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Capítulo 45

Amelia

Tengo los ojos vendados y una mordaza en la boca mientras me encuentro sentada en una silla con mis manos atadas atrás y los pies cada uno a una pata de la silla. La mayor parte del tiempo estoy a oscuras completamente, solo visualizo algo de claridad cuando aben la puerta, y eso solo lo hacen tres veces al día.

En cada ocasión solo es para darme comida y agua, y nuevamente colocan la mordaza evitando que grite. Nada más. Después la puerta se volvía a cerrar. Nadie hablaba. Al principio contaba las comidas para así saber cuánto tiempo había transcurrido. Pero al pasar los días dejé de hacerlo y comencé a perder las esperanzas.

La puerta continuaba abriéndose tres veces al día, pero ya no me importaba, ni le prestaba atención. Dormir era imposible en aquella posición, y por más que lo intentaba, no lograba conciliar el sueño. Lo único que me hacía resistir, es pensar en Christopher y en que lo volvería a ver. Eso era por lo único que trataba de luchar. Por volver a verlo.

No sabía qué día era hoy, apenas tenía fuerzas para nada. La falta de sueño me estaba pasando factura. Había momentos en los que perdía la noción del mundo y al rato volvía en si nuevamente. Pero hoy a diferencia de los demás días en que continuaban abriendo la puerta, algo cambió. La puerta se abrió y sentí los pasos dirigirse hacia mí, pero en lugar de quitarme la mordaza me golpearon fuertemente en las costillas y después en la cara.

No podía respirar, el aire me faltaba y sentía como que me ahogaba. No sabía el motivo por el que me estaban dando aquella golpiza, aunque bien podía ser sin motivo ninguno, solo por puro placer y diversión. Alguien que le gustaba verme sufrir de aquella manera. Volvieron a golpearme en las costillas y mientras me doblaba en la silla sentí la respiración de alguien en mi oído.

—¡Espero que te pudras aquí, perra! —me dijo una voz de mujer en el oído.

Y en ese momento sentí la voz de un hombre.

—Tenemos que irnos.

Los pasos volvieron a escucharse, pero esta vez la puerta no se cerró. Yo no tenía fuerzas para levantar mi cabeza. Pronto sentí que todo me daba vueltas, mientras escuchaba voces en el fondo.

—Nadie se va a ninguna parte. ¡Levanten las manos y suelten el arma!

No sé si fueron ideas mías, quizás todo esto era una terrible pesadilla que no tenía para cuando terminar.

— ¿¡Está bien!? —alguien preguntó preocupado, pero apenas y pude reconocer la voz.

—Tenemos que llevarla urgente al hospital.

Eso fue lo último que escuché mientras sentía como me desataban las piernas y las manos y me derrumbaba en los brazos de alguien perdiendo así completamente el conocimiento.

La luz en la habitación es muy intensa, molestaba mis ojos y los volví a cerrar en varias ocasiones hasta acostumbrarme nuevamente a la luz, después de la oscuridad que había reinado mi mundo en los últimos días. Ni siquiera sé cuántos días han pasado. Mi cuerpo duele un poco y recordé la paliza que me habían dado.

Miré a mí alrededor para ubicarme. Al parecer estoy en la sala de un hospital. En mi brazo derecho tengo una intravenosa que bombea fluidos hacia mi organismo. No recuerdo cómo he llegado aquí. Al mirar hacia un lado de la cama, donde hay una butaca, vi a alguien allí. Estaba recostado durmiendo. Me incorporé un poco en la cama y pude divisar bien quién era. Christopher se encontraba tan sereno allí durmiendo. Su rostro luce demacrado y cansado, como si llevara días sin dormir. Creo que así mismo debe de lucir el mío. Se removió en la butaca y abrió los ojos al tiempo que se pasaba las manos por la cara.

—Hasta así cansado luces muy sexy. —susurré en voz baja.

Levantó la vista y sus ojos se encontraron con los míos. Se levantó rápidamente y se acercó a mí.

—Me alegra que hayas despertado, pero deberías recostarte. —dijo mientras me daba un beso en la frente, me empujaba de regreso a la cama y me cubría con la sábana.

—Sigues siendo muy mandón. —le dije mientras él me sonreía.

—Has pasado por mucho, deberías descansar. ¿Cómo te sientes?

—Bien, solo un poco adolorida.

—Sí, los malditos te dieron una buena paliza. —dijo mientras se dirigía hacia la puerta. —Ahora regreso, voy a avisarle al médico que despertaste.

