02.15 Battlefield Part¹
¿No te das cuenta Scott? ¡Esto es lo que todos nosotros pedimos, también queríamos poder! Qué tú no hayas querido ser parte de este mundo no significa que todos pensaremos igual que tú.
Bill soltó un fuerte suspiro al recordar el primer enfrentamiento que los betas de Derek habían tenido en contra de Scott McCall.
Recordaba la emoción que había sentido ese día, la adrenalina corriendo su cuerpo al completo, la sonrisa que brillaba en su rostro al golpear al tipo frente a él y saber que podría ganar una pelea contra alguien más poderoso que él.
Porque Bill no se encontraba solo, Isaac y Erica se encontraban detrás de él, protegiéndolo, siendo aquella defensa que en esos momentos Bill no creía que necesitaría pero aún así fortaleciéndolo.
Sabía que llevaban días de conocerse y aún así podía sentir la fuerte conexión entre ellos, aquella que se encontraba cuando olfateaba el aire, sin necesidad de que estén unidos por sangre porque ahora había algo más poderoso que los ataban.
Fuertes hilos invisibles flotando en el aire que los unían a los cinco betas y a su vez los cinco atados a Derek.
Hilos que esa noche decidieron quebrar.
—Derek nos dijo que regresáramos antes del amanecer. —llamó la voz de Erica desde lejos, pero fue fácil reconocer en dónde se encontraban.
El bosque estaba frío y oscuro, pero ninguno de los cinco tuvo dificultad alguna para poder encontrarse entre la oscuridad de la noche.
Ojos morados.
Ojos dorados.
Ojos naranjas.
Una manada de adolescentes moviéndose por el lugar tan sencillamente como solo los seres sobrenaturales sabrían hacerlo.
—Espera, creo que oí algo. —llamó Boyd, y con eso todos se detuvieron.
Bill observó con sorpresa los ojos de León, encontrándose finalmente el color verdadero de su mejor amigo, naranja brillando con su propia fortaleza.
León solía tomar el color de ojos de la persona que controlaba, pero esta noche y por primera vez, no había nadie a quien esté espectando y aún así sus ojos brillaban más que ninguno en la oscuridad del bosque.
—Miren a León. —llamó Bill con emoción y pronto Isaac se acercó desde su espalda y soltó un alegre silbido.
—No es justo que ustedes dos tengan un color distinto al resto. —se quejó Isaac con diversión.
—Oigan, hagan silencio. —pidió Boyd una vez más, ahora los cinco se habían acercado lo suficiente y se encontraban haciendo un pequeño círculo.
—No oye, hablo en serio. Comenzarán a creerse mucho y pronto estarán pidiendo ser los nuevos alfas o algo así. —se quejó Isaac, golpeando el hombro de Bill y señalando a León con su dedo índice.
León estaba sonriendo en grande, como si él mismo pudiera comprender lo que el resto estaba viendo de si mismo sin necesidad de verse reflejado en ningún sitio.
—¿De qué color son? —preguntó León en un susurro más bajo, respetando el llamado al silencio que Boyd había hecho.
Naranjas. Bill le dijo haciendo mímica al sentir los ojos dorados de Boyd brillando contra ellos en advertencia.
Y entonces, lo que Boyd había escuchado hace un rato pronto todo el resto del grupo lo hizo.
—Ahora creo que oí algo yo también. —admitió Isaac y esta vez fue silenciado por los otros cuatro.
—Miren, si vamos a jugar a eso de "creo que oí algo", no deberíamos quedarnos aquí parados, deberíamos correr. —concluyó Erica, ahora su tono se encontraba más firme, no era una orden, pero bien podría llegar a ser una recomendación muy directa y sin lugar a replicas.
—No, escucha. —pidió Bill, ya que fue el único que había estado desconcentrado lo suficiente como para aún no escuchar lo que todo el resto del grupo se refería.
Y cuando todos guardaron completo silencio Bill finalmente logró oírlo: un aullido, seguido de otro y otro más.
Esos son demasiados aullidos...
—¿Será un Coyote? —preguntó Isaac primero.
—¿O un lobo? —lo siguió Erica.
—No, no puede ser. No hay lobos en California. —indicó León, negando con la cabeza.
Si en la distancia alguien estuviera espiándolos sólo se encontrarían a un grupo de cuerpos haciendo un círculo con la única luz de sus ojos alumbrando todo el lugar, colores tan vibrantes que harían que cualquier espía decida seguir su camino por el bosque sin darles otra mirada.
—No, pero hay hombres lobos. —dijo Boyd con seguridad, a lo que no les quedó otra opción por asentir.
Después de todo, Derek no fue realmente específico al explicarles acerca de cuántas manadas podría haber en Beacon Hills o si en realidad existían otras además de la Hale.
