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17:♡¡Sorpresa!♡

☆☆☆

Capítulo dedicado a JulissaRodriguez350
Gracias por todo tu apoyo, corazón. De verdad lo valoro mucho. Disfruta del capítulo. ❤💐

Me escondí detrás del pilar para acultarme de la vista curiosa de la compañera de la pelinegra. Cuando volví a asomarme, ellas ya se habían ido hacia la salida y finalmente pude salir de mi "escondite".

Tuve que ser discreto y salir rápidamente detrás de ellas, ya que mi objetivo fuera de lo carnal, era cuidar de Kennedy ha cómo dé lugar.

Las vi montarse a una camioneta Cadillac XT4, en color roja y rápidamente me monté en mi Mercedes para ir tras ellas. Conduje lo más "alejado" que pude, pero sin perderlas de vista y finalmente llegaron al apartamento de Kennedy, quien bajó de la camioneta y les agradeció a sus nuevas amigas.

Apagué el motor y suspiré quejumbroso, mientras sacaba el teléfono que sonaba y sabía con exactitud quien era.

—¿Qué mierda quieres, Lane?

—¡Rhett!

—¿Hope?

La escuché suspirar.

—El detective me ha mandado tu número, lamento si te he pillado ocupado, pero te juro que no te hubiera llamado si no fuera importante.

—¿Qué pasa?

—Tienes que venir a tu apartamento.

—¿Por qué? ¿Pasó algo?

—Sólo ven rápido. —su tono me alarmó.

—D3 acuerdo, voy para allá.

Colgué la llamada y le marqué ahora ha Lane.

Necesito que le llames a Dixon.

Le dije apenas contestó.

¿Por qué, sucede algo?

No, sólo sucede que le diste el número a Hope y ahora quiere que vuelva rápido a mi apartamento. Así que necesito que me cubra, Dixon. Kennedy está en su apartamento ahora mismo.

Resopló.

Bien, ahora mismo lo llamo y lo envío para allá. Y Rhett, si le dí tu número a Hope, fue por que me dijo que era importante.

●Cómo sea.

Cuando Dixon llegó, le dije que ella seguía adentro y que se mantuviera al pendiente, ya que cualquiera podría estar acechándola.

—Yo ya peiné el perímetro con discreción y no hay nada fuera de lo común, pero no dudo que ellos estén cerca, así que mantente alerta.

—Claro, Rhett. No hay problema, espero que tu asunto se resuelva.

—Gracias.

♧♧♧

—¿Hope? —fruncí el ceño al ver las luces del recibidor apagadas y las luces de la cocina, era lo único que ayudaba a no estar por completo sumido en la oscuridad.

—¿Mamá? —insistí, pero al ver que no había ruido alguno, tomé a tientas el bate de béisbol que tenia cerca del mueble de la entrada y me lo eché sobre el hombro izquierdo, mientras lo sostenía con ambas manos; listo para atacar.

Noquearía a quien haya irrumpido en mi hogar y no me temblará la mano.

—¿Hay alguien aquí? —insistí con la voz firme y amenazante en cada letra que solté.

Y de repente todo se alumbró y me vi obligado a cerrar los ojos con fuerza ante el deslumbro que me cegó un poco.

—¡Sorpresa!

Cuando volví a abrir los ojos, me encontré con una escena que no veía en años. Y lo peor, celebraban mi vida cuando yo la odiaba. Hope sostenía en sus manos el pastel que mi madre horneó (lo sabía por que tenía las características que ella le ponía), mientras que mi progenitora, traía en manos una caja de regalo y la madre de la rubia y su pequeño hijo, también las acompañaban.

—Baja eso, Leif, le puedes hacer daño ha alguien. —interpeló la joven mujer.

Espabilé un poco azorado.

Ni siquiera me había dado cuenta que aún tenía sujeto el bate sobre mi hombro, en una clara muestra de estar listo para atacar. Acaté la orden de la chica y bajé el palo de madera gruesa, dejándolo cerca de mis pies.

—¿Qué significa esto? —musité hosco.

Mi madre sonrió de lado y le señaló a la rubia para que dejara el pastel sobre la mesa del comedor. Alan y su abuela, fueron tras Hope, mientras mi madre y yo nos quedábamos cerca de la entrada a la sala.

—¿Y bien? —insistí malhumorado.

Diana levantó sus ojos castaños y los conectó con los míos.

