Capítulo 17
Tal vez me he quedado dormida en el baño y esto es un sueño, creo que es lo más probable y lo lógico que puede explicar lo que ha sucedido. Me pellizco, solamente para comprobar que no es un sueño y que Christopher si se encuentra de pié delante de mí, vestido con un elegante traje negro.
La habitación está iluminada a media luz solamente y cientos de pétalos por todo el suelo de la habitación y sobre la cama, completan la absoluta y fabulosa vista. Creo que me he quedado con la boca abierta completamente. Estoy en shock. Como es posible que en solo cuarentaicinco minutos él haya preparado todo esto. ¿Porque lo ha hecho? Yo en ningún momento le he exigido nada.
— ¿Por qué? —es lo único que se me ocurrió preguntarle en ese instante.
—Porque quiero que tengas tu noche especial, y romántica como siempre has deseado, aunque no estemos enamorados. —dijo mientras yo terminaba de salir del baño.
Pero el está equivocado en una cosa. Tal vez no está enamorado de mi, pero yo si lo estoy de él, aunque aún no estoy preparada para confesárselo. Así que por el momento esto será un secreto solo mío.
Y mientras lo miro parado vestido de traje, con su pelo mojado cayéndole sensualmente en la frente, y sus ojos grises mirándome tiernamente, comienzo a sentirme ridícula con los jeans que traigo y la camisa de lino blanca.
—No creo estar tan elegante como tú. —le dije mientras señalaba mi ropa.
—Estás preciosa así, vamos. —dijo tendiéndome una mano.
Tras tomar su mano me condujo por todo el pasillo que al igual que la habitación tenía cientos de pétalos en el suelo y las luces tenues. Al llegar a la cocina casi mi corazón sale disparado por la boca. Toda la cocina y la sala de estar están decoradas con velas pequeñas y de diferentes tamaños como única iluminación de la estancia. Sobre la barra de la cocina hay una botella de vino, dos copas y nuestra cena junto con dos velas también.
—Esto es...— me he quedado sin palabras, literalmente.
Jamás me hubiese imaginado una cena así ni siquiera en mis mejores fantasías.
—Porque no cenamos. —me dice señalando hacia la barra.
Me siento a la barra mientras Christopher vierte el vino en ambas copas antes de sentarse a mi lado. No puedo dejar de mirarlo ni siquiera por un momento, a cada momento me asombro más con todo lo que desconozco de él.
—Cabernet Sauvignon. — le dije mientras el sonriendo me miraba dejando la botella a un lado.
—Veo que aprendes rápido. —me dice sensualmente haciendo que me muerda el labio y reía a carcajadas.
—No, solo leí la etiqueta. — le contesté mientras el reía y yo tomaba un sorbo del vino.
Se supone que no esté nerviosa, pero no lo puedo evitar y hacer chistes es mi mecanismo de defensa. Suelo hacerlos cuando estoy muy nerviosa y no entiendo porque lo estoy en este momento. Ya he pasado por esto cientos de veces, esto no debe suponer nada, solo es una cena, aunque con muy poca iluminación. Ahora entiendo porque el simple roce de su mano en la mía enviaba deliciosas descargas eléctricas por toda mi piel, y porque su sonrisa de lado de chico malo planeando una travesura hace que mi respiración se acelere. Christopher poco a poco y sin saberlo se está ganando una parte de mi corazón.
Hace apenas una hora estábamos casi desnudos en su cama besándonos y acariciándonos y en ningún momento había estado nerviosa. Pero ahora, sentada junto a él, en una cena a la luz de las velas siento mis piernas débiles y ligeramente temblando.
En mi estómago, cientos de mariposas ocupan todo el lugar, así que me va a ser imposible comer en este momento, y si lo hago, creo va a terminar haciéndome daño la comida. Christopher preparó enchilado de camarones, acompañado de arroz blanco y judías verdes. Me quedé mirando a mi plato sin saber qué hacer, solamente tengo dos opciones, comer o no comer.
— ¿No tienes apetito? —me preguntó mirándome fijamente.
—La verdad es que lo he perdido, y eso que es mi plato preferido, pero presiento que si como algo va a caerme mal. —le dije mientras lo miraba fijamente a los ojos.