—No sonó como Derek. —murmuró Bill después de unos segundos, sabiendo que en poco tiempo había logrado reconocer el tono de su alfa y aquél no era.
—Quizás era él. —se encogió de hombros Isaac, comenzando a relajarse un poco.
—¿Le diremos a Derek que tenemos planeado irnos? —preguntó Bill una vez más, no era la primera vez que esa pregunta se escapaba de sus labios, pero aún nunca había recibido una buena respuesta además de su grupo encogiéndose de hombros.
—Tal vez deberíamos decirle. —respondió finalmente León, la primera respuesta decente que Bill había recibido.
—Entonces será mejor que volvamos a la guarida y le avisemos, falta poco para el gran torneo de Lacrosse y ese será nuestro mejor momento. —ordenó Boyd y rápidamente todos asintieron y comenzaron a correr de regreso.
Si Bill observó la manera en la que Isaac se había tensado ante la mención de volver con Derek, Bill prefirió no mencionarlo de momento.
Al llegar a el gran escondite de Derek Bill soltó un fuerte suspiro al olfatear el lugar sin encontrar a Hale por ningún lado.
—Ni siquiera se encuentra aquí. —se quejó Bill, bajando las escaleras de dos en dos y preguntándose en donde se encontraría el alfa.
—Desde que Peter revivió que no lo hemos visto demasiado. —comentó Erica, cruzándose de brazos y caminando hasta el vagón del tren en dónde siempre solían dormir todos los betas juntos.
León se tensó ante la mención de Peter y Bill rápidamente decidió cambiar de tema.
—Eh... ¿Tienen algo de dinero para el viaje? —preguntó Bill impulsivamente, observando las miradas curiosidad de los cinco—. Quiero decir, si planeamos escaparnos deberíamos...
Bill se detuvo al sentir la presencia de alguien más acercándose, los pasos eran sigilosos, como si estuviera intentando no ser descubierto, pero el olfato de Bill solo seguía mejorando con el paso de los días.
Derek.
—Entonces, ¿Ya lo decidieron? —preguntó el alfa, finalmente asomándose por encima de las escaleras, manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero mientras bajaba las escaleras sin ningún apuro real.
—Sí. —Erica fue la primera en responder, sus hombros tensándose ante la presencia de Derek.
Inconscientemente, todo el grupo que había estado caminando distraídamente por el lugar terminó por acercarse uno al otro ante la presencia del alfa, manteniéndose todos cerca y rodeando a Erica.
—¿Cuándo?
—Esta noche. —afirmó Boyd con dureza, acomodándose en toda su altura para mostrarse amenazante, pero los fríos ojos de Derek lo habían hecho temblar un poco.
Bill se mantuvo en silencio detrás de Isaac y Erica, sabiendo que no podría ayudar en lo absoluto, Derek siempre había tenido un especial y gran control sobre él.
Parecía que León sentía lo mismo, ya que se mantenía en silencio a su lado, detrás de Erica y Boyd.
—Todos estarán en el partido. Creímos que era el mejor momento. —siguió explicando Erica.
—No es que queramos. —dijo Isaac de un momento al otro, lo cuál recibió una mirada sorprendida de todos.
—Entonces ¿Qué es lo que quieren? —preguntó Derek, luciendo fastidiado.
—Ya que cumplí dieciséis el mes pasado... Me gustaría la licencia de conducir. —dijo Erica, Bill sin tener que mirar su rostro podía decir que se encontraba nerviosa, y tal vez una sonrisa tímida cubría su rostro, tan discordante con la mirada de piedra que Derek le estaría dando— No puedo sacarla si estoy muerta, ¿sabes?
—Bueno, les dije a todos ustedes que la mordida tenía un precio. —le respondió Derek, mirándolos a todos de uno en uno.
Bill sintió como Derek estaba intentando alcanzar sus ojos así que bajó aún más la mirada, sin querer enfrentarlo.
Idiota, idiota, tan débil. Se quejó una parte internamente de él, sabiendo que era la única verdad pero que aún así no le gustaba aceptar.
—Pero no dijiste que sería una cosa así. —exclamó Boyd, su voz aún más firme que antes, culpando a Derek—. Peter Hale revivió y podría venir por León, Gerard secuestró y torturó a Billy y aún no sabemos que quiere de él, tú nos encerraste aquí y le clavaste clavos a Erica en la cabeza para que no se mueva. No nos dijiste que sería de esta forma.
Derek se removió un poco incómodo en su lugar, en el aire Bill estaba sintiendo una fuerte mezcla de incomodidad que no venía esta vez solo de la manada si no que también del alfa—. Sí, pero les dije cómo sobrevivir. Lo hacen en manada. Y no son una manada sin un Alfa.
