02.17 The Prey
En la oscuridad del bosque se escuchaban sus pasos corriendo, el olor a desesperación sintiéndose denso y casi palpable en el aire, el miedo brillando en sus ojos dorados y morados.
El aire fresco chocaba contra sus rostros, Bill tomó la mano de Erica cuándo ella se atrasó un poco, ambos corriendo y zigzagueando entre árboles y arbustos retorcidos, sus respiraciones agitadas y sus piernas ardiendo pero sabiendo que no podían detenerse.
—¿Viste a León? —preguntó Bill en un bajo susurro.
Las hojas crujían bajo sus pasos y se mezclaban con todos los sonidos del bosque, las ramas quebrándose ante el paso del gran todoterreno que los estaba persiguiendo.
—No lo veo, tampoco a Boyd. Y no puedo escucharlos, no sé por donde se fueron, Billy no puedo más, yo- —Erica detuvo sus pasos, dejándose caer contra el tronco de un árbol, pero rápidamente Bill tiró de su brazo para levantarla, cubriendo su boca con una de sus manos cuando escuchó el todoterreno pasar por detrás del árbol.
—Ponlo de nuevo. —habló una voz detrás de ellos, que ambos conocían bien, Chris Argent, el cazador.
La orden del hombre fue cumplida y pronto comenzaron a escucharse nuevamente los aullidos de lobo.
Todo este tiempo, habíamos estado persiguiendo una mentira.
No había manada.
Eran los cazadores.
Bill se mordió el labio inferior con fuerza, manteniendo a Erica escondida detrás del árbol, los ojos de ella brillaban con pánico y sabía que él le estaría devolviendo la misma mirada.
No pueden atraparme, no otra vez, tenemos que... Tenemos que volver con Derek. Pensó Bill para sí mismo, escuchando como el todoterreno volvió a arrancar, el fuerte motor alejándose de ellos.
Habían perdido a Boyd y León hace media hora, la persecución había sido tan inesperada y solo lograron darse cuenta que eran los cazadores cuando fue demasiado tarde.
El bosque era un laberinto de sombras y susurros, donde la luz de la luna apenas lograba pasar por las densas copas de los árboles. El suelo estaba cubierto de musgo húmedo y hojas caídas, haciendo que cada paso fuera incierto y resbaladizo, lo cuál no los estaba ayudando en lo absoluto a la hora de huir.
Bill odiaba cómo se sentía en estos momentos, tan desesperado, tanto miedo recorriendo su cuerpo, ¿por qué los cazadores los seguían? ¿no habían tenido ya suficiente de ellos? pensó angustiado, finalmente sacando su mano del rostro de Erica.
—Tranquila, todo estará bien. —mintió Billy, sabiendo que los temblores de Erica podrían desencadenar algo peor en ella y él no podría ayudarla si volvía a tener una de sus convulsiones, él no sabría cómo.
León sabría, pero ni siquiera sé dónde está él.
Por unos segundos, mientras veía como Erica asentía temblorosamente, Bill deseó tener un manual de instrucciones que pueda explicarle las habilidades de su mejor amigo, queriendo que León pueda espectarlo y ayudar a Erica, a darle palabras de aliento que en realidad signifiquen algo más que una mentira.
Porque Bill jamás fue bueno con las palabras, para eso siempre había tenido a León a su lado, pero ahora se había separado de su mejor amigo y todo era culpa de los cazadores.
No pudo evitar la fuerte ola de rabia que recorrió todo su cuerpo, deseando nuevamente dejar que ese extraño ente dentro suyo se haga cargo.
Dejando de correr y atacándolos. Como se merecen... Fue un susurro bajo y oscuro de lo más profundo de su mente, ese acento danés que Bill no comprendía en lo absoluto de dónde había salido.
Pero una vez más lo contuvo, enviándolo a lo más profundo de su mente y encerrándolo allí, sus ojos volviendo a brillar determinados en un color morado.
—Vamos, vamos a encontrarlos. —Bill le extendió la mano y ella se levantó con un poco de dificultad, Bill hasta entonces pudo notar que ella se había doblado un tobillo—. Mierda, ¿te duele?
—No importa, tienes razón. Tenemos que encontrarlos. —asintió Erica, sus ojos volviendo a brillar dorados.
Ambos se miraron en silencio durante unos segundos, sintiendo la intensidad del momento, intentando transmitirse seguridad el uno al otro, aquél hilo que unía a la manada fortaleciéndose a cada segundo que se encontraban juntos.
Con un decidido asentimiento ambos volvieron a correr, tomados de las manos e intentando predecir en donde se encontraban los cazadores para ir hacia el lado contrario, los aullidos se oían de fondo pero esta vez ya sabían mejor y decidieron ignorarlos.
No podían parar, no ahora, no era el momento para estar cansado.
