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2:♡Oscuridad♡

☆☆☆

Había olvidado lo indescriptible que podía ser un puñetazo en la nariz, y lo recordé cuando la sangre de mi contrincante me salpicó en la cara, al grado de que el sabor metálico de su sangre, se coló en mi boca.

—¡Mierda! —exclamé ante el asco que sentí por el sabor.

—¡Toma Leif, usa mi blusa! —exclamó una chica del público, lanzándome una blusa en color menta, la atrapé en el aire y le agradecí con una sonrisa de lado.

La chica se había quedado en sosten, pero eso pareció no importarle.

Limpié mi cara con la tela de algodón y la lancé lejos de mí. Los abucheos, los gritos y silbidos eran todo lo que inundaba este callejón con poca luminaria. Bajé la mirada hacía "Trend", que parecía estar noqueado en el asfalto. El "referí" se acercó a mí y tomando mi mano derecha, la alzó en el aire y me proclamó como el ganador oficial de la batalla contra el tipo.

Luego de ir por el dinero que me gané por el espectáculo que ofrecí en esa pelea, me fui como siempre al bar de mala muerte llamado, "Ahoga tus penas".

—¿Lo mismo de siempre? —inquirió el barman que ya me conocía, poniendo un shot vacío frente a mí.

—Hmmm —asentí, mirando como tomaba la botella de whisky barato y lo servía frente a mí —. Déjame la botella.

—No creo que sea buena idea... —le tendí cincuenta dólares y el tipo sonrió —. Buena propina, disfrute de su noche. —y se alejó al otro lado de la barra, para atender a los clientes que recién habían llegado y dejando la botella para mi consumo personal.

Bebí sin parar, haciéndole honor al nombre de este bar, "Ahoga tus penas".
En cada trago, cada pena más ahogada, y con cada pena más ahogada, la ira y el dolor se mezclaban con el sabor amargo del licor.

—Siempre es lo mismo contigo, Leif. —miré mareado a la chica que me miraba disgustada, con los brazos cruzados sobre su pecho.

Sonreí con torpeza, me enderecé sobre el banquillo y la tomé de las caderas, pegándola a mi cuerpo.

—¡Hola, muñeca! ¿Me bailas esta noche? —ronroneé con la voz pastosa.

Hope (conocida como Candy en este lugar), siendo una mujer de larga cabellera rubia, tez apiñonada, cara y cuerpo perfectos y para rematar la bailarina principal de este lugar horrible. Ella era la sensualidad que todo hombre deseaba tener cuando venía ha este lugar.

—Hoy no será, macho. Tengo un privado con el tipo de allá. — señaló con la barbilla a un tipo con pinta de policía.

Joder. Si era policía. Y lo peor era que lo conocía.

El hombre rubio se puso de pie al reconocerme también, y disculpándose con su grupo de amigos, se acercó a nosotros y puso sus manos sobre la cadera. Bufé irritado.

—Rhett Walker. Mira nada más como acabaste.

Solté la cintura de Hope y me centré de nueva cuenta en mi trago. Tomé el shot y lo removí un poco, mirando el menear del licor.

—Disculpen la interrupción, ¿pero ustedes se conocen? —espetó la bailarina, con confusión.

No respondí, me llevé el trago a la boca y lo bebí de un sorbo, sirviéndome uno más al instante.

—¿Y bien? —insistió Hope.

Exhalé aburrido.

—Nena, este es Harold Lane, el detective estrella de la policía de Nueva York. —solté cáustico.

El hombre rió divertido, para luego aclararse la garganta.

—Rhett Walker, es un viejo conocido. Tenía años de no verlo, ¿cierto?

—Y hubiera sido mejor seguir sumándole años a no ver tu agradable presencia, detective. — espeté sardónico, echándome otro trago a la boca.

—Candy, querida, ¿te parece si dejamos para otro día el baile que programé contigo para esta noche? Necesito hablar de unas cosas importantes con él, en privado.

Hope me observó para ver si yo estaba de acuerdo con la petición del hombre, solo me encogí de hombros y seguí bebiendo.

—De acuerdo —ella se acercó a mí y tomó mi melena larga y me ató el pelo en un chongo provisional. Le sonreí agradecido —. ¿Todo estará bien?

—Claro, sólo necesito ponerme al día con este chico, es todo. Descuida, estaremos bien.

