Iron Franky
"El hijo prodigo ha vuelto"
Ese era el titulo del periódico y de todos los medios de comunicación desde hace un par de semanas y no era para menos. Cutty Flam, mejor conocido como Franky, pudo escapar de su cautiverio después de 3 meses tras un inesperado secuestro a una localización desconocida.
Nadie supo que paso durante ese tiempo, solo Franky, pero nadie más. Ni siquiera sus empleados cercanos, o sus amigos mas preciados pudieron averiguar que sucedió. La única respuesta que dio de forma pública fue la declaración de que su sección de Empresas Tom, cerraría su sector de armas y herramientas militares de forma permanente e inmediata.
Esto, por supuesto, sorprendió al mundo entero, incluyendo a sus allegados. Por mas que trataron de preguntarle e indagar el motivo de tan radical decisión, no lograron sacarle una sola palabra y eso no fue lo único. El hombre tuvo que remplazar partes de su cuerpo para sobrevivir a "algo". El problema es que Franky se negó a explicar el motivo de esos reemplazos y menos, acepto la petición de ser revisado por doctores o ir a un hospital para que le estudiaran sus trasplantes. Sin embargo, él se negó en cada ocasión. Simplemente dijo que estaba bien y se encerró en su estudio privado, sin dar mas explicaciones. Apenas salía al resto de su hogar, solo para comer o tomar un baño. Lo peor, es que era un total misterio qué hacía en su taller por horas, aparte de dormir.
A los únicos que dejaba entrar a su taller era a su hermano Iceburg y a su mano derecha, Robin.
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En un enrome edificio junto a la orilla del mar, se encontraba una hermosa mujer, de cabello negro llegando a la altura de los hombros, ojos azules claros y facciones delicadas; trabajando en un amplio escritorio. Al menos hasta que su teléfono sonó, alguien la estaba llamando.
-Hogar del señor Franky ¿en que puedo ayudarlo?- respondió de forma formal. Desde que su jefe, Franky, había dado su anunció y se había encerrado en su casa, cada poco tiempo llegaban llamadas o visitas de periodistas, socios financieros o gente curiosa en general, y como la asistente del señor Franky, era su deber mantenerlos alejados para darle tranquilidad a su jefe. Incluso si este no lo pidió en voz alta. Era su trabajo mantener el orden del lugar y de la estabilidad mental del hombre.
-Oye, Nico Robin- se escuchó la voz de Franky.
Robin se sorprendió, más no emitió ningún sonido.
-¿Estas ahí?- volvió a hablar la fuerte voz de Franky- hola, Nico Robin-
-¿Qué necesita...jefe?- preguntó tratando de mantener cierto nivel de profesionalidad entre ellos.
-¿Qué tan pequeñas son tus manos?-
Un silencio sepulcral se creó entre ambos. Pese a que solo duro unos segundos, fue tan incomodo que a ambos le pareció que duro una eternidad.
-Es bueno saber que no ha cambiado nada- comentó con una sonrisa de alivio.
-¡Oye! ¿qué significa eso?- le grito indignado por la declaración anterior.
-Es bueno que siga siendo el mismo pervertido de siempre- le contestó sin cambiar su alivio.
-Oh, menos mal solo era eso- comentó ya más relajado- de cualquier forma necesito que bajes a mi taller, necesito tu ayuda en algo- le pidió regresando al tema por el cual la llamo en primer lugar- y traes tus manos- le recordó antes de colgar.
Robin solo parpadeo un par de veces mientras procesaba lo que acababa de pasar. Por un lado, fue bueno que su jefe volviera a su excéntrica personalidad ya después del secuestro parecía apagado y sin toda esa "super" personalidad que lo caracterizaba. Por otro lado, esto era demasiado extraño, incluso para los parámetros de su jefe.
Igual, no importaba. Era una orden de su jefe.
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Cuando Robin bajo, no pudo creer lo que estaba mirando.
Su jefe, sentado una silla extraña, muy parecida a la de los dentistas, con una enorme luz encima suyo. A su lado, estaba su escritorio con muchos aparatos similares a los que uno vería en una ambulancia encima. Todos estaban conectados a alguna parte de su jefe.
-Ah vamos, esta no es la situación mas extraña en la que me has encontrado aquí abajo- comentó Franky para sacar a Robin de su estupor.
-Pero es la primera vez que ve veo así- contestó Robin señalando el equipo- ¿eso es de Chopper?- preguntó al acercarse a la silla.
