47: ♡IRIDISCENCIA♡
Significado:
"Reflejo de colores distintos, generalmente como los del arco iris.
N/A: Capítulo narrado por las protagonistas.
Finalmente todo había terminado, el camino había sido largo y tedioso, la vida nos puso muchos obstáculos en el camino a nuestro final feliz. Pero siempre supimos el camino correcto para llegar a donde realmente pertenecíamos; el uno con el otro. Me eché un vistazo una última vez al espejo y me sonreí, porque esta vez era mi día perfecto.
El día que siempre deseé tener.
Ashley, Anahí, Lucía y Winona, sí, mi terapeuta y ahora también la de Izan, me esperaban afuera. Y sí, Izan había decidido retomar su tratamiento que tiempo atrás dejó a medias, tal vez porque en aquel entonces se sentía presionado y aun no era capaz de soltarse de lo dañino. Pero esta vez fue su elección, él lo decidió y me dijo que lo hacía para sanar y estar al cien para nuestra pequeña familia.
En fin, cuando abrí la puerta, todas me vieron y sonrieron fascinadas, mi cuñada soltó unos pequeños aplausos de felicidad que fueron secundados por las demás. Mi madre entró en escena y al verme se echó a llorar, mi hermano mayor, Isaac, sonrió y abrazó a mamá.
—¡Te ves muy linda, Isla! —expresó Winona, quien surcó una amplia sonrisa y le agradecí.
—¿Bromeas? Isla no se ve solamente linda, esta mujer se ve sumamente hermosa. —dijo Ibaí, quien iba llegando y alcanzó a escuchar lo que había dicho la doctora.
Le sonreí y me tendió los brazos. Nos fundimos en un gran abrazo afectuoso.
—Me alegra que estés aquí.
—Siempre, hermosa, aunque debo admitir que esta unión me gusta más que la anterior —me guiñó y yo asentí en acuerdo —. En fin, mi hermano es afortunado en tenerte aún, pequeña. —besó mi frente y Ashley lo reprendió, diciendo que el maquillaje debía permanecer intacto y que el único que podía arruinarlo era Izan.
Luego de los halagos, la hora esperada finalmente llegó. Cuando estuve en el pasillo de la iglesia colgada del brazo de Isaac, quien nuevamente me entregaría pero sin duda esta vez sería al hombre correcto, Briana se paró a mi lado y suspiró.
—Así debe de ser. —dijo la joven mujer, quien era hija de mi prima y por ende mi sobrina.
Enarqué la ceja y la miré confundida.
—¿De qué hablas, Briana? —inquirió Isaac.
Briana suspiró y sonrió, mirando hacia a las puertas cerradas de la iglesia y en donde los invitados esperaban al interior de esta.
—Hablo de que las princesas se deben casar con los príncipes —me miró nuevamente sin borrar su amplia sonrisa —, sin duda este final es mi favorito. Aunque creo que ahora ustedes son unos reyes, se ven muy bien juntos. —admitió con un brillo en los ojos.
Supe recientemente por Briana, que el día de mi boda con Dave, Izan no sólo le dio la carta que me entregó ella en el altar, sino que también habían tenido una breve charla con mi futuro esposo a escondidas de todos. Briana estaba muy decepcionada aquel día y aunque tenia apenas ocho años, ella se dio cuenta de las cosas y me dijo que esa boda era horrenda y que el príncipe se había ido triste, solo y con el corazón roto, porque su princesa se había casado con el hombre equivocado.
Suspiré sumamente feliz, porque no podía estar más en acuerdo con ella.
—Gracias, Briana. Ahora es el hombre correcto. —admití.
—Lo es. —consintió.
—Discúlpame un momento, hermanita. —dijo Isaac, soltando mi brazo y se fue por el pasillo del que habíamos venido.
Lo miré confundida, pero en la compañía de Briana, no me sentí tan abandonada. Luego de unos minutos más de charla y de lo feliz que ambas estábamos con esta boda, la hora finalmente llegó y mi entrada estaba siendo anunciada con la música nupcial, pero mi hermano no estaba aquí.
