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Capítulo 27

Y en ese momento un delicioso olor invadió mis fosas nasales. ¡Oh dios! Ese olor. Menta, gel de baño y perfume caro. Christopher. Mi cuerpo lentamente comenzó a convulsionar ante su presencia y mi corazón comenzó a acelerarse. Me giré lentamente hacia mi izquierda y me encontré con la resplandeciente y lujuriosa mirada gris de Christopher.

Trae el pelo completamente peinado hacia un costado y atrás, mientras unos mechones caen en su rostro dándole un aire sexy y seductor. Y a diferencia de cómo lo vi esta mañana, se ha afeitado. Me he quedado muda mientras lo miro hipnotizada y completamente seducida por su mirada. Christopher me mira fijamente, levemente sonriendo. Sus ojos se deslizan por mi cuerpo y me recorren completamente. Y después su mirada se posa en mis labios entreabiertos.

—Estas muy hermosa hoy, más que de costumbre. —me dijo sonriendo mientras yo no pude evitar el ruborizarme ante su cumplido.

—Gracias. —respondí con una sonrisa.

Entonces comenzó a tocar las primeras notas de la marcha nupcial y aparté mi mirada de Christopher para enfocarla en donde comenzaba la alfombra blanca por la que entraba Molly del brazo del que suponía era su padre. Se veía realmente hermosa en el vestido blanco. Caminaban lentamente hasta llegara al altar donde la entregó a Ben. La ceremonia pasó rápidamente y después del intercambio de anillos y el beso tras el cual todo el mundo se levantó aplaudiendo, se nos pidió que pasáramos hacia otro entoldado donde sería la recepción. En cuanto me levanté de la silla pude sentir a Christopher toser detrás de mí. Me giré brevemente hacia él y este me miraba de arriba abajo con los labios entreabiertos, como si le costara trabajo respirar. Me miraba con lujuria en su mirada y aún no me había tocado. Me recorría lentamente con su mirada escrutadora haciendo que yo sonriera para mis adentros. El vestido de Lizzy al parecer había sido todo un éxito.

— ¡Jesús ese vestido! —susurró mientras pasaba la lengua por sus labios. —Me encanta como te queda ese vestido. —terminó de examinarme y sus ojos regresaron a los míos.

—Acuérdame agradecerle a Lizzy que me lo prestó. —le contesté sonriendo.

—Pero sabes qué. —dijo inclinándose hacia mí, sus labios a centímetros de los míos. —Creo que me va a gustar más cuando te lo quite esta noche. —susurró muy bajito sonriéndome. Mi corazón se aceleró y sus simples y sencillas palabras me excitaron completamente.

—Sabes, no es justo. —respondí cuando él separó su rostro del mío.

— ¿Qué cosa? —preguntó sonriendo de lado.

—Que tu cercanía me altere de esta forma. —le contesté mientras él me miraba alzando una ceja.

—Pues creo que debería decir lo mismo. —me contestó mientras yo lo miraba asombrada.

¿Acaso mi cercanía lo trastornaba de la misma forma que él a mí?

—Ahora si me lo permites, quisiera acompañarte hasta la mesa. —me brindó su brazo que tomé sin dudar.

Lizzy y Nathan se han adelantado, salieron sin siquiera percatarse que yo me había quedado detrás y cuando lo hicieron se giraron buscándome y me encontraron del brazo de Christopher. En ese momento me sonrieron y continuaron caminando. La verdad no me preocupa lo que piensen los que trabajaban con nosotros, que no son muchos­­, solamente me estaba tomando de su brazo. Además, para mi justificación necesito un soporte para caminar dos pasos seguidos sin caerme con estos tacones.

Miré de reojo a Christopher mientras caminábamos y este vestía uno de sus elegantes trajes negros, perfectamente ajustado a su cuerpo y hecho a la medida. Y para mi sorpresa la corbata y el pañuelo son del mismo color que mi vestido, rojos. Lo miré por un momento frunciendo el ceño, preguntándome si acaso el había adivinado de qué color era mi vestido, o si Lizzy se lo abría dicho en algún momento sin yo enterarme.

— ¿Sucede algo? —preguntó frunciendo el ceño.

