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Capítulo 38

Es viernes por la noche, han transcurrido dos semanas ya desde que hemos regresado a casa. Nathan ha venido a cenar con nosotras y por supuesto Christopher estaba también. Me estaba contando algo sobre un yate y no aguanté más.

—Por favor deja de hablar. —le pedí mientras todos me miraban. —Lizzy necesito hablar a solas con Christopher. —le pedí y ella tomó a Nathan de la mano mientras se dirigían a la puerta y la cerraba detrás de ella al salir.

Christopher me miraba sorprendido preguntándose a que se debía mi arrebato.

—Se que quieres lograr que te recuerde, pero esto solo hace que comience a odiarte cada día un poco más. No te conozco, y por más que lo intento, no logro recordar nada de ti. Todos los días continúas viniendo y aunque no intentas hacer que te recuerde, verte solo hace que me sienta peor.

—Amelia, no sabía que te sentías así, lo siento. —dijo llegando donde yo estaba y tratando de tomar mis manos entre las suyas.

—Creo que lo mejor será que no continúes viniendo. —le dije apartando mi mano antes que las tocara.

—Pero...—lo interrumpí.

—Creo que será lo mejor para ambos. —le dije mientras él muy serio se levantaba de mi lado y caminaba rumbo a la puerta.

—Muy bien, si así lo deseas, no te molestaré más. —dijo abriendo la puerta, pero antes de salir se giró hacia mí. —Si recuerdas mi nombre o algo de lo que hemos pasado juntos, llámame, Lizzy o Nathan te darán mi número. —dijo mientras salía por la puerta cerrándola detrás de él.

Unos minutos más tarde Lizzy y Nathan entraban y ambos se quedaron mirándome intrigados.

— ¿Qué sucedió? —preguntó Lizzy sentándose a mi lado.

—Lo siento mucho, se que todos intentan que yo recuerde a Christopher, pero no lo soporto más. No sabes lo que es verlo todos los días y preguntarme que es lo que tenemos él y yo en común. Verlo aquí solamente hace que me duela la cabeza, le pedí que dejara de venir. —le dije mientras ella me miraba fijamente.

—Sí, creo que eso es lo mejor. —me dijo dudando por un momento y mientras miraba brevemente a Nathan.

—Sí, eso será lo mejor. —le contesté mientras le sonreía levemente.

Y así comenzaron a transcurrir los días nuevamente. Christopher no regresó más por el apartamento y se lo agradecí. Me sentía mucho mejor de esta forma. Sabía que él llamaba para saber de mí, lo sabía porque cuando Lizzy contestaba el teléfono se quedaba mirando hacia mí. Así pasaron dos semanas y al fin me quitaron la escayola. Estuve dos semanas más en rehabilitación hasta que me dieron de alta.

Hoy era domingo, ya mañana comenzaba a trabajar nuevamente. No veo la hora de salir del apartamento y caminar nuevamente por central park respirando y disfrutando del aire fresco. Ahora tengo un motivo diferente para ir caminando. Mi auto ha quedado destrozado en el accidente, al igual que mi teléfono.

Al menos el cuaderno de bocetos no se había estropeado tanto al estar metido en un sobre plástico, aunque no lo he abierto desde el accidente, la verdad es que no tengo muchas ganas de dibujar. Me recosté en la cama y tras poner el despertador en hora recosté mi cabeza en la almohada y me quedé dormida al instante.

Es extraño que me despertara sin haber sonado el despertador. Cuando miré hacia la mesita de noche el reloj marcaba cerca de las 7:30 am.

¡Mierda!

¡No otra vez! ¡Porqué ese despertador me hace esto! Me levanté de la cama y pasé rápidamente por el baño, bueno tan rápido como me permitía mi pierna. Aún no está al ciento por ciento de mi capacidad. Salí del baño y pasé por la nevera de donde cogí un yogurt.

—Lizzy me voy, se me hizo tarde. —grité un minuto antes de salir por la puerta del apartamento y llamar el ascensor que llegó rápidamente.

Cinco minutos más tarde me encontraba parando un taxi frente al apartamento. Me bajé del taxi 15 minutos más tarde y caminé lo más rápido que pude. Me había recuperado bien, pero aún no podía correr. Saludé en la entrada y me dirigí rumbo al ascensor que me llevó rápidamente al sótano. Tras abrirse las puertas me dirigí hacia donde se encontraba Molly y Ben.

