Capítulo 4
Conduzco tranquilamente, mientras escucho un variado de mis grupos preferidos. Según la propia Lizzy decía que tenía unos gustos muy extraños y variados, aunque coincidíamos en muchos, a ella le gustaban otras cosas como las baladas clásicas. Para cuando me di cuenta ya había pasado a la I—280 W, y me encontraba en Broad St, justo en la esquina de casa. Parqueé el auto en el garaje de la entrada y me bajé sacando la maleta conmigo.
Estoy cerrando el auto y poniendo la alarma cuando se abrió la puerta del frente y salió mi madre a recibirme con los brazos abiertos.
— ¿Cómo fue el viaje? —preguntó abrazada a mí.
—Tranquilo, justo como recordaba. —le dije mientras la besaba.
La abracé por la cintura mientras caminábamos rumbo a la puerta de la entrada. La casa continuaba exactamente como yo la recordaba, el camino de piedras desde la entrada hasta la puerta, el césped verde en todo el frente con muchas flores. A la derecha el garaje y a la izquierda el abeto blanco, cuyas ramas daban justo hasta una de las ventanas de mi cuarto en el piso superior. Entré en la casa y al igual que el exterior, el interior continuaba exactamente como yo lo recordaba. Las paredes con sus colores pálidos, las fotografías de la familia, las mías desde pequeña y las de mis padres en los cuadros sobre la chimenea y sobre la mesita de la sala.
—Sube a descansar un poco si quieres. —me dijo mi madre mientras se dirigía a la cocina.
—Si eso voy a hacer, a qué hora llega papá. —le dije dirigiéndome a las escaleras
—Debe llegar a las 5:30 pm. —dijo mi madre desde la cocina.
—Ok. —y diciendo esto subí las escaleras rumbo a mi habitación.
Mi habitación quedaba subiendo las escaleras a la derecha, y se encontraba exactamente como yo recordaba, incluso la cama que mis padres habían puesto para cuando Lizzy venía conmigo estaba allí. Dejé la maleta en una de las camas y me dirigí hacia las ventanas para abrirlas y ventilar un poco la habitación, primero fui a la del frente y luego a la del costado. Al entrar el aire cálido y fresco por ella no pude evitar el cerrar mis ojos y aspirar el fresco aroma de estar en casa nuevamente, aunque fuera solo por unos días.
Al abrir mis ojos estos fueron a parar a la casa de al lado la cual quedaba solamente a unos 10 mts de la mía. La casa estaba vacía desde hacía años, era donde solía vivir Chris. Nunca en las veces que había venido a casa me había pasado por la mente su nombre, pero el sueño de la otra noche aún estaba fresco en mi memoria. Me aparté de la ventana y me recosté en la cama un rato, la noche anterior había sido muy agitada y aunque no me sentía físicamente agotada, mentalmente sí y mis ojos se fueron cerrando poco a poco hasta quedarme completamente dormida en apenas minutos.
Para cuando desperté comenzaba a anochecer, saqué una muda de ropa de la maleta y fui hacia el baño que quedaba frente a mi cuarto para darme una rápida ducha de agua bien caliente. Regresé después de la ducha a mi habitación y fui hasta las ventanas para cerrarlas. Pero cuando estaba cerrando la del costado algo llamó mi atención y fueron varias luces encendidas en la casa de al lado. ¿Qué extraño? ¿Quién se habrá mudado? Cerré la ventana y después bajé de la habitación hacia la cocina donde se encontraban mis padres terminando de preparar la cena.
—Hola papá. —dije mientras iba hasta donde él estaba y le daba un beso y un abrazo.
— ¿Cómo estás hija? ¿Descansaste? —dijo mientras me abrazaba por la cintura.
—Sí, ¿Voy poniendo la mesa?—dije cogiendo los platos y los cubiertos.
—Si cariño que ya voy a servir, y preparé vuestro preferido.
—Camarones en salsa picante. —dijimos mi padre y yo al unísono.
—Ustedes no cambian, si y también papas asadas. —dijo mamá sonriendo.
—Genial. —dije mientras cogía los manteles y comenzaba a preparar la mesa para cenar.
En cuanto terminé de poner la mesa mis padres trajeron la cena y comenzamos a cenar tranquilamente, hacía tanto tiempo que no comía una cena en casa y mucho menos mi comida preferida. Mientras estábamos cenando recordé lo de las luces en la casa de al lado y decidí preguntarles a mis padres.