-Se lo pedí prestado ¿vale?- se defendió Franky, aunque no hubo ninguna acusación de por medio.
-¿Él sabe que lo tienes?- le preguntó la mujer en un intento por entender que estaba pasando frente a sus ojos.
-Bueno, tú y Icetonto querían que tuviera supervisión medica ¿no?- contestó con una sonrisa triunfante.
-Estoy segura que ninguno de los dos se refería a esto- dijo la mujer mirando cada aparato. No era experta, pero hasta ella podía reconocer el monitor cardiaco y ver que estaba trabajando, por lo que los latidos que escuchaba eran los de Franky.
-Si, bueno, esta fue la condición que le puse para que él pudiera hacerme chequeos y él aceptó. Fue un trato de hombres así que no quiero escuchar quejas ¿entendido?- le dijo con un tono mas serio del normal. Franky conocía bien a Robin y si no le aclaraba ese hecho, no dejaría de molestar con ese asunto. Casi podía podría jurar que Robin era la madre de Chopper por lo sobreprotectora que era con el chico. Que si, tenía 15 años, pero ya tenía un doctorado médico. Eso no era cualquier logro y menos a su edad. La prueba de que no se debía subestimar al muchacho.
-¿Y bien? ¿para que me necesitas?- le preguntó Robin dejando el tema de los aparatos médicos- por favor, dime que no me vas a arrancar las manos para una especie de experimento raro-
-En lo absoluto- le dijo el hombre tratando de no sonar perturbado por los extraños comentarios que la mujer soltaba de en vez- pero igual puede que sea un poco asqueroso-
Robin solo pudo abrir la boca de la sorpresa. Usualmente Franky cortaba con sus comentarios oscuros.
-Escucha, lo que te voy a pedir es algo muy delicado, literalmente mi vida dependerá de tus manos y como manejes las cosas- le explico tratando de no sonar muy abrumador, pero haciendo énfasis en la importancia de lo que estaba por pedirle- voy a mostrarte algo que puede parecer aterrador, pero te lo juro, todo está bien, por favor mantén la calma y no grites-
Sin esperar que la mujer hablara, Franky toco su abdomen y como si hubiera tocado una serie de botones, este se abrió, su abdomen se abrió.
Robin abrió sus ojos estupefacta. Sorprendentemente no grito, para cualquier persona que no lo conociera, que no era para nada el caso de Franky.
Esa era una de las razones por la que estaba pidiendo su ayuda.
-¿Por qué tu pecho se abre como una nevera?- preguntó Robin tratando de sonar lo mas tranquila posible.
-Explicar eso, además de que sería muy complicado, nos quitaría tiempo. Así que dejémoslo en que gracias a este aparato es que sigo vivo- le medio explico señalando un circulo brillante en el centro del pecho, muy cerca de la posición del corazón.
-¿Por qué me muestras eso?- preguntó Robin con un tono serio, casi como si regaña a Franky por mostrarle tal vista.
-Este círculo es una fuente de energía que me mantiene vivo, el problema es que necesito cambiarla porque de lo contrario moriré igualmente. Por eso te necesito y tus manos delgadas- le respondió señalando el repuesto de su centro de energía que estaba en la mesa, sobre una manta.
-No, no, lo que tú necesitas es ir a un hospital, ver a un grupo de médicos...debo llamar a una ambulancia- finalmente soltó Robin al procesar lo grave del asunto.
Ya estaba desbloqueando su teléfono cuando la voz de Franky, rogándole porque no llamara a nadie, la detuvo.
-No, no, no, no hables a nadie, no busques a Chopper, te lo ruego, no te vayas, Robin, por favor- le rogó mientras movía los brazos de un lado a otro con esperanza de que eso la persuadiera. Lastimosamente no pe podía levantarse de su asiento porque ya se había conectado a todos los aparatos médicos de Chopper. Si fueran suyos, no habría problema, pero no quería causarle un ataque cardiaco al pobre doctorcito.
-Es una locura, lo sabes ¿verdad?- le dijo desviando la mirada y apagando su voz.
-Por favor Robin, tú eres la única en quien confió para esta tarea, no hay nadie más- le dijo mirándole a los ojos.
Robin dio un fuerte suspiro- ¿qué tengo que hacer?- pregunto mientras se acercaba al lavamanos que estaba en una esquina.
Franky sonrió triunfante.
-Solo necesito que me quites esto, sin tocar la orilla ¿ok?- le explico como pudo- es como jugar operando ¿vale?-
-¿Ope qué?- dijo Robin sin entender a qué se refería el hombre.