Christopher regresó con el médico un minuto más tarde ,quien me hizo preguntas y me revisó para ver cómo me encontraba. Después de ver que me encontraba bien, salió de la habitación dejándome a solas nuevamente con Christopher.

— ¿Cuánto tiempo llevo aquí en el hospital?

—Tres días. Todos estábamos preocupados por ti. Hubo que ponerte sedantes para que descansaras. —me contaba mientras se sentaba en una butaca a mi lado.

—Sí, el doctor mencionó algo de eso.

No recordaba cuanto tiempo había estado secuestrada, había perdido la cuenta.

— ¿Cuánto tiempo estuve secuestrada?

—Doce días. —dijo mientras me miraba fijamente. —Siento que no te hayamos podido encontrar antes.

— ¿Encontrarme? Acaso ustedes fueron a rescatarme.

—Sí, aunque la policía también fue.

— ¿Cómo me encontraron? ¿Cogieron a los secuestradores?

—Es una historia complicada.

— ¿Qué hora es? —le pregunté mientras el miraba su reloj.

—Las 10:20pm.

—Te tocó quedarte hoy entonces.

—Sí, todos vienen en la mañana.

—Entonces porqué no me cuentas lo que sucedió, creo que no tenemos nada mejor que hacer.

—De acuerdo. Todo comenzó una semana después de tu secuestro. ¿Recuerdas a rebeca, mi ex? —me dijo mientras yo asentía. — Pues ella se apareció en el museo porque se había enterado de tu secuestro y quería ver como yo estaba.

—Esperó que yo no estuviera para acercarse a ti nuevamente.

—Sí. Hubo algo en la forma en que se enteró de tu secuestro que me hizo sospechar, así que mandé a Nathan a seguirla. Primero la siguió hasta un hotel cerca de mi apartamento y después hacia uno cerca del tuyo.

—No lo puedo creer, por eso a veces tenía la sensación de sentirme vigilada.

—¿Por qué nunca me dijiste nada?

—No quise preocuparte.

—En fin. Decidimos turnarnos la vigilancia, hasta que un día la seguimos hasta unos almacenes abandonados cerca del muelle. Allí de se encontró con un hombre y ambos entraron juntos. Bajamos del auto y miramos por una ventana rota que tenía el almacén y pudimos escuchar la conversación que tenían donde hablaban de ti y señalaban hacia una zona lejana del almacén. Entonces llamamos a los detectives a cargo de la investigación y ellos llegaron con refuerzos. No nos dejaron entrar y te sacaron desmayada.

— ¿Entonces tu ex fue la que me secuestró?

—Sí, pero eso no es todo. En el almacén encontraron unos acelerantes químicos, los mismos que usaron en el incendio del club. Y había un auto allí, golpeado por un costado. La matrícula coincide con él de tu accidente.

— ¿¡Ella planeo todo!?

—Pero no lo hizo sola. Recuerdas que te mencioné que se encontró con un hombre en el almacén. Pues era su hermano. La policía me llamó hoy en la mañana que ambos habían confesado, el fue el que provocó el accidente mientras que ella incendió el club. No te preocupes, ambos estarán presos durante largo tiempo.

—Genial, una psicópata menos de la que ocuparme. Espero que no tengas mas ex psicópatas rondando por ahí. —le dije mientras él me sonreía.

—No, creo que esa era la única. —me dijo sonriéndome tiernamente.

Hay algo diferente en la forma que me sonríe. Aunque bien puede ser cosa mía, hace mucho tiempo que no lo veía sonreír.

—Te veo muy feliz. ¿Algo que yo no sepa?

—Estoy feliz porque estás viva y a salvo.

—Sí yo también estoy feliz por eso. —le contesté mientras el reía a carcajadas.

—Pero no es todo. Tengo varias noticias que darte, empezaré por la más vieja y después te daré la más reciente.

—De acuerdo, empieza.

—¿Adivina quién es el nuevo Director de Restauración de obras?—me dijo sonriendo como idiota.

— ¡De verdad! —grité emocionada.

—Sí, para eso era la reunión el día que sucedió lo que sucedió.

—Felicidades entonces, imagino que no has podido celebrarlo.

—No, creo que eres la primera a la que se lo cuento, no creo que se lo haya comentado a nadie más. Con todo lo sucedido, eso quedó en segundo plano.

