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5. PRINCE.

«Y no sé qué significa todo esto
Pero desde que sobreviví, me di cuenta
Donde sea que vayas, ahí es donde iré
Nadie tiene garantizado el mañana
Así que te amaré cada noche como si fuera la última noche»

Bruno Mars & Lady Gaga - "Die with a smile".

[...]

Día 5: Realeza AU!

Isagi puede escuchar el galopar de los caballos, y el tintineo de las armaduras metálicas al estar en movimiento constante, mientras que en el horizonte se alza la silueta del castillo que espera por el regreso de los hombres del campo de batalla.

Es un retorno desolador, pues de los doscientos caballeros que salieron a combatir solo volvieron unos veinte, los cuales apenas a las justas lograron sobrevivir. Habían ido a aquella misión por la paz del reino vecino en un apoyo solidario para evitar la invasión del mismo, terminando envueltos en una emboscada que no estaba dirigida a ellos, pero cual cucarachas ignorantes cayeron en una trampa que estaba destinada a una plaga mucho más grande.

Los superaban por al menos cien hombres, y aquellos guerreros se encontraban mucho más preparados, pues estaban encomendados a matar a cualquiera que se atravesara a su paso.

Su tropa los lastimó y retrasó el avance de los guerreros hasta que los combatientes de aquel reino que habían ido a ayudar llegaron para continuar la batalla. Aquel reino ganó pero para ellos fue una victoria amarga pues en una guerra que no era suya terminaron perdiendo muchos más hombres que cualquiera de los involucrados.

Perdieron padres, hijos y hermanos. Perdieron amantes, y amigos.

Perdieron vidas.

Y era sumamente desolador el pensar que dieron su vida por una batalla que no les involucraba, siendo obligados a luchar por una patria que no era suya, pues nunca se les dió la posibilidad de negarse ante las ordenanzas del rey.

Aquellos caballeros que volvían al reino, no eran los mismos hombres que se fueron. Ya no eran niños que estuvieron entrenando por mucho tiempo para honrar a su patria, ahora eran hombres que vieron la muerte de amigos y rivales antes sus ojos. Hombres que sintieron realmente el dolor de una herida causada con toda la intención de acabar con sus vidas. La muerte bailó junto a ellos y se rió en sus caras pues ahora no estaban seguros si el hecho de volver era una bendición o una condena por las memorias que tendrán que cargar por lo que les resta de vida.

El alba está asomándose por el horizonte, y el reino está despertando. La gente salta fuera de las edificaciones y los niños abren las ventanas con ilusión. El brillo de los ojos de las personas se oscurece poco a poco al ver la condición de su ejército al volver.

Los caballeros se mantienen firmes, no pueden parar hasta llegar a la entrada del castillo y no se detienen por nada. Ignorando los llantos de las personas quienes al ver pasar a los pocos hombres de la tropa y darse cuenta de la ausencia de sus seres queridos.

Las enormes rejas del castillo son abiertas para ellos y al llegar está su rey esperando en lo más alto de las escaleras con una mueca de conmoción y furia.

—¡¿Dónde está el Comandante Prince?!

—Murió en batalla... —Kunigami se quita el casco del rostro, revelando la cicatriz que abarca todo el espacio de su mejilla. —Como todos los demás que no se encuentran presentes, su alteza.

—¡¿Y qué...?!

El rey continúa con sus gritos e injurias, maldiciendo a los cuatro vientos por la perdida de su batallón. Isagi no tiene ánimos ni de levantar la mirada, sintiendo odio en su interior al pensar que no fue culpa de nadie más que del rey por enviarlos sin los recursos suficientes a una lucha que...

—La culpa no es de nadie más que suya, su majestad.

Yoichi no está seguro, pero cree haber escuchado un ruido de sorpresa por parte de los caballeros, también de sí mismo, pues nadie jamás se habría atrevido a hablarle así al rey sin tener miedo de terminar en la horca. Pero no solo fueron sus palabras los que sorprendieron a todos, sino también el tono indignado y acusador que tuvieron.

Cuando levantó la vista, pudo ver a un hombre, tal vez poco menor que él aunque mucho más alto, con el cabello verdoso y unos ojos turquesa aterradoramente fríos. Traía puesta una armadura brillante con el escudo del reino grabado en oro en su pecho y una capa azul zafiro.