—Bueno no te recomiendo tomar vino entonces si no vas a comer nada. —dijo quitándome la copa de la mano y poniéndola en la encimera nuevamente.
Y ahora que hago, al menos si bebo el vino me quitará un poco el nerviosismo que tengo en este momento. El extendió su mano tomando la mía, haciendo que lo mirara mientras posaba sus grises ojos en los míos. Me siento como si me estuviera examinando internamente, como si de esa forma pudiera ver en mi interior.
—No tienes porque estar nerviosa Amelia. —dijo mientras me sonreía. —Te sentirías más cómoda si enciendo las luces y apago las velas.
—Sí, puede ser, pero no lo hagas. — le contesté rápidamente. — me gustan las velas encendidas, nunca nadie había hecho esto por mí antes. —le contesté sonrojándome y bajando la cabeza.
Lentamente sentí como su mano se deslizaba por mi mejilla y me levantaba el mentón para mirarlo a los ojos.
—Entonces te tengo una solución mejor, imagina que no hay electricidad y tenemos que alumbrarnos con velas. —contestó sonriendo.
A él se le ocurría cada cosa.
—Eso es un poco difícil sabes, jamás he visto la ciudad de New York sin electricidad.
—Pues en este momento estamos sin electricidad, acaso vez algún edificio alumbrado. —dijo enarcando una ceja.
Y miré en todas direcciones, pero él tenía razón, no veía nada, todas las ventanas estaban cerradas. Prácticamente se podía acabar el mundo afuera y no nos enteraríamos.
—Tienes razón, todo está oscuro. —dije devolviéndole la mirada.
—Ves, no hay electricidad, que tal si comemos entonces esperando que llegue. —dijo mientras yo sonreía.
Mientras el conversaba conmigo, las mariposas poco a poco iban abandonando mi cuerpo. Ya no me siento tan nerviosa. Además, no tengo ningún motivo para estarlo, solamente estamos cenando. Eso ya lo habíamos hecho antes.
—Creo que comeré algo entonces. — le sonrío y él me sonrió de vuelta.
La cena se terminó rápidamente y para mi sorpresa estuvo exquisita. En algún momento tengo que averiguar cómo sabía que esta era mi comida favorita, pero será en otra ocasión. Me dispuse a levantarme para recoger los platos y él me detuvo.
—Deja los platos y ven conmigo. —dijo tirando de mi mano rumbo a la azotea. —creo que ya regresó la electricidad. —anunció mientras abría la puerta y salíamos a la terraza.
Y allí estuvimos por no sé qué tiempo mientras él me abrazaba por detrás. Creo que nunca me iba a cansar de esto, la mejor vista de la ciudad. Aunque comparándola con la vista de Christopher semidesnudo, creo que la vista de New York se tornaba completamente aburrida. New York no tenía abdominales marcados, piel caliente, ni músculos que se tensaban ante un simple toque. Me estremezco solamente con recordar el cuerpo de Christopher desnudo, y él lo notó.
— ¿Tienes frío? —preguntó en mi oído haciéndome estremecer aún más.
—No, no tengo frío. — le contesté negando con la cabeza mientras él se apretaba más contra mí y yo me estremecía nuevamente.
—Entremos, está haciendo mucho aire ya. —dijo mientras me conducía dentro del apartamento.
Caminábamos lentamente, el abrazándome por detrás mientras besaba mi cuello, sus manos en mi vientre acariciándome. De pronto me giró y sus labios se apoderaron de los míos. Aún en sus labios había un ligero y delicioso sabor a vino. Sus besos adictivos y tentadores me hacen desear más de él.
Nos besamos mientras caminamos rumbo a la habitación y al llegar allí se detuvo. Se me quedó mirando y tras sonreír sus manos se dirigieron hacia mi camisa zafando los botones, pero no me la quitó, solamente se quedó parado frente a mi mirándome con esa sonrisa ladina en su rostro.
—Eres hermosa, Amelia. —dijo acercándose a mí y besándome nuevamente.
Sus manos se deslizan lentamente por mi cuerpo hasta llegar a mis jeans y zafar el botón. Coloqué las mías sobre sus hombros y le saqué la chaqueta dejándola caer al suelo. Zafé su corbata dejándola colgando de su cuello y después zafé su camisa lentamente al igual que lo había hecho él. Y en cuanto estuvo desabrochada mis manos recorrieron su torso desnudo, mientras Christopher se estremecía ante mi contacto.
