Capítulo 23
-A mi jefe no le va a gustar que llegue tarde. -Christopher me miró entrecerrando los ojos mientras levemente sonreía.
Subimos lentamente las escaleras de la entrada del museo. Nos hemos tardado más de lo que debíamos en el almuerzo. Ha sido tan agradable y entretenido que el tiempo pasó rápidamente sin darnos cuenta. Miré mi reloj nuevamente como si así fuera a evitar que las manecillas caminaran. Son la 1:10pm y ambos llegábamos juntos al museo. No sé cómo enfocar la pregunta que quiero hacerle desde hace unos minutos.
-Me dirás que te sucede, todavía no se leer mentes sabes. -su comentario me hizo sonreír.
- ¿Que harás con respecto a mi llegada tarde?-le dije mientras nos deteníamos frente a las puertas del ascensor y Christopher presionaba el botón de llamar.
-Nos encontramos en la entrada y yo te pedí que fueras directo a mi oficina. -me dijo con una sonrisa mientras las puertas del ascensor se abrían y ambos entrábamos.
-Entonces tengo que ir a tu oficina para que me regañes por llegar tarde del almuerzo. -le dije enarcando una ceja mientras las puertas se cerraban rápidamente.
Christopher presionó el botón del sótano y se giró hacia mí sonriendo de esa forma que hace que yo me derrita completamente. Se acercó a mí y me dio un rápido y sensual beso en los labios antes de separarse apenas unos centímetros de mí sonriendo.
-Bien, ahora voy a entrar muy serio. - dijo cambiando completamente su rostro antes sexy y sonriente por uno frío y muy serio.
En ese momento las puertas del ascensor se abrieron y Christopher salió caminando rumbo a su oficina con paso firme. Yo intenté hacer lo mismo que él y cambiar mi cara a una de "estoy metida en un gran lío". Caminé hacia mí puesto de trabajo y al parecer funcionó la cara que llevaba puesta porque Molly se acercó a mí rápidamente y con cara de preocupación.
- ¿Qué te sucedió? ¿Por qué llegas tarde?- me preguntó Molly preocupada.
-Me tardé más de lo debido almorzando y cuando estaba subiendo los escalones de la entrada me lo encontré. -le dije fingiendo lo mejor que pude.
- ¿Y qué te dijo?-preguntó nuevamente mientras miraba brevemente hacia la oficina de Christopher donde las ventanas se encontraban cerradas.
-Que fuera hacia su oficina. -le dije poniendo cara de angustia.
-Buena suerte. -me dijo Molly mientras yo caminaba rumbo a la oficina de Christopher.
-Gracias. -le dije antes de tocar a la puerta y entrar.
Me quedé recostada a la puerta mirándolo fijamente, se encontraba detrás de su escritorio sentado en su silla mirándome fijamente. Se había sacado la americana y se había recogido la camisa a la altura de los codos.
-Cierra la puerta por favor. -dijo en voz firme y sensual.
Lo obedecí rápidamente cerrando la puerta detrás de mí. Pero aún no me atreví a moverme de donde estaba. Estoy nerviosa y no sé cuál es el motivo, en realidad él no me va a regañar. Pero por más que lo intento, no puedo evitar que mi respiración se acelere haciendo que mi corazón golpee fuertemente en mi pecho. No encuentro palabras para hablar, y cuando lo hice estas salieron casi susurradas de mis labios.
-Y bien, ¿me vas a regañar? -le dije unos minutos después de solamente ambos mirarnos fijamente.
El me miraba sonriendo, con los brazos cruzados sobre su pecho, los dos botones superiores de la camisa abiertos.
-No. -dijo mientras se levantaba de su silla y caminaba hacia mí.
A cada paso mi respiración se acelera un poco más. Y pude sentir como el respiraba pesadamente también cuando su rostro se detuvo a centímetros del mío.
-Más bien te voy a castigar. -dijo mientras deslizaba su nariz por mi cuello. -O torturar, si así lo prefieres. -dijo deslizando la lengua por mi cuello, saboreándome.
-Creo que me quedo con el castigo. -le dije con la respiración entrecortada.
-Buena elección. -dijo mientras se apretaba contra mi dejándome sentir lo excitado que estaba en esos momentos.
