Capítulo 13
El apartamento donde vive Christopher es muy lujoso, debe costar una fortuna. Pero creo que lo mejor es procesarlo en el baño. Busco la ropa y las cosas necesarias en mi mochila y me dirijo al baño que está cruzando el pasillo. Me desnudo y me meto en la ducha y la cálida agua enseguida hace que me olvide de todo. Lo que más deseo es quedarme toda la tarde metida bajo la cálida cascada de agua, pero tengo que salir en algún momento.
Cojo una de las toallas y me seco el pelo lo más que puedo para después secarme completamente el cuerpo. Me visto con un short, no muy corto, una camisa blanca de manga corta y unas sandalias bajitas. Salgo del baño hacia mi habitación y siento un ruido proveniente de la cocina, al parecer Christopher se está allí. Cuando me fijo en la hora, para mi sorpresa, me he pasado media hora en el baño, con razón ha sido tan relajante.
Salgo de la habitación rumbo a la cocina para ayudar a Christopher en lo que haga falta y casi me da un infarto cuando lo veo. Su pelo está mojado, completamente revuelto y desordenado mientras le cae seductoramente en la frente. Trae una camiseta puesta y un short cargo mientras que sus pies se encuentran desnudos. Está muy concentrado en lo que sea que está haciendo en el fogón mientras sostiene la sartén en una mano y con la otra revuelve lo que hay en su interior.
—Te puedo ayudar en algo. — llego a su lado aclarándome la garganta.
—Sí, alcánzame la taza con el caldo. — me pide mientras yo me acerco hasta la encimera y le paso la taza con el caldo que hay allí.
Me llama mucho la curiosidad sobre lo que está haciendo. Nunca hubiese imaginado a Christopher cocinando, pero verlo es aún mejor todavía.
—Espero que te guste el Risotto. — me dice mientras brevemente se gira hacia mí. Bueno al menos ahora sé lo que está cocinando. —Pásame la pasta de tomate. — me dice nuevamente mientras yo cojo el frasco y se lo alcanzo.
—La verdad no lo sé, nunca lo he probado. — contesto encogiéndome de hombros.
Y así terminamos de cocinar el pidiendo cosas y yo alcanzándoselas. A pesar de nunca haber probado el risotto, estoy deseosa de hacerlo ya que el aroma que exhala es delicioso. En cuanto terminamos de preparar la cena Christopher la tapa, y se gira hacia mí mirando su reloj.
—Justo a tiempo, vamos. — me dice tendiéndome la mano.
— ¿A dónde? — es que acaso el piensa salir ahora.
—Estás a punto de ver lo mejor del apartamento. —me dice sonriéndome.
Tomo su mano, dudando, y como tantas otras veces, cada vez que nuestras manos se tocan, vuelvo a sentir esa deliciosa corriente recorrer mi cuerpo. Me conduce hacia donde se encuentra la cortina oscura y se detiene allí.
—Cierra los ojos. — me pide en un leve susurro y mientras yo lo hago el pone una de sus manos en mi rostro, cubriendo mis ojos.
— ¿No confías en que mantendré los ojos cerrados? —le pregunto.
—No mucho la verdad. — dice mientras siento el sonido de algo deslizarse. — Cuidado con los escalones. — dice mientras me tapa los ojos ahora con ambas manos y me guia.
Después de subir tres escalones continuamos caminando varios metros mientras una fuerte briza golpea contra nosotros. Así que imagino que estamos en un balcón. Se tarda un momento allí tapándome los ojos mientras yo estoy cada vez más ansiosa.
—Falta mucho. — le digo mientras lo siento reírse detrás de mi pegando su cuerpo al mío.
—Abre los ojos. — me susurra al oído mientras me quita las manos de los ojos y yo los abro en ese momento.
Y entonces me quedo maravillada ante lo que veo. Ante mi se encuentra la mejor vista de todo New York bañada por tonos naranjas y azules que dan paso al anochecer mientras el sol se va poniendo lentamente en la distancia a lo lejos sobre el río Hudson. Frente a mí se alza el One World Trade Center reflejando en sus cristales los restos del sol que ya van desapareciendo.
Nunca había visto algo tan hermoso. Había admirado las más diversas vistas de la ciudad, pero jamás nada igual a esto. Es uno de esos momentos en los que más deseas tener una cámara para sacar una foto. ¡Eso es! Salgo corriendo hacia la habitación mientras oigo a Christopher gritar algo tras de mí que no llego a escuchar. Busco mi celular y regreso rápidamente donde Christopher que me mira preocupado preguntándose a que se debe mi carrera.
En cuanto ve mi celular en la mano, enseguida comprende. Activo la cámara y capto la maravillosa escena varias veces, hasta que el sol ya se ha metido completamente. Me he quedado literalmente sin palabras ante lo que he visto, nunca antes me había quedado sin palabras ante nada, ni siquiera cuando había subido por primera vez al mirador del Empire State.