—Me encanta ver como se estremece tu cuerpo ante el toque de mis manos. —le dije mientras él sonreía y después me mordía el labio inferior.
Creo que el vino tiene un efecto de veracidad en mí, me hace decir cosas que estando sobria jamás en la vida diría.
—Creo que nunca me cansaré de desnudarte. — dijo empujándome sensualmente hasta que mis piernas toparon con la cama.
Sin dejar de besarme, me empujo hasta que quedé sentada en la cama. Se arrodilló frente a mí y entonces muy lenta y sensualmente comenzó a sacar mi pantalón dejando besos por mis piernas por el camino. Así lo hizo con ambas. Siento como mi cuerpo se tensa a cada beso que el da y como una deliciosa sensación de placer va creciendo cada vez más en mi interior. Cuando terminó de sacar mis jeans, me puse de pie y tiré del cuello de su camisa hasta que lo tuve parado frente a mí y sonriéndome de lado.
—Mi turno. —le dije un poco nerviosa mientras su rostro estaba a escasos centímetros del mío.
—Estás muy ansiosa. —dijo enarcando una ceja.
—Mis manos queman por tocarte nuevamente. —le contesté mientras el continuaba sonriendo.
—Pues tócame. —me dijo tomando mis manos y colocándolas en su pecho.
Mis manos recorrieron cada terso músculo de su cuerpo, gravando esa sensación en mi mente. Deslicé mis manos hasta llegar al pantalón y comencé a zafar el cinto, pero entonces él me detuvo.
—Espera. —dijo mientras se deshacía rápidamente de los zapatos y las medias. —Ya puedes continuar.
Coloqué mis manos nuevamente en su pantalón y con mucha agilidad saqué el cinto tirándolo al suelo. Christopher solo me observaba sin decir palabra alguna, tal vez lo había asombrado con mis habilidades. Zafé con mucha destreza su pantalón y entonces hice algo sin pensar, introduje mi mano dentro del pantalón tocando su miembro duro y listo por encima de los bóxers.
En cuanto mi mano lo tocó, Christopher gruño sensualmente. Me siento tan poderosa en este momento que esto solo me hace sonreír. Lo acaricié lentamente por encima de los bóxers hasta que él retiró mi mano. Su mirada se quedó fija en la mía. Su mirada se ha oscurecido y mientras me sonríe y me mira de esa forma que me desarma completamente.
Lentamente me empujó hasta quedar acostada en la cama. Rápidamente se quitó su ropa, quedando solo en bóxer y se acostó a mi lado en la cama pasando una pierna por encima de las mías, inmovilizándome.
Y entonces comenzó a besarme desde mi cuello. Lentamente calentando todo mi cuerpo mientras iba descendiendo cada vez más. Con mucha destreza sacó mi camisa y el ajustador para después continuar descendiendo por mi cuerpo. En estos momentos solo una pieza de ropa nos separaba de estar ambos desnudos, una sola pieza de ropa y estaría por primera vez completamente desnuda ante alguien.
Para el momento en que lentamente llegó a mi cintura dando besos y deslizando su lengua sensualmente por mi cuerpo, ya mi respiración era casi insoportable. Mi pecho bajaba y subía cada vez más rápido, es como si no pudiese respirar.
—Quiero comprobar algo. —dijo sonriendo contra mi piel.
— ¡Eh!—mi cerebro se había desconectado y eso fue lo único que le pude responder.
No pude completar una oración, entre la niebla de sensaciones en donde estaban sus labios, por donde se deslizaban sus manos, no podía concentrarme en nada más, y muy tarde me percaté de a qué se refería. Sentí más que ver como su mano se deslizó dentro de mis bragas haciendo que un gemido involuntario escapara de mis labios. Y entonces comenzó a deslizar sus dedos sobre mi clítoris.
— ¡Umm!—dijo mientras continuaba tocándome.
Era una sensación tan extraña sentirlo en tantas partes diferentes de mi cuerpo al mismo tiempo. Una de sus manos estaba acariciando uno de mis senos, sus labios deslizándose por mi vientre, mientras su otra mano se encontraba acariciando mi clítoris. El pulso palpitaba en mis venas mientras entreabría mis labios para poder respirar mejor. Nunca había sentido nada parecido a esto. Tengo la boca seca mientras continúo respirando pesadamente.
