Capítulo 10
Para el momento en que entro al apartamento aún tengo la cabeza en las nubes, estoy tan distraída que no siento cuando Lizzy se me acerca.
— ¿Te sucede algo? ¿Estás bien? — me mira con el ceño fruncido en señal de preocupación mientras me examina de cerca.
— ¿Por qué lo preguntas? —le contesto soltando el bolso y tirándome en el sofá.
—Luces como si hubieses venido corriendo porque te perseguían y no puedes mantenerte en pie. — responde sentándose a mi lado.
—No puedo mantenerme en pie. —le digo soltando el aire de mis pulmones.
— ¿Qué sucedió? Habla, me estás asustando. — está preocupada y muy seria.
—Christopher. — es lo único que se me ocurre decirle.
— ¿Qué hizo ese cabrón ahora? —pregunta un poco enfadada.
—Nada que no quisiera que me hiciera. —le contesto aún perdida en mis pensamientos y tocando ligeramente mis labios con un dedo. Los mismos que hace tan solo unos minutos Christopher estaba devorando.
— ¡Eh! —contesta un poco confundida por mi respuesta.
—Me besó. — le suelto mientras una sonrisa idiota inunda mi rostro, la cual no pasa desapercibida para ella y comienza a bombardearme con preguntas.
— ¡Que! ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? — Lizzy apenas logra completar una oración, al parecer se ha quedado impresionada y no es para menos, yo también me había quedado impresionada con Christopher.
— ¿Qué significa ese beso entonces? ¿Van a empezar a salir o algo? —al fin logra conformar una oración completa.
—No lo sé, eso mismo me gustaría saber a mí. — le digo muy pensativa, eso es lo que más me gustaría saber. Que ha significado para él.
—No te entiendo. ¿Acaso no te gusta? — me mira fijamente a los ojos.
—Creo que él problema no es que me guste o no. —le respondo mientras ella me mira inquisitivamente.
— ¿Entonces cuál es? —pregunta sin entender nada.
—Antes sabía lo que podía esperar de Christopher, ahora, es impredecible. —le digo suspirando.
—Y eso lo dedujiste con un simple beso. —me dice sonriendo.
—No fue un simple beso, y no es eso. —aparto mi mirada de ella.
— ¡Ah no! — exclama asombrada.
—No, cuando estoy cerca de él pierdo la capacidad de pensar coherentemente, es como si me convirtiera en otra persona, hace aflorar sentimientos en mí que nunca antes he sentido. Cerca de él siento que puedo hacer todo lo que quiera. —le digo con mi mirada perdida en el recuerdo de hoy en la oficina.
—Así que en resumen Christopher hace aparecer tu lado salvaje. — me dice mientras yo la miro asombrada ante la deducción que ha hecho y la verdad es que está bastante cerca de la realidad.
—Sí, y si le sumas que no sé nada de él, obtenemos un fuerte dolor de cabeza. — le digo poniendo la cabeza entre mis manos.
La verdad es que no sé cómo voy a lidiar con lo que hay entre Christopher y yo, si es que hay algo.
—Creo que solamente puedes hacer una cosa en esta situación. —alzo la mirada y la miro fijamente.
—Y eso es…
—Dejarte llevar. —me dice sonriendo.
En ese instante suena su teléfono. Lizzy mira la pantalla, responde y se marcha hacia su habitación muy sonriente, ese debe ser Nathan, es por él único motivo que ella sonríe de esa forma. Recojo mi bolso y voy hacia mi habitación a escuchar un poco de música y dibujar.
Llevo media hora dibujando, cuanto tengo que dejar de hacerlo. Ningún dibujo me sale como tiene que salir. Por más que intento que queden bien, todos los rostros que he hecho en la tarde me quedan con la mirada penetrante de Christopher. Al parecer eso es algo que no me puedo quitar de la cabeza por mucho que lo intente. El sonido de un mensaje en mi celular hace que me levante del suelo y lo busque dentro del bolso. Cuando logro localizarlo en la pantalla tengo una notificación de “imbécil maleducado” o sea de Christopher.