-No importa, solo ten cuidado de no tocar la orilla- le contestó tratando de no sonar asustado por lo que acababa de escuchar. Bueno, esas eran malas noticias.
Robin acerco la mano lentamente y toco el centro con mucho cuidado.
Quito el aparato superficial y miro en el interior del hoyo que dejo en el pecho de Franky.
-No lo olvides Nico Robin, no toques la orilla- le recordó casi sin pensar. Según sus cálculos, un simple roce en esa zona y le causaría un terrible dolor.
-Solo sería como en las películas donde hay una trampa mortal, y si toco algo malo me arrancara la mano- pensó Robin en voz alta mientras iba metiendo la mano con mucho cuidado.
Franky solo la miro con cierto miedo en su rostro. Esa era una de las desventajas de haberle pedido ayuda a Nico Robin. Ella no se dejaba llevar por el miedo y tenía bastante control de sus emociones en situaciones muy complicadas, la contramedida es que ella solía lidiar ese estrés con comentarios muy turbios salidos de la nada.
Sin embargo, él era muy consciente de que ella no lo decía con malicia, de hecho, ni siquiera es que ella tuviera esas inclinaciones morbosas, simplemente era una mujer torpe socialmente hablando. Tras años de conocerla bien, ese es un rasgo que le parece adorable en ella...excepto ahora que tuvo el peor timing porque justo se imagino la escena que la mujer le describió y no fue nada agradable. Lo peor de todo es que tuvo que luchar mentalmente para controlar su respiración y su pulso cardiaco para no asustar mas a Robin.
La delicada mano de Robin se deslizo y podía sentir como se movía entre el metal, fluidos (no esta seguro cuales) y el metal.
Robin tiene una cara de poker, pero Franky estaba seguro de que estaba asqueada en ese momento al entrar en contacto sus fluidos.
-Gracias Nico Robin- pensó Franky ya más relajado mientras la miraba de cerca, al menos hasta que sintió una oleada de dolor golpeándole el pecho y escuchando como el monitor cardiaco pitaba fuertemente.
-Lo lamento, yo...no puedo, esto- empezó a decir con un gesto terriblemente angustiado. Su mano toco, por un segundo, el metal y eso le causo dolor.
-No Robin, por favor, eres la única en la que confió- le suplico nuevamente para que no se fuera y no dejara en ese estado.
-Pero te lastime y yo...-
-Esta bien, esta bien- la calmo lo mejor que pudo- no pasa nada ¿de acuerdo?- le dijo tomando su mano libre- por favor no me dejes así- le pidió haciendo la que él llama "cara de perrito triste".
Robin desvió la mirada
Si alguien, que no fuera Franky, la viera pensaría que simplemente iba a irse sin mirara atrás, pero como Franky la conocía bien, sabía que la pelinegra estaba teniendo una batalla interna por no caer ante su arma secreta que era su cara de perrito triste.
-Terminemos esto de una vez- dijo antes de volver a meter la mano, con una determinación evidente en sus ojos- necesito que me guíes, Franky- le dijo lista para hacer lo que hiciera falta.
-Busca una especie de cuerda de alambre, debe ser tan delgada como un hilo de lana y esta, contestada a una especie de metal con forma de dona- le explico tratando de no usar términos técnicos de ingeniería. Nico Robin era una mujer muy lista, la mas lista que tuvo el placer de conocer. Sin embargo, eso no quitaba que esto era parte de un área muy específica.
-Creo que lo encontré- le dijo Robin moviendo un poco para estar segura de que hubiera tomado la pieza correcta.
-Excelente, ahora hay que sacarlo. Basta con jalarlo, solo hazlo de forma lenta y cuidaaaaaaaaa-
Robin, que no escucho esa ultima parte, saco de un solo tiro lo que ella podría describir como un péndulo de plata, muy parecido a los relojes de pide que uno puede encontrar en casas antiguas.
El grito de Franky fue lo que saco de su trance.
-¿Qué esta pasando?- preguntó la mujer confundida, y posteriormente asustada, cuando vio que el monitor cardiaco empezó a volverse loco de la nada.
-Me esta dando un paro cardiaco- le dijo como pudo entre el dolor y la sensación de parálisis- instálalo, solo colócalo en el pecho, es muy...intuitivo-
Robin miro a Franky unos segundos, tomo el artefacto nuevo en su mano y se acerco a Franky.
-Vas a estar bien ¿de acuerdo? Todo estará bien- le dijo tomando su hombro para darle algo de consuelo al hombre que estaba sufriendo frente a ella.