— ¿Sabías de qué color era mi vestido? —le pregunté con curiosidad mientras él me miraba aún preguntándose a que venía mi pregunta. Al parecer no se había percatado aún.

—No, no lo sabía. ¿Por qué lo preguntas? —contestó intrigado.

—Por tus accesorios a juego. —le contesté mientras él se percataba que eran del mismo color que mi vestido y sonreía.

—Creo que es una coincidencia, o es cosa del destino. —contestó riendo y haciéndome reír también.

Si Lizzy estuviera aquí, diría que estábamos predestinados y que no había sido ninguna coincidencia.

Continuamos caminando hasta el otro entoldado que al igual que el anterior estaba decorado con ramilletes de flores que caían desde el techo. Pero bajo este hay muchas mesas acomodadas tanto para cuatro personas como para seis y ocho. Justo en la entrada dimos nuestros nombres y nos indicaron nuestra mesa. Y no fue casualidad que nos sentáramos juntos en la misma mesa con Lizzy y Nathan.

—Hola Christopher. —lo saludo Nathan sonriendo.

— ¿Qué te pareció el vestido? —le preguntó Lizzy mirándome a mí.

—Perfecto. —dijo mirándome a mí y haciendo que me sonrojara una vez más.

Me concentré en la decoración de la mesa para tratar de alejar de mi mente a Christopher sonriéndome.

La mesa está decorada con un finísimo mantel de encaje. En el centro, un hermoso, aunque sencillo arreglo floral. En un extremo de la mesa hay una cubitera con hielo y una botella de champagne. Frente a cada uno de nosotros hay un juego de cubiertos y dos copas.

Todos los invitados poco a poco se van acomodando en las mesas. En un extremo hay una plataforma donde un conjunto toca una suave melodía. Al poco rato se nos pidió abrir la botella de champagne para el brindis. Christopher la abrió y llenó nuestras copas. Después del discurso del padrino, felicitando a los novios, todos levantamos nuestras copas, las chocamos y después bebimos el delicioso y frío champagne. Al poco rato comenzaron a servir el buffet, donde colocaron frente a cada uno de nosotros un plato. Supongo que es salmón, pero no me atreví ni siquiera a preguntar que era.

—Es salmón escalfado con salsa de champán, espárragos a la parrilla y patatas fingerling. —susurró Christopher en mi oído mientras yo miraba mi plato primero y después a él.

— ¿Acaso conoces el nombre de la comida con solo verla? —le pregunté enarcando una ceja.

—No, lo dice la tarjeta sobre la mesa. —dijo mientras miraba hacia la mesa donde en una tarjeta, que no había leído, decía nuestro menú.

Lo miré nuevamente sonriendo.

—Ya sabía yo que no eras tan inteligente. —le contesté mientras ambos reíamos y comenzábamos a comer.

La cena estaba deliciosa y junto con la suave melodía y la iluminación hacía que todo fuera mágico. Entonces sentí algo sobre mi pierna, un toque cálido enviando cientos de descargas eléctricas por todo mi cuerpo, haciendo que casi soltara los cubiertos de las manos. Miré a Christopher que se encontraba sentado a mi derecha y comía tan tranquilamente como si no estuviese haciendo nada. Con la única diferencia que solo lo hacía con una mano, la otra estaba escondida debajo del mantel y sobre mi pierna sin moverse. Continué con mi comida, pero en cuanto me metí un bocado a la boca Christopher comenzó a mover suavemente su mano sobre mi muslo, haciendo que yo me estremeciera ligeramente. ¿Acaso el pensaba que yo iba a poder comer algo de esta forma? Lo miré nuevamente y esta vez el me devolvió la mirada muy sonriente.

— ¿Sucede algo? —me preguntó mientras se metía otro bocado de comida en la boca.

— ¿Se supone que debo poder comer de esta forma? —le pregunté muy bajito para que Lizzy y Nathan no escucharan.

—No sé a qué te refieres. — dijo mientras movía la mano más arriba en mi muslo y yo contenía la respiración.

— ¿Por favor? —le pedí mirándolo seriamente.

Me miró fijamente y después de sonreírme apartó su mano de mi muslo haciendo que dejara de sentir el calor abrazador en mi pierna.

