8: ♡Cuídala♡
Capítulo dedicado a AmalyndaJR
Gracias por tu apoyo y tus comentarios que me sacan una sonrisa de felicidad, hermosa Eres una de mis primeras lectoras y de verdad te valoro mucho, corazón. Espero que disfrutes del Capítulo.😘❤
Con amor, Ana.
☆☆☆
Hoy era ese día que me hacia retorcer todo por dentro y llorar como cada año en este día lo hacia. Mi sufrimiento no podía ser sosegado con nadie sin la ayuda de mis más fieles amigos. Ellos eran los únicos que podían ayudarme a dormir ese gusano tortuoso que me comía todo por dentro.
Miré hacia arriba y solté un grito tortuso, mientras lloraba de coraje por todo lo que me pasó y no me lo merecía.
—¡Te extraño tanto! —grité y bebí de la botella sin tregua —. ¡No se ha dónde estoy yendo, nena! ¡Vuelve, tú, mi otra mitad!
Perdí la cuenta de las botellas que bebí y de las drogas que consumí. Pero al menos me sentía más tranquilo y con el dolor anestesiado. Luego reí y disfrute de este día trágico yo solo, del sufrimiento y la agonía que embargaba cada molécula de mi cuerpo. Al menos el alcohol me ayudaba a mitigar mi aflicción.
—¡Rhett!
Miré a la chica que pronunció mi nombre con dolor y que me miraba con esos bonitos ojos marrones, con angustia de verme otra vez al inicio de donde ella me rescató.
Mi Ángel.
—¡Ángel, ven, brinda conmigo y en shu honor! —arrastré las palabras.
—¡Ya no puedo más contigo! ¿Cuantas píldoras de metanfetamina te tomaste esta vez, Rhett?
No le respondí, por que simplemente mi cerebro no captaba nada de lo que decía. Sólo veía su boca moviéndose y su mirada dolida escrutiniando mi rebeldía.
Si, sabía que yo ya no era un adolescente, que ya era un adulto de casi 30 años, pero es que simplemente estas fechas me deprimían y me hacían caer de nuevo a la mierda de donde esta chica me sacó.
—¡Vamos, te llevaré a casa!
—¡Tu casha, Hope, esh tu casha, nena!
—no podía formular bien las palabras sin arrastrar la lengua con torpeza y haciendo que las palabras salieran como retrasadas, de mi boca.
Con la ayuda de "Candy", me puse de pie y casi a trompicones me sacó de ese bar en donde ahogaba regularmente mis penas. Intenté no hacerle pesado el trabajo y caminé sujetándome de la pared y de su cuerpo pequeño que estoy seguro que si me caía, ella sola no podría ayudarme a levantar.
—¡Candy! ¿A donde crees que vas? Ya es tu turno y el cliente del privado te está esperando. —el dueño del lugar, Thomas Miller, estaba sumamente enfadado viendo a su bailarina estrella.
—Lo siento, Thomas, no puedo quedarme. Rhett está muy mal y tengo que llevarlo a casa.
Entre mi vista un tanto mareada, logré distinguir el semblante fulminante que dominaba cada facción de aquel tipo.
—¿Eres su puta personal?
—¡Vete a la mierda, eshtúpido! —escupí furioso.
—Lo siento, tengo prioridades. Pero si tanto te molesta que el cliente no obtenga su baile privado, pues bailale tú y satisface su perversión.
Thomas miró fulminante a la pequeña rubia que le había dado aquella respuesta y rojo del coraje, bramó:
—¡Estás despedida!, ¡¿me escuchaste?!
—Fuerte y claro. Gracias, igual ya me había cansado —la rubia se giró a mí y me volvió a tomar del brazo —. Vamos, Rhett, tú puedes.
—¿En serio piensas dejar tu trabajo por este borracho drogadicto que te da más problemas que soluciones?