-¿Y en qué consiste el castigo? ¿Tengo que hacer horas extras? -le dije mientras él sonreía contra mi cuello.
-No, nada de eso, es mucho más sencillo. -dijo parándose frente a mí muy serio mirándome fijamente. -Solo tienes que darme un beso. -dijo con sus labios a escasos centímetros de los míos.
-¿Y si no quiero? -dije desafiándolo.
- ¿Vas a desafiarme? -me dijo burlón alzando una ceja.
- ¿Y si lo hiciera?-me mordí ligeramente el labio inferior mientras él me miraba con una leve sonrisa en sus labios.
-No creo que te atrevas a hacerlo. -contestó con mucha confianza.
- ¿Porque lo dices? -le pregunté mientras una de sus manos acariciaba mi rostro suavemente.
En ese momento, la confianza y seguridad que tenía un minuto antes cuando lo había desafiado a no besarlo, estaba flaqueando, mientras él enviaba con sus caricias cientos de descargas eléctricas por mi piel.
-Porque siempre puedo obligarte. -dijo tomando mi rostro entre sus manos. Me miró fijamente por unos escasos segundos y unió sus labios con los míos para besarme ferozmente.
No sé si es el hecho de que estamos en su oficina o el aroma a gel de baño y menta que me ha embriagado desde esta mañana, pero siento todo más intenso, más excitante. Christopher me besa introduciendo su lengua en mi boca mientras con sus manos me aprieta por la cintura.
-No me canso de saborear tu piel. -separó sus labios de los mío y comenzó a bajar por mi cuello hasta llegar al primer botón de mi camisa.
Alzó los ojos hacia los míos, pidiendo permiso de esta forma para continuar o detenerse. Pero en esos momentos no lo podía detener. En esos momentos la sangre hervía en mis venas y mi piel estaba sobrecalentada por sus roces y sus caricias. Lo que más necesito justo ahora es enfriar mi cuerpo sediento de su calor. Y solo conozco dos formas de hacerlo, con una relajante ducha o sexo desenfrenado en su oficina. Y la primera, en estos momentos, ni, aunque tuviera la ducha, era una opción.
Nos besamos desesperadamente mientras caminamos sin rumbo en su oficina. Sus manos rápidamente zafaron mi camisa y yo hice lo mismo con la suya quedando él en la camiseta y yo en sujetador. Christopher puso ambas en el respaldo de la butaca para que no se arrugaran. Desabotonó rápidamente sus jeans y yo hice lo mismo con el mío, pero no me dejó sacármelos. Vino sobre mí y me acorraló contra una pared de la oficina mientras continuaba besándome salvajemente. Enredé mis manos en su cuello y las subí hacia su cabello. En un rápido movimiento me cargó por las nalgas sin dejar de besarme y caminó conmigo hasta acostarme en el sofá.
Se acostó sobre mí, sus manos recorren mi cuerpo lentamente y sus labios se deslizan una vez más por mi cuerpo caliente y excitado. Cuando llegó a mis jeans los bajó solo un poco y junto a ellos las bragas. Se separó de mí solo lo suficiente para bajar los de él junto a sus bóxers y ponerse rápidamente un preservativo. Se acercó nuevamente a mí, ahora sus labios a centímetros de los míos, apenas rozándome, su respiración tan acelerada como la mía.
-No nos podemos demorar mucho, ya nos hemos demorado bastante. -me dijo acariciando mi rostro.
-De acuerdo. -le contesté con la respiración entrecortada.
Christopher entró en mí de una sola envestida y no pude evitar que un gemido involuntario escapara de mis labios cuando lo sentí completamente dentro de mí invadiéndome fuertemente.
-Shhh. No querrás que nos escuchen, ¿verdad? -me dijo sonriendo mientras salía y volvía a entrar en mí haciéndome gemir nuevamente.
-No lo puedo evitar. -respondí en un gemido.
-Pues vamos a ver si podemos hacer algo. -dijo con su respiración entrecortada mientras juntaba sus labios con los míos callando así de esa forma los gemidos involuntarios que se escapan de nuestros labios.
