Capítulo 15
—No lo voy a negar, tengo miedo, pero no de ti. —le dije mientras el fruncía el ceño.
—Deberías tener miedo de mí, recoger tus cosas y marcharte, no sabes lo que podría suceder cuando tenga algún terror nocturno...no tienes idea de lo que he hecho en otras ocasiones. —dijo deteniendo su rostro a escasos centímetros del mío mientras apretaba un poco mis manos.
En estos momentos él está enfadado. Puedo notarlo en su forma de hablar y en sus manos tensas apretando las mías, aunque sin llegar a hacerme daño. Su voz suena fría y distante, pero yo sé que en realidad el lo dice por mi bien, porque no me suceda nada. Intenta cuidarme a su forma, alejándome de él, solo que yo no lo voy a hacer. Sé que él lo que está es enfadado consigo mismo, así que no me queda otra opción más que ayudarlo.
—No me interesa lo que haya ocurrido, nada de lo que digas o hagas hará que me aleje de ti, necesitas a alguien a tu lado. —y mientras le digo esto, me suelto de sus manos y acuno su rostro entre las mías.
—¿Crees que podrás soportar todo lo que me suceda? Estás dispuesta a esposarme por las noches, compartir mi cama para velar mi sueño y despertarme cuando sea y como sea necesario. —me dijo muy serio mientras yo acariciaba su rostro.
—No lo sé, pero quiero intentarlo. —le respondo sinceramente.
Por un momento nos miramos fijamente sin decir nada y solo después de él evaluarme completamente con su mirada escrutadora y respirar profundamente habló.
—Creo que deben estar en una de las cajas del fondo del armario. —dijo rindiéndose y separándose un poco de mi. —No estoy aceptando esto de buena gana, aún creo que es una mala idea. —dijo exhalando fuertemente.
Y diciendo esto ambos nos dirigimos hacia allí. El final del armario estaba lleno de cajas cada una marcada por fuera con un rotulador identificando lo que había en ellas. Se pueden contar más de 10 cajas.
— ¿Por dónde comenzamos? —le pregunté mientras miraba hacia las cajas.
—Debe estar en una que dice Londres. — me dijo mientras yo miraba en todas partes del armario.
—Allí. —le dije señalando la caja en lo más alto del armario. — como la vamos a coger ninguno de los dos llega. —le pregunté mientras miraba fijamente la caja como si por arte de magia esta fuera a bajar sola.
—Eso es fácil. —dijo acercándose a mí y agachándose a mi lado me cargó por las piernas haciéndome gritar.
Y por segunda vez volví a sentir su calor abrazador quemando contra mi piel, se sentía tan bien. Pero tengo que lograr que me baje.
—Christopher, bájame. — le dije mientras me movía tratando que me soltara.
—Te bajaré después de que cojas la caja. —y me acercó al armario donde se encontraba la caja.
La verdad que de esta forma llegué perfectamente y la caja no era muy pesada, a pesar de ser grande. En cuanto la cogí Christopher me bajo hasta el suelo sonriendo.
—Ves, no fue tan difícil. —dijo abriendo la caja y sentándose en el suelo.
Hice lo mismo que él y me senté por el otro lado y entre los dos comenzamos a sacar las cosas de la caja hasta encontrar las esposas. Cuando me había dicho esposas me había imaginado automáticamente a las de acero de color plateado de la policía. Pero estas ni remotamente se parecían. Básicamente eran las mismas, con la diferencia que la cadena entre ellas era más larga y estas estaban acolchonadas. Enganchada en ellas estaba la pequeña llave colgando de una cadenita fina y larga. Christopher retiró la llave y comprobó los cierres.
—Bueno al parecer está en perfectas condiciones. —dijo mientras las ponía a un lado y comenzaba a meter las cosas en la caja nuevamente.
Yo no dije nada, simplemente me quedé observándolas, ni siquiera me atreví a tocarlas. Comencé a guardar las cosas en las cajas, hasta que pude visualizar una foto que guardó de sus padres y eso llamó mi atención, aunque no se lo dije a Christopher. ¿Por qué tiene una foto de sus padres en una caja y no en un cuadro? ¿Acaso les había sucedido algo? Pero el me dijo que no le preguntara nada de su pasado. ¿Qué debo hacer?
