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Capítulo 6

En estos momentos lo que más deseo es la compañía de Molly y Ben, no sé porque, pero la cercanía de Christopher me pone nerviosa. El viaje en el ascensor se demora más de lo normal, no sé si era porque Christopher estaba casi pegado a mi o porque en realidad el ascensor iba más despacio que de costumbre.

Se podía sentir la tensión entre nosotros, pero también había algo más, podía sentir una extraña sensación recorrer mi cuerpo completamente. Era extraño, algo como esto nunca me había ocurrido. Ninguno de los dos dijo nada, y por mucha curiosidad que yo tenía por conocer que había sido de su vida me contuve, porque sabía muy bien hacia donde me iba a llevar si le preguntaba. Y no quería volver a sufrir como lo había hecho seis años atrás. Para suerte mía las puertas del ascensor se abrieron en ese momento y yo salí rápidamente de allí sin siquiera mirar hacia Christopher.

Continué toda la tarde trabajando en el cuadro, ni siquiera me había percatado cuando habían regresado Molly y Ben. Estaba muy enfocada en lo que estaba haciendo, hasta que un sonido detrás de mi hizo que diera un brinco terrible. Christopher se encontraba detrás de mí observando lo que estaba haciendo.

— ¡Me has asustado! —le dije mientras intentaba calmar mi respiración agitada.
—Lo siento, no fue mi intención solamente quería ver cómo iba la restauración. —contestó él muy serio mientras observaba el cuadro minuciosamente.

Lo observaba por encima de mi hombro, lo que solamente hacía que yo me pusiera más nerviosa de lo que ya estaba, tanto por su cercanía como por el susto que me había dado.

—Está bastante bien conservado, pero quiero ir con calma, al igual que cuando fue pintado en su época por Rembrandt. —le dije mientras el continuaba mirando el cuadro.
—Me gusta mucho eso, que quieras tomar con calma un trabajo tan complicado como este. —contestó apartando la mirada del cuadro por un momento y mirándome fijamente a los ojos.
—Gracias. —le contesté mientras volvía a mirar el cuadro.
—No te molesto más entonces, puedes continuar. —dijo mientras se alejaba de mi.

Christopher se marchó nuevamente hacia su oficina, pero antes de entrar miró hacia donde yo estaba. Después de entrar cerró las cortinas de la oficina nuevamente y no volví a verlo más.

Continué con mi trabajo hasta las 5:20 pm que comencé a recoger las cosas para marcharme. Y a las 5:30 pm estábamos Molly Ben y yo bajando las escaleras de la entrada del MET.

—Nada mal para ser el primer día. —me dijo Molly mientras sonreía.
—No nada mal. —le contesté.
—Nos vemos mañana. —me dijo Molly dándome un abrazo.
—Hasta mañana Amy. —me dijo Ben.
—Hasta mañana. —les dije mientras buscaba mi auto y salía rumbo a casa.

Al llegar me encontré a Lizzy en la cocina, más contenta de lo normal preparando la cena.

—Veo que estas de muy buen humor hoy. — le dije mientras dejaba el bolso en la barra y me sentaba en una banqueta.
—Muy contenta. —dijo con una enorme sonrisa en su rostro.
—Bueno cuéntame cómo te fue, te aseguro que fue mejor que mi primer día de trabajo. —le dije prestándole toda la atención posible.
—Bueno, te diré que vive a las afueras de Manhattan, en una enorme casa, bueno se podría decir que es una mansión. —dijo muy emocionada.
— ¿Es su casa o la de sus padres? —le pregunté con curiosidad.
—La de sus padres, el está viviendo aquí para estar cerca de los negocios.
—Entonces te presentó a su familia. —le pregunté intrigada.
—Sí, no fue tan malo como yo me imaginaba. —contestó sonriendo.
—Te lo dije. —le contesté con una sonrisa.
—Y que tal tu día de trabajo. —me preguntó con curiosidad.
—No me vas a creer cuando te lo cuente. —le dije mientras ella dejaba lo que estaba haciendo y me prestaba toda su atención.
— ¿Qué sucedió? —preguntó ella muy intrigada.
— ¿Recuerdas la historia que te conté de Christopher?
—Sí, él chico con el que te ibas a acostar cuando tenías 16 años cierto. — vaya ella sí que tiene buena memoria.
—El mismo.
— ¿Qué pasó con él? —preguntó Lizzy nuevamente.
— ¿Recuerdas lo que te conté del supervisor? —le dije mirándola fijamente.
—Sí que lo llamaban la bestia o algo así y que era muy estricto con los horarios según te habían contado. —me dijo ella. Ya veía que no se le escapaba nada.
—Exactamente. —coincidí con ella.
—Y bueno que tiene que ver una cosa con la otra. —dijo extrañada.
—Pues que son la misma persona. —le contesté.
— ¡Nooo! —dijo abriendo mucho los ojos.
—Sí, y eso no es todo. —le dije mientras veía su reacción.
— ¿Hay más? —contestó asombrada.
—Si el maldito es un hijo de puta. —le dije y comencé a contarle lo sucedido en la oficina que hasta ahora no se lo había contado a nadie.
—Bueno es un hijo de puta como mismo me dijiste. —coincidió ella conmigo mientras continuaba con la cena.
—Sí,  ha cambiado completamente, no tiene nada del Christopher que yo recuerdo, aunque no puedo negar lo obvio y es que está muy bien. Pero cambiemos de tema no quiero seguir hablando de cosas que no valen la pena, voy a darme un rápido baño y regreso para que me cuentes de la fiesta. —le dije rogando para que no me preguntara nada más.

