Capítulo 37
El sol calentaba mi piel mientras me encontraba recostada en una tumbona. Tenía mis gafas de sol puestas mientras sonreía tontamente. Me levanté y comencé a caminar por la arena, aunque siempre terminaba en el mismo lugar. Estaba en una isla desierta y no había ni remotamente ninguna otra cerca.
Ya estaba cansada de caminar tanto yo sola, necesitaba algo de compañía. Volví a acostarme en la tumbona y miré hacia lo lejos. Entonces vi una silueta. Me senté y me quité las gafas para mirar bien y mis ojos no me engañaban, alguien venía caminando por la arena. Me levanté rápidamente y comencé a caminar hacía esa persona. A medida que me acercaba más, podía percatarme de que era un hombre el que venía caminando, aunque no distinguía su rostro.
Entonces cuando estaba llegando desapareció de mi vista. Delante de mí solamente había arena y mar. Sentí a alguien detrás de mí, pero no me dio tiempo a girarme, en ese momento cubrió mis ojos con una cinta negra evitando que lo viera. Levanté las manos hacia la cinta que vendaba mis ojos y se sentía como satén.
Entonces sentí sus manos deslizándose por mi cuello, apartando el cabello hacia un lado para darme un beso, sus manos continuaron explorando mi cuerpo deslizándose esta vez hacia mis caderas. En ningún momento habló, pero el roce de sus manos sobre mi piel se sentía tan familiar que no me resistí. En un rápido movimiento me giró y sentí nuevamente sus labios por mi cuello, subiendo lentamente hasta llegar a los míos. Subí las manos hacia sus hombros mientras entreabría mis labios para intensificar el beso. Sus labios eran cálidos, me besaba presuroso, invadiendo mi boca con su lengua, mientras con sus manos me apretaba por la cintura contra su cuerpo que estaba completamente desnudo.
Podía sentir el calor de su cuerpo quemando contra el mío. Sus manos bajaron hasta mis nalgas y me cargó hasta acostarme. Pero no estaba en la tumbona. Se sentía diferente, más suave, más espacioso, como una cama. Sus manos se deslizaban por mi cuerpo lentamente mientras sentía su peso sobre mí y sus labios devoraban una vez más los míos para después bajar por mi cuello.
Y entonces no sentí nada más, ni sus cálidas manos rozando mi piel, ni sus labios encendiendo mi cuerpo lentamente. Me senté y subí mis manos para desatar la cinta que me cubría los ojos. En efecto era de satén negra. Miré en todas direcciones, pero estaba sola una vez más. A mi alrededor solamente había arbustos mar y arena. Me acosté en la cama y entonces todo se volvió oscuro antes de comenzar a aclarar con una luz cegadora. Entrecerré los ojos y después comencé a abrirlos lentamente a medida que la luz se hacía más tolerable.
— ¡Amelia! ¡Me escuchas! —alguien me llamaba por mi nombre, pero solamente veía una silueta a mi lado, la luz no me dejaba ver bien quién era.
Me dolía mucho la cabeza y también una pierna, en realidad me dolía todo el cuerpo. Poco a poco la luz fue desapareciendo. Estaba acostada y pude ver mejor a alguien parado a mi lado.
—Tuviste un accidente, te encuentras en el hospital. —cuando mis ojos lograron enfocarse pude ver a un doctor parado a mi lado.
¿Accidente? No recordaba ningún accidente, solamente recordaba venir conduciendo por la carretera después de salir de casa de mis padres.
—Dime si puedes escucharme. —me dijo mientras yo miraba brevemente a mi alrededor antes de contestarle.
—Sí. —respondí mientras lo miraba fijamente, pero aún no podía enfocarlo bien.
—Estábamos preocupados por ti, estuviste inconsciente un día completo. ¿Sabes qué día de la semana es hoy? —me preguntó mientras pude ver que sostenía una planilla en una mano y en la otra un bolígrafo para tomar nota de lo que yo le diría.