— ¿Qué te sucede? Estas con cara de haber visto un fantasma desde hace unos minutos. —dijo muy serio.
—Nada. — le mentí bajando mi cabeza mientras continuaba guardando las cosas en la caja.
—Amelia, mírame. — me pidió con voz autoritaria obligándome a mirarlo a los ojos. — ¿Que sucede? —preguntó ahora preocupado.
—Me dijiste que no preguntara nada de tu pasado, así que no lo haré. —dije mientras continuaba guardando cosas.
Por un momento el miró hacia la caja y después me miró nuevamente como adivinando lo que me sucedía.
—No puedes evitar la curiosidad, ¿verdad? —me dijo dejando de recoger y haciendo una mueca de disgusto y por un momento lo miré fijamente. — Están muertos, fin del asunto. — respondió volviendo a recoger las cosas
¡Muertos!
Sus padres están muertos y él lo dice, así como así. Pero eso no es motivo para que la foto esté allí en una caja. Sé que hay algo más de la historia que él no me está contando, pero por el momento no lo voy a presionar.
Terminamos de recoger las cosas y dejamos la caja en el suelo en un espacio vacío del armario.
—Será mejor que preparemos algo para almorzar. — dijo mientras miraba su reloj. — ¿Te gustan los macarrones con queso?— me preguntó mientras inclinaba la cabeza de lado.
—Sí, me encantan los macarrones con queso. —dije muy efusiva, la verdad es que tenía mucha hambre.
—Nunca había visto a nadie tan ansioso por un plato de macarrones con queso. —dijo en tono de broma mientras sonreía.
—Ya ves, estás viendo a la primera persona. —dije mientras reíamos y ambos salíamos del armario rumbo a la cocina.
—Y cómo vamos a hacer, te mudas a mi casa o yo a la tuya. —dijo mientras entraba a la terraza con otra botella de vino.
Es entrada la tarde, Christopher se ha cambiado de ropa, por suerte para mí. Tiene una camisa y unos jeans desgastados. Después de los macarrones del almuerzo, que habían quedado deliciosos, nos sentamos en la mesa de la terraza toda la tarde, con una botella de vino. La verdad que es algo increíble la vista que se tiene desde aquí en todas direcciones, hace que te relajes y te olvides de todo. Pero yo no puedo olvidarme de todo, por más que lo intento, aún no sé cómo voy a lidiar con Christopher. Durante el almuerzo medité algo sobre el asunto, pero lo dejé correr. Ahora que estoy aquí afuera, mientras el aire me da en el rostro, estoy pensando en cómo voy a compartir mi tiempo, ya que voy a pasar las noches con él, cuidándolo. «¿En qué momento mi vida se complicó tanto?» «Desde que te reencontraste con Christopher» me dijo mi subconsciente en modo sarcástico. Claro, él es el culpable de todo lo que me sucede.
No veo muchas opciones, es o mudarme a su apartamento o él al mío. Aunque en el nivel que está nuestra relación, bueno no es que tuviéramos una, aún no sé qué es lo que quiere Christopher de mí. Bueno si lo sé. Creo que tendremos que buscar otras opciones para que esto funcione. Y entonces se me ocurrió algo.
—Y si nos dividimos. —le respondí mientras tomaba mi copa y por un momento el se me quedó mirando meditándolo.
— ¿Tienes pensado cómo lo haremos? —dijo enarcando una ceja.
—Sí, que tal los fines de semana para tu casa y entre semana para la mía, queda más cerca del trabajo. — la verdad que se me acababa de ocurrir, pero hasta ahora es lo mejor.
—Me gusta, pero con un pequeño cambio, los miércoles y fin de semana aquí, así no tendremos que mudarnos con toda la ropa. —dijo y mientras yo lo pensaba me di cuenta que tenía razón. Con el miércoles por el medio el podría venir y recoger ropa.
—Sí, me gusta tu versión. — le dije sonriendo y dándole un trago a mí vino. — Está delicioso, es el mismo de la otra vez.
—No, este es un Chardonnay. — respondió mirándome por encima de su copa mientras le daba un trago también.