Christopher se mueve en mi interior sin separar sus labios de los míos. Mi cuerpo rápidamente comienza a contraerse ante el inevitable orgasmo que llegará pronto. Mi liberación está cerca, puedo sentirlo. Puedo sentir como todo mi cuerpo comienza a convulsionar poco a poco. Como todas mis barreras caen y me dejo arrastrar por esa deliciosa sensación cada vez más familiar. Todo mi cuerpo se estremece mientras el continúa envistiendo una y otra vez. Mis paredes se aprietan cada vez más alrededor de su miembro hasta que mi cuerpo no lo puede contener más y exploto en un intenso orgasmo gimiendo su nombre contra sus labios. Y en ese instante Christopher se derrumbó sobre mí, gimiendo contra también mis labios y descansando su cabeza contra mi cuello.
Está recostado sobre mi completamente inmóvil. Su corazón al igual que el mío latiendo desbocado. Nos quedamos así por un rato hasta que nuestras respiraciones comenzaron a normalizarse y Christopher se separó un poco de mí. Se me quedó mirando fijamente a los ojos mientras se apoyaba en sus brazos a ambos lados del sofá. S mirada es muy intensa y sus ojos tienen un brillo malicioso.
-Vas a tener que llegar tarde del almuerzo más seguido. -su comentario me hizo reír, solo a él se le puede ocurrir algo así.
Aún no puedo creer que hayamos tenido sexo en su oficina, ahora me parece tan vergonzoso. Nunca he hecho esto en mi vida. Puedo sentir mis mejillas arder. Pero en realidad no me arrepiento de nada. Ha sido una experiencia nueva y excitante.
Se separó saliendo de mí y se sentó en el borde del sofá mientras continuaba mirándome con una sexy y deslumbrante sonrisa en sus labios. Me senté yo también y me subí las bragas y los jeans. Por un momento lo miré pensativa y entrecerrando los ojos.
-Veremos qué puedo hacer. -le contesté sonriendo mientras me levantaba del sofá para acomodar bien mi ropa y abrochar mis jeans.
-Será mejor vestirnos entonces, creo que ya te he castigado suficiente, por el momento. -dijo mientras se levantaba del sofá.
Se sacó el preservativo le hizo un nudo y después de subirse los bóxers y los jeans lo metió en un bolsillo del pantalón. Fui hacia la butaca y cogí mi camisa para ponérmela. Cuando estaba punto de abotonarla Christopher me detuvo.
-Déjame hacerlo a mí. -pidió mientras sus manos iban hacia los botones de mi camisa.
Mientras lo hacía él sonreía levemente, era como si estuviese planeando o pensando algo perverso.
- ¿Qué estás pensando?-le dije mientras el continuaba abotonando lentamente mi camisa.
-Debería estar desabrochándola no lo contrario. -dijo mientras terminaba con el último botón y buscaba la de él.
-Ya tendrás tiempo de hacerlo en la noche. -respondí mientras abrochaba su camisa y yo acomodaba un poco mi ropa y mi cabello que imagino está hecho un desastre.
-Creo que vas a tener un problema cuando salgas. -me dijo acercándose a mi sonriendo.
- ¿Por qué lo dices? -pregunté frunciendo el ceño.
-Porque tienes el clásico look de acabada de follar. -me dijo riendo.
- ¡Eh!
-Cabello medio ondulado y revuelto. -dijo acariciándome el cabello. - Piel caliente. -dijo deslizando sus labios por mi cuello. -Y mejillas sonrosadas. -dijo mientras deslizaba la mano lentamente por mi rostro haciendo que me ruborizara aún más.
-Es tu culpa. -me separé de él tratando de acomodar mi pelo, aunque sé que va a ser imposible.
-Lo admito, pero que dirás cuando te vean así ahora. -dijo mientras se dirigía hacia su silla y se sentaba.
-Que el regaño fue fuerte, las mejillas son solo un síntoma de que estoy apenada y el pelo creo que ya hice algo por él. -respondí sonriendo mientras me encaminaba hacia la puerta.
-Sí, pero hay una diferencia. -me dijo cuando llegaba a la puerta.
- ¿Cuál es?-pregunté con curiosidad.