—Hace treinta y cuatro años, dí a luz a mi segundo hijo varón y hoy...

—No.

—Rhett, por favor...

—Mamá, ¿tú sabes lo que pasó en un día cómo hoy?

—Lo sé amor, pero ya es hora de que lo dejes ir, supéralo. —soltó con seguridad.

La miré sin despegar mis ojos de los suyos.

—Para ti fue fácil y me alegra saberlo, pero a mí me ha costado mucho tiempo y la verdad no sé si algún día pueda encontrar de nuevo esa Iridiscencia que me haga ver la vida con los colores que una vez vi.

—Y si quieres lograr eso, tienes que volver a terapia.

Me pasé las manos por la cabeza y resoplé.

—A mí esas mierdas no me sirven. —articulé con tribulación.

Formó sus labios en una fina línea y bajó la cabeza, mientras asentía cabizbaja. Me llevé ambas manos a la cabeza y resoplé.

—¡¿Así que hoy es tu cumpleaños, eh, macho?! —expresó Hope, acercándose detrás de mí con una gran alegría, ajena a lo que a mí me pasaba.

Formé mis manos en puños y tensé la mandíbula.

—Lo siento. —finalmente soltó mi madre, haciendo que la chica se parara junto a ella y frunciera el ceño.

—¿Qué pasa, macho?

Apreté los puños al grado de que las venas de mis brazos se marcaron por encima de las capas de tatuajes que pintaban mi piel.

Me giré a la rubia, abrí la boca para responderle y dejarles en claro que este día no era para celebrar nada, y que para mí era una tortura; una agonía con la que no lograba lidiar. Pero de repente el hijo de Hope, llegó corriendo hasta mí y me abrazó por la cintura, pegando su cabeza en mi estomago; me agarró desprevenido.

—¡Feliz cumpleaños, tío, Rhett! ¡deseo que todos tus sueños se hagan realidad y que cumplas cien años, con pelos y dientes también! —su voz pequeña y suave, lo admito, me reconfortó y suavice mi gesto.

Acaricié su cabeza con cuidado y luego palmeé su espalda, y mi sonrisa se formó.

—Gracias, campeón —le dije y él se alejó un poco de mí, alzó la mirada y me sonrió animándome un poco con su inocencia —. Anda, vamos ha que pruebes ese pastel, verás que mi madre es una buena cocinera.

—Genial, cantemos las mañanitas. —apremió la madre de Hope, pero rápidamente negué.

—Sólo partamos el pastel y con eso será más que suficiente. —indiqué reacio.

Luego de que Hope y su familia, compartieron con mi madre y conmigo, se fueron, yo me ofrecí a llevarlas de vuelta, pero ella negó y dijo que había traído su auto.

Me encontraba limpiando el comedor, cuando mi madre se acercó a mí y sin previo aviso me abrazó de costado, ya que yo estaba inclinado hacia el frente limpiando la mesa.

—¿Qué pasa, Diana?

Se separó de mí y mirándome con los ojos llorosos, sólo negó, limpiando su lagrimal.

—Nada, bebé, yo y mis achaques de vieja menopausica, no me hagas caso. —le restó importancia con la mano.

Dejé el trapo sobre la mesa y la miré a la cara, mientras rascaba mi nuca.

—¿Cuándo vuelves?

—En unos días. —susurró, jugando de manera distraída con el dije que colgaba en su cuello.

Suspiré.

—¿Y tu esposo?

Pareció salir de su trance y pestañeó un poco, para luego mirarme confundida.

—¿Qué?

—Tu esposo. —repetí.

—Oh, trabajando.

Asentí, acomodando el frutero artificial en el centro de la mesa. Suspiré.

—Sé que tuve mis roces con él, pero me alegra saber que ha sido bueno contigo y que te ha ayudado en esa etapa.

Suspiró y apoyando su peso de un pie a otro, susurró.

—¿Sabes? Luego del juicio, la protección que nos ofrecieron y las terapias que tuvimos que tomar, nos hicieron quedar incomunicados de los demás. Y no sabes todo lo que he sufrido, pero lo que más me dolió, fue no saber nada de ti, cariño.

La tomé de los hombros y la estreché con fuerza, mientras besaba su coronilla y le acariciaba el cabello.

