra alguna.
—Ambos vinieron en el carro de Christopher y Nathan me pidió irme con él.
—No lo sé Lizzy, no creo que…—pero ella me interrumpió.
—Por favor. —y fue cuando uso su mirada de, no me puedes decir que no, así que no me quedó más remedio que aceptar, esto no saldrá bien.
Yo y el juntos en un vehículo cerrado. Genial. Solo espero que sea espacioso como el de Lizzy así no estaríamos sentados muy juntos.
—Está bien, de acuerdo. —le digo resignada sabiendo que me voy a arrepentir más tarde.
—Te debo una. — me dice al oído.
—Y bien grande. — le contesto mientras ella va donde Nathan y ambos se dirigen a su auto dejándome a mi sola con Christopher.
Entonces al verlo a mi lado recuerdo lo que me dijo en el ascensor y me pongo nerviosa. Lizzy me las va a pagar y muy caro.
—Vamos, te llevaré a casa. —me dice mientras caminamos hasta llegar al lado de un hermoso y elegante deportivo negro.
Es uno de esos autos que solo salen en las películas de carreras o en los videojuegos. Digamos que mi boca casi se queda abierta admirando el auto. Tras apretar un botón en el mando de distancia las puertas abren. Es la primera vez que veo uno de estos autos de cerca y ahora estoy a punto de montarme en uno de ellos.
Tras subir en el auto, que para mi sorpresa es muy bajo, le doy mi dirección a Christopher quien conduce en silencio hasta el apartamento. Aparca frente al edificio, apaga el motor y sale del auto. Antes que me dé cuenta ya él se encuentra afuera abriendo la puerta para mi.
—Permíteme. —dice abriéndome la puerta y tendiéndome una mano con una sonrisa en su rostro.
—Gracias. —le contesto mientras tomo su mano y salgo del auto. Su mano provoca un escalofrío que recorre todo mi cuerpo, pero lo ignoro. — Lindo auto. Es un Porsche, ¿verdad? — le digo admirando nuevamente el auto del que me acabo de bajar y pasando una mano por el capó.
—Sí, un 918 Spyder. —dice sonriéndome y soltando mi mano.
Christopher se recuesta al auto cruzando sus brazos sobre su pecho y mirándome entrecerrando los ojos e inclinando la cabeza hacia un lado.
—Ha sido una noche muy interesante. —dice aún recostado al auto mientras yo lo miro parada a unos metros de él.
—Sí, lo ha sido, buenas noches Christopher, nos vemos el lunes. — y no sé porque, pero me acero a él y le doy un beso en la mejilla.
Pero para mi sorpresa cuando me estoy separando de él, ambos nos quedamos mirándonos fijamente a los ojos. Hay algo diferente en su rostro y su forma de mirarme esa noche. Entonces todo ocurre muy rápido. Se acerca a mí, su rostro a escasos centímetros del mío y tras deslizar una mano por mi mejilla hasta mi cuello haciéndome cerrar los ojos, me besó.
El beso es lento y dulce. Un beso sin prisas y tierno. Y aunque me ha tomado por sorpresa, mis labios se entreabren para recibir los suyos. He deseado mucho sentir sus labios sobre los míos desde el encuentro en el ascensor y ahora por fin los estoy sintiendo, calientes, tentadores, insistentes y persuasivos. Tras un breve beso se separa apenas un poco de mí, lo suficiente para ambos poder respirar, mirarme a los ojos nuevamente y volver a besarme.
Este beso es diferente al anterior, a medida que me besa va empujándome de la acera hasta que mi espalda toca la pared del edificio. Una de sus manos se encuentra en mi cuello mientras la otra se apoya en la pared justo por al lado de mi cabeza. Enredo mis manos en su pelo y él me aprieta cada vez más con su cuerpo contra la pared del edificio haciéndome gemir contra sus labios.
Este beso es mucho más apasionado que el primero, puedo sentir su necesidad en este beso. Mi cuerpo por dentro se calienta cada vez más. Puedo sentir su excitación atreves de los jeans, mientras el continúa acorralándome entre él y la pared. Después de varios minutos o una hora, no sé decir, de que sintiera sus labios sobre los míos, él se separa de mí y me mira fijamente sonriendo levemente, de una forma que hace que mis piernas tiemblen haciendo que me sea imposible mantenerme en pie.
—Buenas noches Amelia, que duermas bien. —dice sonriendo de lado.
Se separa de mí, se dirige a su auto y tras montarse en él y darme una sonrisa desde atrás del volante, desaparece en la madrugada sin darme tiempo siquiera a reaccionar. Me quedo allí en la puerta de mi edificio, caliente, excitada, y con una gran interrogante en mi cabeza.
¿Qué significa este beso?
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Espero les haya gustado. ¿Que creen que va a suceder ahora?
Déjenme saber en los comentarios y no olviden dejar su voto si les gustó.
Xoxo
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