—Lo sabemos.
—¿Quieren buscar otra manada? ¿Cómo encontrarán una siquiera? —se quejó Derek, perdiendo un poco su temperamento pero aún así sin acercarse hasta ellos, manteniendo su distancia.
—Creo que ya lo logramos. —dijo León tímidamente, acercándose desde detrás y finalmente parándose al lado de Boyd para enfrentarse a Derek.
Bill se quedó en su mismo sitio, escuchando como el resto seguía hablando.
Toda aquella valentía que había sentido al pelear contra Scott McCall se había ahora desvanecido por completo.
Bill descubrió que no tenía ninguna clase de control sobre sus habilidades, que era peligroso y un peligro para los que lo rodeaban.
Solo había pasado dos lunas llenas y era cuestión de tiempo para que aquella parte que seguía gritándole en su interior se apodere de todo el control que Bill estaba teniendo.
Sabe perfectamente que no es un hombre lobo común y corriente y no quiere quedarse a esperar que lastime a alguien que quiere, a alguien como Stiles.
Pero tampoco puede enfrentarse a la mirada de Derek, después de todo Bill le había insistido que quería ser su beta y ahora estaba huyendo, sabía que lo estaban haciendo, pero Derek no podía ayudarlos, a ninguno de todos ellos.
Habían subestimado a los cazadores, a Gerard y hasta al mismo muerto de Peter Hale que ahora había vuelto en vida.
Era mucho más de lo que ellos podían controlar y sabían que esa guerra estaría lejos de terminarse.
—De repente oímos aullidos. Fue algo increíble. —siguió Erica, hablando con emoción en su voz y todos se aseguraron de creer exactamente lo mismo que ella: tal vez habrían más y personas más experimentadas que Derek que realmente puedan ayudarlos—. Deben haber sido unos doce.
—Quizás más.
—Sí, o quizá solo dos. —los cortó Derek, y pronto toda la emoción de los betas comenzó a desvanecerse del aire—. ¿Saben lo que es el efecto Beau Geste?
—No pero adivino que estás a punto de decírnoslo. —se quejó Isaac en un murmuro.
—Si modulan los aullidos con un cambio rápido de tono, dos lobos pueden sonar como veinte. —explicó Derek con exasperación.
—Mira, no importa. ¿De acuerdo? Hay otra manada, tiene que haberla. Y ya nos decidimos. —declaró Boyd, queriendo dar por terminado el tema de una vez.
—Perdimos, Derek. Se acabó. Nos vamos. —lo apoyó León, su tono era un poco más bajo que el de Boyd y no estaba esforzándose para mirar al alfa a los ojos, aún así, Bill puede ver la valentía que León sentía en esos momentos, mucho más de lo que Bill mismo podría sentir.
—No. No, ustedes están huyendo. Y una vez que empiezan, no se detienen. Siempre estarán huyendo. —concluyó Derek, y antes de permitir que los betas digan otra palabra dió media vuelta y caminó directamente hasta las escaleras, dándoles la espalda mientras abandonaba el lugar, sin intenciones de despedirse correctamente.
Los cinco se quedaron en silencio hasta asegurarse de que Derek estaba lo suficientemente lejos como para que puedan ser escuchados.
—Bueno eso salió... ¿Bien? —susurró Bill, soltando una risita incómoda y mirando como los otros cuatro se daban la vuelta para mirarlo.
—Sí, gracias por toda la ayuda Billy. —se quejó Isaac, sus hombros cayendo de una manera un poco más relajada ahora que Derek ya no se encontraba con ellos.
—¿Qué me dices a mí? Oye, soy su primer beta y es incómodamente escalofriante el control que Derek tiene sobre mí. —se quejó Bill, sonrojándose ante todas las miradas sobre él—. De todos modos... Podría haber sido peor.
—Billy tiene razón, Derek prácticamente nos dejó ir. —lo apoyó León, acercándose una vez más a su amigo y dándole unas palmadas en la espalda a Bill.
—Sí... Pero es extraño, que nos haya dejado ir tan fácilmente. —murmuró Boyd en desacuerdo, sus ojos entrecerrados como si estuviera buscando la pieza faltante.
—Tampoco puede obligarnos a que nos quedemos. ¿Otra vez atándonos al vagón del tren? Él sabe que no funcionaría, somos más. —explicó Erica, encogiéndose de hombros como si fuera explicación suficiente.
Bill comprende la inseguridad de Boyd ya que sentía prácticamente la misma sensación, como si Derek les estuviera ocultando algo o como si supiera que no durarían nada ni encontrarían otra manada y era solo cuestión de tiempo para que vuelvan con él.
Tal vez ese sería el caso o tal vez Derek odiaba las despedidas.