—Lo lamento, perdóname, mamá. Pero tienes que entender que yo aún sigo peleando mi propia batalla y no quiero volver a ponerte en riesgo. No he sacado y sé que ya estoy grande, pero simplemente no me he liberado.

Me apretó en ese abrazo con todas sus fuerzas y besó mis mejillas mientras sus manos no soltaban mi torso. Me miró con sus ojos llorosos y sonrió con dulzura, pese a su dolor en la mirada.

—No, mi amor, yo no tengo nada que perdonarte. Sé mejor que nadie por todo lo que has pasado, pero te prometo que yo te voy ha cuidar y...

—¡No! —me alejé brusco y pegué con mis puños sobre la madera de la mesa, completamente turbado.

—Tranquilo, mi amor, estás teniendo otro ataque de ira. Contrólate, Leif. —se acercó y acarició mi espalda, ya que yo no quería verla a la cara.

—Mamá, tienes que entender que estar aquí en esta ciudad, no es seguro. Esa nota se ha lanzado y ellos ya están aquí. Eso te pone en peligro...

—Lo entiendo, hijo. Pero así como sé que ahora cuidas de esa chica, yo quiero cuidar de ti.

—No, mujer —giré a mirarla y negué —. Tu lugar es a lado de mis hermanos y tu esposo. —me fui caminando a la habitación y tomé la chaqueta y mis llaves del auto.

Estar aquí con ella me asfixiaba y necesitaba tomar aire fresco para no cagarla.

Cuando me giré, mi madre estaba parada en el humbral de la puerta. La conocía tanto, cómo para saber que algo me estaba ocultando y ya no podía más con esa carga.

Resoplé y tomé el puente de mi nariz, con exasperación.

—Dímelo, Diana.

Cerró los ojos y suspiró.

—Tus hermanos ya no estan conmigo, cada uno siguió su camino, pero ha diferencia de ti, ellos si me llaman y me dicen en donde están —tomó de nuevo su dije entre la mano y jugueteó con él, distraída —. Cuando supe que estabas a salvo y que todo estaba bien, hablé con ellos... —soltó la medallita , exhaló y volvió a mirarme —. Tu hermana ya está aquí, no ha venido por que yo le dije que aún no estás listo y me estaba dando tiempo para que te avisará. Y tu hermano llegara la próxima semana.

—¡Con un carajo, mamá! —protesté, pero ahora también me sentía terrible de haber olvidado que tenia una familia que si me amaba y que se preocupaba por mí.

—Somos una familia, hijo. Y tus hermanos quieren verte...

La miré serio y salí de la habitación, sentí sus pasos detrás de mí y antes de salir del apartamento, le urgí.

—Diles que no vengan, es por su bien, Diana y lo sabes. Y tú también tienes que volver cuanto antes con tu esposo. —y dicho eso, salí del apartamento y me fui de ahí.

♤♤♤

Aún es tu cumpleaños, Rhett. Disfruta de tu día, Kennedy está a salvo y no hay señales de los intrusos.


Apreté el teléfono entre la mano y mordí mi labio superior. Si que se encargaron de informar que era mi puto día. Con la mano libre, tiré de mis cabellos y colgué la llamada sin decirle nada. Me monté al auto y conduje hasta una playa cercana.

Cuando llegué, me senté en la orilla del muelle mientras miraba las fotos que conservaba en una cámara que compré en un sobre ruedas, sólo le inserte mi memoria SD y las fotos que en ella guardaba, se manifestaron en la pequeña pantalla cuadriculada.

Tomé la botella de cerveza que me compré, pero antes de beberla, saqué mi pequeña bolsa trasparente de la chaqueta, y eché un poco de polvo blanco sobre el dorso de mi mano y con la otra mano libre, me tapé uno de los orificios de la nariz e inhalé de un jalon.

Sonreí al sentir la sensación de entumecimiento y adrenalina que se disparó en mi sistema en un par de minutos, haciendo calmar a mis demonios internos.

—¡Ohhh si, se siente bien!

Tomé la botella y la destapé con facilidad, me llevé la boquilla a la boca y bebí hasta que quedó un poco más de la mitad de la botella grande. Limpié mi boca con el dorso y seguí mirando aquella cámara, mientras mis ojos picaban al ver lo feliz que fui en el pasado, antes de que todo se acabara con un chasquido de sus dedos.