— ¿Cómo te encuentras?

— ¿Estás bien? —me preguntaron ambos mirándome preocupados.

—Estoy bien, solo que se me hizo un poco tarde. —dije mientras miraba brevemente hacia la oficina del supervisor donde las ventanas se encontraban cerradas.

No otra vez no. Si hay algo que recuerdo perfectamente es lo que me había contado Molly acerca del supervisor y de lo estricto que era con los horarios.

—Será mejor que vaya a explicarle porque llegué tarde. —dije mientras ellos me miraban sin decir nada mientras yo me dirigía rumbo a la oficina.

Toqué a la puerta y tras escuchar una voz pidiéndome que entrara hice girar el pomo de la puerta abriéndola y entrando en la oficina con la cabeza gacha.

—Disculpe Sr. Randall. —dije mientras cerraba la puerta detrás de mi aún mirándome los pies.

—Buenos días Amelia. —y fue entonces cuando levanté la vista.

Christopher se encontraba sentado detrás del escritorio y me miraba fijamente. Había pasado mucho tiempo desde que lo vi por ultima vez, pero continuaba luciendo exactamente como yo lo recordaba. Trae puesta una camisa blanca y una americana negra, sin corbata. Pero algo continua sin tener sentido. ¿Qué hace el aquí?

— ¡Tú! —fue lo único que se me ocurrió decir mientras el continuaba mirándome fijamente.

—Veo que a Lizzy se le olvidó decírtelo. —dijo pasándose una mano por el pelo.

— ¿Decirme que?

—No es obvio. Que soy tu jefe. —dijo mientras yo me quedaba mirándolo embobada.

—En realidad no recuerdo nada aún. —le expliqué.

—Sí, ya veo. Pero esta situación me resulta familiar. —dijo el levemente sonriendo.

—Eso sí lo recuerdo. —le contesté mientras él me miraba asombrado y esperanzado. —Recuerdo llegar tarde el primer día de trabajo, pero no recuerdo nada más. —le contesté mientras él me miraba decepcionado.

—Pero siéntate, así me explicas mejor porque llegaste tarde. —me dijo señalando una butaca frente a su escritorio.

—Llegué tarde porque el despertador no sonó. —le dije mientras me sentaba y él se echaba a reír. —Siento que esto te dé mucha gracia, pero la verdad es que a mí no me causa ninguna, no me gusta llegar tarde y mucho menos que me regañen. —le dije mientras yo lo miraba fijamente y el intentaba dejar de reír.

—Lo siento, no fue mi intención, es que esto ya ocurrió una vez, aunque tú no lo recuerdes. Solo que ahora me parece más gracioso que la última vez. —contestó aún riendo y haciéndome reír a mí también.

Nos reímos por un rato hasta que él se me quedó mirando fijamente.

—Extrañaba mucho verte sonreír. —me dijo mientras yo apartaba la vista de su perturbadora mirada gris.

— ¿Entonces me regañarás? —le pregunté mientras él se ponía serio nuevamente.

—No, no te voy a regañar. —me contestó mientras yo respiraba aliviada.

—Gracias. —le contesté sinceramente.

—Puedes regresar al trabajo. — me dijo mientras yo asentía y me levantaba de la butaca dirigiéndome hacia la puerta y saliendo de allí.

Y entonces comenzaron a rondarme cientos de interrogantes por mi mente. ¿Cómo era la relación que teníamos? ¿Cómo había llegado a enamorarme de él? Imagino que lo estaba, aunque no lo recuerde ¿Qué podía hacer para recordar todo?

A pesar de no recordar nada de él, cada vez que estoy en su presencia me pone nerviosa y no sé por qué. Su penetrante mirada de un profundo gris me perturba. Tengo que lograr apartarlo de mi mente y no forzar las cosas para intentar, aunque sea recordar algo de él. Sonreí para mis adentros mientras negaba con la cabeza. Es algo totalmente ilógico querer sacarlo de mi mente para no pensar en él, solo para tratar de recordarlo más tarde.

Al mediodía salí a almorzar con Molly y Ben. Pero creo que no debí haber caminado tanto. La pierna me está doliendo un poco, creo que regresaré a casa en taxi. Salíamos riéndonos del ascensor y se me ocurrió mirar hacia la oficina de Christopher y este me hizo señas de que fuera allí.

