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Capítulo 31

Al despertar me percaté de algo, Christopher estaba abrazado a mí, ambos completamente desnudos y no se había atado la noche anterior. Es extraño que con lo que ya ha sucedido en una ocasión no lo hubiéramos recordado. Sus manos se apretaron más a mí alrededor mientras comenzaba a dar besos por mi espalda desnuda y su miembro se presionaba contra mis nalgas.

— ¿No estás cansado? —le pregunté mientras lo sentía reír detrás de mí.

De ti, nunca. —dijo mientras continuaba con sus besos.

— ¿Entonces tienes planeado pasarnos todo el día en la cama? —le pregunté girándome hacia él.

—En realidad no, tengo otros planes. —dijo buscando su reloj en la mesita de noche. —Y al parecer tengo que hacer algunos reajustes en los horarios. —dijo mientras miraba la hora en el reloj y lo volvía a poner en la mesita.

— ¿Planes?

—Sí, no creerás que nos pasaremos tu cumpleaños aquí en la cama. —me dijo pegándose más a mí. —Por muy tentador que parece la idea en estos momentos. —me contestó sonriendo contra mis labios antes de darme un beso y salir de la cama.

Fuimos hacia el baño y nos dimos una rápida ducha de donde Christopher salió hacia el armario y yo me quedé sentada en la cama pensando que ropa me iba poner.

—No tengo ropa aquí. —le grité sentada en la cama en ropa interior.

—Creo que el vestido estará bien. —me contestó asomándose brevemente con unos jeans puestos aún sin abrochar.

Mi vestido estaba acomodado en una silla. Lo había recogido del suelo la mañana después de la boda.

— ¿Dónde quedaron los zapatos? —creía recordar que me los había quitado en el ascensor pero tal vez el los había recogido.

—Veamos si están donde los dejamos. —contestó mientras salía de la habitación sin zapatos y con una camisa blanca aún sin abrochar.

Regresó unos minutos más tarde con los zapatos de ambos en las manos y sonriendo.

—Es una de las ventajas de tener un ascensor privado. — dijo dándome mis zapatos y caminado rumbo al armario nuevamente.

Después de ponerme el vestido y los zapatos fui hacia el baño para acomodar un poco mi cabello. Al regresar me puse a buscar la cartera que no recordaba donde había dejado. La encontré en el suelo debajo de la cama. Saqué mi celular y tenía varias llamadas perdidas de Lizzy. También tenía dos mensajes, el primero era de Lizzy.

—"Imagino que te fuiste con Christopher así que no me preocupo más, nos vemos cuando regresen".

El segundo mensaje era de mis padres.

"Felicidades por tu cumpleaños, esperamos que lo estés pasando bien, un beso. Te quieren mamá y papá.

Qué extraño, Lizzy no se ha acordado de mi cumpleaños, aunque ni siquiera yo lo he hecho. Alcé la mirada del teléfono cuando Christopher salió del vestidor. Se había puesto una americana negra desabrochada y unos zapatos negros también. Traía los dos botones superiores de la camisa desabrochados, los jeans le quedaban perfectos, ajustados a su cuerpo. Lucía sexy e informal. Ahora me estaba preguntando qué era lo que había preparado para hoy.

—Ya te lo dije en una ocasión, pero te lo diré nuevamente. —dijo mientras se acercaba a mí. —Estás hermosa con ese vestido. —dijo llegando a mi lado y robándome un beso que terminó quitándome el aliento. —Ahora qué tal si vamos saliendo, no quiero tener que hacer más cambios. —dijo mientras entrelazaba sus dedos son los míos.

Esla primera vez que lo hace y al igual que en las incontables ocasiones en que sus dedos rozaban mi piel, una corriente comenzó a recorrer todo mi cuerpo. El viaje en el ascensor fue en silencio, solamente intercambiábamos una que otra mirada mientras lentamente descendíamos hasta el parqueo. Salimos del ascensor sonriéndonos uno al otro como dos tontos enamorados y nos montamos en el auto. Christopher arrancó y salimos del parqueo mientras él encendía el reproductor y comenzaba a sonar una música que al instante reconocí.