Miré el cielo oscuro, con las estrellas y la luna siendo testigos de mi dolor, mientras le decía amargamente:

—¡Si ella te ve, dile que aún la quiero y que no la puedo olvidar! —grité con fuerza, seguro de que nadie me escucharía, pues ha las dos de la mañana dudaba que hubiera algún alma en la playa de Carson Beach.

Me recosté sobre la madera del piso, mirando el cielo y sonriendo con lágrimas en los ojos. De repente cerré los ojos y volví a aquel día, ese momento tan nuestro en el que nos fucionamos haciéndonos uno mismo, bajo el eco de las olas del mar que fueron testigos de nuestra unión y que hoy atestiguan mi dolor.

—Te extraño de una forma que las palabras no pueden expresar y amarte es mi vicio favorito. —me senté nuevamente y tomé la botella y cómo si mi vida dependiera de ello, me bebí la botella hasta que no quedó nada.

A continuación, me puse de pie y bajo la luz de la luna, me quité la ropa y en un clavado perfecto, caí libre y el mar me abrazó. Cuando salí a la superficie, me mantuve a flote y como si mi imaginación la divisara, la vi saliendo de las olas que rompían cerca del muelle.

Si estaba muy drogado, pero la sensación y el debraye eran tan buenos, que por un momento me volví a sentir cómo ese adolescente enamorado.

Cuando me miró, también me sonrió y yo a ella, hasta que la tuve frente a mí y comprendí que aunque no era real, lo parecía y aun así me permití disfrutar de esta triste y agridulce imagen de ella en su adolescencia.

—Yo también te extraño. —susurró, tocando mi cabello largo que caía en cascadas por mis hombros anchos y tatuados.

—Todos los días de mi vida... me dueles.

Cuando hablé, no la toqué, pues temía que si la tocaba, su imagen se borraría y me vería de nuevo solo, flotando en este inmenso mar oscuro sin su luz.

Mordió su labio de esa jodida manera en que me seguía volviendo loco. Tenia que contenerme, tenia que lograrlo por que no quería que ella desapareciera.

—Todos los días de mi vida... yo te extraño, mi amor.

—Entonces ¿Por qué lo hiciste?

Frunció el ceño de esa manera tan perfecta y meticulosa, que siempre la caracterizó frente a mí.

—¿De qué hablas?

—De si fuiste o no feliz luego de mí, por que yo no he podido serlo después de ti.

Dejó de tocar mi cabello y suspiró, mientras comenzó a nadar boca arriba, mirando la luna mientras las olas movían su cuerpo tan hermoso y pequeño.

—No estoy aquí y claramente yo no puedo responderte a esa pregunta. —dijo lo que yo tenía más que claro.

—Lo sé. Y tienes razón, pero justo ahora yo puedo ser feliz por un instante. —nade a su alrededor, mientras ella miraba la luna.

—¿No te duele esto? —por fin me miró —. Me refiero ha que si no te duele imaginar que estoy aquí y que hablo contigo, pero en realidad estoy ha cientos de kilómetros y ni siquiera sé que justo ahora me divisas frente a ti, cómo si fuese real.

Me limité a flotar, sintiendo como algunos peces que andaban cerca, chocaron en mis pies. No me inmuté, por que sólo me limité a mirar a la mujer inexistente que tenía enfrente y que claramente no gritó como la real debió de hacerlo al sentir esos peces en los pies.

—Eres real para mí. Sé que existes en este mundo y eso me basta por ahora. Y que estés en donde estés y con quien estés, tú eres mía y en cuanto esto termine voy a ir a por ti, te lo juro.

Sus ojos marrones me detallaron y pude percibir como una sonrisa se le fue formando. Era increíble como podía imaginarla tal y como era en su adolescencia, incluso los detalles más minúsculos estaban en su rostro pálido.

—Te follas a otras mujeres ¿y dices amarme? —sonó celosa, tal y cómo la mujer real lo haría.

—Es supervivencia, nena. Pero te aseguro que mi corazón sigue perteneciéndote a ti. Pronto te encontraré y te mantendré a mi lado para siempre, como debió ser desde el principio.

Lamió sus labios y suspiró.

—Pasaron diez años. ¿De verdad crees que aún aguardo por ti?

Sonreí de lado.

—En las buenas.

—Pero jamás en las malas.