— ¿Quién está viviendo al lado? —pregunté con curiosidad mientras tragaba un bocado de comida.
—No lo sé cariño. —contestó mamá.
— ¿No los han visto nunca? —pregunté nuevamente extrañada metiendo una cucharada en mi boca.
—Bueno no. —dijo papá pensativo por un momento.
—No han coincidido con ellos ni siquiera una vez. —esto sí que era extraño.
—No, al parecer son muy reservados. —dijo mamá mientras tomaba un sorbo de agua.
—Solamente vemos las luces encendidas en algún que otro fin de semana, serán fantasmas. —contestó mi padre en tono de misterio.
—O tal vez espíritus. —dijo mi madre riendo siguiéndole la corriente.
—O solo la usan los fines de semana. —contesté yo. Eso parecía ser lo más obvio.
—Si debe ser eso. —dijo mamá concordando conmigo.
—Eso sí que es extraño. —dije aún intrigada.
¿Porque que alguien compraría la casa solo para venir los fines de semana? No tenía sentido ninguno.
—Cosas extrañas pasan aquí muy a menudo. —dijo papá.
—Si tienes razón. —dije mientras todos reíamos.
Terminamos de cenar y después de ayudar a recoger la mesa y fregar los platos sucios, decidí dar una vuelta por la ciudad. Salí de casa y comencé a caminar hasta llegar al parque Lincoln el cual quedaba a seis cuadras de casa. Di una vuelta por allí, me senté un rato en el parque, y después regresé a casa. Y como decía papá, cosas extrañas suceden aquí muy a menudo, cuando estaba llegando a casa pude divisar a lo lejos a una pareja entrando en la casa de al lado de la mía, aunque no pude divisar quienes era. Al menos no eran fantasmas o espíritus los que encendían las luces.
Continué caminando hasta la casa y subí directo a mi habitación, me puse la ropa de dormir, y me recosté en la cama.
Cogí mi celular y le timbré a Lizzy, el celular sonaba y ella no lo cogía, que extraño, después del sexto timbre respondió.
—Oigo. —contestó agitada.
— ¿Lizzy estás bien? —le pregunté preocupada.
—Si perfectamente, porque lo dices.
—Porque te demoraste en coger el teléfono. —le pregunté preocupada.
—Ah, estaba lejos de mí, como te va por allá. —preguntó cambiando rápidamente de tema.
—Bien acabo de regresar de dar una vuelta, que tal con tus padres.
—Debí aceptar tu invitación e irme contigo, mis padres no están en casa, tuvieron que hacer un viaje de negocios urgente. —dijo y pude notar decepción el su tono de voz.
—Al menos te avisaron. —le pregunté.
—Si me enviaron un breve mensaje, como es costumbre ya. —me contestó y pude notar en su voz que estaba defraudada.
—Puedes venir si quieres, así no pasas el fin de semana sola. —intenté animarla.
—No lo voy a pasar sola. —contestó esta vez con una sonrisa.
—Ah no. —Le dije con mucha curiosidad.
—Nathan está conmigo, lo invité a pasarse el fin de semana, espero no te moleste.
—Molestarme a mí, por el contrario, me alegro por ti. —le dije muy emocionada.
—Gracias, te llamo mañana. —dijo despidiéndose de mí.
—Diviértete, saluda a Nathan por mí, adiós.
—Chao. —y colgó.
Ya sabía yo que ella no iba a perder el tiempo. Después de hablar con Lizzy, estuve un rato recostada en la cama, pensando en que el lunes finalmente comenzaría a trabajar en el MET. Media hora más tarde había acomodado mi cabeza en la almohada y me fui quedando dormida.
El resto del fin de semana pasó rápidamente, el viernes mamá y yo nos pasamos el día de compras y dando una vuelta por la ciudad. En la noche Lizzy llamó como me había prometido y estuvimos conversando hasta bien entrada la noche cuando nos despedimos para dormir. El sábado lo pasamos en un SPA relajándonos. El domingo papá preparó una barbacoa en el patio trasero, y en la tarde cerca de las 3:00 pm y después de despedirme de mis padres, monté en el auto y dejé atrás Newark para regresar a New York.
Decidí regresar temprano y así no me cogería la noche. El viaje de regreso demoró más que de costumbre ya que había un accidente en la I—95 y el tráfico se puso más lento. Para cuando llegué al apartamento y parquee el auto en el garaje subterráneo era cerca de las 4:30 pm. Subí al apartamento y para sorpresa mía me encontré a Lizzy sentada en la isla de la cocina, abstraída pensando, eso era extraño. Ella nunca estaba tan pensativa, ni siquiera me escuchó entrar, estaba muy concentrada en lo que fuera que estuviera pasando por su mente.