—Estás muy mojada. —dijo mientras sus labios llegaban a los míos y me besaba sin siquiera darme tiempo a reaccionar.
La forma en que me dijo esas palabras, me hizo estremecer completamente. ¡Mierda! ¿Porque él dice cosas como esas? Este no es el mismo Christopher de una hora atrás. Su voz ha cambiado a una más sexy y aguda. El simple sonido de su voz en este momento me hace temblar cual una simple hoja al viento. Y mientras me besa, lentamente siento como introduce un dedo dentro de mí.
— ¡Oh mierda!—no pude evitar el grito que escapó de mis labios mientras lentamente sacaba el dedo y lo volvía a meter.
Christopher devoraba mis labios y después lentamente bajó besando mi cuello. No se conformaba con un solo lugar.
—Esto estará interesante. —susurró en mi oído mientras sacaba el dedo de mi interior.
— ¿Por qué? — le pregunté entre gemidos y con la respiración entrecortada.
Christopher solamente me miró a los ojos y sonrió. Entonces dirigió sus manos a mis bragas y se deshizo de ellas rápidamente. Ahora me encuentro completamente desnuda por primera vez en mi vida. Estoy acostada en su cama mientras él me mira recostado a mi lado.
—Creo que nunca me voy a cansar de repetirte que eres hermosa. —dijo mientras deslizaba un dedo por mi cuerpo.
Apenas me tocaba mientras su dedo iba recorriéndome completamente, lo cual solamente hizo que me estremeciera. Lentamente acercó sus labios a los míos y mis manos fueron a su cabello enredándose en él y tirando levemente haciéndolo gemir contra mis labios.
—Tienes una piel muy hermosa...—dijo dejando mis labios y descendiendo por mi cuello lentamente. —suave y delicada. —decía entre besos bajando cada vez más por mi cuerpo.
Al llegar a mis senos deslizó su lengua primero por uno y después el otro antes de continuar descendiendo por mi cuerpo. Entonces en un rápido movimiento me agarró por las caderas y se giró quedando acostado en la cama, y yo sentada a horcajadas sobre él.
—Siénteme. —me dijo mientras yo colocaba mis manos en su pecho.
Christopher está nuevamente a mi merced. Me incliné hacia él y besé sus labios levemente para después descender dando besos por su torso desnudo y su abdomen bien marcado. Debajo de mi puedo sentir su miembro estremecerse cada vez que yo desciendo por su cuerpo. Llegué hasta los bóxers y con mis manos tiré de ellos hasta quitárselos. Y entonces nuevamente me senté sobre él. Su miembro es caliente y palpita debajo de mí. Me incliné hacia sus labios y comencé a besarlo frenéticamente mientras con un suave balanceo, comencé a mover mis caderas sobre él. Nuestros sexos se rozan y Christopher gime debajo de mí. Asciendo nuevamente hasta su boca, sin dejar de besarlo. Lo puedo sentir endurecerse cada vez más debajo de mí.
—Espera, espera...no continúes. —dijo entre gemidos con la respiración acelerada.
—Porque, ¿no te gustan mis besos? —dije mientras besaba su cuello y me movía nuevamente sobre él.
—Si continúas moviéndote así, vamos a terminar antes de empezar. —dijo mientras yo me detenía. —En estos momentos lo que más deseo es estar dentro de ti. —y diciendo esto me giró haciéndome quedar acostada en la cama y el sobre mí. —Dame un segundo.
Se levantó de la cama y camino hasta una de las mesitas a un lado de la cama. Mis ojos ni por un momento se apartaron de él mientras lo observo caminar elegantemente por la habitación y darle la vuelta a la cama. Cuando llegó a la mesita me miró y sonrió mientras la abría y sacaba un preservativo. Solo entonces me percaté que lo había hecho a propósito. Perfectamente había podido llegar a la gaveta sin haberse levantado de la cama. Llegó donde estaba y se acostó a mi lado, poniendo a un lado de la cama el preservativo.
—Lo hiciste a propósito, ¿verdad? — le pregunté mientras sus labios llegaban a los míos para besarme.
—Pensé que querías admirarme bien. —me dijo enarcando una ceja.