Escuchar esa aclaración, me oprimió el pecho y no alcancé a reaccionar cuando la ola rompió justo arriba de mi cabeza y me sumergió sin querer, entre las burbujas efervescentes que se formaron entre el agua que me cubría.

Cuando emergí, aparté las gotas saladas de mis ojos y con desesperación, busqué a su fantasma. Y mi demonio interior se calmó, cuando la miró ahora sentada en el muelle, con un vestido blanco que le llegaba a los tobillos. Nade hasta ella y tomándome de la escalerilla del muelle, me impulse y logré sentarme junto a ella.

Ella permanecía seca, cómo si nunca hubiera estado en el agua.

—Te amo, nena.

—Te amo también.

Luego de decir eso, ambos nos quedamos en silencio, mirando hacia el inmenso mar que no acababa y que se perdía en la oscuridad del horizonte. No evitaba verla de soslayo, sólo para confirmar que ella no estaba a mi lado y que a mis espaldas, una mujer real me miraba con los ojos húmedos.

—Ho.la.

—¿Por qué sigues haciendo esto?

—Porque no sé cómo lidiar con mis demonios y esta es la única manera de callarlos.

—¿Y alguna vez me piensas dar una oportunidad para que te pueda ayudar mejor?

Bajé la cabeza ha donde se encontraba mi ropa seca, así que me puse de pie y con el cuerpo aun mojado, me puse los boxer y así me fui vistiendo hasta quedar presentable. Al menos el chapuson me ayudó ha no ponerme tan imbécil con ese jale que me di.

—Mis demonios están incompletos y mientras eso siga así, ni siquiera yo me merezco una oportunidad.

Hope bajó la cabeza a sus sandalias y suspiró quejumbrosa.

—Te conozco, Rhett. Supe inmediatamente que no estabas bien, te vi discutir con tu madre y sabia que vendrías aquí. Eres tan predecible. —rió amargamente.

Hice un gesto con los labios, mientras ataba mi cabello muy mojado, en un chongo desaliñado.

—Sólo quería celebrar.

—¿Celebrar? ¿Celebrar qué? Si tú mismo dijiste que era un día trágico y no había nada que celebrar. Así que ahora se claro, por que necesito saber que es lo que te está pasando Rhett. —me exigió, llevándose las manos al cabello y tirando de él con aparente frustración.

Maldijo mientras pateó una lata de cerveza que algún otro briago desdichado y mala copa, habrá dejado aquí tirada.

—Hope...

—Cuando te encontré en la calle, sucio, perdido y hundido hasta la mierda, no me importó y te llevé conmigo a casa.

—Y te lo agradezco. —le dije, mirándola a los ojos fijamente.

Lamió sus labios con fuerza y negó.

—Pues no parece.

—¿Quieres que te folle para qué sientas que tan agradecido estoy? —me acerqué a ella en dos zancadas y la tomé de la cintura —. ¿Eso quieres, Candy? —llevé mi mano a su entrepierna y toque su manjar.

Su mirada no se apartó de la mía, pero había algo raro y es que ella no parecía estar excitada. Tal vez si estaba muy drogado aun y lejos de ponerla cachonda, le volvía a dar lastima. Saqué mi mano traviesa debajo de su falda y resoplé.

—¿Y así dices amarla? —me preguntó, acomodando su melena.

Di un paso hacia atrás, al escuchar su pregunta.

—¿De qué hablas? —arrugué la frente.

—No lo sé, ¿tú dime? ¿Quién eres, Rhett Walker?

¿Quien soy?

Soy el hijo de perra que no madura ni con el paso de los años. Soy el hijo de puta que sufre cada puto segundo de su vida aunque aparenta que no. Soy el hijo de perra que busca venganza, para sanar las heridas. Pero sobretodo soy... el hombre que dará todo, por recuperar su amor.

Sonreí como un demente y volví mi mirada a la rubia.

—Yo... soy...

♥︎♥︎♥︎

Sé que debí de haber actualizado antes, pero es que simplementese me complicaron las cosas y no había podido.

Ahora bien, agárrense por que hoy actualizaré más capítulos y vienen con todo.  😱

Por que las amo infinito y todo esto se los debo a ustedes. Aunqueque muchas me leen, me gustaría saber sus opiniones y saber con la ☆ si les está gustando la historia. No sean 👻 comenten y voten (no es forzoso, pero de verdad espero que lo hagan)

Con cariño, infinito; Ana.💃💐❤🙏🏻

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