Extra 1: ♡Una vida contigo♡
N/A: Capítulo con muchas emociones.
KENNEDY:
Tres meses luego de la muerte de Vladimir:
Cuando todos se fueron y solo quedó un tumulto de tierra, salí de mi escondite y me acerqué vacilante hasta la tumba donde su cuerpo reposaba. Me incliné y deposité sobre la tierra una rosa blanca, cuando me acomodé, me sobresalté al ver a un hombre parado a mi lado mirando entristecido la tumba desolada.
—Spasibo, chto prishli posmotret'. —dijo el señor Dimitry, y padre de Vladimir.
Lastimosamente jamás aprendí a dominar el idioma y no entendí lo que dijo.
"Gracias por venir a verlo".
—No hablo ruso. —admití con la mirada fija en la tumba.
Escuché un suspiro y habló con la voz quebrada; no creí que un tipo como él, sintiera dolor por la muerte de su hijo. Un hijo que él educó para asesinar y causar daño:
—Mi hijo te quiso mucho, muchacha. Y estoy seguro que el que ahora estés aquí, lo debe poner feliz donde quiera que esté.
Suspiré quebrada y derramé unas lágrimas.
—Lo sé, sabe que vine por él y si de verdad esto lo pone feliz, de cierta forma a mí me hace sentir en paz. —limpié mis lágrimas con el pañuelo y suspiré.
—¿Sabes? Mi hijo nunca quiso hacerte daño, cuando los socios te descubrieron y supieron que le pertenecías a Vladimir, teníamos un código. Mi hijo tenia que compartirte con ellos y si se negaba a hacerlo, tendría que matarte por su propia mano, o de lo contrario ellos lo harían y tu muerte seria lenta y muy dolorosa.
Apreté los ojos ante eso, porque realmente nunca lo supe, aunque algunas veces Vladimir si me dijo que prefería hacerme esto a perderme para siempre. No sabia a que se refería en ese entonces, pero creo que él hablaba de esto, de perderme porque ellos me matarían.
—Si lo hubiera sabido en ese momento, créame que hubiera preferido mil veces la muerte. —mi tono pese al llanto, era seguro.
El ruso suspiró quejumbroso.
—Mi difunta esposa decidió lo mismo que tú, me imploró por su muerte, yo no tuve el valor de hacerlo y tampoco dejé que mis socios lo hicieran. Pero ella sí y se colgó del barandal de las escaleras.
Finalmente miré al ruso un poco... muy perturbada por esa información que nunca supe, y este solo asintió en forma de despedida y sin decir nada más, se dio la vuelta y se alejó cabizbajo, escoltado por los hombres que no vi que lo esperaban a poca distancia. Cuando finalmente me quedé sola, miré nuevamente la tumba, me puse de cuclillas y tomando un gran suspiro, hablé:
—Ya te fuiste, d'yavol. ¿Pero sabes? Me quedo con algo tuyo, algo que me hará recordar que alguna vez estuve perdidamente enamorada del más temible demonio mortal, que pudo caminar sobre la tierra. Y que eso fue real y que nadie me forzó para amarte y entregarme a ti por amor —instintivamente me llevé las manos a mi vientre plano y sollocé —. Tu legado vive en mí y te prometo hacer de este bebé, una persona de bien para que en un futuro sea amado hasta el final y nunca temido.
Me puse de pie y limpiando mis mejillas, me di la vuelta y me eché a caminar, llegué al auto que me esperaba estacionado a unos metros y me monté al asiento del copiloto y me abroché el cinturón de seguridad.
—¿Estás mejor, amore?
Miré a Lorenzo y asentí a su pregunta.
—Era necesario, esto me ayudó a liberarme por completo de él y me siento un poco mejor.
Sonrió de lado y se acercó para depositarme un beso en la mejilla.
—Vamos a casa, principessa, tenemos mucho de que hablar.
Me di una ducha rápida y aun con la bata de baño cubriendo mi cuerpo desnudo, me senté sobre el banquillo del tocador y comencé a cepillarme el cabello enredado y húmedo. La puerta se abrió ligeramente y el rostro perfecto de Enzo, apareció en el reflejo del espejo.