— ¿No vas a decir nada? — me pregunta Christopher ante mi cara aún de asombro.
—En este momento no soy capaz de encontrar una frase para describir lo que acabo de ver. — le respondo mientras sonrío tontamente.
—Créeme a mi me pasó lo mismo la primera vez que lo vi, y tengo una que lo resume perfectamente.
—Y esa sería…
—La perfección se puede encontrar hasta en algo tan sencillo como un atardecer.
—No te lo voy a negar, tienes toda la razón en eso. — le contesto mientras admiro la vista en las otras direcciones.
A la distancia se puede observar el resto de la ciudad comenzando a iluminarse ante la noche que ya se aproxima, cayendo rápidamente. Entre todos los rascacielos resalta el segundo más alto de la ciudad, el Empire State hoy con sus luces de color blanco. En la terraza, en un extremo que no me había percatado, hay una mesa con dos sillas debajo de un entoldado. De repente un escalofrío me recorre completamente, la verdad es que hay mucho más aire ahora.
—Vamos a cenar antes de que se enfríe. — me dijo Christopher mientras ambos entramos al apartamento y el cierra la puerta detrás de mí.
Christopher no me deja hacer nada, me pide que me siente a la barra que el servirá la cena. Y así lo hace. Sirve ambos platos y tras poner dos copas en la encimera y una botella de vino, se sienta a mi lado.
— ¿Cabernet Sauvignon? — me pregunta mostrándome la botella.
—No sé nada de vinos. — le contesto sinceramente.
—Yo tampoco, solo conozco los que me gustan, este está bueno. — dice mientras vierte vino en ambas copas.
Comemos tranquilamente. La cena estaba deliciosa. Jamás imaginé que las cosas nuevas fueran tan deliciosas.
—Gracias por la cena, estaba exquisita. — le contesto mientras le sonrío sinceramente.
—No hay de qué. — me dice mientras se levanta de la barra recogiendo los platos, dispuesto a fregar.
—No, déjame a mí, tu cocinaste lo más justo es que yo friegue. — le contesto levantándome también y recogiendo las copas.
—Tú me ayudaste. — me responde enarcando una ceja e inclinando la cabeza a un lado.
— ¿Nos pondremos de acuerdo en algo? —le pregunto mientras ambos sonreímos.
—Qué tal si lo hacemos entre los dos.
—De acuerdo. Yo friego y tú secas. — y diciendo esto nos ponemos manos a la obra.
Christopher va fregando los platos, los cubiertos, y la sartén y me los va pasando para yo ir secándolos. Terminamos más rápido de lo que yo pensaba. En cuanto terminamos coge nuevamente las copas y la botella de vino que aún está por la mitad.
—Vamos a sentarnos, así podremos conversar. — me dice mientras señala hacia la sala.
Salgo delante de él y me siento en el sofá mientras él se sienta a mi lado dejando un espacio entre nosotros y le agradezco ese gesto. Aunque una pequeña parte de mi lo deseaba lo más cerca posible, la otra me decía que tomara las cosas con calma. Vierte un poco más de vino en ambas copas y tras pasarme una, comenzamos a conversar haciendo él la primera pregunta.
— ¿Desde cuándo vives en New York? — esa pregunta es fácil de responder.
—Desde que me otorgaron la Universidad, hace casi 4 años. — le respondo dando un sorbo a mi vino.
—Veo que te has adaptado bien a la vida de la ciudad. —me dice dándole vueltas al vino en su copa.
—Si la verdad sí, me gusta New York. — le contesto recostándome al espaldar del sofá mientras esta vez le doy un largo trago de vino a mi copa.
Por un momento Christopher se me queda mirando por encima de su copa mientras le da un trago también.
— ¿Y tú? — le pregunto con mucha curiosidad.
— ¿Yo? — repite el.
—Tengo entendido que te mudaste hace 2 años. — le digo mientras él me mira asombrado.
—Veo que estás bien informada. Sí, llevo dos años viviendo aquí. — me responde sonriendo enloquecedoramente haciendo que mi respiración se acelere.
— ¿Y te gusta New York? —le pregunto con curiosidad, quiero conocer que ha sucedido en su vida todo este tiempo.
—No me desagrada, pero preferiría un lugar más tranquilo, con menos ruido.
—Sí, aquí siempre hay movimiento ya sean las 7 o las 2 am. —le contesto sonriendo.
—La ciudad que nunca duerme, por eso me gusta tanto este apartamento, hay mucha paz y tranquilidad. —contesta recostándose en el sofá.
—Sí, aquí arriba estás alejado de todo sonido. —me le quedo observando entrecerrando los ojos.
Y por un momento nos quedamos mirándonos a los ojos. La verdad es, que me siento muy cómoda con Christopher, eso no ha cambiado. Siempre que me encuentro a su lado me siento de la misma forma. Y hay tanta paz, tanto silencio. Por un momento dudo en si debo o no preguntarle donde ha estado antes de venir a New York. Pero al final me decido a hacerlo, respiro profundamente y se lo pregunto.