La mujer ya no dijo nada más, me dió solo una mirada cómplice y se alejó de nosotros, robándose miradas lascivas y piropos de los hombres que la miraban deseosos, en las mesas aledañas.

—Se breve. —le exigí tajante, sin dejar de tomar trago tras trago.

El detective de la policía, se sentó en el banquillo de a lado y alzó la mano, el barman se acercó y le tomó la orden del trago que pidió. Posteriormente, me miró nuevamente y soltó un estruendoso suspiro, que alcancé a oír por encima de la música.

—El caso se cerró. —soltó, mientras le agradecía al barman por el tarro de cerveza helada que le puso enfrente.

Reí sin gracia ante su ya sabida aclaración.

—Dime algo que no sepa. —solté, tomando la botella y echando más whisky a mi vaso.

—¿Ya lo sabías? —inquirió con el ceño fruncido.

Encogí los hombros y bebí mi trago.

—Fue una noticia internacional, Lane. Aunque ya casi nadie hable del tema, es algo de lo que yo siempre estoy al pendiente aunque no lo sepas.

—No sabía que te mantenías al tanto.

—Pues ahora lo sabes. —bebí de mi trago con los brazos apoyados en la barra.

—Rhett, de verdad hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, pero no logramos dar con la ubicación que nos proporcionaron —continuó hablando, al ver que yo no decía nada —. Creo que de verdad murió, nadie sobrevive a una herida así.

—Justicia divina, supongo. —el nudo en la garganta se formó tortuoso y me hizo tragar el licor con pesadez.

—¿En qué estás metido?, ¿quien te golpeó?, ¿Estás lastimado?

Rodé los ojos.

—No puedes preguntar todo eso, si no viste a mi rival.

—Rhett, en serio me preocupas. Tu madre está...

Me levanté con brusquedad y lancé el vaso con fiereza hacia la repisa de las botellas, logrando romper la mayoría de éstas, con ese pequeño vaso. El cantinero e incluso los clientes que estaban sentados en la barra, se asustaron y algunos me miraron asombrados por mi evidente ataque de ira.

Fulminé a Lane, sintiendo la vena del cuello punzando.

Me enervaba el tema de mi madre, no por que no la quisiera, sino por que quería protegerla de todas mis mierdas. Mientras más lejos estuviera de mí, mejor estaría. Ojos que no ven, corazón que no siente. Verla sería doloroso tanto para ella, como para mí.

—¡Mi madre no tiene nada que ver en esto, así que no la metas! —rugí con la mandíbula tensa y los puños apretados a mis costados.

Harold se mantuvo impasible, incluso cuando sus colegas intentaron acercarse, él los frenó e impidió que procedieran. Luego, acomodó su melena rubia. A continuación, sacó su teléfono del bolsillo interno de su saco, lo encendió y miré como buscaba algo en él.

—¿Sabes que tienes una ficha de búsqueda como persona desaparecida desde hace más de cinco años? —levantó la pantalla del celular, mostrando mi rostro de hace diez años; un tipo completamente distinto al que era ahora —. La estás matando, Rhett. Incluso ella también inició con una campaña para localizarte.

El cuerpo me temblaba, la ira supuraba en mí como una herida infectada, el estómago se me anudaba por el coraje que sentía en ese momento y mis pensamientos confusos, eran el problema que tenía arrastrando en años y años de dolor y odio implacable.

—Ellas tienen que ser felices sin mí.

—Pues no lo son.

—Rhett, ¿qué te pasa? —Hope me tomó de la mano, haciéndome mirarla a los ojos.

—Necesito salir de aquí. —dije, sintiendo una arcada invadir mi garganta.

—Candy, él tiene que pagar por los daños. —solicitó el barman, del otro lado de la barra.

—Descuéntenlo de mi paga.

—No. —saqué un fajo de dinero y lo lancé a la barra, Lane frunció el ceño, pero decidí ignorarlo.

—Eso es mucho dinero de dudosa procedencia. —objetó el rubio.

—Igual tú, detective. Eres de dudosa procedencia. —mi mandíbula estaba tensa y los hombros los había encuadrado a la defensiva.

Estaba teniendo un ataque de pánico, y hace años que ya no me pasaba esto.

—Vamos. —la chica me tomó de la mano, invitándome ha seguirla para calmar los ánimos.