—Lunes. —le contesté después de pensarlo un poco.
—Bien, ahora dime la fecha y el año. —me pidió mientras anotaba algo en la planilla.
—17 de junio de 2013. —respondí mientras el médico sonreía y apuntaba en la planilla.
—Muy bien. Seguro te estarás preguntando a que vienen tantas preguntas. Te diste un fuerte golpe en la cabeza, tienes unas puntadas en la frente. —me dijo mientras yo subía mi mano hacia la frente que la tenía vendada. —Pero no te preocupes no te quedará marca. También tienes una fractura en la pierna derecha. Ahora unas cuantas preguntas más y podrás ver a tu familia. —me dijo mientras volvía su atención nuevamente a la planilla en sus manos. —Dime tu nombre completo.
—Amelia Jamie Hart. —le contesté sonriéndole.
— ¿Fecha y lugar de nacimiento?
—9 de junio de 1991, Newark, New Jersey.
— ¿Nombre de tus padres?
—Elizabeth y John.
—Muy bien, al parecer tu memoria está bien, no tienes ningún problema —me dijo y eso llamó mi atención.
— ¿Por qué debería haber algún problema? —le pregunté mientras el médico se me quedaba mirando.
—Tuviste una pequeña contusión, hay una pequeña área de tu cerebro inflamada. Teníamos miedo que hubiera afectado tu memoria. Pero tanto la memoria a corto como a largo plazo están bien, así que no hay problema ninguno. —dijo mientras me sonreía amablemente. —Ahora puedes ver a tu familia. —dijo mientras se dirigía hacia la puerta y salía de la habitación.
Unos minutos más tarde entraron mis padres viniendo cada uno por un lado de la cama.
—Hija nos tenías muy preocupados. —dijo mi madre mientras se le salían las lagrimas al tomar mi mano entre las suyas y sentarse en un lado de mi cama.
—Nos has dado tremendo susto. —dijo mi padre sentándose al otro lado de la cama.
—No fue mi intensión. —les dije mirándolos a ambos alternadamente.
— ¿Qué fue lo que sucedió? —preguntó mi madre preocupada.
—No lo recuerdo bien, tengo un enorme espacio en blanco, solo recuerdo que venía conduciendo por la autopista, y después despertar aquí en el hospital. —les conté mientras me movía un poco en la cama para sentarme.
—Con cuidado. —papá me ayudó a sentarme en la cama.
—Hay varias personas afuera esperando ansiosas para verte. —dijo mamá mientras se levantaba de la cama junto a mi padre. —No podemos estar todos aquí adentro así que saldremos para que los veas y después regresamos. —dijo mientras me acomodaba un mechón de pelo detrás de la oreja y me sonreía.
Salieron de la habitación y al poco rato entró Lizzy corriendo hasta llegar donde yo estaba.
—Amy no sabes lo preocupados que nos tenías. —dijo mientras se sentaba a mi lado y me abrazaba.
— ¡Auch! —me quejé por su fuerte abrazo, me dolía todo.
—Lo siento, es que estoy emocionada. —dijo disculpándose.
Entonces me percaté que había alguien más en la habitación aparte de nosotras, aunque se encontraba parado casi en la puerta, un poco alejado de nosotras y sonreía hacia mí como si me conociera.
— ¿Quién es tu nuevo amigo? No me digas que te peleaste de Nathan. —le dije mientras ella miraba confundida hacia la puerta y después volvía a mirarme nuevamente a mí.
—Christopher, y no, no me he peleado de Nathan. ¿No te acuerdas de él? —me preguntó con preocupación y pude ver como el rostro de aquel extraño rápidamente se puso serio.
— ¿Debería acordarme de él? —le pregunté mientras los miraba fijamente y él se acercaba más hacia nosotros luciendo muy serio.
— ¡Amelia! —dijo llegando a mi lado. — ¿No te acuerdas de mí? —dijo pasándose una mano por el pelo nervioso.