—Entonces, ¿me dirás donde estuviste antes de mudarte a New York? —y diciendo esto el me mira muy serio. Su semblante cambia completamente de alegre y sonriente a serio y frío. ¿Acaso he preguntado algo que no debo?
En este momento la sonrisa que hace tan solo unos minutos había en su rostro, ha desaparecido completamente y ha sido remplazada por una firme y dura línea y una mirada fija y penetrante. ¿Qué sucedió? Solamente le he preguntado donde ha estado todo este tiempo. Después de mirarme de esa forma por un buen rato, le da un trago a su copa de vino antes de contestar.
—En Londres. — es lo único que me dice mientras me mira sin sonreír.
Y no sé si debo o no hacerle la pregunta que tanto ha rondado mi cabeza durante mucho tiempo.
— ¿Te puedo preguntar algo? —el duda antes de contestar con un asentimiento de cabeza.
Eso me da el valor que necesito para hacerle la pregunta.
— ¿Porque nunca te comunicaste conmigo cuando te marchaste?
El no contesta nada, simplemente se me queda mirando fijamente. Coge la botella de vino y rellena ambas copas. Le da un sorbo a la de él y después me mira fijamente muy serio.
—Amelia, por favor no hagas preguntas del pasado, no me gusta hablar de él y mucho menos de mi estancia en Londres. —todo esto lo dice muy serio, tan serio que parece que está enfadado conmigo.
¿Qué es lo que sucedio en Londres para que el no quiera hablar del tema? Será mejor no tratar de indagar en ese asunto entonces, no quiero que me mire como lo está haciendo en esos momentos. Lo mejor será cambiar de tema, por mucha curiosidad que yo tenga. Ya veré con el tiempo si logro sacarle alguna información más detallada.
—Entonces estudiaste bellas artes. — le pregunto y puedo ver un atisbo de sonrisa en su rostro.
—Sí. — me dice mientras me mira fijamente a los ojos, pero esta vez no luce serio ni disgustado.
—No sabía que supieras pintar. —tengo mucha curiosidad por esto.
—Hay muchas cosas que desconoces de mi Amelia, y esa es una de ellas al parecer. —me dice sonriendo.
—Recuerdo que ibas a estudiar medicina. —eso al menos es algo que recuerdo muy claro del pasado.
Recuerdo nuestras conversaciones sentados en el portal de la casa. Recuerdo su forma de sonreír, la forma de mirarme y como me hacía sentir, eso no ha cambiado mucho.
—Ya ves, las cosas cambian. — responde mientras le da un trago a su copa y la pone en la mesita.
—Sí, tienes razón. — le contesto mientras le sonrío levemente y nos miramos a los ojos.
Pero no sé hasta que punto ha cambiado Christopher y eso es algo que voy a tener que descubrir poco a poco. Ahora estoy más convencida que antes que algo sucedió en Londres, algo de lo que a él no le gustaba hablar. Dejo mi copa en la mesita al igual que él y decido acostarme. Estoy agotada, necesito descansar y la cantidad de vino que he bebido me tiene medio achispada. Y eso no es muy bueno que digamos.
—Si no te importa Christopher, voy a acostarme, estoy exhausta. —le digo mientras me levanto del sofá.
—No, está bien, ve a descansar. — me responde mientras se incorpora en el sofá.
—Buenas noches. — le digo mientras me giro para marcharme.
— ¿No me vas a dar un beso de buenas noches?— me giro en ese momento para observarlo.
Christopher me mira my risueño, con una leve sonrisa en sus labios.
—No sé si te lo merezcas. —le respondo sonriéndole también.
—Al menos uno en la mejilla, ¿no crees? — me dice mientras señala su mejilla para que le dé un beso como si fuera un adolescente enamorado.
Me acerco donde está, inclino mis labios hacia su mejilla y en el último instante cuando mis labios están muy cerca de su rostro él se gira uniendo sus labios con los míos. Nuestros labios se rozan levemente y tras separarnos puedo ver como él se ríe como un niño pequeño que acaba de hacer una travesura.
—Buenas noches Amelia. — me dice mientras se recuesta en el sofá nuevamente y yo salgo de la sala rumbo a mi habitación.
En cuanto entro me quito toda la ropa, quedando en bragas y me pongo una camiseta larga que me llega por encima de la rodilla. Esta no es la misma con la que duermo en casa, es nueva. En realidad no me imagino parada delante de Christopher con mi vieja camiseta. Me acuesto en la cama y cojo mi celular para ver nuevamente las imágenes que he tomado del atardecer. Es una vista espléndida. Reviso por alguna llamada perdida o un mensaje, pero no hay nada. Pongo el celular en una de las mesitas de noche, recuesto mi cabeza en la almohada, cierro los ojos y unos minutos más tarde me quedo dormida.
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Espero les haya gustado el capítulo.
Que creen que sucedió con Christopher en Londres?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto. Xoxo🐦⭐
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