Capítulo 14
Hace calor en la habitación, un calor abrazador a mí alrededor. Es como un intenso fuego que se extiende por todo mi cuerpo. Para el lado que me mueva, siento el mismo calor abrazador. Abro los ojos y me veo a mi misma en una habitación completamente en llamas sin poder escapar a ninguna parte. Yo no grito, solamente estoy en medio de la habitación, de pie. En un momento todo cambió, la habitación dejó de estar en llamas, no siento frío pero tampoco siento el mismo calor que antes. Entonces Christopher se materializó frente a mí. Llegó donde yo estoy y comenzó a acariciarme llenando mi cuello de besos mientras me apretaba contra él, entonces comencé a sentir calor nuevamente.
Despierto sobresaltada con la misma sensación de hace unos minutos. Siento mucho calor a mi lado, algo sobre pecho me aprieta y me quema. Me giro y me llevo una sorpresa al encontrarme a Christopher durmiendo a mi lado, con su brazo sobre mí.
¡Mierda!
¿Qué hace él durmiendo aquí?
En mi mente vuelvo a memorizar la noche anterior y la verdad es que después de llegar a mi habitación y cambiarme de ropa, me había quedado dormida al instante. ¿En qué momento Christopher había llegado a mi cama?
¡Rayos!
Estoy solamente en bragas y una camisa. Lo muevo un poco para que despierte y me explique que hace en mi habitación.
—Mmm. — se le escapa un gemido mientras yo lo muevo.
—Christopher, despierta. — le digo mientras continúo moviéndolo.
—Sabía que al final vendrías a mi habitación. — me dice aún con los ojos cerrados mientras sonríe y su brazo se aferra más contra mí.
Esto está a punto de salirse de control, tengo que lograr despertarlo de la forma que sea.
— Christopher, no estoy en tu habitación. — le digo fuertemente y en cuanto lo hice, el abre sus ojos de par en par y se sienta en la cama.
Christopher miró en todas direcciones comprobando que en verdad no estamos en su habitación, sino en la mía. Y mientras tanto yo dejo de respirar y me quedo embobada mirándolo. Se encuentra sin camisa, sus brazos descansando sobre sus piernas, y me percato que es la primera vez que lo veo así. El fin de semana en el yate no se había quitado en ningún momento la camiseta.
Pero en estos momentos lo tengo a mi lado y puedo observarlo detenidamente. Sus músculos se marcan perfectamente en todo su cuerpo, es como ver una escultura griega del museo, no la verdad esto es mucho mejor. Las esculturas no están vivas y mucho menos tienen la piel cálida.
«Amy concéntrate en lo importante».
Estaba serio mientras su cabello revuelto cae sexymente en su rostro. Entonces recuerdo nuevamente que estoy medio desnuda.
— ¡Rayos! No otra vez. — exclama mientras se pone las manos en la cabeza haciendo que su pelo se desordene aún más de lo que ya está.
— ¿Que sucede? ¿Me puedes responder que haces en mi habitación? — le pregunto nuevamente y me arrepiento en el mismo instante en que lo hago.
Se me quedó mirando muy serio mientras retira las manos de su cabeza y las apoya en la cama antes de ponerse de pie. Y en ese instante, dejo de respirar por segunda vez en lo que va de mañana. El tiempo se detiene, es como si todo fuera en cámara lenta. Mis ojos siguen todos los movimientos que hace su cuerpo, como sus músculos se tensan al levantarse de la cama y caminar rumbo a la puerta. Trae unos pantalones de color gris que le caen provocativamente en la cadera. Al llegar a la puerta se giró hacia mí.
—Voy preparando el desayuno, después podemos conversar. —dijo antes de salir de la habitación.
Y yo me quedé allí embobada sentada mirando por donde él se ha marchado. Esto no tiene sentido, creo que lo mejor es que me visa rápido y salga, solo así podré saber qué fue lo que sucedió anoche después de yo dormirme.
Antes de salir de la habitación miro el celular en busca de alguna llamada perdida o un mensaje de Lizzy, pero no hay nada. En la pantalla de este solamente está el reloj marcando un poco más de las 10:00 am. Me levanto de la cama y tras pasar rápidamente por el baño, asearme y cepillarme los dientes me visto decentemente y voy hacia la cocina.
Christopher se encuentra frente a la cocina, exactamente cómo mismo había salido de mi habitación.
—Siéntate por favor. — me pide y sin apenas dudarlo me senté a la barra.