— ¿Lifehouse? —le pregunté con curiosidad.

No conocía mucho al grupo, solo algunas canciones como la que estábamos escuchando en ese momento en el auto.

—Sí. —me contestó sonriendo mientras se giraba brevemente hacia mí. —Me gusta mucho esta canción.

—¿Puedes subirle el volumen? —le pedí mientras él me sonreía.

—Por supuesto. —dijo mientras los acordes de You and Me inundaban el auto.

Condujo por la ciudad mientras el reproductor cambiaba de una canción a otra y llegábamos a la marina.

— ¿Vamos a salir en el yate? —le pregunté con curiosidad mientras bajaba del auto.

—Sí. —me contestó apretando brevemente mi mano mientras comenzábamos a caminar por el muelle.

El yate continuaba siendo tan espléndido como yo recordaba. Subimos y después de Christopher soltar las amarras me condujo hacia la cabina. Después de realizar unas comprobaciones y apretar botones, que no sabía para que eran, arrancó el yate con un leve zumbido del motor y suavemente fuimos saliendo del embarcadero.

Es increíble con la destreza que lo maneja y yo lo miro embobada sentada a su lado mientras el sonríe. Cerca de una hora más tarde y lejos de la ciudad detuvo el yate y se giró hacia mí sonriendo.

—Ahora, te tengo una sorpresa, cierra los ojos. —me pidió mientras yo obedientemente los cerraba.

Tomó mis manos entre las suyas y me levantó del asiento. Se paró detrás de mí y poniendo sus manos sobre las mías me condujo por el yate haciendo que subiera una escalera.

— ¿Falta mucho? —le pregunté con curiosidad, la verdad es que me tenía intrigada.

No me contestó. Un momento más tarde se detuvo. Imagino que estábamos en la cubierta superior ya que el aire del mar golpeaba contra mi rostro.

—Ya puedes abrir los ojos. —susurró en mi oído mientras me quitaba las manos y yo los abría.

Lo primero que vi fue el enorme cake frente a mí y después a Lizzy y Nathan parados al lado.

— ¡Felicidades! —gritaron los dos al mismo tiempo dejándome sorprendida y sin palabras.

La verdad es que no sabía que decir en ese momento. Me quedé mirando fijamente a Lizzy.

—Ya sabía yo que no te ibas a olvidar de mi cumpleaños. —le dije mientras ella me sonreía abrazada a Nathan.

—Nunca me olvidaría de tu cumpleaños. —dijo separándose de él y caminando hasta donde yo estaba para abrazarme fuertemente.

— ¿De quién fue la idea? —le pregunté intrigada enarcando una ceja.

—De Christopher, lleva planeándolo desde hace unos días. —dijo mientras yo me giraba hacia él que me miraba sonriendo.

—Así que has estado planeando esto todo este tiempo. —le pregunté mientras me acercaba donde él estaba.

—Desde que lo supe quise darte una sorpresa, aunque con los días, tuve que cambiar un poco los planes. —dijo acariciando mi rostro y envolviéndome en un abrazo antes de besarme.

—Dejen eso para más tarde. —nos regañó Nathan haciendo que nos separáramos y lo miráramos. —Amy puedes cortar el cake, tengo hambre. —dijo mientras todos reíamos.

Después de comer el pastel, Christopher preparó unos tragos y pasamos la mayor parte de la tarde haciendo cuentos de mi infancia y sobre cómo nos habíamos conocido cuando éramos niños. Yo no bebí mucho de los tragos preparados, sabía que si lo hacía terminaría sin recordar la mayor parte de mi cumpleaños y lo que más quería era recordarlo completamente. Lizzy y Nathan se reían estrepitosamente, mientras yo daba un sorbo a una soda que había sacado de la nevera. Christopher a mi lado me miraba con los ojos entrecerrados.

—Creo que va siendo hora de regresar. —dijo Christopher mientras miraba su reloj.