Salí hacia la habitación y me bañé rápidamente despejando así un poco mi cabeza de Christopher y lo que había sucedido en la oficina. Aún no podía creer que nos hubiéramos reencontrado después de tantos años. Regresé y me senté nuevamente en la banqueta.

—Cuéntame de la fiesta. —la animé.
—Está bien, bueno te contaré que la fiesta estuvo genial, Nathan me presentó a mucha gente y a su mejor amigo, el dueño del club nocturno al que fuimos.
—Veo que lo pasaste muy bien. —dije animada por verla feliz.
—Sí y Thomas nos invitó a pasar el fin de semana en su yate, a ti también. —dijo poniendo un plato frente a mí.
— ¿Thomas? No conozco ningún Thomas. —dije extrañada.
—Thomas es el mejor amigo de Nathan. —contestó a mi pregunta, pero aún así no lo conocía.
— ¿El dueño del club? —pregunté con asombro.
—Sí. —dijo sonriendo.
—Y porque me invitó a mí, yo no lo conozco. —le dije frunciendo el ceño.
—Eso es culpa mía. —dijo sonriendo mientras yo la miraba fijamente.
— ¿Elizabeth Halding que hiciste? —le dije fulminándola con la mirada.
—Le hablé de ti y quiere conocerte. —dijo sonriendo.
—Lizzy, sabes lo que sucede cuando me quedó a solas con un chico en una habitación. —le dije resoplando mientras negaba con mi cabeza.
—Nadie ha dicho que te quedes a solas con él, solamente que lo conozcas— me dijo ella sonriendo.
—Tú entendiste. —le dije haciendo una mueca mientras la miraba fijamente.
—Te diré algo parecido a lo que me dijiste ayer en la tarde, nada malo podría pasar porque pases el fin de semana con unos amigos y conozcas a alguien. —dijo poniendo un plato con pollo asado en la barra.
—Voy a aceptar, pero creo que ya me estoy arrepintiendo de esto, no creo que sea una buena idea. —le dije negando con la cabeza, esto no iba a salir bien, lo presentía.
—Genial, el viernes del trabajo regresas directo aquí. —me dijo en modo mandona.
— ¿Nos vamos el viernes? —le pregunté frunciendo el ceño.
—Sí, Thomas está ansioso por conocerte. —contestó muy emocionada.
— ¿Dime que no le mostraste una foto mía?
—No, no tenía ninguna arriba por desgracia, pero le hice una buena descripción. —dijo mientras yo buscaba los cubiertos.
—Tiene que haber sido muy buena para que me haya invitado. —le dije poniendo los cubiertos a ambos lados de los platos.
—Es bueno que hallas aceptado, así despejas un poco la mente y te olvidas de una bestia para enfocarte en otra. —dijo levantando sus cejas sugestivamente.
— ¡Eh! —dije sin entender a que se refería.
—No le digas nunca a Nathan que dije esto. —dijo mirándome seriamente.
— ¿Qué cosa?
—Thomas está buenísimo.
—Ya, entonces imagino que me harás una descripción de él. —le dije mientras Lizzy por un momento se lo pensaba.
—Lo pudiera hacer, pero creo que la impresión será mayor si no te cuento como es. —dijo riendo y haciéndome reír también.