Delante de mí coloca un plato con wafles, una botella de sirope de maple, un plato con huevos con tocino y dos vasos. Abre la nevera y saca una caja de jugo, que coloca también en la encimera antes de sentarse a mi lado. ¿Qué debo hacer? Le pregunto ahora o cuando termine de desayunar. Creo que mejor cuando termine de desayunar.
—Sé que te dije que no hablo de mi pasado, pero creo que hay algo que debes saber. — me dice sin apenas darme tiempo a probar bocado.
—Al menos puedo desayunar antes de conversar. —le pregunto mientras miro mi desayuno intacto delante de mí.
—No creo que haga mucha diferencia, pero si lo deseas así. —me dice señalando mi plato.
El desayuno estuvo delicioso y prácticamente me comí todo lo que Christopher había puesto delante de mí. En cuanto terminé de desayunar me giré hacia él y la verdad fue que por un momento se me olvidó porque estaba allí sentada. El aún se encontraba a mi lado sentado sin camisa. Ya había terminado de desayunar también y me estaba observando con mucha curiosidad.
— ¿Ya podemos hablar? —me preguntó en tono calmado.
—Cuando quieras. —le dije alentándolo con una sonrisa.
—Lo que sucedió anoche, no me sucedía desde hace años y no sé porque exactamente ocurrió anoche. —me dijo mientras me miraba muy serio pendiente a mi reacción.
— ¿Y qué fue lo que sucedió?— inquirí con curiosidad.
—Cuando tenía 12 años, me diagnosticaron sonambulismo y terrores nocturnos. A veces los tenía, no siempre y alrededor de los 18 años desaparecieron. No había tenido ningún episodio más, pensé que habían desaparecido permanentemente. —me dice mientras desliza una mano frustrado por su pelo.
Nunca me había enterado de eso, aunque lo más lógico era que como aparentemente había desaparecido, no tenía porque haberlo sabido, hasta hoy.
— ¿Terrores nocturnos? ¿Es lo mismo que las pesadillas? —le pregunté con preocupación.
—No, no se parecen en nada a las pesadillas. —dijo con la mirada perdida, imagino que en algún recuerdo del pasado.
—¿Me explicas eso? —le pido mientras él me mira fijamente.
—En una pesadilla solamente sientes miedo y ansiedad al punto que te despiertas, y en los terrores nocturnos sientes un terror extremo, pierdes el control de los movimientos, gritas fuertemente, no puedes moverte, no recuperas la conciencia completamente y cuando lo haces estas agitado, sudoroso y no recuerdas nada de lo que soñaste.
¡Mierda! Eso es peor de lo que yo me imaginaba.
—Al menos anoche no tuviste ninguno, solo fuiste hasta mi habitación. —le dije mientras lo miraba fijamente.
—Sí, al menos es algo, pero temo por lo peor. —me dice con mucha preocupación.
— ¿Qué es lo peor?—le pregunté preocupada una vez más.
—Anoche al parecer solamente fui hacia tu cama, pero no sé qué haré la próxima vez que camine dormido, creo que voy a tener que tomar ciertas medidas. —me dice con la preocupación marcada en su rostro.
Y no era para menos, lo mismo podía abrir la puerta del balcón o quien sabe lo que se le ocurriría hacer. Me estremecí con la sola idea de que le sucediera algo en una de esas caminatas nocturnas.
— ¿Y qué medidas son las que tienes que tomar? —le pregunté firmemente.
—No creo que quieras saber eso. — me dice muy serio mirándome fijamente a los ojos.
—Créeme, en estos momentos quiero saberlo. —le dije mientras le tocaba ligeramente el brazo que descansaba en la barra.
Christopher miró mi mano tocando la suya y después volvió a mirarme a los ojos fijamente.
—Me esposaba a la cama. —para que pregunté, por supuesto que tenía que atarse a la cama.
—Y porque con esposas, no podía ser con alguna cinta, o algo. —le pregunté curiosa.
—Las cintas y las correas las zafaba. —me dijo mientras ponía una mano sobre la mía y me acariciaba lentamente.
—Entonces necesitamos un par de esposas para esta noche, será mejor que salgamos a buscarlas. —le dije mientras me levantaba de la banqueta, pero él me sujetó la mano.
—Eso no será necesario, creo que las tengo guardadas en alguna parte del armario. —me dijo mientras yo lo miraba extrañada frunciendo el ceño.
Eso sí que es extraño. Si no había padecido de más sonambulismo como dice él desde los 18, ¿porque las tenía aún guardadas?
—No sé porque nunca me deshice de ellas a pesar de no haber vuelto a caminar dormido. — dijo contestando lo mismo que yo me estaba preguntando en ese instante.