—Tú comenzaste todo esto al ponerte ese vestido, espero que conozcas las consecuencias. —dijo mientras me sonreía levemente y sacaba la mano de debajo de la mesa.

Así que decidí tratar de concentrarme en la comida, aunque me costó un poco de trabajo. Tomé un largo sorbo de champagne que comenzó a relajar mi cuerpo tenso ante las caricias de Christopher y solo entonces pude continuar con la cena. Me encantaba cuando él me tocaba. Mi cuerpo se está volviendo adicto al calor del suyo, a su toque. Tomé otro sorbo de champagne que bajó por mi garganta calentando aún más mi piel como mismo lo había hecho la mano de Christopher.

—No deberías beber tanto. —me susurró en el oído. —Ambos sabemos que tienes muy poca resistencia al alcohol. —me dijo mientras yo lo miraba de reojo.

—Necesito relajarme. —le contesté mientras le ponía la copa vacía delante y él me la rellenaba.

El champagne calentaba mi cuerpo poco a poco y me relajaba completamente. La noche avanzaba lentamente mientras la música cambiaba de una canción a otra y remplazábamos nuestras copas por los tragos que preparaban en una barra dispuesta en un extremo del salón.

—Creo que necesitamos unas margaritas. — me dijo Lizzy a mi lado sonriendo.

—No más para mí. —le contesté.

Ya no me siento con deseos de continuar bebiendo. La bebida ya está comenzando a alterar mis sentidos al igual que lo hace la proximidad de Christopher. Y en estos momentos deseo más sentir los labios de Christopher sobre los míos, calentando mi piel, que el alcohol recorriendo mi organismo hasta hacerme perder el conocimiento. Si voy a perder el conocimiento prefiero que sea con los besos y las caricias de Christopher. Nathan se llevó a Lizzy hacia la pista a bailar al ritmo de una canción movida y pegajosa y yo simplemente me les quedé mirando mientras se alejaban de nosotros.

— ¿Quieres bailar? —a mi lado Christopher de pie me ofrecía su mano.

Y no tuve que pensarlo dos veces, tomé su mano rápidamente y él me condujo hacia la pista de baile. Al llegar allí la música cambió a una lenta, sensual y romántica. Las luces bajaron en intensidad y Christopher me miró sonriendo. Colocó sus manos en mi cintura rozando la piel desnuda de mi espalda, enviando cientos de descargas eléctricas por todo mi cuerpo. Me pegó a él y mientras yo colocaba mis manos en su cuello comenzamos a movernos al ritmo de la música.

Nos mirábamos fijamente sin apartar la mirada uno del otro. Puedo ver el deseo en su mirada, y sé que la mía debe reflejar lo mismo. Mientras nuestras miradas se cruzan con nuestros rostros casi pegados uno del otro, lo que más deseo es sentir sus labios sobre los míos. Puedo sentir nuevamente su delicioso olor embriagador que en estos momentos comienza a afectarme aún más. Entreabrí los labios solo un poco para respirar mejor y la mirada de Christopher se quedó fija en ellos.

Y un segundo después estaba separando la distancia entre nosotros y besándome lentamente. Sus labios calientes y tentadores se sentían tan bien, había extrañado mucho sus besos. Su lengua invadía mi boca, presurosa, haciendo que yo apretara más mi agarre en su cuello tirando levemente de su cabello y haciéndolo gemir contra mis labios. Sus manos acariciaban mi espalda baja y una de ellas estaba casi en mis nalgas. Su ardiente toque junto a sus labios seductores me excitaba completamente.

En estos momentos no existía nada más. Solamente éramos nosotros dos, todo había desaparecido; la música, la gente. Solamente escuchaba los desenfrenados latidos de mi corazón, nuestras respiraciones agitadas, algún gemido silenciado por él beso. Nada importaba, solamente que sus labios nunca dejaran los míos.

— ¡Dios! Te deseo tanto en estos momentos. —dijo aún contra mis labios.

—Y yo a ti. —contesté en un suspiro con sus labios casi pegados a los míos.

Los ojos de Christopher se clavaron en los míos en ese momento y me sonrió levemente.