Cerré un momento los ojos y sentí como Hope se tensaba a mi lado ante aquellas certeras palabras del hombre. Iba a soltarme de la mano de "Candy", pero ella apretó mi mano y mirando al hombre sobre su hombro, admitió:
—Rhett no es lo que dices, y si, pienso dejar este trabajo por que en realidad esto no es lo que merezco. Encontraré un trabajo más honrado y digno de mí, uno en donde no tenga que moverme encima de cualquier depravado para llevarle un plato de comida a la mesa de mi familia.
—Bien, pero cuando quieras volver a pedirme perdón con la cola entre las patas, te voy a echar ha patadas. Por que "Ahoga tus penas", no da segundas oportunidades.
Ella sólo se limitó ha encogerse de hombros y me obligó ha reanudar la caminata hasta su viejo auto. Me subió al asiento trasero y cerró la puerta, luego regresó al asiento del piloto y puso en marcha el auto.
Cuando llegamos, yo estaba sumamente dormido, así que una gran bofetada fue la que logró despertarme.
—¿Qué...?
—Ya llegamos, sal del auto, Rhett.
Miré aquel edificio con el ceño fruncido y bajé aún tambaleándome por los efectos de mi anestesia. Mientras que con la mano me acariciaba la mejilla que me golpeó.
—Eshte esh tu apartamento, Hope. —arrugué la frente al escucharme hablando aún cómo imbécil, pues aún sentía la lengua entumecida.
—Bueno, no planeaba abandonarte en el viejo apartamento a tu suerte. ¿Que tal que te pasa algo más tarde y no hay quien te auxilie?
—Pero...
—Sin peros, vamos macho, ayúdame con tu gran y esculpido cuerpo que no puedo hacerlo sola.
Me tomó del brazo y me obligó a caminar a paso vacilante. Tomé su mano y la hice detener antes de entrar por las puertas cristalinas de su edificio.
—Hope, no quiero que tu madre y tu pequeño, me vean en eshte eshtado.
—No te preocupes, ha estas horas ellos estarán dormidos ya, no pasa nada. Además, sabes que mi madre te quiere mucho y mi bebé, ni se diga. Vamos.
No muy convencido me adentré al edificio y con su ayuda, subimos los tres escalones que nos llevaban al ascensor y subimos hasta su piso en aquella caja metálica. Hope abrió la puerta y el cálido hogar me dio la bienvenida sin ser merecedor de ello.
—Dormiré en la shala. —arrugué la frente al sentirme aún con la lengua entorpecida.
—Duerme conmigo. —propuso tímida.
—No puedo.
—¿Por qué nunca has querido dormir conmigo, Rhett?
Bajé la cabeza a mis botas negras con las agujetas desatadas y resoplé, dejándome caer sobre el sofá grande.
—No duermo con nadie, Hope. No esh pershonal. Mierda. —susurré lo último la seguir sin poder hablar bien.
—Bien, te traeré unas almohadas y algunas frazadas para que te tapes.
—El cojín es perfecto y me gusta dormir destapado, no te preocupes.
—Ok, descansa.
—Tú también, Hope.
Terminé de entrenar en el Gimnasio que estaba a una cuadra del nuevo apartamento que le compré a Hope.
Me sequé el sudor con mi toalla y me senté sobre la banca para descansar un poco luego de un entrenamiento exhaustivo para liberar a mi cuerpo de todas las toxinas malas; tomé mi botella de agua y bebí con desesperación.
Me eché un poco del líquido frío en la nuca y cerré la botella. Una chica rubia con ropa deportiva y de cuerpo fitness se pasó frente a mí y me guiñó el ojo invitándome a caer ante sus encantos.
Se dirigió a las duchas y cuando me levanté de la banca para ir tras ella, mi teléfono, o mejor dicho el teléfono que me brindó Harold, empezó a sonar y tenía que responder, ya que sabía que si me llamaba en mis horas de "descanso", era por que de verdad sería importante.
●Dime.
●Tenemos que vernos, estoy afuera, sal.
Me llevé la mano al puente de la nariz y exhalé.
●Estoy en el gimnasio.
●Lo sé, estoy afuera, apresúrate.