Sonrió.
—Llamé varias veces, pero no respondiste. —se justificó por abrir la puerta así.
Dejé el peine sobre el tocador y me giré a verle de frente, seguía sentada sobre el banquillo.
—No te preocupes. Pasa, por favor. —dije con amabilidad.
El italiano entró a la habitación y cuando cerró la puerta, se giró a verme y se llevó sus manos a los bolsillos de su pantalón gris de sastre. Parecía nervioso, y eso me causó pese al dolor que sentía por la muerte de Vladimir, una sonrisa por lo tierno que se veía.
—Dime ¿de qué quieres hablar? —le animé.
Rascó su ceja y caminó hacia mí con decisión, se puso de cuclillas frente a mí y tomó mis manos entre las suyas. Nuestras miradas estaban puestas sobre el otro. Y su perfume varonil y hormonal, se coló en mis fosas nasales y me hizo tragar grueso por ese aroma tan natural de él. Tanto que se me hizo agua la boca.
—Bueno, como sabes, ya han pasado tres meses y no quiero presionarte con lo de siempre. Pero sabes que el embarazo no tardara en notarse y sabes que yo siempre te he querido y ahora más porque llevas a mi hijo en tu vientre.
—Enzo... —se llevó los nudillos de mi mano derecha a los labios y los besó.
—Cásate conmigo ya, Kennedy. Prometo ser merecedor de tu amor y convertirme en el padre perfecto para nuestro bebé, trabajaré honradamente y todos los lujos que te brinde, serán legales.
Reí por sus ocurrencias y por primera vez sentí un ligero y casi inexistente movimiento en mi vientre, como si mi bebé se hubiera divertido con las ocurrencias de Enzo.
—Ya te había dicho que me casaré las veces que sean necesarias si es contigo. —le recordé y él asintió.
—Pero de eso ya son tres meses, no quiero presionarte y tampoco que te sientas comprometida de hacerlo. Si no quieres hacerlo aun, yo...
Puse mi índice sobre sus labios y lo corté para hablar yo:
—Si me caso contigo, es porque así lo quiero yo y no porque tú me estés presionando. Además en ningún momento me has hecho sentir comprometida a hacerlo, lo hago porque te amo y quiero hacer esto contigo. —besé sus labios fugazmente y a él se le iluminaron sus ojos negros.
—¿Entonces eso es un sí?
Negué divertida y agregué:
—Eso es un, "primero deben quitarte el localizador del tobillo, firmar tu liberación para poder irnos de luna de miel y ser felices para siempre".
Enzo se puso de pie llevándome con él en brazos y giró feliz, haciéndome reír más fuerte. Me aferré de su cuello y disfruté de este momento tan nuestro. Luego procedió a besarme y sí, después de esto Izan lo liberó ya que Enzo cumplió su sentencia en prisión domiciliaria y nos casamos en una ceremonia discreta. Una en donde solo mis padres, mi hermana y algunos amigos, entre ellos Jeremy, Izan, Isla y mis amigas del periódico, acudieron.
Luego de mi boda y a los pocos meses, dí a luz a un niño que al verlo por primera vez, no pude negar el gran parecido que tenia con Vladimir; su padre biológico. Pero Enzo estaba tan feliz y seguro de que era su hijo, que se negó a hacerse una prueba de paternidad y enseguida lo registró como suyo. Era tan lindo que cada día lograba que lo amara más.
Contexto: Cuando supe que estaba embarazada, creí que el bebé seria de Enzo. Pero en los análisis que me realicé, el tiempo de gestación (dos meses y medio en ese momento), coincidía con la vez que estuve con Vladimir en su Jet, antes de ser asesinado. Osea que yo en la boda de Izan e Isla, ya iba embarazada de un mes, solo que aun no me daba cuenta ya que mi menstruación siempre fue irregular y no le di importancia a su ausencia. Todo hasta que al mes siguiente me comencé a sentir mareada, con mucho sueño y sobretodo las nauseas. Enzo llamó al médico para que viniera a casa y me hicieran los estudios necesarios, ya que él estaba preocupado y como no podía salir de casa para llevarme el mismo al hospital; por lo de su arresto domiciliario, quería estar al pendiente de mi salud.