-Que pasarás la tarde ruborizada recordando lo sucedido aquí en la oficina cada vez que mires hacia acá. -me dijo con una deslumbrante sonrisa en su rostro y en ese momento abrí la puerta y salí.
¡Mierda!
Él tiene razón.
«Amy como se te ocurrió tener sexo en su oficina mientras el resto del personal estaba del otro lado de la pared.»
Me reprendí a mí misma mientras caminaba rumbo a mi puesto de trabajo. Lo mejor es dejar de pensar en el tema e inventar un pretexto para cuando Molly viniera a preguntarme. Me senté frente al cuadro y unos minutos más tarde Molly se acercó a mí.
- Amy, ¿estás bien? ¿Qué sucedió?- preguntó y por la cara que tenía en esos momentos podía decir que estaba muy preocupada.
-Estoy bien. -que más le voy a contar, esa es la verdad.
- ¿Y qué te dijo? ¿Te despidió? ¿Tienes que recuperar el tiempo que llegaste tarde? ¿Te regaño mucho?-me preguntó mirándome fijamente.
Y ahora que respondo. ¡Mierda!
-No, no me despidió, ni tengo que recuperar el tiempo que llegué tarde. -le contesté muy bajo mientras trataba de inventar una excusa convincente.
- ¿Te regaño mucho?
-Un poco, me dio tremendo discurso sobre los horarios y que, tiene muchas reglas que le gusta que cumplamos, bla, bla, bla, la verdad no le presté mucha atención, solo a lo importante. -le contesté tratando de que me dejara en paz. - ¿Por qué preguntas tanto?-la veía preocupada.
-Estoy preocupada por ti, estuviste casi una hora en su oficina. -me dijo mientras yo trataba de disimular.
-Ya sabía que el discurso había sido muy largo y aburrido. -respondí pensativa.
En realidad, lo que más quería es matar a Christopher. Una hora en su oficina, si Molly supiera lo que estaba haciendo en su oficina de seguro no me hablaba más nunca en su vida.
-Te dije que era muy estricto con los horarios. -me dijo sacándome de mis pensamientos indecentes.
-Sí, ya veo, será mejor que me ponga a trabajar. -y Molly se fue hacia su puesto de trabajo dejándome sola con Rembrandt y mis pensamientos.
En realidad, no me faltaba mucho para terminar de restaurar el cuadro, solo algunos retoques de barnices. Pero me había pasado la mayor parte de la tarde pensando en lo sucedido en la oficina de Christopher. El sexo, sus caricias, sus besos, así quien podía concentrarse en algo.
- ¿Piensas hacer horas extras?
Me sobresalté cuando Molly se detuvo a mi lado. Toda la tarde la ha pasado metida en el trabajo, excepto cuando miraba furtivamente hacia la oficina de Christopher, recordaba lo ocurrido y me distraía por un segundo de lo que debía hacer.
-Quiero terminarlo hoy, no le falta mucho. -le contesté mientras continuaba trabajando.
-Ok, nos vamos entonces, hasta mañana. -dijo despidiéndose de mí.
-Hasta mañana. -respondí sin siquiera girarme.
Saqué mi celular y le envié un mensaje a Lizzy avisando que llegaríamos un poco tarde y después continué enfocada en el trabajo hasta terminar completamente el cuadro. En cuanto lo terminé me quedé allí sentada admirando mi trabajo completado.
-¿Piensas trabajar toda la noche?
- ¡Mierda!
Di un brinco en el banco y perdí el equilibrio. Cerré los ojos ante la inevitable caída. Pero en cambio unos brazos fuertes y cálidos me recibieron. Abrí los ojos y me encontré con unos profundos y penetrantes ojos grises.
- ¿Estás bien?-preguntó un poco preocupado.
-¡Idiota! ¡Me has asustado! -lo golpee en el brazo.
-No fue mi intención. -dijo mientras me ayudaba a incorporarme en la banqueta. -Llevo rato observándote trabajando y no te has percatado. -me dijo sentándose a mi lado en otra banqueta.
-Lo siento, estaba concentrada terminado el cuadro. -respondí con una sonrisa.
-Ya está terminado entonces. -me preguntó mientras examinaba el cuadro.
-Sí. -le contesté mientras el miraba el cuadro de todos los ángulos posibles, examinando mi trabajo. Al final me miró sonriendo.