Franky asintió frenéticamente y Robin se dispuso a colocar el artefacto en el pecho.
Tal como dijo su jefe, fue ridículamente fácil el colocarlo y ajustarlo en tiempo record, cosa buena considerando que el peliazul estaba a punto de morir, otra vez.
En el momento que encajo el aparato en su pecho, su pulso volvió a ser normal y parecía que no sufrió daño en su sistema o cuerpo.
-¿Cómo te sientes? ¿necesitas un médico, llamó a Chopper?- le preguntó Robin aún preocupada por su estado de salud.
Franky, no dijo nada, solo regulo su respiración y tomo la mano de Robin.
-Eres mi ángel Nico Robin- le dijo con una sonrisa rejalada, muy diferente a sus sonrisas arrogantes habituales.
Otro silencio se formo entre antes. Robin no entendía como ese hombre lograba desconcertarla de esa forma.
-No te preocupes, estoy super- le dijo Franky para calmarla un poco. Él era muy consciente de que la hizo pasar algo bastante traumático.
-¿Qué quieres que haga con esto?- le preguntó sosteniendo el reactor viejo que removió. Necesitaba cambiar de tema antes de que fuera incomodo.
-Tíralo o rómpelo, no me importa- contestó mientras empezaba a quitarse los cables de su cuerpo.
-¿Estas seguro? Esto te salvo la vida hasta ahora- le argumentó Robin mirando el aparato con un poco de lastima.
-Eso es cosa del pasado, ahora tengo este haciendo ese trabajo- le dijo dándose unos golpecitos con el dedo en su nueva fuente de energía.
-¿Estas seguro de eso?-
-Si, si, llévatelo- Franky se levanto como si nada y se dirigió a su escritorio para seguir trabajando- por cierto ¿puedes pedirme una hamburguesa y un refresco de cola para comer por favor?-
-No tienes remedio- conexas palabras la mujer se fue.
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3 días después
-Hola Robin ¿qué te trae por aquí?- le saludo Franky cuando la vio entrar a su taller.
-Ya deberías saberlo- le comentó la pelinegra.
-¿De qué hablas?-
-¿En serio no lo recuerdas?- Robin se sorprendió un poco al escuchar eso.
-...- ese silencio lo dijo todo...otra vez.
-¿No te has preguntado por qué no ha venido nadie a molestarte hoy?- le preguntó Robin.
-¿Por qué me cuidas muy bien?- bromeó Franky un tanto coqueto.
-Además de eso- una casi sonrisa se le dibujo en el rostro de la pelinegra.
-Bueno, ahora que lo mencionas, tontoburg no ha asomado su fea nariz por aquí últimamente, pero como eso es bueno, no me importa- le dijo con una sonrisa triunfante y un pulgar arriba.
-Es porque hoy es una fecha importante para todos en la compañía- le dijo acercándose a una mesa cercana y colocando una caja de regalo.
Ahí fue cuando los engranajes en la mente de Franky trabajaron para tratar de recordar a que se refería su ayudante.
Giro la cabeza para ver el calendario.
-Un segundo- pensó- ¡no puede ser! Es mi cumpleaños- grito en completo shock.
-Es correcto- le confirmo Robin con un aire tranquilo- los chicos querían hacerte una fiesta sorpresa pero el señor Iceburg considero que lo mejor sería darte un descanso dado que no hace mucho regresaste- le explico las historias que pasaban fuera de su mundo, ósea su taller.
-¿Tú lo sabías? ¿por qué no me dijiste?- le preguntó un tanto indignado porque lo dejaran de lado en un asunto como su cumpleaños.
-Iba a hacerlo, pero luego paso lo de...lo del otro día, así que no pude mas que estar de acuerdo con Iceburg de darte tu espacio-
-¿Y entonces por qué estas aquí? Además de alegrar mi día con una hermosa vista- le preguntó coqueteando un poco con la mujer.
-Solo vengo a entregarte esto- señalo la caja a su lado.
-Eso eso ¡¿es mi regalo de cumpleaños?! No debiste molestarte- dijo Franky emocionado por abrirlo y ver de que se trataba- un segundo- solto de pronto.
-¿Qué pasa?-
-¡No puede ser!- grito el hombre agarrando su cabeza con sus manos de forma dramática- ¡como pude olvidarlo!- se lamento mientras se tallaba el cabello.