Me colgó y me hizo resoplar. Tomé mis cosas y las metí dentro de mi mochila deportiva. Camine a las duchas y me encontré con Hope esperándome completamente desnuda bajo el chorro de agua caliente. Resoplé y ella se giró a verme.
—¿No vienes, macho? —masajeó sus tetas y gruñí malhumorado.
—Lo siento, ángel. Harold, está afuera y quiere verme.
La rubia cerró las llaves de la regadera y estiró su mano para tomar su toalla, se cubrió con ella y elevó la ceja.
—¿Lo encontraron?
—No lo sé, iré con él. Toma —le dí las llaves de mi auto —. Conduce con cuidado, iré por el auto más tarde.
—Con mucho cuidado.
—No te preocupes, te dije que vengo del infierno y ya nada daña a este pobre diablo.
—Me pesa que hables así. —bajó la cabeza con dolor.
—Algún día te lo voy a contar todo, para que me entiendas un poco. Sólo dame tiempo para aclarar mis ideas y cuando esté preparado, te lo diré sin omisiones. —le prometí.
Salí de las duchas y luego del gimnasio, no tardé en encontrar el auto del agente frente a mí. Abrí la puerta del copiloto y me monté de mala gana.
—¿Lo tienen?
Sin decirme nada, me lanzó un periódico en mi regazo, lo miré con el ceño fruncido y él siguió mirando la avenida con sus gafas oscuras.
—No me interesa el chisme de estas cosas. —rebatí devolviéndole el periódico.
—Página diecinueve. —me lo devolvió.
—¿Qué?
—Pá.gi.na die.ci.nue.ve.
Rodé los ojos ante su petición y sin más rodeos abrí el periódico en la página solicitada. Sentí el corazón martillándome al mil.
—¿Cómo...?
—Esas fotos yo no las tenía en el celular que me robaron.
—¿Cómo las obtuvieron? —lo miré apretando las hojas con fuerza.
—Kennedy Anderson y Jeremy Lohan. Periodistas sin mucho éxito y claramente novatos, posiblemente tienen alguna fuente que les proporcionó las fotos.
Leí la noticia que ese par de imbéciles habían publicado, sin saber que no sólo estaban abriendo viejas heridas, sino que también estaban poniendo en riesgo sus vidas e incluso la de sus seres queridos. Y sabía que esos demonios no tardarían en salir del infierno para arrastralos con ellos a él.
—¿Dónde están ahora? —mi voz salió pastosa, tragué saliva con dificultad al ver esa fotografía del momento exacto en que esa persona luchaba por sobrevivir.
—En su trabajo. —escupió más que molesto.
Lane dejó de mirar la avenida, se quitó las gafas y me detalló con sus gigantescas ojeras. Pues desde que le robaron la información del teléfono, no descansó hasta atrapar al imbécil, ¿y para qué? Para que ese idiota que no sabia lo que hacía, le hiciera más pesado el trabajo.
—Vamos por él. —propuse, con las venas del cuello punzantes por el enojo.
—No podemos.
—¿Por qué mierda no? ¡Él te robó información clasificada, y no tenían ningún puto derecho en publicar nada de esto! —agité el periódico con rudeza.
—Lo sé, Rhett.
—¡Entonces si lo sabes, deténlos! —bramé colérico.
—Son ordenes de arriba. Los X5 tienen que permanecer en libertad y bajo vigilancia a discreción.
Azoté una y otra vez el periódico sobre el tablero del carro y grité frustrado, hasta que las hojas se desprendieron ya arrugadas y rotas.
—¿Terminaste con tu berrinche, Rhett?
—¡Joder! ¿Por qué vigilarlos cuándo lo puedes hacer con ambos en prisión?
—Mi superior quiere que los dejemos libres, por que ambos serán el conejillo de indias para atraer al depredador.
—¿También la chica? —cuestioné inconforme, pues a pesar de que ella haya publicado la nota, no me parecía que estuviese en peligro ante esos seres.
—Cuídala.
—¿Qué?