—Pues tenemos que celebrar cuando salga de aquí con una buena botella de champagne.

—Eso me recuerda la otra noticia, le pedí al doctor que no te dijera nada, que quería hacerlo yo. —dijo mientras se levantaba de la butaca y se sentaba a mi lado en la cama mientras tomaba la mano que no tenía el suero entre sus manos y me sonreía como un idiota.

—Acaba de decirlo, me estás asustando.

—Estas embarazada. —me dijo mientras yo habría los ojos bien grandes impactada por esta noticia.—Tienes 6 semanas. Nos enteramos el mismo día que te rescatamos después de que te examinaran.

— Pero ¿cómo? —inquirí sin entender nada.

—¿De verás tengo que explicarte cómo? —me dijo mientras alzaba una ceja.

—No, es que no entiendo como sucedió, yo siempre me tomaba la pild...olvídalo, después del accidente creo que olvidé que la tomaba.

—La verdad es que es mi responsabilidad también, nunca se me ocurrió pensar si la continuabas tomando. —lo miré fijamente buscando algún indicio de que estuviera molesto, pero por el contrario estaba feliz.

Si saberlo, lágrimas comenzaron a caer de mis ojos. Nunca me había planteado tener un hijo antes. Y esta noticia, en este momento y después de todo lo que he pasado, es la mejor que él me pudiera dar. Solo espero que, para Christopher, también sea una noticia de felicidad. Me limpié las lágrimas con el dorso de la mano antes de enfrentarme a él.

— ¿No estás molesto?

—Porque habría de estarlo. Hay una vida creciendo en ti formada por el amor que ambos nos tenemos. En este momento soy el hombre más feliz del mundo. —Dijo mientras me daba un ligero beso en los labios. —Ya yo había pensado en formar una familia contigo y al parecer ya vamos adelantados. —dijo mientras yo reía y el metía una mano en el bolsillo de sus jeans buscando algo.

Después de pararse para buscar lo que estuviera buscando, se volvió a sentar a mi lado mientras sostenía una cajita de terciopelo negro entre sus manos. En ese momento se me secó la boca y mi respiración se aceleró mientras mi corazón golpeteaba frenético en mi pecho. Christopher abrió la cajita dejando ver el hermoso y sencillo anillo que había dentro. Una alianza con una sencilla piedra encima, enviaba destellos en todas direcciones.

—Sabes, sé que debería hacer esto de otra forma, pero ya he esperado suficiente. Tengo este anillo conmigo desde el día en que te secuestraron y me juré que no lo iba a sacar de mi bolsillo hasta que no te encontrara. Y que cuando lo hiciera no iba a perder la oportunidad de pedirte que fueras mi esposa. Así que, Amelia Hart, ¿Quieres casarte conmigo?

Me he quedado de piedra mientras el sostiene el anillo en su mano delante de mí. No ha sido la propuesta que yo me imaginaba, pero es Christopher, el hombre que yo amo, no importaba nada más.

— ¿Puedo pensarlo? —le pregunté enarcando una ceja mientras el fruncía el ceño y me miraba fijamente.

— ¿Tienes que pensarlo? —me contestó con otra pregunta mientras acercaba su rostro al mío.

— ¿Me vas a contestar con otra pregunta? —le dije sin poder evitar sonreír.

—Solo hasta que me des una respuesta.

—No te voy a torturar esta vez, te voy a dar la respuesta ahora mismo, pero primero necesito hacer algo.—le dije mientras tiraba con mi mano libre de él para besarlo.

Había extrañado mucho sus besos, y no quería que este terminara nunca.

—Tómatelo con calma. —me dijo mientras separaba sus labios levemente de los míos. —¿Eso quiere decir que sí? —me preguntó mientras yo sonreía como una idiota.

—Sí, quiero casarme contigo. —le dije mientras él me besaba intensamente devorando mis labios.

—Tómatelo con calma. —le repetí.

—Disculpa, tienes razón. Es que me has hecho el hombre más feliz del mundo, otra vez.

—Dos veces en menos de cinco minutos, creo que hemos roto algún record. —le dije mientras ambos reíamos.

—Sabes que te amo, ¿verdad? —me dijo mientras acariciaba mi rostro dulcemente.

—Lo sé, yo también te amo Chris. —le dije mientras le robaba un beso.

—Los amo. —dijo mientras acariciaba mi barriga donde secretamente se estaba formando una nueva vida fruto del amor que nos teníamos.

FIN

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