—Solo un descuidado mandaría a sus hombres con falta de armamento a una batalla para la cual no estaban listos. —habló el Príncipe Sae, mirando de mala forma a su padre.

Ninguno de los caballeros está seguro de lo que esta pasando, pues el príncipe nunca le había hablado así al rey antes y jamás habían visto a aquel hombre que justo ahora está portando el uniforme de Comandante de la Guardia Real. O bueno, el resto de sus compañeros jamás lo habían visto, Isagi entonces lo reconoce, por supuesto que sí.

¿Cómo no reconocería entonces al amor de su vida? ¿Al que lo besa en el atardecer escondidos detrás de las caballerizas? ¿El que hizo todo lo que pudo para evitar que Isagi fuera a la guerra pero tristemente no lo logró? ¿Cómo no reconocer al hombre por el cual se juró a sí mismo volver sin importar qué a casa para verlo una vez más?

—¡¿Cómo te atreves a hablar así de mi batallón?!

—¿Cómo te atreves tú a ser tan cínico? —preguntó aquel hombre tan misterioso, frunciendo el ceño en dirección al rey, mirándole con el más puro desdén. —¡Estos hombres han perdido demasiado en esa guerra! ¿Y es así como los recibes? ¿Con insultos y con críticas? ¿Qué clase de rey eres?

Los soldados murmuran en voz baja, pero ninguno tiene ni siquiera la mínima intención de alejarse o llamar la atención de los gobernantes que se encuentran discutiendo en sus narices.

El rey levanta la mano con toda la intención de abofetear al caballero, pero es el príncipe Sae quien se interpone en el camino, frenando el golpe con su mano.

—No te atrevas a tocar a mi hermano. —responde casi con asco. La sorpresa es ineludible y los murmullos no hacen más que aumentar. —Tus días aquí han sido contados y la cuenta está a punto de llegar a su fin. Te dimos la oportunidad de recibir a tu pueblo y al menos poder darles una despedida digna pero lo único que hiciste fue terminar de arruinarlo todo.

—¡No tienes ningún derecho a tratarme de esa manera, maldito mocoso! —El rey se suelta del agarre del principe de un manotazo.

Los soldados no saben como reaccionar ante la situación, al que reconocían como Comandante murió en batalla, hay alguien más portando su uniforme ahora mismo, el rey actúa como un tirano incluso peor que antes y la promesa a la corona siempre fue proteger a la familia real, dejando una enorme inquietud y desentendimiento hacía lo que deberían hacer ante una situación como esta en donde ellos mismos se hacían daño.

—Por supuesto que lo tengo, porque a partir de ahora. Ya no serás nunca el rey. —refutó Sae, apartándose de su lado, haciéndole un gesto a un par de guardias detrás de ellos para que se lo lleven.

El silencio es lo que los abriga poco después, no tienen idea de como reaccionar ante semejante situación. ¿Qué tanto pudo haber ocurrido mientras no estaban?

—Saluden entonces al nuevo rey, heredero de esta tierra, Sae Itoshi. —dice aquel caballero de deslumbrantes ojos turquesa. —Y me presento ante ustedes con todo el respeto que merece la memoria del Comandante Prince. Seré su sucesor en este puesto. Mi nombre es Itoshi Rin, y antes de que lo sepan por habladurías del pueblo. Soy el príncipe bastardo.

Alguien que por favor me explique a Isagi que pasó mientras no estaba.

[...]

Lo sientooooo, pero ya el cansancio de estos días me pasó factura y agregándole a eso, tengo que salir súper temprano mañana. Así que no pude darme tiempo de extender más esto.

Lit, creí que no lo lograba, pero encontré este escrito que tenía guardado por ahí, para una idea más larga (que en parte olvide jaja) de aquella vez que pregunté si querían una historia de la realeza.

Y también disculpen si aún no respondo a sus comentarios como siempre. En cualquier momento empezaré a hacerlo. ¡Gracias por comentar! Me alegra en la mañana ver qué sí hay bastantes personas dando su tiempo para leerme.

¡Muchas gracias por leer! ¡Nos vemos en el día 6! 💓✨

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