Cuando los resultados salieron y el médico nos explicó lo de mi embarazo, Enzo se puso feliz y yo junto con él. Solo que no nos esperábamos que mi embarazo fuera de casi tres meses, pues la cuenta que yo tenia en mente (por el tiempo de las relaciones que retomé con Enzo en la boda de Isla), tendría apenas un mes y medio en el momento de la noticia, pero la sorpresa fue que era un embarazo avanzado a lo que me daba el tiempo en el que estuve por última vez con Vladimir.
Pese a todo, Enzo siguió feliz con la noticia y el que lo llamara su hijo, me hacia amarlo aún más. Pues yo sabia que él supo que no era suyo, pero lo amó desde el momento en que nos enteramos de su existencia y sé que será un buen padre para el hijo que él cuidara por siempre y que en un futuro lo reconocerá, amara y respetara como su padre y él como a su hijo.
Y bueno, con Izan e Isla quedábamos cada fin de mes para divertirnos, Isla ya había agarrado practica en este mundo de perversión, e incluso se había aventurado a tener sexo con su esposo en público. Claro, siempre bajo las normas del pub. Y bueno, todos éramos felices pese a tener un secreto candente, que solo era nuestro. Incluso Isla se había convertido en mi mejor amiga, era imposible no hacerlo pues compartíamos no solo a nuestros maridos, sino muchas cosas más.
—Te quiero, Keny. Gracias por otra noche memorable. —Isla me abrazó y yo le respondí con el mismo entusiasmo.
—Y yo a ti, nena. —besé su mejilla.
—Vamos, amore. No quiero que te conviertas en fan de su relación y valga verga esto tan bonito que tenemos como swingers. —expresó Enzo, e Izan rió ameno.
—Idiota. —siseé alejándome de Isla, me despedí ahora de Izan, quien me abrazó fuertemente y besó mi mejilla.
—Saludos a mi ahijado, nos vemos el domingo. —dijo el castaño una vez que nos soltamos.
Miré a mi lado y Enzo e Isla también se abrazaban y luego mi esposo besó la frente de la castaña, se acercó a Izan, con quien se dio un abrazo fraternal. Después Enzo y yo nos tomamos de la mano, y nos sonreímos con nuestros "novios", todos con cara de satisfacción. No podíamos negar que los cuatro teníamos una buena química dentro y fuera del Pub.
—Su ahijado estar feliz de verlos. —añadió el italiano.
Izan e Isla habían accedido en bautizar a Zayn y bueno, por la buena relación que llevábamos los cuatro, nuestros hijos también compartían y se veían como primos.
—Entonces nos vemos el domingo. —agregué feliz, nos despedimos agitando las manos y cada pareja tomó direcciones diferentes.
Una vez en el auto, Enzo dijo:
—¿Te gustó sentirnos a ambos al mismo tiempo? —se estaba abrochando el cinturón de seguridad, pero me miraba a mí.
Me encogí de hombros y luego le sonreí malévola, mientras imitaba su acción.
—Me encantó —admití y me incliné para besar sus labios —. Aunque el trasero me duele pero supongo que valió la pena.
Enzo asintió feliz y encendió el auto.
—Fui cuidadoso contigo, primero te eché lubricante y luego jugueé un momento con el dildo antes de meterte mi polla por tu rico trasero.
—Pero aun así dolió, no estamos acostumbrados a hacerlo por ahí.
—Lo sé, hay que hacerlo más seguido, tu estreches es el paraíso, principessa.
—Lo pensaré. —me hice la difícil, aunque la verdad era que si quería hacerlo por ese lado nuevamente, ya que el dolor combinado con la excitación, eran alucinantes.
—De acuerdo. La próxima semana es el turno de Isla, esperemos que aguante y que le guste para que lo disfrute, aunque su trasero será de Izan, al igual que el tuyo hoy fue mío. —me miró pícaro.