—Me iré a sentar, se supone que soy la madrina de lazo. —recordó la adolescente.
—Espera, le puedes decir a Ian que si puede venir aquí, Isaac se fue y no quiero entrar sola.
—Sí, tía. —besó mi mejilla y se fue dentro de la iglesia, luego de unos segundos regresó, pero sin mi hermano.
—¿Qué pasó?
—No está.
Abrí los ojos y me puse más nerviosa.
—¿Cómo que no está? —sentí que hiperventilaba.
—No lo vi por ningún lado.
—Bien —inhalé y exhalé —. ¿Le puedes pedir a Iván que...
—Tampoco está. De verdad lo siento. —me miró apenada.
—¿Ibaí?
Pero también negó.
—Déjame adivinar, Eric tampoco está.
—¿Quién es Eric? —preguntó mirándome con sus ojos del mismo tono que los míos.
Suspiré rendida.
—Olvídalo, no tiene importancia. —le sonreí.
¿Dónde se habían metido estos hombres?
—¿Estas bien?
—No, pero puedo hacer esto yo sola, así que no te preocupes, Briana. Anda, ya entra, te veré en un momento. —la chica asintió no muy convencida, pero no refutó e ingresó.
Tomando aire y alizando las arrugas inexistentes de mi vestido blanco, decidí que estaba haciendo esperar demasiado a mi novio, así que armada de valor abrí la puerta y caminé lentamente hacia el altar, pero mi nerviosismo fue aún más grande cuando no vi a Izan ahí. La música nupcial se detuvo en seco y algunos cuchicheos no se hicieron esperar entre la gente. Apreté el ramo de flores que sostenía en las manos y miré un poco avergonzada a los invitados, quienes me miraban con pena.
Tal vez al ver que ninguno de mis hermanos –ni siquiera mi hijo, ni mi cuñado y mucho menos mi amigo colombiano– pudieron tener la consideración de llevarme al altar y entregarme al imbécil que tampoco estaba en su puesto. En mi mirada periférica observé a mi madre, quien hablaba "discretamente" por teléfono con alguien y por su rostro molesto no fue difícil deducir que era con uno de mis hermanos.
Cuando finalmente llegué al frente, subí los tres escaloncillos y le sonreí al sacerdote, quien me devolvió el gesto algo extrañado por esta llegada mía. Mis damas de honor esperaban cerca de mí y de cierta forma ellas fueron reconfortantes para mí.
—Ahora si la música, por favor. —ordenó el hombre que dirigía el coro.
¿Ahora sí?
Osea que cuando yo entré por eso quitaron la música, ¿por qué no era para mí?
Esto es ridículo.
Como el tipo lo ordenó, nuevamente la música nupcial sonó en la iglesia, miré detrás de mí y al girarme me encontré a Izan con su traje de gala en color negro con camisa blanca, moño y una pequeña flor en el bolsillo del saco. El muy imbécil sonreía feliz a todos los invitados, era como si él fuera la feliz "novia" y yo el idiota anhelante que debía esperarlo en el altar hasta que terminara de saludar.
Resoplé al ver que venía colgado del brazo de su madre, Indiana, y escoltado por Ibaí, Ian, Isaac, Eric y por supuesto Iván, quienes dejaban caer pétalos de rosa blancas a su paso.
Los tontos no sabían que primero se dejaban caer los pétalos y el novio debía pasar sobre ellas. Son imbéciles. Excepto mi bebé, él hace lo que los demás hacen porque él no sabe de esto; pésimos maestros. Izan finalmente llegó hasta mí, Indiana sonrió un poco apenada por esta entrada fuera de lo normal y tomó la mano de su hijo, para luego tendermela a mí.
—Isla, te entregó a mi... tesoro, para que lo cuides, lo ames y lo protejas bajo tu seno por siempre y para siempre.