—Es tu momento de ser el héroe y dejar de ser un puto borracho y drogadicto mediocre. Convierte en el ángel guardián de Kennedy Anderson y salvala de los chicos malos.
—Yo jamás he sido el héroe de nadie, por que yo no salvo vidas, agente. Mi maldición es agravar las situaciones de las personas, no darles esperanzas. —le recordé con la hiel en la boca.
Harold suspiró, me arrebató lo que quedaba del periódico y señaló la hoja donde venia la nota roja que se había publicado, sacando a relucir el pasado del que creí enterrado.
—Soy fiel creyente de que por algo pasan las cosas, Rhett. Y creo que si tú sobreviviste a grandes tempestades junto a ella, es por que Dios tuvo un propósito para ustedes.
—Pues vaya propósito, mejor que me deje sin protección divina —ironicé —. Si el hacerme respirar cada puto segundo con dolor y recordándome que ha dónde sea que yo vaya, los recuerdos siempre vendrán conmigo, es mejor que me deje de contemplar en sus propósitos.
Lane bajó la vista y negó, mirando nuevamente hacía la avenida.
—Yo creo que su propósito es que salves a esta pequeña obeja del lobo hambriento. Por que sólo imagínate, si a ti te molestó que esto saliera a la luz publica, ¿cómo crees que se lo tomarán ellos?
Me llevé una mano a la cara, froté mis ojos y me eché algunos mechones de mi cabello largo hacia atrás. Lo había atado con una liga de goma, pero por el ejercicio y el ajetreo con el que estampé el periódico, algunos mechones de mi pelo ya estaban sueltos.
—Lo haré, pero no quiero que nadie sepa de lo que estoy haciendo por salvarle el culo a esta estúpida mujer, ¿entendiste?
—Ese es el plan, nadie debe de saberlo.
—aseguró con cansancio.
Miré por la ventanilla, tomé un poco de aire y luego lentamente lo expulse por la boca.
—¿Cuándo empiezo?
—Mañana en la noche, tengo entendido que celebraran por la nueva nota que arrasó fronteras. Y estoy seguro que habrá gente infiltrada que querrá hacerle daño.
—¿Y es ahí cuando entro con mi capa y el antifaz? —solté sardonico.
Lane resopló y me miró mal.
—No, tú estarás en esa fiesta infiltrado como un colega de ellos.
—¿Quieres que finja ser un chismoso periodista que daña a la gente a cambio de fama y reconocimiento?
—Así es.
—Los odio, prefiero ser mil veces un héroe ridículo y... —se estiró hacía mí, haciéndome callar. Abrió la guantera y me tendió un estuche de lentes y un gafete con un listón azul —. ¿Qué es esto? —lo cuentione dubitativo.
—Serás el periodista inglés, Damesio John.
—¿Estás loco? Ese nombre tiene un doble sentido y se van a burlar. —refuté colérico, agitando el gafete y los lentes para ciego.
—Es un nombre y significa "dominador"; serás alguien que será recordado por su labor.
—Seré recordado, por Dame ese oyon.
El detective hizo un gesto con los labios.
—Tómalo.
—Yo no quiero ser recordado por nadie para que se rían de mí. Prefiero vivir en la oscuridad cómo lo he hecho desde hace casi una década y se me ha dado muy bien.
—Bien, entonces irás como tú mismo, creo que es menos gracioso ser Rhett Walker... o Leif.
—¿Cómo lo...?
—Soy detective, Rhett, obvio no me iba a quedar con la duda de verte esos golpes en el rostro. Sé que eres un luchador callejero, todos hablan maravillas de Leif.
—Genial.
—Ten, esta sin duda es tu tarjeta de acceso. —del bolso interno de su chaqueta, sacó otra credencial que tenía mi foto con el cabello corto, la barba bien rasurada y la mirada iluminada.
Nada que ver con el hombre que era hoy. La tecnología no termina de sorprenderme.
—¿Estás seguro que no sospecharan que ya cambié mucho? —coloqué la foto del gafete, cerca de mi rostro para que notara el cambio que había.