Decidí que era mi mejor opción si es que no quería romperle los huesos a Lane.

—¡Rhett, necesitas ayuda, no puedes seguir así!

Me detuve en seco y sin soltarme de la rubia, lo miré sobre mi hombro. Cabe decir, que la música seguía sonando, por tal motivo el sonido de nuestras voces era todavía más fuerte y se hacían oír.

—Dame un motivo, Lane.

—Tu salud emocional, tu familia, la gente que te quiere y esa chica que...

—Ya no es suficiente.

—¿Quieres ser el héroe? —farfulló ladino.

—¡No, sólo quiero que todo esto termine de una puta vez!

—Entiendo. Te buscaré pronto, Rhett. —prometió.

—Vamos, te llevaré a casa. —Hope tiró una vez más de mi mano y finalmente caminé con ella, lejos de los sermones de un tipo al que no veía en años y el cual al verlo, me traía malos recuerdos de mi pasado.

♧♧♧

Hope limpiaba mi herida del labio con un algodón, ni siquiera me dolía la herida y no hice gestos de dolor o de ardor por el alcohol que usaba. Puso un curita en mi ceja y finalmente cerró el botiquín.

—Listo.

—Gracias, nena.

Se puso de pie y asintió. Aunque me miró indecisa, pero yo sabía lo que quería decir. O mejor dicho, reclamar.

—La paga fue buena, te dije que te sacaría de este lugar. —le expliqué, refiriéndome a la pelea de está noche.

—Prometiste no volverlo ha hacer, Leif.

—Sabes que necesitamos el dinero, guapa.

Apretó los ojos con fuerza y se llevó la mano a la cabeza.

—No te entiendo, Leif. Juro que he intentado hacerlo, pero eres imposible.

Me levanté del sofá y me paré frente a ella, la tomé de sus brazos y los froté con suma delicadeza, de sus codos a sus hombros.

—Perdóname, nena, lo menos que quería era traerle problemas a tu vida. —me sinceré con amargura.

Cuándo finalmente el alcohol me ganó y toqué fondo, Hope fue la persona que se apiadó de mí y me rescató de la mierda en donde estaba; literalmente un vagabundo pidiendo limosna para seguir hundiéndome. Me rescató de las llamas que me consumían, pero no del infierno. Por que simplemente mi infierno era un lugar imposible de dejar.

Me tomó de las manos, sacándome de mis cavilaciones y en su mirada ví anhelo.

—Todo sería más fácil si dejarás de verme como un polvo más, ¿por qué no puedes amarme como yo te amo a ti, Rhett? Tal vez si aceptarás mi amor, yo podría salvarte del hoyo al que tú solo te has metido.

Su mirada color miel me detallaba con anhelo, no dudaba de su amor, pero simplemente yo no estaba mentalmente capacitado para amar a nadie más. Ni siquiera a ella, que era un ángel en mi vida.

—Te quiero mucho, Hope, pero yo...

—No lo digas —sonrió con tristeza, soltó mis manos y tomó el botiquín entre sus manos alejándose con dirección a la cocina —. ¡Ven ha poner la mesa, serviré la cena en un santiamén!

—¿Qué haces aquí? —le rugí apenas lo ví parado frente al umbral de la puerta.

Ni siquiera lo había invitado ha pasar, y el señor ya estaba dentro del apartamento que compartía con Hope, desde hace tres años.

El oficial Lane, comenzó ha caminar y mirar las cosas del hogar de la rubia, como si buscara algo de su propiedad.

—¿Se te ha perdido algo, o qué?

—¿Dónde está? —indagó con brusquedad, deteniendo sus movimientos y mirándome furibundo.

—¿De qué mierda hablas? —crucé mis brazos por encima de mi hombro sin inmutarme.

—Sabes de lo que hablo, Rhett, no te hagas el desentendido conmigo. ¿Dónde está?

—Fue a hacer las compras.

—Sigue de gracioso. No hablo de ella, sino de mi celular con la información que me robaste. Te mostré la información de tu ficha de búsqueda y luego ya no lo tenía. Así que dime donde está, antes de que mi gente ponga este lugar patas arriba.

Reí sin gracia y me llevé los dedos al puente de la nariz. Necesitaba calmarme para no darle un buen puñetazo y que su gente terminará llevándoselo noqueado de aquí.