Me dirigí hacia su oficina tratando de no apoyarme mucho en el pie. El solo hecho de salir a almorzar al parecer había sido suficiente por hoy. Toqué en su oficina antes de entrar y después pasé cerrando la puerta tras de mí. Christopher se me quedó mirando fijamente antes de ofrecerme asiento.

—Siéntate por favor. —caminé tratando de que no notara que me dolía la pierna y me senté frente a él.

—Tú dirás.

— ¿En qué viniste hoy? —me preguntó mientras yo lo miraba extrañada.

—Caminando. —le contesté mientras él me miraba fijamente.

— ¿Piensas regresar caminando?

—Tal vez, no lo sé. Quizás tome un taxi. —le contesté mientras el continuaba sin apartar la mirada de mí.

— ¿Te duele mucho la pierna?

— ¿Cómo sabes que me duele la pierna? —inquirí con curiosidad

—Te he estado observando. ¿Por qué no dijiste nada?

—No me dolía mucho. —respondí mientras é continuaba mirándome muy serio.

—Cuando terminemos, te voy a llevar a tu casa. — me dijo mientras yo lo miraba asombrada y estupefacta.

—No tienes que molestarte. — le pedí tratando de evitar que me llevara a casa.

—No es ninguna molestia, por favor, insisto, quiero asegurarme de que llegues bien a casa. —me dijo mientras me miraba tiernamente.

Y por un momento le sostuve la mirada y no pude negarme a su petición, no cuando me miraba de esa forma que hacía que mi corazón se acelerara en mi pecho. Su manera de mirarme hacía que me pusiera nerviosa y no lo entiendo.

Llegaron las 5:30 pm y después de despedirme de de Molly y Ben explicándoles que Christopher me iba a llevar fui hacia su oficina.

—Nos podemos marchar cuando quieras. —le dije abriendo la puerta de su oficina.

No sabía porque había aceptado su oferta de llevarme a casa, pero es mi jefe y no quiero desafiarlo.

—Vamos entonces. —dijo levantándose de su silla y saliendo de la oficina.

Bajé con mucho cuidado las escaleras de la entrada del museo y de allí nos dirigimos hacia su auto. Me quedé literalmente con la boca abierta al verlo. Christopher me abrió la puerta y después de yo subir dio la vuelta al auto y se montó él. El viaje a mi apartamento fue rápido y al parquear el auto se giró hacia mí.

—Espera que te abro la puerta. —dijo saliendo del auto y dando la vuelta.

Llegó a mi lado y abrió la puerta ofreciéndome su mano para salir. Por un momento lo pensé, pero al final decidí tomar su mano para bajar del auto así no forzaba mucho la pierna.

Y en cuanto mi mano tocó la suya, algo extraño sucedió. Lo primero fue la descarga eléctrica que recorrió mi cuerpo en cuanto nuestras manos se tocaron, pero lo más extraño vino después. En ese momento en que nos tocamos me quedé congelada parada frente a él aún sosteniendo su mano y por mi mente comenzaron a pasar imágenes de nosotros dos, ocasiones en que él me había dado la mano. La primera imagen fue ayudándome a levantar del suelo tras haberme caído al chocar con él. Y la última que vi fue nuestras manos entrelazadas mientras caminábamos de noche hacia la casa de mis padres. No sé cuánto tiempo ha estado sosteniendo su mano, pero la solté rápidamente y perdí el equilibrio, pero no me caí. Christopher rápidamente me sujetó con ambas manos. Me le quedé mirando preguntándome que había sido todo eso. Christopher me miraba extrañado.

— ¿Estás bien?

— ¿Qué fue eso? —le pregunté mientras él me miraba preocupado.

— ¿Qué cosa? ¿Qué sucedió? —me preguntó intrigado.

—No lo sé, creo que recordé algunas cosas. —le dije mientras él me miraba ahora con curiosidad.

— ¿Qué recordaste? —me preguntó intrigado.

—Solo algunos flashes de nosotros tomados de las manos. —le contesté resumiendo lo que había recordado.

— ¿Nada más?

—No, lo siento.

—Al menos es un comienzo. —dijo mientras me soltaba.

—Gracias por traerme.

— ¿Te puedo recoger mañana? —me pidió mirándome fijamente.

—No lo sé, no creo que sea buena idea.

—No quiero que vayas caminando al trabajo, al menos déjame hacer esto por ti, solo así me aseguro que no fuerces la pierna. —me dijo mientras yo lo miraba brevemente sin saber que contestar.