—No lo pienses más y dile que sí. —le dije mientras ella se giraba bruscamente dando un buen salto de la banqueta.
—Amy regresaste temprano, no te escuché entrar. —dijo levantándose sonriendo y viniendo donde yo estaba para abrazarme.
—Si ya me he dado cuenta. —le dije mientras nos abrazábamos.
—Estaba pensando. —contestó con la mirada perdida nuevamente.
—En Nathan supongo, o me equivoco. —le dije sonriendo.
—Si estaba pensando en él. —dijo mientras se sentaba en el sofá de la sala y yo la acompañaba a su lado
— ¿Y qué es lo que te dijo que te tiene pensando tanto? —le pregunté con curiosidad.
—Me invitó a una fiesta. —dijo simplemente, pero eso no era como para pensar tanto.
—Y le dijiste que si por supuesto. —ella me miró fijamente.
—Le dije que no sabía si podría ir. —me dijo preocupada.
— ¿Que es lo que tienes que pensar? —le pregunté intrigada.
—La fiesta es en su casa, quiere presentarme a su familia y amistades. —dijo dudando.
—¿Y eso que tiene de malo? —le pregunté.
—Siento como que esto va muy rápido, nos conocemos solamente hace una semana y te recuerdo que me acosté con él el día que lo conocí, yo no soy así, no me siento preparada para conocer a su familia tan rápido. —dijo poniendo la cabeza entre sus manos.
—Tú lo quieres. —Lizzy levantó la cabeza levemente y me miró de reojo.
—Sí, creo que sí. —contestó mirándome fijamente con sus ojos azules.
Esta era la primera vez que la veía dudar en una relación, ella no era así, era muy segura de sí misma. Al parecer esta relación era completamente diferente a todas las demás que había ha tenido.
—Sé que soy la menos indicada para hablar de relaciones, pero tú misma me dijiste que sentías que él era el indicado, creo que deberías ir, si él quiere presentarte a su familia y amistades es porque te quiere también o al menos siente que eres importante para él. —le dije sinceramente mientras ella sonreía.
—¿Tú crees? —dijo ilusionada.
—Sí, creo que deberías ir. —le contesté mientras me levantaba del sofá.
—Entonces voy a llamarlo y decirle que me recoja. —dijo muy emocionada levantándose del sofá.
— ¿Es hoy? —le pregunté frunciendo el ceño.
—Sí. —dijo marcándole a Nathan y alejándose de mí.
Fui hacia mi habitación a cambiarme de ropa y unos minutos más tarde con una enorme sonrisa en su rostro Lizzy llegaba donde yo estaba.
—Veo que estás feliz. —dije sonriendo al verla contenta.
—Si, Nathan me recoge a las 7:30 pm.
— ¿Regresas? —pregunté enarcando una ceja.
—No lo sé, ya te enviaré un mensaje para que no te preocupes, voy a bañarme. —y salió dejándome sentada en la cama de mi habitación muy feliz por ella.
Recogí la maleta en la sala, la llevé a mi habitación y la dejé a un lado, no tenía muchas ganas de desempacar, lo haría en otro momento.
Fui hasta el balcón y abrí la puerta para que corriera el aire, tomé mi cuaderno de bocetos, el Ipod8 y me senté allí a hacer otro de tantos bocetos de las vistas de New York mientras escuchaba música. Media hora más tarde Lizzy entraba en mi habitación con la toalla envuelta en su cuerpo. Me saqué los audífonos en cuanto la vi entrar.
—Necesito ayuda, no sé que ponerme. —dijo preocupada.
—Creo que no soy la más indicada para eso. —le dije cerrando el cuaderno.
—No importa, necesito apoyo moral. —dijo mientras tiraba de mi hacia su habitación sin importarle siquiera que la puerta del balcón estuviera abierta.
Al entrar en su habitación me encontré con toda la ropa del armario sobre la cama, solo unas cuantas piezas continuaban en los percheros. Nunca había visto al Lizzy tan desesperada y mucho menos sin saber lo que iba a ponerse, ella siempre sabía lo que ponerse, excepto hoy. Me senté en la cama mientras Lizzy iba enseñándome toda la ropa y diciendo porque no se la podía poner.