Parpadeé incredula, Izan hizo una seña con la cabeza para que tomase la mano que su madre me ofrecía y suspirando, la tomé y con mi "ayuda", él subió las tres escalinatas al altar.
—Gracias, Indiana, prometo cuidarlo... bajo mi seno.
Indiana sonrió con mi respuesta y se dio la vuelta, chocando de frente con Iván y a quien se llevó a sentar junto al resto de trogloditas. Una vez listos, la misa inició, pero mientras el padre hablaba, yo regañé entre dientes al "niño" con el que iba a casarme.
—¿Es en serio? —pregunté con acidez.
—Admite que fue la mejor entrada.
Bufé por su respuesta.
—Me diste un susto de muerte, Izan. —susurré aún molesta.
—Lo siento, muñeca, pero esta es la primera vez que yo me caso, y quería que fuera especial y diferente. —me guiñó un ojo y no evité sonreír.
—Tonto. Pero tienes razón.
—Perdón, nena. Sabes que te amo y nunca me arrepentiría de hacer esto.
—Lo sé, de otro modo no me habrías propuesto matrimonio.
Él rió.
—¿Sabes una cosa? Antes mi vida fue construida sobre Limerencia, pero ahora y gracias a tu regreso, me di cuenta que tú eres la Iridiscencia que le hacia falta a mi vida. Eres el arco iris que trajo la tormenta que dejé atrás. Te amo, Isla, hoy, siempre y para siempre.
—Te amo.
El sacerdote carraspeó y siguió con la hora de oraciones y cuando esto concluyó, llegó lo esperado:
—Izan Ilian James, ¿aceptas a Isla Stephenie White como esposa, para cuidarla, amarla y atenderla en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe?
—Sí, acepto. —dijo sin titubear.
Nos sonreímos.
—Y tú, Isla Stephenie White, ¿aceptas a Izan Ilian James como esposo, para cuidarlo, amarlo y atenderlo en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, hasta que la muerte los separe?
Asentí repetitivamente con la cabeza.
—Sí, acepto.
La madrina de argollas no llegó, así que amablemente su novio extranjero nos prestó unos anillos que el portaba, y como era de esperarse, a mí me quedó enorme, pero lo dejé para por ahora. El padre luego de bendecir los anillo, preguntó:
—Si hay alguien que se oponga a este matrimonio, que hable ahora, o que calle para siempre.
Todos estaban en silencio, Izan y yo sonreímos, hasta que ella llegó corriendo en tacones y su voz se hizo presente en toda la iglesia.
—¡Yooo...!
—¡Apresúrate! —le exigí a Jeremy, quien conducía a toda velocidad por Mass ave, la boda ya había iniciado y yo iba muy retrasada.
—Hago lo que puedo. —se quejó él, sin dejar de conducir.
—Pues no haces mucho, la verdad. —se burló mi hermana, quien era la copiloto del pelirrojo.
Un contexto rápido. Todo con Jim estaba muy bien, nuestra amistad había vuelto a normalidad luego de haber arreglado la situación que habíamos dejado inconclusa y él finalmente estaba conociendo a alguien; y yo ya era un ciclo cerrado, al igual que mi hermana.
Volvieneo al tema de la boda, resoplé de mal humor y miré por la ventanilla del auto. Mi teléfono sonó con un mensaje de advertencia de un tipo y entré más aún en tensión al leerlo.
•Están a punto de darse el sí, así que si de verdad quieres llegar antes de que eso suceda, apresúrate porque de otro modo voy a tener que improvisar.
—¿No puedes ir más rápido?
Jim me miró un segundo por el espejo retrovisor y siguió su mirada al frente.
—Te quiero, Keny, en serio. Pero estoy tentado a lanzarte de mi auto en el próximo semáforo —luego miró a mi hermana y agregó —: Y a ti también.
—Imbécil. —escupió la loca de Katy.
Yo por mi parte guardé silencio y jugueteé con el teléfono entre mis manos. Quince eternos minutos después, finalmente aparcó el auto y yo bajé a trompicones del carro.
—¡Hey, espera! —gritó el pelirrojo a mis espaldas.