—Así debe de ser, su esposo tiene que llevarse la virginidad de su culo. —le guiñé y este negó divertido y así, nos fuimos a casa.
Cinco años después:
Volviendo a mi vida de casada y madre de un par de niños traviesos, no podía estar más feliz, pues los años se habían ido volando y ya llevaba cinco años de casada. Eso sí, el sexo con Enzo era mi pan de cada día. Y esta mañana no era la excepción.
—Tú me complementas, amore. —me susurró el italiano mientras me embestia.
—Y tú a mí, Lorenzo —arqueé la espalda, apreté las sabanas en mis puños y gemí cuando me dio más duro. Mis pechos rebotaban en sincronía y él no dudó en devorarlos con frenesí —. ¡Ahhh, Enzo, me vengo! ¡dame más duro, no pares, ohhh, sííí! ¡hmm, puta madre, que rico, ahhh!
Alcé más las caderas y me moví extasiada, en busca de más fricción para mi liberación.
—Sí, eso es, correte y baña mi verga de tu crema, principessa.
Cerré los ojos y gemí más fuerte justo cuando un orgasmo demoledor me atacó, Enzo hizo que durará al bombearme con más ímpetu y me vine en cascada. Él no tardó en alcanzarme y caer rendido sobre mi pecho. Acaricié su cabello sudoroso entre mis yemas y sonreí al ver al hombre guapo con el que me había casado. Sin duda era una suertuda.
No nos dimos cuenta de nada, todo pasó tan rápido que cuando lo noté, ya era demasiado tarde.
—¿Papi, mami?
Enzo se paró como resorte de la cama, jalando la sabana con él y dejándome a mí desnuda sobre la cama. Tuve que cubrirme con los almohadones de la cabecera. Miramos aterrados a nuestro hizo Zayn de cinco años, quien era una ternura andando y un niño muy curioso e inteligente.
—Campeón, ya has despertado. —señaló mi esposo lo que era obvio, cubriéndose con la sabana sus partes íntimas.
Zayn le dedicó una mirada furtiva y luego me observó con esa mirada azul tan intensa como el océano del mar; el color de Vladimir. Bueno, yo estaba muy avergonzada, deseando y rezando por que mi hijo nunca recordara este momento tan bochornoso, pues esto seria sumamente perturbador para él, si lo recordaba en un futuro.
—¿Por qué estabas aplastando a mamá y la has hecho llorar? Oí su llanto hasta mi habitación. —dijo el pequeño pelinegro, y hasta ese momento vi que venia armado con una raqueta en su pequeña manita.
Ternura. Me derretía de amor este hombrecito.
—Oh. —eso salió de la boca de Enzo, que se había quedado prácticamente sin palabras.
—No, amor —hablé con delicadeza, seleccionando bien las palabras para explicarle —. Tu papi no me estaba lastimando, al contrario... él me estaba haciendo muy feliz. —le sonreí para que viera que no estuve en peligro y que todo estaba bien.
Mi hijo estaba impasible, no había duda que la sangre Volkova corría por sus venas. Era inexpresivo como Vladimir, pero al mismo tiempo tierno como Lorenzo. Una combinación extraña entre la sangre y la educación que le enseñaba el italiano.
El niño suspiró y dijo:
—Tienes una manera muy rara de expresar tu felicidad. Creí que él te estaba matando, gritabas mucho y lloriqueabas con un extraño vocabulario. —soltó el pequeño con enfado por haberlo despertado y creo que también lo había asustado sin querer.
Enzo rió y yo estaba que no cabía de la incredulidad, por la manera con la que Zayn hablaba. Era como un adulto enanito. Sentía que estaba toda colorada.
—Ya oíste a tu madre, hijo. Ella estaba muy bien y lloriqueaba de felicidad. Y sobre su vocabulario, cuando ella esta sumamente feliz, desboca irracionalidades y no sabe guardar silencio. Pero la próxima vez que la haga feliz, cuidare que no sea tan escandalosa. —le guiñó un ojo al pequeño pelinegro.