—No necesito nada más entonces, vamos. —dijo mientras tiraba de mi fuera de la pista de baile.

— ¿A dónde vamos? —le pregunté mientras me conducía rumbo a la salida.

—No aguanto ni un segundo más sin sentir tu cuerpo debajo del mío. — dijo mientras salíamos al parqueo y caminábamos rumbo a su auto.

El auto rugió en cuanto metió la llave en el contacto y la giró. Nos pusimos los cinturones de seguridad y Christopher salió a toda velocidad de allí. Iba conduciendo rápido, muy rápido, ni siquiera me atreví a mirar él cuenta millas para saber cuánto marcaba. Solamente veía los autos pasar como una mancha borrosa a nuestro lado en la otra senda.

— ¿Estás apurado? —le pregunté mientras él me miraba brevemente y poniendo otra velocidad en el timón fijaba los ojos nuevamente en la carretera.

Es la primera vez que me fijo donde se ponen las velocidades. Ni siquiera sabía que tuviera tantas velocidades, por cual iba ya 5ta, o era 6ta, no tenía idea, solo sabía que todo pasaba a nuestro lado como un borrón.

—Necesito llegar rápido. —dijo mientras continuaba con la mirada fija en la carretera.

— ¿Por algo en particular? —le pregunté sonriendo, aunque ya me imaginaba la respuesta.

—Si no llego rápidamente al apartamento voy a tener que aparcar a un costado de la carretera, pues no sé si aguante mucho tiempo sin tocarte. —dijo apretando fuertemente el timón y mirando brevemente hacia mi pierna derecha donde se veía la piel desde donde comenzaba la abertura del vestido.

En apenas 10 minutos habíamos llegado a su apartamento y en ese momento entrábamos en el parqueo subterráneo. Tras parquear salió rápidamente del auto y me abrió mi puerta. Me tomó de la mano tirando de mi rumbo al ascensor.

—No puedo caminar tan rápido con estos tacones. —le dije riendo.

Christopher me miró brevemente antes de cargarme en sus brazos.

—Así está mejor entonces. —contestó mientras continuaba caminando conmigo en sus brazos rumbo al ascensor.

En cuanto entramos me bajó e introdujo el código y las puertas se cerraron. Entonces se giró hacia mí y me acorraló contra la fría pared del ascensor, apretándome contra ella, sin dejar espacio entre nosotros. Me sonrió levemente y comenzó a besarme desesperadamente bajando desde mis labios hacia mi cuello mientras con sus manos desataba los tirantes del vestido. Sus besos llegaron hasta mi hombro desnudo. Sus besos eran suaves, lentos, sensuales.

Mis manos, hasta el momento a mis costados subieron hasta su chaqueta sacándola y dejándola caer al suelo mientras el continuaba con su tortura en mi cuello y mi hombro. Entonces cambió hacia el otro hombro y comenzó a dejar besos también en este.

Desaté su corbata, aunque no se la quité, y zafé también los primeros botones de su camisa. Entonces Christopher dejó mis hombros y mi cuello y comenzó a besarme fervientemente en los labios. Salí de mis zapatos en un rápido movimiento y Christopher también se quitó los de él. Nuestros labios no se habían separado ni un segundo.

Las puertas del ascensor se abrieron en ese mismo momento y salimos besándonos sin siquiera ver por dónde íbamos caminando. Una vez fuera del ascensor Christopher se separó de mí un poco abandonando mis labios y dejando caer los tirantes del vestido hasta mi cintura. Se me quedó mirando mientras yo tenía la respiración acelerada. Lo miré y noté que tenía el pelo desordenado y respiraba pesadamente al igual que yo. Pero también me miraba maliciosamente con una sexy sonrisa torcida en los labios.

—Eres muy hermosa. —dijo mientras se acercaba nuevamente hacia mí y yo me ruborizaba.

—Gracias. —le contesté mientras me mordía el labio inferior.

—Pero necesitas salir de ese vestido, date la vuelta.

Me giré y él con sus manos diestras bajó la cremallera del vestido y lo dejó caer al suelo. Me giré nuevamente hacia él.