La semana pasa rápidamente, yo continuo enfrascada en mi trabajo restaurando el Rembrandt. Christopher todas las tardes salía de su oficina y miraba como iban las obras en restauración. En las mañanas esperaba a Molly y a Ben en la entrada del MET y a veces ellos me esperaban a mí.

Cuando nos cruzábamos con Christopher nos decía buenos días y nosotros le retribuíamos el saludo, según Molly eso lo hacía siempre, pero continuaba estando serio todo el tiempo. A veces me daba la impresión que estaba molesto por algo, pero no le di importancia. En alguna que otra ocasión intercambiábamos miradas, sin decir nada y otras veces lo sorprendía mirando hacia donde yo estaba. Así pasó la semana completa y llegó el viernes. Después de despedirme de Molly y Ben me fui directo al apartamento donde me encontré con Lizzy esperándome con las mochilas que habíamos preparado la noche anterior a su lado.

—En cuanto te cambies nos vamos. —me dijo mientras me empujaba hacia la habitación.
—No tienes que empujarme, yo puedo ir sola. —le dije mientras ambas nos reíamos.

Cinco minutos más tarde ya me había cambiado y me había puesto un short de mezclilla corto desgastado y ajustado, junto con una camiseta. Tras tomar las gafas para el sol, salí de la habitación hacia la sala donde se encontraba Lizzy esperándome y se me quedó mirando de arriba hacia abajo.

— ¡Oh dios! Pobre Thomas, le va a dar un infarto en cuanto te vea. —dijo mientras se reía.
—Entonces será mejor que me lo quite, no quiero arruinar el viaje. —dije girándome hacia la habitación nuevamente.
—No nos podemos demorar vamos. — dijo tendiéndome una de las mochilas y empujándome hacia la puerta.

Montamos en mi auto y conduje hacia la marina de Manhattan. Al llegar allí y parquear el auto nos encontramos con Nathan esperándonos con una mochila a su lado. Bajamos del auto junto con nuestras cosas y le puse la alarma para después saludar a Nathan.

—Hola Nathan, como estás. — le dije mientras Lizzy corría hacia él para besarlo.
—Hola Amy, ahora mucho mejor y tu. —dijo separándose un poco de Lizzy.
—Bien, muy bien. —contesté riendo ante el ataque de euforia de Lizzy.
—Bueno están listas para irnos. —preguntó Nathan mirándonos alternadamente.
—Sí. ¿Y Thomas no viene? — preguntó Lizzy mientras se abrazaba a Nathan y me miraba a mí.
—Me dejó las llaves por si se demoraba un poco, así que podemos ir caminando hacia el yate. — dijo mientras comenzábamos a caminar hacia los muelles.

Caminamos un rato hasta parar al lado de un enorme yate de color plateado y negro con el nombre de Stella en un costado. ¿Dónde había escuchado ese nombre? Me sonaba de algo, pero no lograba recordarlo. Subimos al yate que era inmenso y muy hermoso, era uno de esos yates de millonarios, de los que ves en videos musicales o en las películas de Hollywood. ¿Acaso Thomas era millonario? Olvídalo Amy no te preocupes por eso en este momento, me reprendí a mí misma, iba a ser lo mejor.

Nathan nos condujo al interior del yate pasando por unas doble puertas de cristales oscuros. Tras pasar estas mis ojos casi se salen de sus orbitas. Si el yate era hermoso por fuera, por dentro lo era aún más. Entramos a lo que parecía ser el recibidor y la sala de estar. Al entrar había una barra a la izquierda con cuatro banquetas, más allá y a la derecha una pequeña mesa con cuatro sillas. También había una mesita central con dos butacas de madera a los lados y en el extremo derecho pegado a la pared un enorme sofá con una mesita a su lado donde descansaba una lámpara. Justo en frente de la mesita central había un enorme panel, a ambos extremos de este había varios libros organizados y algunos discos. El suelo era de madera y completamente pulido. Jamás en la vida había visto algo tan hermoso.

—Pueden dejar las cosas aquí por ahora, vamos les mostraré la cocina. —Nos dijo Nathan mientras Lizzy y yo nos mirábamos, sonreíamos asombradas, y tras dejar nuestras mochilas en el enorme sofá lo seguíamos rumbo a la cocina.

La cocina era aún más impresionante que la sala de estar. Era formidable, tenía una enorme encimera en forma de isla con dos banquetas. Incrustado en la encimera un enorme horno, y bajo esta, cientos de despensas y de gavetas para cubiertos. En el extremo de la cocina se encontraba la enorme nevera de dos puertas, ambas trasparentes.