Pero no me detuve. Katherine me alcanzó y juntas corrimos como si fuese una maratón en tacones.
—¡Tengo que llegar antes de que sea tarde!
—¡Pues ya es tarde, pero aun hay tiempo! —dijo mi gemela con un grito.
Corrí con todas mis fuerzas, sentía el corazón acelerado, posiblemente me infartaría pero esto valía la pena. Isla e Izan estaban a punto de casarse y yo no podría permitirlo, no sin que les entregara una cosa de suma importancia. Cuando abrí las puertas, era el momento justo en el que el sacerdote preguntó y yo sin saber bien que hacer, me quedé estática. Pero no mi hermana, quien soltó algo que detuvo el tiempo en la iglesia.
—¡Yooo...! —gritó ella y todos nos miraron sorprendidos, algunos incluso hablaban y negaban en desacuerdo.
Incluso unas viejecitas se persignaron aterradas y negaron en desacuerdo a Katherine. Un hombre sexy me miró desde uno de los asientos de enfrente y parecía realmente complacido con esta alocada llegada nuestra. Me sonrojé deliberadamente.
—Eres una estúpida. —la reñí entre dientes, mientras le sonreía avergonzada a los invitados de los novios y más a ese sexy tipo que no dejaba de mirarme.
—Era una boda aburrida, admite que le hacia falta un poco de dramatismo para que esto se prendiera. Mira nada más la cara de esas abuelas, no tienen precio. —contradijo con cinismo mientras caminábamos por el pasillo hasta llegar los novios.
Rodé los ojos y finalmente llegamos hasta el altar.
Isla e izan me observaron, luego miraron a mi hermana e Izan negó ante su grito que interrumpió la misa. En cambio Isla nos sonrió y soltó un fuerte suspiro de alivio.
—Tardaron mucho. —dijo la novia que lucía hermosa.
—El tráfico. —luego miré avergonzada al sacerdote, quien nos miraba como si fuesemos el diablo reencarnado al doble.
—Herejes, el mal siempre viene doble. —susurró el sacerdote tocando su rosario, aunque yo ya lo había previsto y mi hermana rodó los ojos.
—Relaje la raja, padrecito. Solo somos dos gemelas inocentes, buscando diversión. —soltó mi hermana con una sonrisita diabólica.
Rápidamente la puse tras mi espalda al ver que el padre se molestó y me disculpé por ambas.
—Tranquilo padre, ignore a mi hermana. Soy la madrina de argollas y sí, lo sé, se me hizo un poquitin tarde, pero es que a mi novio se le olvidaron los anillos en casa y como yo estaba más cerca, tuve que regresar por ellos. —mostré la cajita de terciopelo negro y el cura, asintió un poquitin aliviado.
Para esto noté que Isla e Izan tenían puestos los anillos de Enzo, los cuales eran enormes para ella y sin duda le quedó grande. El padre rápidamente los bendició y entregándome los anillos grandes de Enzo, se pusieron los que usarían por el resto de sus vidas y me sonrieron satisfechos. Mi novio me esperaba en la primera fila, me acerqué a él y rápidamente me besó en los labios.
—Hola, guapa. —dijo el hombre que me veía con intensidad desde que llegué.
—No hablo con extraños.
Enarcó la ceja divertido.
—Pero soy tu novio.
Lo miré molesta.
—Bien, no hablo con imbéciles.
—¿Me perdonas? —besó mi cuello haciéndome tensar.
Lo manoteé cuando intentó colar su mano bajo la falda de mi vestido y negué sonrojada.
—¿Cómo pudiste olvidar los anillos?
—Lo siento ¿por qué tardaron tanto?
—Por tu culpa. —le recriminé.
—Oh, por mi culpa, por mi culpa, por mi grande culpa. —soltó pegando suavemente en su pecho, con el puño cerrado.
—No inventes, estas blasfemando en una iglesia. —le reñí.
Él en cambio se acercó y besó mi hombro susurrando otra disculpa que acepté esta vez, con un beso en los labios.
