18:♡Atentado♡
Capítulo dedicado a SilviaCruz263
Gracias por tu apoyo, hermosa. Espero que el capitulo sea de tu agrado.❤💐
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¡Santa madre de Dios!
No podía creer lo que mis ojos veían.
—¿Dean? —pronuncié atónita, pero el recién nombrado, sólo me dio una sonrisa ladina mientras se seguía frotando en los pliegues de la mujer.
¿Recuerdan al chico del que les hablé, hijo de uno de los mejores gobernadores del país y del que sin querer se supo que tenía ladillas genitales?
Pues bien...
¡Chachachachan... helo aquí!
Dean Smith.
—¡Ahhh...! —gimió la mujer que penetró el nombrado, mientras él no me dejó de ver mientras la embestia.
—Veo que ya se conocían. —dijo el rubio, mientras me volvió a tomar de la mano y me hizo ingresar a la estancia.
—Cómo olvidar a la víbora del campus.
—finalmente habló, sonriendo socarrón y sin dejar de mover sus varoniles caderas que colicionaban contra la mujer.
Rodé los ojos.
—Claro, él era el pelotas ladillosas. —argumenté, echándome la melena hacia atrás, con suficiencia.
Dean no dejó de penetrar a la chica, mientras me observaba entre lo deseoso y lo divertido. El rubio por su parte, tomó el cierre de mi vestido que venia en la parte delantera, pero rápidamente lo atrapé de las manos y negué.
—Tengo entendido que el swinger es entre parejas que tienen una clase de relación. —mencioné, mirando el azul océano que pintaba en sus ojos.
Pasó su lengua por los labios rosas y carnosos de los que era poseedor, mientras miró de nuevo a Dean, con aquella pelirroja que ahora besaba.
—Es... "mi novia" —hizo comillas con los dedos —. Aunque en realidad nuestra relación es mas abierta y cómo puedes ver, ninguno tiene problema en compartir.
Miramos nuevamente a la pareja y ahora ella estaba acostada con sus pies en los hombros de Dean, mientras él seguía dándole como pandereta en coro.
—Ya veo ¿y por eso estabas a fuera?
Sonrió ante mi pregunta.
—Te estaba esperando. —pasó sus nudillos por mi mejilla derecha.
Fruncí el ceño y rasqué mi cuello con incomodidad.
—¿Me conocías?
—Si te hubiera conocido antes, te aseguro que ahora mi chica serias tú y no Lyudmila.
La tal Lyudmila, echó la cabeza hacia atrás y jadeó, abrumada seguramente por el orgasmo que Dean le otorgó.
—Oí eso.
—Ese era el plan. ¿Quieres hacerme el honor?
La Kennedy mojigata apareció y negó ante la tentadora propuesta que la Kennedy rebelde, estaba a punto de cometer con este ser exquisito.
—Hoy sólo voy a ver. —le aseguré, ya que el ver a Dean y aunque lo admito, era un tipo sumamente guapo y atractivo, no quería compartir intimidad con él.
El rubio gigantesco y hermoso, sonrió, me tomó de las mejillas y sin esperarlo me plantó un beso en la boca. Luego, pasó su pulgar izquierdo por mis labios y suspiró.
♡—Tvoya krasota plenila menya.
Frunci el ceño y miré confundida a Dean, para la traducción de su amigo, pero él ya no me estaba prestando atención a mí, ahora estaba muy entretenido comiéndole las tetas a la pelirroja que no dejaba de gemir.
—No sé que significa el takataka, pero por si acaso —lo miré desafiante —. La tuya primero.
El rubio sonrió al parecer, fascinado y me guiñó, yéndose hacia la pareja que follaba muy a gusto.
—Presta atención, krasivyy. Por que esto es de lo que te estás perdiendo.
"Hermosa".
Hice lo que el ruso me pidió, pues su aura, su personalidad y básicamente todo en él, era eso. Ver cada movimiento así fuese el más meticuloso, por que él era un Dios que valía la pena ser venerado con la vista y...
¡Ay, santa madre!
Tragué grueso al ver como su verga erecta y venosa, quedó liberada de ese pantalón oscuro que llevaba puesto. Sus largas piernas, fornidas y tatuadas, no pude evitar compararlas con las de cierto castaño que quería ver, pero que por azares del destino terminé conociendo a este bombón.