-¿No te preocupes, todavía tienes tiempo para festejar tu cumpleaños aquí, si quieres puedo pedirte lo que quieras para comer, tal vez un pastel- empezó a planear divertida por las reacciones de su jefe.
-¡No! Eso no, estoy hablando de tu cumpleaños- le dijo acercando su rostro al de Robin, prácticamente invadiendo su espacio personal.
-¿Qué?- pensó Robin muy sorprendida.
-Tú cumpleaños es antes que el mío así que debía haberte comprado algo, pero no lo hice. Soy el peor- se dejó caer al piso de rodillas.
-No te preocupes, tampoco esperaba que mi jefe, presuntamente muerto, saliera de la nada para comprarme algo de marca- le tranquilizo mientras jalaba la manga de su camisa hawaiana.
-Pero debí recordarlo cuando regresé- se siguió lamentando- tuve varias semanas para hacerlo.
-Esta bien, ya usé tu tarjeta para comprarme algo a tu nombre- le dijo con una sonrisa dulce-
-¿Qué dices? ¿eso cuando paso?- preguntó sorprendido por esa afirmación.
-El mismo día que me hiciste tocar tu corazón de forma literal- le contestó Robin como si nada.
-Oh- eso fue lo único que pudo articular Franky- ¿y por qué no hiciste eso antes? Sabes que no me hubiera importado- le dijo curioso. No era la primera vez que Robin se auto compraba su regalo de cumpleaños con su dinero. Es más, ni le importaba en lo absoluto, solo que no entendía por qué esta vez no lo hizo como siempre.
-No es moralmente correcto que una empleada use dinero de un presunto muerto jefe- le respondió con calma- además de que es ilegal cuando no tienes coartada para eso-
-Si, tiene sentido- asintió con la cabeza.
-Pero ya que me hiciste pasar por una experiencia tan horrible como la del otro día, decidí reconsiderar la tradición de hacerte pagar para compensarme por tal ofensa-
-Ya veo-
-De cualquier forma, ve esto como un intercambio. Tú ya me diste mi regalo y yo te entrego ahora el mío-
-Me parece justo- aceptó poniéndose de pie otra vez- ¿y qué tal? ¿te gusto mi regalo?-
-Es muy lindo- le sonrió encantada por la forma en que ese hombre siempre podría aliviar la tensión de cualquier situación con su humor.
-Tengo bueno gusto ¿verdad?- le preguntó en tono de broma.
-Es muy elegante, te lo agradezco- le dijo desviando la mirada un poco apenada.
-¡SUPER!- grito haciendo una pose, donde levanta ambos brazos sobre su cabeza de tal modo que fusionan los tatuajes de estrellas de sus brazos para hacer una estrella única en conjunto. Esa era su pose favorita de todos los tiempos y siempre la hacia cuando se emocionaba mucho.
-Te dejo tu regalo ¿quieres algo en especial para comer hoy?- le preguntó dirigiéndose a la puerta, ignorando deliberadamente ese acto tan vergonzoso
-¡Hamburguesas gigantes y refresco de cola!- le grito emocionado y haciendo otra serie de poses.
-Te aviso cuando llegue, y comerás allá arriba ¿entendido? -le dijo en su tono "de mamá".
-Si señora- le dijo Franky levantando sus gafas de sol para que le viera guiñar un ojo de forma coqueta.
En cuanto Robin se fue, Franky corrió hacia el regalo y, sin ningún cuidado, rompió el envoltorio y lo vio.
El hombre sintió que se cortaba la respiración. El regalo de Robin era la fuente de energía que le quito unos días atrás, solo que puesta en una cajita de cristal, como si fuera un altar, y con una bonita placa dorada en la base, donde se podía ver una inscripción bellamente escrita.
"Prueba de que Franky tiene el corazón más grande de todos"
-Esa tonta- empezó a sollozar a moco tendido.
Era obvio para Franky que esa inscripción la escribió Robin con su puño y letra. Nadie tenía una letra tan elegante y legible como la de esa mujer.
-Me las pagaras Nico Robin, nunca te perdonare esto- sollozó a viva voz mientras trataba de cubrir su rostro para que nadie lo viera llorar, aunque no hubiera nadie para que lo viera en primer lugar. Un habito que jamás dejaría en su vida.
-No estoy llorando, lo juro- grito a todo pulmón.
Robin, que estaba justo a lado de las escaleras, solo sonrió divertida. Ese hombre realmente la hacía feliz de la forma más extraña posible.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Bueno, con eso termino mi primer fic de Frobin. Espero les guste.
Feliz Cumpleaños Franky.
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