Sea como sea, tenían el tiempo justo para prepararse antes de escapar y a Bill aún le quedaba algo pendiente.
—Bueno chicos, tengo que irme. ¿En dónde nos encontramos? —les preguntó Bill, sacando el teléfono del bolsillo de su jean y buscando en el marcador rápido el número de Stiles.
—¿En la mansión Hale está bien? —preguntó León, también caminando en dirección a las escaleras junto a Bill, ambos eran seguidos por Isaac.
—Sí, pero... ¿A dónde van? —preguntó Erica con curiosidad, no había reprenda en su voz así que los tres voltearon a verla dispuestos a responder.
—Stiles.
—Scott.
—Lydia.
Esos tres nombres parecieron suficiente ya que la rubia rodó los ojos y les hizo una señal para que se retiren.
Mientras los tres subían las escaleras Bill pensó con curiosidad porqué Isaac iría a ver a Scott, sabe que Lydia y León han tenido una buena conexión desde aquella noche que quedaron encerrados en la escuela y ambos crearon juntos una bomba.
Pero se ha perdido el momento exacto en que Isaac se acercó a Scott lo suficiente como para querer ir a despedirse de él.
—¿Isaac? ¿Por qué querrías- —Bill estaba a punto de preguntarle pero cuando terminaron de subir las escaleras saliendo de la guardia y volteó a ver a Isaac, el rubio ya no se encontraba allí.
Bill parpadeó confundido, odiándose un poco por perderse tanto en sus pensamientos al punto de no poder oler en el aire cuando alguien dejaba de encontrarse allí.
—¿Por qué quiere ir con Scott? —León terminó su pregunta por él, Bill asintió en silencio y el moreno se encogió un poco de hombros—. Nadie sabe, Isaac lo ha estado intentando ocultar pero creemos que se junta con Scott cuando no está con nosotros. Algo así como tú y Stiles.
—¿Isaac es gay?
—Bueno, no tan así como tú y Stiles. —se corrigió León, ambos soltaron una risita y Bill asintió—. Honestamente no tengo idea, pero pronto nos lo dirá. Tengo que irme Billy, suerte con tu chico.
Bill sonrió en grande y le dio un medio abrazo a León para después ver como su mejor amigo se alejaba.
Suerte con tu chico.
Oh, podría saltar de la emoción solo con ello.
Bill soltó una risita emocionada y volvió la vista a su teléfono finalmente presionando la llamada y esperando a que del otro lado responda.
—Billyyyy, ¿Dónde estás? llevo como una hora esperándote aquí. —fue lo primero que Stiles le dijo al responder la llamada.
Bill comenzó a caminar en dirección a la casa de los Stilinski, con una gran sonrisa en su rostro y el comienzo de un sonrojo.
—Lo siento, cosas de manada, quería llamarte para avisarte que estoy yendo. —le respondió Bill, escuchando la risa de Stiles del otro lado.
—Podrías haberme enviado un texto para avisarme. —comentó divertido Stiles.
—Sí, podría. —asintió Bill, alegre de que Stiles siga comportándose de la misma forma con él.
Por un tiempo se preguntó si hablarían acerca de la luna llena pero después dejó de pensar en ello, si ninguno de los dos lo mencionaba podría ser aún mejor, no momentos incómodos en lo absoluto.
—Pero adivino que extrañabas mi voz. —se burló Stiles, a lo que Bill no pudo hacer más que sonrojarse.
Bill podría intentar hacerse el valiente y responder con un tal vez pero él nunca fue exactamente bueno para responder bromas de coqueteo si eso era lo que ellos estaban haciendo.
Así que mejor prefirió preguntar—. ¿Tienes helado de menta en tu casa?
Stiles soltó un quejido exasperado al escucharlo, como si tuviera un real resentimiento por aquél sabor de helado.
—Sí, quedó un poco de esa mierda aquí. —le respondió Stiles después de soltar un bufido y quejarse un poco más—. ¿Me vas a acompañar al partido?
Bill lo pensó por un momento, pero sabía que la respuesta que tenía no iba a gustarle a Stiles así que en cambio prefirió otro camino.
—Ya estoy cerca, adiós. —y le cortó la llamada.
Si Stiles se había quejado o no, Bill se alegraba de no saberlo.
BUENAS BUENAS!!!
Decidí dividir este ante último capítulo en dos partes ya que estaba por llegar a las siete mil palabras y se me estaba haciendo larguísimo así que nada, espero que aún así lo disfruten y si llegamos a cierta cantidad de comentarios para hoy a la noche estará publicada la segunda parte o sino esperamos hasta mañana sisisi.
¿Dudas, sugerencias, comentarios?
Si les gustó no se olviden de votar y comentar, siempre con respeto, los amooo♡♡
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