—Posmotri na menya.
"Mírame".
No sé que mierda dijo, pero justo cuando iba a responderle, pegó la cabeza de su pene en los labios de la mujer pelirroja que embestia Dean, y esta como toda una perra se la succionó tan rápido que creí que era maga, pues la desapareció de mi vista en un parpadeo.
La boca de esa mujer era una aspirapollas.
El gruñido lascivo que soltó el hombre, fue tan jodidamente sexy y caliente que mi vagina lubricó más de lo que pretendía; así que me vi obligada a apretar las piernas. En serio era vergonzoso sentirme tan excitada y más si Dean ladillas estaba aquí.
—Tócate. —espetó el rubio, mientras la pelirroja montaba ahora al lord ladillas y al ruso le pulia el pito con su hábil boca.
Negué más roja que un tómate, pues ha este punto mi sexo ya punzaba dolorosamente rico.
—Hazlo y mírame mientras lo haces. —ordenó una vez más, haciendo que mi puta interna manejara mi cuerpo y obedeciera como su maldita sumisa.
Caminé al sofá que estaba en la esquina, me dejé caer sobre él y bajo su atenta mirada, subí mis pies con tacones en la mesita de centro y abrí la cremallera del vestido, dejando ver mis tetas que no llevaban sosten y mi vagina cubierta por la fina tanga negra.
Ya mañana me arrepentiría... o no.
Tanto Dean, cómo el rubio, gruñeron fascinados al verme dispuesta a compartir con ellos y el ruso no tardó en tomar la melena roja de su chica y comenzar a embestir su boca de una manera que me provocó un extasis tan intenso, que no evité llevarme los dedos a mi monte de venus y deslizarlos hasta llegar a la vulva y comenzar a masajear mi zona cremosa.
—¡Hmmm! —gemí apretando los ojos, mientras yo misma me daba mi propio placer.
Mis dedos trabajaban en mi clitoris de forma circular, untando la cremosidad de mis fluidos para luego introducir un par de dedos en mí, sin dejar de frotarme con la ayuda de mi pulgar. Sonreí satisfecha al ver como el rubio dejó de embestirle la boca ha aquella pelirroja, mientras se acercaba a mí con su erección al tope.
Tan humeda, rosada y palpitante.
—Me rindo a tus pies, pequeña ved'ma.
"Bruja".
—¿Eres... el diablo? —pregunté en un jadeo, haciendo que el rubio que literalmente ya estaba hincado frente a mí, asintiera obediente.
—Lo soy y me gustaría mostrarte mi infierno. —su voz era grave y ese acento tan sexy, me hacían esmerarme en lo que hacía.
Llevé mi mano izquierda a uno de mis pezones para tirar de él y pude atrapar en su mirada, el deseo y la desesperación por ser él quien me tocará.
—La gente buena no va al infierno. —solté apenas audible.
El sonrió y pasó sus nudillos por mi muslo interno.
—Pero tú eres una bruja, que con su más mortal hechizo podría matarme para hacerme en cachitos y créeme, yo no haría nada para impedirlo por que moriría feliz de acabar en tus poderosas garras.
Aunque sus palabras eran raras y un tanto dementes, no evité gemir aún más y me corrí, me corrí masturbándome ante aquellas retorcidas palabras que fomentaron mi liberación.
—¡Ahhh...! —arqueé mi cuerpo y sentí como el pecho me subía y bajaba desbocado.
—Es un desperdicio que todo ese elixir de los Dioses sea desperdiciado, déjame beberlo, moya boginya.
"Mi diosa".
Su tono fue ronco y suplicante y aunque una parte de mí, sabia que debía negarme y salir de ahí por mi vida, mi puta interna lo dejó ser y volví a gemir cuando su boca entró en contacto con la suavidad de mi intimidad.
—¡Ahhh... hmmm! —lo tomé de la cabeza y lo pegué más a mi parte, para obligarlo a beberse todo mi pudor.
Sentía su lengua trabajar de una manera tan satisfactoria que de verdad sentí que lo amaba en ese momento y si, sé que era ilógico y algo tonto sentir eso, pero así lo sentí por que este hombre sabía darte un oral sumamente exquisito.