—Mucho mejor así. —dijo acercando sus labios a los míos y besándome suave y dulcemente.

Entonces decidí tomar yo la iniciativa. Y decidí hacer algo que querido hacer desde hace mucho tiempo. Lo tomé por los hombros y lo separé de mí. Christopher se me quedó mirando extrañado, salí de mi vestido que se encontraba a mis pies y lo cogí por ambos extremos de la corbata con una mano mientras me giraba y comenzaba a caminar rumbo a su habitación.

Mientras camino con el detrás puedo sentir su risa contagiosa. Lo conduje hasta la cama y al llegar allí le quité la corbata arrojándola a alguna parte de la habitación. Después lo empujé hasta que cayó sentado en la cama riendo y me senté sobre sus piernas para continuar zafándole la camisa. Ahora que lo tenía debajo de mí, con la camisa completamente abierta, me incliné hacia adelante y comencé a besar su torso desnudo. Comencé a trazar un camino de besos bajando lentamente por su cuerpo, sintiendo como se acelera su respiración cada vez más. Estoy llegando a su pantalón cuando sentí sus manos en mi cintura, me giró rápidamente quedando ahora yo acostada en la cama y el sobre mí. Eso ha sido rápido.

—Creo que es mi turno. —dijo mientras se sacaba la camisa arrojándola al suelo he inclinándose sobre mí para juntar sus labios con los míos una vez más.

Después comenzó a descender desde mis labios lentamente, bajando por mi cuello. Sus besos cada vez más urgentes, ansiosos y desesperados. Nos giró nuevamente haciéndome quedar arriba una vez más. Pero antes de darme tiempo a nada se levantó quedando sentado y yo aún sobre él. Su mirada se posó en la mía y nuevamente sus labios estuvieron sobre los míos devorándome.

Mis manos se enredaron en su cuello mientras las de él se deslizaban por mi espalda desnuda.

—Ese vestido tiene sus ventajas. —susurró contra mis labios.

Bajó dando besos por mi cuello y hombro hasta llegar a su objetivo. Deslizó la lengua por unos de mis pezones, que al instante se endureció y después se lo metió en la boca, haciendo que yo gimiera y echar a mi cabeza hacia atrás. Sus manos fueron hacia mis nalgas y mientras se separaba brevemente de mí, me giró acostándome en la cama. Entonces vino nuevamente sobre mí y repitió lo mismo con el otro pezón, solo que ésta vez tiró del contrario con la mano haciéndome estremecer.

Tengo la cabeza inclinada hacia atrás mientras mis manos se aferran fuertemente a la sábana y los gemidos escapan de mis labios sin poderlos controlar. Puedo sentir su miembro, aún preso dentro del pantalón presionando contra mi muslo. Christopher abandonó su dulce tortura y bajó dando besos por todo mi cuerpo hasta llegar a mis bragas, de las cuales se deshizo rápidamente para continuar con su recorrido de besos ahora en mi sexo.

Y esta vez mis manos apretaron más fuertemente las sábanas y abrí más mis piernas para darle mejor acceso. A cada momento me excitaba más mientras lo sentía besando mi parte más íntima.

Abrí los ojos, ni siquiera me había percatado que los tenía cerrados, y levanté un poco mi cabeza para mirarlo entre mis piernas devorándome. Y esa fue la visión más erótica y excitante que he visto en mi vida. Su lengua experta da vueltas y vueltas haciendo que yo comience a temblar. Solté la sábana y me aferré de su cabeza tirando levemente de su cabello.

— ¡Dios! —grité sin poderlo evitar mientras Christopher continuaba con su tortura y yo dejaba caer la cabeza nuevamente hacia atrás cerrando los ojos una vez más de tanto placer.

Entonces introdujo un dedo en mí interior haciendo que casi convulsionara. Eran demasiadas sensaciones, su lengua, su dedo entrando y saliendo de mi y su otra mano masajeando uno de mis senos. Siento el orgasmo cerca, muy cerca. Y con un grito incontenible de puro placer, llegó haciéndome temblar. Christopher continuaba con su lengua recorriendo mi sexo, en ningún momento se detuvo. Mi cuerpo temblaba y se estremecía. Cuando Christopher se separó de mí, mis manos cayeron en la cama. No me atreví a abrir los ojos mientras esperaba que mi respiración se normalizara. Entonces lo sentí sobre mí cuerpo y abrí los ojos unos segundos antes de que entrara en mí lentamente.