—Mira, hombre. No sé de que celular me estás hablando y yo no te robé nada, así que si fumaste de algo bueno, pues convidame un poco, se ve que estuvo bueno el alucin.

En dos zancadas, Lane se acercó a mí y me tomó con fiereza del cuello de mi camisa tipo polo y me estampó contra el muro de concreto. Me repetí que tenía que contar hasta tres, antes de darle un golpe fulminante.

—Déjate de estupideces, Rhett. Esto es una cosa seria, si esa información cae en las manos equivocadas, mucha gente saldrá lastimada. —bramó encolerizado.

Le dí un fuerte empujón y acomodé mi camisa con unas leves arrugas sobre el cuello. Lo fulminé y él a mí.

—Escúchame tú, imbécil. Uno, no sé de que mierda hablas y no me espantan tus amenazas. Dos, yo no sé lo que perdiste, pero te juro por Dios que yo no he tomado nada que sea de tu puta propiedad. Y tres, no eres bienvenido aquí, así que te recomiendo que te largues por donde viniste antes de que te saque a mi modo.

Con esas palabras, el detective se pasó las manos con frustración por el pelo, mirando el techo del apartamento y respirando con agitación. Al parecer de verdad buscaba algo importante en ese USB. Tal vez una aventura que lo ponía en evidencia de sus infidelidades, o que sé yo.

—Bien, te creo —soltó finalmente, luego de un minuto en completo silencio
—. Disculpa por venir así de repente a tu casa. Cancelaré la orden de cateo.

—Que amable de tu parte, por que este apartamento no es mío, es de Candy.

—En serio, ¿solo de Candy? Por que me he enterado que ambos vivían juntos. Así que también perdona por querer un baile privado de la rubia, la vez que nos reencontramos en el bar. Yo no sabía que ella era tu mujer, Rhett, lo siento.

Suspiré y asentí.

—Sólo una cosa, Candy no es mi mujer, sólo es una muy buena amiga.

Y en ese momento, la nombrada apareció cargando las bolsas de la compra.

—Detective Lane, que gusto verlo por aquí. ¿Ya le han ofrecido algo de beber?
—puso las bolsas sobre la mesa del comedor y se acercó a nosotros.

La miré mal ante aquella pregunta. Claro que no le  había ofrecido nada de beber, simplemente por que el hombre no era bienvenido aquí. Además, él me había atacado minutos antes, ¿como podría atender amablemente a mi atacante? Está loca, creo que fumó de la misma droga que el detective.

Par de envidiosos.

—Candy, querida. Perdón por venir tan de repente a su casa e irrumpir de esta manera.

—Justamente eso iba ha preguntarle
—dijo ella con desestimación —. ¿Como supo donde encontrarnos en menos de una semana?

Lane sonrió orgulloso, mientras que yo resoplé y preferí dejarme caer sobre el cómodo sofá.

—Soy detective, Hope —la llamó por su nombre, haciendo que ella abriera los ojos por la eficacia de este hombre —. No fue difícil saber en donde podía encontrar a Rhett.

—Pues gracias por arruinar esto, Lane. Tendré que escapar pronto para librarme de ti.—solté con sequedad, encendiéndome un cigarrillo para el estrés.

Hope me miró disgustada, tal vez por que si me iba de aquí, le dejaría solventar todos los gastos de este apartamento que no salía para nada barato. O posiblemente esté pensando que no le alquilaré un mejor lugar, como se lo había prometido. Le guiñé y ella solo resopló.

—Eso será difícil, Rhett. Te encontré, ahora no puedes ocultarte de mí.

Bufé, soltando el humo por la nariz.

—¿Me estás amenazando, detective?

—No, te estoy informando, que es diferente. Así que cuídate, por que si yo te encontré, no será difícil para otras personas saber de ti.

—Como sea. —dije, poniéndome de pie, llevando mi cigarro entre los dientes y caminé hacia la cocina, tomé un vaso de vidrio de la alacena y serví agua del despachador en el refri.

Aunque una loca idea me pasó por la mente y sonreí.

—¿Entonces tú no viste nada? —le preguntó el detective a Hope, quien se quedó pensativa por un instante.

Me acerqué a ellos con el vaso en una mano y mi cigarro en la otra.