—Me dan asco. —susurró Katherine a nuestro lado, Jim la hizo poner atención a la misa y así se calló.
Luego de unos minutos en silencio, mientras oíamos los votos de los novios, Enzo habló por lo bajo, asegurándose de que fuera solo yo quien lo escuchaba.
—Pronto será nuestro día y prometo ser puntual y ordenado para que no tengas que volver por mi culpa. —aseguró mirándome a los ojos.
Mordí mi labio.
—Creí que nunca te casarías. —bromeé.
Recargó su espalda sobre la banca de madera y sin dejar de mirarme, admitió:
—Me casaría las veces que fueran necesarias si siempre es contigo.
Una dulce calidez se expandió por mi cuerpo, trepó en mi estómago y se anudó en mi garganta. Apreté los labios porque no iba a ponerme a llorar en la boda de Izan, que tal y pensaban que lloraba porque se estaba casando con Isla. Y eso ya ni al caso, me di cuenta que el amor de mi vida era cierto italiano de tez morena clara que me observaba atentamente y con amor en este momento.
—¿Me estás proponiendo matrimonio?
—Solo si dices que sí.
Miré hacia enfrente y justamente Izan e Isla pactaban su amor en un sonoro beso, que fue apoyado por el público, quien aplaudió efusivo. Yo incluida y Enzo también, pero él seguía mirándome mientras chocaba sus palmas en un aplauso. Nos pusimos de pie y salimos de la iglesia, ya en la calle me tomó de la cintura y me giró para mirarlo a la cara.
—¿Te molestó lo que dije? —preguntó por mi comportamiento, ya que no había respondido nada.
—No —cogí aire —. Es solo que...
—Descuida, no te sientas presionada, tomate tu tiempo. Yo estaré esperando por ti. —besó mi mano y sonrió.
Apreté los labios y armada de valor, dije:
—Te amo, Enzo... y creo que no tienes que esperar mucho, porque sí, quiero casarme contigo y convertirme en la señora Moretti.
El italiano surcó una gran sonrisa ante esas palabras, pues pese a los dos años que llevábamos juntos, no me había atrevido a decirle esas dos palabras que tenían un gran significado. Te amo.
—Me haces tan feliz, Kennedy. ¿Entonces nos cansaremos?
—Siempre y cuando sea contigo, me casaré las veces que sean necesarias. —repetí lo que dijo momentos antes, echándole los brazos al cuello y lo atrajé hacia mí, para besarlo con anhelo.
—Por siempre, amore.
Ya en la recepción, y comiendo el banquete que la familia James White preparó para los invitados, Enzo y yo estábamos muy deseosos, mi tacón rozaba su bota debajo de la mesa, sus ojos cafés sabían lo que yo deseaba y me sonrió seductor. Dejé los cubiertos a un lado y disculpándome, me puse de pie y fui al baño. Una vez dentro, me recargué coqueta sobre la loza del lavabo y espere, aunque no espere por mucho. Enseguida la puerta se abrió y el sexy italiano enfundado en un traje de gala gris, apareció.
Cerró la puerta del baño con pestillo y se acercó a mí. Me tomó de la cintura y enseguida se inclinó para apoderarse de mis labios. Le respondí el beso con la misma necesidad y tiré de las solapas de su saco para inclinarlo más a mí. Enseguida sus manos en mi cintura me alzaron en el aire y le sentó sobre el lavabo.
—Te deseo tanto. —guió mi mano a su virilidad y me hizo tocar su erección que esperaba por mí.
Pero en eso la puerta sonó y giré la cabeza como el exorcista para ver hacia la puerta.
—¿Están en el baño? —preguntó a la que reconcí como la madre de Isla, su voz suave y amable era inconfundible.
Enzo me miró, golpeé mi frente con la palma de la mano y negué. Olvidé por un momento el dicho baño.
—Sí, tuve un incidente con mi menstruación, pero en un momento salgo. —no supe que más decir y co nerviosismo esperé que eso funcionara para que la mujer se fuera, pero no funcionó.