—Bueno, que les parece la cocina, impresionante verdad. —dijo Nathan sonriendo mientras yo aún no podía articular palabra.
—Esa no es la palabra exacta para describirla, es increíble. —dije yo aún admirándolo todo.
—Estoy asombrada aún. — dijo Lizzy tan o más absorta que yo.
—Bueno las dejo en la cocina chicas, voy preparando las cosas para zarpar. —dijo Nathan mientras salía supongo rumbo a la cabina.

Buscamos las cosas en la nevera y comenzamos a preparar la cena. Quince minutos más tarde el yate comenzó a moverse lentamente saliendo del puerto.

—Debe haber llegado Thomas. — me dijo Lizzy con mucho entusiasmo.

Nosotras continuamos en la cocina preparando la cena y una hora más tarde estaba casi terminada. Consistía en pollo en fricasé, acompañado por arroz blanco y judías verdes, entonces el yate se detuvo. Nos encontrábamos sentadas en las banquetas que había en la barra de la cocina, de espalda a la puerta conversando, cuando sentimos la inconfundible voz de Nathan.

—Thomas creo que ya es hora de que conozcas a Amy. — y en cuanto dijo esto yo me giré hacia la puerta para ver al famoso Thomas del que tanto me había hablado Lizzy a lo largo de la semana.

Recuerdan que al destino le gusta jugar conmigo, bueno este era otro claro ejemplo de eso. Parado a unos 5 mts de mí, con unos jeans desgastados y una camiseta negra, se encontraba Christopher. Ahora si me encajaban las cosas. No entendía porque no había enlazado una cosa con la otra. Tal vez si Lizzy me lo hubiera descrito hubiera encajado cada pieza en su lugar y no estaría aquí sentada mientras nos mirábamos fijamente a los ojos sorprendida al igual que él.

—Discúlpenme un momento. — dijo mientras salía por la puerta.
—Espera, Thomas. —dijo Nathan saliendo tras él.
Y Lizzy y yo nos quedamos mirando por donde se habían ido.
— ¿De qué va todo esto? Te miró como si te conociera. —me dijo mirándome de repente muy confusa.
—Lo conozco…o solía hacerlo. — le contesté casi sin apenas poder hablar aún por la sorpresa.
—No te entiendo. —dijo ella frunciendo el ceño.
Y decidí contárselo al final se iba a enterar, además no era ningún secreto.
—Lizzy…—le dije mientras ella me miraba fijamente alzando las cejas a la expectativa de lo que le iba a decir. —Ese es Christopher.
— ¡Christopher! ¿Tu jefe? —dijo sorprendida.
—El mismo. —contesté girándome en la banqueta quedando nuevamente de espalda a la puerta.
— ¡No! —dijo aún asombrada y sin poderlo creer aún. —El mundo sí que es un pañuelo. —dijo sonriendo.
—Sí. —entonces sucedió algo extraño, escuchamos a alguien maldiciendo seguido de un estruendo.
— ¡Mierda!—Lizzy y yo nos miramos ambas sin saber lo que sucedía. Había sido tan alto que lo pudimos escuchar donde estábamos. Al cabo de un rato regresaron Christopher y Nathan donde estábamos nosotras.
—Bueno ya que se conocen voy a mostrarle la cabina a Lizzy. —dijo Nathan tirando de Lizzy y dejándonos solos.
—Creo que deberíamos comenzar nuevamente a conocernos no crees, creo que causé una muy mala impresión el otro día. —dijo mientras se pasaba su mano nerviosamente por el pelo echándoselo hacia atrás lo que solo hizo que este estuviera más desordenado haciendo que Christopher luciera aun más atractivo de lo que ya era.

Creo que era la primera vez que veía a Christopher nervioso, quien lo hubiera imaginado. Y por un momento no supe que hacer, pero mientras él me miraba con esa expresión de sinceridad en sus ojos y su rostro no podía decirle que no, así que al final decidí aceptar, solo esperaba no arrepentirme de hacerlo.

—Está bien. —contesté derrotada mientras me perdía una vez más en sus ojos grises y su mirada fulminante.
—Christopher Thomas. — dijo el extendiendo su mano.
—Amelia Hart. — contesté yo tomándola y levantándome de la banqueta.