—¡Ayyy, siiii! —grité una vez más, al sentir un nuevo orgasmo atacándome de una manera tres veces más potente que el que yo misma me di.
Eché la cabeza hacia atrás y volví a arquear mi espalda, mientras tiraba de mis pezones. Sentía que veía estrellitas. Lo vi emerger de mi entrepierna y con la boca hinchada y sus labios aperlados por mis fluidos, me sonrió y pasó la punta de su lengua con suficiencia. El desgraciado sabía lo que había hecho, él se sabía experimentado y supo que me había gustado la manera en que me devoró.
♡—Eres retorcidamente deliciosa, y ahora quisiera poshel na khuy.
La respiración aun no se me regularizaba, y el sudor que bajaba por mi frente no era de mucha ayuda.
—No hablo ruso. —mencioné finalmente, con la voz estrangulada por la mamada que me dio.
El rubio sonrió y poniéndose nuevamente de pie, caminó a la cajonera y miré cómo sacó un preservativo y se lo puso en su ya nueva creciente erección.
—¿Los hombres aquí toman viagra o algún estimulante para que se les vuelva a poner dura?
La mujer dejó de hacerle la felación a Dean, y se quedaron mirándome.
—No, pero creo que con verte en todo tu esplendor nos haces poner duros por que no tenemos demasiado de ti.
—Bien. —abrí aun más las piernas y sonreí como la puta ama que tenia bajo sus encantos ha este ser tan perfecto.
—Eres preciosa, zhenshchina-volshebnitsa.
—Dilo en inglés. —pedí, sintiéndome una vez más excitada al ver su polla tan rica y parada.
Se tomó la punta y comenzó a baja su mano hasta la base, repitiendo el mismo procedimiento un par de veces más.
—Zhenshchina-volshebnitsa, significa que eres una mujer hechicera.
Estiró su mano y la tomé sin chistar, me llevó hasta la cama y ahí me hizo acostar de lado, para posteriormente él ponerse detrás mío y comenzó a restregarme la verga en el centro de mi vagina lubricada.
—¡Hmmm!
—¿Khochesh' pochuvstvovat' menya vnutri?
Bufé entre lo cabreada y lo excitada.
—Ya te dije que me hables en... ¡Ahhh...! —gemí cuándo entró en mí de una sola arremetida, haciéndome olvidar sobre lo que iba a protestar.
—Te pregunté si querías sentirme dentro de ti, pero ya veo que si. —me dijo al oído mientras seguía llenándome sin detenerse y lamió el lóbulo de mi oreja.
Con su mano, tomó mi pierna derecha y la subió un poco sin dejar de penetrarme desde atrás, mi cara se hundió en la almohada y sentí cómo sus dedos comenzaron a tirar de mis pezones. Luego, salió de mi interior y me hizo quedar boca arriba, mientras se volvía a acomodar entre mis piernas abiertas y se volvió a hundir como el Titanic en el mar.
—¡Ahhh! —gemí apretando sus hombros con las palmas de mis manos.
—¿Te gusta, moya boginya?
"Mi Diosa".
—Ajáaa... —comencé a mover mis caderas de manera circular contra él rubio, que no dejaba de mirarme con sus bonitos ojos azules.
Sentí una mano suave en mi mentón que me hizo girar el rostro y miré a la pelirroja que me sonrió y se inclinó para besarme. Las mujeres no me iban, pero estaba tan excitada que le respondí el beso tan suave y tierno que me propinó. Dean por su parte, se había sentado en el sofá donde minutos atrás me masturbe y se estaba fumando un cigarro, mientras sonreía al ver la escena.
Cabe decir que estaba completamente desnudo.
—¡Madre! —grité cuando el rubio hizo un movimiento circular con su pelvis y su mujer me comía las tetas de una manera que no era legal.
Ambos sabían lo que me hacían y como hacerlo para hacerme venir.
Si hace unas semanas alguien me hubiera dicho que me gustaría follar con unos desconocidos y que el cruising y el swinger serían mis nuevas cosas favoritas, los hubiera tachado de locos. Pero aquí estaba yo, sentada en mi cubículo y mirando un punto fijo con una gigantesca sonrisa de lado a lado.