—No dejes que miren la foto, cuélgate el gafete por el cuello y gíralo para que no se vea tu cara de antes. Y Rhett, tienes que cortarte el cabello.
—Olvídalo, lo ataré con la ayuda de Hope.
—Pero...
—¿Quieres que haga esto o no?
—Pero tu pelo no le va a tu personaje.
—No hay objeción, soy como Sansón, si me cortas el pelo pierdo mi fuerza, así de fácil.
El rubio resopló de malhumor y se encogió de hombros.
—Haz lo que quieras, sólo no dejes que te descubran.
—De acuerdo. —rodé los ojos.
Lane se me quedó mirando, así que giré a verlo y enarqué la ceja.
—¿Qué pasa? —inquirí al verlo serio.
—Ya me voy, vuelve a tus labores.
Sonreí y miré hacia el estacionamiento del gimnasio, donde claramente mi auto ya no se veía en el lugar donde lo aparqué.
—Si, bueno, respecto a eso. Tienes que llevarme al apartamento de Hope.
El rubio frunció el ceño, confundido.
—¿Ya no viven juntos? ¿Terminaron?
Tomé el puente de mi nariz con exaspecion y lo miré con el dolor de cabeza ya entrando en mí.
—No terminamos, por que te recuerdo que ella y yo nunca salimos. Y si, logró alquilar algo mejor para ella y su familia. —no iba a alardear y decirle que yo le había comprado ese apartamento a Hope y a su familia.
—Entiendo, bueno, pues me da gusto por ella, es una gran mujer.
—Lo es. Ahora anda, te doy su nueva dirección, sólo por que mi auto se lo ha llevado ella.
—Toma. —me entregó un sobre blanco y lo miré cansino.
—Si me estas dando un itinerario para saber todo lo que tengo que hacer, te juro que no te ayudare con esto. —refuté borde.
El rubio rodó los ojos y se volvió a colocar sus gafas de sol.
—Cállate y sólo ábrelo.
Acaté su orden a regañadientes y me encontré con tres fotografías de una chica de larga cabellera azabache y de unos ojos grisáceos preciosos. Tenía un rostro angelical y unos labios rellenos que lo admito, te invitaban a besarla.
Era esa pequeña pulga.
—Quien, ¿quién es ella? —cuestioné sonriente.
—Es la hermosa damisela en peligro y tú seras su héroe, Sansón.
Bufé, metiendo de nuevo las fotos en el sobre ante su argumento. Rompió mi momento.
—Púdrete.
—Deja de berrear, hombre. Es obvio que ella es Kennedy Anderson, la periodista que te hará sudar sin necesidad de ir al gimnasio —susurró y yo elevé la ceja ante aquella excelente aclaración —. No lo malinterpretes, cuando dije que te hará sudar, no es por las sucias ideas que crees, es por que sé que tendrás que salvarla muchas veces y así poder acabar con todo lo que quedó inconcluso hace casi una década.
—Cómo sea. —blanqueé los ojos, abrí la puerta y bajé del auto, cerrando con poca delicadeza.
—¿No dijiste que te llevaría al apartamento de Hope?
Seguí caminando y sin mirarlo adjunte:
—Ya no hace falta, volveré a mi apartamento y mañana temprano yo iré por mi coche.
—Bien.
—Bien.
—La cena empieza a las siete de la noche, te mandaré la ubicación exacta.
—Ajá.
—Se puntual, Rhett Walker.
Y con eso arrancó y se fue. Me quedé pensando en la mujer que estaba en peligro, la nueva presa, una nueva adversidad se venía y yo sólo pedía una cosa; redimirme para ser merecedor de ella.
♥︎♥︎♥︎
Teorías, aquí;👇🏻
Hola, hermosas. Espero que hayan disfrutado del capítulo.
No olviden dejarme sus comentarios y esa magnífica estrellita, que son lo que me hacen el día.🥰🙏💐❤
Con cariño infinito, Ana.😘💃
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