Le lancé la almohada pequeña a Enzo, por imbécil y ppr decirle eso a un niño inocente, pero este se echó a reír y nuestro hijo extrañamente lo siguió.
—Como sea. Pequeño, mejor ayúdame y fíjate si Abby ya se ha despertado, sí. —le pedí a mi pequeño, quien asintió y salió corriendo de mi habitación.
Abby era mi hija pequeña, quien tenia tres años, tez blanca, pelo castaño oscuro como el de su padre y los ojos grandes y grises como los míos.
—¿Nos duchamos juntos? —preguntó él con insinuación, sentándose en la cama y acercándose a mí de manera coqueta.
Bufé y me puse de pie completamente desnuda, su mirada oscura viajó por todo mi cuerpo pero no le presté más atención.
—No, Zayn está despierto y Abby no tarda en hacerlo y si nos duchamos juntos, corremos el riesgo de que nos vuelvan a oír.
Enzo se puso de pie, se acercó a mí y me besó dulcemente.
—Pues no grites tanto cuando te folle. —propuso con voz seductora y su bonito acento italiano me ponía cachonda en combinación con su tono grave y sexy.
—Es tu culpa por tener un pitón entre las piernas. —dije mordiendo mi labio al ver la polla de mi marido, traspasando la tela de la sabana con la que se cubría.
Se echó a reír.
—Te amo. —dijo sin dejar de besarme y sin borrar su estúpida y sexy sonrisa.
—Y yo a ti, Lorenzo —me dejé consentir un instante —. Pero que sea la última vez que me haces sonrojar frente a nuestro hijo. Zayn es muy inteligente y temo que cuando sea mayor, recuerde este momento tan incómodo.
Apretó mis nalgas desnudas y sonrió.
—Lo prometo, pero tú también tienes que cooperar, principessa —besó mi cuello —. No puedes seguir gritando obsenidades mientras te meto la verga, ya no eres una mujer soltera, tienes hijos pequeños que quieren dormir y no oír como su mamá es feliz cuando su marido se la folla.
—Vulgar. —lo alejé de mí y fui directo al baño.
Mi vida era feliz, había encontrado al amor de mi vida, habíamos formado una familia y por increíble que sonara, Enzo era un empresario italiano de pastas sicilianas que surtía a varios países. Un trabajo honesto, como él le decía y era verdad.
Nada me hacia falta, lo tenia todo... al menos mi felicidad con ellos duraría veinte años, de los cuales solo teníamos quince años antes de que mi mundo se derrumbara. Porque cuando mis hijos llegarán a su adolescencia, me darian la peor noticia que se le puede dar a una madre con respecto a sus hijos.
—¿Señora Moretti?
—Si, ella habla.
—Le hablamos desde las oficinas de la morgue cívica.
—¡¿Qué?!
—Recibimos el reporte de un accidente de tránsito en Milán, habían dos personas a bordo al momento del suceso, hay un varón de aproximadamente veinte años, reportado en estado delicado. Pero la femenina que lo acompañaba de unos dieciséis años, murió en el lugar de los hechos. Dimos con ustedes por el número de placas del auto. De verdad lo siento mucho, señora, creemos que ambos jóvenes eran sus hijos.
—¡Lorenzo, mis niñosss! —fue lo último que grité antes de caer desmayada al piso con el teléfono en mano.
Mi hija se había convertido en una señorita de dieciocho años, su pelo largo ondulado y castaño, le caía en cascadas por su espalda esbelta. Sus ojos grises y redondos con espesas pestañas negras en combinación con sus labios en forma de corazón en tono rosa, le hacían lucir más hermosa de lo que ya era. Pero lastimosamente esa sonrisa se había ido, la niña de mis ojos se esfumó y no pude... no pude despedirme de ella.
Tuve una vida contigo, Abby, pero ya no será una vida larga como la deseé. Se suponía que yo debía morir primero.
¿Qué pasó?
¿Estoy soñando?
¡Si es así, por favor, que alguien me despierte ya!
¡Me duele!
¡No podré con esto, no soy tan fuerte como creí!
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