—Tierra llamando a Kennedy.
Sacudí la cabeza cuando Jim pasó su lápiz por mi cara y me centré en él.
—¿Qué pasa?
—Te preguntaba si querías salir ha cenar esta noche. —repitió, mientras miraba unas hojas que le habían entregado.
Me aclaré la garganta y seguí tecleando la información en la computadora, que aclararía las dudas sobre la nota que publiqué hace casi mes y medio.
—Lo siento, tengo planes.
—¿Planes? ¿Con quién?
No podía decirle que me estaba haciendo adicta a un Pub sexual en donde se practicaba de todo y que yo estaba más que fascinada.
—Es personal. —no lo miraba, ya que sabía que él descubriría mi peculiar manera de coger últimamente, si me miraba a los ojos.
—¿Ya regresó tu hermana?
—Mierda. —me puse de pie y corrí literalmente a los baños, me encerré en un cubículo y marqué su número.
Al tercer timbre contestó.
●Creí que te habías olvidado de mí, zorra.
Fue lo primero que me dijo en cuanto respondió.
●Tú tampoco me llamabas.
Le recordé.
●Touch.
●Perdóname, Katherine, he estado muy ocupada últimamente.
●Espero que con sexo, por que a ti lo que te hace falta son unas buenas folladas que te hagan liberar el estrés.
Sonreí ante lo loca que era y lo real de sus palabras.
●Así es, he estado follando mucho últimamente y tengo que contarte del lugar que descubrí.
La escuché soltar un gritito triunfal al escuchar mi confesión y me vi obligada a separar un poco el teléfono de mi oreja. Cuando terminó de celebrar, carraspeó y me preguntó.
●¿Cómo es el tipo?
●Eso te lo digo cuando vuelvas.
●Eres una zorra, Keny, hasta acá puedo intuir que es más de uno el que te la clavó.
●¡Katy!
Se echó a reír y yo junto a ella.
●También me besé y dejé que una mujer me tocará.
●Bienvenida a la perversidad, nadie te trata en la cama como una mujer, por que ella sabe lo que nos gusta y hace lo que los hombres no.
Fruncí el ceño ante sus palabras.
●Katy, ¿lo has hecho con mujeres?
●Sólo unas cuantas veces y déjame decirte que son momentos memorables que guardo en mis recuerdos.
●Yo una vez, pero en definitiva me encantan más las vergas.
●¿Cómo estás?
●Volveré dentro de un mes, las grabaciones están por concluir y cuando eso pase, podremos salir de fiesta y reponer el tiempo perdido. Te amo.
●Te amo, hermana.
Salí del baño y me encontré con Jim, quien venia directo a los baños.
—Hola.
—Necesito llevarte conmigo y si después de esto no quieres nada más, lo entenderé.
—¿De qué hablas? —inquirí, pero él no respondió y me llevó hacia la salida de la empresa —. Jim.
Subí al auto y él se condujo hasta su apartamento, cuando llegamos, me hizo bajar y me tomó de la mano en el estacionamiento.
—Confía en mí, Keny.
Cuando subimos a su piso, no evité llevarme las manos a la boca, pues había un camino de rosas por todo el pasillo dentro del apartamento.
—Jim, pero que...
—Por favor, Kennedy —me estampó contra un muro y se pegó a mí, haciéndome jadear sorprendida —, déjame hacerte el amor.
No me dejó decir nada, se apoderó de mis labios y me besó de una manera nada salvaje, fue suave y si que se tomó su tiempo para degustar mi boca. Fue descendiendo por mi clavícula, mi cuello y finalmente mis pechos, que liberó de la blusa azul cielo que llevaba puesta y los atacó de una manera que me hizo gemir.
—No sabes por cuanto tiempo te he deseado.
Apretó mis nalgas y me hizo caer sobre la alfombra con los pétalos rojos de la rosa. Abrí mis piernas y me dejé llevar por el momento. Y volví a gemir cuando su polla chocó en mi centro.
—Jim...
Dejó de besar mis pechos y en un santiamén ambos ya estábamos desnudos sobre la alfombra, se puso el condón y no evité mirar su verga. Lamí mis labios al ver que tenia un buen tamaño y que sin duda esto me iba a gustar.