— “Disculpa si he interrumpido tu horario de dibujar, pero estaba pensando en ti”. —solamente con mencionar que estaba pensando en mí hace que yo sonría, decido contestarle.
— “¿Cómo sabes que estoy dibujando?” —su respuesta llega al momento.
— “No lo sabía, pero es lo mismo que estoy haciendo yo”. —nunca me lo había imaginado dibujando.
— “¿Dibujando algo en particular?” — le pregunto con mucha curiosidad sin dejar de sonreír.
— “Nada solo una de las ya aburridas vistas desde mi apartamento. ¿Y tú?”
—“No, nada interesante”. — le contesto mientras observo mi libreta de bocetos donde el rostro de Christopher me devuelve la mirada de diversas formas.
—“Mañana en cuanto llegues ve a mi oficina, necesitamos hablar”. — vaya que habrá sucedido.
—“De acuerdo”. —por la forma en que me lo ha dicho parece serio.
—“Buenas noches Amelia, nos vemos mañana”. — se despide de mi mandándome una carita sonriente.
—“Hasta mañana Christopher”. — y le envío una carita sonriente también ya que la verdad es que tengo una sonrisa en mi rostro.
Lo que me ha dicho, ha sido extraño. ¿De qué querrá hablar conmigo? Bueno ya me enterare mañana cuando llegue al trabajo.
Aún no ha llegado nadie, toco en la puerta de su oficina y después de él decir un “Adelante”, respiro profundamente y entro en su oficina la cual tiene las cortinas cerradas. En cuanto entro mis ojos se enfocan en él. Está de pie a un costado de la mesa y trae unos jeans ajustados y una camisa blanca. Sus ojos se encuentran con los míos en ese preciso instante en que yo lo estoy observando, y cuando me sonríe, como es costumbre ya, dejo de respirar. No me muevo del lugar, me he quedado hipnotizada por su mirada. Se acerca hasta donde yo estoy mientras yo cierro la puerta detrás de mí.
—Creo que voy a tener que hacer un intenso trabajo contigo, ya se te olvidó hasta saludarme. —me dice sonriendo llegando donde yo estoy.
— ¡Eh! — y no me da tiempo a reaccionar cuando su rostro se acerca a mí y su boca se apodera de la mía.
Me aprieta contra él mientras toma mi rostro entre sus manos y me besa como si no existiera un mañana. Para cuando nos separamos yo estoy un poco mareada. ¿Es que acaso en algún momento él va a dejar de afectarme de esta forma? Me aclaro un poco la voz antes de contestarle.
—Creo que ya me estoy acordando. — le digo aún alterada por su reciente beso.
—Eso es bueno, siéntate. — me pide mientras se separa de mí y se dirige hacia su escritorio.
Me siento frente a él aún mareada por su reciente arrebato pasional. En estos momentos lo que más necesito es el café de Molly de todas las mañanas para espabilarme un poco.
—Tú dirás Christopher. — le digo mientras cruzo mis piernas y lo miro fijamente.
Hoy me he puesto una falda de mezclilla y una camisa de color claro. No sé porque me la he puesto cuando no las uso muy frecuentemente. Pero esto solamente hace que Christopher se me quede mirando hacia las piernas y toza un poco antes de hablar.
— ¿Tienes idea de cuánto te deseo Amelia? —me dice apartando la mirada de mis piernas y mirándome fijamente a los ojos.
¿Acaso él quiere que le responda? Bueno por lo serio que está puedo suponer que sí, que está esperando una respuesta.
—Creo que por lo que acaba de suceder puedo hacerme una idea. — le digo con una sonrisa mientras me muerdo el labio inferior.
—No, no creo que el beso que nos acabamos de dar te dé una idea exacta. — me dice mientras yo lo miro inclinando mi cabeza un poco de lado y cambiando mis piernas de posición.