—No. —contesté mientras él se giraba y salía rápidamente de la habitación dejándome ahora más confundida.
— ¿Sucede algo? —le pregunté a Lizzy que ahora me miraba con miedo en su mirada.
— ¿No recuerdas nada de él? —me preguntó una vez más.
—No. ¿Me dirás porque debería acordarme de él?
—Ese que acaba de salir por la puerta y del que no recuerdas nada, es tu novio. —me dijo mientras yo trataba de recordar algo de él, pero nada.
—Lo siento, no recuerdo nada. —dije mientras pasaba una mano por mi frente, me dolía un poco la cabeza.
La puerta se abrió en ese momento y por ella entró el doctor seguido de mis padres y mi supuesto novio del que no recordaba nada.
— ¿Qué sucede? —preguntó mi madre agarrada del brazo de mi padre.
—Por lo que me han contado no recuerdas ciertas cosas, todo parece indicar que el accidente te afectó la memoria.
—Sí, pero porque del único que no se acuerda es de mí. —preguntó frustrado, como era que se llamaba, ah sí, Christopher.
—Eso es un misterio. —dijo el médico mirándome fijamente. — ¿Te duele la cabeza? —me preguntó mientras yo dejaba de frotarme la sien.
—Sí, un poco. —le contesté sinceramente.
—Deberíamos dejarla descansar un rato, ha sido demasiado esfuerzo por un día. —dijo el médico mientras todos comenzaban a caminar rumbo a la puerta.
— ¿Recuperará la memoria en algún momento? —preguntó Lizzy antes de separarse de mi lado.
—No lo sé, solo el tiempo lo dirá, hay que esperar a que baje la inflamación y ver qué sucede. Por el momento recomiendo no forzar su memoria y dejar que se cure con el tiempo.
— ¿Qué quiere decir con no forzar su memoria? —preguntó Christopher mientras miraba brevemente hacia mí.
—Tendrás que darle tiempo Christopher. —le contestó Lizzy mientras ambos se dirigían hacia la puerta y abandonaban la habitación.
—Lo intentaré. —fue lo último que escuché que dijo antes de sonreírme levemente desde la puerta y salir de la habitación.
Después de salir todos de la habitación, entró nuevamente el médico esta vez con dos detectives los cuales me interrogaron acerca del accidente. Pero yo no recordaba nada, absolutamente nada y después del médico explicarles como yo me encontraba salieron de la habitación pidiéndome que si recordaba algo los llamara.
Estuve una semana ingresada. Lizzy venía a verme todos los días y en varias ocasiones lo hacía con Nathan. Christopher no se fue en ningún momento, estuvo todo el tiempo conmigo. Era extraño no recordar nada de él. Le estuve preguntando varias cosas sobre mí y me di cuenta que me conocía muy bien. Según Lizzy prácticamente vivíamos juntos. Cuando me dieron de alta, Lizzy prometió no apartarse ni un momento de mí lado hasta que no me quitaran la escayola de la pierna. Mis padres al verme en buen cuidado prometieron venir a verme los fines de semana.
—Llegamos a casa. —dijo abriendo la puerta para que yo entrara.
—No tienes que quedarte conmigo todo el tiempo, creo que puedo estar un rato sola, puedes salir con Nathan si lo deseas.
—No digas ni una palabra más, te dije que no voy a apartarme de tu lado y así lo haré. —dijo mientras me miraba muy seria y yo sonreía.
—Está bien. —le contesté sentándome en el sofá.
Y así lentamente comenzaron a pasar los días. Molly y Ben regresaron de su luna de miel y en cuanto se enteraron del accidente vinieron a visitarme. Christopher continuaba viniendo todos los días. Me sentía agobiada ante su presencia, no lo conocía en lo absoluto por más que él me contara cosas, solamente lograba terminar con un fuerte dolor de cabeza.
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Este capítulo está dedicado a anyparima
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Espero les haya gustado el capítulo.
¿Se esperaban su pérdida de memoria?
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