¡Por Dios, con él ya eran tres hombres que me follaba en menos de un mes!
—Te amo, Kennedy.
No me dejó responder, ya que se enterró en mí y me hizo arquear la espalda. Comenzó con la sincronía, pero su manera de hacerlo era tierna, pero a mí puta interior le gustaba duro y que me dejara coja al día siguiente pero que valiera la pena.
—¡Dame más duro!
Jim me miró y sonrió, justo cuando su voltaje subió de potencia y comenzó a cojerme de la manera en que me daban como si no hubiera un mañana.
—¡Mierda, siii! —grité fuera de mí y alcé más mi pelvis para restregarme en él.
Senti los besos de Jeremy por mi cuello y mis pechos, tomé su rostro entre mis manos y pude ver lo rojo y excitado que estaba, así que lo besé. Mi lengua luchó con la suya y mientras tocaba mi cuerpo, él quedó sentado y me vi obligada a montarlo.
—Me fascinas, nena.
—¿Es correcto? —le pregunté entre jadeos, sin dejar de moverme sobre él.
—Lo es.
Mis ojos se encontraron con los suyos y mientras eso pasaba, mi interior seguía cobijando su polla y cuando por fin nos liberamos al mismo tiempo, nos volvimos a besar y a callamos nuestros gemidos en la boca del otro.
—No sabes por cuanto tiempo soñé con esto. —apretó mi espalda con sus brazos fuertes.
—Te quiero, Jeremy.
Acaricié su cabello rojizo y justo cuando me iba a acostar con él y acurrucarnos, la puerta fue abierta abruptamente y un montón de hombres con pasamontañas nos aputaron con sus armas. Cabe decir que yo aún estaba abierta de piernas, desnuda y montando a Jim, que estaba también desnudo debajo mío.
—Son ellos.
—¡¿Qué mierda?! —exclamó Jim, mientras me ponía de lado y me cubría con su fornido cuerpo.
—Vistanse, nos van a acompañar... —justo en el momento en que el hombre dijo aquello, varios disparos y gritos de hombres que daban órdenes, se oyeron a fuera.
No tuvimos tiempo de nada, rápidamente nos pusimos de pie, tomé mis bragas la falda blanca, mi blusa azul y me vestí en tiempo récord. Tomé mis tacones en mano y antes de poder reunirme con Jeremy, un hombre de los de pasamontañas, me tomó de la mano y me obligó a salir del apartamento y me llevó por las escaleras de incendio.
—¡Suéltame! —grité y me gané una mirada mal del hombre grande que me llevaba arrastrando por las escaleras.
Llevaba puesto un uniforme negro, al igual que los demás hombres que se quedaron en el apartamento de Jim. Llevaba caderas, rodilleras y un casco negro acompañado de ese pasamontañas negro que solo dejaba ver sus ojos negros y furiosos.
Cuando llegamos al estacionamiento del otro edificio, me hizo montar en un Mercedes Benz y nos sacó de ahí, mientras eramos perseguidos por dos autos negros y una moto.
—¡Agáchate! —tomó mi cabeza y me hizo inclinar, justo cuando comenzaron ha dispararnos.
—¡Nooo, ahhh! —grité y me llevé las manos a los oídos, por el ruido de los disparos era ensordecedor.
El tipo manejaba como Dominic Toretto y yo ni siquiera me acordé del puto cinturón de seguridad. No sé cuanto tiempo pasó, solo sé que cuando él se quitó el pasamontañas, me quedé atónita en el asiento y ya no precisamente por el atentado que claramente estábamos sufriendo. Sino por ver quien era el hombre que al parecer, me estaba salvando la vida.
—¿Qué pasará con Jim?
Le pregunté a Leif, mientras él miraba el retrovisor y luego la carretera, dio un volantazo de lado izquierdo y con eso hizo que la moto quedara embarrada sobre el muro de contención. Los dos autos los había perdido calles atrás, pero la moto era la que nos pisaba los talones.
—Leif, ¿qué pasará con mi amigo?
—Él estará bien, descuida, sus folladas seguirán para después.
No dije nada ante su voz que sonó como recriminación, me limité a mirar por la ventanilla y cerciorarme de que todo estaba en orden. Sólo le pedía a Dios, que todo esto acabara pronto.
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