— ¡Ah no! ¿Y qué me daría una idea exacta?
¡Mierda!
¿Yo acabo de preguntar eso?
Tengo que aprender a no pensar en voz alta.
—Quiero que nos conozcamos nuevamente, ven conmigo este fin de semana. —me responde mirándome tiernamente mientras descansa sus brazos sobre el escritorio.
— ¿A dónde?
¡Cállate Amy!
¿Por qué le pregunté eso? Ni siquiera he aceptado.
—A mi apartamento.
¿Y que se supone que debo contestar ahora? Las cosas han cambiado mucho en los últimos 6 años, yo he cambiado al igual que él. En estos momentos ambos somos prácticamente extraños.
—No lo sé Christopher, por mucho que tú me desees y nos sintamos mutuamente atraídos…—Christopher me interrumpe.
—Tú también me deseas Amelia. — me dice con una sonrisa de autosuficiencia.
Y no se lo voy a negar, es verdad, yo también lo deseo.
—Muy bien, por mucho que nos deseemos mutuamente y haya entre nosotros mucha atracción, seguimos siendo dos completos extraños.
—Lo sé, solo quiero la oportunidad de recuperar el tiempo perdido, de conocernos nuevamente. —sus ojos grises me miran fijamente sin apartarse de mí.
—No lo sé. —le contesto sinceramente.
—Que te parece esto, te pasas el fin de semana junto a mí, en una habitación para ti sola y nos ponemos al día. Y si el domingo al medio día decides que no quieres continuar lo que hay entre nosotros, pues te regreso a tu apartamento y volvemos a ser lo éramos antes, nada. — su mirada no se aparta de la mía, midiendo todas mis reacciones ante lo que me está diciendo.
¿Y que se supone que debo contestar? Al menos necesito pensar un poco las cosas antes de decidir lo que deseo hacer.
— ¿Debo contestarte ahora? —le pregunto enarcando una ceja.
—Tienes hasta el jueves para pensarlo, el viernes en la mañana necesito tu respuesta.
—De acuerdo, prometo que el viernes tendrás tu respuesta. —le respondo perdiéndome en su mirada por un momento.
—Ya puedes regresar al trabajo. — me dice sonriendo mientras yo me levanto de la silla y salgo de su oficina.
De todas las conversaciones, esta ha sido la más extraña que he tenido jamás con alguien. Necesito aclarar mi cabeza para así poder pensar coherentemente sobre lo que voy a hacer con respecto a Christopher. Me dirijo hacia mi mesa de trabajo donde se encuentra Molly con dos cafés en sus manos. Cuando llego donde ella está, Molly se me queda mirando preocupada, o más bien intrigada, de seguro me ha visto salir de la oficina del supervisor. Me tiende un café y lo acepto de buena gana.
—Gracias, la verdad que lo necesito. — respondo mientras le doy un sorbo al café y este calienta completamente mi cuerpo.
— ¿Algún problema? — pregunta muy curiosa.
—No, nada importante, solo lo usual.
— ¿Lo usual? Estoy perdida. —me dice sin entender nada.
—Que quiere entrar en mi cama como tantos otros ya lo han intentado. —le digo muy seria.
—Venga, en serio. ¿Qué te dijo? — la verdad es que nunca me tomaban en serio, nadie, ni siquiera Lizzy.
—Nada, solo algo relacionado con la restauración del Rembrandt. —le miento.
— ¡Ah! Porque por la cara que traías mientras salías de la oficina parecía que te había acosado. —si ella supiera, me iba a bombardear con preguntas.
—No que va. — ambas reímos y yo continúo tomando mi café mientras ella se va hacia su puesto de trabajo.
Si ella supiera la verdad, pero es mejor no contar nada a nadie, aún no hay nada seguro entre nosotros, solamente compartíamos un sentimiento mutuo. Lujuria.
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Espero les haya gustado el capítulo. ¿Que creen que haga Amelia?
¿Irá con él o no?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto si les gustó el capítulo.
Xoxo
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