Bill sintió lágrimas corriendo por su rostro, no podía subir sus manos a su rostro para contenerlas, se encontraba medio paralizado y solo la adrenalina estaba permitiendo que sus piernas puedan moverse a esa velocidad.
De repente, Erica tropezó con el tronco caído de un viejo árbol y por consecuencia Bill también cayó al suelo, ya que seguían tomados de las manos.
El grito adolorido de Erica resonó en el bosque, rompiendo el silencio de la noche.
—¿Estás... bien? —preguntó Bill, dando fuertes bocanadas de aire en un intento de recuperarse.
Eres un maldito hombre lobo, no puedes cansarte así. Se quejó internamente, sollozando un poco y ayudando a Erica a volver a ponerse de pie.
Bill apretó con fuerza sus dientes al escuchar cómo los vehículos de los cazadores se habían vuelto a acercar a ellos, ambos miraron con pánico hacía atrás, notando lo cerca que en realidad se encontraban.
—Sigamos. —dijo ella, en un bajo susurro, sus ojos marrones suplicantes y todo su rostro deformado en una mueca de dolor.
—Podríamos... —Bill comenzó a decir, deteniéndose en el instante en que la idea se terminó de formular en su mente.
¿Qué? ¿Vamos a matarlos? Esa voz otra vez, ronca e irónica que parecía sumamente de acuerdo con la sugerencia.
No. Pensó Bill, negando con la cabeza y haciéndole una seña a Erica para que sigan corriendo.
En ese momento, los cazadores se detuvieron bruscamente, el todoterreno rugiendo antes de apagarse y de él saliendo Allison Argent, sosteniendo un arco entre sus manos.
—Vamos, vamos, apúrate. —se quejó Bill, tirando de la mano de Erica, pero ella seguía moviéndose lentamente.
—No, déjame aquí Billy, tu corre. Encuentra a León y a Boyd y-
—¡No! —la interrumpió Bill con un fuerte grito, las luces del vehículo ya se encontraban apuntando hacía ellos.
Erica se desplomó contra las hojas secas, cayendo de rodillas y sonriéndole a Bill.
—Vamos, ve.
Pero Bill no lo permitió, obligándola a ponerse de pie y pasando uno de sus brazos por sus hombros—. Nos vamos juntos.
Y entonces, el primer disparo rompió el aire con un silbido mortal. La flecha se clavó en la pierna de Erica, arrancándole un grito desgarrador y soltando por instinto la mano del chico.
Bill observó como Erica se retorcía de dolor contra el suelo, tomándose con ambas manos la pierna ensangrentada e intentando sacarse la flecha, pero entonces otra llegó hacía ella, está vez sobre su espalda.
—¡Oye, detente! —le gritó Bill a Allison, su rostro cubierto de lágrimas, parándose justo delante de Erica para protegerla.
La mirada cruel y determinada que le dio Allison logró hacer que un fuerte escalofrío recorra su cuerpo, Allison llevó una de sus manos enguantadas hacia detrás de su espalda, mirándolo mientras cargó una vez más el arco con una flecha.
Bill extendió sus brazos para que esta vez no le dé a Erica, un grito de agonía se escapó de sus labios cuando Allison le disparó en el pecho una vez, y luego una segunda.
El dolor era indescriptible, una completa agonía que recorría su cuerpo como un fuego implacable, Bill cayó de rodillas, su alarido resonando a través del bosque, un eco de sufrimiento que parecía no tener fin.
—¡Ya detente! ¡No les hicimos nada! —le volvió a gritar Bill, sus ojos brillando con desesperación, pero la única respuesta de Allison fue un flechazo, esta vez sobre su muslo, cada disparo era preciso y cada nuevo impacto era un nuevo grito de dolor que se unía al coro de lamentos de Erica que seguía llorando detrás de él.
Los sollozos de Bill siguieron, sus uñas estaban extendidas en garras y sus colmillos chocaban contra su labio inferior, todo su cuerpo ardiendo adolorido.
Mátala, mátala. La tenemos frente a nosotros, debes matarla. Dijo esa voz oscura en el fondo de la mente de Bill.
Por unos segundos Bill deseó que todo sea mucho más sencillo, deseó que matar no tenga las consecuencias que sabría que tenían, porque ahora mismo lo único que quería era estar de acuerdo con la voz oscura en su interior.
Ahora mismo... Solo queremos matarla. Hagámoslo y después te preocupas por el resto.
Bill asintió ante la tentadora sugerencia, quitándose del muslo la flecha que había llegado hasta él y abalanzándose hacía Allison.
Pero Argent no se detuvo y esta vez cargó dos flechas, disparándole nuevamente a Bill, quién logró llegar hasta ella solo con lo necesario, dejando caer su arco y haciéndola caer al suelo.
Bill gruñó, un fuerte y grave gruñido que se sentía poco humano en él, extraño y desconocido pero que no pudo contener, sus garras cayeron al estómago de Allison, arañándola, dejando que su garras se claven en ella.