Sabía que no era una buena idea, pero me dolía un poco la pierna y no quería caminar, mucho menos estar cogiendo taxi todos los días. Además, había recordado algo, que, aunque no era mucho me mostró muchas cosas. Me mostró su forma de mirarme, de sonreírme cuando rozaba la palma de mi mano o cuando entrelazaba sus dedos con los míos. Me hizo sentir que nuestra relación había sido profunda. La mirada de él en esos recuerdos parecía de amor.

—Está bien. —acepté y por un momento el me sonrió de la misma forma que lo hacía en los breves recuerdos que acababa de recuperar.

Nos despedimos y subí hacia mi apartamento. Lizzy estaba en la cocina preparando la cena y se giró en cuanto sintió la puerta cerrarse.

—Ya estás aquí, te fuiste tan rápido en la mañana que no me diste tiempo a decirte algo.

—No te molestes, si es que Christopher es mi jefe, ya lo sé. —le dije mientras me sentaba en una banqueta.

— ¿Y cómo te fue?

—Bien. —le contesté mientras sonreía brevemente.

—Estás contenta o son ideas mías. —dijo mientras me miraba entrecerrando los ojos.

—No vas a creer lo que sucedió. —le conté mientras ella dejaba la cena y prestaba toda su atención hacia mí.

—Cuéntamelo todo.

—Christopher me trajo, me dolía un poco la pierna. —le expliqué mientras ella me miraba un poco extrañada.

—No sabía que te dolía.

—No lo hacía, comenzó a dolerme un poco al regresar del almuerzo.

—Pensé que no querías saber de Christopher.

—El insistió en traerme al notar que me dolía el pie.

—Muy amable de su parte.

—Sí, muy amable. En fin, lo más extraño sucedió cuando él me ayudó a bajar del auto.

— ¿Qué sucedió? —preguntó intrigada con mucha curiosidad.

—Cuando tomé su mano para bajar del auto recordé algunas cosas.

— ¿¡Que recordaste!? —preguntó entusiasmada.

—No mucho, solo algunos recuerdos de él ayudándome a levantarme del suelo, o tomando mi mano, ahora que lo pienso, todos los recuerdos son de él tomando mis manos. —le dije tras pensarlo un poco.

—Qué extraño, pero cuanto me alegro por ti, al menos es un comienzo. —me dijo mientras se giraba hacia la cocina nuevamente.

—¿Te ayudo en algo ahí? —le dije mientras me levantaba de la banqueta.

—No, ve a descansar el pie. —me dijo mirándome fijamente y señalándome con el dedo.

—De acuerdo. —y no se me ocurrió discutir.

Me dirigí hacia mi habitación y después hacia el baño donde me di una rápida y relajante ducha. Me recosté en la cama un rato mientras escuchaba música y salí de la habitación al cabo de una hora. Al salir hacia la sala, Lizzy estaba allí y con ella Nathan. Casi todas las noches cenábamos juntos los tres. Eso se había convertido en una rutina.

A la mañana siguiente cuando salí del apartamento me encontré con Christopher esperándome en el auto. Me abrió la puerta y condujo rumbo al museo. Esto también se convirtió en una rutina. Todos los días me esperaba en la mañana y me traía en la tarde. Así pasó una semana y la verdad que mi pierna se lo agradeció. El domingo me levanté temprano y salí a caminar por central park. La pierna no me dolió, llegué hasta el museo y regresé. Esto al menos es algo. Y aunque ya me he acostumbrado a Christopher esperándome todos los días, me gustaba más ir caminando al trabajo. Regresé al apartamento y me encontré con Lizzy que se quedó mirándome extrañada.

— ¿Qué haces despierta tan temprano?

—Fui a caminar un poco, llegué hasta el museo y regresé, y no me dolió la pierna. —le dije muy animada y ella sonrió junto conmigo.

—Cuanto me alegro, hay que celebrarlo.

—No me gustan tus celebraciones. —le dije enarcando una ceja.

—Pero esta te gustará, vamos a ir a un club que ya conoces muy bien.

En la noche nos montamos en el auto de Lizzy y nos dirigimos hacia el club nocturno que no era otro que el mismo al que habíamos ido a celebrar nuestra graduación. Al igual que aquella vez, Nathan se encontró con nosotros y nos entró. El club continuaba siendo ruidoso y las luces te cegaban por momentos, mientras la temperatura iba subiendo poco a poco. Nathan nos condujo hacia los VIP y después se despidió de nosotras.