Estrechó mi mano suavemente, mientras me miraba fijamente a los ojos, más que un apretón de manos se sentía como una caricia. Aquel saludo estaba tomando más tiempo del que debía, al parecer Christopher no estaba dispuesto a soltar mi mano y mi cuerpo se estremeció levemente ante su toque.

—Ya te mostraron el yate. — me preguntó de repente soltando mi mano.
—No, aún no lo he visto. — le contesté mientras mi mano quemaba por su reciente toque.
—Entonces si me acompañas te lo muestro. — me dijo mientras me hacía gestos hacia la escalera que iba a la cubierta inferior suponía.
—De acuerdo. — le dije mientras me conducía escaleras abajo.

Me mostró el yate comenzando por los camarotes, había un total de cinco, dos a cada lado que eran los dobles y uno al final, que era el más grande, según Christopher cada uno tenía su propio baño, no me los llegó a mostrar por dentro, ya más tarde lo vería por mí misma. Cuando terminamos con los camarotes subimos nuevamente a la cubierta superior, la cocina ya la conocía y desde allí me condujo hacia la cabina donde se encontraban Lizzy y Nathan.
Afuera era completamente de noche, en el cielo alumbraban las estrellas y a lo lejos se veían bien diminutas las luces de la ciudad de New York, era una vista absolutamente maravillosa que quitaba el aliento.

—Bueno que tal si comemos, tengo hambre. —dijo Nathan mientras nos miraba sonriendo.
—Estas a punto de probar la especialidad de Amy. — le dijo Lizzy mientras tiraba de Nathan rumbo a la cocina.
—Después de ti. —me dijo Christopher mientras yo salía caminando con él detrás.

Preparamos las cosas para comer y lo hicimos acompañados por una botella de vino que Christopher había sacado y una hermosa y suave melodía que salía de alguna parte.

—Esa música es hermosa, ¿Quién es? —pregunté verdaderamente hipnotizada por la hermosa melodía.
—Enya, es muy relajante verdad. — dijo Christopher mientras me miraba sonriendo.
—Sí muy relajante. —dije apartando mis ojos de su mirada tentadora.

Para cuando estábamos terminando la cena, la botella de vino se había terminado y había sido remplazada por otra al igual que varias cervezas. Lizzy y yo comenzamos a recoger las cosas y Nathan nos detuvo.

—No, no, ustedes cocinaron, nosotros fregamos, no es así Chris. —dijo Nathan mientras le pasaba el brazo por los hombros y sonreía a este.
—Sí, porque no. —dijo Christopher mirando a Nathan de reojo.

Salimos del comedor y nos sentamos en el sofá mientras esperábamos a que los chicos terminaran de fregar y recoger la cocina. Para cuando terminaron se unieron a nosotros con varias cervezas en la mano. Debo decir que a pesar de que ya estaba medio achispada acepté la cerveza que Christopher me ofrecía y tras el apretar un botón en un mando que sacó de su bolsillo, de la pared se desplegó un panel de donde apareció una enorme pantalla plana.

—Bien, que quieren ver, comedia, terror, drama, acción. —dijo Christopher mientras todos gritábamos lo que queríamos, después de varios minutos discutiendo decidimos ver una comedia.

Para cuando estaba terminando la película y varias rondas de cervezas más, ya mis ojos no podían enfocarse más en la pantalla, entre tanto reír y el alcohol la verdad que me sentía agotada. Busqué a Lizzy pero no la vi por ninguna parte ¿En qué momento se había ido con Nathan? Me habían dejado sola con Christopher y ni siquiera me había percatado. Creo que era hora de ir a dormir…eso si lograba llegar a la cama ya que dudaba si podía ponerme en pie por mí misma.

—Creo que voy a acostarme, estoy muy cansada. — dije mientras me ponía de pie.

Pero en cuanto lo hice todo comenzó a darme vueltas hasta que me agarré de algo o mejor dicho de alguien.

— ¿Estás bien? —preguntó preocupado.
—Si estoy bien. — dije tratando de soltarme de sus manos que quemaban por encima de mi ropa.

Pero apenas lo había hecho cuando todo comenzó a ponerse borroso, mientras las piernas me pesaban y se me doblaban.

— ¡Amelia!... ¡Amelia!...
Intenté concentrarme en esa voz, pero todo desapareció quedando en total oscuridad.

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Espero les haya gustado el capítulo. Veamos cómo termina este fin de semana en el yate. No olviden dejarme sus comentarios y si les gusto dejarme sus votos.
Xoxo

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