Entonces tomó su miembro en la mano y comenzó a moverla a lo largo de este mientras yo lo miraba atentamente. Y no sé porque en ese momento mi boca se secó. Estiró la mano, cogió el preservativo y se lo colocó lentamente. No aparté mi mirada de su entrepierna hasta que el se subió sobre mí.
—Abre las piernas. —lo obedecí al instante.
Christopher se acomodó entre mis piernas y entonces comenzó a frotar su miembro contra mi sexo, pero sin entrar aún. Estaba tentándome, haciéndome gemir con solo el insistente roce. Mientras hacía esto me besaba introduciendo su lengua en mi boca, atrapando los gemidos que escapaban de mis labios.
Y yo me rendí a sus besos, enredando mis manos en su cuello y tirando de él hacia mí. Y cuando lo sentí comenzar a entrar en mi interio, mi cuerpo automáticamente se tensó ante la inminente invasión. Pero se retiró antes de que me adaptara a la sensación de sentirlo dentro de mí. Volvió a repetir lo mismo, entraba solo un poco y después se retiraba. A cada momento podía sentir como crecía en mi interior una deliciosa sensación de placer, quería sentirlo más dentro de mí, pero el no pensaba hacerlo por el momento. Así que enredé mis piernas en sus caderas, y presioné empujándolo por las nalgas mientras me aferraba fuertemente a sus hombros.
— ¡Mierda! ¡Amelia no! — pero ya era demasiado tarde lo apreté más contra mi mientras el sin poderlo evitar se hundía completamente en mi interior haciéndome gritar.
— ¡Espera, espera! —Christopher en ese momento se quedó inmóvil dentro de mí mientras me miraba fijamente.
Sus dientes apretados mientras respiraban pesadamente, el miedo marcado en su rostro.
— ¿Te duele mucho? ¿Te hice daño?—dijo muy preocupado.
—Espera solo un poco. —le dije agitada perdiéndome en su mirada.
Y él hizo lo que le pedí pero no de la forma que yo me imaginaba. Sí, se quedó muy quieto sin moverse, pero sus labios comenzaron a devorar los míos mientras una de sus manos apretaba un pezón haciéndome gemir contra su boca. Y esto solo hizo que mi deseo por el aumentara aún más. Sus labios descendieron por mi mejilla hasta mi cuello mordiendo y besando.
—Me voy a mover. — susurró en mi oído mientras salía y entraba lentamente en mí.
Solo se detuvo para comprobar si estaba bien. Me miró fijamente a los ojos, buscando mi aprobación.
—Sigue. — lo animé mientras el nuevamente volvía a salir y entrar en mi deteniéndose una vez más.
—¿Sigo? —dijo mientras enarcaba una ceja y sonreía.
—Sí. —contesté mientras me aferraba a sus hombros.
Y comenzó a entrar y salir de mí lentamente, sin detenerse esta vez. Lo hacía con envestidas pausadas y dejando escapar un gemido cada vez que entraba en mí. Mis piernas estaban enredadas en su cintura para mantenerlo pegado a mi. Con cada una de sus embestidas, mi cuerpo se iba tensando un poco más.
Poco a poco una deliciosa sensación comenzó a crecer en mi interior. Y entonces involuntariamente comenzaron a escaparse gemidos de mis labios a medida que el entraba una y otra vez en mí, ahora un poco más rápido. Entonces sus labios se posaron sobre los míos acallando los gemidos que escapan de nuestros labios. Mis manos se aferraron más fuertemente a sus hombros. Christopher separó sus labios de los míos para deslizarlos por mi cuello y hasta mis senos donde cogió uno entre sus labios. Y ese fue el detonante.
— ¡Mierda! ¡Mierda!— mis piernas y todos los músculos por debajo de mi cintura se tensaron mientras yo convulsionaba.
Christopher no se detuvo mientras yo disfrutaba la sensación devastadora de mi primer orgasmo, aceleró más sus envestidas mientras yo me mordía el labio inferior para evitar un gemido, pero fue imposible. Y me dejé arrastrar por el devastador orgasmo mientras Christopher gemía con los labios entreabiertos, envistiendo rápidamente hasta caer desplomado sobre mí con la respiración entrecortada y las gotas de sudor perlando su frente.
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Este capítulo está dedicado a ludylinares
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