—Nos vemos más tarde, tengo que atender unos asuntos por aquí. —dijo por encima de la música y después de darle un beso a Lizzy y traernos una jarra de margarita se fue.

Nos quedamos un rato allí, bebiendo y disfrutando de la música hasta que Lizzy se me quedó mirando fijamente.

—Vamos a bailar. —dijo mientras ambas nos levantábamos y nos dirigíamos hacia la pista.

Hacía calor y las luces hacían que se sintiera mucho más. A medida que bailábamos la temperatura iba en ascenso. Y entre cada canción íbamos por otra margarita o una cerveza. Solo debo recordar no beber tanto. Llevábamos un rato bailando, habíamos regresado a la mesa a descansar un rato y a refrescarnos con una cerveza cuando Nathan regresó donde estábamos nosotras, pero no estaba solo.

—Espero que no les moleste más compañía. —dijo mientras yo miraba a Christopher a su lado.

Viste con una camisa blanca con los dos botones superiores desabrochados, unos jeans ajustados y unas converse negras. Su cabello cae sobre su rostro mientras mostraba una deslumbrante sonrisa. Y como me sucede siempre que lo veo, mi respiración comenzó a acelerarse. Tengo que admitir lo obvio, luce jodidamente sexy vestido de esa forma y sonriendo de esa forma tan arrebatadora que seguro hace a todas las mujeres derretirse. Christopher está buenísimo y con esa camisa blanca ajustada me hace pensar en cómo lucirá sin ella puesta. Creo que el alcohol ya está comenzando a afectar mis sentidos. Tengo que apartar esos pensamientos de mi mente. Christopher es mi jefe, no lo creo correcto. Aunque sé que estuvimos juntos, para mí es como si lo estuviera conociendo.

—Vamos a bailar, necesito despejar mi mente. —le gritó Nathan a Lizzy mientras la arrastraba hacia la pista de baile.

Christopher se sentó a mi lado y por un rato nos quedamos allí sin ninguno decir nada en absoluto.

— ¿Quieres bailar? —me preguntó haciendo que me girara hacia él.

Me miraba muy sonriente mientras se encontraba de pie a mi lado ofreciéndome su mano. Y no lo pensé. Quería tocar su mano nuevamente y ver si volvía a suceder lo mismo. Pero nada. Al tomar su mano me recorrió la familiar corriente eléctrica, pero nada más, ningún recuerdo. Me llevó hacia la pista y bailamos al ritmo de la música electrónica.

Era tarde cuando salíamos del club y para nuestra sorpresa, al salir estaba lloviendo. Nos paramos debajo del toldo de la entrada del club mientras esperábamos que la lluvia amainara un poco ya que era muy intensa. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al soplar un poco de aire frío.

— ¿Tienes frío? —me preguntó Christopher a mi lado.

Y antes de responderle estaba pasando el brazo sobre mis hombros y pegándome más a su cuerpo. Y yo por más que lo intenté no pude resistirme. Su cuerpo era cálido y yo me sentí a gusto allí. El agua continuaba cayendo fuertemente, al parecer no dejaría de llover en toda la noche.

—Será mejor ir por los autos. —dijo Nathan mientras le tendía la mano a Lizzy para que le diera las llaves.

Tras ella dársela Nathan y Christopher salieron corriendo bajo la lluvia en busca de los autos.

—Se que es mucho pedir, pero puedes regresar con Christopher. —me pidió Lizzy cuando ellos se marcharon.

Y no lo pensé mucho. No podía negarme a su petición. Ella había hecho tanto por mí desde el accidente, que casi no había tenido tiempo a solas con Nathan. Así que lo más justo sería complacerla.

—No hay problema ninguno Lizzy. —le dije mientras ella me abrazaba feliz.

En eso llegaron los autos y tras despedirme de Lizzy salí corriendo rumbo al auto de Christopher. En cuanto entré en este, él se me quedó mirando sorprendido por mi presencia.

— ¿Te molestaría llevarme a casa? —le pedí mientras el levemente sonreía.

—No, en lo absoluto. — dijo mientras aceleraba el auto rumbo a mi apartamento.


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Este capítulo está dedicado a joselinmorgenstern

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Espero les haya gustado el capítulo.
¿Creen que ella recupere sus recuerdo de Christopher?

Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto. Xoxo🐦⭐

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