— ¿Qué más estás planeando? —le pregunté mientras él me sonreía y se acercaba a mi oído.

—Tengo planes hasta que amanezca. —dijo haciéndome estremecer antes de levantarse y salir con Nathan rumbo a la cabina.

— ¿Cómo has pasado tu cumpleaños? — me preguntó Lizzy sentándose a mi lado.

—Bueno hasta ahora va siendo el mejor de mi vida. —le respondí mientras sonreía como una idiota recordando el primer regalo de cumpleaños.

El yate comenzó a moverse. A cada rato nos acercábamos más a la costa y yo me ponía cada vez más nerviosa, no tengo ni idea de que ha preparado Christopher. Tan rápido como llegamos a la costa bajamos del yate y nos despedimos de Nathan y Lizzy. Cuando me percaté, ya estaba sentada en el asiento del copiloto del porshe de Christopher mientras este conducía hacia algún lugar de la ciudad.

— ¿Me dirás donde vamos? —le pregunté intrigada.

—Es una sorpresa. —me contestó mientras tomábamos el puente de Brooklyn y yo lo miraba mientras el sonreía. —No te lo diré por mucho que me insistas, tendrás que esperar. —me contestó mientras reía.

Y no tuve que esperar mucho. Tras bajar del puente condujo justo hacia la costa y aparcó el auto debajo del puente junto a The River Café. Estaba atardeciendo cuando Christopher apagó el auto. Entonces se giró hacia mí sonriendo.

—Ya llegamos, vamos. —dijo mientras salía del auto y daba la vuelta para abrirme la puerta como todo un caballero.

Salí del auto tomando su mano y me condujo al pequeño restaurante abriendo la puerta para que yo entrara. Tras entrar nos recibió el maître.

—Buenas tardes. ¿Tienen hecha reservación? —Nos preguntó mirándonos alternadamente.

Yo me le quedé mirando a Christopher, aunque conociéndolo como ya lo conocía imaginaba que si la había hecho.

—Christopher Randall. —contestó él con una sonrisa en sus labios mientras el maître abría los ojos.

—Disculpe, no lo conocí Sr. Randall, lo estábamos esperando, por aquí síganme. —nos dijo haciéndonos una seña al interior del restaurante.

Tomada de la mano de Christopher caminamos al interior del restaurante que se encontraba solamente alumbrado por las pequeñas lámparas que había en el centro de las mesas. El restaurante tenía enormes ventanales donde se podía apreciar la espléndida vista de New York atardeciendo.

Mientras caminábamos algo llamó mi atención y es que el restaurante estaba vacío, no había nadie. Primero pensé que era muy temprano tal vez, pero cuando nos condujeron hacia nuestra mesa pegada a los ventanales me percaté que la única mesa decorada y preparada con platos y cubiertos para cenar era la nuestra. Tras sentarme por un momento me quedé admirando la magnífica vista de New York, era para quitar el aliento al igual que la vista desde el apartamento de Christopher. Después de un momento me giré hacia él que estaba leyendo la carta de los vinos.

— ¿Alquilaste el restaurante solo para nosotros? —le pregunté mientras este bajaba la carta y me miraba sonriéndome y haciéndole una seña al camarero que llegó rápidamente a nuestro lado.

—Sí. ¿Qué desean beber? —preguntó mirando a Christopher.

—Una botella del mejor champagne, no importa el precio. —dijo entregando la carta haciendo que el camarero se marchara.

Entonces fijó sus ojos en mí, me miró fijamente antes de contestarme.

—Sí, lo hice. ¿Tienes algún problema con ello? —preguntó enarcando una ceja.

—No debiste gastar tanto dinero, solo por una cena. —le dije mientras él me miraba aún fijamente.

—No es cualquier cena. Quise que tuvieras una cena romántica por tu cumpleaños y es lo que pienso hacer. Por favor no me arruines los planes. —me pidió sonriéndome tiernamente. —Si te es más fácil, puedes pretender que es mío el restaurante. —me dijo mientras yo sonreía.