—Ah, creo que a esto me puedo acostumbrar, vino y la mejor vista de todo New York. —contesté sonriendo mientras mi mirada se perdía sobre el río Hudson.
—Sí, yo también me puedo acostumbrar a esto. —al mirarlo, su mirada está fija en mí y solo le sonreí.
Para cuando el sol comenzó a ponerse me levanté de la silla cogiendo mi copa y me apoyé en el borde del balcón para admirar mejor la vista. Y al igual que el día anterior, era espléndida. Te dejaba sin aliento.
—Qué tal si nos bañamos para cenar. — me dijo abrazándome por detrás mientras los restos del sol se perdían en el horizonte.
— ¿En qué momento preparaste la cena? —le pregunté sin girarme sintiendo sus cálidos brazos a mi alrededor.
—En los momentos en que he ido a por las botellas de vino y en otras ocasiones que al parecer no me viste. — me contestó descansando su cabeza en mi cuello.
Su aliento en mi cuello hace que mi cuerpo reaccione a su contacto. Su suave respiración hace que mi cuerpo se estremezca haciéndome perder la cordura.
—Sí, vamos a bañarnos. —le contesté mientras me giraba haciendo que se separara de mi.
— ¿En el mío que es más espacioso? —me preguntó mientras yo enarcaba una ceja confusa por su pregunta hasta que me percaté de a lo que él se refería.
Siento mis mejillas arder, imagino que deben estar de color escarlata, al menos imagino que por la poca iluminación el no se haya percatado.
—Tú en el tuyo y yo en el mío. — le contesté mientras recogía su copa de la mesa y entraba al apartamento.
Me dirigí hacia la cocina sintiendo los pasos de Christopher detrás de mí. Dejé las copas en el fregadero y estaba por encaminarme a la habitación cuando él me interceptó.
—Entonces, sobre el tema anterior, ¿tenemos un acuerdo no? — me dijo dejando las botellas vacías en la encimera.
—Sí, tenemos un trato. —le contesté mientras él me miraba fijamente con una leve sonrisa en sus labios.
Esa sonrisa ya estaba a empezando a conocérsela, es la misma que pone cuando está tramando algo.
—¿Podemos sellar el acuerdo con un beso? — preguntó sugestivamente con su mirada fija en la mía.
—Sabes, solo conozco dos personas que sellaron un trato con un beso, y ambos están muertos. —le respondí mientras el sonreía.
—Sí, se que Romeo y Julieta acabó en tragedia, pero lo nuestro no tiene porque terminar así cuando apenas ha comenzado. —me dijo mientras se acercaba peligrosamente a mí.
Solamente a mí se me había ocurrido hacer un trato con Christopher. Un trato que hace que me quede en una habitación a solas con un chico. Y no con cualquiera, uno con el cual tengo un pasado y por el cual comienzo a tener sentimientos nuevamente. Esto no va a salir muy bien, lo puedo presentir. Comienzo a retroceder a medida que él se acerca cada vez más a mí. Su sola presencia me trastornaba completamente, hace que pierda la capacidad de pensar coherentemente, y que mi respiración se acelere. Y ahora mientras el avanza peligrosamente hacia mí, estoy mucho más alterada.
— ¿Por qué huyes de mi? ¿No quieres un beso? — me dijo con sus ojos fijos en mí mientras yo retrocedía de espalda cada vez más saliendo de la cocina rumbo a la sala.
A quien voy a engañar, si quiero un beso suyo, pero en ese momento encuentro mucho más emocionante que Christopher me persiga por el apartamento para conseguirlo. Continúo retrocediendo hasta que mis pies topan con algo y me quedo inmóvil con Christopher frente a mí.
—Ya no tienes a donde huir. — me dijo mientras se acercaba más a mí.
Mi corazón late como si quisiera salirse, sus ojos se posan en los míos y su mirada caliente me traspasa completamente, derritiéndome más de lo que ya me encuentro en ese momento. Me siento deseada, caliente y excitada bajo su intensa mirada. Su mano sube hasta mi rostro, me acaricia y yo cierro los ojos ante su suave caricia. Y creo que se me escapa un leve gemido.