Pero Allison solo seguía mirándolo con seriedad, ella no gritó, ni un poco, y pronto Bill descubrió porqué.
Una fuerte apuñalada con una daga en su costado le confirmó a Bill lo que él ya sabía, lo que toda su manada supo todo el tiempo que se estaban escapando: no estoy listo, no estamos listos para esto.
Allison lo apartó de encima suyo y Bill cayó contra el suelo frío con un fuerte sonido seco, con los ojos entrecerrados observó como Allison había tomado nuevamente su arco, preparada para darle a Bill una flecha en la cabeza, pero entonces un fuerte disparo cortó el aire y el arco en sus manos fue destruido.
Allison bufó, pero finalmente se rindió con sus intentos homicidas, caminando hasta donde estaba Erica y arrastrándola desde su cabello rubio hacia el todoterreno.
Bill respiró temblorosamente, mirando el cielo despejado encima de él, una luna nueva brillando con calma mientras sentía como su sangre cubría las hojas secas y sus heridas intentaban desesperadamente curarse.
—Me debes un arco nuevo. —se quejó Allison, recargándose contra el todoterreno y dirigiéndose directamente a su padre.
Bill observó con ojos entrecerrados la mirada preocupada del mayor de los Argent mirando a su hija.
—Y tú me debes una explicación. —le respondió él, cruzándose de brazos y apoyándose contra la parte frontal del vehículo.
—¿Por qué? Los atrapé. —declaró con descaro Allison—. Yo.
—Atrapar. —repitió Chris Argent con ironía, negando con la cabeza—. Casi fue matar, y sabes que esa no es manera de hacerlo.
—Quizá no es tú manera de hacerlo, pero creo que a mí me salió muy bien. —le respondió ella de manera arrogante, sacando su teléfono del bolsillo de su chaqueta y mirando con frialdad a Bill cuando sus ojos se enfrentaron.
—Allison. —llamó su padre, pero ella lo silenció levantando su dedo índice.
—Hola abuelo, soy yo. Atrapamos a dos de los fugitivos, llámame. —y con eso volvió a guardar su teléfono, deteniéndose unos segundos para mirar con confusión a su padre—. ¿Qué?
—Es la primera vez que te oigo llamarlo así. —admitió Chris con confusión.
Bill no comprendía bien la extraña relación de los Argent, y decidido a ignorarlos lentamente movió su mano hacía una de las flechas de su torso, sabiendo que si no las quitaba pronto comenzaría a curarse sobre ellas y sería más doloroso quitarlas.
—¡Quédate quieto! —le gritó Allison, en el instante en que Bill intentó levantar el brazo, ella pisó su antebrazo, inmovilizándolo contra el suelo—. Solo, no te muevas...
La mirada de asco que Allison le dio a Bill, la sensación de impotencia que recorrió todo su cuerpo, que le recordó a los días antes de ser mordido, tan inútil e inservible...
Bill haría pagar a Allison por haberlo hecho sentir otra vez de aquella forma.
Va a pagar por esto, no la dejaremos que olvide lo que nos hizo... Murmuró tétricamente aquella voz en su interior, pero esta vez Bill no le temió, si no que la aceptó, sabiendo que sería una promesa que él cumpliría.
Tarde o temprano... Ella pagará.
Y con eso, Bill sintió cómo sus ojos comenzaron a cerrarse, cayendo en la completa inconsciencia.
BUENAS BUENAS!!!
Primero que nada me toca aclarar que esto es un momento CANON que sucedió en la serie, para que no me salgan luego con que "Allison jamás haría una cosa así, ella no es así" Amores, mientras escribo tengo el capítulo justo a mi lado para intentar narrar todo lo más detalladamente posible, les prometo que sí sucedió así, solo que no estaba Billy si no que Boyd.
Aclaro esto por un inconveniente que hace meses hubo en donde unos lectores me dejaron súper insegura de cómo estaba yo narrando a Scott, pero es que en realidad... Scott en las primeras temporadas fue terrible y yo solo lo estaba viendo desde los ojos de Bill.
Una vez aclarado esto, ¡Cuéntenme! ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Dudas, sugerencias, comentarios?
Si ven errores de tipeo háganmelos saber sin problema ya que como escribo todo por el celular puede que alguna vez me falle el dedo jsjsjs
¡Y AHORA LO MÁS IMPORTANTE! Hablando de esa voz que Bill está escuchando... ¿Alguien se ha visto The Order de netflix? Ya que podría servirles de pista para que se den una idea de lo que Bill es, aunque por supuesto es una criatura que yo creé basándome en muchas clases de hombres lobos y esa es solo una pequeña pista ♡
Ahora sí sin más, espero que les haya gustado y el próximo será el último capítulo de esta segunda parte sí que sí ♡
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