—De acuerdo, pero solo será por esta vez. —le pedí mientras él me miraba entrecerrando los ojos. Sabía que igual lo haría nuevamente y no podría decirle nada tampoco.

—Quiero que recuerdes este día para toda la eternidad. —dijo mientras tomaba una de mis manos entre las suyas.

—Te prometo que lo haré. —le contesté y era la verdad, dudo que este cumpleaños se me olvide alguna vez.

—Ahora, que te gustaría cenar por tu cumpleaños. —me preguntó tomando la carta en las manos.

Y la verdad es que no necesitaba leer la carta para saber lo que quería cenar en mi cumpleaños. Desde hace un tiempo era mi preferido, pero le eché una hojeada solo para molestar un poco a Christopher.

—Creo que pediré mi segundo plato preferido. —le contesté mientras el apartaba la mirada de la carta y me miraba intrigado.

— ¿Y porque no pides el primero? —me preguntó con curiosidad.

—No creo que lo pueda comer aquí. —le contesté bajando la carta mientras él me miraba entrecerrando los ojos.

En ese momento llegó el camarero y tras abrir la botella de champagne con un leve estruendo y llenar nuestras copas, la puso en una cubitera con hielo al lado de la mesa y se marchó nuevamente.

— ¿Pensaba que tu plato preferido era enchilado de camarones? —dijo inclinando la cabeza levemente a un lado.

—Ya lo dijiste, era, ahora tengo otro plato preferido. —le contesté mientras tomaba la copa de champagne y le daba un sorbo.

—Estoy seguro que por ser tu cumpleaños puedo hacer algo para conseguirte lo que quieres para cenar, solo dime el nombre del plato. —me pidió sonriendo de la forma que hacía que comenzaran a temblarme las piernas.

—Christopher. —le contesté mientras él me miraba fijamente sin apartar la mirada ni por un segundo de mi.

—Sí. Pide lo que desees. —y yo en ese momento me eché a reír.

—El nombre del plato es Christopher. —le contesté mientras él me miraba ahora sonriendo.

—Ya veo. Sé de un lugar donde lo sirven, pero solo como postre. —me contestó dando un sorbo a su copa. — ¿Te apetecería de postre? —me preguntó mientras posaba su mirada gris en mí.

—Sí, porque no, de postre estaría bien. —le contesté mientras Christopher hacía una seña al camarero.

—Entonces el segundo preferido estará bien. —dijo segundos antes de que el camarero llegara a nuestro lado.

Para el momento en que llegó nuestro pedido yo me encontraba admirando la maravillosa vista de New York. La ciudad completamente iluminada con el cielo totalmente oscuro, solo quedaban unos leves rastros del atardecer en la distancia. La cena transcurrió mayormente entre miradas furtivas y leves sonrisas que Christopher me brindaba a cada rato. Si el supiera lo que provocaba en mi cuerpo cada vez que me sonreía de esa forma.

—No deberías sonreírme así. —le pedí mientras el volvía a sonreírme.

— ¿Sucede algo malo? —preguntó enarcando una ceja.

—No sabes lo que provocas en mi cuando me sonríes de esa forma.

— ¿Y que provoco en ti? Ahora tengo curiosidad. —preguntó tomando un trago de su copa.

—Me hace querer saltar sobre ti, besarte y pedirte que me hagas el amor. —le dije atrevidamente mientras tomaba de mi copa sin apartar la mirada de él.

Tenía que recordar no beber tanto, siempre la bebida me hace hablar de más.

—Eso es muy interesante. Será mejor que pida la cuenta, no quiero que saltes sobre mí aquí en el restaurante. —dijo haciendo una seña al camarero nuevamente.

Retiraron nuestros platos y tras Christopher pagar la cuenta, a la que ni siquiera pude echarle un vistazo para ver de cuanto era, salimos del restaurante y nos montamos una vez más en el auto.

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Este capítulo está dedicado a Paola27Godoy

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Espero les haya gustado el capítulo.
¿Que les pareció la sorpresa de cumpleaños?

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