Y ahora que se supone que debo hacer. Alejarme de él después de descubrir algo de su pasado del cual al parecer no conozco absolutamente nada. O quedarme y ayudarlo con su situación. Porque en estos momento lo que más necesita es alguien a su lado. Alguien que vele por él y que esté las 24 horas del día a su lado. ¿Acaso yo puedo convertirme en esa persona? Podré disponer de mi tiempo para ocuparme de él en las noches o en cualquier momento que me necesite. Bueno solo hay una forma de saberlo y esa es intentándolo al menos, ya veremos más adelante como transcurrían las cosas.
—Entonces vamos a buscar esas esposas. — le dije tirando de su mano haciendo que se levantara de la banqueta
Es la segunda vez que nuestras manos se encuentran entrelazadas. Lo conduzco hacia su habitación y después hacia el armario, que como él me había mostrado, quedaba a la derecha en cuanto entrabas.
Y me quedé asombrada cuando llegué allí. El armario, más que un armario parecía una habitación. Era del mismo tamaño o más grande que mi habitación.
—Puedes verlo si lo deseas. —dijo Christopher ante mi cara de sorpresa.
A mano derecha y hasta el fondo se extienden los percheros con jeans y trajes de diferentes modelos al igual que las camisas. A mano derecha un enorme espejo de cuerpo completo. Siguiendo a mano derecha, están las gavetas donde imagino que se encuentran las medias, la ropa interior, las corbatas y los relojes. Al final y doblando hacia la derecha continua el armario con cientos de pares de zapatos. Y más al final, se encuentra la ropa de invierno y muchas cajas. Regreso donde está Christopher que se encuentra recostado a uno de los armarios con los brazos cruzados sobre su pecho y sonriendo.
— ¿Algo interesante?—preguntó ante mi cara de asombro.
—Creo que si Lizzy ve este armario, le da un infarto. ¿Como has llegado a tener tanta ropa? El mío apenas y llega a la mitad de este. —le dije señalando todo el espacio.
—La mayoría son regalos, recuerda que soy el dueño de uno de los clubes más prestigiosos de New York, tengo que lucir bien, los demás, son hechos por encargo. —dice sin darle importancia.
—Wau, me maravilla la forma de vivir tuya, ¿entonces nunca has ido de compras? —le pregunté intrigada.
—No, la verdad es que hace mucho que no lo hago. —dice pasando una mano por su pelo.
— ¿Y quién abastece la nevera?—pregunto con curiosidad.
—El ama de llaves, limpia tres veces por semana, excepto los fines de semana y rellena la nevera todos los lunes. —dice encogiéndose de hombros.
—Creo que nunca me podría adaptar a tu nivel de vida. —le respondo mientras deslizo una mano por los jeans colgados en los percheros.
—Yo decía lo mismo, y ya me ves, con el tiempo llegas a acostumbrarte a cosas que jamás creías. —dice sonriendo mientras yo lo miro brevemente.
—Genial, bien por ti. Entonces por donde empezamos a buscar. — le digo mientras me detengo en medio del armario a unos metros de él.
Su cercanía aun continúa perturbándome como la primera vez, y si lo tengo medio desnudo frente a mí, es mucho peor.
—Amy...no quiero meterte en mis problemas. —dice mientras descruza los brazos.
Caminó hacia donde yo estoy y agarró mis manos suavemente mientras me miraba fijamente a los ojos. Y nuevamente sentí esa corriente recorrer mi cuerpo.
¡Dios!
Y por poco me derrito en el suelo cuando lo escuche decir mi nombre de aquella forma. Es la primera vez que me llama así, no por mi nombre, sino como mismo lo hacían mis amistades, y la verdad es que sonaba completamente diferente. Mi nombre en sus labios ha sonado sexy y excitante. Su lengua acarició mi nombre haciéndome estremecer y casi perder el equilibrio. Por un momento me desconcentré del tema en cuestión, pero rápidamente vuelvo a enfocarme en el asunto.
— ¿Por qué no? —le pregunté frunciendo el ceño.
—Porque puedo ver en tu rostro que tienes miedo. — dice mirándome fijamente.
¿Acaso mi rostro refleja todas mis emociones o el puede leer las mentes? Sí, es cierto que estoy aterrada. Aterrada de que le suceda algo si se queda solo de noche en el apartamento. Sin que nadie vele por su seguridad.
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Este capítulo está dedicado a lunafernandez96
Espero les haya gustado el capítulo.
Que creen de sus terrores nocturnos?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto. Xoxo🐦⭐
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