—¡Oh, querida! ¿Necesitas un tampón?
—Dile que lo que necesitas es un condón. —susurró el italiano, pero no le preste atención y en cambio lo silencié con la mirada.
—No, Itatí, estaré bien, descuida. Solo necesito un momento, por favor.
—De acuerdo, linda. Cualquier cosa nos avisas. Por cierto, tu madre es un amor, acaba de llegar con tu padre y son unas personas maravillosas.
Enzo me miró y frunció el ceño ante lo que dijo la mujer, le agradecí a Itatí y volví a poner mi atención en el italiano.
—¿Crees que tus padres me acepten? —preguntó dudoso.
Rodé los ojos y sonreí, apoyando mis manos en sus hombros fornidos.
—Mientras yo te acepte, lo demás no importa. Estas saliendo conmigo no con mis padres. —me acerqué y le dí un beso fugaz en los labios.
—Tienes razón, pero a final de cuentas son mis suegros y somos familia —luego sonrió malicioso y añadió —. Despues de todo, comparto fluidos con su hija menor, por el amor de Dios, obviamente quiero encajar con ellos.
Lamí mis labios. El pecho me subía y bajaba de manera errática por la excitación que me estaba consumiendo y él no se callaba. Tomé su rostro en mis manos y dije, para tranquilizarlo y que me follara ya:
—Encajas bien en mi vagina, así que follame de una vez y te prometo que saliendo del baño te presentaré a mis padres. ¿Bien?
Sonrió fascinado con la idea. Por lo general los yernos no quieren conocer a los suegros cuando no buscan una relación estable, pero Enzo sin duda estaba emocionado por la idea de charlar con mis progenitores. Es tan lindo y a la vez tan... cliente. Con su cuerpo alto, moreno y atlético, sus piernas largas y con músculos, su torso marcado por el ejercicio, su hermoso rostro de Dios y su verga, hmmm... ese trozote de carne que me hacía agua y no precisamente la boca.
—La quiero sentir más... —le rogué con tono pícaro, pasando mi mano por el bulto en su pantalón.
Gruñó, algunos mechones de su pelo castaño le caían por la frente, haciéndolo ver como modelo de revista que mostraba ropa interior para caballeros.
Soy una maldita afortunada.
—Pues tómala, es tuyo. —me guiñó.
Me acomodé sobre la loza fría, el vestido se enrolló en mi cintura y Enzo lo aprovechó para colarse entre mis piernas y volverme a besar mientras bajaba los tirantes del vestido con delicadeza. Sentir el roce de sus yemas en mi piel, me erizó cada fibra de mi cuerpo. Era tan magnífico sentir su toque, que un sudor tremendo se expandió por mi espalda.
Gemí sin poder controlarlo.
—Me gustan tus tacones —dijo sobre mi oído. Sonreí, el color favorito de Enzo era el rojo escarlata y por eso el color de mi vestido era ese, y sabia que tenia un fetiche con las mujeres de tacones rojos; aunque ahora solo se inclinaba por mí —. Te desnudaré, pero déjate los tacones puestos.
¿Lo ven?
—Bien. —dije mordiendo mi labio acompañado de un gemido.
Mi cuerpo entero gritaba por las caricias de este hombre que me hacia arder de deseo, lo amaba tanto que incluso me era increíble sentir el amor que tenia por él. Ni siquiera amé a Izan, ni a Vladimir, como amo ahora a Enzo. Al fin lo entendí. Caundo me despojó de la ropa, envolví mis piernas al rededor de su cadera, presionándolo contra mi sexo. Las agujas de mis tacones, pegaron con el costado en su culo nalgon, pero sin lastimarlo. Una vez enjaulado y al notar que los tacones rojos seguían en mis pies, sonrió satisfecho y volvió a besarme.
Enzo mordió mi labio inferior haciéndome estremecer y sentí que me derretía como helado bajo el sol.