—Al parecer tu cuerpo no está de acuerdo con tu mente. — dijo haciendo que yo abriera los ojos de repente y nuestras miradas se fundieran en una sola —Quieres un beso. — dijo mientras deslizaba un dedo por mis labios entreabiertos, lo que solo hizo que yo respirara con más dificultad. —Pero también quieres más que un beso, quieres caricias. — dijo mientras deslizaba su otra mano por mi cintura, y mi cuerpo comenzaba a reaccionar ante su toque. —Quieres sentir mi cuerpo caliente junto al tuyo. — dijo mientras me pegaba contra él dejándome sentir que tan excitado estaba en esos momentos. —Pero por el momento, creo que te tendrás que conformar con un beso. — dijo mientras sus labios se apoderaban de los míos.
Había extrañado muchos sus labios sobre los míos, sus manos deslizándose por mi cuerpo, su cuerpo caliente, él tenía razón. Por mucho que mi cerebro me dijera que no, mi cuerpo lo deseaba completamente. Nunca había deseado tanto a alguien como ahora en estos momentos cuando nuestros labios y cuerpos se funden uno con el otro hasta caer sobre el sofá, él sobre mí explorando mi cuerpo con sus manos. Mis manos fueron hacia su camisa e inconscientemente comencé a zafarle los botones. No sé porque, pero esta escena me parece bastante familiar, como que ya la he vivido hace mucho tiempo atrás, aunque con una enorme diferencia. Al menos ahora yo no estoy tan nerviosa y sé lo que tengo que hacer, al menos hasta cierto punto. Tras terminar de zafar los botones, saqué su camisa por encima de su cabeza. Y nos quedamos mirándonos a los ojos. Y sus palabras de 6 años atrás regresaron a mí en ese instante, solo que ahora con una voz más gruesa varonil.
—Estás segura de querer hacer esto, ya rompí una de mis reglas y estoy a punto de romper otra, si continuamos no habrá marcha atrás. —dijo mientras sus ojos, más oscuros que de costumbre, me miraban fijamente.
Su respiración estaba acelerada al igual que la mía mientras él se encuentra sobre mí en el sofá. No sé que ha querido decir con eso, pero en este momento no me interesa averiguarlo. En estos momentos lo que más quiero es sentir su piel caliente sobre la mía.
—Sí, estoy segura...muy segura. —le dije tirando de su cabeza para unir nuestros labios una vez más.
Y era la verdad, jamás había estado tan segura de algo en toda mi vida. Christopher atacaba mis labios febrilmente mientras me aprisionaba cada vez más contra el sofá, y en un momento me vi enredando mis piernas en su cintura pegándolo más a mí. Entonces en un ágil movimiento Christopher se levantó del sofá llevándome consigo. No es que fuera muy pesada, pero él me cargaba con mucha facilidad.
—No te sueltes. — susurró en mi oído mientras caminaba conmigo rumbo a la habitación.
Y yo aproveche ese momento en que el me estaba sosteniendo para recorrer su cuello con mis labios, haciendo que él perdiera el equilibrio y me recostara contra la pared del pasillo sonriendo contra mi cuello.
—Creo que así no llegaremos a la habitación. — me dijo haciéndome estremecer y comencé a reír también.
—A mi me da igual. — le dije mientras el apretaba más su cuerpo contra el mío aprisionándome contra la pared.
Comenzó a besarme apasionadamente introduciendo su lengua en mi boca haciéndome gemir y estremecerme. Su cuerpo se apretaba contra el mío y mientras una de sus manos me sostenía con la otra zafaba mi blusa y la dejaba caer al suelo. Un estremecimiento a nuestro lado hizo que ambos miráramos en esa dirección. En el suelo hecho pedazos se encontraba un cuadro. Nos miramos riéndonos y después continuamos besándonos mientras Christopher continuaba caminando hacia la habitación.
Al llegar me sentó en la cama, me empujó lentamente hasta quedar acostada y el sobre mí. Entonces sus labios dejaron los míos para deslizarse por mi mejilla, mi cuello y bajar lentamente, dejando un rastro húmedo y caliente por todo mi cuerpo hasta llegar al short. Sus besos hacen que pierda la cordura y que me concentre solamente en el delicioso calor que se propaga cada vez más en mi vientre. Pero cuando sus manos fueron al botón del short lo detuve.
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Este capítulo está dedicado a
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