—Toma, aunque no eres bienvenido aquí, no puedo negarte un vaso de agua si venías tan agitado. —le tendí el vaso de agua y él lo recibió agradecido.

Quité el cigarro de mi boca, no sin antes darle otra calada.

—¿No le echaste veneno, cierto? —me observó preocupado con el vaso en su mano.

Sonreí malévolo, mientras botaba el humo de la nicotina en su cara.

—Posiblemente sólo te dé diarrea, pero no pasará a mayores. —solté, sosteniendo mi cigarro ya casi terminado, entre mis dedos.

Lane no dijo nada, solo bajó el vaso y lo puso sobre la mesita de centro en la sala. Blanqueé los ojos y terminé de fumar mi cigarro y lo apagué sobre el pequeño cenicero en forma de corazón.

—Creo que la confianza no es nuestro fuerte, ¿eh, Lane?

—No, no lo es —me apoyó el detective y volvió a mirar a la rubia —. ¿Entonces, ya recuerdas algo?

—Bueno, pues recuerdo que alcancé a ver como un tipo lo empujó aparentemente sin querer, cuando yo me iba con Rhett. —afirmó ella, haciendo que ambos la miraramos confundidos.

—¿Un tipo me empujó? —el detective le preguntó, frunciendo el ceño.

—Bueno, no fue un empujón, fue más como un roce de hombros —aseguró la rubia —. Por las luces coloridas del lugar, no recuerdo bien su físico, pero si el color de su pelo.

—¿Qué tipo?, ¿qué pelo? —inquirí, mirando a la mujer con confusión.

Hope suspiró, se quitó la sudadera rosa que llevaba puesta y la lanzó al sofá individual sin cuidado, posteriormente se inclinó y tomó el vaso de agua que el detective no se bebió por desconfiado. Pero ella si lo bebió hasta la última gota. Luego, jugó con el vaso vacío y volvió a hablar:

—Era un hombre alto, de un metro ochenta, aproximadamente. Y era... pelirrojo, aunque no estoy muy segura del todo.

—Entonces él debió robarme el móvil. —se pasó las manos por el cabello.

—¿Qué información, Lane? — cuestioné perdido.

Me miró como si fuese estúpido.

—Una información que llevaba en el puto teléfono —me miró a la cara, haciéndome tragar grueso, y más aún cuando repitió —. Todo está en riesgo, Rhett... todo.

Apreté los ojos y maldije para mis adentros. Bien, tenía que ayudar a este imbécil ha encontrar ese jodido idiota que se atrevió ha robar información clasificada.

—¿Por donde quieres iniciar? —pregunté, atando mi cabello largo en un chongo despreocupado.

—Por las cámaras del jodido, bar.

Hope carraspeó y mirando con pena al detective, dobló sus labios en una fina línea y negó.

—Lamento decir esto pero, "Ahoga tus penas" no cuenta con un circuito de seguridad. Por lo tanto, no hay cámaras en ningún punto del lugar.

—Estamos muertos. —dijo Lane, mirándome a mí.

—¿Estamos muertos? —interrogué con el ceño fruncido.

—¿Qué parte de información peligrosa, no entendiste?

—No me aterra morir, si es a lo que te refieres. —solté desdeñoso.

—¿Pero y si hay terceras personas en riesgo? Hablo de personas inocentes, ¿entonces te importará? —dijo el hombre, haciéndome estremecer ante aquello.

—No pasará.

—¿Como lo sabes?

—Lo impediré.

—Entonces ayúdame Rhett, ten una buena razón para salir de ese hoyo y salva vidas conmigo.

—Una vez lo intenté y no funcionó. Pero no puedo negarme si sé que hay imbéciles en peligro. —acepté sin pensarlo.

Hope jadeó ante la oferta del detective, mientras yo, mantenía una batalla interna entre mis demonios y mis ángeles. Presentía que esto no acabaría bien.

O tal vez me estaba equivocando y acabaría peor. Bien, llevaba tiempo esperando esto, mi vida ya necesitaba un poco de adrenalina. Mi oscuridad tendría compañía, y estaba listo para lo que se venía.

—Hagámoslo.

♥︎♥︎♥︎

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Nos leemos el miércoles.

Feliz viernes santo.😇❤🙏💐

Con cariño infinito, Ana.🙏💐❤🥰

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