—Ti amo, milujem ťa, Wǒ ài nǐ, te dua, 'uhibuk, Je t'aime, se agapó, Aloha wau iā ʻoe, Anh Yêu Em, ya lyublyu tebe, te amo...
Lo tomé del rostro y lo miré a los ojos, incomprensible.
—¿Qué fue eso? —inquirí.
Mi novio sonrió, se acercó y susurró en mi oído izquierdo:
—Te he dicho que te amo hasta el fin del mundo. En Italiano, eslovaco, mandarin, albanés, árabe, francés, griego, hawaiano, vietnamita, ucraniano, español... —pusé mi dedo sobre sus labios y calló.
—¿Eres políglota? —le pregunté sorprendida, pero él se encogió de hombros y sonrió como si le restara importancia a su inteligencia —. ¿Por qué no me lo dijiste antes?
—Te he dicho que te amo un millón de veces...
—No me refiero a eso. Hablo de por qué no me dijiste que eras multilengüistico.
Rió y besó mi cuello, mis pezones se endurecieron ante el roce de su pecho desnudo, al que por cierto ya le había quitado el saco y la camisa que yacían junto a mi vestido.
—Decir que te amo en cada parte del mundo, es una cosa que creí seria romántica. —mencionó sobre la piel de mis senos, que ya estaban listos para él, al igual que todo mi cuerpo.
—Yo también te amo, Lorenzo, aquí y en China, siempre serás el amor de mi vida.
Sonrió enamorado, se acercó y de una arremetida se enterró hasta lo más profundo de mi ser. Ni siquiera noté cuando se quitó el resto de ropa, pero me alegraba que lo hiciera porque estaba deseosos por sentirlo ya.
—¿Para siempre? —preguntó gimiendo mientras me embestia con rudeza.
—Para siempre. —lo besé con ahínco y luego de unos minutos en los que gemiamos, Enzo se detuvo justo cuando sentía el orgasmo en la punta de mi vientre que se contraía.
—¿Quieres hijos? —dijo de repente, haciendo que bajara la mirada a nuestra morbosa unión, donde su verga entraba sin barreras en mi coño depilado.
Lo miré de vuelta a sus ojos oscuros y con una sonrisa, dije:
—Dos, un niño y una niña.
Besó mi nariz.
—Creo que hoy saldrás embarazada de este baño.
—Pues bombeame más fuerte, semental, porque el bebé no se hará solo. —no le dije dos veces y él volvió a mover sus caderas de atrás adelante y gemí en respuesta, echando la cabeza para atrás mientras yo misma tocaba mis pechos.
—Eres la luz al final del túnel —susurró otra mis labios —. Eres Iridiscencia.
Sonreí y lo besé con más intensidad, nuestros cuerpos chocando al colisionar en cada embestida, era lo único que se escuchaba en el baño, no teníamos prisa, pese al lugar en el que nos encontrabamos. Obtuve dos orgasmos, todo era perfecto en este momento para dos almas que se buscaron por mucho tiempo y que al final aquí estaban, dando todo de sí en este encuentro clandestino y lleno de promesas para un futuro feliz. El final feliz que alguna vez deseé tener con Vladimir, luego con Izan y que al final seria con él, el amor de mi vida.
Lorenzo Moretti.
Fin.
♥︎♥︎♥︎
Tuve problemas técnicos ayer, jeje. Pretextos.🤭
Pero bien, aquí esta el desenlace de esta historia, y descuiden, que aun hay un poco más de esto.🔥🍆😈 Recuerden que aún falta el epílogo y algunos capítulos extras.
No olvides votar, comentar y compartir. Oh, y también para recordarles que me ayuden a compartir la biología. Limerencia se irá de wattpad el 1° de Enero 2025, así que por favor, ayúdenos para que no se queden sin leerlo.🙏🏼💐🥰
IZAN, Y ENZO LES HARÁN EL DELICIOSO EN SUS SUEÑOS SI NOS AYUDAN A COMPARTIR. 🥵
Con amor infinito, Ana:🥰
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