— ¡Ahhh! —un gemido escapó de mis labios mientras él se deslizaba dentro de mí y yo me aferraba a sus hombros.

— ¡Oh si nena! Moría por estar dentro de ti. —dijo mientras comenzaba a entrar y salir de mi pausadamente.

Se inclinó sobre mis labios besándome desesperadamente, dejándome sentir mi sabor en sus labios, excitándome aún más de lo que ya estaba.

Se movía coordinadamente sobre mi cuerpo, entrando y saliendo de mí haciendo que gemidos incontrolados escaparan de nuestros labios. Mi cuerpo comienza a tensarse una vez más, mis paredes cada vez se aprietan más alrededor de su miembro. Necesito más de él, sentirlo más cerca, más rápido, más violento.

—¡Chris! ¡Por favor! —le pedí entre gemidos.

—Mmm. —fue lo único que escapó de sus labios mientras continuaba envistiendo suavemente y besaba mi cuello.

—Necesito...—dejé escapar un gemido. No puedo pensar coherentemente—. Más rápido, duro. —me aferré mas fuerte a sus hombros.

Christopher me miró brevemente y en un rápido movimiento tomó mis piernas y las subió haciéndolas descansar sobre su hombro derecho. Por lo que me vi obligada a bajar mis manos de sus hombros y agarrar la sábana una vez más.

Mientras aguantaba mis piernas con ambas manos, comenzó a entrar y salir de mí rápidamente. ¡Dios! Ahora si lo siento en lo más profundo de mí. Sus manos apretaban fuertemente mis piernas mientras se movía en mi interior con rápidas y fuertes envestidas. Mis gemidos comenzaron a aumentar al igual que los de él, nuestros labios estaban muy separados como para silenciarlos. Estoy cerca nuevamente, esta vez es mucho más intenso. Esto es sexo duro y salvaje y estoy disfrutando cada segundo. Y con dos envestidas más y un profundo gemido llegué a mi orgasmo estrujando la sábana en mis manos y gritando fuertemente. Christopher continuó envistiendo varias veces más hasta dejar escapar un gemido. Soltó mis piernas, salió de mi interior y se derrumbó sobre mí descansando su cabeza en mi vientre.

Christopher tiene los ojos cerrados y respira pesada y rápidamente al igual que yo. Así estuvimos hasta que nuestras respiraciones se normalizaron. Moví una de mis manos hacia su cabeza y acaricié su cabello suavemente.

—No deberías hacer eso. —me dijo abriendo los ojos y apoyándose en un codo sobre la cama para mirarme.

— ¿Te molesta? —le pregunté enarcando una ceja.

—No, por el contrario. —dijo mientras tomaba mi otra mano. —Me excita. —dijo mientras la colocaba sobre su miembro ya erecto nuevamente y aún con al preservativo usado puesto. Y no pude evitar reír.

—Al parecer alguien no ha tenido suficiente. —le dije mientras lo apretaba un poco.

Christopher me sonrió y se inclinó sobre mí pegando su rostro al mío.

—Nunca tendré suficiente de ti. —dijo mientras me besaba y sus manos se deslizaban sensualmente por mi cuerpo.

Esta vez fue más lento, pero con la misma pasión y lujuria de siempre. Yo tampoco me voy a cansar nunca de este hombre que me llena completamente y en todos los sentidos. Solamente deseo poder conocerlo completamente. Que él me cuente las cosas de su pasado que yo desconozco. Creo que solo así me atrevería a confesarle mis sentimientos. Los cuales al parecer con los años no han cambiado, solamente se habían quedado enterrados profundamente en mi corazón y ahora han salido nuevamente a flote. Amo a Christopher y no veo el momento de confesárselo, aunque no lo haré hasta conocer todo lo que le sucedió en Londres que lo hizo cambiar tanto.

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Este capítulo está dedicado a claudiamoyapulgar

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Espero les haya gustado el capítulo.
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