-Hiciste un excelente trabajo. -me dijo mientras yo sonreía como una idiota.
-Gracias. -le contesté entusiasmada.
-Nos podemos marchar entonces, son casi las 7:00 pm. -dijo mirando su reloj y levantándose de la banqueta.
- ¡Que! ¿Tan tarde ya? -dije mirando rápidamente mi reloj y levantándome de la banqueta también.
-Debes de estar hambrienta. -me dijo mirándome mientras yo terminaba de recoger mis cosas.
-Estoy hambrienta y tú debes estarlo también. Vamos, Lizzy nos debe estar esperando para cenar. -le contesté sonriendo mientras nos encaminábamos hacia el ascensor.
Mientras salíamos del museo recordé que no habíamos venido en auto y al parecer Christopher estaba pensando lo mismo que yo. Tras bajar las escaleras de la entrada caminamos hasta la cera donde Christopher silbó fuertemente y le hizo señas a un taxi que se detuvo inmediatamente frente a nosotros. Me abrió la puerta sonriéndome para que entrara y subió detrás de mí. Ambos nos quedamos mirándonos sonriendo. La verdad me había dejado impresionada su forma de parar un taxi en Manhattan.
-Hacia donde. -la voz del taxista hizo que dejara de sonreírle como una idiota.
-Si al 10019 de 308 West 58th. -le dije mientras Christopher tomaba mi mano entre las suyas y yo le sonreía nuevamente.
Unos minutos más tarde, nos bajábamos del taxi frente al apartamento y rápidamente Christopher pagó al taxista sin darme tiempo siquiera a sacar mi cartera y pagar al menos la mitad.
-¿Alguna vez me dejarás pagar algo a la mitad? -le pregunté frunciendo el ceño mientras entrábamos al edificio.
-No. -contestó rotundamente.
-Por cierto, hay algo que he querido preguntarte desde hace tiempo. -le dije mientras llegábamos al ascensor.
-Pregunta. -me contestó dudando y esta vez mirándome serio.
-No es que me moleste, pero si eres el dueño del restaurante, ¿porque pagas? -le dije mientras veía como cambiaba su rostro y sonreía levemente.
-Siempre pido que me traten como a un cliente más, no me gusta que me traten de forma diferente. -me contestó sinceramente con sus ojos clavados en los míos.
No me esperaba esta respuesta. Las puertas del ascensor se abrieron y caminamos rumbo a mi apartamento.
-Esperemos que Lizzy haya preparado algo de cenar. - le dije mientras buscaba las llaves para abrir la puerta.
-Si no, ya iremos algún lado a cenar. -me dijo sonriendo.
-Si, a algún lugar del que seguro eres el dueño también. -le dije mientras abría la puerta y entrábamos al apartamento.
El apartamento estaba completamente en silencio, parece que no hay nadie allí. Pero Lizzy se encontraba sentada en el sofá de la sala muy seria. ¿Qué ha sucedido? Christopher y yo intercambiamos una mirada sin entender absolutamente nada. Lizzy continuaba mirándonos muy seria, parecía furiosa en ese momento.
-¡Tú! -dijo señalando a Christopher. -¡Vete! -gritó fuertemente. -Tú y yo tenemos que hablar seriamente. -dijo señalándome a mi esta vez.
-Será mejor que le hagas caso. - le dije muy bajito pegándome a él.
-De acuerdo, regreso en una hora, si no abres la puerta soy capaz de echarla abajo. -me dijo mirándome seriamente.
Asentí con la cabeza mientras Christopher se dirigía hacia la puerta y salía del apartamento dejándome sola con Lizzy, que en esos momentos parecía un animal enjaulado. Puedo ver que está muy furiosa, pero no tengo ni idea de porque es. Me senté con cuidado en el sofá a su lado, pero dejando un despacio entre nosotras. Ella se giró hacia mí y me miró fijamente por lo que pareció una eternidad. Por su forma de mirarme, no sé porque, pero me pareció que sin saberlo me he metido en un buen lío.
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Este capítulo está dedicado a AnaFranco296
Espero les haya gustado el capítulo.
¿que creen que sucedió?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto. Xoxo🐦⭐
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