—Esta es muy formal, muy informal, muy sexy, muy escotada, poco escotada. —y así iba pasando de pieza en pieza.
Una hora más tarde yo me encontraba recostada en su cama aún viendo a Lizzy sin saber que iba a ponerse, y yo estaba a punto de perder la paciencia.
—Lizzy, cual es el motivo de la fiesta. —le pregunté ya mareada por tanta ropa de último diseño a mi alrededor.
—Iban a celebrar alguna inversión, o eso entendí. —me dijo sentándose en la cama agotada.
—Ok, entonces porque no te pones el vestido rojo que está aún en el armario, que no es ni muy informal, ni muy escotado, ni muy sexy. —le dije sonriendo.
—Me gusta mucho ese vestido. —dijo ella mientras llegaba donde estaba en el armario y lo sacaba.
Se lo puso y se paró frente al espejo de cuerpo completo a mirar cómo le quedaba.
—Dejarás a Nathan con la boca abierta, ya verás. —le dije emocionada.
—Ves que, si eras de utilidad, me quedo con este. —dijo sonriendo.
—Entonces ya me puedo ir. —le pregunté mientras me levantaba de la cama.
—Si ya, gracias. —y diciendo esto salí de su habitación regresando a mi Ipod y a mi boceto.
Cerca de las 6:45pm, decidí bañarme y al salir del baño fui hacia la cocina para preparar algo de cenar. Estaba en los preparativos de la cena cuando tocaron el timbre.
—Yo voy. —le grité a Lizzy desde la cocina mientras me dirigía a la puerta.
—Si es Nathan dile que ya salgo. —contestó desde la habitación.
Abrí la puerta y frente a esta con una enorme sonrisa en su rostro y vestido con unos jeans oscuros, camisa blanca y americana negra se encontraba Nathan. Pareció algo sorprendido cuando me vio allí a mí en lugar de Lizzy.
—Hola Amy. ¿Cuándo llegaste? —preguntó asombrado al parecer no esperaba encontrarme allí.
—En la tarde, decidí regresar temprano en lugar de la noche. —contesté muy sonriente.
—Lizzy no me había dicho que regresabas temprano, sino te hubiera invitado también a la fiesta. —dijo apenado.
—No te preocupes, además estoy exhausta.
—Lizzy está. —preguntó mirando hacia el interior por encima de mis hombros.
—Si pasa, está terminando de arreglarse. —le dije abriendo la puerta e invitándolo a entrar.
Nathan entró y se quedó de pie mientras esperaba por Lizzy.
—Voy a avisarle que estás aquí. —dije caminando hacia su habitación.
—No es necesario Amy ya salgo. —dijo ella saliendo de la habitación y caminando hasta Nathan.
Nathan no decía nada simplemente miraba a Lizzy de arriba abajo mientras continuaba con la boca abierta. Lizzy llegó donde él estaba y le sonrió.
—Tenias razón Amy, se quedó con la boca abierta. —me dijo Lizzy riendo mientras Nathan cerraba la boca rápidamente y reía también.
—Te queda muy hermoso ese vestido. —dijo sonriendo y tomándola por la cintura.
—Gracias, nos vamos cuando quieras. —le dijo Lizzy a Nathan mientras este le daba un ligero beso en la mejilla para no correrle el creyón de labios.
—Pues vamos. —dijo Nathan mientras abría la puerta.
—Ya te avisaré si me quedo. —me dijo Lizzy llegando a la puerta.
—Amy, no te preocupes por Lizzy que yo la cuido. —dijo apretándola más contra sí.
—Si eso lo sé.
—Y no te preocupes, no regresamos hoy. —dijo mientras Lizzy lo miraba sorprendida.
—Ok, entonces duermo tranquila, que se diviertan. —contesté sonriendo.
—La próxima vendrás con nosotros, es una promesa. —dijo Nathan apuntándome con un dedo.
—Está bien, chao. —dije mientras ellos salían del apartamento cerrando la puerta detrás.
Fui hacia la cocina y terminé de preparar la cena que consistía en unos macarrones con salsa, queso cheddar y albóndigas. Me senté a cenar mientras veía la película Warm Bodies. La película terminó y yo ya estaba casi dormida, apagué la TV y me fui hacia la cama. Puse la alarma en él despertador y en cuanto mi cabeza tocó la almohada me quedé rendida.
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Espero le haya gustado el capítulo. En el próximo conocerán al supervisor. No olviden dejar sus votos y comentarios si les ha gustado.
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